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Aproximaciones
 sociológicas
Flabián Nievas (comp.)
Nievas, Flabián
    Aproximaciones sociológicas.
    1a. ed. - Buenos Aires: Proyecto Editorial, 2011.
    272 p.; 22x15 cm.

     ISBN 978-987-644-020-2

     1. Sociología. 2. Enseñanza Superior. I. Título
     CDD 301


Fecha de catalogación: 02/03/2011




Diseño de tapa: Valeria Goldsztein
Diseño interior y diagramación: Valeria Goldsztein
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(www.esezeta.com.ar)

Coordinación: Walter Di Bono
wdibono@yahoo.com.ar


Hecho el depósito que dispone la ley 11.723.
Impreso en Argentina.




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reproducida, almacenada o transmitida de forma alguna, ni por ningún medio,
sea este electrónico, químico, mecánico, óptico, magnetofónico, xerográfico, ni
ningún otro, sin la previa autorización escrita por parte de ambos autores. Los
infractores serán reprimidos con las penas que establece a estos fines el Código
Penal.
Aproximaciones
 sociológicas
Flabián Nievas (comp.)
Índice


Prólogo, por Adrián Scribano............................................................7

Capítulo 1
Las tres miradas sociológicas,
por Flabián Nievas..........................................................................23

Capítulo 2
El sujeto que actúa. Aproximaciones al individualismo metodológico
weberiano, por Malka Hancevich....................................................41

Capítulo 3
Las dimensiones de lo social en el pensamiento sociológico de Durkheim,
por Carlos E. Motto.......................................................................65

Capítulo 4
Consideraciones sobre el problema religioso en Durkheim,
por Mariano Millán........................................................................93

Capítulo 5
La sociología y su desafío fundacional: hacia un pensamiento “conectivo”,
por Juan Sebastián Califa.............................................................123

Capítulo 6
Ese oscuro objeto del deseo. El análisis de la mercancía en la teoría
marxista, por Matías Artese..........................................................137

Capítulo 7
Marx y las clases sociales,
por Pablo Bonavena......................................................................165

Capítulo 8
Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas
según Marx y Engels,
por Hernán Hereñú, Julio Tedesco y Ricardo Zofío.....................205
Por qué y para qué aproximarse
    a la teoría sociológica: a modo de prólogo

                          Adrián Scribano1



     De la difícil tarea que me encomendó el Dr. Nievas (amigo y
colega) solo he podido enhebrar la lectura del libro con algunas de las
ideas que me provoco y otras que me parecen oportunas e interesantes
ligar con la presentación de un trabajo colectivo sobre la sociología en
Buenos Aires, hoy. En este sentido, el breve escrito que a continuación
proponemos, tiene por intención sintetizar algunas reflexiones que le
permitan al lector navegar algunos de los recorridos posibles por las
aguas del texto que le sigue. Hemos divido la argumentación en dos
partes: 1) reflexiones con y por el texto y 2) reflexiones más allá de los
textos.
     En un sentido riguroso lo que presentamos es una aproximación
a las aproximaciones posteriores con el propósito de enfatizar el con-
vencimiento que escribir sobre y desde la sociología, más allá de los
enfoques usados, es una tarea desafiante y absolutamente necesaria.


1. Con y por el texto: de teorías, prácticas y críticas

    No se puede entender la tarea de la ciencia sin comprender su

1 CEA-UE-UNC-CIES
                                                                       (7)
contexto de producción, no se pude escribir sobre sociología sin mirar
la sociedad que pretende conocer. La sociología es por definición una
ciencia situada.

De las torsiones entre teorías y prácticas

     Ahora bien, ¿por qué los sociólogos insistimos en enseñar teoría
sociológica y no directamente lo que la sociología “sabe” sobre la so-
ciedad? La respuesta no puede ser simple en términos de una singu-
laridad totalizante, tiende (como toda actividad científica, hoy) ha ser
compleja; es más, no hay una sola respuesta, más bien, tiene que ser
tomada/producida como la articulación de múltiples respuestas.
     En el marco de la dialéctica producción/circulación/re-produc-
ción se pueden ensayar algunas pistas que abran/plieguen/corten las
bandas mobesianas que involucra el hacer teoría sobre lo social y pro-
curar algunas de las respuesta más relevantes a la pregunta formulada.
     Banda primera, sin teoría(s) no hay ciencia(s). En el estado actual
de las prácticas “meta-científicas”, (es decir, la epistemología, la histo-
ria de las ciencia y la sociología de la ciencia) “aplicadas” a la sociología
la aporética relación entre lo empírico y lo conceptual ha sido aban-
donada y con ello la “idea” que lo teórico esta desvinculado de lo real.
Es en este marco que el libro que prologamos es una apuesta a que la
sociología es una ciencia y por lo tanto (con la diversidad ínsita a ello)
se debe enseñar teoría más allá de las frágiles argumentaciones de los
“hiper-discursivistas”, “post-modernisantes”, o expositores del pensa-
miento débil, que a la sazón terminan optando por una mirada empi-
rista donde la teoría queda en estado de devaluación y desencarnada.
     Banda segunda, representar es intervenir. Los procesos de repre-
sentación de la vida intervienen y transforman la misma y son las teo-
rías uno, (no los únicos) de los componentes básicos de los aludidos
procesos de representación/modificación. La capacidad performativa
de transformar el mundo nombrándolo es un atributo elemental de
las teorías (sociales o no). Designar a las relaciones de desigualdad
como una problemática de la pobreza, o de la vulnerabilidad o de la
lucha de clases no es una acción inocua ni menos inocente. En este
contexto, re-pasar y presentar algunos de los nodos conceptuales más
importantes de la teorías, como se realiza en este libro, es un capitulo
(8)
y no el menor, por la batalla de nominación del mundo que se efectúa
desde las ciencias, lo cual contiene un carácter pedagógico y político
por demás importante.
     Banda tercera, la teoría es un hacer. No hay, en el siglo XXI, nin-
guna evidencia científica que no acepte, al menos parcialmente, que
las elaboraciones teóricas son prácticas. Es decir, que las teorías son
acciones que combinan procesos complejos cognitivos-afectivos, que
involucran e implican tareas colectivas, que son una relación tensional
entre “haceres”/saberes/conocimientos. Las teorías son praxis comu-
nes a un campo disciplinar, (que si bien puede o no rivalizar entre
ellas) se performan en el actual contexto multi-paradigmático, multi
y trans disciplinar de las ciencias. En esta línea el presente libro per-
mite introducirse a algunos de los resultados más sobresalientes que
las principales tradiciones sociológicas han construido como prácticas
sociales relevantes y a relevar.
     Banda cuarta, la dualidad de teoría. Así como existe una dualidad
de las prácticas y estructuras sociales (sensu Bhaskar) se efectiviza una
dualidad de las teorías por las cuales estas son a la vez tanto “insu-
mos” como “resultados” de la tarea científica. Este rasgo de lo teórico
advierte sobre los flujos constantes de un proceso-en-producción y
una producto-en-proceso por lo cual enseñar teoría es abrir, destrabar,
desplegar los aludidos flujos en y a través de puntos y continuidades.
Las teorías no son solamente un punto de llegada ni exclusivamente
un punto de partida son tramos de un proceso que no se agotan pero
necesitan de la dialéctica anterior/actual/posterior que toda tradición
conlleva.
     Banda quinta, el uso metafórico de las teorías. En la actualidad con-
viven y entrecruzan diversos “usos-de-las-teorías”, una manera de
asirse con ellos es observar el cariz metafórico que de ellas se puede
hacer. Entre otras posibles clasificaciones, existen cuatro usos: a) el
óptico para el cual una teoría es como una lente y depende de cual
se seleccione se torsionará/distorsionará la mirada de una manera u
otra; b) el instrumental desde la cual la teoría sirve o no de acuerdo a
sus resultados respecto a lo que pueda hacer con lo real; c) el reticu-
lar que homologa la teoría a una red mediante la cual el observador
“atrapa” la realidad en consonancia de cómo ciña u abra la estructura
de sus enunciados observacionales y reglas de correspondencia; y d)
                                                                       (9)
el especular mediante el cual se asocia las tareas de las teorías a la
de un espejo que debe reproducir fielmente lo que el mundo social
es. El libro que aquí prologamos permite iniciarse en estos usos da-
das algunas coordenadas epistémicas y metodológicas incluidas en los
trabajos que lo componen.
     El libro que aquí se presenta nos aproxima a las bandas expuestas.
En las tensiones y distensiones que se producen entre estas cinco ban-
das (sobre la compleja tarea de explicitar que puede significar hacer y
enseñar teoría sociológica) el lector podrá encontrar algunos mojones
para leer el libro desde diversas claves.

