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ANNA CHRISTIE
DRAMA EN CUATRO ACTOS
(1920}
l ' ,... j
NOTA PREVIA
LA protagonista de este her111m,·v drama se salva
con el contacto del mar, telón de fondo y coro
Jrágico de La obra. Esta idea panleÍ.ta, la del ser
humano que recupera su plenitud y armonía con el
contacto purificador de Las grandes fuerzas de La Na-
turaleza, ronda todo el teatro de O'Neill: aquí, es el
mar; en Deseo bajo los olmos, la tierra; en Lázaro
reía, la muerte, y en El emperador Jones, el terror
cósmico.
Amor extraño, puro y lírico el de esta mujerzuela
que sabe liberarse de los escombros de su pasado.
Esta capacidad de los personajes de O'Neill de ven-
cer las limitaciones de su carne es un hilo fluyente
de poesía.que se escurre entre las grietas de la rea-
lidad. Lo mismo sucede con el Jim Harris de Todos
los hijos de Dios tienen alas. O'Neill le tiende su mano
piadosa a la muchacña derrotada y sin ánimo de vi-
vir. Su Anna es el símbolo de la posibilidad de mi-
lagro que hay en todos los vencidos, de que la vida
sigue su curso y existe siempre un mañana.
El desenlace, relativamente optimista, es lógico y
h11mano y dista de ser un happy cnd. Mat vuelve a
A1111a porque necesita creer. Tanto él como ella son
e/os 1uí11fragos y les hace falta una certeza para se-
g11ir ,•iviendo. Es la misma esperanza q11e canta en
el final de llusión, la misma palabra de fe que brota
de los labios exangües de Robert Mayo. !'ero el final
de Anna Christie s6lo es feliz en apariencia. La tra-
gedia reaparecerá apenas asome su descolorido ro.<,tro,
en la paz hogareña, el pasado de Anna.
L. M.
1
P E RSONAJ ES
J OHNNY l,L CURA.
Dos ESTIBADORES.
U N CARTERO.
L ARRY, dependiente de la taberna.
Cli RIS C HRISTOPHERSON, capitán del
lancl,ó11 •Si¡neon Wintl,rop».
MARTHY 0WEN.
ANNA CHRISTOPHERSON, hija de ÜIRIS.
TRES TRIPULANTES de un vapor.
;.fAT B URKE, fogo11ero.
JOHNSON, marinero del lanchón.
ESCENAR I OS
A<..TO J : La taberna de Jhonny el Cura, cerca del puerto.
en Nueva York.
Acro lI: El lanchón 1Simeon Winthrop», anclado en el
puerto de Provincetown, Massachusetts. Diez días después.
Acro 111 : La cabina del lanchón, atracado al muelle de
Boston. Una semana después.
Acro JV : El mismo. Dos días después.
ACTO PRIMERO
La taberna de Jolm11y el Cura, cerca c/1• S'o11tl, StH't't, en V11ern
York. El escenario está dividido e11 dos partes, moHrando 1111 pe-
que,io resen•ado a la dereclia. En el primer término izquierda del
despacho de bebida:.· 1111 venlllnal que da a la calle. Más allá, la
entrada pri11cipal: una doble puerta de rnivén, a la que sigue otra
ventana más. El mostrador se extiende de izquierda a derecha, a
lo largo de casi toda la pared del foro. Detrás del mostrador hay
una peque,ia estantería con unas cuantas botellas de licores, evi-
dentemente poco solicitadas. El resto del espacio del foro, delante
de los grandes espejos, lo ocupan medios barriles de «whisky» ba-
rato del tipo de los de •a perra el trago», de los cuales se saca
el licor con espitas. A la derecha, hay una puerta abierta que lleva
al reservado. En éste, cuatro mesas de madera, redondas, con cinco
sillas alrededor de cada una. En el foro, 11110 puerta particular que
da a una callejuela.
Ultimas !,oras de la tarde de wz día de oto,io.
AL Levantarse el telón, aparece J OIINNY. JOHNNY EL CURA merece
su a¡;odo. Con su rostro pálido, enjuto, pulcramente afeitado, sus
plácidos ojos azules y su cabello blanco, le iría mejor una sotana
que el mandil que llern puesto. l';: su 1·oz ni 1us modales disipan
esta ilusión, que Lo ha convertido en u11 personaje en el puerto.
Aquélla y éstos son suaves y apacibles. Pno debajo de toda esta
mansedumbre se 11di1•i11a al hombre oculto detrás de la máscara:
cínico, insensible, duro. J OHNNY está repanti11gado a sus ancl,as de·
trós del mostrador ; sobre la nariz Le cabalgan 1111 par de anteojos,
y lee 1111 periódico de la noche.
E111ra11 de la calle dos ESTIBADORES, con sus mandiles de trabajo.
Sus gorras. ladeadas sobre ./a cabeza en agresivo ángulo, ostentan
la insignia del sindicato.
432 EUGENL O'NE/LL.-TEATRO ESCOGIDO
ESTIBADOR l.º
(Cuando ambos se instalan junto al mostrador.) Dame
un <<whisky». Del número dos. (Arroja una moneda sobre
el mostrador.)
ESTIBADOR 2.º
Lo mismo a mí. (JOHNNY pone dos vasos de «whisky,
de barril ante ellos.)
ESTIBADOR l.º
j Salud! (Su compañero corresponde. Ambos apuran el
vaso.)
cSIIDADOR !.º
(Echando más dinero sobre el mostrador.) Otros dos.
ESTIBADOR l.0
Ahora, ponme uno grande de cerveza; rubia y negra.
mitad y mitad. Estoy seco.
ESTIBADOR 2.0
Lo mismo digo. (JOHNNY arrima dos vasos grandes y los
pone rebosando espuma ante los clientes. Ambos beben la
mitad de su contenido y empiezan a conversar presurosa-
mente. en voz baja. Se abre de par en par la puerta de la
izquierda y entra LARRY. Es un joven de aspecto aniñado,
rubicundo, bastante ~"apo, de unos veinte años.)
LARRY
(Saludando con w, gesto a JOHNNY, cordialmente.) Bue-
nas, patrón.
ANNA CI-IRISTIE 433
JOIINNV
Buenas, Larry. (Co11s11/ta11do .m reloj.) Llegas a tiempo.
(LARRY va a la derecha, detrth- del mostrador, se quita la
chaquetCI y se pone tm delantal.)
ESTIDADOR 1.0
(Con tono bmsco.) Acaba y vámonos. (Concluyen de
beber y salen por la izquierda. EL CARTERO entra en el pre-
ciso momento en que ambos hacen mutis. Saluda con un
gesto a JOHNNY y arroja una carta sobre el mostrador.)
EL CARTERO
En la dirección dice que se te debe entregar a ti, Johnny,
para que se la hagas llegar al destinatario. ¿Lo conoces?
JOHNNY
(Toma la carta y se cala los anteojos. LARRY se acerca
y atisba por encima de sus hombros. JOIINNY lee, muy len-
tamente.) Christophcr Christopherson.
EL CARTERO
(Servicial.) Un nombre estúpido.
LARRY
Se trata del viejo Chris.
EL CARTERO
¡Ah! ... Es cierto. Olvidaba que Chris tiene un nom-
bre tan ridículo como ése. Aunque, ahora lo recuerdo, ya
han llegado aquí cartas para él en otras ocasiones. Pero
hace mucho tiempo. ¿De modo que recibirá la carta?
434
IJU<it:.NE O'NEILL. TEATRO ESCOGIDO
JOIINNY
Claro. Chris viene aquí siempre que baja a tierra.
EL CARTERO
(Disponiéndose a marcharse.) Conque es marinero...,¿eh?
JOJINNY
(Con una sonrisa burlona.) Es capitán de un lanchón.
De una carbonera.
El CiRTLRO
(Riendo.) j Vaya un trabajo! Bueno, hasta luego.
JOHNNY
Hasta luego. Cuidaré de que Chris la reciba. (EL CAR-
TERO sale. 10HNNY escudriíia la carta.) Tú que tienes buena
vista, Larry: ¿de dónde viene esto?
LARRY
(Después de examinar rápidamente el sobre.) De Saint
Paul. Eso queda en Minnesota, según creo. Por lo demás,
la letra parece de mujer. ¡El viejo bribón !
JOHNNY
Chris tiene una hija en no sé qué lugar del Oeste. Creo
que me lo dijo en cierta oportunidad. (Pone fa carta sobre
la registradora.) Ahora que lo pienso, hace muchísimo tiem.
po que no veo al viejo Chris. (Se pone el abrigo y da la
1·11e/ta al mostrador.) Bueno, me voy a casa. Hasta mañana.
A NNA CHRISTIE 435
IARRY
Buenas noches, patrón. (Hu d preciso 1110,11ento en que
J o HNNY va hacia la puerta de calle•, é.1ta .1c• abre de par en
par y entra CHR!STOPJ JER C11R1STOJ>1J llRSON. Es 1111 hombre
de unos cincuenta a,ios, bajito, reclwnclw, de anchas es·
paldas, de rostro redondo, m bicundo y curtido por los vien·
tos, en el que brillan unos ojos miopes de color azul claro.
chispeantes de sencillo buen humor. Su boca wande, sobre
La cual está caído u11 bigote tupido y amarillo, es pueril-
mente voluntariosa y débil, de terca bondad. Su grueso
cuello está embutido como un pilar en el pesado tronco de
su cuerpo. Sus brazos, con manos grandes, velludas y peco-
sas, y SHS regordetas piernas, rematadas por grandes pies
planos, son desgarbadamente cortos y musculosos. Camina
con andar torpe y balanceándose. Su voz, cuando no se
eleva a un registro tonante y que suena a hueco, desciende
hasta un murmulle misterioso y confidencial, con algo de
vagamente quejumbroso. Viste un traje oscuro de faena que
no le sienta bien, y lleva puesta una ajada gorra gris sobre
la greñuda pelambrera entrecana. En este momento, su
rostro resplandece de bienaventurada felicidad; evidente-
mente ha estado behiendo. Le tiende la mano a JOHNNY.
CHRIS
¡Hola, Johnny ! Echa un trago conmigo. Vamos, Larry.
Danos de beber. Toma tú una copa también. (Llevándose
la mano al bolsillo.) Tengo dinero... Mucho dinero.
JOHNNY
(Estrechando la mano a CHRIS y sacudiéndola.) H ablan-
do del ruín de Roma... Precisamente estábamos refiriéndo-
nos a ti.
LARRY
(Yendo al extremo del mostrador.) Hola, Cbris. ¿Qué
te cuentas? (Se estrechan las manos.)
436
EUGENE O'NEILL.- TEATRO ESCOGIDO
CHRIS
(Satisfecho.) Danos de beber.
JOHNNY
(Con sonrisa zumbona.) Estás un poco borracho. ¿Dón-
de la pescaste?
CHRIS
(Con una mueca de burla.) Con un amigo de otro lan-
chón ..., un irlandés..., que consiguió una boteIJa de «whis-
ky», y nos la bebimos, los dos solos. ¡Aquel «whisky» era
pólvora pura, qué diablos! Acabo de bajar a tierra. Danos
de beber, Larry. Me emborraché un poco, no mucho. Me
siento bien. (Ríe y empieza a cantar con voz trémula, nasaly aguda:)
Josefina mía, sube a bordo.
Hace tiempo que te espero.
La luna brilla. Se parece a ti.
Chin-chin, chin-chin, chin-chin.
(Para acompañar esto último, agita la mano como si di-
rigiera una orquesta.)
JOHNNY
(Riendo.) La misma Josefina de siempre..., ¿ch. Chris?
CHRIS
Tú no sabes apreciar una buena canción cuando la
oyes. Esta me la enseñó un italiano de otro lanchón. Danos
de beber. (Arroja unas monedas sobre el mostrador.)
LARRY
(Con aire profesional.) ¿Qué se sirve, caballeros?
JOHNNY
A mí, cerveza floja, Larry.
ANNA CHRJSTIE
CIIRIS
Whisky... del número dos.
LARRY
437
(Mientras les sirve.) Echaré un cigarro por lu cuenta.
CIIRIS
(AIzando el vaso) ¡Que aproveche ! (Bebe.)
JOHNNY
Lo mismo digo.
CHRIS
(Inmediatamente.) Repite la cerveza.
JOII NNY
No. En otra oportunidad. Ahora tengo que irme a casa.
¿De modo que acabas de bajar a tierra? ¿De dónde vuel-
ves esta vez?
CIIRIS
De Norfolk. Viajamos lentamente..., con un tiempo as-
queroso... ¡Sólo niebla, niebla y niebla... sin cesar! (Un
insistente timbre en la puerta trasera del reservado. Clrn1s
se sobresalta, y dice precipitadamente:) Voy a abrir, Larry.
Me olvidaba. Es Marlhy. Ha venido conmigo. (Se va al
reservado.)
LARRY
(Con una risita.) ¡El viejo tonto, siempre viviendo con
la misma vaca!
438 /;IJ(il~Nli V'Nl::/1.,l. TEATRO ESCOGIDO
JOffNNy
(Con una sonrisa burlona.) Chris es muy divertido. Bue-
no. me iré a casa. Hasta luego. (Va hacia la puerta de lacalle.)
LARRY
Hasta Juego, patrón.
JOHNNY
j Ah r No te olvides de darle esa carta.
LARRY
No lo olvidaré. (JOIINNY sale. En el ínterin, CHRi s ha
abierto la puerta privada y ha hecho entrar a MARTHY. Es
una mujer de cuarenta a cinc11en1a t111os. Su rostro mof/e-
ludo y salpicado de 111a11cltas, de gruesa nariz roja, está
veteado de venas rojas entretejidas. Su cabello, tupido y
canoso, está recogido en 11na grasienta greña en lo alto de '
su redonda cabeza. Su figura es fláccida y gorda; su aliento
brota en sibilantes sonidos entrecortados y habla con voz
sonora y hombruna, subrayada con estallidos de ronca risa.
Pero en sus ojos azules, inyectados en sangre, fulgura toda-
vía una juvenil ansia de 11ivir que no han logrado ahogar
las duras vicisitudes de la existencia, y un sentido del humor
burlón, pero jovial. Está tocada con una gorra masculina
y viste una chaqueta de hombre con doble hilera de boto-
nes y una fa/da de percal llena de manchas Sus pies des-
nudos están metidos en unos zapatones que exceden en
varios números al que les corresponde, por cuya causa ca-
mina tambaleándose y arrastrando los pies.)
MARTHY
(Gruíiona.) ¿Qué te propones, holandés? ¿Tenerme
de plantón ahí todo eJ día? (Se adelanta y se sienta junro
a la mesa del rincón de la derecha. primer término.)
ANNA CHRISTJE 439
CHR!S
(Conciliador.) Perdona, Marthy. Estaba charlando con
Johnny. Se me olvidó. ¿Qué vas a tomar?
MARTIIY
(Calmándose.) Un vaso grande de cervl!za.
CIIRIS
Te lo traeré yo mismo. (Vuelve al mostrador.) Cerveza
para Marthy, Larry. Whisky para mí. (Arroja unas mone-
das sobre el mostrador.)
LARRY
Ahí tienes. (R ecordando, toma la carta que está detrás
del mostrador.) Aquí tienes una carla para ti... de Saint
Paul, Minncsota. Y la escribe una dama. (Sonríe burlona-
11w11t,·.)
CIIRIS
(Con rapidez, tomando la carta.) ¡Ah !... Entonces es
de mi hija Anna. Vive allí. (Le da vueltas a La carta· en sus
manos, con incertidumbre.) Hace tiempo que no recibía
carta de Anna.... un año, me parece.
LARRY
(Festivo.) ¡Menudo cuento de hadas!. .. ¡De tu hija! ...
Apostaría a que es de alguna vagabunda. ·
CHRIS
(Con aire serio.) No. Es de Anna. (Preocupado por la
carta que tiene en la mano, con tono indeciso.) Caramba,
1
440 hUCiENE O'NE/Ll.-TEATRO ESCOGIDO
me parece que estoy demasiado borracho para leer esta
carta ele Anna. Me sentaré un momento. Lleva adentro
lodo fo que he pedido, Larry. (Entra en el reservado.)
MARTHY
(Irritada.) ¿ Y mi cerveza, grandísimo pelma?
CHRIS
(Preocupado.) Larry te la traerá. (Se sienta dándole
frente a ella. LARRY trae las bebidas y las pone sobre la
mesa. El y MARTHY se saludan en silencio, al reconocerse.
LARRY se queda parado, mirando a CHRIS con curiosidad.
MARTIIY bebe un largo trago de su vaso de cerveza y
exhala un enorme suspiro de satis/acción, limpiándose la
boca con el dorso de la mano. C 11R1S cvntempla fijamente
la carta durante unos instantes, la abre con lentitud y mi-
rando a ratos de soslayo, comienza a leerla laboriosamente,
moviéndose sus labios al deletrear las palabras. A medida
que lee, ilumina su rostro una mezcla de júbilo y perple-jidad.)
LARRY
¿Buenas noticias?
MARTHY
(Cuya curiosidad se ha despertado también.) ¿Qué tie-
nes ahí, por amor de Dios? ¿Una carta?
CHRIS
- (Hace una pausa después de haber terminado la lec-
tura, como para digerir lentamente la noticia, y asesta un
repentino puñetazo sobre la mesa con feliz excitación.) ¡AJ
diablo! Anna dice que llegará aquí de un momento a otro...
¿Te das cuenta? Se ha cansado de su trabajo en Saint Paul.
La carta es breve y no explica mucho más. (Radiante.) ¡Ca-
ANNA CHRISTJE 441
ramba, son muchas buenas noticias a un tiempo para un
viejo como yo! (Volviéndose hacia MARTHY, algo avergon-
zado.) Como recordarás, Marlhy, te dije que 110 veo a mi
Anna desde pequeña, desde que estaba en Suecia y tenía
cinco años.
MARTIIY
¿Qué edad podrá tener ahora?
CIIRIS
Debe de tener. .. ; veamos... ¡Debe de tener veinte años,
qué diablos!
LARRY
(Sorprendido.) ¿Hace quince ya que 110 la ves?
CHRIS
(Repentinamente sombrío, en voz baja.) No. Cuando
Anna era muy niña, yo era capitán de un velero. Sólo vol-
vía a casa unas pocas veces al año. Era un estúpido ma-
rino. Mi mujer, la madre de Anna, se cansó de esperarme
eternamente en Suecia. Vino aquí con Anna y fueron a
Minnesota, a vivir con los primos de mi mujer en una
granja. Entonces, ella murió cuando yo estaba de viaje y
creí conveniente que Anna se quedara en casa de aquellos
parientes. Me pareció preferible que viviera en una granja
y no conociese a ese viejo demonio que es el mar ni a un
padre como yo.
LARRY
(Con un guiño a MARTHY.) Seguramente, la muchacha
se casará con un marinero. Lo lleva en la sangre.
CHRIS
(Levantándose bruscamente de un salto y descargando
442 IW<.;J~N J~· O'N J:JLJ,. 'rEATRO ESCOGI DO
un f)lflieJazo sobre la mesa, en un acceso de ira.) ¡No. nt
yos l ¡No ha n't eso!
MARTHY
(Asiendo presurosamente su vaso, dice, con enojo:) ¡Eh.
cuidado, viejo loco! ¿Quieres volcarme encima Ja espuma?
LARRY
(Asombrado.) Bueno, ¿qué bicho te ha picado? ¿No
eres un marinero tú mismo y no lo has sido siempre?
CHRrs
(l entamente.) Por eso lo digo. (Con sonrisa forzada.)
Un marinero no tiene nada de malo, pero no para casarse
con una muchacha. No. Lo ~é. También lo sabía la madre
de Anna.
LARRY
(Mientras CHRJS queda sumido en melancólicas cavila.
ciones.) ¿Para cuándo te anuncia su llegada tu hija? ¿ Ven-
drá pronto?
CHRIS
(De.pabi/ándose.) ¿ Pues no lo he olvidado? (Relee apre-
suradamente la carta.) Dice que llegará de un momento a
otro, eso es todo.
LARRY
Quizá venga aquí a buscarte. (Vuelve a la cantina, sil-
bando. Al quedarse a solas con MARTHY, que le mira fija-
mente con un centelleo de malicioso humor en los ojos.
CI-m1s siente de pronto un gran malestar. Se mueve nervio-
samente y se pone en pie con precipitación.) )
ANNA CHRISTJE 443
CHRIS
Tengo que hablar con Larry. E spérame. (Con ánimo
apaciguador.) ¿Te traigo otra cerveza?
MARTHY
(Apurando su vaso.) Claro. Se ve que me entiendes.
(Mientras él sale con el vaso, ella le si~ue con una risita
burlona.)
CIIRIS
(A LARRY, en voz baja, alarmado.) ¡Caramba, tengo
que alejar a Marthy del lanchón antes que llegue mi hija!
¡Anna organizará un alboroto si lo descubre! ¡Y Marthy
también, si la quiero obligar a marcharse !
LARRY
( ('1111 """ 11.1it11.) Bien merecido lo tienes, viejo bribón.. .,
¡por tener una mujer a tus años !
CIIRIS
(Rascándose la cabeza. con aire de duda.) Dime al-
guna mentira para alejar pronto a Marthy del lanchón.
LARRY
Marthy sabe que tu hija llegará de un momento a otro.
Dile que se vaya al infierno.
CHRIS
No. No quiero tratarla así.
444 l:.U(;/:,N/:. O'NUU,. TEATRO ESCOGIDO
LARRY
; Viejo cobarde! Entonces será mejor que alejes a tu
luja del lanchón. Probablemente, querrá quedarse en tierra,
de todos modos. (Con curiosidad.) ¿Qué oficio tiene tu
Anna?
CHRTS
Hasta hace dos años, trabajó en la granja de sus primos.
Luego. consiguió un empleo de institutriz en Saint Paul.
(Meneando la cabeza, con aire resuelto.) Pero no quiero
que trabaje ahora. Quiero tenerla conmigo.
LARRY
(Desdeñosamente.) ¡En una lancha carbonera ! Creo
que no le gustará.
MARTHY
(Desde el cuarto contiguo.) ¿No me traes ese cubo lleno
de espuma, holandés?
CHRIS
(Sobresaltado, con aprensiva confusión.) Sí. Ya voy,
Marthy.
LARRY
(Trayendo la cerveza, se la pasa a Cnms y dice, riendo:)
¡Bueno, ya estás en la brecha! ¡Más vale que se lo digas
sin ambages !
CHRIS
(Trémulo.) ¡Caramba! (Le lleva su vaso a MARTHY y
se sienta ante la mesa. Ella bebe en silencio. LARRY se acer-
ca silenciosamente al tabique para escuchar, sonriendo de
ANNA CHRISTI E 445
manera burlona y con aire expectante. CHRIS parece dis-
puesto a hablar, vacila y apura con desesperación su ((whis-
1,.y », como si buscara valor en él. Trllla de silvar unos cuan-
tos compases de ((Josefina» , con de.preocupada fanfarro-
nería, pero su silbido se exti11,:11e sin /mio. MARTIIY le mira
fijamente y con sagacidad, adivinando su turbación con un
malicioso fulgor divertido e11 los ojos. C111us carraspea.)
Marthy...
MARTHY
(Agresivamente.) ¿Qué pasa? (Fingiendo un acceso de
ira, mientras sus ojos se deleitan ante la aflicci6n de CHRIS.)
Me gustaría saber qué te traes, holandés. Quieres desemba-
razarte de mí ahora que viene la chica..., ¿eh? ¿Quieres
dejarme varada en la playa? Permíteme que te diga, ho-
landés, que ningún estúpido marino es lo bastante hombre
para conseguirlo. ¡No empieces algo que no puedas ter-
minar!
CHRIS
( /,t1,li1111'ro.) Yo no empiezo nada, Marthy.
MARTIIY
(Le mira furiosamente durante un instante y luego no
logra contener una carcajada.) ¡Ja, ja ! Eres divertidísimo,
tonto... ¡Lo más divertido que hay en el mundo! ¡Ja, ja !
CIIRIS
(Con infanti/ despecho.) No veo ningún motivo para
que te rías.
MARTHY
Mira de soslayo el espejo y lo verás. ¡Ja, ja ! (Domi-
nando su risa, desdeñosamente.) ¡Un estúpido que pretende
engañar a Marthy Owen a estas alturas..., cuando me he
446
l :'U(,'/:;NJ:; O'Nl:.11. l . 'f"hA'f"RO ESCOU//)()
pasudo los últimos veinte años con hombres de los lan-
chones I Me conozco el juego de ida y vuelta, por el de-
rcd10 y por el revés. Crees que yo causaría dificultades.. .•
¡,ch'! ¡ Yo no, por cierto/ Arreglaré mis bártulos y me iré.
re abandono..., ¿está claro? Te digo que estoy harta de
vivir a tu lado y te dejo varado..., ¿entiendes? En otros
lanchones hay muchos que me esperan. Siempre pude salir
airosamente de estos trances. (Palmea en la espalda al asom-
brado C11R1s.) ¡De modo que ánimo, holandés ! Me iré del
lanchón antes que ella llegue. Te librarás de mí para siem-
pre..., y yo de ti... ¡Mejor para los dos! ¡Ja, ja !
CIIRJS
(Con aire grave.) Yo no pienso eso. Fuiste una buenamuchacha, Marthy.
MARTIIY
(Sonriendo burlona111e111e.) ¿ Una buena muchacha? ¡Oh.
déjate de palabrería ! Bueno. tú me has tratado bien. De
modo que estamos en paz. Nadie está enojado con nadie.
Todavía podemos seguir siendo buenos amigos..., ¿verdad ?
(LARRY vuelve al mostrador.)
CHRIS
(Radiante, ahora que ve desaparecer sus preocupacio-nes.) Sí, ya lo creo.
MARTHY
; Así se habla! En toda mi vida, nunca me gustó se-
pararme de un hombre con resentimiento. Pero... ¿por qué
tenías tanto miedo de que te daría un escándalo? Marthy
no es así. (Desdeñosamente.) ¿Crees que me destrozaría el
corazón para liberarte? ¿Que me suicidaría? ;Ja, ja! ¡Va-
ya! Si se me antoja, el mundo está lleno de hombres. (Con
una sonrisa, después de haber apurado su vaso.) ¿Me con-
vidas a tomar otra cerveza? Beberé por la salud de tu hija.
ANNA CHRISTIE 447
CHRIS
(Con vehemencia.) Claro. Voy a buscarla. (Lleva los
dos vasos a la cantina.) Otra ronda.
LARRY
(Sirviendo y poniendo los vasos sobre el mostrador.) No
es tan mala ésa.
CIIRIS
(Jovialmente.) iEs una buena muchacha, te digo! ¡Ca-
ramba, voy a celebrarlo! Dame «whisky» aquí en el mos-
trador también. (Pone dinero y LARRY le sirve.) Puedes
beber, Larry.
LARRY
(Con aire austero.) Sabes que nunca toco la bebida.
CIIRIS
Pues no sabes lo que te pierdes. ¡Salud! (Bebe y em-
pieza a cantar ruidosamente.)
Josefina mía, sube a bordo...
(Toma del mostrador fas bebidas para MARTIIY y para él
y se va con pasos inseguros al reservado, cantando:)
La luna brilla. Se parece a ti.
Chin-chin, chin-cbin, chin-chin.
MARTHY
(Sonriendo y llevándose las manos a los oídos.) ¡Dios
me ampare!
1
448 T:UGEN!i" O'NE!Ll... TEATRO ESCOGIDO
CHRIS
(Sl!ntándose.) Canto bien..., ¿verdad? Bebamos. ¡Sa-
lud! ¡Estoy festejando! (Bebe.) Estoy festejando la vuelta de
Anna. Ya sabes, Manhy, que nunca le escribí que viniera
porque no creía valer lo suficiente para ella. Pero siempre
confié en que algún día Anna querría verme y vendría. ¡Y
eso es lo que sucede ahora, voto al diablo! (Su rostro se
ilumina.) ¿Cómo crees que será, Marthy? ¡Apostaría a
que es buena, fuerte y endemoniadamente guapa! Es el
resultado de la vida en el campo. ¡Y apuesto a que algún
día se casará con un buen muchacho, un granjero de con-
fianza del Este, y tendrá su hogar y sus hijos..., y enton-
ces, yo seré el viejo abuelo, qué diablos ! ¡E iré a visitarla
cada vez que haga escala en un puerto próximo! (En un
arranque de alegría.) iFestejo eso, qué diablos! (Grita.)
¡Tráeme otro «whisky», Larry ! (Asesta un puíietazo sobre
la mesa.)
LARRY
(Viene del mostrador y dice, con irritación.) ¡Eh, más
despacio! ¡No rompas la mesa, viejo chivo!
CHRIS
(A modo de réplica, sonríe estúpidamente y comienza
a cantar.)
Josefina mía, sube a bordo...
MARTHY
(Tocando persuasivamente el brazo de CHRIS.) Estás
borracho hasta las orejas. Ve a comer algo. Eso te serena-
rá. (Al ver que CHRIS mueve obstinadamente la cabeza.)
¡Escucha, viejo chiflado! Tu hija puede aparecer de un
momento a otro. Quieres estar despejado cuando venga...,
¿ no es así?
ANNA CHR/STl/:, 449
CIIRIS
(Borracho, se levanta tambaleándose.) Claro que sí.
LARRY
Eso se llama tener sentido común. Un buen guiso de
vaca te dejará como nuevo. Ve a la vuella.
CIIRIS
Bueno. Vuelvo pronto, Marthy. (Atraviesa la taberna y
sale a La calle.)
LARRY
Se sentirá perfectamente cuando tenga un poco de co-
mida en el cuerpo.
