1. Alelopatía Generalidades
Los organismos vegetales están expuestos a factores tanto bióticos como abióticos, con los
que han evolucionado. Esto provocó el desarrollo en los vegetales de numerosas rutas de
biosíntesis a través de las cuales sintetizan y acumulan en sus órganos una gran variedad
de metabolitos secundarios. Se sabe que estos metabolitos desempeñan un papel vital en
las interacciones entre organismos en los ecosistemas. Entre estos encontramos
compuestos producidos por plantas que provocan diversos efectos sobre otros
organismos. A estas sustancias se les conoce como aleloquímicos y el fenómeno se designa
aleloquimia, o alelopatía cuando se establece entre individuos vegetales.
En las comunidades bióticas, muchas especies se regulan unas a otras por medio de la
producción y liberación de repelentes, atrayentes, estimulantes e inhibidores químicos. La
alelopatía se ocupa de las interacciones químicas planta - planta y planta - organismo, ya
sean estas perjudiciales o benéficas.
La alelopatía es pues, el fenómeno que implica la inhibición directa de una especie por otra
ya sea vegetal o animal, usando sustancias tóxicas o disuasivas. La agricultura biológica
hace buen uso de todo esto para proteger los cultivos del ataque de algunos insectos-
plagas mediante la intercalación de plantas aromáticas dentro del cultivo. Por ejemplo al
intercalar ruda en los cultivos de papa.
Algunas plantas segregan unas sustancias tóxicas que no permiten ser cultivadas en
asociación, un ejemplo de éstas es el ajenjo cuyas raíces son tóxicas; sin embargo estas
mismas sustancias controlan pulgas y babosas cuando se utilizan en forma de té; también
alejan los escarabajos y gorgojos de los granos almacenados. El hinojo, el eneldo y el anís
rechazan insectos del suelo.
El efecto alelopático de una planta sobre otro organismo no es total para bien o para mal,
sino que está regido por manifestaciones de mayor o menor grado según sean las
características de los organismos involucrados. Sin embargo, el potencial de productos
naturales que pueden ser usados por sus propiedades biológicas particulares como
herbicidas, plaguicidas, antibióticos, inhibidores o estimulantes de crecimiento, etc., es
prácticamente inagotable.
Estos productos naturales tiene múltiples efectos como se señaló en la definición, efectos
que van desde la inhibición o estimulación de los procesos de crecimiento de las plantas
vecinas, hasta la inhibición de la germinación de semillas, o bien evitan la acción de
insectos y animales comedores de hojas, así como los efectos dañinos de bacterias, hongos
y virus. Así, los productos naturales conforman una parte muy importante de los sistemas
de defensa de las plantas con la ventaja de ser biodegradables.
Numerosas investigaciones científicas han demostrado que los productos cultivados con el
sistema orgánico, tienen más materia seca y por lo tanto más valor nutritivo por kilogramo
de peso. Por ejemplo, una coliflor pequeña tiene menos agua y posee mayor valor
nutritivo y mayor capacidad de conservación que una grande de cultivación química que
contiene más agua.
2. Tipos de control Alelopático
El control orgánico con plantas se ha utilizado desde hace mucho tiempo y su
funcionamiento se basa en repeler y atraer insectos, gusanos y agentes vectores de
enfermedades. Las plantas que se usan para estos fines son las hortalizas, las hierbas
aromáticas, plantas medicinales y las mal llamadas “malezas”.
Asociación de cultivos por principios alelopáticos Los tipos de control que frecuentemente
se usan en alelopatía, se hacen con plantas acompañantes, con plantas repelentes o con
cultivos trampa.
Plantas Acompañantes
El término Plantas Acompañantes se refiere al uso de plantas por medio de las cuales los
cultivos se encuentran en combinación exitosa con otras plantas, para proporcionarles un
beneficio mutuo, incluyendo el hecho de proporcionar una esencia aromática a la
atmósfera cuando están sembradas entre los vegetales y en menor proporción cuando
están en los bordes o al final de los surcos.
Por ejemplo, la ortiga (Urtica urens L.) sembrada cerca de cualquier planta aromática le
aumenta la pungencia y el aroma; específicamente, al lado de la yerbabuena le incrementa
el doble la cantidad de aceite esencial; la achilea, milenrama o colchón de pobre (Achilea
millefolium) también incrementa la calidad aromática de todas las hierbas que crecen junto
a ellas.
Plantas Repelentes
Las Plantas repelentes son plantas de aroma fuerte para mantener alejados los insectos de
los cultivos. Este tipo de plantas protegen los cultivos hasta 10 metros de distancia,
algunas repelen un insecto específico y otras varias plagas.
Generalmente, las plantas repelentes se siembran bordeando los extremos de cada surco
del cultivo o alrededor del cultivo para ejercer una barrera protectora. Desde tiempos
remotos gran variedad de hierbas aromáticas se han plantado en los bordes o en pequeñas
áreas de los cultivos de vegetales, conociéndose los beneficios que brindan a la mayoría de
las plantas.