Pistas encontradas entre los objetos y las prácticas en libro

     Un libro, (y especialmente éste) siempre es una carta de navega-
ción que incluye una geometría incompleta de las conexiones posibles
entre temas, lector y objetivos del mismo. Exponemos a continuación
solo algunas de las pistas que desde nuestra lectura da el libro.
     La estructura libidinal de El capital (Marx), lo moral/religioso
como cemento de lo social en los procesos desestructuradores de la
industrialización (Durkheim), la estructura de experiencias de sentido
como ligazones en un mundo moderno descantado y de racionaliza-
ción creciente (Weber) y las conexiones entre poder, comportamiento,
emociones y conocimiento para explicar el “mundo civilizado” (Elias)
son pistas concomitantes para explicar la economía política de la mo-
ral y están de una manera u otra expresada en este libro.
     Las tensiones que aparecen entre las nociones de individuo, su-
jeto, actor y clase social que recorren los artículos aquí reunidos son
una pista de las disposiciones y posicionalidades diferenciales a la que
cada noción hace referencia en las maneras de entender lo social.
     Desde el trabajo que presentamos existen pistas para comprender
cómo hay procesos elementales de la vida en interacción impuesta por
la modernidad occidental como lo son el sentido individual de la ac-
ción, las relaciones de clases, el fetichismo de la mercancía, las estruc-
turas de la vida religiosa, que en sus proximidades y distancias, apare-
cen como huellas de las formas sociales de lo aceptado y lo aceptable.
     Conexión entre los individuos, lazos entre los sujetos, relaciones
sociales de producción y mediaciones de los hombres con los objetos
(10)
son algunos de las modalidades que aparecen en el libro como mojo-
nes de una indagación sobre el porque los seres humanos construimos
la sociedad. Mojones que a su ves sirven de pistas para resituar las
practicas teóricas en sus contextos de producción pues se convierten
en indicadores de cómo pueden ser analizarlas y comprenderlas.
     A través del libro se pueden encontrar huellas para reconstruir las
opciones existentes para conceptualizar a los sujetos, a las estructuras,
a los procesos y a los escenarios que, al menos algunas, de las teorías
sociológicas elaboran y con ello se efectúa una reconstrucción de las
ontologías sociales posibles que ellas implican. La reconstrucción de
las ontologías sociales que las teorías producen es un paso relevante
para comenzar un proceso de crítica inmanente sobre la sociedad.
     Una de las finalidades propias de un libro es provocar, incitar,
impulsar sensaciones, conocimientos, ideas y acciones lo que sigue es
el resultado de lo que el libro “logro” en quien escribe.


2. Más allá de los textos: Para qué hacer teorías sociológicas


     Entre los insumos teóricos privilegiados para pensar/hacer el
mundo social se encuentran las tradiciones clásicas de la sociología
este libro se propone introducir, al menos ha algunas, de las principa-
les de ellas. La razón eurocéntrica y la geopolítica del conocimiento
de finales del siglo XX se han nutrido eficazmente del olvido sistemá-
tico de lo que hay de crítico en sus propias tradiciones de origen; co-
nocerlas es un paso importante para hacer una destitución del actual
régimen de verdad impulsado por ellas.
     La exclusión reiterativa de la discusión de los para qué de los
enfoques teóricos de Durkehiem, Weber, Elias y Marx, solo para
mencionar los referidos en este libro, ha tenido como consecuencia
la “devaluación” de lo teórico y la disolución de las conexiones entre
intereses y conocimientos anidadas en los mismos. Resultados que,
más allá de la retematización del carácter publico de la sociología, del
compromiso del sociólogo y de la “vocación” de intervención social
de la disciplina discutidas en la última década han contribuido a la
situación paradójica de mas sociología con menos explicación sobre
                                                                     (11)
las sociedades promovidas por los hiper-situcionistas y partidarios de
una “intervención sin teoría”. En las próximas batallas por la repre-
sentación científica del mundo tener/hacer/circular teorías cumplirá
un papel trascendente tanto como lo ha sido hasta el día de hoy o más.
     En el contexto descripto se hace aún más comprensible la urgen-
cia de establecer una reflexión sistemática sobre los para qué hacemos
teorías, de las posibles practicas asociadas a la sociología y buscar al-
gunas respuestas para su carácter situado.