MARTIIY
Claro que s1. (LA1utY vuelve al mostrador y reanuda la
lectura de .11 pai,ídico. MARTIIY sorbe meditativamente el
res/o de su cerveza. Se oye el timbre de La puerta privada.
LARRY va hacia ella y La entreabre. Luego, con aire per-
pléjo, la abre de par en par. Entra ANNA CHRISTOPHERSON.
Es una muchacha alta, rnbia, plenamente desarrollada, de
veinte años, hermosa como la hija de un vikingo, como un
ser hecho con prodigalidad de dones por la Naturaleza,
pero ahora s11 salud está quebrantada y ostenta claramente
todos los indicios externos de pertenecer a la profesión más
vieja del mundo. Su rostro juvenil es ya duro y cínico bajo
su capa de maquillaje. Su indumentaria está compuesta por
las Llamativas galas de una campesina convertida en pros-
tituta. Se deja caer, cansada, en una silla que está junto a
la mesa del primer término izquierda.)
O'N-EJLL
15
450 IWGENH O'NEILL TJ:.'ATRO J::SCO(ill)O
ANNA
Dame un <cwhisky»... con cerveza de gengibre. (Cuando
LARRY se va a alejar, le dice, con una sonrisa seductora y
/orzada:) Y no seas mezquino, chico.
LARRY
(Sarcástico.) ¿Se lo sirvo en una cuba?
ANNA
(Con áspera risa.) No me vendría mal. (LARRY entra en
la taberna. Ambas mujeres se contemplan, con mirada fran-
ca. LARRY trae el t<whisky,, que pone ante ANNA, y vuelve
a la taberna. ANNA apura la bebida de un solo trago. Mo-
mentos después, cuando el alcohol ha comenzado a hacerla
reaccionar, .se vuelve hacia MARTIIY con cordial sonrisa.)
¡Caramba, me hacía falta de veras. mucha falta!
MARTHY
(Asintiendo, con aire comprensiro.) Claro... Parece us-
ted agotada. ¿Ha estado de parranda?
ANNA
No... Viajando... Un día y medio de treo. Tuve que
pasarme la noche sentada en un inmundo vagón. ¡Dios
mío! ¡Creí que no llegaría nunca!
MARTHY
(Con un sobresalto, mirándola con atención.) ¿De dón-
de viene?
ANNA
De Saint Paul. .. En Minnesota.
¡
ANNA CHRISTIE 45]
MARTIIY
(Mirándola absorlll, co11 a.10111/Jro, din• le11la111e11te:) De
modo que... usted cs.. . (R,•11<•11ti11t11m•11/e <'Slalla en una
risotada ronca e irónica.) ¡Santo Dios!
ANNA
Sí, he hecho todo el viaje desde Minncsota. (Moles/a.)
¿De qué se ríe? ¿De mí?
MARTHY
(Presurosamente.) No, _niña. Palabra. Estaba pensando
otra cosa.
ANNA
(Apaciguada, con una sonrisa.) Bueno. De todos modos,
yo no la culparía. Supongo que mi aspecto es bastante la-
mcntahlc... l lucc dos semanas apenas que he salido del
hospitHI. Voy II tomu, otro ccwhisky». Bueno... ¿Quiere to-
mar algo co111111¡¡0'/
MARTHY
Claro que sí. Gracias. (Llama.) ¡Eh, Larry; ¡Yen a
atender! (Entra LARRY.)
ANNA
Dame otro igual.
MARTHY
Para mí también. (LARRY se lleva los vasos y sale.)
ANNA
¿Por qué no se viene a sentar aquí? Sea más sociable,
452 HUGIIN/i O'NIJILL. 7BATRO ESCOGIDO
mujer. Yo soy una forastera en este pueblo ... y no hablo
con un ser humano desde anteayer.
MARTHY
Claro que sí. (Se dirige arrastrando Los pies a La mesa
de ANNA y se sienta frente a ella. L ARRY trae Las bebidas ¡
A NNA 11:l paga.)
ANNA
¡Salud! ¡ Así se bebe! (Bebe.)
MARTHY
¡Buena suerte ! (Bebe un sorbo de su vaso.)
ANNA
(Saca de su bolso un paquete de cigarrillos Sweet Ca-
poral.) Aquí dejan fumar..., ¿verdad?
MARTHY
(Con aire de duda.) Claro. (Con evidente preocupación.)
Pero tire el cigarrillo si viene alguien.
ANNA
(Enciende uno y aspira largamente el humo.) ¡Caram-
ba! ... ¡Qué exigentes son en este tugurio! ¿Verdad? (Lan-
za una bocanada de humo, mirando fijamente la mesa.
M ARTHY La examina de arriba abajo con renovado y pe-
netrante interés. escudriñando todos Los detalles de su sem-
blante. Repentinamente, iNNA advierte esa mirada estima-
tiva y dice, con resentimiento:) ¿Tengo algo de particular?
¿Por qué me mira con tanta atención?
ANNA CHRISTJE 453
-----------
MARTIIY
(Irritada por su 10110, c·,m d1•.1d/11.) No tengo mucho que
mirar. Adiviné qué era apcnus pisó el umbral.
ANNA
(Cuyos ojos se contraen.) ¡Oué sagacidad! Pues yo
también adiviné quién era usted sin dificultad. Usted ... es
yo dentro de cuarenta afios. ¡Esa es usted ! (Ríe, con una
risita cruel.)
MARTHY
(Irritada.) ¿De veras? Pues le diré con franqueza, niña,
que Marthy Owen nunca... (Se domina bruscamente y dice,
con una sonrisa burlona:) ¿A qué viene esta riña entre nos--
otras? Dejemos el tema..., ¿no le parece? No quiero que-
rellas con nadie. (Tendiendo La mano.) Deme la mano y
olvidemos..., ¿quiere?
ANNA
(Jr.vtrl'cltwu/0/1• /u 111a110 de buena gana.) Con mucho
gusto. No busco camorra. Tornemos otro. ¿Quiere?
MARTIIY
(Moviendo la cabeza.) Para mí, no. Estoy hasta el tope.
¿Y usted...? ¿Ha comido algo últimamente?
ANNA
Desde esta mañana en el tren no he vuelto a comer.
MARTHY
Entonces más vale que no siga bebiendo.... ¿no le pa-
rece?
454 F.UG/~Nh O'NJ:"ILl. J'l;A l'RO 1:.SCO(jJl)U
ANNA
(Después de una momentánea vacilación.) Creo que
ticm.: razón. Debo encontrarme con alguien, además. Pero
tengo los nervios destrozados después de ese maldito viaje.
MARTIIY
¿Dijo usted que acababa de salir del hospital?
ANNA
Hace dos semanas. (Inclinándose hacia MARTHY, con
aire confidencial.) La casa donde estaba, allá en Saint Paul,
fué allanada. Una batida de la Policía. Así empezó la cosa.
El juez nos condenó a las muchachas a treinta días. A las
otras, por lo visto, no les importó pasarse mucho tiempo
a la sombra. Algunas de ellas estaban habituadas. Pero yo
no pude soportarlo: Me sentí afectadísima... No podía
comer, ni dormir, ni nada. Siempre me resultó insoporta-
ble que me enjaularan en cualquier parte. Me sentí enfer-
ma y tuvieron que mandarme al hospital. Se estaba bien
aUí. ¡Lamenté abandonarlo, palabra!
MARTIIY
(Después de una breve pausa.) ¿Dijo usted que debía
encontrarse con alguien aquí?
ANNA
¡Oh, no es lo que usted supone! Tengo que encontrar-
me con mi padre. ¡Palabra! No deja de ser divertido. No
le he vuelto a ver desqe niña, ni siquiera sé qué aspecto
tiene, y sólo he 1ecibido de él una carta, de cuando en
cuando. Esta fué la única dirección que me dió para es-
cribirle. Ahora está de portero en no sé qué edificio...
Antes fué marinero.
..
ANNA Cf/RJSTtE
MARTHY
(A!>.ombrada.) ¡ [)e rorlcro !
ANNA
455
Claro. Y pensé que quizá, ya que nunca había hecho
nada por mí, querría darme un cuarto y la comida hasta
que yo descansara lo que necesito. (Con lasitud.) ¡Caram-
ba, cuánto necesito ese descanso ! Estoy fuera de combate.
(Resignada.) Pero no espero gran cosa de él. Lo, que hacen
todos los hombres es darle a una un puntapié cuando está
caída. (Con repentina vehemencia.) Odio a los hombres...,
¡a todos ellos! Y no creo que él sea mejor que los demás.
(Luego, con repentino interés.) Oiga..., ¿viene usted con
frecuencia a este tugurio?
MARTHY
¡Oh 1, de cuando en cuando.
ANNA
Entonces. qui1á conozca a mi padre.... o al menos le
haya visto.
-MARTHY
¡,No se trata del viejo Chris?
ANNA
¿El viejo Chris?
MARTHY
Su nombre completo es Chris Christopherson.
~ J
456 EUG/mlt U'NWU . '/ li ATRO ESCOGIDO
ANNA
(Con excitación.) iSí, es él! Mi verdadero n,ombre es
Anna Christopherson.... aunque allí me llamaban Anna
Christie. ¿De modo que usted le conoce?
MARTHY
(Evasiva.) Le he visto durante años.
ANNA
Dígame..., ¿cómo es? Pero la verdad..., ¿eh?
MARTHY
¡Oh!, es bajito y...
ANNA
(Impaciente.) No me interesa su aspecto. ¿Qué clase
de tipo es?
MARTHY
(Con aire serio.) Bueno. Apuéstese la vida, chica, a que
es un viejo tan bueno como el mejor que haya andado en
dos pies.
ANNA
(Satisfecha.) Me alegro de saberlo. Entonces..., usted
supone que me proporcionará la cura de reposo que busco?
MARTHY
(Enfáticamente.) No le quepa duda. (Con fastidio.) Pero
¿de dónde ha sacado eso de que es portero?
ANNA CHRISTIE
ANNA
El mismo me lo escribió.
MARTIIY
457
Pues le mintió. No lo cs. Es capitán de un lanchón...,
y tiene cinco hombres a sus órdenes.
ANNA
(Fastidiada a jU vez.) ¿Un lanchón? ¿Qué clase de lan-
chón?
MARTHY
Es una carbonera.
ANNA
¡Una carbonera! (Con ronca ris;.) iLindo trabajo para
un padre perdido de vista desde hace tanto tiempo! ¡Ca-
ramba, ya suhfu yo que algo marcharía mal! ... Siempre
me pasa lo mismo. Eso echa por tierra mi intención de que
me proporcione descanso.
MARTIIV
¿Qué quiere decir?
ANNA
Supongo que vive a bordo..., ¿no es así?
MARTHY
Claro... l.Y qué? ¿No puede usted vivir allí también?
458 H I Ul:N I, O'Nl:.ILL. 'l't:ATR O ESCOGIDO
ANNA
(IJeMlc·11osa11u:nte.) ¿ Yo? ¿En una sucia carbonera?
¿ Por quién me toma?
MARTHY
{Con resentimiento.) ¿Qué sabe usted de carboneras?
Apostaría a que nunca vió una. Eso le pasa a él por ha-
berla criado tierra adentro..., lejos del mar, ese viejo de-
monio..., donde habría estado a salvo... (Lo irónico de
esta reflexión impresiona su sentido del h11111or y ríe con
ronca risa,)
ANNA
(Irritada.) ¡Que él me crió! ¿Es eso lo que le dice a
la gente? ¡Vaya un desparpajo! Dejó que los primos de
la vieja me tuvieran en su granja y que me deslomaran tra-
bajando.
MARTHY
El viejo Chris tiene ideas extrañas sobre algunas cosas.
Le he oído decir que una granja es el mejor lugar para
una niña.
ANNA
Claro. Eso es lo que decía siempre..., y un montón de
desatinos sobre la conveniencia de alejarse -del mar.. ., de
cosas completamente descabelladas. Creo que debe de estar
chiflado.
MARTHY
Lo está, en ese sentido. (Negligentemente.) De modo que
a usted no le gustó la vida de la granja..., ¿eh?
ANNA CHR /STIE 459
ANNA
¡Ya lo creo que no 1 81 due1lo. su mujer, sus cuatro
hijos... Tuve que sudar como unu esclava para todos ellos.
Yo sólo era una parienta pobre y me trataban peor que
a una criada. (Después de una vacilación 1110111enlá11ea.)
Fué uno de sus hijos, el menor, quien me inició.. . cuando
yo tenía dieciséis años. Después de aquello, los aborrecí
tanto que los habría matado a todo,; de haberme quedado,
De modo que huí. .. a Saint Paul.
MARTHY
(Que ha estadQ escuchando con aire de solidaridad.) Le
he oído decir al viejo Chris que usted era institutriz allí.
¿Fué una simple fábula que le contó en sus cartas? '
ANNA
No, poi cierto. Fué la verdad durante dos años Mi
Vl<hi 110 1,1• dl·,moronó en el primer momento. Lo que acabó
co11111lHo (u(· pll'.CÍsamente ese trabajo de institutriz. ¿Se
imupinu lo que l''i cuiclur a los niños ajenos, escuchando
siempre su'i ,:hillidos y lloriqueos, cuando una misma ape-
nas si es unu ni1lu y quie1 e salir y ver cosas? Por fin se
me presentó la oportunidud .. . de ir u esa casa. ¡Y créame
que la aproveché 1 (Co11 10 110 dl'sa/iante.) Y no lo lamento,
udcmós. (Después de 11t1C1 pausa, con encono y odio.) La
culpa fué de los hombres, nada más que de ellos.. . De los
hombres de la granja que me daban órdenes y me golpea-
ban..., y que me iniciaron en el mal camino. Y cuando
trabajé como institutriz, fueron de nuevo los hombres quie-
nes me rondaron, acosándome, para ver qué podían con-
seguir de mí. (Con penosa risa.) Y ahora, tengo que ver con
los hombres siempre, a cada momento. ¡Oh, cómo odio a
esos hijos de perra! ¿Y usted?
<t60 IW(il:Nh U'Nt:/U,, FEATRO ESCOGIDO
MARTHY
¡·Oh !, yo no. Los hay buenos y los hay malos. chica.
Usted, simplemente, tuvo mala suerte con ellos. Eso es
todo. Su padre, el viejo Chris..., es bueno.
ANNA
(Escéptica.) Tendrá que probármelo.
MARTHY
Usted siguió escribiéndole que era institutriz cuando
ya estaba en la casa..., ¿verdad?
ANNA
Claro. (Cínicamente.) Aunque no crefa que le importara
un cuerno.
MARTHY
Se equivoca, chica. (Con aire grave.) Conozco muy bien
al viejo Chris desde hace tiempo. Me ha hablado de usted
muchísimas veces. La cstinia y la quiere mucho, palabra.
ANNA
¡ Vamos, déjese de bromas!
MARTHY
¡Palabra! Sólo que es un viejo muy sencillo..., ¿com-
prende? Tiene s1,1s chifladuras. Pero sus intenciones son
buenas, créame. Escúcheme, chica... (La interrumpe el
abrirse y cerrarse de la puerta de la cantina y la voz de
CHRrs.) ¡Chis!
ANNA CHRISTIE 461
ANNA
¿Qué pasa?
CIIRIS
(Que ha entrado en la cantina. Parece 111uy despejado
ya.) Caramba, Larry, la comida estaba sabrosa de verdad.
¿Está ahí Marthy?
LARRY
Claro..., y otra vagabunda con ella. (CHRIS se dirige
hacia la entrada de la habitación interior.)
MARTHY
( A ANNA, con precipitado y nervioso susurro.) Es él.
Viene aquí. ¡Animo!
ANNA
¡,Ouién'/ (( '1110s abre la puerta.)
MARTIIY
(Como si le .,a/(l{/al"ll por {ll"i111,•r(I 1•ez.) ¡ Hola, v1eio
Chris ! (Antes que él pueda rL•spo,ull'r, ella se 1•a pres11ro-
.w1111,•111,, a la cantina arra.1tra11do los pies y le /tace seiias
a C111us de que la siga.) Ven aquí. Quiero decirle algo. (El
sale en pos de ella. MARTHY le habla pre~urosamente. en
voz baja.) ¡Escucha ! Me voy al lanchón... a liar mis bár-
tulos..., ¡y te dejo! Es ella, la que está ahí. .., tu Anna...,
acaba de llegar..., te espera. Trátala bien..., ¿eh? Ha es-
tado enferma. ¡Bueno, hasta pronto! (Entra en el reser-
vado y le dice a ANNA.) Hasta la vista, chica. Ahora tengo
que irme. Hasta luego.
'
462 IWGl:'N I:' O'Nl:'11 l.. f"l~ºATRO füCOGll)CJ
ANNA
(Nerviosamente.) Hasta luego. (MARTHY se va con ra-
pidez por la puerta privada.)
LARRY
(Mirando con curiosidad al estupefacto CHRIS.) Bueno...
Y ahora ¿qué?
CHRIS
(Indeciso.) Nada..., nada. (Se detiene ante la puerta
del reservado, atormentado por la turbación de sus senti-
mientos; lue¡:o toma una decisión audaz y entra. Se de-
tiene allí y mira con timidez a A NNA, cuya llamativa vesti-
menta y, para él, distinguido aspecto le impresionan mu-
chísimo. Mira a su alrededor con lastimera nerviosidad,
como rehuyendo la mirada estimativa con que ella valúa su
rostro, su indumentaria, etc. La voz de CHRIS parece su-
plicar indulgencia.) ¡Anna !
ANNA
(Muy turbada a su vez.) Buenas..., papá. Ella me dijo
que eras tú. Acabo de llegar.
CHRIS
(Va lentamente hacia su silla.) Es grato.. . verte... des-
pués de tantos años, Anna. (Se inclina hacia ella. Después
de un turbado forcejeo, logran besarse.)
ANNA
(Con un dejo de auténtica emoción en la voz.) Yo tam-
bién me alegro de verte.
ANNA CHIUSTIE 463
("I IIU~
(La coge de los brazos y la mira t•11 lm ojos; luego le
invade una ola de salvaje /('/'111/ra.) ¡/nna lilla ! ¡ Anna
lilla ! (La toma en sus brt1zos.)
ANNA
(Rehuyéndole, algo asustada.) ¿Qué es eso? ¿Sueco?
No lo entiendo. (Como si quisiera aliviarse de la tensión
con un voluble parloteo.) Caramba, el viaje fué horrible.
Estoy agotada. Tuve que pasarme la noche sentada en un
sucio vagón..., sio dormir casi.. ., y luego, me costó bas-
tante trabajo encontrar esta taberna. Nunca había estado
en Nueva York..., ¿comprendes?..., y...
CHR!S
(Que ha estado mirando absorto su rostro con aire ad-
111/mtlvo, sin oírla, dice impulsivamente.) ¿Sabes que eres
u1H1 linda muchacha, Anna? ¡Apostaría a que todos los
homhn.:s se enamoran de ti, qué diablos!
ANNA
(Con repug11a11ci11.) ¡Bu~lu l Hablas como todos ellos.
CIIRIS
(J/erido, con humildad.) No tiene nada de malo el que
tu padre hable así, Anna.
ANNA
(Con risita forzada.) No... Claro que no. Sólo que... es
curioso que te vea y no recuerde nada. Pareces... un ex-
traño.
464 EUGENJ;; O'NEILL.- TEATRO ESCOGIDO-.-
-
CHRIS
(Tristemente.) Supongo que sí. Sólo volví a casa unas
pocas veces cuando eras niña y estabas en Suecia. ¿No lo
recuerdas? /
ANNA
No. (Con resentimienlo.) Pero... ¿por qué no volvías a
casa en aquella época? ¿Por qué no viniste jamás al Oeste
a verme?
CHRIS
(Lentamenle.) Cuando murió tu madre, durante mi au-
sencia, pensé que era mejor para (,i que no me vieras nun-
ca. (Se desploma en la silla q11e está frente a ANNA, abatido,
y se vuelve hacia ella, co11 tristeza.) No sé por qué no vol-
vía a casa, en Suecia, durante todo el año. Quería ir al fin
de cada viaje. Quería ver a tu madre, a tus dos hermanos
antes que se ahogaran, a ti cuando naciste..., pero no iba.
Me contraté en otros barcos; fuí a América del Sur, a
Australia, a China; fuí muchas veces a todos los puertos
del mundo..., pero nunca me embarcaba en naves que
fueran a Suecia. Cuando reuní dinero para costearme el
viaje de regreso como pasajero... (Inclina la cabeza, con
aire culpable) se me olvidó y me lo gasté todo. Cuando
volví a pensar en el asunto, ya era demasiado tarde. (Sus-
pira.) No sé por qué, pero lo mismo les pasa a la mayoría
de los marinos, Anna. E l mar, ese viejo demonio, los en-
loquece y los idiotiza con sus sucias tretas. Eso es lo que
pasa.
ANNA
(Que le ha observado mientras tanto con mirada pe-
netrante, dice, con un dejo de desdén en la voz.) Entonces,
crees que el mar tiene la culpa de todo..., ¿verdad? Pues
ANNA CHRISTIE 465
te veo trabajando todavía ahí, a pesar de todo lo que me
decías de tu odio al mar. Esa mujer que estaba aquí me
dijo que eras capitán de una carbonera ..., ¡y tú me escri-
biste que eras porterú de un edificio!
CHRJS
(Turbado, pero mintiendo con volubilidad.) ¡Oh !, tra-
bajé bastante tiempo en tierra ele portero. Hace poco con-
seguí este trabajo porque me sentía enfermo y necesitaba
aire libre.
ANNA
(Escéptica.) ¿EP.fermo? No lo pareces.
,,,
CHRJS
Y, además, esto no es el verdadero trabajo de los ma-
rinos. No se trata de un verdadero barco, de un barco cmho
los que navegan por el mar. Es, simplemente, una vieja
cuba..., algo así como un trozo de tierra con una vivienda
a flote. Trabajar en ella no es trabajar en el mar. No. Yo
no volvería a trabajar en el mar, Anna. Preferiría morirme.
Lo juré cuando murió tu madre. iY cumplo mi palabra,
qué diablos!
ANNA
(Perpleja.) Pues no veo la menor diferencia. (Dejando
ti,•lodo el tema.) A propósito de enfermedades..., debo de-
rnto que yo misma he estado enferma... Sal.í del hospital
hoce dos semanas.
CHRIS
(/11mediato111ente todo preocupación.) ¿Tú, Anna? ¡De-
monios! (Co11 inquietud.) Pero te sientes mejor ahora...,
¿verdad? ¡Pareces algo cansada, eso es todo!
466 IW(,'f:NI:' O'Ni:,11,/,. rt~ATRO ESCOG/1)0
ANNA
(Con lasitud.) Sí que lo estoy. Cansada como un perro.
Necesito un largo reposo y no veo muchas probabilidades
de conseguirlo.
CHRJS
¿Qué quieres decir, Anna?
ANNA
Te diré... Cuando decidí venir a verte, creía que eras
portero..., que tendrías un lugar donde podría descansar,
si no te importaba tenerme a tu lado.. ., hasta que yo pu-
diese volver a trabajar.
CHRIS
(Ansiosamente.) Pero sí que lo tengo, Anna... Un lindo
lugar. ¡Descansarás todo lo que quieras! No tendrás que
volver a trabajar como institutriz. ¡Tú te quedas conmigo,
qué diablos !
ANNA
(Sorprendida y contenta de su vehemencia, con una son-
risa.) Entonces..., ¿de veras que te alegras de verme? ¿Pa-
labra?
CHRIS
(Oprimiéndole una mano entre las de él.) ¡Anna, te
digo que estoy contentísimo de verte! Y no vuelvas a ha-
blarme de buscar trabajo. Tú te quedas conmigo. Hace mu-
chísimo tiempo que no te veo, recuérdalo. (Su voz tiembla.)
Estoy envejeciendo. Sólo te tengo a ti en el mundo.
ANNA CI-IRJSTI E 467----- ------- ------
ANNA
(Conmovida y molesta a11te este s,•11111111ento poco fa-
miliar.) Gracias. Es grato oír que alguien... me habla así.
Pero, dime... Ya que te sientes tan solo..., ¿por qué no
has vuelto a casarte? ¡Me parece raro!
CHRIS
(Moviendo enfáticamente Za cabeza, después de una
pausa.) Quería demasiado a tu madre para hacerlo, Anna.
ANNA
(Impresionada, lentamente.) No la recuerdo. No recuer-
do nada. ¿Cómo era? Dímelo.
CHRIS
Te lo diré todo..., y tú me contarás todo lo que te ha
pasado. Pero no aquí. Este sitio no es adecuado para una
muchacha. Sólo los marineros que no sirven para nada
vienen aquí a beber. (Se levanta rápidamente y toma su
maleta.) Ven conmigo, Anna. Necesitas acostarte, des-
cansar.
ANNA
(Se levanta a medias y se vuelve a sentar.) ¿Adónde
vas?
CHRJS
Ven. Iremos a bordo.
ANNA
(Con decepción.) ¿A bordo de tu lanchón? (Secamente.)
¡Lo que es yo, no voy! (Al ver el aire abatido de CHRIS,
468 EUGl,N l~ O'NWU•. TEATRO ESCOGil)O
con sonrisa forzada.) ¿Te parece que es un lugar adecuado
para una muchacha como yo?
CHRIS
(Con voz apagada.) Sí. Creo que sí. (Vacila y prosigue,
con tono cada vez más implorante.) No sabes lo agradable
que es la vida en un lanchón, Anna. Llega el remolcador
y nos lleva mar afuera... , ¡y uno está rodeado de agua y
de sol y de aire fresco, y hay buena comida para hacer de
ti una muchacha fuerte y sana! Verás muchas cosas que no
has visto. De noche, quizá tengas la luz de la luna y veas
pasar vapores y veleros que emprenden su viaje... Ver tóc1o
eso es hermoso. Necesitas descansar así. Ya has trabajado
demasiado para una muchacha. ¡Necesitas unas vacacio-
nes, ya lo creo que las necesitas!
ANNA
(Que le ha escuchado con creciente interés, dice con
risa insegura.) Me alegra oírtelo decir. Claro que me gus-
taría un viaje por mar. Lo que me ha detenido es la idea
del lanchón. Bueno, iré contigo y le echaré un vistazo...,
y puede ser que corra el albur. ¡Vaya! Haría cualquier
cosa, por esta vez.
CHRIS
(Toma de nuevo la maleta de ANNA.) ¿Vamos, pues?
ANNA
¿Qué prisa hay? Espera un momento. (Olvidando mo-
mentáneamente la situación, reincide en su forma familiar
de hablar y luce una de sus seductoras sonrisas profesio-
nales.) Caramba, tengo sed.
CHRIS
(Deja inmediatamente en el suelo la maleta y dice con
precipitación.) Perdona, Anna. ¿Qué te gustaría beber?
ANNA CHRISTIE 469
ANNA
(Con presteza.) Tomaría un ... (l?cc11(•rda repentinamen-
te y dice, con aire t11rbodo.) No sé. ¡,Qué tienen aquí?
CHRIS
(Con una sonrisa.) No creo que haya muchas bebidas
para muchachas, Anna. Cerveza de gengibre... Zaízapa-
rrilla, quizá.
ANNA
(Con risa forzada.) Que sea zarzaparrilla entonces.
CHRIS
(A cercándose, con un guiño.) Te digo, Anna, que debe-
mos celebrarlo... esta vez, por lo menos, ya que nos hemos
encontrado después ele tantos años. (En voz baja, con ma-
lestar.) Ticncn buen or orto. Anna. Te convendría. me pa-
rece... un r><><:O... para abrirte el apetito. Además, no es
fuerte. Te aseguro que una copa no se te subirá a l::i ca-
beza.
ANNA
(Con risa casi histérica.) Muy bien. Tomaré oporto.
CJIRIS
Iré a buscarlo. (Va a la cantina. .í1penas se cierra la
puerta, A NNA se pone en pie.)
ANNA
(Tomando su maleta, a media voz, balbuciente.) ¡Dios
. mío, esto es insoportable ! Más vale que me vaya. (Deja
470 lil/(il:Nli O'Nl:.1LL. TEATRO ESCOGll)O
('(/(!/' la maleta, Fuelt•e tambaleándose a su silla, y cubrié11-
tlo.1·c• t•I ro.1tro con las manos se echa a llorar.)
LARRY
(Dejando su periódico al ver acercarse a CHRIS, le pre-
1;u11ta con una sonrisa burlona.) Bueno. ¿Quién es la rubia?
CHRIS
(Orgullosamente.) Era Anna, Larry.
LARRY
(Atónito.) ¿Tu hija Anna? (Cr-1R1s asiente. LARRY deja
escapar un largo silbido y le vuelve la espalda, turbado.)
CHRIS
¿ Verdad que es una guapa muchacha, Larry?
LARRY
(Mostrándose a la altura de las circunstancias.) ;Por
cierto que sí! ¡Un verdadero encanto!
CHRIS
; Ya lo creo! Dame unas copas para llevar alli: una
de oporto para Anna, que festejará esta oportunidad con-
migo..., y cerveza floja para mí.
LARRY
(Mientras sirve las bebidas.) Cerveza floja para ti...,
¿eh? Te está reformando ya.
ANNA CIIIUSTIE 471
CIIIW,
(Satisfecho.) ¡No lo dudes! (J',mw /111 ,·opas. Cuando
!NNA le oye llegar, se seca precipit11d"111c11tc• los ojos y
trata de sonreír. C 11R1s entra y deja las cop<1~ .wbre la mesa,
la contempla fijamente y con ansiedad durante 111ws ins-
tantes, y le acaricia la mano.) Pareces cansada, Arrna. Bue-
no, ya cuidaré yo de que te tomes un buen descanso ahora.
