Las personas llegan a nuestras vidas por una razón, ya sea para enseñarnos una lección, descubrir quiénes somos o mostrarnos lo que podemos lograr. Tanto los momentos buenos como los malos nos ayudan a crecer y convertirnos en la persona que somos. Debemos aprender de todas nuestras experiencias, incluso las dolorosas o injustas, porque sin enfrentar esos desafíos nunca alcanzaremos nuestro potencial completo.