De los desafíos

     Una vía, no la única, es repensar “transversalmente” las propuestas
que ya han existido y su grado de actualidad: Desde la década del 40
del siglo pasado se ha sostenido que se hacen teorías para modernizar
las sociedades, para desarrollar los países o para posibilitar la revo-
lución. Otra vía se puede encontrar resaltando los “desafíos” que la
disciplina enfrenta en conexión con las estructuraciones sociales en
la actualidad. Ubicados en esta última vía creemos que los desafíos
centrales del siglo XXI son:
     a) Un desafío que las teorías sociológicas deben asumir es re-
tramar los componentes básicos de las estrategias de indagación social
a partir de las transformaciones sociales de mayor relevancia en las
dos últimas décadas: la expresividad popular y los usos sociales de las
tecnologías de información. En los últimos años, uno de los aspectos
de mayor relevancia en el campo de las estrategias de indagación en
las Ciencias Sociales en América Latina, es la expresa focalización
del “uso” y “rescate” del cuerpo y sus sentidos como base para dichas
estrategias. En una tensión, siempre difícil, entre supuestos episté-
micos, recomendaciones metodológicas y re-diseño de procesos de
observación, las prácticas de “captación” de sentido se han ido des-
plazando hacia a las capacidades de los propios cuerpos y sus poten-
cialidades sensitivas. Mientras el teatro, la danza, la performance, la
música ocupaban cada vez más las escenas sociales de producción y
reproducción de la estructuración social, al mismo tiempo se han ido
convirtiendo en procesos y mediaciones para la observación. La uti-
lización de las mediaciones sensibles y corporales para la indagación
social se basa (al menos parcialmente) en tres rasgos centrales de las
(12)
ciencias sociales en la actualidad: a) la “ampliación” de las definiciones
epistémicas de la conexión entre percepción, observación y conoci-
miento científico; b) la re-conceptualización de las relaciones entre
expresión del sentido de la acción y los procesos de expresividad de
sensibilidades y c) la apropiación científica de medios tecnológicos y
artísticos para observar lo social.
     b) Las actuales conexiones, anclajes y desanclajes entre nanotec-
nología, “ingeniería genética” y biodiversidad deben ser objetos de
unas reflexiones sociológicas que impliquen una indagación sistemá-
tica sobre sus impactos en la estructuración social. Los procesos de
creación de todo tipo de vida han sido y son sometidos a mapeos que
involucran su identificación, clasificación, sistematización y disposi-
ción para su manipulación. La genética ha obtenido (y aún busca) las
diagramáticas pormenorizadas que dan respuesta a cómo y en qué
contexto la interacción ambiente/humano produce los componentes
básicos para aparición de la vida. En el vértice obvio de este “conocer”
la formación de los procesos generadores de las condiciones físicas de
desenvolvimiento de los seres vivos, se localizan los dispositivos para
su gestión. La apropiación diferencial de dichos dispositivos involu-
cra procesos mercantilizables de los progresivos mapeos efectuados
sobre la vida y conlleva la administración racional de las disponibili-
dades efectivas de control de esos mapeos. Controlar las condiciones
de producción y reproducción del planeta se concentra cada vez más
en pocas “manos” y capacidades cognitivas. La genética “sustenta” el
lugar básico y fundamental de las nanotecnologías creadas con la fi-
nalidad de una administración e intervención cada vez mas eficiente y
eficaz en los procesos de la elaboración de la vida. Los saberes/cono-
cimientos puestos al servicio de la profundización de la manipulación
de la vida interviniendo sus procesos de creación, arman un conjunto
de objetos dispuestos como mercancías en el mercado de los bienes
comunes ahora apropiados por los monopolios del conocimiento, va-
lorización (diferencial y desigual) de los “mapas” de la vida y las ca-
pacidades para su gestión. Las condiciones mínimas de reproducción
de los estados de elaboración de la vida antes y después de su “ma-
nipulación/gestión”, demandan un trabajo extra de sus componentes
“acciones” ahora administradas por el capital global concentrado.
     c) Las conexiones entre la depredación de los bienes comunes y
                                                                     (13)
las políticas de los cuerpos deben ser analizadas como uno de los ejes
fundamentales por donde pasan las innumerables transformaciones
en las relaciones sociales en el Sur Global. Por esta vía es posible
observar los entramados que se entretejen entre expropiación, depre-
dación, coagulación y licuación de la acción. Todo ser social es un
cuerpo que en ciertas condiciones de “operación”, dadas las caracte-
rísticas actuales del capital y la extracción del “plus de operación” que
los aludidos cuerpos tienen, se constituye en el centro de la expro-
piación, que es en primer lugar de índole orgánica y luego de índole
corporal como “locus” insubstancial de la subjetividades posibles. La
actividad depredadora del capital se constituye en torno a la absorción
sistemática de las energías “naturales” socialmente construidas en ejes
de la reproducción de la vida biológica: agua, aire, tierra y formas de
energía. La dialéctica entre expropiación corporal y depredación se
configura a través (y por) la coagulación y licuación de la acción. La
tensión de los vectores bio-políticos se produce y reproduce en prácti-
cas cotidianas y naturalizadas del “olvido” de la autonomía individual
y/o “evanescencia” de la disponibilidad de la acción en mimesis con las
condiciones de expropiación.
     d) Otro de los desafíos para el hacer sociológico lo constituye la
indagación de la estructura de la economía política de la moral vi-
gente en la actualidad. Estas prácticas ideológicas recortan la estruc-
turación social en conexión directa con los dispositivos de regulación
de las sensaciones y los mecanismos de soportabilidad social. Estos
últimos se estructuran alrededor de un conjunto de prácticas hechas
cuerpo que se orientan a la evitación sistemática del conflicto social.
Los procesos de desplazamiento de las consecuencias de los antago-
nismos se presentan como escenarios especulares y desanclados de un
espacio-tiempo. La vida social “se-hace” como un-siempre-así. Los
dispositivos de regulación de las sensaciones consisten en procesos de
selección, clasificación y elaboración de las percepciones socialmente
determinadas y distribuidas. La regulación implica la tensión entre
sentidos, percepción y sentimientos que organizan las especiales ma-
neras de “apreciarse-en-el-mundo” que las clases y los sujetos poseen
Las cadenas y esquemas cognitivos-afectivos que conectan (y desco-
nectan) las practicas sociales en tanto narraciones y visiones del mundo
hechas cuerpo constituyen los procesos que aquí se caracterizan como
(14)
ideológicos. Los mecanismos y dispositivos señalados son un gozne
practico y procedimental donde se instancian los cruces entre emo-
ciones, cuerpos y narraciones. Los mecanismos de soportabilidad so-
cial del sistema no actúan ni directa ni explícitamente como “intento
de control”, ni “profundamente” como procesos de persuasión focal y
puntual. Dichos mecanismos operan “casi-desapercibidamente” en la
porosidad de la costumbre, en los entramados del común sentido, en
las construcciones de las sensaciones que parecen lo más “íntimo” y
“único” que todo individuo posee en tanto agente social.

De las prácticas sociológicas

     En muchas ocasiones es provechoso usar las potencias de las
metáforas para explicitar en términos conocidos aquello que, por un
motivo u otro, desconocemos. Nos serviremos aquí de cuatro juegos
metafóricos para hacer comprender algunas de las posiciones más
aceptadas sobre el significado de la práctica de construir conoci-
miento sociológico.2
     El espejo. Muchos piensan que el conocimiento sociológico debe
tener las cualidades de un buen dispositivo especular: reproducir y
reflejar.
     Los sociólogos involucrados con esta metáfora están convencidos
que la practica de la sociología debe orientarse a describir el mundo
de la mejor manera, de elaborar un copia de las relaciones sociales de
modo tal que se explique lo social de un modo lo más aproximado a
lo natural. La mejor de las prácticas es aquella que puede reproducir
en todos sus términos la sociedad tal cual es.
     El martillo. Otros piensan a la reflexión sociológica representada
por algunos de los rasgos del martillo: ruptura y crítica
     Los sociólogos que operan bajo la cobertura del martillo privile-
gian la transformación de la realidad social como patrón de análisis y
practica científica. Propugnan una distancia reconstructiva con lo social
naturalizado como punto de partida para conocerlo y transformarlo.

2  Hacemos notar las conexiones posibles entre esta exposición sobre las prácti-
cas y las metáforas sobre el uso de teorías sosteniendo que las teorías implican/
producen prácticas y viceversa.
                                                                            (15)
La pala. Algunos piensan a la actividad de la sociología en analo-
gía con los usos de la pala: cavar y desenterrar.
     Los sociólogos que se apegan a la metaforización de la pala ven
en su práctica el dictum de sacar a luz lo que no se ve. Usando una
metáfora raíz que pivotea en la geología la actividad sociológica es la
encargada de penetrar en la estratigrafía de la sociedad mostrando sus
pliegues internos.
     El cucharín. Otros muchos piensan la práctica del conocer en so-
ciología a través de metáforas de la edificación: construir y producir.
     Los que practican una sociología desde una metáfora de la edifi-
cación trabajan bajo la creencia que sus acciones son como el cucharín
del albañil pegan y perfilan el edificio de lo social. La tarea de conocer
es productora de una realidad social que se entiende construida y re-
construida en las mismísimas acciones de conocimiento.
     Estas metáforas instrumentales, el espejo, el martillo, la pala y
el cucharín, nos acercan al puzzle de los modos sociales de enten-
dimiento de la práctica sociológica. Más o menos adecuados, más o
menos precisos estos juegos metafóricos permiten entender, de modo
aproximado, la situación de la sociología contemporánea en nuestras
tierras. Creemos, sin embargo, que la realidad se constituye en una
madeja y entramado de todas estas metáforas, creemos que la socio-
logía es algo más y algo menos que estas “caracterizaciones” ¿Por qué?
     Porque construir, reflejar, rupturar y develar son momentos de
la dialéctica entre hacer, pensar y decir que esta practica intelectual
llamada sociología implica. Porque creemos que, más acá de la doxa
académica, los standard’s scholasticos y la división institucional del po-
der académico la sociológica es una oportunidad para transformar el
mundo colectivamente.
     Porque hacer/decir/pensar es una tensión helicoidal que adviene
como plus de una intelección de lo real que evita su duplicación en la
conciencia y se dispone para una crítica inmanente desde los nudos
mismos de las conexiones entre conocimiento y sociedad.
     En la dirección señalada un libro sobre teorías sociológicas es una
posibilidad más para revisar las proximidades y distancias entre los
momentos de la tensión helicoidal aludida y también para re-cons-
truir lo que hay de contexto y situacionalidad en nuestras prácticas
teóricas.
(16)
De algunas huellas desde el carácter situado de la sociología