La única excepción a la regla es el hinojo (Foeniculum vulgare), el cual genera efectos
adversos en muchas plantas. Todas las plantas aromáticas ejercen una influencia sobre sus
plantas vecinas. Es importante notar que en su mayoría, las plantas acompañantes además
de crear un beneficio mutuo, también ejercen una acción repelente.
Plantas Trampa
El último tipo de control alelopático es el empleo de cultivos trampa, en donde algunos
agricultores acostumbran usar plantas que son altamente atractivas para los insectos y los
3. desvían de los cultivos principales hacia ella. Estas plantas pueden ser sembradas
alrededor de los surcos o entre ellos de modo que las plagas que allí se junten puedan ser
atrapadas y eliminadas fácilmente. Los cultivos trampa pueden servir como lugares de
reproducción para parásitos y depredadores de las plagas.
Ingredientes activos de algunas plantas usadas como alelopática
Cebolla: Su consumo en crudo le proporciona propiedades estimulantes y excitantes,
cualidades que se pierden al cocinarse ganando en digestibilidad. Posee también
propiedades tónicas, digestivas, diuréticas (por su composición en fructosanos),
reconstituyentes y antibióticas. Es un alimento con bajo valor energético y elevado en sales
minerales.
Entre los principales activos que contiene la cebolla destaca un 0.015% de aceite esencial
incoloro, muy rico en compuestos sulfurados como la cicloaliína y la propiláliína. El jugo
fresco de cebolla contiene ácido sulfociánico y sulfocianato e isosulfocianato de alilo.
Además tiene ácido tiosulfínico, cuya fermentación produce una sustancia con efectos
bacteriostáticos. Entre los componentes volátiles destaca el ácido tiopropiónico y el 2-
propanotial-sóxido, sustancias responsables del lagrimeo que produce la cebolla al
cortarla. Además se han encontrado otras sustancias sulfuradas, entre las que destacan
algunos derivados polifenólicos, glucósidos, flavónicos (sobre todo quercitina) y
fitohormonas con efecto gonadotrópico.
A pesar de la importancia para la vida, el suelo no ha recibido de la sociedad la atención
que merece. Su degradación es una seria amenaza para el futuro de la humanidad. Por lo
tanto, los científicos se enfrentan al triple desafío de intensificar, preservar e incrementar la
calidad de la tierra. Para ello, es necesario contar con una sólida concepción de la calidad y
con indicadores de calidad o salud de la tierra y de manejo sostenible de la misma, tal
como se cuenta para dar seguimiento a variables sociales y económicas.
El desarrollo de indicadores de calidad del suelo debería basarse en el uso de este recurso
y en la relación entre los indicadores y la función del suelo que se esté evaluando. Deben
considerarse propiedades edáficas que cambien en un periodo de tiempo relativamente
corto.
¿Qué es la calidad del suelo?
La calidad y la salud del suelo son conceptos equivalentes, no siempre considerados
sinónimos (Doran y Parkin, 1994). La calidad debe interpretarse como la utilidad del suelo
para un propósito específico en una escala amplia de tiempo (Carter et al., 1997). El estado
de las propiedades dinámicas del suelo como contenido de materia orgánica, diversidad
de organismos, o productos microbianos en un tiempo particular constituyen la salud del
suelo (Romig et al., 1995).
La preocupación por la calidad del suelo no es nueva (Lowdermilk, 1953; Doran et al.,
1996; Karlen et al., 1997; Singer y Ewing, 2000). En el pasado, este concepto fue equiparado
con el de productividad agrícola por la poca diferenciación que se hacía entre tierras y
4. suelo. Tierras de buena calidad eran aquéllas que permitían maximizar la producción y
minimizar la erosión. Para clasificarlas se generaron sistemas basados en esas ideas (Doran
y Parkin, 1994). Esos incluían términos como tierras agrícolas de primera calidad. El
concepto de calidad del suelo ha estado asociado con el de sostenibilidad, pero éste último
tiene varias acepciones. Para Budd (1992), es el número de individuos que se pueden
mantener en un área dada. En cambio, para Buol (1995), el uso del suelo se debe de basar
en la capacidad de éste para proporcionar elementos esenciales, pues éstos son finitos y
limitan, por ende, la productividad. A pesar de su importancia, la ciencia del suelo no ha
avanzado lo suficiente para definir claramente lo que se entiende por calidad.
El término calidad del suelo se empezó a acotar al reconocer las funciones del suelo: (1)
promover la productividad del sistema sin perder sus propiedades físicas, químicas y
biológicas (productividad biológica sostenible); (2) atenuar contaminantes ambientales y
patógenos (calidad ambiental); y (3) favorecer la salud de plantas, animales y humanos
(Doran y Parkin, 1994; Karlen et al., 1997)
Principales componentes de la calidad de suelo (Doran y Parkin, 1994): calidad ambiental,
productividad biológica y salud de plantas, animales y humanos.