(A lzando su vaso de cerveza.) Vamos. bebe ese vino. Te
hará revivir. (ANNA alza su copa y él sonríe.) ¡Salud, Anna !
O, mejor dicho..., «¡skoal!» ¿Conoces e&ta palabra sueca?
ANNA
« ¡Skoal !» (Apura su oporto de un trago, como u11 vaso
de «whisky1i, y dice, con los labios trémulos.) «¿Skoal? »
¡Me parece recordar esa palabra! ¡Claro que sí. claro
que sí! (Telón.)
ACTO SEGUNDO
Escenario: Diez días después, la popa áe un lanchón muy cargado,
el «Simeon Winthrop», al ancla en el puerto de Provincetown,
Massacl1usetts. Son las diez de la noche. Una densa niebla rodea
el lanchón y la embarcación flota inmóvil en la calma. Un farol
colocado sobre un enorme rollo de grueso cable proyecta una luz
mortecina y tenue sobre los objetos próximos, las pesadas bitas de
'/cero para asegurar las estachas, etc. En el foro está la cabina, a
través de cuyas· ventanas empañadas por la niebla se refleja la
descolorida luz de una lámpara interior. La chimenea del hornillo
de la cabina sobresale 1111 par de me/ros sobre el techo. El quejum-
broso taíiido de las campanas de los barcos anclados en Long Point
interrumpe el silencio {1 intervalos regulares.
Al levan/arse el Jelón, se ve a ANNA en pie cerca del rollo de cable
sobre 'el cual está la linterna. Su aspecto revela salud, está trans-
formada; su semblante ha recobrado los colores naturales. Viste
una chaqueta de hule negro, pero no lleva puesto sombrero. Es-
cudriña la niebla de popa con una expresión de intimidado asom-
bro. Se abre la puerta de la cabina y aparece CHRIS. Viste todo
de hule amarillo- el chaquetón, los pantalones, el sombrero--y
calza botas altas marineras.
CHRIS
(Como sus ojos están algo encandilados aún por la luz
de la cabina, parpadea al mirar hacia popa.) ¡Anna ! (Al
no recibir respuesta. vuelve a llamarla. esta vez con osten-
sible aprensión.) ¡Anna !
ANNA
(Con un sobresalto, haciendo un gesto como para im-
poner silencio, murmura.) Sí, aquí estoy. ¿Qué quieres?
fil
ANNA CHRISTIE 473
CI IRIS
(Va solícitamente hacia <'/la.) ¿,No enlras Anna? Es
tarde..., ya han dado las cuatro cnmpunadas. A mi pare-
cer, no conviene que te quedes aquí afuera, con esta niebla.
ANNA
¿Por qué no? (Con un dejo de extra11a exaltación.)
¡Amo esta niebla! ¡Palabra! Es tan ... (Vacila, buscando
la palabra.) extraña y serena. Siento corno si estuviera...
al margen de todas las cosas.
CHRIS
(Escupiendo, con asco.) ¡La niebla es una de sus
peores tretas, qué diablos!
ANNA
(Con breve risita.) ¿Vuelves a enojarte con el mar?
Es.toy empcnrndo a quererlo con lo poco que he visto.
CHRIS
(Mirándola, con aire caviloso.) Tonterías, Anna. Cuando
lo veas más tiempo no hablarás así. (Al notar la irritación
de la joven, adopta presurosamente un tono más jovial.)
Pero me alegro de que te guste la vida en el lanchón. Me
alegro de que te sientas así bien de nuevo. (Con sonrisa
apaciguadora.) Te gusta vivir a solas con tu viejo padre...,
¿no es eso?
ANNA
Claro. Todo ha sido tan distinto de lo que conocí an-
tes... Y ahora, esta niebla... ¡Caramba! No me la perdería
por nada del mundo. Nunca pensé que la vida de a bordo
I
474 l:UCil~N I~· O'N WL,I,. '/'IEATlW ESCOGll)O
fuese tan distinta de la vida en tierra. Si yo fuera un hom-
bre me gustaría trabajar aquí, palabra. No me extraña que
hayas sido siempre marino.
CHRIS
(Con vehemencia.) Yo no soy marino, Anna. Y éste
no es el verdadero mar. Tú sólo ves el aspecto, agradable.
(Al advertir que ella no responde, prosigue con aire espe-
ranzado.) Bueno. creo que la niebla se disipará por la ma-
iiana.
ANNA
(En cuya voz reaparece el júbilo.) ¡Amo la niebla! ¡Y
si no se disipa, me importa un cuerno! (CHRJS cambia,
nerviosamente de postura, con aire inquieto. ANNA pro-
sigue con lentitud, después de una pausa.) Así, aquí fuera ,
me siento limpia..., como si me hubiera bañado.
CHRIS
(Después de una pausa.) Más vale que te vayas a la
cabina a leer un libro. Eso te ayudará a dormirte.
ANNA
No quiero dormir. Quiero quedarme aquí fuera ... y
pensar.
CHRIS
(Va hacia la cabina y vuelve.) Esta noche te estás por-
tando de una manera extraña, Anna.
ANNA
(Alza la voz, irritada.) Oye..., ¿qué pretendes? ¿Es-
tropearlo todo? Has sido conmigo todo lo bueno que se
ANNA C HRJSTIE 475
puede ser.. . No lo eches a perder ahora. (Al notar el aire
apenado de su padre, wiode, co11 sonrisa forzada.) Hable-
mos de otra cosa. Ven. Siéntate aquí. (Señala el rollo de
cable.)
CIIRIS
(Sentándose junto a ella, con un suspiro.) Ya es bastante
tarde, Anna. Deben de estar a punto de dar J.as cinco cam-
panadas.
ANNA
(Con interés.) ¿Las cinco campanadas? ¿Qué hora es
ésa?
'
CHRIS
Las diez y media.
ANNA
Es curioso que yo no sepa una sola palabra del len-
guaje del mar..., pero esos primos de mamá se lo pasaban
hablando de cosechas y de todas esas cosas. Yo estaba tan
harta de eso.. ., ¡y de ellos!
CHRIS
¿No te gusta vivir en el campo, Anna?
ANNA
Te he dicho mil veces que lo detesto. (Con decisión.)
¡Prefiero una gota de océano a todas las granjas del mun-
do! ¡Palabra ! Y a ti tampoco te gustaría una granja. Tu
lugar está aquí. (Hace un amplio ademán, señalando el
mar.) Pero no sobre una carbonera. Tu lugar está en un
barco de veras, en un barco que navegue por el mundo
entero.
476 l.füGliNE O'NEILL.- TEATRO ESCOGWO
CHRIS
(Cavilosamente.) He hecho eso durante muchos años,
Anna. Cuando era un tonto.
ANNA
(Con disgusto.) ¡Oh, no digas eso! (Después de una
pausa, agrega meditativamente.) ¿Fueron siempre marinos
los hombres de nuestra familia..., por lo que puedes re-
cordar?
CHRIS
(Lacónicamente.) Sí. ¡Vaya unos estúpidos! Todos los
hombres de nuestro pueblo costero, en Suecia, van al mar.
No pueden hacer otra cosa. Mi padre murió a bordo de
un barco en el Océano Indico. Está sepultado en el mar.
Lo conocí muy poco. Luego, mis tres hermanos, mayores
que yo, se embarcaron también. Y después, yo mismo. Y
mi madre se quedó sola. Murió al poco tiempo... completa-
mente sola. Todos estábamos viajando cuando murió. (Hace
una pausa, con aire triste.) Dos de mis hermanos se perdie-
ron con un pesquero, como se ahogaron los tuyos. El otro
ahorró dinero, abandonó el mar, y más tarde murió en su
casa, en la cama. Es el único a quien no mató este viejo
demonio. (Desafiante.) ¡Pero en cuanto a mí, puedes apos-
tar a que yo también moriré en la cama!
ANNA
¿Eran todos ellos simples marineros?
CHRIS
Marineros cabales, de primera. (Con cierto orgullo.)
Y sumamente despiertos, por lo demás... (Después de una
momentánea vaciláción.) Yo era contramaestre. ,
/1
i
11
ANNA CHRISTJE
ANNA
¿Contramaestre?
CHRIS
Algo así como un oficial.
ANNA
477
iAjá! , eso está bien. ¿Qué hace un contramaestre?
CHRIS
(Después de  acilar un momento, ·vuelve a sumirse en su
melancolía, por temor a su entusiasmo.) Mucho trabajo. en
todo momento. Es malo eso de ir al mar, te digo. (Decidido
a hacerle cobrar aversión a la vida del mar a ANNA, con
vo/11bilidad.) Todos los hombres de nuestra familia son unos
tonto'!. Trnhajon como negros en el mar por nada, sólo
plt·11~1111 1•11 ll1·~11r 111 prnn dín de la paga y en embolsarse
1•1 dlt1l't11, 1•111l11111111·h111 sc, dcjurse robar y emprender un
lllll'VO vh1k , No v1ll'lvc11 a su casa. No hacen nada de lo
que httt·cn los ho111h1·cs buenos. Y más tarde, el mar, ese
viejo demonio, NC los traga.
ANNA
(Con excitada risa.) Son unos valientes, diría-yo. (Presu-
rosa111e111e.) Pero oye..., ¿se casaron con marinos todas las
mujeres de la familia?
CHR1S
(Ansiosamente, viendo la oportunidad de probar su ar-
gumentación.) Sí. .., y pasan las de Caín. Sólo ven a sus
hombres de cuando en cuando. Siempre están solas, sen-
tadas, esperando. Y cuando sus hijos crecen, se van al mar,
478 EUGENE O'NEJLL.- TEATRO ESCOGIDO
y ellas siguen esperando. (Vehemente.) ¡Las que se casan
con un marinero son unas estúpidas! Tu madre lo diría si
viviera. (Vuelve a sumirse en sombrías cavilaciones.)
ANNA
(Después de una pausa, soñadora.) ¡Es extraño! Me
siento algo... rara, esta noche. Me siento vieja.
CHRIS
(lntrigado.) ¿Vieja?
ANNA
Claro..., como si estuviese viviendo desde hace muchísi-
mo tiempo aquí..., en la niebla. (Frunciendo el ceño, con
aÚ·e perplejo.) No sé cómo explicártelo. Se diría que he
vuelto a casa después de una larga estancia en un lugar
lejano. Y que he estado aquí ya muchísimas veces... en
barcos..., con esta misma niebla. (Con seca risa.) Me cree-
-rás chiflada.
CHRIS
(Con aspereza.) Cualquiera se siente raro con esta niebla.
ANNA
(Con insistencia.) Pero... ¿por qué crees que me siento
así. .., como si hubiese encontrado algo perdido y que es-
taha buscando..., como si este fuera el sitio más adecuado
para mí? Y parecería que he olvidado... todo lo ocurrido....
como si no me importara ya. Y me siento limpia, en cierto
modo..., como cuando se acaba de tomar un baño. Y me
siento feliz por esta vez..., ¡sí, palabra! ..., más feliz que
nunca... (Como CHRIS no hace comentario alguno y sólo
lanza un hondo suspiro, ella prosigue, con aire de duda.)
Es estúpido que yo piense eso..., ¿no es así?
}
ANNA CHRJSTJE
479
CHRJS
(Con un sombrío presentimiento e11 la voz.) Creo que
cometo una tontería al llevarte de viaje, ;nna.
ANNA
(Impresionada por su tono.) Tú mismo, hablas..., hablas
como un chiflado esta noche. Pareces... temer que suceda
algo.
CHRIS
Sólo Dios lo sabe, Anna.
A~A
(Un poco en broma.) Entonces, será la voluntad de
Dios, como dicen los predicadores..., lo que se cumpla.
CHR1S
(S,· l,•1•1111111, con vehemente protesta.) ¡No! ¡El mar,
csl viejo dt·1111111io, no es Dios! (En la pausa de silencio que
rl'illll tl11,'flllt1.' ti,• MI (/(',ll/ío, brota débilmente de la niebla
de bahor la l/a,11111/11 r/1· /11 ,•oz ronca y exhausta de un hom-
bre: 11 ¡/h del bureo1u)
ANNA
(Levantándose de u11 salto.) ¿Qué es eso?
CHRJS
(Que ha recobrado La serenidad, confuso.) Caramba, me
asusté por un momento. Sólo es la llamada de un hombre,
Anna..., de alguien que ha perdido el rumbo en la niebla.
Debe de ser la motora de algún pesquero. Se le habrá des-
i
480 IW(il,N l:. O'NEILL. TEATRO ESCOG/1)0
compuesto el motor. (EL ((¡Ah del barco!» vuelve a irrum-
pir a lrnvés de la muralla de niebla, y es más próximo esta
vez. C 11R1S se acerca a la amurada de babor.) Suena por
este lado. Viene de alta mar. (Se lleva Las manos a La boca
formando bocina y responde gritando:) ¡Ah del barco, ahí!
¿Qué pasa?
LA VOZ
(Que esta vez parece más cercana, por el Lado de proa.)
Tiren un cabo cuando los hayamos flanqueado. (Con irri-
tación.) ¿Dónde están ustedes, bribones?
CHRIS
Los oigo remar. Se acercan por la proa, me parece.
(Volviendo a gritar.) ¡Por aquí!
LAVO
..¡Ya estamos ! (Un ruido sordo de remos en los tole/es.)
ANNA
(Casi para sí, con resentimiento.) ¿Por qué no se que-
dará ese individuo donde debe estar?
CHRIS
(Precipitadamente.) Iré a proa. Todos los marineros duer-
men, salvo el de guardia. Le echaré un cabo para que se
ponga al pairo. (Toma un rollo de cuerda y va presurosa-
mente hacia la proa. ANNA vuelve hacia el extremo de popa,
como si quisiera aislarse todo lo posible. Se vuelve de es-
paldas a todas las maniobras siguientes y mira fijamente la
niebla. Se oye de nuevo que La voz grita: <(¡Ah del barco!»,
y que CHRIS responde: «¡Por aquí!» Luego hay una pausa,
el murmullo de unas voces excitadas y un arrastrar de pies.
CHRIS da la vuelta a la cabina y va hacia babor. Sostiene
,
ANNA CIIRISTJE 481
----------- ----------
el cuerpo laxo de un hombre en /raje de dril; uno de los
brazos de éste le rodea el c11l'llo. El marinero JHONSON,
un joven y rubio sueco, le .ig11<'. fl'11dmulo en forma aná-
loga a otro hombre agotado. Á NNA S<' 1•11elve a mirarlos y
C IIRIS se detiene por un 1110111t•11to y dil'l', co11 1'(1l11bilidad:)
¡ Anna! Ven a ayudarnos..., ¿quieres? Encontrarás whisky
en la cabina. Esta gente lo necesita para reponerse. Poco
les faltó para morir.
ANNA
(Acercándosele, presurosamente.) Oaro, pero... ¿quié-
nes son? ¿Qué pasa?
CHRIS
Marineros. Su barco naufragó. Han pasado cinco días
en una embarcación abierta... Eran cuatro. Sólo uno de
ellos está en condiciones de tenerse en pie: Ven, Anna.
(l~llfl le precede, entrando en la cabina, y le abre la puerta,
111i1•11fl'fl' ,11v Jo 11NSON hacen entrar a los hombres a quienes
1·1111/,•11, lf I o 1111,•rffl s,• ,·i,•rm y vuelve a abrirse cuando
.rnft• .l1111NsON / o 1•0. rl,• C'111t1s ~rita desde atrás:) Trae a
otro, Joh11so11.
JOIINSON
Sí, señor. (Se va. La ¡mata vuelve a cerrarse. Aparece
MAT BuRKE, q11e da la l'll<'lta, tropezando, al flanco de
lwhor de la cabina. A vunza len/amente, tanteando con in-
d<'cisión el camino, agarrándose a la amurada de babor
con la mano derecha para estabilizarse. Está desnudo de
cintura para arriba y sólo viste un par de sucios pantalones
de dril. Es 1111 hombre de un metro ochenta de estatura,
recio, de ancho tórax, el rostro hermoso deñtro de su tipo
duro, rudo, a11daz, desafiante. Tiene unos treinta años y
está e11 la plenitud de su enorme fuerza muscular. Sus ojos
están inyectados en sangre y ojerosos por falta de sueño.
Los músculos de sus brazos y hombros están apelotonaaos
.en nudos y manojos y las venas de sus antebrazos sobresa-
O'N&JLL 16
482 EUGENI~ O'NEILL. -TEATRO ESCOGIDO
len como azules cuerdas. LoRra llegar hasta el rollo de ca-
bles y se sienta sobre él, frente a la cabina, con la espalda
inclinada y la cabeza entre lal manos. en una actitud de
extremo cansancio.)
BURKH
(En voz alta, a sí mismo.) ¡Rema, demonio! ¡Rema!
(A Izando la cabeza y mirando a su alrededor.) ¿Qué cuba
es ésta? Bueno, el caso es que estamos a salvo..., con la
ayuda de Dios. (Hace mecánicamente la señal de la cruz.
JHONSON va por la cubierra de babor, sosteniendo al cuar-
to hombre, que balbuce con incoherencia. B URKE le mira
desdeñosamente.) Estás perdiendo el poco seso que tienes...,
¿verdad? ¡Bribón fregacubiertas ! (Aquéllos pasan a su lado
y entran en la cabina. dejando abierta la puerta. BURKE
se desploma. fatigado.) Estoy agotado.... completamente
agolado.
ANNA
(Sale de la cabina con un vaso, donde queda un poco de
whisky. Se sobresalta al ver a B uRKE tan cerca: la luz que
brola por la puerta abierta se proyecta de lleno sobre él.
ANNA, dominando un evidente sentimiento de repulsión, se
le acerca.) Tome. Aquí tiene un trago. Creo que lo ne-
cesita.
BURKE
(A Izando lentamente la cabeza, turbado.) ¿Estoy so-
ñando?
ANNA
(Sonriendo a medias.) Bébalo y verá que no es un sueño.
BURKE
Al diablo con la bebida...• pero la lomaré de todos mo-
dos. (Bebe.) ¡Ajá! Necesitaba esto..., y es bueno. (Mirán-
ANNA CHRISTIE 483
do/a, con franca y sonriente admiración.) Pero no me refe-
ría al whisky cuando dije que soñaba. Creí que usted era
una sirena que había salido del mar para atormentarme.
(Tiende la mano para tocarle el braw.) Sí. carne y sangre
de veras, una hermosa muchacha. -
ANNA
(Con frialdad, retrocediendo.) Bueno. basta.
BURKE
Pero... dígame... Estoy en un lanchón.. ., ¿verdad?
ANNA
Claro.
BURKB
¡, Y qué hace una mujer tan hermosa como usted en este
h111rn'/
ANNA
(Con Jria/dad.) Eso no le importa. (Algo divertida, con-
tra Stt volttntad.) ¿Sabe que es usted un tío con toda la
barba? Se lo digo de verdad... ¡Mira que ponerse a gastar
bromas con lo estrechas que las acaba de pasar!
BURKE
(Encantado, orgullosamente.) ¡Oh, no fué nada! ... Algo
sin importancia para un hombre de veras, un hombre de
agallas como yo. (Ríe.) Accidentes del trabajo, querida.
(Con más seriedad, pero con un tono jactancioso aún, con-
fidencialmente.) Pero no le negaré que las pasamos mora-
das. Todos debiéramos estar ya en el fondo del mar. ¡Y
si no llega a ser por mí. le digo, y por la fuerza y los reda-
484 EUGENt:: O'NEILL.- TEATRO ESCOGWV
ños que tengo, a estas horas los peces se estarían burlando
de nosotros:
ANNA
(Desdeñosamente.) ¡Vaya! Se ve que no tiene usted
abuela..., ¿ verdad? (Volviéndole la espalda con indife-
rencia.) Bueno, más vale que entre y se acueste. Debe de
tener necesidad de dormir.
BURKE
(Picado, se levanta tambaleándose, sacando el pecho y
echando atrás la cabeza, y dice ofendido:) ¿Que me acueste
y duerma; dice usted? Que me lleve el diablo si he cerra-
do los ojos durante dos días y dos noches y maldito si lo
necesito ahora. No crea que me parezco a esos tres flojos
pillastres que estaban en el bote conmigo. Yo podría dar-
les una paliza a los tres, sentado y con una muno alada a
la espalda. Ellos podrán estar agotados, pero yo no..., y
he estado remando, con ellos te.ndidos en el bote y sin po-
der echarme una mano durante los dos últimos días. (Fu-
rioso, al ver que no le causa la menor impresión a ANNA.)
¡Y soy capaz de zurrar a todos los marineros de esta vieja
cuba, uno por uno, cansado y todo como estoy!
ANNA
(Sarcásticamente.) ¡Caramba! ¡Qué duro es usted!
(Con un dejo de simpatía, al notar que BURKE se tambalea
a causa de la debilidad.) Pero no hable de pelear. Le creo
todo bajo palabra. Venga y siéntese aquí, por lo menos,
ya que no puedo hacerle entrar. (BURKE se sienta, exhaus-
to.) Usted está ag9tado, confiéselo.
BURKE
(Con vehemencia.) ¡No, qué Eiiablos !
ANNA CHRISTIE 485
ANNI
(Con frialdad.) Bueno, por mí, puede seguir con su ter-
quedad. Y le aseguro que su lenguaje me importa un cuer-
no. Los hombres que yo conozco no httblnn con esa bravuco-
nería cuando hay señoras delante.
BURKE
(Vuelve a levanlarse tambaleándose, y dice en un acceso
de ira.) j Señoras! ¡Ja, ja ! ¡El diablo que la entienda1
¡Mire, ~o me tome el pelo! ¿Qué podían pintar unas seño-
ras en este condenado casco? (Como ANNA hace ademán
de irse a la cabina, BuRKE se abalanza y se interpone en
su camino.) ¡Eh, un momento! ¿No me dirá usted ahora
que es esa vieja terca que vive con él. ..• en su cabina. nada
menos? (Al ver el aire frío y hostil de ANNA, su tono de-
riv(¡ hruscamenle hacia una turbulenta jovialidad.) Pero
desde que la vi. pensé que cometía usted una t@lntería...
¡IJ11.i 111udrndrn 1a11 hermosa y gallarda..., malgastándose
1•c,i1 1111 111111111 1•1111110 1.·onH) d viejo sueco ! ¡Con la can-
11dttd ¡ll h11111h1r ~ rnhulcs qm: huy en el mar y que darían
alm11 y v1d11 po, 1111 beso suyo l
ANNA
(Desdeñosamente.) llombres como usted ... , ¿eh?
BURKE
Me está sacando las palabras de la boca. Yo soy e)
hombre indicado para usted, aunque me esté Krnl el de-
cirlo. (Con rápido movimiento, le ciñe el talle con los bra-
zos.) ¡Pronto, ahora, querida! El está en la cabina. Lo
que necesito para sacarme de los huesos la fatiga es uno de
sus besos. ¡Un beso ahora! (La oprime contra él y Ira/a de
besarla.)
486 IWCiHNl;' O'Nl~ILL. '/'EATRO 1:.:scoc100
ANNA
(f'orcejeando.) ¡Suélteme, pedazo de bestia! (Le em-
puje; con Jodas sus fuerzas. BuRKE, que está débil y se tam-
balea, es tomado de sorpresa. Cae de espaldas, y al caer,
se golpea la cabeza contra la amurada y se queda tendido,
momentáneamente aturdido. ANNA permanece inmóvil du-
rante unos instantes, contemplándole con temor. Luego se
arrodilla junto a él, escudriñando ansiosamente su rostro
para buscar alguna señal de vida.)
BURKE
(Moviéndose un poco, murmura.) ¡Maldito sea! (Abre
los ojos y la mira parpadeante, con vago asombro.)
ANNA
(Dejando reposar nuevamente la cabeza de BuRKll sobre
la cubierta, se pone en pie con un suspiro de alivio.) Está
volviendo en sí perfectamente..., ¿eh? Caramba, por un
momento temí haberle matado.
BURKE
(Sentándose con dificultad, desdeñosamente.) ¿Matado,
dice usted? Se necesitaría algo más que un golpecito para
reventar mi grueso cráneo. (Mirando a ANNA con la más
intensa admiración.) Pero por Dios que hay fuerza en esos
hermosos brazos suyos. No hay un solo hombre en el mun-
do que pueda decir lo mismo que usted: que ha visto a
Mat Burke tendido a sus pies, inconsciente.
ANNA
(Con un poco de remordimiento.) Olvide eso. Lamento
c.¡ue haya sucedido.... ¿comprende? (BURKE se levanta y se
sienta sobre el banco. ANNA prosigue, severamente:) Pero
ANNA Ct/RISTIE 487
usted no tenía derecho a mostrarse descarado conmigo. Es-
cúcheme ahora, y basta de ideas raras. Estoy en este lan-
chón porque viajo con mi padre. El capitán es mi padre.
Ya lo sabe.
BURKI!
¿Ese viejo estúp...? ¿ El viejo sueco?, quise decir.
ANNA
Sí.
BURKE
(Levantándose, le escudriña el rostro.) Debí compren-
derlo, pero por lo visto soy idiota de nacimiento. ¿De
dónde sacaría usted, si no, ese lindo cabello rubio que pa-
rece una corona de oro?
ANNA
(<'011 11.w, diw•rti(/a.) Oiga ... A usted no hay modo de
1111n Iflo mll,11 , /,111 '/ (Cmawmdo 1111evc1111e11te un tono se-
,,,,,.,,) l'no ¡,110 ll' pan:cc qui! debiera disculparse por lo
que dijo e h110 httc! un momento, en vez de andarse con
tnnta guasa'?
BURKE
(lndiRnado.) ¿Guasa? (Inclinándose hacia ella. con ve-
hemente seriedad.) ¡Ni mucho menos ! Y le pido perdón
mil veces..., de rodilJas, si quiere. No dije en serio ni una
sola de mis palabras ni puse intención en ninguno de mis
actos. (Reaparece en él un momentánea resentimiento.)
¡Pero ninguna mujer, en ningún puerto del mundo. se ha-
bía burlado de mí como usted, hasta ahora!
ANNA
(Con divertido sarcasmo.) Comprendo. Quiere decir que
es un donjuán y que todas se mueren por usted.
488 IWCiiml~ O'NEILL. TEATRO ESCOGIDO
BURKE
(Ofendido, apasionadamente.) ¡Basta de tonterías! (Con
aire serio.) Lo que le digo sobre las mujeres, no es men-
tira. (Lastimero.) Pero fuí un gran asno al confundirla,
aun en un momento de ira, con cualquiera de esas yeguas
del puerto que son las únicas mujeres que he conocido des-
. de que soy un hombre hecho. (Al ver que ANNA se sobresalta
y se echa atrás, BURKE prosigue precipitadamente, con tono
suplicante:) Soy un hombre duro y tosco, e indigno, me
parece, de besarle las suelas de los zapatos a una mucha-
cha linda y decente como usted. Si la aprecié mal, sólo se
debió a que no conozco a mujeres así. De modo que perdó-
neme, por amor de Dios, y seamos amigos desde ahora.
(Apasionadamente.) Creo que prefiero ser amigo suyo a
cualquier otra cosa. (Le tiende tímidamente la mano.)
ANNA
(Mirándole de una manera extraña, perpleja e inquieta,
pero conmovida y satisfecha contra su voluntad, le toma
la mano con aire indeciso.) Está bien.
BURKE
(Con infantil placer.) ¡Dios la bendiga! (En su excita-
ción, le oprime fuertemente la mano.)
ANNA
¡Ay!
BURKE
(Soltándole precipitadamente la mano, con tono lasti-
mero.) Perdóneme, señorita. Soy un torpe gorila. (Con sen-
cillez, mirándose con orgullo el braza.) Es que tengo mucha
fuerza en la mano y en el brazo, y a veces se me olvida.
y
ANNA CHRISTIE 489
ANNA
(Frotándose la mano e!>lmjada y mirando el brazo de
BURKE, dice con cierta ad111iració11, corno él mismo.) ¡Ca-
ramba!. .. ¡Vaya si es fuerte!
BURKil
(Encantado·.) No es mentira. ¿Y cómo habría de serlo,
si he paleado un millón de toneladas de carbón en las cal-
deras de los barcos desde niño? (Da una palmadita en el
rollo de cable, con aire de invitarla.) Siéntese un poco ahora,
señorita, y le contaré algo sobre mí, y usted me hablará un
poco de sí, y dentro de una hora seremos viejos amigos,
como si hubiéramos nacido en la misma casa. (Tira tími-
damente de la manga de Anna.) Siéntese..., ¿quiere?
ANNA
(<',111 111111 ri.11/11,) ll11l'IIO ... (S,, sienta.) Pero no hablare-
11111'1 di• 1111 • ¡,n1111¡111.:11dc '/ l l1blcn1c de usted y del nau-
f111vlo.
l3URKE
(Lisonjeado.) Se lo contaré, claro. Pero... ¿puedo pre-
guntarle algo que me preocupa, señorita?
ANNA
(En guardia.) Bueno... No sé... ¿De qué se trata?
' BURKE
¿A qué se dedica usted cuando no viaja con su padre?
Porque supongo que una linda muchacha como usted no
vivirá siempre en esta cuba.
490 1- UCit;N l: O'Nl:/Ll. /'EATRO ESCOGIDO
ANNA
(Con malestar.) No... Claro que nó. (Escudriña con aire
desconfiado los ojos de BuRKE, sospechando alguna insi-
1wación oculta en sus palabras. Al advertir su ~wcilla fran-
queza, prosigue confiadamente.) Bueno, se lo diré. Soy ins-
titutriz..., ¿comprende? Le cuido los niños a la gente y les
e nseño cosas.