     No hay posibilidades objetivas de explicar Latinoamérica en
particular y el sur global3 en general sin aceptar su actual situación
colonial. Más allá de las proximidades y distancias; más acá de los
acuerdos y desacuerdos que puedan existir entre los enfoques postco-
loniales, post-occidentales y/o decoloniales con lo que vamos a suge-
rir de manera esquemática aquí sostenemos que su “problema” central
(y nuestra divergencia fundamental) es su diagnostico sobre el estado
del imperialismo, la dependencia y la situación colonial. Lo que aquí
resumimos de manera muy apretada, tiene como punto de partida y
horizonte de comprensión, es la aceptación de que las actuales condi-
ciones materiales de existencia y la dialéctica de la dominación mun-
dial —al inicio de la segunda década del siglo XXI— se caracteriza
por una “renovada” situación colonial que designamos como post-in-
dependentista. Dicha designación pretende subrayar enfáticamente la
persistencia de los lazos coloniales y la inadecuación de la descripción
del actual período como post-colonial.
     Es en este marco contextual y analítico que pensamos que el libro que
aquí presentamos es un insumo importante para elaborar teorías sociales
desde el sur global4 e insistimos en la necesidad de conocer, criticar y re-
construir las tradiciones de la sociología para que esta no sea sólo garganta
para otras voces.
     En la situación actual del capitalismo a nivel global las teorías
sociales del sur se hacen entre otros motivas para:


3  Por razones de espacio no exponemos aquí el porque de la existencia del sur
global bajo el entendimiento que el lector nos concederá dos sobreentendidos:
a) que entendemos por sur global lo que el discurso social capta cuando a ello se
hace referencia ej: cuando se utiliza en el Foro Social Mundial; y b) que más allá
que en el escrito aludamos a Latinoamérica y a la Argentina no significa que
no aceptemos y supongamos las proximidades y distancias con otros escenarios
del sur global.
4  Mantendremos la expresión TSS sin reparar en el plural ínsito a la propuesta
realizada aquí, es decir, pensamos que no hay una teoría sino pluralidad de teo-
rías elaboradas desde y en el sur global.
                                                                             (17)
1.- Romper, rupturar e implosionar las dualidades colonizadoras
establecidas como aporías entre teoría y práctica, razón y emoción,
cambio y orden, lenguaje y realidad solo para mencionar las más usa-
das. Estos binomios des-cromatizan y “simplifican” una realidad so-
cial planetaria que desde el Sur Global es vivida como multicromática
y compleja.
     2.- Una TSS puede recuperar la capacidad de establecer críti-
camente las mediaciones entre las totalidades hispostasiadas y las
particularidades universalisadas en tanto estrategias narrativas de las
Fantasías Coloniales inoculadas “desapercibidamente” en las doxas
académicas.
     3.- Establecer los caminos de la critica a una “critica estabili-
zada” como discurso único de transformación posible en la forma de
“progresismos adecuados”. Una TSS acepta que la batalla del conoci-
miento es una acción crítica de la crítica estabilizada y coagulada en el
poder académico y que de ello se desprende una critica inmanente al
“pensamiento crítico” estancado como practica ideológica de la post-
modernidad colonial.
      4.- Una TSS es post-independentista por que implica asumir
las consecuencias de las “nuevas” formas de lo colonial en nuestras
sociedades; en este contexto es prioritario analizar las formas socia-
les de la sujeción desde las lógicas de Independencia, Autonomía y
Manumisión.
     5.- Una TSS sostiene que es teoría en tanto es una explicación
científica del mundo con una finalidad emancipadora señalando las
formas contra-expropiatorias, intersticiales e “interdiccionales” que
asumen las prácticas sociales.
     6.- Pensada así una TSS puede allanar los obstáculos conceptua-
les que impiden la destitución del poder de las actuales formulaciones
de las múltiples formas de las violencia(s) epistémica(s) y simbólica(s).
     Pensamos a lo sintetizado como solo un camino posible (pero
privilegiado) para restituir a la elaboración de teorías en y desde el
sur global el lugar del entramados entre estructuras, relaciones y vi-
vencias cancelado en por las postmodernidades coloniales cómplices
de la expansión global del capital. Así, entendemos que es necesario
re-tramar y re-hilvanar las conexiones entre estructura(s), proceso(s),
experiencia(s) y emancipación(es) asumiendo las contradicciones (y
(18)
articulaciones) de la ciencias sociales y la sociología en tanto ciencia
dispuesta para la felicidad y no para la expropiación excedentaria.
     Hacer una(s) teoría(s) desde el sur global implica la re-tematiza-
ción de lo que ya se ha dicho, de lo que esta siendo dicho y lo que aún
falta decir desde esa experiencia post-independentista de saber que la
autonomía, la felicidad y el amor no son puros efectos de una geopolí-
tica de las “capacidades disientes” sino también practicas intersticiales
de pasiones narradas en una(s) policromía(s) del “estar-siendo” uno
en lo colectivo. Las teorías del sur piensan (desde y) en el giro que
pivotea espiraladamente desde el sujeto, el agente y el autor, convir-
tiéndonos en (co)narradores de nuestras experiencias placenteras en
tanto practicas intersticiales.
     En las TSS se entrecruzan las urgencias por recuperar lo poli-
cromía y la policronia donde colores y movimientos abandonan
las fronteras impuestas por los acciones y paisajes monocrónicos y
monocromáticos.
     Una TSS identifica la tensión dialéctica que existe en la acep-
tación de que la plasticidad, precariedad, electibilidad y des-sustan-
ciación post-milenarias que pregona la “postmodernidad colonial”
tienen un reverso solidario (y constitutivo) en la rigidez, perplejidad,
unilateralidad y reificación de la vida vivida del colonizado.
     El libro que se inicia después de estas palabras ayuda a comprender
porque y para qué aproximarse a la sociología no es un “mero gesto enciclo-
pédico”, ni otra vacía exigencia burocrática, ni una contribución a la com-
placencia autocentrada para que los que escriban puedan auto-admirarse.
Aproximarse a la sociología es ante todo una acción que coloca al sujeto en
condiciones de entender y transformar la sociedad, lo que sigue en ese ca-
mino, claro esta, es una decisión de quien se aproxima.




                                                                      (19)
Bibliografía

Para la exposición ampliada de algunos de los temas referido en
esta parte cfr.:

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                                                                   (21)
Capítulo 1



              Las tres miradas sociológicas

                           Flabián Nievas1



     La ciencia es una actividad propia del mundo moderno. Sus orí-
genes datan aproximadamente desde el Renacimiento. Sus comienzos
están ligados a las formas más simples de conocimiento: las del mundo
físico, cuyas regularidades son comparativamente sencillas de observar
debido a que se trata de objetos externos al observador y relativamente
estables tanto en su reposo como en sus ciclos. La observación siste-
mática de los astros dio lugar a las primeras formulaciones que pueden
hoy reconocerse como científicas. Copérnico y Galileo figuran entre
los primeros que inauguraron este modo de conocer. Estas observacio-
nes fueron, por su parte, modelando una manera de pensar distinta a
la por entonces corriente; una forma abstracta, regida por reglas inva-
riantes, que fueron configurando una lógica particular (que retomaba,
porque nada es enteramente nuevo, planteos de los antiguos griegos,
pero en distintas condiciones) culminando finalmente en lo que se co-
noce como la “razón” moderna: una serie de enunciados concatenados
que conforman una unidad armónica, vinculados con axiomas y con
la observación de los fenómenos. Esto último es importante, ya que

