Este cuento ilustra cómo actuar de acuerdo con el Tao. En un primer viaje, un discípulo se estresa al transportar aceite y derrama la mayoría, mientras que en un segundo viaje siguiendo las instrucciones de su maestro de mantener la mente ordinaria, regresa con poco derramado. La lección es que confiar en uno mismo y no enfocarse demasiado en un objetivo específico lleva a mejores resultados.

1. Aceite para cocinar
Había una vez, en la antigua China un joven discípulo que estudiaba el Tao en un templo
alejado de la ciudad.
Un día, el maestro le dijo: "¡Se nos está terminando el aceite para cocinar, quiero que
vayas a la ciudad y compres más!"
El discípulo estaba emocionado por que era la primera vez que el Maestro le pedía a
hacer alguna tarea. "¡finalmente!". Se dijo a sí mismo, "¡el Maestro puede ver que estoy
tan listo para las responsabilidades como los grandes!".
Tomo las monedas y se fue a la ciudad, el camino le era conocido, ya que el había
hecho el mismo recorrido con el Maestro varias veces, Compró un recipiente grande
lleno de aceite, y emprendió el regreso al templo.
Rápidamente se dio cuenta de que su velocidad había disminuido mucho. Necesitaba
caminar despacio y cautelosamente para no derramar el aceite. Enfocó toda su atención en
el recipiente y se propuso no derramar nada, pensando en todas las personas que
estarían en el templo esperando a que regresara, a la vez prometiéndose a si mismo
que no fallaría.
El camino era muy irregular, inmediatamente, al apoyar su pie derecho en una piedra
suelta el recipiente se ladeo y se tiro un poco de aceite, rápidamente se equilibró del
movimiento tan inesperado. Un momento después tropezó con una piedra, lo cual le
resulto muy doloroso, sobreponiéndose al dolor rápidamente se equilibro otra vez,
terriblemente preocupado por aún más aceite derramado.
Decidió caminar por el pasto pensando en evitar tan accidentado camino, esto pareció
funcionar al principio hasta que su pie derecho resbaló en una parte lodosa y casi fué a
dar al piso. Inmediatamente después de recuperarse, sin saber cómo, uno de sus pies fue
a parar en un montículo de excremento de vaca, trato de sacudírsela y después frotó
enérgicamente su pie contra un árbol, sin ver bien como lo hacía, ya que su atención
permanecía en el aceite, cada vez más mermado. Dándose cuenta de esto el apretó sus
dientes con disgusto y preocupación.
Después de algún tiempo, finalmente entro al templo, presentándole avergonzado
el recipiente al Maestro, ya que lo que quedaba era realmente poco.
El Maestro escucho la explicación del discípulo, analizando el asunto. Entonces,
dándole otras monedas le dijo: "Lo siento pero aún necesitamos el aceite, así que
deberás ir a la ciudad otra vez, y esta es tu oportunidad para enmendarte, esta vez
te daré unas instrucciones especiales “Sostén el recipiente con cuidado, pero no lo mires
directamente y toma exactamente el mismo camino de regreso que la vez pasada.

2. Conserva tus ojos en el camino solamente, como lo has hecho siempre, si debes voltear a la
izquierda o a la derecha deberás hacerlo como acostumbras.
No voltees a ver el recipiente aun si sospechas que el aceite se está derramando. Solo conserva
tus manos equilibradas".
El discípulo hizo exactamente lo que el Maestro le dijo, regresando al templo mucho más
rápido que la primera vez. Cuando entregó el recipiente al Maestro, el pudo apreciar que solo
un poco de aceite había sido derramado.
El discípulo confundido pregunto; "¿Maestro, porque lo hice mucho mejor esta vez?".
El Maestro sonrió y le dijo: "Cuando lo comprendas conocerás el secreto para vivir en el Tao".
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Esta historia ilustra cómo actuar de acuerdo con el Tao y nos muestra dos caminos para
alcanzar la meta.
El primer camino que siguió el discípulo, que fue de extrema tensión y conflicto,
disminuyendo la velocidad e incrementando la vigilancia;
Así cuando enfrentamos una tarea importante, con frecuencia, automáticamente reducimos
el paso y nos tensamos enfocando excesivamente nuestra atención en un intento por
hacerlo perfecto nos esforzamos y ponemos absolutamente toda nuestra atención en ello.
Esto no funcionó para el discípulo. Los obstáculos en su camino de regreso al templo
realmente le complicaron mucho las cosas. Es la misma situación en la vida, entre mas
deseemos algo de manera más apremiante, mas retrasaremos nuestro objetivo y los
obstáculos también se tornaran más difíciles.
En la historia anterior las Piedras sueltas son como las sorpresas desagradables
que constantemente nos asaltan en nuestro camino.
El doloroso tropezón en la roca son los problemas que nos causan angustia.
El resbalón equivale a las situaciones complicadas que favorecen el cometer tantos errores.
Y el montículo de excremento de vaca son los comportamientos burocráticos que
constantemente encontramos en personas que parecen disfrutar de bloquear nuestros
progresos.
Luchamos contra estas dificultades al igual que el discípulo haciendo esfuerzos por ajustar
nuestros movimientos y recuperar el equilibrio, tratamos con todas nuestras fuerzas de manejar
adecuadamente las sorpresas, de soportar el dolor, de corregir nuestros errores y de
soportar a los burócratas, pero obtenemos los mismos resultados que el discípulo con
todo su aceite derramado, y cada una de estas batallas que libramos nos cobra su cuota.
Al final nos damos cuenta que nuestras expectativas deben ser modestas y aceptar que