BURKE
(Impresionado.) Conque institutriz..., ¿eh? Usted debe
de ser muy lista.
ANNA
'Pero no hablemos de mí. Cuénteme el naufragio, me lo
ha prometido.
BURKE
(Con aire importante.) Sucedió así, señorita : Hace Jo!>
semanas tuvimos una tempestad endiablada y se nos abrió
una vía de agua en la proa. El capitán esperaba llegar a
Boston antes que otro golpe acabara con nuestra nave, pero
a los diez días nos sorprendió una nueva tempestad como
la anterior o peor todavía. Durante cuatro días, el verde mar
nos barrió la cubierta dc proa a popa. Fueron unas jorna-
das horribles, Dios nos ayude. (Orgullosamente.) Y de no
haber sido por mí y por la fuerza que tengo, le aseguro (y
por Dios le juro que es la verdad) que se habrían amotina-
do en el departamento de calderas. Fuí yo quien lo impidió.
repartiendo puntapiés y puñetazos, y a mis compañeros ya
les importaba un bledo los oficiales, pero temían a un golpe
de mi derecha más que al propio mar. (La mira con ansie-
dad, esperando su aprobación.)
ANNA
(Ocultando una sonrisa y divertida por su pueril fan-
farronería.) Tuvo bastante trabajo..., ¿eh?
ANNA CHRISTIE 491
IIURK ll
(Con presteza.) ¡Ya lo creo! Soy el mismo dernonio
cuando se trata de aguantar h.i~ta el fin. mientras se rinden
los cobardes. Pero... ¡de mucho les valió! En los últimos
segundos, aquello fué un forcejeo de locura. una pelea en
montón, y cada uno luchaba por su vida. No recuerdo cómo
terminó la baraúnda; pero finalmente vi que cuatro de
nosotros estábamos en un bote, y cuando nos levantó una
gran ola, que me lleve el diablo si se veía ya el barco o
los hombres a flor de agua.
ANNA
.
(Bajando la voz.) Y los demás, ¿se ahogaron?
BURKE
Sin duda alguna.
ANNA
(( '1111 1111 nrn/11/rfo.) ¡Qué terrible fin !
RURKB
(Volviéndose ha<"ia ella.) Un fin terrible para los in-
útiles que viven en tierra, quizá. Pero un buen fin para los
que vagabundeamos por el mar..., un fin rápido y limpio.
ANNA
(Impresionada por la palahra.) Sí. limpio. Esa es la
palabra para ... todo eso... Así lo siento yo.
BURKE
¡,Se refiere al mar? (Con interés.) Creo que usted debe
de lle arlo nn poco en la sangre. Su padre, a juzgar por su
/
492 IWC,'l :Nl, O'Nl•./L/,. 1J::ATRO HSCOGJDO
aparicnria, no fue toda su vida una rata de lanchón..., con
perdón si.:a dicho.
ANNA
No, fué contramaestre de veleros durante muchos años.
Y todos los varones, en las dos ramas de su familia, se
marcharon siempre al mar, según dice. Y todas las mujeres
se casaron con marinos, además.
BURKE
(Con gran satisfacción.) ¿De veras? Tenían coraje. Sólo
en el mar se encuentran hombres de veras y con agallas,
dignos de casarse con muchachas lindas y briosas (Y' aquí
añade con cierta audacia:) como usted.
ANNA
(Riendo.) Volvemos a las bromas. (Al ver ofendido a
BURKE, dice rápidamente.) Pero usted iba a hablarme de
sí mismo. Es irlandés, se nota.
BURKE
(Con firmeza.) Si, a Dios gracias, aunque hace quince
años que no veo mi país.
ANNA
(Pensativa.) Los marinos casi nunca v.uelven a su país...,
¿verdad? Me lo dijo mi padre.
BURKE
Pues no le mintió. (Con repentina melancolía.) La del
mar es una vida dura y solitaria. Las únicas mujeres que
uno encuentra en esos puertos de Dios y que están dispues-
tas a hablar con uno, no son verdaderas mujeres. Ya sabe
i
ANNA CHRISTIE 493
a quiénes me refiero: son unos seres lamentables, perversos. ,
Dios las perdone, pero sólo piensan en robarle a uno su
dinero.
ANNA
(Rehuyendo su mirada se levanta y dice ncrvio.m.) Creo
que... será mejor que entre a ver qué pasa ahí dentro.
BURKil
(Temiendo haberla ofendido, implorante.) iNo vaya,
por favor! ¿Es por que la he ofendido al mencionarle a
esas mujeres? ¡No haga caso! Soy torpe cuando se trata
de hablar como es debido a una· muchacha como· usted.
¿Y cómo no habría de serlo? Desde que abandoné mi
casa para ir al mar a palear carbón, es la primera vez
que hablo con una verdadera mujer, con una mujer decen-
te. De modo que no me vuelva la espalda, ahora. Estamos
cm¡,cn1ndo a ser amigos.
ANNA
(Voli•l,111tlo.11· 11111·1·,11111•11/e hacia él. con forzada sonrisa.)
No estoy cnojudn con usted, palabra.
BURKE
(A gradecido.) iDios la bendiga!
ANNA
(Cambiando hruscamente de tema.) Pero si cree de ve-
ras que la vida del mar es tan mala..., ¿por qué no la
deja?
BURKE
(Sorprendido.) ¿Para trabajar en tierra? (Ella asiente.
BURKE escupe desdeñosamente.) ¿Para palear estiércol des-
494 l•//(il Nf, O'Nt:JU,. TEATRO ESCOGIJ)()
de el amanecer hasta la noche, supongo? (Con vehemen-
cia.) No he nacido para eso, señorita.
ANNA
(Riendo.) Me imaginé que lo diría.
BURKE
(Argumentando en su favor.) Pero en el mar, como en
tierra, hay trabajos buenos y malos. Estoy pensando que,
si yo pudiera trabajar en el departamento de calderas de
un vapor como es debido, tendría una casita y volvería a
ella una semana de cada cuatro. Y pienso que entonces
quizá tendría la suerte de encontrar a una muchacha linda
y decente..., como usted..., que estuviese dispuesta a ca-
sarse conmigo.
ANNA
(Volviéndole la espalda, con una risita y con males-
tar.) Sí, claro. ¿Por qué no?
BURKE
(Arrimándose a ella, con júbilo.) Entonces... ¿cree que
una muchacha como usted podría olvidar el pasado y ver
sólo lo bueno que ella misma me ha infundido?
ANNA
~(Con el mismo tono.) Sí, claro.
' BURKE
(Apasionadamente.) ¡Ella no lo lamentaría, se lo juro!
Entonces, yo no volvería a beber ni a vagabundear, sino
que le pondría mi paga en la man~y me quedaría en casa
con elia como un cordero todas las noches de la semana
que pasara en puerto.
ANNA CHRJSTIE 495
ANNA
(Conmovida contra su voluntad y turbada por esta mal
disimulada proposión, dice con forzada risa.) Le bastará
con encontrar a la muchacha.
BURKE
¡Ya la he encontrado!
ANNA
(Algo asustada, tratando de restarle importancia al asun-
to. riendo.) ¿De verás? ¿Cuándo? Creo que usted dijo...
BURKE
(Con audacia y energía.) Esta noche. (Bajando la cabe-
za, con humildad.) Si ella me quiere. (Alzando los ojos
hacia los de ella.) Me refiero a usted.
ANNA
(Los ojos de B uRKE la subyugan por un momento; luego,
se echa atrás, con extraña y desgarrada risa.) Oiga... ¿Está
loco? ¿Pretende burlarsf: de mí? ¿Se me declara? ¡Por
amor de Dios! ¡Si apenas nos conocemos ! (CHRIS sale de
la cabina y se queda mirando fijamente, parpadeando. hacia
popa. Cuando ve a Anna hablando con tanta intimidad con
1111 marinero desconocido, su rostro denota enojo.)
BURKE
(Siguiéndola, con vehemente insistencia, implorante.) ¡Le
digo que fué la voluntad de Dios la que me trajo sano y
salvo a través de la tormenta hasta donde estaba usted!
Piénselo... ¿Verdad que es algo extraño... ?
496 El/(il;Nli O'NWLJ.. '/'EATRO ESCOG/1)0
CHRIS
¡Anna ! (Se les acerca, furioso, con los puños cerrados.)
¡Anna ! Entra en la cabina..., ¿me oyes?
ANNA
(Todos sus sentimientos se transforman inmediatamente
en resentimiento ante su tono intimidatorio.) ¿Con quién
crees estar hablando? ¿Con una esclava?
CHRIS
(Herido, con voz q~ebrantada, suplicante.) Necesitas
descanso, Anna. Necesitas dormir. (Ella no se mueve. CHRIS
se vuelve hacia BuRKE, furioso.) ¿Qué hace usted ahí, ma-
rinero? Usted no está enfermo como los otros. Váyáse a
la proa. Allí le ciarán una litera. (Amenazador.) ¡Dese
prisa, vamos!
ANNA
(lmpulsivamente.) Pero si está enfermo. Míra1o. Ape-
nas puede tenerse en pie.
BURKE
(Irguiéndose y sacando pecho, con risa audaz.) ¿Me
está dando órdenes, fanfarrón? ¡Cuidado! Con una sola
mano, débil como estoy y todo, puedo romperlo en dos y
tirar sus restos por la borda..., y a su tripulación detrás
de usted. (Interrumpiéndose bruscamente.) Lo olvidaba.
Usted es su padre y yo no al~aría un puño contra usted por
nada del mundo. (Sus rodillas se aflojan, se tambalea y va
a caer. ANNA profiere una exclamación de alarma y acude
presurosamente a su lado.)
-r
ANNA CHRLSTIE 497
ANNA
(Pasando uno de los brazos di' BuRK ll sobre su hombro.)
Venga a la cabina. Puede acm,turse en mi cama, si no
hay otra.
DURKl:l
(Con exaltada felicidad, mientras va11 hacia la cabina.)
¡Loado sea Dios! Son sus brazos los que me rodean el
cuello! ¡Anna ! ¡Anna ! Un nombre dulce y que le cuadra.
ANNA
(Guiándolo, cuidadosamente.) ¡Chis! ¡Chis!
BURKB
¿,Que me calle, dice usted? ¿Qué voy a callarme? ¡Lo
I'' i1t11'l< por todo el mar con un megáfono! ¡Usted es la
111111 h11d 111 111 í, l~,11,uoulinnriu del mundo y nos casaremos
p11111111 y 1111~ 11111 11 11111 1tll l lll' 1110 que lo sepan todos !
ANNA
(Iladc1111/olc• /111111111c·<11· el 11111bral de la cabina.) ¡Chis!
No piense l:ll esa conversación. ¡Váyase a dormir! (Des-
t1parece11 e11 d i1111•rior de la cabina. Ci1R1S, que ha estado
esc11cl1011do las iílti11ws palabras de 0URKl3 con boquiabierto
awm,hro, los sigue con la mirada. lleno de desesperación.)
CIIRIS
(Se v11d1'(' súbitamente y amenaza con el puño al mar y
le grita con e11co11ado odio.) ¡Eso ha sido una sucia treta
tuya, maldito demonio! (En un frenesí de ira.) ¡Pero por
Dios que no lo permitiré ! ¡No lo permitiré mientras viva!
¡No, por Dios, no lo permitiré ! (Telón.)
ACTO TERCERO
Escenario: El interior de la n1bina del lanchó11 «Si111eon Wi111hrop"
(anclado en el muelle de B0.1ton). Un compartimie11to angos/o y
bajo de techo, cuyas paredes están pintadas de un pardo claro, con
orlas blancas. En el foro izquierda, una puer/a que lleva a los dor·
mitorios. En el rincón izquierda más lejano, 1m gran ropero pin·
tado de ólanco, .wbre cuya puerta pende, de un clavo, un espejo.
En la pared del foro, dos pequeiias ventanas cuadradas y u11<1 puer·
ta que da sobre la cubierta, hacia popa., En la pared de la derechq.
o/ras dos ventanas que dan sobre la cubierta de babor. Visillos blan·
cos, limpios y almidonados, en las venJanas. Una mesa ~pn dos
sillas de asiento de mimbre e11 el centro de la cabina. Una desven·
cijada mecedora de mi1nbre. pintada de ca.1ta,io, junto a la mesa.
Tarde de un día de sol, una umana después, poco más o menos.
Del puerto y los muelles, ahogado~ por las puerta., y venttlllllS ce·
rradas, llegan el rumor de los silbatos..de los vapores y los resopli-
dos de los motorcitos de algún buque que descarga cerca.
En escena, CHRIS y ANNA. La joven está sentada en la mecedora
junto a la mesa, con un periódico en la mano. No lee, sino que
esJá absorta. Parece desdichada, inquieta, ceñuda y ensimismada
en sus pensamientos. CHRIS vagabundea por la habitación, mirán·
dola con malestar a ratos y deJeniéndose para atisbar distrafdamen·
te por la ventana. Su actitud revela una abrumadora y melancólica
ansiedad que lo desasosiega. Finge arreglar las cosas para que
estén a tono con La vida del mar, pero esta tarea se Limita a re·
coger algún objeto, a mirarlo estúpidamente y a volver a dejarlo
porque sí. Carraspea y empieza a cantar para sí. en voz baja y
con tono quejumbroso: «Josefina mía, sube a bordo. Hace tiempo
que te espero.»
ANNA
(Volviéndose hacia él, sarcásticamente.) Me alegro de
que alguien se sienta bien. (Con lasitud.) Caramba, 111e
ANNA C!IRISTIE 499
gustaría abandonar este rincón tan triste y volver a Nueva
York.
C'I IIUS
(Con un suspiro.) También yo me akgran.: cuando vol-
vamos a zarpar. (Al ver que ella no !tace 11i11gú11 comen-
tario, sigue, con una torpe tentativa de sarcasmo.) Pero no
sé por qué no te gusta Boston. Creo que aquí lo pasas
bien. Bajas a tierra a cada momento, todos los días y no-
ches. Vas al cine, al teatro, te diviertes en todas las formas
posibles... (A sus ojos asoma el odio.) ¡Todo con ese mal-
dito irlandés !
ANNA
(Con cansado desdén.) ¡Oh, por amor de Dios ! ¿Vuelta
a lo mismo? ¿Tiene algo de malo el que me lleve de paseo?
¿Quieres que me pase el día y la nóche en esta cabina con-
tigo... y me dedique a hacer media? ¿No tengo derecho
a divcrtirme todo lo que pueda?
CIIRIS
No te divic1les como es debido. al menos, al salir
con ese hombre.
ANNA
¿Acaso no he vuelto a bordo todas las noches a las
once? (Se le ocurre una idea y lo 111ira de un modo penetran-
!<• y receloso, con creciente ira.) Oye .., ¿qué has querido
decir con eso?
CHRIS
(Presurosamente.) Sólo lo que dije, Anna.
ANNA
Dijiste que no me divertía «como es debido», y lo dijiste
500 EUGENE O'NEJLL.-TEATRO ESCOGIDO
de una manera extraña. Oye... No querrás insinuar que hay
algo de malo entre nosotros..., ¿verdad?
CIIRIS
(Horrorizado.) ¡No, Anna ! ¡No, te lo juro, no he pen-
sado en eso!
ANNA
(Apaciguada por la evidente sinceridad de su padre,
vuelve a sentarse.) Pues no lo pienses si quieres que yo
vuelva a hablarte. (Enojada, nuevamente.) Si soñara algún
día que lo pensaste, me largaría tan pronto de este lanchón
que no me volverías a ver el pelo, qué diablos...
CIIRIS
(Apaciguador.) Jamás se me ocurriría pensarlo... (Des-
pués de una pausa brevísima, con tono de censura.) Estás
aprendiendo a blasfemar. ¿No te parece eso impropio de
una muchacha?
ANNA
(Con un dejo de sonrisa.) Discúlpame. No estás habi-
tuado a este lenguaje, ya lo sé. (Burlona.) Este es el efecto
que me ha causado el mar adonde me trajiste.
CJIRIS
(indignado.) No, yo no tengo la culpa. La eulpa es de
ese maldito marinero que te enseña cosas malas.
ANNA
No es marinero. Es fogonero.
A NNA CJJRISTIE 501
CllltlS
(Con vehemencia.) Peor que peor. le cli~•o. ¡Los hom-
bres que palean carbón abajo son la gente más sucia para
hablar y más grosera del mundo!-
ANNA
Me disgusta que digas eso de Mal.
CHRIS
¡Oh! ... Lo mismo se lo digo a él. No creas que le tengo
miedo porque sea más fuerte que yo. (Con aire amenaza-
dor.) Uno no pelea con los puños con esa gente. Hay otra
mar.iera de ajustarles las cuentas.
ANNA
(Mlrti"'/11/11, 1·011 r,•¡11•11ti11a a/M111a.) ¿Qué quieres decir?
('IIIUS
(H.oscamente.) Natla.
ANNA
Más vale así. Yo que tú, no le buscaría las cosquillas.
Mat podría olvidar que eres mi padre... y entonces, se te
acabaría la impunidad.
CHRIS
(Con ardiente odio.) ¡Pues deja que lo haga! Quizá yo
sea un pájaro viejo. pero apuesto a que aún puedo enseñarle
un par de tretas.
502 EUGENE O'NEILL.- TEÁTRO ESCOGIDO
- ----
ANNA
(Cambiando repentinamente de tono, se muestra per-
suasiva.) Vamos, sé bueno. ¿Qué te pasa, después de todo?
¿No quieres que algún otro sea bueno conmigo fuera de ti ?
Cl!RIS
(Calmado, se le acerca y dice, con vehemencia.) Sí que
lo quiero, Anna..., pero no un marino. Quiero que te cases
con un hombre digno de confianza y con un buen empleo
en tierra. Tendrás tu casita propia en el campo...
ANNA
(Levantándose. dice con brusquedad.) ¡Oh, basta ! (Des-
deñosamente.) ¡Una casita en el campo ! ¡Ojalá hubieses
visto la casita de campo donde me tuviste encarcelada
hasta los dieciséis años! (Con creciente irritación.) Algún
día me enloquecerás tanto con ese tema, que no podré con-
tenerme ya y te diré. .. un par de cosas que te abrirán
los ojos.
CHRIS
(Alarmado.) Yo no quiero.. .
ANNA
Ya lo sé que no quieres: pero siempre estás con la
misma monserga.
CHRIS
Bueno, no volveré a hablar de ello, Anna.
ANNA
Entonces, prométeme también que ya no volverás a de-
cir nada desagradable sobre Mat Burke en ninguna ocasi~n.
ANNA CIIRISTJE 503
( 'II IOS
(Evasivo y recelmo.) ¿, Poi qlH.:'! ¿E~ que te gusta tanto
ese hombre, Anna?
ANNA
¡Sí, claro que sí ! Es todo un hombre, por más defectos
4ue tenga. Uno de sus dedos vale por centenares de indi-
viduos de los que he encontrado por ahí. .., tierra adentro.
CHRIS
(Cuyo rostro se ensombrece.) ¿Quizá creas amarlo, en-
tonces?
ANNA
(I>t-.w,fio11t1•.) ¡, Y qué, si así fuera?
CIIRIS
(/•'r,11wlem/11 d , 1·110. dice con esfuerzo.) ¿Quizá... te
propong.us... ct11,11 1ll' ron ffl
ANNA
(Movil'ndo la cabeza.) ¡No ! (El se111h/onte de C HRIS
r('vl'/11 alivio. ANNA continúa lentamente., con un dejo de
tristl'ta 1111 la voz.) Si lo hubiera conocido hace cuatro
años..., hace dos. por lo menos..., habría aprovechado la
ocasión al vuelo, te lo digo con franqueza. Y lo haría aho-
ra.... pero es un hombre tan simple..., niño gra nde... y
no tengo valor para engañarlo. (Se interrumpe, repentina-
mente.) Pero no vuelvas a decir que Mat no me merece.
Soy yo quien no lo merezco a él.
504
EUGENE O'NEJLL.- TEATRO ESCOGIDO
CHRIS
(Con desdeñoso bufido.) ¡Me parece que estás loca,
Annal
ANNA
(Con triste risa.) Yo misma lo estuve pensando estos
días. (Va hacia una percha próxima a la puerta, de la que
toma un chal que se echa sobre los hombros.) Creo que
daré un paseflo hasta el final del muelle y veré qué hay
allí. Me gusta mirar cómo pasan los barcos. Creo que Mat
no tardará en llegar. Dile dónde estoy.. ., ¿quieres?
CHRIS
(Abatido.) Bueno, se lo diré. (ANNA sale por foro. Cr-m,s
sale en pos de ella y se detiene por un instante en la cubier-
ta, siguiéndola con la mirada. Luego vuelve a la cabina y
cierra la puerta. Se queda mirando por la ventana y mur-
mura: «Maldito demonio.» Después va hacia la mesa, en-
dereza mecánicamente el mantel, toma el periódico que
ANNA ha dejado caer al suelo y se sienta en la mecedora.
Mira fijamente el periódico durante unos instantes, lo deja
sobre la mesa, apoya su cabeza sobre las manos y suspira
fatigado. En la cubierta, se oyen pesados pasos y luego
resuena un fuerte golpe en la puerta. CHRrs se sobresalta,
hace ademán de levantarse y de ir hacia la puerta: luego
lo piensa mejor y permanece inmóvil. El golpe se repile,
y, como no hay respuesta, la puerta se abre de par en par
y aparece MAT BURKE. CHRIS frunce el ceño ante el intruso
y se lleva instintivamente la mano_a la vaina del cuchillo
que tiene en el cinto. ·BuRKE está engalanado: luce un traje
azul barato, una camisa de algodón rayado, con una cor-
bata negra, y unos zapatos negros recién lustrados. Su rostro
irradia buen humor.)
ANNA Cf/RISTIE 505
IIURIH
(Al ver a CIIRJS, co11 j<Jl'ial tono di' burla.) ¡Bueno,
miren quién está aquí! (Se i11di1111 y logra hacer que su
enorme cuerpo franquee el a11golto 1•c11w dí' la puerta.) ¿Y
cómo Je trata el mundo esta tarde, señor padre de Anna?
CIIRIS
(Hoscamente.) Muy bien..., si no fuera por ciertos in-
dividuos.
BURKE
(Sqnriendo.) ¿Lo dice por mí? (Ríe.) ¡Bueno, es usted
lo que se llama un viejo chiflado! (Seriamente.) ¿Dónde
está ella? (Ct-IRIS sigue sentado en silencio, rehuyendo su
mirada. BuRKJJ se siente irritado ante su silencio.) ¿Dónde
c~l(i Anna. le pregunto?
C'IIIUS
(V1w1l1111tl11, 11 n •g111íadie11tes.) Fué hasta el final del
muelle.
lll/RK ll
Entonces, iré allí. Pero untes de hacerlo, aprovecharé
l~Sla or,ortunidad, ya que estamos solos, para charlar con
11ll'd. (Se sienta enfrente de C11R1S, junto a la mesa y se
í111 /11111 hacia él.) Y la charla será breve. Quiero casarme
con Annu untes que termine el día de hoy, y más vale
que se haga usted a la idea, le guste o no.
CHRIS
(Mirándolo furiosamente, con odio, y riendo con una
risa forzada y dl'sdeñosa.) ¡Ja, ja ! ¡Eso es fácil de decir!
506 EUGENE O'NEILL. TliATRO ESCOGIDO
- --
BURKE
¿Quiere decir que no lo haré? (Despreciativo.) ¿Cree
que me lo impedirá un homhrc como usted?
CIIRIS
Sí, yo se lo impediré si no hay más remedio.
BURKE
(Con desdeñosa piedad.) ¡Dios le ayude!
CHRIS
Pero no habrá necesidad. Anna .. .
BURKE
(Sonriendo, con confianza.) ¿Cree que lo impedirá
Anna?
CHRIS
Sí.
BURKE
Pues yo le digo que no. Sabe que la amo y también ella
me ama : lo sé perfectamente.
CHRIS
¡Ja, ja ! Sólo se ha divertido con usted. ¡Lo toma por
tonto. y nada más!
ANNA CHRJSTIE 507
IIURKE
(Impasible y con 1111a sonrisa.) ¡Eso es mentira, mal
rayo le parta!
CIIRIS
No, no lo es. Arma me <lijo, cuando se disponía a sa-
lir de paseo, que nunca.. se casaría con un hombre como
usted.
BURKE
No lo creo. Usted es un embustero tremendo, capaz de
o rganizar los mayores líos a poco que la ocasión se 'preste.
Pero como yo no quiero líos, por eso estoy sentado aquí.
(Con aire grave.) Hablemos ahora del asunto de hombre
u hombre. Usted es el padre de Anna, y sería una ver-
1:llc111a que nos claváramos los dientes en la garganta como
1111111 ¡wrros cuando yo me casara con Anna..., ¿no le pa-
11•11•'/ V111111,~. dígame la verdad, hombre de Dios. ¿Qué
l ll'IH' Ullll t ,I mf'!
CIIRIS
(A l¡.:o t1pm·1¡.:11tulo, ,·011tm MI 1•0/1111/ad, por la evidente
,11weridad de B u RKL, 11,•m 111/rii:(l(/o y receloso.) Bueno...
No quiero que Anna se case. Oigu, umigo. Yo soy un vie-
10 No he visto a Anna durante quince años. Era todo lo
q111• ll'llÍa e n el mundo. Ahora que ha venido por primera
ve, . ¡,supone usted que quiero que me abandone de
nuevo?
BURKE
(Cordialmc11t,·. ) No crea que no comprendo sus senti-
mientos.
508 I / C;J,1/. r•'Nlll l..- 'f'l.:.A TRO ESCO(ill><J
CIIRIS
(,bvmbrado y alentado, tratando de ser persuasivo.) En
tonccs, usted hará lo más conveniente..., ¿eh? Vuelva a em-
barcarse y deje en paz a Anna. (Lisonjero.) Un hombre
de la talla de usted, que está siempre en el mar, no nece-
sita esposa: Consigue una muchacha nueva en cada puerto,
usted lo sabe.
BURKE
(Momentáneamente irritado.) ¡Váyase al diablo! (Domi-
nándose, con serenidad.) No diré que no. Pero que el dia-
blo le lleve si no llega un día en que todo hombre, en el
mar o en tierra, si no es un imbécil nato, se cansa de todas
esas vacas y se muere por conocer a una muchacha linda
y decente y por tener su hogar y por criar a sus hijos con
él. Perderá el tiempo si me pide que abandone a Anna.
Para mí, no hay otra en el mundo y creo que ya no puedo
vivir sin ella.
CHRIS
¡Le apuesto a que la olvidará a la semana de haber
salido de puerto!
BURKB
Usted no me conoce. Ni la muerte lograría hacérmela
olvidar. De modo que no me hable de abandonarla. ¡No
lo haré, y maldita sea ! Las cosas no se le presentarán a
usted tan mal como supone. Ella vivirá aquí, en los Es-
tados Unidos, y se casará conmigo. Y usted la verá a me-
nudo..., mucho más a menudo que durante los quince años
que pasó criándose en el Oeste. Es increíble que sea pre-
cisamente usted quien se escandaliza tanto porque Anna
pueda marcharse, cuando en tantos años no la ha ido a
ver ni una sola vez.
ANNA CIIRJSTJE
-----
509
CIIIUS
(Con aire culpable.) Me pal'cció prcfcriblc que v1v1era
lejos, que se criara tierra adcnt10. !.1n conocer a ese viejo
demonio que es el mar.
13URKE
(Desdeiiosamente.) ¿Vuelve a culpar al mar de todas
sus dificultades? Bueno, Anna lo conoce ahora. Lo lle-
vaba en la sangre, de todos modos.
CHRIS
Yo no quiero que conozca a ningún marinero i'nútil. ..
BURKE
Pue~ uhoru conoce a uno.
CllltlS
(0,,.1,111111111.I,, 1111 {111111.10 p1111ett1·w sobre la mesa.) ¡De
eso se trato I l.ht~·d es eso. precisamente..., iun marinero,
un inútil! ¿,Cn:c q111: k <kiaré amargarle la vida como se
la amargué yo a bll nwdrc'l ¡No, se lo juro! ¡No se ca-
sará con usted, aunque yo ll·np,a que matarle ! ·
BURKE
(Le mira por un momento, asombrado, y luego ríe rui-
dosamente.) ¡Ja, ja ! ¡Manera audaz de hablar la suya
para ser un enano!
CHRIS
(Amenazador.) ¡Ya lo verá !
·1
51 0 EUG/iNE O'NEILL.- TEATRO ESCOGIDO
BURKE
(Con sonriente desconfianza.) iClaro que lo veré! ¡Me
veré casado con -Anna hoy mismo, le digo! (Con desdeñosa
exasperación.) Tontas charlas las suyas cuando dice que
el mar hizo esto y aquello. Debiera avergonzarse de decir
eso, usted que. es un viejo marino. iYa le he oído mu-
chas cosas de ésas y conozco muchas más que le oyó decir
Anna, y creo que usted es un pobre diablo y no un
hombre!
CHRIS
(Con aire sombrío.) Ya verá si soy un hombre... Antes
de lo que supone, quizá.
IIURKIJ
(Desdeñosamente.) Vamos, basta de fanfarronadus. Creo
que el miedo al mar le ha hecho perder el juicio. Anna me
dijo que usted quisiera verla casada con un agricultor.
¡Linda pareja sería ésa! ¿Quiere que una muchacha tan
guapa como Anna se acueste de noche con un sucio infe-
liz que hieda a cerdos y a estiércol? ¿O que se ate por
toda la vida a uno de esos inútiles, flacos y arrugados, que
trabajan ea las ciudades?