1  Sociólogo. Investigador Instituto “Gino Germani” / CIES.
                                                                   (23)
Aproximaciones sociológicas

diferencia otras formas de pensamiento anteriores, especulativos, esen-
cialistas y dogmáticos. Los dogmas no necesitan demostración, sino
simplemente la adhesión a ellos; no generan conocimiento, sino creen-
cias. La ciencia no es dogmática; por el contrario, se postula como una
forma de conocimiento en perpetuo desarrollo.
     Es por esta razón que, contra lo que habitualmente se cree, la
ciencia no busca (ni obtiene) la verdad, concepto metafísico, esencia-
lista y dogmático. La ciencia busca y genera conocimiento, que es algo
bien diferente. El conocimiento nos permite dominar la naturaleza, se
desarrolla y con ello podemos avanzar en nuestro dominio del mundo
(que aún es bastante pobre, por cierto, por mucho que nos impre-
sionen algunos avances científico-técnicos). Para que ello ocurra es
necesario organizar sistemas de conocimiento, las teorías. Sin teoría
es imposible el conocimiento científico. Para expresarlo con una me-
táfora, la teoría es el esqueleto y el conocimiento son los órganos; todo
se sostiene por la teoría. Si se cae la teoría, el conocimiento generado
por ella entra en descomposición.
     Lo fascinante de la ciencia es que admite más de una teoría para
explicar un mismo aspecto de la realidad. En todas las disciplinas
científicas coexisten diferentes teorías que dan cuenta de los mismos
fenómenos, pero de manera disímil. La física, por ejemplo, cuenta con
dos teorías para explicar la luz (la teoría corpuscular o de los fotones
y la ondulatoria) y ambas explican, cada una de manera singular, la
luz. Pero más interesante aún: ambas teorías se niegan mutuamente, y
ambas han sido corroboradas experimentalmente. Esta situación, sin
embargo, no entraña ni una paradoja ni una rareza en la ciencia. Por
el contrario, es casi el lugar común de cualquier disciplina científica.
Esto es posible, justamente, debido a que la ciencia construye conoci-
miento, y éste es asequible desde diferentes marcos.
     El pensamiento científico es un pensamiento complejo. El pen-
samiento dogmático es simple, por ello busca la verdad, necesita la se-
guridad de creer que las cosas son de una manera, de un único modo.
Supone, por ejemplo, que hay una historia verdadera, sin advertir que
siempre la historia es una construcción definida por una corriente
historiográfica particular, y que ello no supone ni falsificaciones ni
“manipulación” de las fuentes. Del mismo modo que una situación
cotidiana puede ser interpretada de diferentes formas por distintas
(24)
Las tres miradas sociológicas

personas, los hechos históricos tienen interpretaciones diversas, se-
gún la corriente historiográfica que la reconstruya, y esto se debe a
que las diferentes teorías enfatizan más unos aspectos que otros. Pero
ninguna “miente”. (El pensamiento simple opone verdad a mentira;
el pensamiento científico construye argumentos sofisticados en los
que los elementos de los hechos son considerados con importancia
diferencial).
     De cualquier modo nuestro interés se centra en la teoría social,
más específicamente en la teoría sociológica (o, debiéramos decir, en
las teorías sociológicas). Y dentro de ellas, más particularmente en los
grandes cuerpos teóricos ya que, ciertamente, abundan teorías especí-
ficas en sociología. Pero daremos cuenta de las tres que conforman la
gran cantera de las que las demás se nutren.
     Estos cuerpos surgieron de manera relativamente temprana,
alguno de ellos prácticamente con la misma estructuración de las
ciencias sociales. Eso explica que el materialismo dialéctico como
teoría no sea exclusivamente sociológica, sino también política y
económica, ya que tales divisiones surgieron posteriormente a dicha
teoría.


Las ciencias sociales


    La transformación del mundo social ocurrido entre los siglos
XVIII e inicios del XIX fue un fuerte estímulo para tratar de enten-
der lo que ocurría. De manera considerablemente inesperada surgió
un aspecto que hasta entonces no había sido considerado como parte
de la reflexión científica, ya que sólo lo habían advertido los filósofos:
que había un aspecto de la realidad que era “lo social”, y que lo social
tenía entidad propia; no era un orden asociado a lo natural ni tam-
poco a lo divino. Nació entonces un ámbito de la realidad específica.
Esto no resulta muy difícil de comprender si consideramos que de
una sociedad relativamente estable (que, aunque tenía cambios, estos
ocurrían a un ritmo que escapaba al registro de la memoria —por
entonces no existía la práctica secular de construir registros en base
a documentación; los únicos registros los llevaba la iglesia, pero eran
                                                                      (25)
Aproximaciones sociológicas

inaccesibles—) y de población mayoritariamente campesina, se pasó
en poco tiempo a vivir grandes cambios políticos, económicos y socia-
les, comienza a concentrarse la población en las ciudades, fenómeno
promovido por la revolución agraria y la revolución industrial. No es
que la humanidad no hubiera conocido las ciudades, sino que en la
Europa medieval esas concentraciones se habían perdido. Para valorar
adecuadamente esto, Londres (junto a París las mayores ciudades eu-
ropeas de entonces) tuvo la siguiente evolución: de inicios a mediados
del siglo XVI tenía unos 100.000 habitantes, a mediados del siglo
XVII, ya contaba con medio millón de habitantes, a mediados del
siglo XVIII, con 700.000 y a inicios del XX, con cuatro millones y
medio (casi ocho millones en la actualidad).
     La vida urbana implica una mayor interacción que la vida rural,
por el simple hecho de la concentración espacial de los habitantes;
esto conlleva asimismo a una mayor interdependencia, una mayor
cantidad de fricciones, todo ello en el marco de una fuerte conmo-
ción política causado por la revolución francesa. El cambio político
significó una alteración en las regulaciones sociales consuetudinarias,
lo cual generó por un lado desconcierto y por otro la necesidad de
entender lo que estaba ocurriendo. En general este es el marco en el
cual surgieron las ciencias sociales. Estas primeras reflexiones intenta-
ron realizarse en el marco del tipo de pensamiento que ya primaba, el
científico. Estos primeros intentos buscaban emular a las ciencias más
desarrolladas en el momento, primero a la física y luego a la biología.
Pero también hubo otros intentos, independiente de estos modelos.
De manera que nos puede resultar extraña, no siempre las formas más
desarrolladas e independientes fueron las que aparecieron en último
lugar. Aquí es necesario considerar que la línea de tiempo no siem-
pre ni necesariamente acompaña a la línea de desarrollo científico.
Para decirlo de una manera más clara: no siempre lo último es lo más
evolucionado. ¿Por qué algo generado ulteriormente podría estar, en
la línea de desarrollo lógico, antepuesto a modelos ya existentes? La
respuesta hemos de buscarla en las bases en que se fundan los distin-
tos tipos de pensamientos teóricos, cuestión que abordaremos luego.
     Antes de ello es necesario decir que las ciencias sociales comen-
zaron de manera más o menos indiferenciadas, como reflexiones en
función de temas (o ámbitos de realidad) y no como un enfoque
(26)
Las tres miradas sociológicas

particular, específico de ellos, como lo es actualmente. Esta segmen-
tación sobrevino con el desarrollo, con cierta especialización de las
mismas. Originalmente este pensamiento devino de la filosofía social,
una forma de transición entre la filosofía y la ciencia. Veamos la di-
ferencia sustancial entre ambas. La filosofía es una reflexión básica-
mente especulativa: se desarrollan sistemas de pensamientos más o
menos armónicos, generales, de alto nivel de abstracción, en forma
de modelos o sistemas de pensamiento, mientras que la ciencia per-
manentemente busca la constatación empírica de sus proposiciones.
     Los inicios fueron relativamente “desprolijos” (vistos desde hoy).
Las primeras estructuraciones se dieron en torno a lo que se conoce
como economía-política, una disciplina hoy poco cultivada aunque
existente. Ella resumía las tres ciencias sociales básicas, que rápida-
mente se desplegaron cobrando autonomía: la economía, centrada
en las transacciones y los intercambios, la política, ligada al Estado,
y la sociología, cuyo nivel de observación es lo que se denominaba
desde la filosofía como “sociedad civil” (hoy llamado, no sin ambi-
güedad, “sociedad”). Entre los primeros cultores de la economía-
política encontramos a Adam Smith, su discípulo David Ricardo,
Robert Malthus, entre otros. Justamente la primer teoría sistemática
de lo que hoy es nuestra disciplina es una crítica de la economía po-
lítica. Esta crítica fue planteada por Karl Marx y Friedrich Engels a
mediados del siglo XIX.


