2. Quisiera que otras personas pudieran experimentar
como yo el gran afecto de amigos y conocidos,
P
orque es penoso que algunos piensen que no pueden encontrar en
los otros nada más que maldad o bajos intereses. No puedo estar de
acuerdo con estos pensamientos ya que a lo largo de mi vida he
tenido la gran suerte de encontrar amigos y personas que me han ayudado de
forma desinteresada en mis proyectos, buscando conmigo la verdad o estando
a mi lado en muchos momentos, compartiendo mis sentimientos, gozos y
dolores. No soy ingenua, se que la maldad existe, y naturalmente asumo la
ironía de Voltaire cuando dice por boca de Cándido que “Este es el mejor de
los mundos posibles” o la sátira de la expresión andaluza al afirmar que “Tor
mundo é güeno”, pero apuesto por buscar con especial cuidado la bondad que
me consta y no cejo en el empeño hasta que doy con ella.
Una persona muy buena ha sido mi amiga Lucía, siempre dispuesta a
escucharme, aconsejarme, rezar por mí, y apoyarme. No puedo describir con
intensidad su disponibilidad a todas las horas, su inteligencia, su cariño.
Muchas veces la he llamado a horas intempestivas y ella siempre ha
respondido “Claro, corazón que estoy disponible, gracias por confiar en mí...”
¡Así de buena!
Como recuerdo de un amigo muy querido1 y de su buen hacer ha
quedado en mí el deseo de acompañar a otros a lo largo de su vida. Así
entiendo lo que ahora conocemos como “mentoring” y por ello no estoy de
acuerdo con las limitaciones de tiempo en la relación de ayuda: si una persona
desea hablar o necesita apoyo, pienso que hay que hacerlo siempre que se
pueda. El límite creo que está sólo en las necesidades propias o en la
necesidad de otros, pero siempre con generosidad y cercanía.
Significativa para mí y diferente ha sido mi amistad con Ana. Cuando
cambié de trabajo hacia 1986, la tuve como directora y desde entonces admiro
su inteligencia, buenos modales, amabilidad y un largo etc, que seguro no
2
3. podría completar con justicia. Recuerdo que en los primeros días de trabajo le
pregunté donde había estudiado pues me pareció que había recibido una
educación excelente y me respondió que fue en las Hijas de la Caridad, lo que
me alegró porque a ellas también debo yo mi iniciación en la fe cristiana que
hoy por hoy es el don que mas aprecio.
Pienso que aquellos días eran felices para ella... sus trabajos de
investigación, para mí muy novedosos y en los que yo participaba con ilusión,
los minutos de amistad como el día que estábamos en el bar cercano al trabajo
donde ella esperaba con ilusión a su entonces novio. Recuerdo perfectamente
cuándo se casó con él y el nacimiento de cada una de sus hijas... En el primer
parto, su habitación de la clínica El Ángel estaba llena al completo de ramos de
flores de tantos y tantos compañeros que la admirábamos y en el segundo
parto recuerdo perfectamente cómo vi en su casa a su nueva y preciosa niña.
Su dedicación a sus hijas ha sido tal que su amiga Sol y yo un día
comentábamos: “Está hecha una madraza, no podemos contar con ella para
ningún actividad de ocio”. Así, los que la conocemos sabemos bien que ha
hecho con sus hijas todo lo posible, lo imposible y el mayor esfuerzo para estas
recibiesen la mejor educación que se pudiera tener.
Cuando Ana se marchó yo iba a veces a visitarla pues tenía especial
interés en continuar aprendiendo de ella. Entonces me animó a seguir
estudiando y a solicitar una plaza de profesora asociada, lo que agradezco
especialmente por la confianza que depositó en mí.
No tengo palabras para agradecer cómo dirigió mi tesis doctoral. Yo
nunca habría llegado a hacerla de no encontrar una directora con sus
cualidades. Su disponibilidad, dedicación y bien hacer facilitó con gran
exactitud mi trabajo. Después, cuando yo ya actuaba como profesora en la
Universidad ella disponía de menos tiempo pues su marido había fallecido,
pero tuvo el acierto de pedir a otra profesora que me ayudase a adaptarme al
trabajo ya que el ser profesora novel puede resultar a veces un quehacer muy
estresante.
He conocido toda su trayectoria profesional, desde que ingresó en la
Universidad, su Tesis Doctoral, su paso por el Decanato, sus cargos y
aceptación de cargas, su dedicación exclusiva al trabajo y a sus hijas. Siempre
con amabilidad... puedo decir que nunca la he visto enfadada o perdiendo los
3
4. papeles, continuamente acertada en su hacer, compartiendo generosamente
su trabajo y facilitando todo lo que le pedían compañeros o alumnos.