CHRIS
¿Qué estupideces está diciendo?
BURKE
No digo estupideces. Sólo repito los propios desatinos
de usted. Pero, en el fondo, usted sabe la verdad, aunque
el enorme miedo que tiene al mar le haya convertido en
un embustero y un cobarde. (Descargando un puñetazo so-
bre la mesa.) ¡El mar es la única vida posible para un
ANNA CIIRISTIE 511
hombre con agallas y que no le tenga miedo a su propia
sombra! Sólo se siente uno libre en el mar, y entonces va-
gabundea por el mundo, y ve toda clase de cosas y no le
interesa ahorrar dinero o robárselo a los amigos o cual-
quiera de las feas tretas a que dedicaría su vida uno de esos
imbéciles de tierra adentro. Usted mismo conoció eso en
tiempos y fué contramaestre muchos años.
CllRIS
(Farfullando, rabiosamente.) ¡Y usted un estúpido! ¡Un
estúpido!
BURKE
A usted lo que le pasa es que se ha tragado el ancla y
no la ha digerido. El mar le pegó duro, dejándole fuera
de combate, y, como no es lo bastante hombre para ir por
otra, se quedó tendido y aullando el resto de su vida. (Or-
,:11/losamente.) ¿Acaso no estuve yo a punto de ahogarme?
PI mur me polpeó de firme y me dejó exhausto, viéndome
11111 1·1•1rn clt•I i11ftl'f110 que oí bramar las llamas; pero de
1111~ l11h11r1 1111 111011) 1111 solo !'Cmido, hasta que el mar se
1111d1t'I 111 v1 , 111 fw·1111 y ugullLHi de 1111 tío como yo.
CIIRIS
(Con despr<1cio.) ¡Sí! ¡A juzgar por lo que cuenta, me-
nudo barbián está hecho!
--BURKE
....
(Hnojarlo.) ¡ Usted me está llamando embustero con
dcma1.iada frecuencia, viejo fanfarrón ! ¿Acaso no salió todo
eso y hasta mi retrato en los periódicos de Boston la se-
mana pasada? (Mirando a CHRIS de arriba abajo. con des-
precio.) Hubiera querido verle a usted en plena juventud
haciendo lo que hice yo durante la tempestad y después
de ella. ¡Se habría portado como un loco y un estúpido.
chiUando de miedo!
Anna Christie
Anna Christie
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  • 1. ANNA CHRISTIE DRAMA EN CUATRO ACTOS (1920} l ' ,... j
  • 2. NOTA PREVIA LA protagonista de este her111m,·v drama se salva con el contacto del mar, telón de fondo y coro Jrágico de La obra. Esta idea panleÍ.ta, la del ser humano que recupera su plenitud y armonía con el contacto purificador de Las grandes fuerzas de La Na- turaleza, ronda todo el teatro de O'Neill: aquí, es el mar; en Deseo bajo los olmos, la tierra; en Lázaro reía, la muerte, y en El emperador Jones, el terror cósmico. Amor extraño, puro y lírico el de esta mujerzuela que sabe liberarse de los escombros de su pasado. Esta capacidad de los personajes de O'Neill de ven- cer las limitaciones de su carne es un hilo fluyente de poesía.que se escurre entre las grietas de la rea- lidad. Lo mismo sucede con el Jim Harris de Todos los hijos de Dios tienen alas. O'Neill le tiende su mano piadosa a la muchacña derrotada y sin ánimo de vi- vir. Su Anna es el símbolo de la posibilidad de mi- lagro que hay en todos los vencidos, de que la vida sigue su curso y existe siempre un mañana. El desenlace, relativamente optimista, es lógico y h11mano y dista de ser un happy cnd. Mat vuelve a A1111a porque necesita creer. Tanto él como ella son e/os 1uí11fragos y les hace falta una certeza para se- g11ir ,•iviendo. Es la misma esperanza q11e canta en el final de llusión, la misma palabra de fe que brota de los labios exangües de Robert Mayo. !'ero el final de Anna Christie s6lo es feliz en apariencia. La tra- gedia reaparecerá apenas asome su descolorido ro.<,tro, en la paz hogareña, el pasado de Anna. L. M.
  • 3. 1 P E RSONAJ ES J OHNNY l,L CURA. Dos ESTIBADORES. U N CARTERO. L ARRY, dependiente de la taberna. Cli RIS C HRISTOPHERSON, capitán del lancl,ó11 •Si¡neon Wintl,rop». MARTHY 0WEN. ANNA CHRISTOPHERSON, hija de ÜIRIS. TRES TRIPULANTES de un vapor. ;.fAT B URKE, fogo11ero. JOHNSON, marinero del lanchón. ESCENAR I OS A<..TO J : La taberna de Jhonny el Cura, cerca del puerto. en Nueva York. Acro lI: El lanchón 1Simeon Winthrop», anclado en el puerto de Provincetown, Massachusetts. Diez días después. Acro 111 : La cabina del lanchón, atracado al muelle de Boston. Una semana después. Acro JV : El mismo. Dos días después. ACTO PRIMERO La taberna de Jolm11y el Cura, cerca c/1• S'o11tl, StH't't, en V11ern York. El escenario está dividido e11 dos partes, moHrando 1111 pe- que,io resen•ado a la dereclia. En el primer término izquierda del despacho de bebida:.· 1111 venlllnal que da a la calle. Más allá, la entrada pri11cipal: una doble puerta de rnivén, a la que sigue otra ventana más. El mostrador se extiende de izquierda a derecha, a lo largo de casi toda la pared del foro. Detrás del mostrador hay una peque,ia estantería con unas cuantas botellas de licores, evi- dentemente poco solicitadas. El resto del espacio del foro, delante de los grandes espejos, lo ocupan medios barriles de «whisky» ba- rato del tipo de los de •a perra el trago», de los cuales se saca el licor con espitas. A la derecha, hay una puerta abierta que lleva al reservado. En éste, cuatro mesas de madera, redondas, con cinco sillas alrededor de cada una. En el foro, 11110 puerta particular que da a una callejuela. Ultimas !,oras de la tarde de wz día de oto,io. AL Levantarse el telón, aparece J OIINNY. JOHNNY EL CURA merece su a¡;odo. Con su rostro pálido, enjuto, pulcramente afeitado, sus plácidos ojos azules y su cabello blanco, le iría mejor una sotana que el mandil que llern puesto. l';: su 1·oz ni 1us modales disipan esta ilusión, que Lo ha convertido en u11 personaje en el puerto. Aquélla y éstos son suaves y apacibles. Pno debajo de toda esta mansedumbre se 11di1•i11a al hombre oculto detrás de la máscara: cínico, insensible, duro. J OHNNY está repanti11gado a sus ancl,as de· trós del mostrador ; sobre la nariz Le cabalgan 1111 par de anteojos, y lee 1111 periódico de la noche. E111ra11 de la calle dos ESTIBADORES, con sus mandiles de trabajo. Sus gorras. ladeadas sobre ./a cabeza en agresivo ángulo, ostentan la insignia del sindicato.
  • 4. 432 EUGENL O'NE/LL.-TEATRO ESCOGIDO ESTIBADOR l.º (Cuando ambos se instalan junto al mostrador.) Dame un <<whisky». Del número dos. (Arroja una moneda sobre el mostrador.) ESTIBADOR 2.º Lo mismo a mí. (JOHNNY pone dos vasos de «whisky, de barril ante ellos.) ESTIBADOR l.º j Salud! (Su compañero corresponde. Ambos apuran el vaso.) cSIIDADOR !.º (Echando más dinero sobre el mostrador.) Otros dos. ESTIBADOR l.0 Ahora, ponme uno grande de cerveza; rubia y negra. mitad y mitad. Estoy seco. ESTIBADOR 2.0 Lo mismo digo. (JOHNNY arrima dos vasos grandes y los pone rebosando espuma ante los clientes. Ambos beben la mitad de su contenido y empiezan a conversar presurosa- mente. en voz baja. Se abre de par en par la puerta de la izquierda y entra LARRY. Es un joven de aspecto aniñado, rubicundo, bastante ~"apo, de unos veinte años.) LARRY (Saludando con w, gesto a JOHNNY, cordialmente.) Bue- nas, patrón. ANNA CI-IRISTIE 433 JOIINNV Buenas, Larry. (Co11s11/ta11do .m reloj.) Llegas a tiempo. (LARRY va a la derecha, detrth- del mostrador, se quita la chaquetCI y se pone tm delantal.) ESTIDADOR 1.0 (Con tono bmsco.) Acaba y vámonos. (Concluyen de beber y salen por la izquierda. EL CARTERO entra en el pre- ciso momento en que ambos hacen mutis. Saluda con un gesto a JOHNNY y arroja una carta sobre el mostrador.) EL CARTERO En la dirección dice que se te debe entregar a ti, Johnny, para que se la hagas llegar al destinatario. ¿Lo conoces? JOHNNY (Toma la carta y se cala los anteojos. LARRY se acerca y atisba por encima de sus hombros. JOIINNY lee, muy len- tamente.) Christophcr Christopherson. EL CARTERO (Servicial.) Un nombre estúpido. LARRY Se trata del viejo Chris. EL CARTERO ¡Ah! ... Es cierto. Olvidaba que Chris tiene un nom- bre tan ridículo como ése. Aunque, ahora lo recuerdo, ya han llegado aquí cartas para él en otras ocasiones. Pero hace mucho tiempo. ¿De modo que recibirá la carta?
  • 5. 434 IJU<it:.NE O'NEILL. TEATRO ESCOGIDO JOIINNY Claro. Chris viene aquí siempre que baja a tierra. EL CARTERO (Disponiéndose a marcharse.) Conque es marinero...,¿eh? JOJINNY (Con una sonrisa burlona.) Es capitán de un lanchón. De una carbonera. El CiRTLRO (Riendo.) j Vaya un trabajo! Bueno, hasta luego. JOHNNY Hasta luego. Cuidaré de que Chris la reciba. (EL CAR- TERO sale. 10HNNY escudriíia la carta.) Tú que tienes buena vista, Larry: ¿de dónde viene esto? LARRY (Después de examinar rápidamente el sobre.) De Saint Paul. Eso queda en Minnesota, según creo. Por lo demás, la letra parece de mujer. ¡El viejo bribón ! JOHNNY Chris tiene una hija en no sé qué lugar del Oeste. Creo que me lo dijo en cierta oportunidad. (Pone fa carta sobre la registradora.) Ahora que lo pienso, hace muchísimo tiem. po que no veo al viejo Chris. (Se pone el abrigo y da la 1·11e/ta al mostrador.) Bueno, me voy a casa. Hasta mañana. A NNA CHRISTIE 435 IARRY Buenas noches, patrón. (Hu d preciso 1110,11ento en que J o HNNY va hacia la puerta de calle•, é.1ta .1c• abre de par en par y entra CHR!STOPJ JER C11R1STOJ>1J llRSON. Es 1111 hombre de unos cincuenta a,ios, bajito, reclwnclw, de anchas es· paldas, de rostro redondo, m bicundo y curtido por los vien· tos, en el que brillan unos ojos miopes de color azul claro. chispeantes de sencillo buen humor. Su boca wande, sobre La cual está caído u11 bigote tupido y amarillo, es pueril- mente voluntariosa y débil, de terca bondad. Su grueso cuello está embutido como un pilar en el pesado tronco de su cuerpo. Sus brazos, con manos grandes, velludas y peco- sas, y SHS regordetas piernas, rematadas por grandes pies planos, son desgarbadamente cortos y musculosos. Camina con andar torpe y balanceándose. Su voz, cuando no se eleva a un registro tonante y que suena a hueco, desciende hasta un murmulle misterioso y confidencial, con algo de vagamente quejumbroso. Viste un traje oscuro de faena que no le sienta bien, y lleva puesta una ajada gorra gris sobre la greñuda pelambrera entrecana. En este momento, su rostro resplandece de bienaventurada felicidad; evidente- mente ha estado behiendo. Le tiende la mano a JOHNNY. CHRIS ¡Hola, Johnny ! Echa un trago conmigo. Vamos, Larry. Danos de beber. Toma tú una copa también. (Llevándose la mano al bolsillo.) Tengo dinero... Mucho dinero. JOHNNY (Estrechando la mano a CHRIS y sacudiéndola.) H ablan- do del ruín de Roma... Precisamente estábamos refiriéndo- nos a ti. LARRY (Yendo al extremo del mostrador.) Hola, Cbris. ¿Qué te cuentas? (Se estrechan las manos.)
  • 6. 436 EUGENE O'NEILL.- TEATRO ESCOGIDO CHRIS (Satisfecho.) Danos de beber. JOHNNY (Con sonrisa zumbona.) Estás un poco borracho. ¿Dón- de la pescaste? CHRIS (Con una mueca de burla.) Con un amigo de otro lan- chón ..., un irlandés..., que consiguió una boteIJa de «whis- ky», y nos la bebimos, los dos solos. ¡Aquel «whisky» era pólvora pura, qué diablos! Acabo de bajar a tierra. Danos de beber, Larry. Me emborraché un poco, no mucho. Me siento bien. (Ríe y empieza a cantar con voz trémula, nasaly aguda:) Josefina mía, sube a bordo. Hace tiempo que te espero. La luna brilla. Se parece a ti. Chin-chin, chin-chin, chin-chin. (Para acompañar esto último, agita la mano como si di- rigiera una orquesta.) JOHNNY (Riendo.) La misma Josefina de siempre..., ¿ch. Chris? CHRIS Tú no sabes apreciar una buena canción cuando la oyes. Esta me la enseñó un italiano de otro lanchón. Danos de beber. (Arroja unas monedas sobre el mostrador.) LARRY (Con aire profesional.) ¿Qué se sirve, caballeros? JOHNNY A mí, cerveza floja, Larry. ANNA CHRJSTIE CIIRIS Whisky... del número dos. LARRY 437 (Mientras les sirve.) Echaré un cigarro por lu cuenta. CIIRIS (AIzando el vaso) ¡Que aproveche ! (Bebe.) JOHNNY Lo mismo digo. CHRIS (Inmediatamente.) Repite la cerveza. JOII NNY No. En otra oportunidad. Ahora tengo que irme a casa. ¿De modo que acabas de bajar a tierra? ¿De dónde vuel- ves esta vez? CIIRIS De Norfolk. Viajamos lentamente..., con un tiempo as- queroso... ¡Sólo niebla, niebla y niebla... sin cesar! (Un insistente timbre en la puerta trasera del reservado. Clrn1s se sobresalta, y dice precipitadamente:) Voy a abrir, Larry. Me olvidaba. Es Marlhy. Ha venido conmigo. (Se va al reservado.) LARRY (Con una risita.) ¡El viejo tonto, siempre viviendo con la misma vaca!
  • 7. 438 /;IJ(il~Nli V'Nl::/1.,l. TEATRO ESCOGIDO JOffNNy (Con una sonrisa burlona.) Chris es muy divertido. Bue- no. me iré a casa. Hasta luego. (Va hacia la puerta de lacalle.) LARRY Hasta Juego, patrón. JOHNNY j Ah r No te olvides de darle esa carta. LARRY No lo olvidaré. (JOIINNY sale. En el ínterin, CHRi s ha abierto la puerta privada y ha hecho entrar a MARTHY. Es una mujer de cuarenta a cinc11en1a t111os. Su rostro mof/e- ludo y salpicado de 111a11cltas, de gruesa nariz roja, está veteado de venas rojas entretejidas. Su cabello, tupido y canoso, está recogido en 11na grasienta greña en lo alto de ' su redonda cabeza. Su figura es fláccida y gorda; su aliento brota en sibilantes sonidos entrecortados y habla con voz sonora y hombruna, subrayada con estallidos de ronca risa. Pero en sus ojos azules, inyectados en sangre, fulgura toda- vía una juvenil ansia de 11ivir que no han logrado ahogar las duras vicisitudes de la existencia, y un sentido del humor burlón, pero jovial. Está tocada con una gorra masculina y viste una chaqueta de hombre con doble hilera de boto- nes y una fa/da de percal llena de manchas Sus pies des- nudos están metidos en unos zapatones que exceden en varios números al que les corresponde, por cuya causa ca- mina tambaleándose y arrastrando los pies.) MARTHY (Gruíiona.) ¿Qué te propones, holandés? ¿Tenerme de plantón ahí todo eJ día? (Se adelanta y se sienta junro a la mesa del rincón de la derecha. primer término.) ANNA CHRISTJE 439 CHR!S (Conciliador.) Perdona, Marthy. Estaba charlando con Johnny. Se me olvidó. ¿Qué vas a tomar? MARTIIY (Calmándose.) Un vaso grande de cervl!za. CIIRIS Te lo traeré yo mismo. (Vuelve al mostrador.) Cerveza para Marthy, Larry. Whisky para mí. (Arroja unas mone- das sobre el mostrador.) LARRY Ahí tienes. (R ecordando, toma la carta que está detrás del mostrador.) Aquí tienes una carla para ti... de Saint Paul, Minncsota. Y la escribe una dama. (Sonríe burlona- 11w11t,·.) CIIRIS (Con rapidez, tomando la carta.) ¡Ah !... Entonces es de mi hija Anna. Vive allí. (Le da vueltas a La carta· en sus manos, con incertidumbre.) Hace tiempo que no recibía carta de Anna.... un año, me parece. LARRY (Festivo.) ¡Menudo cuento de hadas!. .. ¡De tu hija! ... Apostaría a que es de alguna vagabunda. · CHRIS (Con aire serio.) No. Es de Anna. (Preocupado por la carta que tiene en la mano, con tono indeciso.) Caramba,
  • 8. 1 440 hUCiENE O'NE/Ll.-TEATRO ESCOGIDO me parece que estoy demasiado borracho para leer esta carta ele Anna. Me sentaré un momento. Lleva adentro lodo fo que he pedido, Larry. (Entra en el reservado.) MARTHY (Irritada.) ¿ Y mi cerveza, grandísimo pelma? CHRIS (Preocupado.) Larry te la traerá. (Se sienta dándole frente a ella. LARRY trae las bebidas y las pone sobre la mesa. El y MARTHY se saludan en silencio, al reconocerse. LARRY se queda parado, mirando a CHRIS con curiosidad. MARTIIY bebe un largo trago de su vaso de cerveza y exhala un enorme suspiro de satis/acción, limpiándose la boca con el dorso de la mano. C 11R1S cvntempla fijamente la carta durante unos instantes, la abre con lentitud y mi- rando a ratos de soslayo, comienza a leerla laboriosamente, moviéndose sus labios al deletrear las palabras. A medida que lee, ilumina su rostro una mezcla de júbilo y perple-jidad.) LARRY ¿Buenas noticias? MARTHY (Cuya curiosidad se ha despertado también.) ¿Qué tie- nes ahí, por amor de Dios? ¿Una carta? CHRIS - (Hace una pausa después de haber terminado la lec- tura, como para digerir lentamente la noticia, y asesta un repentino puñetazo sobre la mesa con feliz excitación.) ¡AJ diablo! Anna dice que llegará aquí de un momento a otro... ¿Te das cuenta? Se ha cansado de su trabajo en Saint Paul. La carta es breve y no explica mucho más. (Radiante.) ¡Ca- ANNA CHRISTJE 441 ramba, son muchas buenas noticias a un tiempo para un viejo como yo! (Volviéndose hacia MARTHY, algo avergon- zado.) Como recordarás, Marlhy, te dije que 110 veo a mi Anna desde pequeña, desde que estaba en Suecia y tenía cinco años. MARTIIY ¿Qué edad podrá tener ahora? CIIRIS Debe de tener. .. ; veamos... ¡Debe de tener veinte años, qué diablos! LARRY (Sorprendido.) ¿Hace quince ya que 110 la ves? CHRIS (Repentinamente sombrío, en voz baja.) No. Cuando Anna era muy niña, yo era capitán de un velero. Sólo vol- vía a casa unas pocas veces al año. Era un estúpido ma- rino. Mi mujer, la madre de Anna, se cansó de esperarme eternamente en Suecia. Vino aquí con Anna y fueron a Minnesota, a vivir con los primos de mi mujer en una granja. Entonces, ella murió cuando yo estaba de viaje y creí conveniente que Anna se quedara en casa de aquellos parientes. Me pareció preferible que viviera en una granja y no conociese a ese viejo demonio que es el mar ni a un padre como yo. LARRY (Con un guiño a MARTHY.) Seguramente, la muchacha se casará con un marinero. Lo lleva en la sangre. CHRIS (Levantándose bruscamente de un salto y descargando
  • 9. 442 IW<.;J~N J~· O'N J:JLJ,. 'rEATRO ESCOGI DO un f)lflieJazo sobre la mesa, en un acceso de ira.) ¡No. nt yos l ¡No ha n't eso! MARTHY (Asiendo presurosamente su vaso, dice, con enojo:) ¡Eh. cuidado, viejo loco! ¿Quieres volcarme encima Ja espuma? LARRY (Asombrado.) Bueno, ¿qué bicho te ha picado? ¿No eres un marinero tú mismo y no lo has sido siempre? CHRrs (l entamente.) Por eso lo digo. (Con sonrisa forzada.) Un marinero no tiene nada de malo, pero no para casarse con una muchacha. No. Lo ~é. También lo sabía la madre de Anna. LARRY (Mientras CHRJS queda sumido en melancólicas cavila. ciones.) ¿Para cuándo te anuncia su llegada tu hija? ¿ Ven- drá pronto? CHRIS (De.pabi/ándose.) ¿ Pues no lo he olvidado? (Relee apre- suradamente la carta.) Dice que llegará de un momento a otro, eso es todo. LARRY Quizá venga aquí a buscarte. (Vuelve a la cantina, sil- bando. Al quedarse a solas con MARTHY, que le mira fija- mente con un centelleo de malicioso humor en los ojos. CI-m1s siente de pronto un gran malestar. Se mueve nervio- samente y se pone en pie con precipitación.) ) ANNA CHRISTJE 443 CHRIS Tengo que hablar con Larry. E spérame. (Con ánimo apaciguador.) ¿Te traigo otra cerveza? MARTHY (Apurando su vaso.) Claro. Se ve que me entiendes. (Mientras él sale con el vaso, ella le si~ue con una risita burlona.) CIIRIS (A LARRY, en voz baja, alarmado.) ¡Caramba, tengo que alejar a Marthy del lanchón antes que llegue mi hija! ¡Anna organizará un alboroto si lo descubre! ¡Y Marthy también, si la quiero obligar a marcharse ! LARRY ( ('1111 """ 11.1it11.) Bien merecido lo tienes, viejo bribón.. ., ¡por tener una mujer a tus años ! CIIRIS (Rascándose la cabeza. con aire de duda.) Dime al- guna mentira para alejar pronto a Marthy del lanchón. LARRY Marthy sabe que tu hija llegará de un momento a otro. Dile que se vaya al infierno. CHRIS No. No quiero tratarla así.
  • 10. 444 l:.U(;/:,N/:. O'NUU,. TEATRO ESCOGIDO LARRY ; Viejo cobarde! Entonces será mejor que alejes a tu luja del lanchón. Probablemente, querrá quedarse en tierra, de todos modos. (Con curiosidad.) ¿Qué oficio tiene tu Anna? CHRTS Hasta hace dos años, trabajó en la granja de sus primos. Luego. consiguió un empleo de institutriz en Saint Paul. (Meneando la cabeza, con aire resuelto.) Pero no quiero que trabaje ahora. Quiero tenerla conmigo. LARRY (Desdeñosamente.) ¡En una lancha carbonera ! Creo que no le gustará. MARTHY (Desde el cuarto contiguo.) ¿No me traes ese cubo lleno de espuma, holandés? CHRIS (Sobresaltado, con aprensiva confusión.) Sí. Ya voy, Marthy. LARRY (Trayendo la cerveza, se la pasa a Cnms y dice, riendo:) ¡Bueno, ya estás en la brecha! ¡Más vale que se lo digas sin ambages ! CHRIS (Trémulo.) ¡Caramba! (Le lleva su vaso a MARTHY y se sienta ante la mesa. Ella bebe en silencio. LARRY se acer- ca silenciosamente al tabique para escuchar, sonriendo de ANNA CHRISTI E 445 manera burlona y con aire expectante. CHRIS parece dis- puesto a hablar, vacila y apura con desesperación su ((whis- 1,.y », como si buscara valor en él. Trllla de silvar unos cuan- tos compases de ((Josefina» , con de.preocupada fanfarro- nería, pero su silbido se exti11,:11e sin /mio. MARTIIY le mira fijamente y con sagacidad, adivinando su turbación con un malicioso fulgor divertido e11 los ojos. C111us carraspea.) Marthy... MARTHY (Agresivamente.) ¿Qué pasa? (Fingiendo un acceso de ira, mientras sus ojos se deleitan ante la aflicci6n de CHRIS.) Me gustaría saber qué te traes, holandés. Quieres desemba- razarte de mí ahora que viene la chica..., ¿eh? ¿Quieres dejarme varada en la playa? Permíteme que te diga, ho- landés, que ningún estúpido marino es lo bastante hombre para conseguirlo. ¡No empieces algo que no puedas ter- minar! CHRIS ( /,t1,li1111'ro.) Yo no empiezo nada, Marthy. MARTIIY (Le mira furiosamente durante un instante y luego no logra contener una carcajada.) ¡Ja, ja ! Eres divertidísimo, tonto... ¡Lo más divertido que hay en el mundo! ¡Ja, ja ! CIIRIS (Con infanti/ despecho.) No veo ningún motivo para que te rías. MARTHY Mira de soslayo el espejo y lo verás. ¡Ja, ja ! (Domi- nando su risa, desdeñosamente.) ¡Un estúpido que pretende engañar a Marthy Owen a estas alturas..., cuando me he
  • 11. 446 l :'U(,'/:;NJ:; O'Nl:.11. l . 'f"hA'f"RO ESCOU//)() pasudo los últimos veinte años con hombres de los lan- chones I Me conozco el juego de ida y vuelta, por el de- rcd10 y por el revés. Crees que yo causaría dificultades.. .• ¡,ch'! ¡ Yo no, por cierto/ Arreglaré mis bártulos y me iré. re abandono..., ¿está claro? Te digo que estoy harta de vivir a tu lado y te dejo varado..., ¿entiendes? En otros lanchones hay muchos que me esperan. Siempre pude salir airosamente de estos trances. (Palmea en la espalda al asom- brado C11R1s.) ¡De modo que ánimo, holandés ! Me iré del lanchón antes que ella llegue. Te librarás de mí para siem- pre..., y yo de ti... ¡Mejor para los dos! ¡Ja, ja ! CIIRJS (Con aire grave.) Yo no pienso eso. Fuiste una buenamuchacha, Marthy. MARTIIY (Sonriendo burlona111e111e.) ¿ Una buena muchacha? ¡Oh. déjate de palabrería ! Bueno. tú me has tratado bien. De modo que estamos en paz. Nadie está enojado con nadie. Todavía podemos seguir siendo buenos amigos..., ¿verdad ? (LARRY vuelve al mostrador.) CHRIS (Radiante, ahora que ve desaparecer sus preocupacio-nes.) Sí, ya lo creo. MARTHY ; Así se habla! En toda mi vida, nunca me gustó se- pararme de un hombre con resentimiento. Pero... ¿por qué tenías tanto miedo de que te daría un escándalo? Marthy no es así. (Desdeñosamente.) ¿Crees que me destrozaría el corazón para liberarte? ¿Que me suicidaría? ;Ja, ja! ¡Va- ya! Si se me antoja, el mundo está lleno de hombres. (Con una sonrisa, después de haber apurado su vaso.) ¿Me con- vidas a tomar otra cerveza? Beberé por la salud de tu hija. ANNA CHRISTIE 447 CHRIS (Con vehemencia.) Claro. Voy a buscarla. (Lleva los dos vasos a la cantina.) Otra ronda. LARRY (Sirviendo y poniendo los vasos sobre el mostrador.) No es tan mala ésa. CIIRIS (Jovialmente.) iEs una buena muchacha, te digo! ¡Ca- ramba, voy a celebrarlo! Dame «whisky» aquí en el mos- trador también. (Pone dinero y LARRY le sirve.) Puedes beber, Larry. LARRY (Con aire austero.) Sabes que nunca toco la bebida. CIIRIS Pues no sabes lo que te pierdes. ¡Salud! (Bebe y em- pieza a cantar ruidosamente.) Josefina mía, sube a bordo... (Toma del mostrador fas bebidas para MARTIIY y para él y se va con pasos inseguros al reservado, cantando:) La luna brilla. Se parece a ti. Chin-chin, chin-cbin, chin-chin. MARTHY (Sonriendo y llevándose las manos a los oídos.) ¡Dios me ampare!