El materialismo dialéctico


     Esta corriente es generalmente conocida como “marxismo”. La
denominación, asociada a su principal arquitecto, es injusta con F.
Engels, quien trabajó a la par de Marx. Por otra parte, es imprecisa,
pues etiqueta con una nominación asociada a una persona lo que es
una teoría: el materialismo dialéctico, el que, llevado a los análisis em-
píricos, se denomina materialismo histórico. El materialismo dialéc-
tico, que se nutre de la crítica al materialismo vulgar o contemplativo
de Feuerbach y a la dialéctica idealista de Hegel, construyó su gran
edificio teórico en la crítica a la economía-política. ¿Qué designa,
                                                                      (27)
Aproximaciones sociológicas

exactamente, la palabra “crítica”? En sentido vulgar criticar es hablar
mal de algo o alguien. En ciencia se utiliza este término para expresar
el análisis de los supuestos o sustentos de algo. Así, por pensamiento
crítico se entiende el pensamiento que profundiza en las implicancias
y antecedentes de otro pensamiento.
     Marx y Engels comenzaron en su juventud a criticar tanto al pen-
samiento de Feuerbach, prestigioso filósofo discípulo de Friedrich
Hegel, y al propio Hegel, una de las mayores eminencias de la filosofía
alemana junto a Immanuel Kant. Sin entrar en pormenores de este
pensamiento, que otros textos de este libro abordarán, sí es importante
remarcar un aspecto que lo distingue de los demás: centra su aten-
ción, no en las entidades, sino en la relación entre las entidades (enten-
diendo “entidad” en sentido amplio, lo que incluye cosas y personas).
El significado de las entidades depende, en consecuencia, del tipo de
vinculaciones que tenga con otras entidades. Renuncia de este modo a
toda ontología (estudio del ser) ya que la esencia son estas relaciones, y
no las entidades mismas. Una cosa o una persona están determinadas
por sus vinculaciones, no por sí mismas. El dinero, por ejemplo, puede
adoptar varias formas; examinemos tres de ellas: la moneda es un ele-
mento metálico tallado de una manera particular; el billete es un papel
con dibujos y filigranas particulares; el dinero electrónico es una serie
de pulsos elementales de cargas eléctricas positivas y negativas que en
un orden determinado significan dinero. ¿Qué es lo que los iguala al
metal, al papel y a las cargas eléctricas? Que todas, en un determinado
marco son dinero. ¿Y qué es el dinero? Una forma particular de expre-
sar un determinado tipo de vínculo entre las entidades.
     Este tipo de construcción intelectual contraría la tradición oc-
cidental, tributaria del pensamiento griego hegemónico a partir de
Aristóteles, que centra su atención en las entidades. A partir de la
definición de las entidades, entonces evalúa su relación. El materia-
lismo dialéctico, por el contrario, observa centralmente el vínculo y, a
partir de éste, evalúa las entidades. Pero, además, construye la teoría
no sobre cualquier vínculo, sino sobre el entramado de relaciones es-
tables para cada período histórico. Marx y Engels parten, para ello, de
la siguiente premisa: para que haya historia humana deben existir los
humanos; para que éstos existan es necesario que vivan y se reproduz-
can; su vida y reproducción está condicionada por su corporeidad y las
(28)
Las tres miradas sociológicas

condiciones (naturales y sociales) en que se encuentran (por ejemplo,
no puede haber pescadores allí donde no existan cursos o espejos de
agua, ni mineros en una llanura). Son esas condiciones, el hecho de
ser bípedos, con manos que les permiten manipular elementos, dada
la disposición del dedo pulgar (lo que lo distingue en principio de
otros homínidos), desarrollándose en distintos medios ambientales
que permiten su existencia y reproducción, por donde comienza la
observación. Dado que el humano es el único ser vivo que no vive
únicamente de lo que encuentra en la naturaleza sino que construye
su hábitat, y que los medios ambientales son múltiples y diversos,
ha de considerarse qué y cómo producen su propia vida material.
Remontándonos a la prehistoria sabemos que los grupos humanos se
especializaron, según el medio en que se encontraban, en cazadores,
recolectores, pescadores, etc., y que con el desarrollo de los grupos en
el tiempo, acumulando conocimiento, experiencias, destrezas, fueron
paulatinamente dominando el arte de reproducir algunos vegetales
(agricultura) y animales (ganadería). Esto posibilitó su sedentarismo,
ya que comenzaron a garantizar, de este modo, su reproducción mate-
rial en un lugar sin tener que mudarse constantemente de una región
a otra, detrás de los recursos.
     De modo que el acento para entender la dinámica de los grupos
humanos se pone en ver qué y cómo se produce. Dicho en otras pala-
bras, en discernir las relaciones de producción que se estructuran en cada
uno de ellos. En la medida que tales grupos crecen y se interrelacionan
entre sí van conformándose lo que actualmente llamamos “sociedades”
(pese a que es un término vago, y no hay razón para no denominar
así también a tales grupos) o, si se quiere, sociedades más complejas.
Entender estas sociedades complejas requiere comprender sus relacio-
nes de producción, ya que el conjunto social puede reproducirse sólo a
partir de ellas. A estas relaciones de producción, dadas en un período
histórico en un determinado espacio (por ejemplo Europa occidental,
medio oriente, etc.) ellos lo denominaron “modos de producción”, en-
contrando que tales modos de producción se suceden unos a otros en
una secuencia de sucesiones que supone cada vez mayor complejidad.
     Ahora bien, no es necesario ir al fondo de la historia o la prehis-
toria para conocer dicha secuencia. Se trabaja de manera contraria:
sólo comprendiendo el modo de producción más complejo se pueden
                                                                     (29)
Aproximaciones sociológicas

entender los modos de producción menos complejos. ¿Por qué seguir
este camino, que parecería el más difícil, el que contraría la lógica
elemental que supone que sólo comprendiendo lo simple es posi-
ble encontrar la solución de lo complejo? Básicamente a que Marx
y Engels prestaron atención a un factor de suma importancia, al que
recién en las últimas décadas la ciencia está considerando en toda su
dimensión: el azar. A diferencia de los proyectos intelectuales pro-
pios de su época, en particular en gran proyecto del positivismo, que
pretendía encontrar las regulaciones de toda la actividad cósmica en
forma de leyes, Marx y Engels encuentran leyes (es decir, tenden-
cias invariantes) acotadas a cada modo de producción, y entienden
que la articulación de las mismas no está concatenada con necesidad
matemática, sino que influye fuertemente el azar en su constitución.
Una vez constituidas, entonces sí operan con la efectividad de una ley
natural. Pero será nuevamente la conjunción de éstas con el azar lo
que determinará el fin de un modo de producción y su sustitución por
otro más complejo.
     Para tratar de entender esto de una manera más sencilla pro-
pondré un ejemplo simple: cualquiera de nosotros, Juan o Pedro, se
explican en su existencia a partir de sus padres; ellos sólo existen
porque sus padres los engendraron. Ahora bien, si nos remitimos al
momento anterior, es decir, a sus padres, la existencia de éstos no
explica la de sus hijos Juan o Pedro; bien pudieron no tener hijos, o
bien pudieron tener hijas, o bien pudieron tener otros hijos, distin-
tos a Juan y Pedro (de hecho, cada persona es única porque surge
de la unión de un espermatozoide y un óvulo particulares; otro es-
permatozoide u otro óvulo darían como resultado otra persona).
Repasando, sólo a partir del presente puede explicarse el pasado, y
no desde el pasado explicar el presente. ¿Cuál es, entonces, la nece-
sidad de recurrir al pasado? Que en él se dieron las combinaciones
entre leyes tendenciales y causas azarosas que culminaron en este
presente y no en otro. Estas combinaciones particulares sólo son
aprehensibles a partir del estudio de las relaciones entre las entida-
des. Por ello este modelo teórico parte del estudio de las relaciones
sociales, en particular, acentuando aquellas que resultan relativa-
mente invariantes en un tiempo-espacio dado (lo que, vimos, es un
modo de producción).
(30)
Las tres miradas sociológicas