3. nada podemos hacer perfecto.
Mucha gente probablemente nos parezca que muestra pobres resultados a los factores
externos, probablemente al igual que nosotros, pero la historia nos muestra algo mas como la
verdadera causa de todo.
Deberemos analizar ¿Qué es lo que nos hace aferrarnos tan
desesperadamente a tal o cual resultado?
¿Es nerviosismo?, ¿Es arrogancia?, ¿Es ansiedad?, O quizás, ¿Es miedo?
La enseñanza del Tao nos dice que el punto en el cual todos nos enfocamos es en ganancias
o en pérdidas.
El discípulo empezó con el pie izquierdo ya que permitió a su mente conceptuarlo
como una posible ganancia o pérdida. Esto generó un miedo que hizo que todo resultara tan
mal, el mismo miedo fue el que lo puso nervioso y ansioso, dando por resultado un enfoque
excesivo en el recipiente, de tal manera que no presto la debida atención a todo el entorno, lo
que dio por resultado la reacción en cadena de errores que ya conocemos en la historia.
El Maestro le mostro al discípulo un mejor camino, no rindiéndose en su tarea de conseguir
el aceite, el cual todavía se estaba necesitando, no le mostró alguna técnica esotérica de vaciar
la mente de todo pensamiento; si no le mostró una técnica especifica en la cultivación del Tao
llamada: "mente ordinaria", la cual es la mejor manera de alcanzar los objetivos de acuerdo
al Tao.
Hay tres claves para hacerlo:
1.-Sencillez.
La primera clave es conservar la simplicidad.
El Maestro pidió al discípulo tomar el mismo camino que el conocía y mirar a su alrededor en
cualquier dirección, como normalmente lo hacía.
Para nosotros, esto significa, mantener todo lo relacionado al objetivo en un nivel de tal
manera que nos resulte familiar y cómodo. Lo contrario sería hacer cambios innecesarios,
estos haría todo más complicado, aumentando así la posibilidad de que sea difícil continuar y de
lograr el objetivo.
El discípulo efectuó su segundo viaje de regreso al templo como si no fuera algo
importante o especial, solo como uno más de tantos viajes.
Nosotros podemos hacer exactamente lo mismo con nuestras tareas especiales. Lo
excelente de la mente ordinaria consiste en efectuar nuestros trabajos sin drama, ni
escándalo, sin maniobras arriesgadas ni complejas, solamente utilizando nuestra
brillantez ordinaria.
Los éxitos logrados apresuradamente o de último momento, así como los golpes súbitos de
un trabajo magistral funcionan bien en las películas, pero en la vida real se trata de optar
por lo que sabes que pone de manifiesto tú excelencia por naturaleza.

4. 2.-Conciencia.
La segunda clave es estar alerta de la situación en su totalidad.
El Maestro pidió al discípulo que cuidara de no estar demasiado pendiente sobre el
recipiente, estableciendo y manteniendo un estado de alerta sobre toda la situación en
general, lo cual requiere renunciar a enfocar la atención en un solo punto o una sola cosa; en
vez de eso le pidió ampliar los sentidos en todas direcciones.
Esto no es nada parecido a un estado de trance, significa estar relajado pero alerta, de tal
manera que nada escape a la atención.
No es falta de atención o descuido, significa concentración sin sacrificar la percepción del
entorno y de esta manera permanecer atento a posibles obstáculos para encontrar la
manera más fácil de navegar esquivándolos.
3.- Confianza.
La tercera clave es la más crucial de todas, se refiere a la confianza en uno mismo.
El discípulo no la tenla inicialmente. El sintió que debía ser súper cuidadoso, así también que
debía esforzarse para no cometer ningún error. Esto solo le produjo estrés, lo volvió
aprehensivo y finalmente menos efectivo. La autovigilancia del discípulo no era necesaria;
el conocía el camino de regreso muy bien.
De manera similar conocemos el mejor camino para conseguir nuestros objetivos.
Somos poseedores de una inteligencia innata, la cual posee todos los recursos
necesarios para el logro de nuestros propósitos. Solamente debemos tener la confianza
en ello, así que deberemos frenar las dudas que nos surjan acerca de nosotros mismos y
continuar con las tareas a nuestra manera.
Cosas maravillosas pasan cuando aprendemos a usar el pensamiento ordinario con habilidad
y consistencia.
El discípulo siempre fue capaz de entregar más aceite en menos tiempo y con menos
esfuerzo.
Lo mismo sucede cuando actuamos de acuerdo a el Tao. Puedes incrementar tu desempeño
dejando de prestar demasiada atención y demasiado esfuerzo adoptando una actitud de hacer
menos esfuerzo manteniendo un estado de relajación.
El maestro le dijo at discípulo como, descubriendo las diferencias encontraría el secreto de vivir
en el Tao.
En este contexto el aceite no es una necesidad vital. Es el bienestar y la felicidad lo que
debemos maximizar.
Si seguimos las instrucciones del Maestro, al final llegaremos con más aceite, en lugar de
irlo derramando a lo largo de nuestro camino.
Entonces, el secreto es:

5. “Cuando vivimos en el Tao, es una mente ordinaria la que produce resultados
extraordinarios.”