  • 12. 1 448 T:UGEN!i" O'NE!Ll... TEATRO ESCOGIDO CHRIS (Sl!ntándose.) Canto bien..., ¿verdad? Bebamos. ¡Sa- lud! ¡Estoy festejando! (Bebe.) Estoy festejando la vuelta de Anna. Ya sabes, Manhy, que nunca le escribí que viniera porque no creía valer lo suficiente para ella. Pero siempre confié en que algún día Anna querría verme y vendría. ¡Y eso es lo que sucede ahora, voto al diablo! (Su rostro se ilumina.) ¿Cómo crees que será, Marthy? ¡Apostaría a que es buena, fuerte y endemoniadamente guapa! Es el resultado de la vida en el campo. ¡Y apuesto a que algún día se casará con un buen muchacho, un granjero de con- fianza del Este, y tendrá su hogar y sus hijos..., y enton- ces, yo seré el viejo abuelo, qué diablos ! ¡E iré a visitarla cada vez que haga escala en un puerto próximo! (En un arranque de alegría.) iFestejo eso, qué diablos! (Grita.) ¡Tráeme otro «whisky», Larry ! (Asesta un puíietazo sobre la mesa.) LARRY (Viene del mostrador y dice, con irritación.) ¡Eh, más despacio! ¡No rompas la mesa, viejo chivo! CHRIS (A modo de réplica, sonríe estúpidamente y comienza a cantar.) Josefina mía, sube a bordo... MARTHY (Tocando persuasivamente el brazo de CHRIS.) Estás borracho hasta las orejas. Ve a comer algo. Eso te serena- rá. (Al ver que CHRIS mueve obstinadamente la cabeza.) ¡Escucha, viejo chiflado! Tu hija puede aparecer de un momento a otro. Quieres estar despejado cuando venga..., ¿ no es así? ANNA CHR/STl/:, 449 CIIRIS (Borracho, se levanta tambaleándose.) Claro que sí. LARRY Eso se llama tener sentido común. Un buen guiso de vaca te dejará como nuevo. Ve a la vuella. CIIRIS Bueno. Vuelvo pronto, Marthy. (Atraviesa la taberna y sale a La calle.) LARRY Se sentirá perfectamente cuando tenga un poco de co- mida en el cuerpo. MARTIIY Claro que s1. (LA1utY vuelve al mostrador y reanuda la lectura de .11 pai,ídico. MARTIIY sorbe meditativamente el res/o de su cerveza. Se oye el timbre de La puerta privada. LARRY va hacia ella y La entreabre. Luego, con aire per- pléjo, la abre de par en par. Entra ANNA CHRISTOPHERSON. Es una muchacha alta, rnbia, plenamente desarrollada, de veinte años, hermosa como la hija de un vikingo, como un ser hecho con prodigalidad de dones por la Naturaleza, pero ahora s11 salud está quebrantada y ostenta claramente todos los indicios externos de pertenecer a la profesión más vieja del mundo. Su rostro juvenil es ya duro y cínico bajo su capa de maquillaje. Su indumentaria está compuesta por las Llamativas galas de una campesina convertida en pros- tituta. Se deja caer, cansada, en una silla que está junto a la mesa del primer término izquierda.) O'N-EJLL 15
  • 13. 450 IWGENH O'NEILL TJ:.'ATRO J::SCO(ill)O ANNA Dame un <cwhisky»... con cerveza de gengibre. (Cuando LARRY se va a alejar, le dice, con una sonrisa seductora y /orzada:) Y no seas mezquino, chico. LARRY (Sarcástico.) ¿Se lo sirvo en una cuba? ANNA (Con áspera risa.) No me vendría mal. (LARRY entra en la taberna. Ambas mujeres se contemplan, con mirada fran- ca. LARRY trae el t<whisky,, que pone ante ANNA, y vuelve a la taberna. ANNA apura la bebida de un solo trago. Mo- mentos después, cuando el alcohol ha comenzado a hacerla reaccionar, .se vuelve hacia MARTIIY con cordial sonrisa.) ¡Caramba, me hacía falta de veras. mucha falta! MARTHY (Asintiendo, con aire comprensiro.) Claro... Parece us- ted agotada. ¿Ha estado de parranda? ANNA No... Viajando... Un día y medio de treo. Tuve que pasarme la noche sentada en un inmundo vagón. ¡Dios mío! ¡Creí que no llegaría nunca! MARTHY (Con un sobresalto, mirándola con atención.) ¿De dón- de viene? ANNA De Saint Paul. .. En Minnesota. ¡ ANNA CHRISTIE 45] MARTIIY (Mirándola absorlll, co11 a.10111/Jro, din• le11la111e11te:) De modo que... usted cs.. . (R,•11<•11ti11t11m•11/e <'Slalla en una risotada ronca e irónica.) ¡Santo Dios! ANNA Sí, he hecho todo el viaje desde Minncsota. (Moles/a.) ¿De qué se ríe? ¿De mí? MARTHY (Presurosamente.) No, _niña. Palabra. Estaba pensando otra cosa. ANNA (Apaciguada, con una sonrisa.) Bueno. De todos modos, yo no la culparía. Supongo que mi aspecto es bastante la- mcntahlc... l lucc dos semanas apenas que he salido del hospitHI. Voy II tomu, otro ccwhisky». Bueno... ¿Quiere to- mar algo co111111¡¡0'/ MARTHY Claro que sí. Gracias. (Llama.) ¡Eh, Larry; ¡Yen a atender! (Entra LARRY.) ANNA Dame otro igual. MARTHY Para mí también. (LARRY se lleva los vasos y sale.) ANNA ¿Por qué no se viene a sentar aquí? Sea más sociable,
  • 14. 452 HUGIIN/i O'NIJILL. 7BATRO ESCOGIDO mujer. Yo soy una forastera en este pueblo ... y no hablo con un ser humano desde anteayer. MARTHY Claro que sí. (Se dirige arrastrando Los pies a La mesa de ANNA y se sienta frente a ella. L ARRY trae Las bebidas ¡ A NNA 11:l paga.) ANNA ¡Salud! ¡ Así se bebe! (Bebe.) MARTHY ¡Buena suerte ! (Bebe un sorbo de su vaso.) ANNA (Saca de su bolso un paquete de cigarrillos Sweet Ca- poral.) Aquí dejan fumar..., ¿verdad? MARTHY (Con aire de duda.) Claro. (Con evidente preocupación.) Pero tire el cigarrillo si viene alguien. ANNA (Enciende uno y aspira largamente el humo.) ¡Caram- ba! ... ¡Qué exigentes son en este tugurio! ¿Verdad? (Lan- za una bocanada de humo, mirando fijamente la mesa. M ARTHY La examina de arriba abajo con renovado y pe- netrante interés. escudriñando todos Los detalles de su sem- blante. Repentinamente, iNNA advierte esa mirada estima- tiva y dice, con resentimiento:) ¿Tengo algo de particular? ¿Por qué me mira con tanta atención? ANNA CHRISTJE 453 ----------- MARTIIY (Irritada por su 10110, c·,m d1•.1d/11.) No tengo mucho que mirar. Adiviné qué era apcnus pisó el umbral. ANNA (Cuyos ojos se contraen.) ¡Oué sagacidad! Pues yo también adiviné quién era usted sin dificultad. Usted ... es yo dentro de cuarenta afios. ¡Esa es usted ! (Ríe, con una risita cruel.) MARTHY (Irritada.) ¿De veras? Pues le diré con franqueza, niña, que Marthy Owen nunca... (Se domina bruscamente y dice, con una sonrisa burlona:) ¿A qué viene esta riña entre nos-- otras? Dejemos el tema..., ¿no le parece? No quiero que- rellas con nadie. (Tendiendo La mano.) Deme la mano y olvidemos..., ¿quiere? ANNA (Jr.vtrl'cltwu/0/1• /u 111a110 de buena gana.) Con mucho gusto. No busco camorra. Tornemos otro. ¿Quiere? MARTIIY (Moviendo la cabeza.) Para mí, no. Estoy hasta el tope. ¿Y usted...? ¿Ha comido algo últimamente? ANNA Desde esta mañana en el tren no he vuelto a comer. MARTHY Entonces más vale que no siga bebiendo.... ¿no le pa- rece?
  • 15. 454 F.UG/~Nh O'NJ:"ILl. J'l;A l'RO 1:.SCO(jJl)U ANNA (Después de una momentánea vacilación.) Creo que ticm.: razón. Debo encontrarme con alguien, además. Pero tengo los nervios destrozados después de ese maldito viaje. MARTIIY ¿Dijo usted que acababa de salir del hospital? ANNA Hace dos semanas. (Inclinándose hacia MARTHY, con aire confidencial.) La casa donde estaba, allá en Saint Paul, fué allanada. Una batida de la Policía. Así empezó la cosa. El juez nos condenó a las muchachas a treinta días. A las otras, por lo visto, no les importó pasarse mucho tiempo a la sombra. Algunas de ellas estaban habituadas. Pero yo no pude soportarlo: Me sentí afectadísima... No podía comer, ni dormir, ni nada. Siempre me resultó insoporta- ble que me enjaularan en cualquier parte. Me sentí enfer- ma y tuvieron que mandarme al hospital. Se estaba bien aUí. ¡Lamenté abandonarlo, palabra! MARTIIY (Después de una breve pausa.) ¿Dijo usted que debía encontrarse con alguien aquí? ANNA ¡Oh, no es lo que usted supone! Tengo que encontrar- me con mi padre. ¡Palabra! No deja de ser divertido. No le he vuelto a ver desqe niña, ni siquiera sé qué aspecto tiene, y sólo he 1ecibido de él una carta, de cuando en cuando. Esta fué la única dirección que me dió para es- cribirle. Ahora está de portero en no sé qué edificio... Antes fué marinero. .. ANNA Cf/RJSTtE MARTHY (A!>.ombrada.) ¡ [)e rorlcro ! ANNA 455 Claro. Y pensé que quizá, ya que nunca había hecho nada por mí, querría darme un cuarto y la comida hasta que yo descansara lo que necesito. (Con lasitud.) ¡Caram- ba, cuánto necesito ese descanso ! Estoy fuera de combate. (Resignada.) Pero no espero gran cosa de él. Lo, que hacen todos los hombres es darle a una un puntapié cuando está caída. (Con repentina vehemencia.) Odio a los hombres..., ¡a todos ellos! Y no creo que él sea mejor que los demás. (Luego, con repentino interés.) Oiga..., ¿viene usted con frecuencia a este tugurio? MARTHY ¡Oh 1, de cuando en cuando. ANNA Entonces. qui1á conozca a mi padre.... o al menos le haya visto. -MARTHY ¡,No se trata del viejo Chris? ANNA ¿El viejo Chris? MARTHY Su nombre completo es Chris Christopherson.
  • 16. ~ J 456 EUG/mlt U'NWU . '/ li ATRO ESCOGIDO ANNA (Con excitación.) iSí, es él! Mi verdadero n,ombre es Anna Christopherson.... aunque allí me llamaban Anna Christie. ¿De modo que usted le conoce? MARTHY (Evasiva.) Le he visto durante años. ANNA Dígame..., ¿cómo es? Pero la verdad..., ¿eh? MARTHY ¡Oh!, es bajito y... ANNA (Impaciente.) No me interesa su aspecto. ¿Qué clase de tipo es? MARTHY (Con aire serio.) Bueno. Apuéstese la vida, chica, a que es un viejo tan bueno como el mejor que haya andado en dos pies. ANNA (Satisfecha.) Me alegro de saberlo. Entonces..., usted supone que me proporcionará la cura de reposo que busco? MARTHY (Enfáticamente.) No le quepa duda. (Con fastidio.) Pero ¿de dónde ha sacado eso de que es portero? ANNA CHRISTIE ANNA El mismo me lo escribió. MARTIIY 457 Pues le mintió. No lo cs. Es capitán de un lanchón..., y tiene cinco hombres a sus órdenes. ANNA (Fastidiada a jU vez.) ¿Un lanchón? ¿Qué clase de lan- chón? MARTHY Es una carbonera. ANNA ¡Una carbonera! (Con ronca ris;.) iLindo trabajo para un padre perdido de vista desde hace tanto tiempo! ¡Ca- ramba, ya suhfu yo que algo marcharía mal! ... Siempre me pasa lo mismo. Eso echa por tierra mi intención de que me proporcione descanso. MARTIIV ¿Qué quiere decir? ANNA Supongo que vive a bordo..., ¿no es así? MARTHY Claro... l.Y qué? ¿No puede usted vivir allí también?
  • 17. 458 H I Ul:N I, O'Nl:.ILL. 'l't:ATR O ESCOGIDO ANNA (IJeMlc·11osa11u:nte.) ¿ Yo? ¿En una sucia carbonera? ¿ Por quién me toma? MARTHY {Con resentimiento.) ¿Qué sabe usted de carboneras? Apostaría a que nunca vió una. Eso le pasa a él por ha- berla criado tierra adentro..., lejos del mar, ese viejo de- monio..., donde habría estado a salvo... (Lo irónico de esta reflexión impresiona su sentido del h11111or y ríe con ronca risa,) ANNA (Irritada.) ¡Que él me crió! ¿Es eso lo que le dice a la gente? ¡Vaya un desparpajo! Dejó que los primos de la vieja me tuvieran en su granja y que me deslomaran tra- bajando. MARTHY El viejo Chris tiene ideas extrañas sobre algunas cosas. Le he oído decir que una granja es el mejor lugar para una niña. ANNA Claro. Eso es lo que decía siempre..., y un montón de desatinos sobre la conveniencia de alejarse -del mar.. ., de cosas completamente descabelladas. Creo que debe de estar chiflado. MARTHY Lo está, en ese sentido. (Negligentemente.) De modo que a usted no le gustó la vida de la granja..., ¿eh? ANNA CHR /STIE 459 ANNA ¡Ya lo creo que no 1 81 due1lo. su mujer, sus cuatro hijos... Tuve que sudar como unu esclava para todos ellos. Yo sólo era una parienta pobre y me trataban peor que a una criada. (Después de una vacilación 1110111enlá11ea.) Fué uno de sus hijos, el menor, quien me inició.. . cuando yo tenía dieciséis años. Después de aquello, los aborrecí tanto que los habría matado a todo,; de haberme quedado, De modo que huí. .. a Saint Paul. MARTHY (Que ha estadQ escuchando con aire de solidaridad.) Le he oído decir al viejo Chris que usted era institutriz allí. ¿Fué una simple fábula que le contó en sus cartas? ' ANNA No, poi cierto. Fué la verdad durante dos años Mi Vl<hi 110 1,1• dl·,moronó en el primer momento. Lo que acabó co11111lHo (u(· pll'.CÍsamente ese trabajo de institutriz. ¿Se imupinu lo que l''i cuiclur a los niños ajenos, escuchando siempre su'i ,:hillidos y lloriqueos, cuando una misma ape- nas si es unu ni1lu y quie1 e salir y ver cosas? Por fin se me presentó la oportunidud .. . de ir u esa casa. ¡Y créame que la aproveché 1 (Co11 10 110 dl'sa/iante.) Y no lo lamento, udcmós. (Después de 11t1C1 pausa, con encono y odio.) La culpa fué de los hombres, nada más que de ellos.. . De los hombres de la granja que me daban órdenes y me golpea- ban..., y que me iniciaron en el mal camino. Y cuando trabajé como institutriz, fueron de nuevo los hombres quie- nes me rondaron, acosándome, para ver qué podían con- seguir de mí. (Con penosa risa.) Y ahora, tengo que ver con los hombres siempre, a cada momento. ¡Oh, cómo odio a esos hijos de perra! ¿Y usted?
  • 18. <t60 IW(il:Nh U'Nt:/U,, FEATRO ESCOGIDO MARTHY ¡·Oh !, yo no. Los hay buenos y los hay malos. chica. Usted, simplemente, tuvo mala suerte con ellos. Eso es todo. Su padre, el viejo Chris..., es bueno. ANNA (Escéptica.) Tendrá que probármelo. MARTHY Usted siguió escribiéndole que era institutriz cuando ya estaba en la casa..., ¿verdad? ANNA Claro. (Cínicamente.) Aunque no crefa que le importara un cuerno. MARTHY Se equivoca, chica. (Con aire grave.) Conozco muy bien al viejo Chris desde hace tiempo. Me ha hablado de usted muchísimas veces. La cstinia y la quiere mucho, palabra. ANNA ¡ Vamos, déjese de bromas! MARTHY ¡Palabra! Sólo que es un viejo muy sencillo..., ¿com- prende? Tiene s1,1s chifladuras. Pero sus intenciones son buenas, créame. Escúcheme, chica... (La interrumpe el abrirse y cerrarse de la puerta de la cantina y la voz de CHRrs.) ¡Chis! ANNA CHRISTIE 461 ANNA ¿Qué pasa? CIIRIS (Que ha entrado en la cantina. Parece 111uy despejado ya.) Caramba, Larry, la comida estaba sabrosa de verdad. ¿Está ahí Marthy? LARRY Claro..., y otra vagabunda con ella. (CHRIS se dirige hacia la entrada de la habitación interior.) MARTHY ( A ANNA, con precipitado y nervioso susurro.) Es él. Viene aquí. ¡Animo! ANNA ¡,Ouién'/ (( '1110s abre la puerta.) MARTIIY (Como si le .,a/(l{/al"ll por {ll"i111,•r(I 1•ez.) ¡ Hola, v1eio Chris ! (Antes que él pueda rL•spo,ull'r, ella se 1•a pres11ro- .w1111,•111,, a la cantina arra.1tra11do los pies y le /tace seiias a C111us de que la siga.) Ven aquí. Quiero decirle algo. (El sale en pos de ella. MARTHY le habla pre~urosamente. en voz baja.) ¡Escucha ! Me voy al lanchón... a liar mis bár- tulos..., ¡y te dejo! Es ella, la que está ahí. .., tu Anna..., acaba de llegar..., te espera. Trátala bien..., ¿eh? Ha es- tado enferma. ¡Bueno, hasta pronto! (Entra en el reser- vado y le dice a ANNA.) Hasta la vista, chica. Ahora tengo que irme. Hasta luego. '
  • 19. 462 IWGl:'N I:' O'Nl:'11 l.. f"l~ºATRO füCOGll)CJ ANNA (Nerviosamente.) Hasta luego. (MARTHY se va con ra- pidez por la puerta privada.) LARRY (Mirando con curiosidad al estupefacto CHRIS.) Bueno... Y ahora ¿qué? CHRIS (Indeciso.) Nada..., nada. (Se detiene ante la puerta del reservado, atormentado por la turbación de sus senti- mientos; lue¡:o toma una decisión audaz y entra. Se de- tiene allí y mira con timidez a A NNA, cuya llamativa vesti- menta y, para él, distinguido aspecto le impresionan mu- chísimo. Mira a su alrededor con lastimera nerviosidad, como rehuyendo la mirada estimativa con que ella valúa su rostro, su indumentaria, etc. La voz de CHRIS parece su- plicar indulgencia.) ¡Anna ! ANNA (Muy turbada a su vez.) Buenas..., papá. Ella me dijo que eras tú. Acabo de llegar. CHRIS (Va lentamente hacia su silla.) Es grato.. . verte... des- pués de tantos años, Anna. (Se inclina hacia ella. Después de un turbado forcejeo, logran besarse.) ANNA (Con un dejo de auténtica emoción en la voz.) Yo tam- bién me alegro de verte. ANNA CHIUSTIE 463 ("I IIU~ (La coge de los brazos y la mira t•11 lm ojos; luego le invade una ola de salvaje /('/'111/ra.) ¡/nna lilla ! ¡ Anna lilla ! (La toma en sus brt1zos.) ANNA (Rehuyéndole, algo asustada.) ¿Qué es eso? ¿Sueco? No lo entiendo. (Como si quisiera aliviarse de la tensión con un voluble parloteo.) Caramba, el viaje fué horrible. Estoy agotada. Tuve que pasarme la noche sentada en un sucio vagón..., sio dormir casi.. ., y luego, me costó bas- tante trabajo encontrar esta taberna. Nunca había estado en Nueva York..., ¿comprendes?..., y... CHR!S (Que ha estado mirando absorto su rostro con aire ad- 111/mtlvo, sin oírla, dice impulsivamente.) ¿Sabes que eres u1H1 linda muchacha, Anna? ¡Apostaría a que todos los homhn.:s se enamoran de ti, qué diablos! ANNA (Con repug11a11ci11.) ¡Bu~lu l Hablas como todos ellos. CIIRIS (J/erido, con humildad.) No tiene nada de malo el que tu padre hable así, Anna. ANNA (Con risita forzada.) No... Claro que no. Sólo que... es curioso que te vea y no recuerde nada. Pareces... un ex- traño.
  • 20. 464 EUGENJ;; O'NEILL.- TEATRO ESCOGIDO-.- - CHRIS (Tristemente.) Supongo que sí. Sólo volví a casa unas pocas veces cuando eras niña y estabas en Suecia. ¿No lo recuerdas? / ANNA No. (Con resentimienlo.) Pero... ¿por qué no volvías a casa en aquella época? ¿Por qué no viniste jamás al Oeste a verme? CHRIS (Lentamenle.) Cuando murió tu madre, durante mi au- sencia, pensé que era mejor para (,i que no me vieras nun- ca. (Se desploma en la silla q11e está frente a ANNA, abatido, y se vuelve hacia ella, co11 tristeza.) No sé por qué no vol- vía a casa, en Suecia, durante todo el año. Quería ir al fin de cada viaje. Quería ver a tu madre, a tus dos hermanos antes que se ahogaran, a ti cuando naciste..., pero no iba. Me contraté en otros barcos; fuí a América del Sur, a Australia, a China; fuí muchas veces a todos los puertos del mundo..., pero nunca me embarcaba en naves que fueran a Suecia. Cuando reuní dinero para costearme el viaje de regreso como pasajero... (Inclina la cabeza, con aire culpable) se me olvidó y me lo gasté todo. Cuando volví a pensar en el asunto, ya era demasiado tarde. (Sus- pira.) No sé por qué, pero lo mismo les pasa a la mayoría de los marinos, Anna. E l mar, ese viejo demonio, los en- loquece y los idiotiza con sus sucias tretas. Eso es lo que pasa. ANNA (Que le ha observado mientras tanto con mirada pe- netrante, dice, con un dejo de desdén en la voz.) Entonces, crees que el mar tiene la culpa de todo..., ¿verdad? Pues ANNA CHRISTIE 465 te veo trabajando todavía ahí, a pesar de todo lo que me decías de tu odio al mar. Esa mujer que estaba aquí me dijo que eras capitán de una carbonera ..., ¡y tú me escri- biste que eras porterú de un edificio! CHRJS (Turbado, pero mintiendo con volubilidad.) ¡Oh !, tra- bajé bastante tiempo en tierra ele portero. Hace poco con- seguí este trabajo porque me sentía enfermo y necesitaba aire libre. ANNA (Escéptica.) ¿EP.fermo? No lo pareces. ,,, CHRJS Y, además, esto no es el verdadero trabajo de los ma- rinos. No se trata de un verdadero barco, de un barco cmho los que navegan por el mar. Es, simplemente, una vieja cuba..., algo así como un trozo de tierra con una vivienda a flote. Trabajar en ella no es trabajar en el mar. No. Yo no volvería a trabajar en el mar, Anna. Preferiría morirme. Lo juré cuando murió tu madre. iY cumplo mi palabra, qué diablos! ANNA (Perpleja.) Pues no veo la menor diferencia. (Dejando ti,•lodo el tema.) A propósito de enfermedades..., debo de- rnto que yo misma he estado enferma... Sal.í del hospital hoce dos semanas. CHRIS (/11mediato111ente todo preocupación.) ¿Tú, Anna? ¡De- monios! (Co11 inquietud.) Pero te sientes mejor ahora..., ¿verdad? ¡Pareces algo cansada, eso es todo!
  • 21. 466 IW(,'f:NI:' O'Ni:,11,/,. rt~ATRO ESCOG/1)0 ANNA (Con lasitud.) Sí que lo estoy. Cansada como un perro. Necesito un largo reposo y no veo muchas probabilidades de conseguirlo. CHRJS ¿Qué quieres decir, Anna? ANNA Te diré... Cuando decidí venir a verte, creía que eras portero..., que tendrías un lugar donde podría descansar, si no te importaba tenerme a tu lado.. ., hasta que yo pu- diese volver a trabajar. CHRIS (Ansiosamente.) Pero sí que lo tengo, Anna... Un lindo lugar. ¡Descansarás todo lo que quieras! No tendrás que volver a trabajar como institutriz. ¡Tú te quedas conmigo, qué diablos ! ANNA (Sorprendida y contenta de su vehemencia, con una son- risa.) Entonces..., ¿de veras que te alegras de verme? ¿Pa- labra? CHRIS (Oprimiéndole una mano entre las de él.) ¡Anna, te digo que estoy contentísimo de verte! Y no vuelvas a ha- blarme de buscar trabajo. Tú te quedas conmigo. Hace mu- chísimo tiempo que no te veo, recuérdalo. (Su voz tiembla.) Estoy envejeciendo. Sólo te tengo a ti en el mundo. ANNA CI-IRJSTI E 467----- ------- ------ ANNA (Conmovida y molesta a11te este s,•11111111ento poco fa- miliar.) Gracias. Es grato oír que alguien... me habla así. Pero, dime... Ya que te sientes tan solo..., ¿por qué no has vuelto a casarte? ¡Me parece raro! CHRIS (Moviendo enfáticamente Za cabeza, después de una pausa.) Quería demasiado a tu madre para hacerlo, Anna. ANNA (Impresionada, lentamente.) No la recuerdo. No recuer- do nada. ¿Cómo era? Dímelo. CHRIS Te lo diré todo..., y tú me contarás todo lo que te ha pasado. Pero no aquí. Este sitio no es adecuado para una muchacha. Sólo los marineros que no sirven para nada vienen aquí a beber. (Se levanta rápidamente y toma su maleta.) Ven conmigo, Anna. Necesitas acostarte, des- cansar. ANNA (Se levanta a medias y se vuelve a sentar.) ¿Adónde vas? CHRJS Ven. Iremos a bordo. ANNA (Con decepción.) ¿A bordo de tu lanchón? (Secamente.) ¡Lo que es yo, no voy! (Al ver el aire abatido de CHRIS,
  • 22. 468 EUGl,N l~ O'NWU•. TEATRO ESCOGil)O con sonrisa forzada.) ¿Te parece que es un lugar adecuado para una muchacha como yo? CHRIS (Con voz apagada.) Sí. Creo que sí. (Vacila y prosigue, con tono cada vez más implorante.) No sabes lo agradable que es la vida en un lanchón, Anna. Llega el remolcador y nos lleva mar afuera... , ¡y uno está rodeado de agua y de sol y de aire fresco, y hay buena comida para hacer de ti una muchacha fuerte y sana! Verás muchas cosas que no has visto. De noche, quizá tengas la luz de la luna y veas pasar vapores y veleros que emprenden su viaje... Ver tóc1o eso es hermoso. Necesitas descansar así. Ya has trabajado demasiado para una muchacha. ¡Necesitas unas vacacio- nes, ya lo creo que las necesitas! ANNA (Que le ha escuchado con creciente interés, dice con risa insegura.) Me alegra oírtelo decir. Claro que me gus- taría un viaje por mar. Lo que me ha detenido es la idea del lanchón. Bueno, iré contigo y le echaré un vistazo..., y puede ser que corra el albur. ¡Vaya! Haría cualquier cosa, por esta vez. CHRIS (Toma de nuevo la maleta de ANNA.) ¿Vamos, pues? ANNA ¿Qué prisa hay? Espera un momento. (Olvidando mo- mentáneamente la situación, reincide en su forma familiar de hablar y luce una de sus seductoras sonrisas profesio- nales.) Caramba, tengo sed. CHRIS (Deja inmediatamente en el suelo la maleta y dice con precipitación.) Perdona, Anna. ¿Qué te gustaría beber? ANNA CHRISTIE 469 ANNA (Con presteza.) Tomaría un ... (l?cc11(•rda repentinamen- te y dice, con aire t11rbodo.) No sé. ¡,Qué tienen aquí? CHRIS (Con una sonrisa.) No creo que haya muchas bebidas para muchachas, Anna. Cerveza de gengibre... Zaízapa- rrilla, quizá. ANNA (Con risa forzada.) Que sea zarzaparrilla entonces. CHRIS (A cercándose, con un guiño.) Te digo, Anna, que debe- mos celebrarlo... esta vez, por lo menos, ya que nos hemos encontrado después ele tantos años. (En voz baja, con ma- lestar.) Ticncn buen or orto. Anna. Te convendría. me pa- rece... un r><><:O... para abrirte el apetito. Además, no es fuerte. Te aseguro que una copa no se te subirá a l::i ca- beza. ANNA (Con risa casi histérica.) Muy bien. Tomaré oporto. CJIRIS Iré a buscarlo. (Va a la cantina. .í1penas se cierra la puerta, A NNA se pone en pie.) ANNA (Tomando su maleta, a media voz, balbuciente.) ¡Dios . mío, esto es insoportable ! Más vale que me vaya. (Deja
  • 23. 470 lil/(il:Nli O'Nl:.1LL. TEATRO ESCOGll)O ('(/(!/' la maleta, Fuelt•e tambaleándose a su silla, y cubrié11- tlo.1·c• t•I ro.1tro con las manos se echa a llorar.) LARRY (Dejando su periódico al ver acercarse a CHRIS, le pre- 1;u11ta con una sonrisa burlona.) Bueno. ¿Quién es la rubia? CHRIS (Orgullosamente.) Era Anna, Larry. LARRY (Atónito.) ¿Tu hija Anna? (Cr-1R1s asiente. LARRY deja escapar un largo silbido y le vuelve la espalda, turbado.) CHRIS ¿ Verdad que es una guapa muchacha, Larry? LARRY (Mostrándose a la altura de las circunstancias.) ;Por cierto que sí! ¡Un verdadero encanto! CHRIS ; Ya lo creo! Dame unas copas para llevar alli: una de oporto para Anna, que festejará esta oportunidad con- migo..., y cerveza floja para mí. LARRY (Mientras sirve las bebidas.) Cerveza floja para ti..., ¿eh? Te está reformando ya. ANNA CIIIUSTIE 471 CIIIW, (Satisfecho.) ¡No lo dudes! (J',mw /111 ,·opas. Cuando !NNA le oye llegar, se seca precipit11d"111c11tc• los ojos y trata de sonreír. C 11R1s entra y deja las cop<1~ .wbre la mesa, la contempla fijamente y con ansiedad durante 111ws ins- tantes, y le acaricia la mano.) Pareces cansada, Arrna. Bue- no, ya cuidaré yo de que te tomes un buen descanso ahora. (A lzando su vaso de cerveza.) Vamos. bebe ese vino. Te hará revivir. (ANNA alza su copa y él sonríe.) ¡Salud, Anna ! O, mejor dicho..., «¡skoal!» ¿Conoces e&ta palabra sueca? ANNA « ¡Skoal !» (Apura su oporto de un trago, como u11 vaso de «whisky1i, y dice, con los labios trémulos.) «¿Skoal? » ¡Me parece recordar esa palabra! ¡Claro que sí. claro que sí! (Telón.)