El modelo holista


     En el último cuarto del siglo XIX aparece la sociología en su
forma actual, es decir, incorporada como una disciplina científica en
el ámbito académico. Su impulsor fue Emile Durkheim. Para defi-
nirla como tal debió circunscribir su objeto de estudio y un método
(toda ciencia tiene un objeto y un método particulares, propios, que
es lo que la distingue de otras ciencias). Durkheim definió como ob-
jeto de la sociología a la sociedad. Esto puede parecernos obvio, pero
contiene una serie de implicancias. Por empezar, ¿qué es la sociedad?
Algo distinto a la suma de los individuos que la forman. Esta confi-
guración sinérgica es lo propio de lo social. Observando el todo luego
se puede entender cómo funcionan las partes, ya que éstas no son sino
adaptaciones funcionales al todo. Justamente por ello la unidad analí-
tica del holismo es el “hecho social”, entendiendo por tal al fenómeno
colectivo (es colectivo porque es social, y no a la inversa) que actúa
ejerciendo sobre las personas un poder coercitivo, de fuerza superior a
ellas, y que es, a la vez, anterior a las mismas. El holismo descarta las
explicaciones individualistas, dejándolas para la psicología. La con-
ducta de las personas nunca puede explicarse por sí misma, sino que
sólo son inteligibles en el conjunto.
     El hecho social es mensurable, y en él se manifiesta la vida aní-
mica de la sociedad. ¿Cómo es posible aprehender el hecho social? A
través de la estadística, que es “el alma de los pueblos”. El holismo se
basa casi exclusivamente en el uso de la estadística para la construc-
ción de sus observaciones, dado que lo importante es lo que ocurre
en promedio. Las acciones, las conductas, los gustos y todas las ca-
racterísticas humanas se distribuyen de acuerdo a una curva normal,
también conocida como “campana de Gauss”, la que grafica la distri-
bución de elementos (en función de una característica dada), de una
manera tal que la mayoría de los mismos tiende a agruparse en torno
al centro de los valores, mientras que hacia los extremos la cantidad
de elementos tiende a disminuir. Los casos medios son los mayori-
tarios, a los que se denomina “normales”, mientras que los que están
en los extremos se los llama “casos desviados”. Así, por ejemplo, si
observamos una curva de tendencia política, el grupo mayoritario se
                                                                     (31)
Aproximaciones sociológicas

agrupa usualmente en el centro ideológico, mientras que una minoría
se desplaza a la izquierda, otra a la derecha, y grupos menores aún se
sitúan en los extremos derecho e izquierdo del arco. Esto es, al menos,
lo esperable. Si el comportamiento ideológico es distinto (de hecho
va variando en distintas circunstancias históricas) es necesario elabo-
rar una explicación al respecto. Pero el holismo generalmente perma-
nece en el plano descriptivo de la situación, lo que toma como “dato
empírico”, siendo éste más valioso que las explicaciones especulativas
en torno a él. En todo caso, recurre al análisis multivariado, es decir,
tomando en consideración varios aspectos a la vez, lo que le permite
establecer correlaciones o regresiones (que son técnicas estadísticas
específicas) que “muestran” cómo distintos factores se vinculan entre
sí, o varían con el tiempo.
     El método estadístico, hoy muy difundido en las ciencias socia-
les, permite, en efecto, ver cómo son las cosas, pero también tiene un
carácter performativo, es decir, que induce a que las cosas sean como
son y no de otro modo. Teniendo una noción (y todos la tenemos) de
las cosas que se consideran “normales” (es decir, que están en el centro
de la curva), consciente o inconscientemente tendemos a asimilarnos
a ellos. Esto hace que se refuerce esta forma de distribución, con lo
cual los registros tienen poder de formación de lo que registran. Daré
un simple ejemplo de esto. Aunque no hay una edad específica para
tener una pareja estable (lo que incluye convivencia, una grado relati-
vamente elevado de exclusividad sexual, etc.), y la misma está influida
entre otras cuestiones por la clase social a la que pertenecen los indi-
viduos (generalmente las parejas estables se dan entre miembros de
una misma clase social), sabemos que ronda aproximadamente entre
los primeros años de la segunda década de vida y los primeros años
de la tercera década de vida de los sujetos. Esto hace alguien de 18
años, pongamos, sea “demasiado joven” para establecer una pareja de
este tipo, y si a los 40 aún no lo hizo sea considerado un/a solterón/a.
No sólo los allegados le harán notar de muchas maneras la “anomalía”,
sino la propia persona se cuestionará si, cuando aún es “muy joven”
siente deseos de hacerlo, o si, pasada la edad en torno al promedio aún
no lo ha conseguido. Aparecerán los más diversos argumentos (que se
debe “vivir la vida”, en un extremo; que “hay que asentar cabeza”, en el
otro), todos tendientes a encauzar a la persona para que se aproxime
(32)
Las tres miradas sociológicas

lo más posible al término medio. Si esto no ocurre, una serie de im-
pugnaciones y sanciones sociales (leves, pero efectivas) harán sentir
al individuo que está traspasando los límites de lo “aceptable”. Ahora
bien, si esto tiene efecto, tiende a reforzar la imagen de la forma de
distribución a la que nos referíamos antes (la distribución normal);
y si no lo tiene, serán casos “desviados” que también contribuyen al
mismo refuerzo, ya que serán los menos los que acepten vivir en esa
condición anómala.
     Estas circunstancias hacen que el modelo holista sea considerado
conservador, ya que se ciñe centralmente a lo existente, a lo dado, y ro-
tula lo que ocurre mayoritariamente de “normal”. Esto tiene el efecto
descripto (generalmente nadie quiere ser considerado “anormal”), lo
que refuerza el orden establecido.


El individualismo metodológico


     La tercera gran aproximación teórica de la sociología fue elabo-
rada entre fines del siglo XIX e inicios del siglo XX desde un punto
de vista radicalmente opuesto al holista. Considerando al individuo
el centro de todo vínculo social, toma como unidad de análisis la “ac-
ción social”, es decir, la actividad del sujeto considerada en su mínima
expresión. Inspirado en el modelo atómico, supone que las mallas de
actividades sociales pueden ser estudiadas a partir de su núcleo mí-
nimo e indivisible, que es la acción del sujeto humano. Si podemos
comprender las acciones de los sujetos, estaremos en condiciones de
entender la totalidad de las vinculaciones, eso que llamamos redes
sociales. Su gran teórico fue Max Weber, quien también se debatía en
su país con quienes sostenían que no podía haber una ciencia de lo
social (en realidad, las llamaban ciencias del espíritu).
     El individualismo metodológico clasifica cuatro tipos básicos de
acciones sociales (habiendo deslindado previamente cuáles acciones
son “sociales” y cuáles no). Una acción es social si se desarrolla con la
expectativa de una acción recíproca (que no significa necesariamente
que se trate de una acción de la misma naturaleza). Es social, por
ejemplo, la acción de aceptar un papel coloreado (dinero en billete) a
                                                                     (33)
Aproximaciones sociológicas

cambio de un bien o un servicio en tanto se lo hace con la expectativa
de poder adquirir otro bien o servicio entregando ese mismo papel
pintado. El núcleo de una acción, para que sea “social”, en conse-
cuencia, está puesto en la expectativa. De modo que se reintroduce
el subjetivismo en la sociología, entendiendo por ello la perspectiva
del actor social, en contraposición con la tradición holista que to-
maba la totalidad del entramado despreciando el estudio de la acción
individual.
     Metodológicamente tiene una perspectiva teleológica; importa la
finalidad buscada, el sentido mentado de la acción, es decir, el direc-
cionamiento que la misma tiene, independientemente del logro o la
frustración de la expectativa. Ahora bien, dado que el sentido de la
acción es subjetivo y por lo tanto tan diverso como personas hay en el
mundo, el individualismo metodológico postula como superación de
ese escollo una tipología de acciones sociales; trata de tipificar racio-
nalmente los diferentes tipos de acción (que no son siempre ni todos
racionales), incorporando para ello, además de la razón que puede
regir estas acciones, también la costumbre, los sentimientos y los va-
lores. Todos ellos conforman un marco que el sociólogo puede racio-
nalizar y con ello comprender las acciones básicas, mínimas, que en
su conjunto conforman la totalidad de la actividad social. Una acción
cuya expectativa es cumplida está armoniosamente enlazada con otra
acción cuyo sentido era afín a la primera. Si esto no ocurre tenemos
una situación conflictiva (que bien puede ser un conflicto reconocido
como tal o simplemente desconcierto o desinteligencia).
     Dada la incorporación de valores (morales), costumbres (tradi-
ciones), los sentimientos —positivos (afectos) o negativos (odios)—,
y otros elementos del conjunto de las sensaciones humanas, como el
carisma (que define como una cualidad personal “mágica” e intransfe-
rible), este marco analítico resulta sumamente atractivo, ya que torna
inteligible (incorporándolas al análisis) distintas situaciones no ra-
cionales de las personas, pero en un cuerpo teórico racional. Por otra
parte, la incorporación del sentido de la acción por parte del actor
social pone al análisis en un marco de realismo primario. El sociólogo
trata de entender el motivo de cada acción de los sujetos. Se pueden
reconstruir, de esa manera, el sentido de las acciones que terminan en
equívocos (conflictos).
(34)
Las tres miradas sociológicas