Incluso en los momentos personales de desgracias como muertes, robos
y otros incidentes desagradables que últimamente ha sufrido y en su actividad
intensa en la Universidad siempre ha mostrado el equilibrio y la fortaleza que
para mi yo quisiera.
Hace unos días tuve de nuevo la suerte de admirar su capacidad de
organización, su facilidad para delegar en otros y hacerlos capaces de
participar facilitando la creatividad de todos ellos. En otros momentos he visto
su habilidad para no entrar en juegos de rencillas o zancadillas, actuando con
serenidad, asertividad y acierto.
Quiero contar unas anécdotas que me parecen significativas. Estábamos
una tarde en una pequeña fiesta que Ana había organizado en su casa,
entonces comenté a mi compañera que había venido mucha gente de la
Universidad y mi colega contesto: “Es que Ana tiene mucho poder de
convocatoria”... y era verdad... Siempre que veíamos su coche en el
aparcamiento decíamos con entusiasmo: “Hoy Ana está por aquí”.
Podría añadir otras muchas cualidades y hechos pues he seguido su
trayectoria familiar y profesional durante 25 años, pero quiero destacar
especialmente su honradez, su generosidad, su inteligencia y su prudencia
considerando que todo ello me parece digno de admiración y respeto.
Mi querida amiga Marisa estuvo conmigo un año ayudándome como
voluntaria, compartiendo conmigo gratis muchas dificultades, siempre con una
sonrisa amable a pesar de que la vida nos depara sufrimientos y dificultades a
todos. Fue un curso en el que me sentí especialmente no deseada en los sitios
donde trabajaba, pero contaba con su confortable apoyo. También aprecio la
bondad de su Rafa, especialista en audición y lenguaje, que generosamente
dio parte de mis clases en la Universidad en el tema que el dominaba mejor
que yo. Solo por amistad pura y dura.
Pero mis amigas no han sido siempre piadosas o intelectuales, yo diría
que también las he tenido divertidas, que cuentan chistes poco tolerados o me
hablan de sus maridos corruptos, pero lo dejaré para otro momento porque ese
relato desentonaría en este escrito.
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5. Últimamente MariLuz y Anabel, que me acompañaron en muchos
momentos y que lo están haciendo ahora. Como he adelgazo ha sido necesario
achicar mis faldas, una tarea no fácil y que R. lo ha hecho con siete de mis
faldas y dos blusas. ¡A cambio de nada! ¡Sólo su amistad cristiana!
En cuanto a ¿Que tal amiga soy yo? quiero añadir algo referido a mis
normas de amistad y de “estar en la vida” es decir de mis relaciones usuales
con amigos, conocidos y/o vecinos. Hace tiempo que una persona (vip) nos
aconsejaba en una charla: “Sed cuidadosos en el trato con otros, decid buenos
días, buenas tardes... preguntad por la salud, interesaos por la gente, dad las
gracias... “Me parece que son buenas normas cristianas y de convivencia.
Siempre intento cumplirlas... También son buenas normas en psicología, y
como tales las hemos enseñado a los niños: “mantener contacto ocular...,
permanecer atento al que habla...”
Todos estas maneras que yo practico con más o menos exactitud me
molesta cuando no las encuentro en otros, aunque entiendo que no todo el
mundo tiene que ser como yo, y que no tengo que esperar que el otro me
devuelva lo que yo le doy y en el mismo tono, porque a fin de cuenta “cada uno
es cada uno y tiene sus cadaunadas y/o sus momentos”.
Pero en orden a protegerme del desamor o de lo que los ingleses llaman
“unfriendly” he tomado unas cuantas decisiones: “Si alguien no responde al
correo “personal” que le envío, no le vuelvo a enviar otro”, “Si alguien no me
llama por teléfono no le vuelvo a llamar”, “Si alguien no me ofrece conversación
no vuelvo a ofrecérsela...” No me refiero al despiste que se pueda tener o al
hecho ocasional, tampoco a la persona que no tiene tiempo o está desbordada
por su trabajo, pero sí a la que a la que tiene tiempo para todo excepto para mi,
a la indiferencia que se capta y a las señales de acción u omisión que envía el
que no desea el contacto. Naturalmente las normas de cortesía las mantengo
incluso con el que las olvida y con el que no las tiene.
1
He omitido datos de algunos amigos que son o han sido muy significativos para mí y he cambiado los
nombres de casi todos ellos.
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