  • 24. ACTO SEGUNDO Escenario: Diez días después, la popa áe un lanchón muy cargado, el «Simeon Winthrop», al ancla en el puerto de Provincetown, Massacl1usetts. Son las diez de la noche. Una densa niebla rodea el lanchón y la embarcación flota inmóvil en la calma. Un farol colocado sobre un enorme rollo de grueso cable proyecta una luz mortecina y tenue sobre los objetos próximos, las pesadas bitas de '/cero para asegurar las estachas, etc. En el foro está la cabina, a través de cuyas· ventanas empañadas por la niebla se refleja la descolorida luz de una lámpara interior. La chimenea del hornillo de la cabina sobresale 1111 par de me/ros sobre el techo. El quejum- broso taíiido de las campanas de los barcos anclados en Long Point interrumpe el silencio {1 intervalos regulares. Al levan/arse el Jelón, se ve a ANNA en pie cerca del rollo de cable sobre 'el cual está la linterna. Su aspecto revela salud, está trans- formada; su semblante ha recobrado los colores naturales. Viste una chaqueta de hule negro, pero no lleva puesto sombrero. Es- cudriña la niebla de popa con una expresión de intimidado asom- bro. Se abre la puerta de la cabina y aparece CHRIS. Viste todo de hule amarillo- el chaquetón, los pantalones, el sombrero--y calza botas altas marineras. CHRIS (Como sus ojos están algo encandilados aún por la luz de la cabina, parpadea al mirar hacia popa.) ¡Anna ! (Al no recibir respuesta. vuelve a llamarla. esta vez con osten- sible aprensión.) ¡Anna ! ANNA (Con un sobresalto, haciendo un gesto como para im- poner silencio, murmura.) Sí, aquí estoy. ¿Qué quieres? fil ANNA CHRISTIE 473 CI IRIS (Va solícitamente hacia <'/la.) ¿,No enlras Anna? Es tarde..., ya han dado las cuatro cnmpunadas. A mi pare- cer, no conviene que te quedes aquí afuera, con esta niebla. ANNA ¿Por qué no? (Con un dejo de extra11a exaltación.) ¡Amo esta niebla! ¡Palabra! Es tan ... (Vacila, buscando la palabra.) extraña y serena. Siento corno si estuviera... al margen de todas las cosas. CHRIS (Escupiendo, con asco.) ¡La niebla es una de sus peores tretas, qué diablos! ANNA (Con breve risita.) ¿Vuelves a enojarte con el mar? Es.toy empcnrndo a quererlo con lo poco que he visto. CHRIS (Mirándola, con aire caviloso.) Tonterías, Anna. Cuando lo veas más tiempo no hablarás así. (Al notar la irritación de la joven, adopta presurosamente un tono más jovial.) Pero me alegro de que te guste la vida en el lanchón. Me alegro de que te sientas así bien de nuevo. (Con sonrisa apaciguadora.) Te gusta vivir a solas con tu viejo padre..., ¿no es eso? ANNA Claro. Todo ha sido tan distinto de lo que conocí an- tes... Y ahora, esta niebla... ¡Caramba! No me la perdería por nada del mundo. Nunca pensé que la vida de a bordo I
  • 25. 474 l:UCil~N I~· O'N WL,I,. '/'IEATlW ESCOGll)O fuese tan distinta de la vida en tierra. Si yo fuera un hom- bre me gustaría trabajar aquí, palabra. No me extraña que hayas sido siempre marino. CHRIS (Con vehemencia.) Yo no soy marino, Anna. Y éste no es el verdadero mar. Tú sólo ves el aspecto, agradable. (Al advertir que ella no responde, prosigue con aire espe- ranzado.) Bueno. creo que la niebla se disipará por la ma- iiana. ANNA (En cuya voz reaparece el júbilo.) ¡Amo la niebla! ¡Y si no se disipa, me importa un cuerno! (CHRJS cambia, nerviosamente de postura, con aire inquieto. ANNA pro- sigue con lentitud, después de una pausa.) Así, aquí fuera , me siento limpia..., como si me hubiera bañado. CHRIS (Después de una pausa.) Más vale que te vayas a la cabina a leer un libro. Eso te ayudará a dormirte. ANNA No quiero dormir. Quiero quedarme aquí fuera ... y pensar. CHRIS (Va hacia la cabina y vuelve.) Esta noche te estás por- tando de una manera extraña, Anna. ANNA (Alza la voz, irritada.) Oye..., ¿qué pretendes? ¿Es- tropearlo todo? Has sido conmigo todo lo bueno que se ANNA C HRJSTIE 475 puede ser.. . No lo eches a perder ahora. (Al notar el aire apenado de su padre, wiode, co11 sonrisa forzada.) Hable- mos de otra cosa. Ven. Siéntate aquí. (Señala el rollo de cable.) CIIRIS (Sentándose junto a ella, con un suspiro.) Ya es bastante tarde, Anna. Deben de estar a punto de dar J.as cinco cam- panadas. ANNA (Con interés.) ¿Las cinco campanadas? ¿Qué hora es ésa? ' CHRIS Las diez y media. ANNA Es curioso que yo no sepa una sola palabra del len- guaje del mar..., pero esos primos de mamá se lo pasaban hablando de cosechas y de todas esas cosas. Yo estaba tan harta de eso.. ., ¡y de ellos! CHRIS ¿No te gusta vivir en el campo, Anna? ANNA Te he dicho mil veces que lo detesto. (Con decisión.) ¡Prefiero una gota de océano a todas las granjas del mun- do! ¡Palabra ! Y a ti tampoco te gustaría una granja. Tu lugar está aquí. (Hace un amplio ademán, señalando el mar.) Pero no sobre una carbonera. Tu lugar está en un barco de veras, en un barco que navegue por el mundo entero.
  • 26. 476 l.füGliNE O'NEILL.- TEATRO ESCOGWO CHRIS (Cavilosamente.) He hecho eso durante muchos años, Anna. Cuando era un tonto. ANNA (Con disgusto.) ¡Oh, no digas eso! (Después de una pausa, agrega meditativamente.) ¿Fueron siempre marinos los hombres de nuestra familia..., por lo que puedes re- cordar? CHRIS (Lacónicamente.) Sí. ¡Vaya unos estúpidos! Todos los hombres de nuestro pueblo costero, en Suecia, van al mar. No pueden hacer otra cosa. Mi padre murió a bordo de un barco en el Océano Indico. Está sepultado en el mar. Lo conocí muy poco. Luego, mis tres hermanos, mayores que yo, se embarcaron también. Y después, yo mismo. Y mi madre se quedó sola. Murió al poco tiempo... completa- mente sola. Todos estábamos viajando cuando murió. (Hace una pausa, con aire triste.) Dos de mis hermanos se perdie- ron con un pesquero, como se ahogaron los tuyos. El otro ahorró dinero, abandonó el mar, y más tarde murió en su casa, en la cama. Es el único a quien no mató este viejo demonio. (Desafiante.) ¡Pero en cuanto a mí, puedes apos- tar a que yo también moriré en la cama! ANNA ¿Eran todos ellos simples marineros? CHRIS Marineros cabales, de primera. (Con cierto orgullo.) Y sumamente despiertos, por lo demás... (Después de una momentánea vaciláción.) Yo era contramaestre. , /1 i 11 ANNA CHRISTJE ANNA ¿Contramaestre? CHRIS Algo así como un oficial. ANNA 477 iAjá! , eso está bien. ¿Qué hace un contramaestre? CHRIS (Después de acilar un momento, ·vuelve a sumirse en su melancolía, por temor a su entusiasmo.) Mucho trabajo. en todo momento. Es malo eso de ir al mar, te digo. (Decidido a hacerle cobrar aversión a la vida del mar a ANNA, con vo/11bilidad.) Todos los hombres de nuestra familia son unos tonto'!. Trnhajon como negros en el mar por nada, sólo plt·11~1111 1•11 ll1·~11r 111 prnn dín de la paga y en embolsarse 1•1 dlt1l't11, 1•111l11111111·h111 sc, dcjurse robar y emprender un lllll'VO vh1k , No v1ll'lvc11 a su casa. No hacen nada de lo que httt·cn los ho111h1·cs buenos. Y más tarde, el mar, ese viejo demonio, NC los traga. ANNA (Con excitada risa.) Son unos valientes, diría-yo. (Presu- rosa111e111e.) Pero oye..., ¿se casaron con marinos todas las mujeres de la familia? CHR1S (Ansiosamente, viendo la oportunidad de probar su ar- gumentación.) Sí. .., y pasan las de Caín. Sólo ven a sus hombres de cuando en cuando. Siempre están solas, sen- tadas, esperando. Y cuando sus hijos crecen, se van al mar,
  • 27. 478 EUGENE O'NEJLL.- TEATRO ESCOGIDO y ellas siguen esperando. (Vehemente.) ¡Las que se casan con un marinero son unas estúpidas! Tu madre lo diría si viviera. (Vuelve a sumirse en sombrías cavilaciones.) ANNA (Después de una pausa, soñadora.) ¡Es extraño! Me siento algo... rara, esta noche. Me siento vieja. CHRIS (lntrigado.) ¿Vieja? ANNA Claro..., como si estuviese viviendo desde hace muchísi- mo tiempo aquí..., en la niebla. (Frunciendo el ceño, con aÚ·e perplejo.) No sé cómo explicártelo. Se diría que he vuelto a casa después de una larga estancia en un lugar lejano. Y que he estado aquí ya muchísimas veces... en barcos..., con esta misma niebla. (Con seca risa.) Me cree- -rás chiflada. CHRIS (Con aspereza.) Cualquiera se siente raro con esta niebla. ANNA (Con insistencia.) Pero... ¿por qué crees que me siento así. .., como si hubiese encontrado algo perdido y que es- taha buscando..., como si este fuera el sitio más adecuado para mí? Y parecería que he olvidado... todo lo ocurrido.... como si no me importara ya. Y me siento limpia, en cierto modo..., como cuando se acaba de tomar un baño. Y me siento feliz por esta vez..., ¡sí, palabra! ..., más feliz que nunca... (Como CHRIS no hace comentario alguno y sólo lanza un hondo suspiro, ella prosigue, con aire de duda.) Es estúpido que yo piense eso..., ¿no es así? } ANNA CHRJSTJE 479 CHRJS (Con un sombrío presentimiento e11 la voz.) Creo que cometo una tontería al llevarte de viaje, ;nna. ANNA (Impresionada por su tono.) Tú mismo, hablas..., hablas como un chiflado esta noche. Pareces... temer que suceda algo. CHRIS Sólo Dios lo sabe, Anna. A~A (Un poco en broma.) Entonces, será la voluntad de Dios, como dicen los predicadores..., lo que se cumpla. CHR1S (S,· l,•1•1111111, con vehemente protesta.) ¡No! ¡El mar, csl viejo dt·1111111io, no es Dios! (En la pausa de silencio que rl'illll tl11,'flllt1.' ti,• MI (/(',ll/ío, brota débilmente de la niebla de bahor la l/a,11111/11 r/1· /11 ,•oz ronca y exhausta de un hom- bre: 11 ¡/h del bureo1u) ANNA (Levantándose de u11 salto.) ¿Qué es eso? CHRJS (Que ha recobrado La serenidad, confuso.) Caramba, me asusté por un momento. Sólo es la llamada de un hombre, Anna..., de alguien que ha perdido el rumbo en la niebla. Debe de ser la motora de algún pesquero. Se le habrá des-
  • 28. i 480 IW(il,N l:. O'NEILL. TEATRO ESCOG/1)0 compuesto el motor. (EL ((¡Ah del barco!» vuelve a irrum- pir a lrnvés de la muralla de niebla, y es más próximo esta vez. C 11R1S se acerca a la amurada de babor.) Suena por este lado. Viene de alta mar. (Se lleva Las manos a La boca formando bocina y responde gritando:) ¡Ah del barco, ahí! ¿Qué pasa? LA VOZ (Que esta vez parece más cercana, por el Lado de proa.) Tiren un cabo cuando los hayamos flanqueado. (Con irri- tación.) ¿Dónde están ustedes, bribones? CHRIS Los oigo remar. Se acercan por la proa, me parece. (Volviendo a gritar.) ¡Por aquí! LAVO ..¡Ya estamos ! (Un ruido sordo de remos en los tole/es.) ANNA (Casi para sí, con resentimiento.) ¿Por qué no se que- dará ese individuo donde debe estar? CHRIS (Precipitadamente.) Iré a proa. Todos los marineros duer- men, salvo el de guardia. Le echaré un cabo para que se ponga al pairo. (Toma un rollo de cuerda y va presurosa- mente hacia la proa. ANNA vuelve hacia el extremo de popa, como si quisiera aislarse todo lo posible. Se vuelve de es- paldas a todas las maniobras siguientes y mira fijamente la niebla. Se oye de nuevo que La voz grita: <(¡Ah del barco!», y que CHRIS responde: «¡Por aquí!» Luego hay una pausa, el murmullo de unas voces excitadas y un arrastrar de pies. CHRIS da la vuelta a la cabina y va hacia babor. Sostiene , ANNA CIIRISTJE 481 ----------- ---------- el cuerpo laxo de un hombre en /raje de dril; uno de los brazos de éste le rodea el c11l'llo. El marinero JHONSON, un joven y rubio sueco, le .ig11<'. fl'11dmulo en forma aná- loga a otro hombre agotado. Á NNA S<' 1•11elve a mirarlos y C IIRIS se detiene por un 1110111t•11to y dil'l', co11 1'(1l11bilidad:) ¡ Anna! Ven a ayudarnos..., ¿quieres? Encontrarás whisky en la cabina. Esta gente lo necesita para reponerse. Poco les faltó para morir. ANNA (Acercándosele, presurosamente.) Oaro, pero... ¿quié- nes son? ¿Qué pasa? CHRIS Marineros. Su barco naufragó. Han pasado cinco días en una embarcación abierta... Eran cuatro. Sólo uno de ellos está en condiciones de tenerse en pie: Ven, Anna. (l~llfl le precede, entrando en la cabina, y le abre la puerta, 111i1•11fl'fl' ,11v Jo 11NSON hacen entrar a los hombres a quienes 1·1111/,•11, lf I o 1111,•rffl s,• ,·i,•rm y vuelve a abrirse cuando .rnft• .l1111NsON / o 1•0. rl,• C'111t1s ~rita desde atrás:) Trae a otro, Joh11so11. JOIINSON Sí, señor. (Se va. La ¡mata vuelve a cerrarse. Aparece MAT BuRKE, q11e da la l'll<'lta, tropezando, al flanco de lwhor de la cabina. A vunza len/amente, tanteando con in- d<'cisión el camino, agarrándose a la amurada de babor con la mano derecha para estabilizarse. Está desnudo de cintura para arriba y sólo viste un par de sucios pantalones de dril. Es 1111 hombre de un metro ochenta de estatura, recio, de ancho tórax, el rostro hermoso deñtro de su tipo duro, rudo, a11daz, desafiante. Tiene unos treinta años y está e11 la plenitud de su enorme fuerza muscular. Sus ojos están inyectados en sangre y ojerosos por falta de sueño. Los músculos de sus brazos y hombros están apelotonaaos .en nudos y manojos y las venas de sus antebrazos sobresa- O'N&JLL 16
  • 29. 482 EUGENI~ O'NEILL. -TEATRO ESCOGIDO len como azules cuerdas. LoRra llegar hasta el rollo de ca- bles y se sienta sobre él, frente a la cabina, con la espalda inclinada y la cabeza entre lal manos. en una actitud de extremo cansancio.) BURKH (En voz alta, a sí mismo.) ¡Rema, demonio! ¡Rema! (A Izando la cabeza y mirando a su alrededor.) ¿Qué cuba es ésta? Bueno, el caso es que estamos a salvo..., con la ayuda de Dios. (Hace mecánicamente la señal de la cruz. JHONSON va por la cubierra de babor, sosteniendo al cuar- to hombre, que balbuce con incoherencia. B URKE le mira desdeñosamente.) Estás perdiendo el poco seso que tienes..., ¿verdad? ¡Bribón fregacubiertas ! (Aquéllos pasan a su lado y entran en la cabina. dejando abierta la puerta. BURKE se desploma. fatigado.) Estoy agotado.... completamente agolado. ANNA (Sale de la cabina con un vaso, donde queda un poco de whisky. Se sobresalta al ver a B uRKE tan cerca: la luz que brola por la puerta abierta se proyecta de lleno sobre él. ANNA, dominando un evidente sentimiento de repulsión, se le acerca.) Tome. Aquí tiene un trago. Creo que lo ne- cesita. BURKE (A Izando lentamente la cabeza, turbado.) ¿Estoy so- ñando? ANNA (Sonriendo a medias.) Bébalo y verá que no es un sueño. BURKE Al diablo con la bebida...• pero la lomaré de todos mo- dos. (Bebe.) ¡Ajá! Necesitaba esto..., y es bueno. (Mirán- ANNA CHRISTIE 483 do/a, con franca y sonriente admiración.) Pero no me refe- ría al whisky cuando dije que soñaba. Creí que usted era una sirena que había salido del mar para atormentarme. (Tiende la mano para tocarle el braw.) Sí. carne y sangre de veras, una hermosa muchacha. - ANNA (Con frialdad, retrocediendo.) Bueno. basta. BURKE Pero... dígame... Estoy en un lanchón.. ., ¿verdad? ANNA Claro. BURKB ¡, Y qué hace una mujer tan hermosa como usted en este h111rn'/ ANNA (Con Jria/dad.) Eso no le importa. (Algo divertida, con- tra Stt volttntad.) ¿Sabe que es usted un tío con toda la barba? Se lo digo de verdad... ¡Mira que ponerse a gastar bromas con lo estrechas que las acaba de pasar! BURKE (Encantado, orgullosamente.) ¡Oh, no fué nada! ... Algo sin importancia para un hombre de veras, un hombre de agallas como yo. (Ríe.) Accidentes del trabajo, querida. (Con más seriedad, pero con un tono jactancioso aún, con- fidencialmente.) Pero no le negaré que las pasamos mora- das. Todos debiéramos estar ya en el fondo del mar. ¡Y si no llega a ser por mí. le digo, y por la fuerza y los reda-
  • 30. 484 EUGENt:: O'NEILL.- TEATRO ESCOGWV ños que tengo, a estas horas los peces se estarían burlando de nosotros: ANNA (Desdeñosamente.) ¡Vaya! Se ve que no tiene usted abuela..., ¿ verdad? (Volviéndole la espalda con indife- rencia.) Bueno, más vale que entre y se acueste. Debe de tener necesidad de dormir. BURKE (Picado, se levanta tambaleándose, sacando el pecho y echando atrás la cabeza, y dice ofendido:) ¿Que me acueste y duerma; dice usted? Que me lleve el diablo si he cerra- do los ojos durante dos días y dos noches y maldito si lo necesito ahora. No crea que me parezco a esos tres flojos pillastres que estaban en el bote conmigo. Yo podría dar- les una paliza a los tres, sentado y con una muno alada a la espalda. Ellos podrán estar agotados, pero yo no..., y he estado remando, con ellos te.ndidos en el bote y sin po- der echarme una mano durante los dos últimos días. (Fu- rioso, al ver que no le causa la menor impresión a ANNA.) ¡Y soy capaz de zurrar a todos los marineros de esta vieja cuba, uno por uno, cansado y todo como estoy! ANNA (Sarcásticamente.) ¡Caramba! ¡Qué duro es usted! (Con un dejo de simpatía, al notar que BURKE se tambalea a causa de la debilidad.) Pero no hable de pelear. Le creo todo bajo palabra. Venga y siéntese aquí, por lo menos, ya que no puedo hacerle entrar. (BURKE se sienta, exhaus- to.) Usted está ag9tado, confiéselo. BURKE (Con vehemencia.) ¡No, qué Eiiablos ! ANNA CHRISTIE 485 ANNI (Con frialdad.) Bueno, por mí, puede seguir con su ter- quedad. Y le aseguro que su lenguaje me importa un cuer- no. Los hombres que yo conozco no httblnn con esa bravuco- nería cuando hay señoras delante. BURKE (Vuelve a levanlarse tambaleándose, y dice en un acceso de ira.) j Señoras! ¡Ja, ja ! ¡El diablo que la entienda1 ¡Mire, ~o me tome el pelo! ¿Qué podían pintar unas seño- ras en este condenado casco? (Como ANNA hace ademán de irse a la cabina, BuRKE se abalanza y se interpone en su camino.) ¡Eh, un momento! ¿No me dirá usted ahora que es esa vieja terca que vive con él. ..• en su cabina. nada menos? (Al ver el aire frío y hostil de ANNA, su tono de- riv(¡ hruscamenle hacia una turbulenta jovialidad.) Pero desde que la vi. pensé que cometía usted una t@lntería... ¡IJ11.i 111udrndrn 1a11 hermosa y gallarda..., malgastándose 1•c,i1 1111 111111111 1•1111110 1.·onH) d viejo sueco ! ¡Con la can- 11dttd ¡ll h11111h1r ~ rnhulcs qm: huy en el mar y que darían alm11 y v1d11 po, 1111 beso suyo l ANNA (Desdeñosamente.) llombres como usted ... , ¿eh? BURKE Me está sacando las palabras de la boca. Yo soy e) hombre indicado para usted, aunque me esté Krnl el de- cirlo. (Con rápido movimiento, le ciñe el talle con los bra- zos.) ¡Pronto, ahora, querida! El está en la cabina. Lo que necesito para sacarme de los huesos la fatiga es uno de sus besos. ¡Un beso ahora! (La oprime contra él y Ira/a de besarla.)
  • 31. 486 IWCiHNl;' O'Nl~ILL. '/'EATRO 1:.:scoc100 ANNA (f'orcejeando.) ¡Suélteme, pedazo de bestia! (Le em- puje; con Jodas sus fuerzas. BuRKE, que está débil y se tam- balea, es tomado de sorpresa. Cae de espaldas, y al caer, se golpea la cabeza contra la amurada y se queda tendido, momentáneamente aturdido. ANNA permanece inmóvil du- rante unos instantes, contemplándole con temor. Luego se arrodilla junto a él, escudriñando ansiosamente su rostro para buscar alguna señal de vida.) BURKE (Moviéndose un poco, murmura.) ¡Maldito sea! (Abre los ojos y la mira parpadeante, con vago asombro.) ANNA (Dejando reposar nuevamente la cabeza de BuRKll sobre la cubierta, se pone en pie con un suspiro de alivio.) Está volviendo en sí perfectamente..., ¿eh? Caramba, por un momento temí haberle matado. BURKE (Sentándose con dificultad, desdeñosamente.) ¿Matado, dice usted? Se necesitaría algo más que un golpecito para reventar mi grueso cráneo. (Mirando a ANNA con la más intensa admiración.) Pero por Dios que hay fuerza en esos hermosos brazos suyos. No hay un solo hombre en el mun- do que pueda decir lo mismo que usted: que ha visto a Mat Burke tendido a sus pies, inconsciente. ANNA (Con un poco de remordimiento.) Olvide eso. Lamento c.¡ue haya sucedido.... ¿comprende? (BURKE se levanta y se sienta sobre el banco. ANNA prosigue, severamente:) Pero ANNA Ct/RISTIE 487 usted no tenía derecho a mostrarse descarado conmigo. Es- cúcheme ahora, y basta de ideas raras. Estoy en este lan- chón porque viajo con mi padre. El capitán es mi padre. Ya lo sabe. BURKI! ¿Ese viejo estúp...? ¿ El viejo sueco?, quise decir. ANNA Sí. BURKE (Levantándose, le escudriña el rostro.) Debí compren- derlo, pero por lo visto soy idiota de nacimiento. ¿De dónde sacaría usted, si no, ese lindo cabello rubio que pa- rece una corona de oro? ANNA (<'011 11.w, diw•rti(/a.) Oiga ... A usted no hay modo de 1111n Iflo mll,11 , /,111 '/ (Cmawmdo 1111evc1111e11te un tono se- ,,,,,.,,) l'no ¡,110 ll' pan:cc qui! debiera disculparse por lo que dijo e h110 httc! un momento, en vez de andarse con tnnta guasa'? BURKE (lndiRnado.) ¿Guasa? (Inclinándose hacia ella. con ve- hemente seriedad.) ¡Ni mucho menos ! Y le pido perdón mil veces..., de rodilJas, si quiere. No dije en serio ni una sola de mis palabras ni puse intención en ninguno de mis actos. (Reaparece en él un momentánea resentimiento.) ¡Pero ninguna mujer, en ningún puerto del mundo. se ha- bía burlado de mí como usted, hasta ahora! ANNA (Con divertido sarcasmo.) Comprendo. Quiere decir que es un donjuán y que todas se mueren por usted.
  • 32. 488 IWCiiml~ O'NEILL. TEATRO ESCOGIDO BURKE (Ofendido, apasionadamente.) ¡Basta de tonterías! (Con aire serio.) Lo que le digo sobre las mujeres, no es men- tira. (Lastimero.) Pero fuí un gran asno al confundirla, aun en un momento de ira, con cualquiera de esas yeguas del puerto que son las únicas mujeres que he conocido des- . de que soy un hombre hecho. (Al ver que ANNA se sobresalta y se echa atrás, BURKE prosigue precipitadamente, con tono suplicante:) Soy un hombre duro y tosco, e indigno, me parece, de besarle las suelas de los zapatos a una mucha- cha linda y decente como usted. Si la aprecié mal, sólo se debió a que no conozco a mujeres así. De modo que perdó- neme, por amor de Dios, y seamos amigos desde ahora. (Apasionadamente.) Creo que prefiero ser amigo suyo a cualquier otra cosa. (Le tiende tímidamente la mano.) ANNA (Mirándole de una manera extraña, perpleja e inquieta, pero conmovida y satisfecha contra su voluntad, le toma la mano con aire indeciso.) Está bien. BURKE (Con infantil placer.) ¡Dios la bendiga! (En su excita- ción, le oprime fuertemente la mano.) ANNA ¡Ay! BURKE (Soltándole precipitadamente la mano, con tono lasti- mero.) Perdóneme, señorita. Soy un torpe gorila. (Con sen- cillez, mirándose con orgullo el braza.) Es que tengo mucha fuerza en la mano y en el brazo, y a veces se me olvida. y ANNA CHRISTIE 489 ANNA (Frotándose la mano e!>lmjada y mirando el brazo de BURKE, dice con cierta ad111iració11, corno él mismo.) ¡Ca- ramba!. .. ¡Vaya si es fuerte! BURKil (Encantado·.) No es mentira. ¿Y cómo habría de serlo, si he paleado un millón de toneladas de carbón en las cal- deras de los barcos desde niño? (Da una palmadita en el rollo de cable, con aire de invitarla.) Siéntese un poco ahora, señorita, y le contaré algo sobre mí, y usted me hablará un poco de sí, y dentro de una hora seremos viejos amigos, como si hubiéramos nacido en la misma casa. (Tira tími- damente de la manga de Anna.) Siéntese..., ¿quiere? ANNA (<',111 111111 ri.11/11,) ll11l'IIO ... (S,, sienta.) Pero no hablare- 11111'1 di• 1111 • ¡,n1111¡111.:11dc '/ l l1blcn1c de usted y del nau- f111vlo. l3URKE (Lisonjeado.) Se lo contaré, claro. Pero... ¿puedo pre- guntarle algo que me preocupa, señorita? ANNA (En guardia.) Bueno... No sé... ¿De qué se trata? ' BURKE ¿A qué se dedica usted cuando no viaja con su padre? Porque supongo que una linda muchacha como usted no vivirá siempre en esta cuba.
