Un hermano en Cristo debe tratar a los demás hermanos con humildad, respeto, paciencia y amor, entendiendo que todos son igualmente importantes en el cuerpo de Cristo. Antes de hablar o actuar, debe analizar si lo que va a hacer traerá contienda o división, o si es necesario corregir un error bíblico. El amor fraterno es la señal de que se es discípulo de Cristo.