Alonso Carrió de la Vandera fue un alto funcionario y escritor español del siglo XVIII que pasó la mayor parte de su vida en el Virreinato del Perú. Su obra más destacada fue Lazarillo de ciegos caminantes, publicada en 1776, en la que narra de manera entretenida y llena de detalles costumbristas su largo viaje en carreta desde Buenos Aires hasta Lima, aportando valiosa información geográfica, cultural e histórica de la región. Aunque originalmente se le atribuyó la autoría,
1. ALONSO CARRIÓ DE LA VANDERA
ALONSO CARRIÓ DE LA VANDERA (Gijón, 1715- Lima, 1783), también conocido como La
Vandera, fue un alto funcionario, escritor, comerciante, viajero y cronista de indias español,
que pasó la mayor parte de su vida en el Virreinato de Perú, donde fue durante varios años
administrador del Correo Real. Concolorcorvo es el seudónimo que utilizó como autor del
Lazarillo de Ciegos Caminantes haciendo parecer que el autor era su propio amanuense,
Calixto Bustamante Carlos Inca.1
No se tienen precisiones de su llegada a las Indias, aunque es probable que estuviera en la
Nueva España hacia el año 1735, viajando luego al Río de la Plata y al Perú donde combatió a
las incursiones inglesas. En 1767 acompañó a los jesuitas cuando estos fueron expulsados de
los dominios españoles; sin embargo, en 1771 recibió el cargo de Visitador de Correos en el
extenso tramo que media entre las ciudades de Lima y Buenos Aires. La principal obra de
Concolorcorvofue el librotituladoLazarillode ciegoscaminantes(títulocompleto: Lazarillo de
ciegosy caminantesdesde BuenosAireshastaLima),inspiradoenlaprosasatírica de Quevedo
y Torres Villaroel.1 En dicha obra, el relator (en primera persona) es un viajero que narra en
mododocumental el prolongadoylentoviaje en carreta, previa etapa en Montevideo, desde
la ciudad de Buenos Aires hacia el Alto Perú pasando por Córdoba, Santiago del Estero, San
Miguel de Tucumán, Salta, Jujuy, Tarija. La narración documental pierde su continuidad (o el
texto prosiguiente está perdido) al entrar en el Alto Perú.
El textoresultavaliosodadoque aportainformacióncultural,geográfica,históricayeconómica
de un extensoterritorio —conel típicoyamenocarácter de laliteraturade viajes—,señalando
observacionesque siempre resultan (por el estilo) novedosas, sobre aspectos relevantes del
territorio recorrido en su época; por ejemplo señala la relativa pobreza arquitectónica de la
ciudadde BuenosAires,laopulenciaalcanzadaporciertos sectores de la sociedad cordobesa,
la función de milicianos de frontera que cumplían las tropas reunidas por el cabildo de
Santiago del Estero, lo propició para la agricultura de la zona de San Miguel del Tucumán, la
belleza de las mujeres de Salta las cuales, empero, solían padecer de coto (esto por el agua
carente de yodo que bebían), o la presencia de gauderios en las zonas de Jujuy y Tarija, los
cuales en opinión de Concolorcorvo eran «soeces» y demasiado liberales, hecho que hacían
notar con muchaefusividadensuscancionesimprovisadas(payadas) cantadas de igual a igual
por hombres y mujeres.
Modernamente se ha considerado que el libro en cuestión, que se indica como editado en
Gijón durante el año 1773 pero del cual se conoce primera edición impresa en Lima durante
1776 no fue obra de Alonso Carrió de la Vandera sino de su secretario aborigen peruano
Calixto Bustamante, aunque la crítica considera que Bustamante era el lazarillo o guía de La
Vandera. En todo caso corresponde tener en cuenta ciertas notas estilísticas (que ya se
trasuntan en el título, que evoca el Lazarillo de Tormes) semejantes a la literatura picaresca.
Otra obra firmada por Concolorcorvo es la llamada Reforma del Perú (1783), texto con
consideraciones políticas que señalan la escisión del Virreinato del Perú ante la pronta
creación del Virreinato del Río de la Plata.
2. «LAZARILLO DE CIEGOS CAMINANTES»
Realce fundamental de la obra es la manera de contar espejada en la muy personal
prosa de Alonso Carrió de la Vandera. Lo que destaca al Lazarillo de ciegos
caminantesen medio de una producción olvidada o, simplemente, muerta, es el
gracejo con que está escrito, los comentarios graves o burlones, las descripciones
costumbristas, la agudeza con que subraya las mil peripecias del viaje.
Como digo, un medio directo de valorar al Lazarilloconsiste en com- parar esta obra
con otros relatos de viajes escritos en aquellos siglos.
Lo más corriente suele ser la visión ingenua con que las cosas de América se reflejan,
aunque, a veces, surja de allí cierto encanto y novedad. O, con más frecuencia en el
siglo de Carrió, la visión racional, enumerativa, del conocedor y del sabio, que describe
esta naturaleza (en tantos aspectos, sorprendente) con la frialdad de un inventario. Y
que, no negamos, si muchas veces hacen aportes de significación, son obras que viven
más en estrechos anales de la ciencia que en un mundo de amplias proyecciones
humanas.
Lo que distingue al libro de Carrió (y no me cansaré de repetirlo) es que reúne valores
literarios y valores científicos. Este último sector no podemos separarlo del especial
sentido que tienen precisamente los conceptos de «ciencia» y «científico» en el siglo
XV m. Con todo, resulta in- negable este perfil del Lazarillo, tal como por otra parte lo
reconocen obras de nuestra época. Quiero decir, estudios o trabajos eruditos escritos
en nuestro siglo que recurren al Lazarillo como un importante almacén de datos. Esto
nos permite afirmar que, en lo que se refiere al sur del continente, ninguna otra obra
de su tipo ha sido utilizada como la obra de Carrió, en relación al siglo xvm1.
Admito que el valor «científico» no es exclusividad del Lazarillo de ciegos caminantes.
Lo que sí es exclusividad (prácticamente, sin ningún rival cercano) es la amenidad de su
narración, de sus comentarios, de las anécdotas o diálogos que agrega.