  • 33. 490 1- UCit;N l: O'Nl:/Ll. /'EATRO ESCOGIDO ANNA (Con malestar.) No... Claro que nó. (Escudriña con aire desconfiado los ojos de BuRKE, sospechando alguna insi- 1wación oculta en sus palabras. Al advertir su ~wcilla fran- queza, prosigue confiadamente.) Bueno, se lo diré. Soy ins- titutriz..., ¿comprende? Le cuido los niños a la gente y les e nseño cosas. BURKE (Impresionado.) Conque institutriz..., ¿eh? Usted debe de ser muy lista. ANNA 'Pero no hablemos de mí. Cuénteme el naufragio, me lo ha prometido. BURKE (Con aire importante.) Sucedió así, señorita : Hace Jo!> semanas tuvimos una tempestad endiablada y se nos abrió una vía de agua en la proa. El capitán esperaba llegar a Boston antes que otro golpe acabara con nuestra nave, pero a los diez días nos sorprendió una nueva tempestad como la anterior o peor todavía. Durante cuatro días, el verde mar nos barrió la cubierta dc proa a popa. Fueron unas jorna- das horribles, Dios nos ayude. (Orgullosamente.) Y de no haber sido por mí y por la fuerza que tengo, le aseguro (y por Dios le juro que es la verdad) que se habrían amotina- do en el departamento de calderas. Fuí yo quien lo impidió. repartiendo puntapiés y puñetazos, y a mis compañeros ya les importaba un bledo los oficiales, pero temían a un golpe de mi derecha más que al propio mar. (La mira con ansie- dad, esperando su aprobación.) ANNA (Ocultando una sonrisa y divertida por su pueril fan- farronería.) Tuvo bastante trabajo..., ¿eh? ANNA CHRISTIE 491 IIURK ll (Con presteza.) ¡Ya lo creo! Soy el mismo dernonio cuando se trata de aguantar h.i~ta el fin. mientras se rinden los cobardes. Pero... ¡de mucho les valió! En los últimos segundos, aquello fué un forcejeo de locura. una pelea en montón, y cada uno luchaba por su vida. No recuerdo cómo terminó la baraúnda; pero finalmente vi que cuatro de nosotros estábamos en un bote, y cuando nos levantó una gran ola, que me lleve el diablo si se veía ya el barco o los hombres a flor de agua. ANNA . (Bajando la voz.) Y los demás, ¿se ahogaron? BURKE Sin duda alguna. ANNA (( '1111 1111 nrn/11/rfo.) ¡Qué terrible fin ! RURKB (Volviéndose ha<"ia ella.) Un fin terrible para los in- útiles que viven en tierra, quizá. Pero un buen fin para los que vagabundeamos por el mar..., un fin rápido y limpio. ANNA (Impresionada por la palahra.) Sí. limpio. Esa es la palabra para ... todo eso... Así lo siento yo. BURKE ¡,Se refiere al mar? (Con interés.) Creo que usted debe de lle arlo nn poco en la sangre. Su padre, a juzgar por su
  • 34. / 492 IWC,'l :Nl, O'Nl•./L/,. 1J::ATRO HSCOGJDO aparicnria, no fue toda su vida una rata de lanchón..., con perdón si.:a dicho. ANNA No, fué contramaestre de veleros durante muchos años. Y todos los varones, en las dos ramas de su familia, se marcharon siempre al mar, según dice. Y todas las mujeres se casaron con marinos, además. BURKE (Con gran satisfacción.) ¿De veras? Tenían coraje. Sólo en el mar se encuentran hombres de veras y con agallas, dignos de casarse con muchachas lindas y briosas (Y' aquí añade con cierta audacia:) como usted. ANNA (Riendo.) Volvemos a las bromas. (Al ver ofendido a BURKE, dice rápidamente.) Pero usted iba a hablarme de sí mismo. Es irlandés, se nota. BURKE (Con firmeza.) Si, a Dios gracias, aunque hace quince años que no veo mi país. ANNA (Pensativa.) Los marinos casi nunca v.uelven a su país..., ¿verdad? Me lo dijo mi padre. BURKE Pues no le mintió. (Con repentina melancolía.) La del mar es una vida dura y solitaria. Las únicas mujeres que uno encuentra en esos puertos de Dios y que están dispues- tas a hablar con uno, no son verdaderas mujeres. Ya sabe i ANNA CHRISTIE 493 a quiénes me refiero: son unos seres lamentables, perversos. , Dios las perdone, pero sólo piensan en robarle a uno su dinero. ANNA (Rehuyendo su mirada se levanta y dice ncrvio.m.) Creo que... será mejor que entre a ver qué pasa ahí dentro. BURKil (Temiendo haberla ofendido, implorante.) iNo vaya, por favor! ¿Es por que la he ofendido al mencionarle a esas mujeres? ¡No haga caso! Soy torpe cuando se trata de hablar como es debido a una· muchacha como· usted. ¿Y cómo no habría de serlo? Desde que abandoné mi casa para ir al mar a palear carbón, es la primera vez que hablo con una verdadera mujer, con una mujer decen- te. De modo que no me vuelva la espalda, ahora. Estamos cm¡,cn1ndo a ser amigos. ANNA (Voli•l,111tlo.11· 11111·1·,11111•11/e hacia él. con forzada sonrisa.) No estoy cnojudn con usted, palabra. BURKE (A gradecido.) iDios la bendiga! ANNA (Cambiando hruscamente de tema.) Pero si cree de ve- ras que la vida del mar es tan mala..., ¿por qué no la deja? BURKE (Sorprendido.) ¿Para trabajar en tierra? (Ella asiente. BURKE escupe desdeñosamente.) ¿Para palear estiércol des-
  • 35. 494 l•//(il Nf, O'Nt:JU,. TEATRO ESCOGIJ)() de el amanecer hasta la noche, supongo? (Con vehemen- cia.) No he nacido para eso, señorita. ANNA (Riendo.) Me imaginé que lo diría. BURKE (Argumentando en su favor.) Pero en el mar, como en tierra, hay trabajos buenos y malos. Estoy pensando que, si yo pudiera trabajar en el departamento de calderas de un vapor como es debido, tendría una casita y volvería a ella una semana de cada cuatro. Y pienso que entonces quizá tendría la suerte de encontrar a una muchacha linda y decente..., como usted..., que estuviese dispuesta a ca- sarse conmigo. ANNA (Volviéndole la espalda, con una risita y con males- tar.) Sí, claro. ¿Por qué no? BURKE (Arrimándose a ella, con júbilo.) Entonces... ¿cree que una muchacha como usted podría olvidar el pasado y ver sólo lo bueno que ella misma me ha infundido? ANNA ~(Con el mismo tono.) Sí, claro. ' BURKE (Apasionadamente.) ¡Ella no lo lamentaría, se lo juro! Entonces, yo no volvería a beber ni a vagabundear, sino que le pondría mi paga en la man~y me quedaría en casa con elia como un cordero todas las noches de la semana que pasara en puerto. ANNA CHRJSTIE 495 ANNA (Conmovida contra su voluntad y turbada por esta mal disimulada proposión, dice con forzada risa.) Le bastará con encontrar a la muchacha. BURKE ¡Ya la he encontrado! ANNA (Algo asustada, tratando de restarle importancia al asun- to. riendo.) ¿De verás? ¿Cuándo? Creo que usted dijo... BURKE (Con audacia y energía.) Esta noche. (Bajando la cabe- za, con humildad.) Si ella me quiere. (Alzando los ojos hacia los de ella.) Me refiero a usted. ANNA (Los ojos de B uRKE la subyugan por un momento; luego, se echa atrás, con extraña y desgarrada risa.) Oiga... ¿Está loco? ¿Pretende burlarsf: de mí? ¿Se me declara? ¡Por amor de Dios! ¡Si apenas nos conocemos ! (CHRIS sale de la cabina y se queda mirando fijamente, parpadeando. hacia popa. Cuando ve a Anna hablando con tanta intimidad con 1111 marinero desconocido, su rostro denota enojo.) BURKE (Siguiéndola, con vehemente insistencia, implorante.) ¡Le digo que fué la voluntad de Dios la que me trajo sano y salvo a través de la tormenta hasta donde estaba usted! Piénselo... ¿Verdad que es algo extraño... ?
  • 36. 496 El/(il;Nli O'NWLJ.. '/'EATRO ESCOG/1)0 CHRIS ¡Anna ! (Se les acerca, furioso, con los puños cerrados.) ¡Anna ! Entra en la cabina..., ¿me oyes? ANNA (Todos sus sentimientos se transforman inmediatamente en resentimiento ante su tono intimidatorio.) ¿Con quién crees estar hablando? ¿Con una esclava? CHRIS (Herido, con voz q~ebrantada, suplicante.) Necesitas descanso, Anna. Necesitas dormir. (Ella no se mueve. CHRIS se vuelve hacia BuRKE, furioso.) ¿Qué hace usted ahí, ma- rinero? Usted no está enfermo como los otros. Váyáse a la proa. Allí le ciarán una litera. (Amenazador.) ¡Dese prisa, vamos! ANNA (lmpulsivamente.) Pero si está enfermo. Míra1o. Ape- nas puede tenerse en pie. BURKE (Irguiéndose y sacando pecho, con risa audaz.) ¿Me está dando órdenes, fanfarrón? ¡Cuidado! Con una sola mano, débil como estoy y todo, puedo romperlo en dos y tirar sus restos por la borda..., y a su tripulación detrás de usted. (Interrumpiéndose bruscamente.) Lo olvidaba. Usted es su padre y yo no al~aría un puño contra usted por nada del mundo. (Sus rodillas se aflojan, se tambalea y va a caer. ANNA profiere una exclamación de alarma y acude presurosamente a su lado.) -r ANNA CHRLSTIE 497 ANNA (Pasando uno de los brazos di' BuRK ll sobre su hombro.) Venga a la cabina. Puede acm,turse en mi cama, si no hay otra. DURKl:l (Con exaltada felicidad, mientras va11 hacia la cabina.) ¡Loado sea Dios! Son sus brazos los que me rodean el cuello! ¡Anna ! ¡Anna ! Un nombre dulce y que le cuadra. ANNA (Guiándolo, cuidadosamente.) ¡Chis! ¡Chis! BURKB ¿,Que me calle, dice usted? ¿Qué voy a callarme? ¡Lo I'' i1t11'l< por todo el mar con un megáfono! ¡Usted es la 111111 h11d 111 111 í, l~,11,uoulinnriu del mundo y nos casaremos p11111111 y 1111~ 11111 11 11111 1tll l lll' 1110 que lo sepan todos ! ANNA (Iladc1111/olc• /111111111c·<11· el 11111bral de la cabina.) ¡Chis! No piense l:ll esa conversación. ¡Váyase a dormir! (Des- t1parece11 e11 d i1111•rior de la cabina. Ci1R1S, que ha estado esc11cl1011do las iílti11ws palabras de 0URKl3 con boquiabierto awm,hro, los sigue con la mirada. lleno de desesperación.) CIIRIS (Se v11d1'(' súbitamente y amenaza con el puño al mar y le grita con e11co11ado odio.) ¡Eso ha sido una sucia treta tuya, maldito demonio! (En un frenesí de ira.) ¡Pero por Dios que no lo permitiré ! ¡No lo permitiré mientras viva! ¡No, por Dios, no lo permitiré ! (Telón.)
  • 37. ACTO TERCERO Escenario: El interior de la n1bina del lanchó11 «Si111eon Wi111hrop" (anclado en el muelle de B0.1ton). Un compartimie11to angos/o y bajo de techo, cuyas paredes están pintadas de un pardo claro, con orlas blancas. En el foro izquierda, una puer/a que lleva a los dor· mitorios. En el rincón izquierda más lejano, 1m gran ropero pin· tado de ólanco, .wbre cuya puerta pende, de un clavo, un espejo. En la pared del foro, dos pequeiias ventanas cuadradas y u11<1 puer· ta que da sobre la cubierta, hacia popa., En la pared de la derechq. o/ras dos ventanas que dan sobre la cubierta de babor. Visillos blan· cos, limpios y almidonados, en las venJanas. Una mesa ~pn dos sillas de asiento de mimbre e11 el centro de la cabina. Una desven· cijada mecedora de mi1nbre. pintada de ca.1ta,io, junto a la mesa. Tarde de un día de sol, una umana después, poco más o menos. Del puerto y los muelles, ahogado~ por las puerta., y venttlllllS ce· rradas, llegan el rumor de los silbatos..de los vapores y los resopli- dos de los motorcitos de algún buque que descarga cerca. En escena, CHRIS y ANNA. La joven está sentada en la mecedora junto a la mesa, con un periódico en la mano. No lee, sino que esJá absorta. Parece desdichada, inquieta, ceñuda y ensimismada en sus pensamientos. CHRIS vagabundea por la habitación, mirán· dola con malestar a ratos y deJeniéndose para atisbar distrafdamen· te por la ventana. Su actitud revela una abrumadora y melancólica ansiedad que lo desasosiega. Finge arreglar las cosas para que estén a tono con La vida del mar, pero esta tarea se Limita a re· coger algún objeto, a mirarlo estúpidamente y a volver a dejarlo porque sí. Carraspea y empieza a cantar para sí. en voz baja y con tono quejumbroso: «Josefina mía, sube a bordo. Hace tiempo que te espero.» ANNA (Volviéndose hacia él, sarcásticamente.) Me alegro de que alguien se sienta bien. (Con lasitud.) Caramba, 111e ANNA C!IRISTIE 499 gustaría abandonar este rincón tan triste y volver a Nueva York. C'I IIUS (Con un suspiro.) También yo me akgran.: cuando vol- vamos a zarpar. (Al ver que ella no !tace 11i11gú11 comen- tario, sigue, con una torpe tentativa de sarcasmo.) Pero no sé por qué no te gusta Boston. Creo que aquí lo pasas bien. Bajas a tierra a cada momento, todos los días y no- ches. Vas al cine, al teatro, te diviertes en todas las formas posibles... (A sus ojos asoma el odio.) ¡Todo con ese mal- dito irlandés ! ANNA (Con cansado desdén.) ¡Oh, por amor de Dios ! ¿Vuelta a lo mismo? ¿Tiene algo de malo el que me lleve de paseo? ¿Quieres que me pase el día y la nóche en esta cabina con- tigo... y me dedique a hacer media? ¿No tengo derecho a divcrtirme todo lo que pueda? CIIRIS No te divic1les como es debido. al menos, al salir con ese hombre. ANNA ¿Acaso no he vuelto a bordo todas las noches a las once? (Se le ocurre una idea y lo 111ira de un modo penetran- !<• y receloso, con creciente ira.) Oye .., ¿qué has querido decir con eso? CHRIS (Presurosamente.) Sólo lo que dije, Anna. ANNA Dijiste que no me divertía «como es debido», y lo dijiste
  • 38. 500 EUGENE O'NEJLL.-TEATRO ESCOGIDO de una manera extraña. Oye... No querrás insinuar que hay algo de malo entre nosotros..., ¿verdad? CIIRIS (Horrorizado.) ¡No, Anna ! ¡No, te lo juro, no he pen- sado en eso! ANNA (Apaciguada por la evidente sinceridad de su padre, vuelve a sentarse.) Pues no lo pienses si quieres que yo vuelva a hablarte. (Enojada, nuevamente.) Si soñara algún día que lo pensaste, me largaría tan pronto de este lanchón que no me volverías a ver el pelo, qué diablos... CIIRIS (Apaciguador.) Jamás se me ocurriría pensarlo... (Des- pués de una pausa brevísima, con tono de censura.) Estás aprendiendo a blasfemar. ¿No te parece eso impropio de una muchacha? ANNA (Con un dejo de sonrisa.) Discúlpame. No estás habi- tuado a este lenguaje, ya lo sé. (Burlona.) Este es el efecto que me ha causado el mar adonde me trajiste. CJIRIS (indignado.) No, yo no tengo la culpa. La eulpa es de ese maldito marinero que te enseña cosas malas. ANNA No es marinero. Es fogonero. A NNA CJJRISTIE 501 CllltlS (Con vehemencia.) Peor que peor. le cli~•o. ¡Los hom- bres que palean carbón abajo son la gente más sucia para hablar y más grosera del mundo!- ANNA Me disgusta que digas eso de Mal. CHRIS ¡Oh! ... Lo mismo se lo digo a él. No creas que le tengo miedo porque sea más fuerte que yo. (Con aire amenaza- dor.) Uno no pelea con los puños con esa gente. Hay otra mar.iera de ajustarles las cuentas. ANNA (Mlrti"'/11/11, 1·011 r,•¡11•11ti11a a/M111a.) ¿Qué quieres decir? ('IIIUS (H.oscamente.) Natla. ANNA Más vale así. Yo que tú, no le buscaría las cosquillas. Mat podría olvidar que eres mi padre... y entonces, se te acabaría la impunidad. CHRIS (Con ardiente odio.) ¡Pues deja que lo haga! Quizá yo sea un pájaro viejo. pero apuesto a que aún puedo enseñarle un par de tretas.
  • 39. 502 EUGENE O'NEILL.- TEÁTRO ESCOGIDO - ---- ANNA (Cambiando repentinamente de tono, se muestra per- suasiva.) Vamos, sé bueno. ¿Qué te pasa, después de todo? ¿No quieres que algún otro sea bueno conmigo fuera de ti ? Cl!RIS (Calmado, se le acerca y dice, con vehemencia.) Sí que lo quiero, Anna..., pero no un marino. Quiero que te cases con un hombre digno de confianza y con un buen empleo en tierra. Tendrás tu casita propia en el campo... ANNA (Levantándose. dice con brusquedad.) ¡Oh, basta ! (Des- deñosamente.) ¡Una casita en el campo ! ¡Ojalá hubieses visto la casita de campo donde me tuviste encarcelada hasta los dieciséis años! (Con creciente irritación.) Algún día me enloquecerás tanto con ese tema, que no podré con- tenerme ya y te diré. .. un par de cosas que te abrirán los ojos. CHRIS (Alarmado.) Yo no quiero.. . ANNA Ya lo sé que no quieres: pero siempre estás con la misma monserga. CHRIS Bueno, no volveré a hablar de ello, Anna. ANNA Entonces, prométeme también que ya no volverás a de- cir nada desagradable sobre Mat Burke en ninguna ocasi~n. ANNA CIIRISTJE 503 ( 'II IOS (Evasivo y recelmo.) ¿, Poi qlH.:'! ¿E~ que te gusta tanto ese hombre, Anna? ANNA ¡Sí, claro que sí ! Es todo un hombre, por más defectos 4ue tenga. Uno de sus dedos vale por centenares de indi- viduos de los que he encontrado por ahí. .., tierra adentro. CHRIS (Cuyo rostro se ensombrece.) ¿Quizá creas amarlo, en- tonces? ANNA (I>t-.w,fio11t1•.) ¡, Y qué, si así fuera? CIIRIS (/•'r,11wlem/11 d , 1·110. dice con esfuerzo.) ¿Quizá... te propong.us... ct11,11 1ll' ron ffl ANNA (Movil'ndo la cabeza.) ¡No ! (El se111h/onte de C HRIS r('vl'/11 alivio. ANNA continúa lentamente., con un dejo de tristl'ta 1111 la voz.) Si lo hubiera conocido hace cuatro años..., hace dos. por lo menos..., habría aprovechado la ocasión al vuelo, te lo digo con franqueza. Y lo haría aho- ra.... pero es un hombre tan simple..., niño gra nde... y no tengo valor para engañarlo. (Se interrumpe, repentina- mente.) Pero no vuelvas a decir que Mat no me merece. Soy yo quien no lo merezco a él.
  • 40. 504 EUGENE O'NEJLL.- TEATRO ESCOGIDO CHRIS (Con desdeñoso bufido.) ¡Me parece que estás loca, Annal ANNA (Con triste risa.) Yo misma lo estuve pensando estos días. (Va hacia una percha próxima a la puerta, de la que toma un chal que se echa sobre los hombros.) Creo que daré un paseflo hasta el final del muelle y veré qué hay allí. Me gusta mirar cómo pasan los barcos. Creo que Mat no tardará en llegar. Dile dónde estoy.. ., ¿quieres? CHRIS (Abatido.) Bueno, se lo diré. (ANNA sale por foro. Cr-m,s sale en pos de ella y se detiene por un instante en la cubier- ta, siguiéndola con la mirada. Luego vuelve a la cabina y cierra la puerta. Se queda mirando por la ventana y mur- mura: «Maldito demonio.» Después va hacia la mesa, en- dereza mecánicamente el mantel, toma el periódico que ANNA ha dejado caer al suelo y se sienta en la mecedora. Mira fijamente el periódico durante unos instantes, lo deja sobre la mesa, apoya su cabeza sobre las manos y suspira fatigado. En la cubierta, se oyen pesados pasos y luego resuena un fuerte golpe en la puerta. CHRrs se sobresalta, hace ademán de levantarse y de ir hacia la puerta: luego lo piensa mejor y permanece inmóvil. El golpe se repile, y, como no hay respuesta, la puerta se abre de par en par y aparece MAT BURKE. CHRIS frunce el ceño ante el intruso y se lleva instintivamente la mano_a la vaina del cuchillo que tiene en el cinto. ·BuRKE está engalanado: luce un traje azul barato, una camisa de algodón rayado, con una cor- bata negra, y unos zapatos negros recién lustrados. Su rostro irradia buen humor.) ANNA Cf/RISTIE 505 IIURIH (Al ver a CIIRJS, co11 j<Jl'ial tono di' burla.) ¡Bueno, miren quién está aquí! (Se i11di1111 y logra hacer que su enorme cuerpo franquee el a11golto 1•c11w dí' la puerta.) ¿Y cómo Je trata el mundo esta tarde, señor padre de Anna? CIIRIS (Hoscamente.) Muy bien..., si no fuera por ciertos in- dividuos. BURKE (Sqnriendo.) ¿Lo dice por mí? (Ríe.) ¡Bueno, es usted lo que se llama un viejo chiflado! (Seriamente.) ¿Dónde está ella? (Ct-IRIS sigue sentado en silencio, rehuyendo su mirada. BuRKJJ se siente irritado ante su silencio.) ¿Dónde c~l(i Anna. le pregunto? C'IIIUS (V1w1l1111tl11, 11 n •g111íadie11tes.) Fué hasta el final del muelle. lll/RK ll Entonces, iré allí. Pero untes de hacerlo, aprovecharé l~Sla or,ortunidad, ya que estamos solos, para charlar con 11ll'd. (Se sienta enfrente de C11R1S, junto a la mesa y se í111 /11111 hacia él.) Y la charla será breve. Quiero casarme con Annu untes que termine el día de hoy, y más vale que se haga usted a la idea, le guste o no. CHRIS (Mirándolo furiosamente, con odio, y riendo con una risa forzada y dl'sdeñosa.) ¡Ja, ja ! ¡Eso es fácil de decir!
  • 41. 506 EUGENE O'NEILL. TliATRO ESCOGIDO - -- BURKE ¿Quiere decir que no lo haré? (Despreciativo.) ¿Cree que me lo impedirá un homhrc como usted? CIIRIS Sí, yo se lo impediré si no hay más remedio. BURKE (Con desdeñosa piedad.) ¡Dios le ayude! CHRIS Pero no habrá necesidad. Anna .. . BURKE (Sonriendo, con confianza.) ¿Cree que lo impedirá Anna? CHRIS Sí. BURKE Pues yo le digo que no. Sabe que la amo y también ella me ama : lo sé perfectamente. CHRIS ¡Ja, ja ! Sólo se ha divertido con usted. ¡Lo toma por tonto. y nada más! ANNA CHRJSTIE 507 IIURKE (Impasible y con 1111a sonrisa.) ¡Eso es mentira, mal rayo le parta! CIIRIS No, no lo es. Arma me <lijo, cuando se disponía a sa- lir de paseo, que nunca.. se casaría con un hombre como usted. BURKE No lo creo. Usted es un embustero tremendo, capaz de o rganizar los mayores líos a poco que la ocasión se 'preste. Pero como yo no quiero líos, por eso estoy sentado aquí. (Con aire grave.) Hablemos ahora del asunto de hombre u hombre. Usted es el padre de Anna, y sería una ver- 1:llc111a que nos claváramos los dientes en la garganta como 1111111 ¡wrros cuando yo me casara con Anna..., ¿no le pa- 11•11•'/ V111111,~. dígame la verdad, hombre de Dios. ¿Qué l ll'IH' Ullll t ,I mf'! CIIRIS (A l¡.:o t1pm·1¡.:11tulo, ,·011tm MI 1•0/1111/ad, por la evidente ,11weridad de B u RKL, 11,•m 111/rii:(l(/o y receloso.) Bueno... No quiero que Anna se case. Oigu, umigo. Yo soy un vie- 10 No he visto a Anna durante quince años. Era todo lo q111• ll'llÍa e n el mundo. Ahora que ha venido por primera ve, . ¡,supone usted que quiero que me abandone de nuevo? BURKE (Cordialmc11t,·. ) No crea que no comprendo sus senti- mientos.
  • 42. 508 I / C;J,1/. r•'Nlll l..- 'f'l.:.A TRO ESCO(ill><J CIIRIS (,bvmbrado y alentado, tratando de ser persuasivo.) En tonccs, usted hará lo más conveniente..., ¿eh? Vuelva a em- barcarse y deje en paz a Anna. (Lisonjero.) Un hombre de la talla de usted, que está siempre en el mar, no nece- sita esposa: Consigue una muchacha nueva en cada puerto, usted lo sabe. BURKE (Momentáneamente irritado.) ¡Váyase al diablo! (Domi- nándose, con serenidad.) No diré que no. Pero que el dia- blo le lleve si no llega un día en que todo hombre, en el mar o en tierra, si no es un imbécil nato, se cansa de todas esas vacas y se muere por conocer a una muchacha linda y decente y por tener su hogar y por criar a sus hijos con él. Perderá el tiempo si me pide que abandone a Anna. Para mí, no hay otra en el mundo y creo que ya no puedo vivir sin ella. CHRIS ¡Le apuesto a que la olvidará a la semana de haber salido de puerto! BURKB Usted no me conoce. Ni la muerte lograría hacérmela olvidar. De modo que no me hable de abandonarla. ¡No lo haré, y maldita sea ! Las cosas no se le presentarán a usted tan mal como supone. Ella vivirá aquí, en los Es- tados Unidos, y se casará conmigo. Y usted la verá a me- nudo..., mucho más a menudo que durante los quince años que pasó criándose en el Oeste. Es increíble que sea pre- cisamente usted quien se escandaliza tanto porque Anna pueda marcharse, cuando en tantos años no la ha ido a ver ni una sola vez. ANNA CIIRJSTJE ----- 509 CIIIUS (Con aire culpable.) Me pal'cció prcfcriblc que v1v1era lejos, que se criara tierra adcnt10. !.1n conocer a ese viejo demonio que es el mar. 13URKE (Desdeiiosamente.) ¿Vuelve a culpar al mar de todas sus dificultades? Bueno, Anna lo conoce ahora. Lo lle- vaba en la sangre, de todos modos. CHRIS Yo no quiero que conozca a ningún marinero i'nútil. .. BURKE Pue~ uhoru conoce a uno. CllltlS (0,,.1,111111111.I,, 1111 {111111.10 p1111ett1·w sobre la mesa.) ¡De eso se trato I l.ht~·d es eso. precisamente..., iun marinero, un inútil! ¿,Cn:c q111: k <kiaré amargarle la vida como se la amargué yo a bll nwdrc'l ¡No, se lo juro! ¡No se ca- sará con usted, aunque yo ll·np,a que matarle ! · BURKE (Le mira por un momento, asombrado, y luego ríe rui- dosamente.) ¡Ja, ja ! ¡Manera audaz de hablar la suya para ser un enano! CHRIS (Amenazador.) ¡Ya lo verá ! ·1
  • 43. 51 0 EUG/iNE O'NEILL.- TEATRO ESCOGIDO BURKE (Con sonriente desconfianza.) iClaro que lo veré! ¡Me veré casado con -Anna hoy mismo, le digo! (Con desdeñosa exasperación.) Tontas charlas las suyas cuando dice que el mar hizo esto y aquello. Debiera avergonzarse de decir eso, usted que. es un viejo marino. iYa le he oído mu- chas cosas de ésas y conozco muchas más que le oyó decir Anna, y creo que usted es un pobre diablo y no un hombre! CHRIS (Con aire sombrío.) Ya verá si soy un hombre... Antes de lo que supone, quizá. IIURKIJ (Desdeñosamente.) Vamos, basta de fanfarronadus. Creo que el miedo al mar le ha hecho perder el juicio. Anna me dijo que usted quisiera verla casada con un agricultor. ¡Linda pareja sería ésa! ¿Quiere que una muchacha tan guapa como Anna se acueste de noche con un sucio infe- liz que hieda a cerdos y a estiércol? ¿O que se ate por toda la vida a uno de esos inútiles, flacos y arrugados, que trabajan ea las ciudades? CHRIS ¿Qué estupideces está diciendo? BURKE No digo estupideces. Sólo repito los propios desatinos de usted. Pero, en el fondo, usted sabe la verdad, aunque el enorme miedo que tiene al mar le haya convertido en un embustero y un cobarde. (Descargando un puñetazo so- bre la mesa.) ¡El mar es la única vida posible para un ANNA CIIRISTIE 511 hombre con agallas y que no le tenga miedo a su propia sombra! Sólo se siente uno libre en el mar, y entonces va- gabundea por el mundo, y ve toda clase de cosas y no le interesa ahorrar dinero o robárselo a los amigos o cual- quiera de las feas tretas a que dedicaría su vida uno de esos imbéciles de tierra adentro. Usted mismo conoció eso en tiempos y fué contramaestre muchos años. CllRIS (Farfullando, rabiosamente.) ¡Y usted un estúpido! ¡Un estúpido! BURKE A usted lo que le pasa es que se ha tragado el ancla y no la ha digerido. El mar le pegó duro, dejándole fuera de combate, y, como no es lo bastante hombre para ir por otra, se quedó tendido y aullando el resto de su vida. (Or- ,:11/losamente.) ¿Acaso no estuve yo a punto de ahogarme? PI mur me polpeó de firme y me dejó exhausto, viéndome 11111 1·1•1rn clt•I i11ftl'f110 que oí bramar las llamas; pero de 1111~ l11h11r1 1111 111011) 1111 solo !'Cmido, hasta que el mar se 1111d1t'I 111 v1 , 111 fw·1111 y ugullLHi de 1111 tío como yo. CIIRIS (Con despr<1cio.) ¡Sí! ¡A juzgar por lo que cuenta, me- nudo barbián está hecho! --BURKE .... (Hnojarlo.) ¡ Usted me está llamando embustero con dcma1.iada frecuencia, viejo fanfarrón ! ¿Acaso no salió todo eso y hasta mi retrato en los periódicos de Boston la se- mana pasada? (Mirando a CHRIS de arriba abajo. con des- precio.) Hubiera querido verle a usted en plena juventud haciendo lo que hice yo durante la tempestad y después de ella. ¡Se habría portado como un loco y un estúpido. chiUando de miedo!