La coexistencia de las teorías


     Los tres cuerpos teóricos conviven en la sociología. Pero son tres
“puertas de entrada” diferentes: por la relación social, por el hecho
social y por la acción social. No son las únicas, pero sí las principales,
ya que otras —una de las cuales consideraremos— son variantes o
combinaciones de éstas. ¿Cómo es posible la convivencia de teorías
variadas, e incluso contrapuestas en uno o varios puntos fundamenta-
les?, ¿cuál de todas es la más apropiada? Esas preguntas suelen surgir
entre quienes no tienen experiencia o contacto con la ciencia. Las
ciencias, ya lo anticipamos, admiten en su seno teorías que pueden
ser contrapuestas. Toda teoría es una construcción simbólica que con-
tiene proposiciones básicas relativamente invariantes (postulados) los
que, en interacción con la observación, permite construir hipótesis
(explicaciones probables de un fenómeno) que, en la medida que pue-
dan ser corroboradas por datos empíricos, se conforman en tesis o
demostraciones. Toda tesis o demostración es siempre precaria, his-
tóricamente acotada, pues el avance del conocimiento y el desarrollo
de las teorías existentes o de otras nuevas puede revocar esas tesis,
estableciendo nuevas. En el caso que nos ocupa, además, el objeto de
observación (las sociedades) varía más o menos rápidamente, lo que
hace que aún sin que haya grandes cambios teóricos, las demostracio-
nes sean siempre provisorias, históricas. Lo que hoy es de una manera
mañana puede serlo de otra, incluso opuesta, simplemente porque
varió la situación.
     Si bien no se puede establecer la supremacía de una por sobre otra
teoría (en todo caso hay investigadores que se sienten más a gusto con
una que con otras) sí es cierto que hay determinado tipo de fenóme-
nos que son mejor abordados por una teoría que por otras. Así, por
ejemplo, el complejo proceso de cambio social es mejor desarrollado
por el materialismo dialéctico. La reproducción social, en cambio, en-
cuentra grandes posibilidades de abordaje desde el holismo. Lo co-
tidiano, finalmente, tiene mejores herramientas de elaboración desde
el individualismo metodológico. Esto no significa que cualquiera de
las tres teorías no puedan abordar todos los aspectos; simplemente
se trata de que unos aspectos son más enfatizados por el abordaje de
                                                                      (35)
Aproximaciones sociológicas

unos cuerpos teóricos que de otros. Tengamos en cuenta que toda
sociedad es relativamente estable (es decir, que se reproduce) pero a
la vez, no es idéntica a sí misma cada día (es decir, que va variando), y
que en todos los casos hay siempre situaciones cotidianas. Esto per-
mite a los tres grandes cuerpos teóricos clásicos la coexistencia.
     Aunque parezca curioso no suele haber debate entre teorías, sino
en el interior de cada cuerpo teórico. Los sociólogos holistas com-
pulsan entre sí, al igual que los individualistas metodológicos y los
marxistas. Esto es extraño en cierto punto ya que tanto el holismo
como el individualismo metodológico surgieron como alternativas al
materialismo dialéctico. Esto se debió a que la teoría marxista —que,
como dijimos, no puede ser asimilada únicamente a la sociología—
fue apropiada por los movimientos antisistémicos ya desde el siglo
XIX, en especial por algunos sectores de la clase obrera y de intelec-
tuales revolucionarios. Dada la profunda comprensión del capitalismo
que brinda, era la mejor teoría para postular un cambio social, ya que
sólo conociendo en detalle un sistema social es posible intentar un
cambio del mismo. Frente a esta situación, Durkheim en Francia y
Weber en Alemania se enfrentaron al problema práctico de tener un
movimiento obrero revolucionario. Ellos, por distintos motivos, ad-
herían al régimen social existente, aún reconociendo que el mismo
merecía cambios para hacerlo más justo. Pero pensaban que no era
conveniente un cambio revolucionario. Ambos por distintos motivos.


El contexto de producción de las teorías


     Las diferentes teorías fueron elaboradas en distintos contextos
históricos, políticos y sociales. El materialismo dialéctico toma parte
de la tradición filosófica alemana, pero se elabora en el marco tanto
de las luchas obreras que se desarrollaban en el continente europeo
a mediados del siglo XIX como de la búsqueda de alternativas su-
peradoras al capitalismo en que se hallaban inmersos numerosos in-
telectuales de la época. Muchos de ellos —Robert Owen, Henri de
Saint Simon, Charles Fourier, Étienne Cabet— proyectaban socie-
dades fantásticas, armoniosas, que incluso algunos intentaron llevar a
(36)
Las tres miradas sociológicas

cabo (y fracasaron), lo que les valió el nombre genérico de “socialistas
utópicos”. En contraposición con estas ideas, los precursores del ma-
terialismo dialéctico intentaron (y lograron) dar un sustento científico
a las ideas socialistas. Lo cierto es que lo que lograron fue un estudio
minucioso de la lógica del capitalismo. Marx y Engels vivieron los
avatares de una vida de exilios, debido a sus posiciones políticas, lo
que los compelía a actuar de manera relativamente secreta. En dicho
contexto, y en un clima político revolucionario, como el que se dio por
todo el continente europeo a mediados del siglo XIX, concentraron su
pensamiento en el cambio social.
     En Francia todavía estaba relativamente fresca en la memoria la
revolución de 1789, traumática en varios sentidos. A ella le sucedieron
situaciones revolucionarias (fracasadas) en 1830, 1848 y 1871, todas
encabezadas por el movimiento obrero. La república no terminaba
de asentarse y los republicanos (entre ellos, Durkheim) intentaban
fortificarla. Su mayor participación y producción intelectual se dio en
el marco de la Tercera República (1870-1940). Aunque reconocía que
los reclamos obreros eran justos, suponía que en el marco republicano
sus demandas serían paulatinamente satisfechas. Es el tipo de pensa-
miento que se caracteriza como “evolucionista”.
     Por su parte, Max Weber produce intelectualmente en el con-
texto de la consolidación de una Alemania relativamente unificada.
Alemania fue una nación históricamente escindida y reconocida en su
unidad fundamentalmente por la lengua (las regiones germano par-
lantes). Pese a que la unidad total no existe ni siquiera hoy (Austria y
zonas de Suiza conforman parte de ese mapa imaginario), la relativa
unidad nacional se logró recién en 1871, luego de la guerra franco-
prusiana, con la instauración del Imperio Alemán liderado por Otto
von Bismarck. Éste había desarrollado una fuerte burocracia sobre la
que se asentaba el imperio. Pero a su alejamiento el aparato estatal
perdió buena parte de su pujanza, situación que llevó a muchos inte-
lectuales, entre ellos Weber, a pensar formas alternativas de fortaleci-
miento del joven Estado. Sobre todo en circunstancias en que había
crecido mucho el partido Socialdemócrata Obrero (marxista) que
amenazaba con llevar a cabo una revolución socialista. Weber fue un
nacionalista que construyó su teoría en un contexto en el que la bu-
rocracia de Bismarck era necesaria pero insuficiente, la clase política
                                                                    (37)
Aproximaciones sociológicas

provenía de un sector social atrasado (los jünkers), los capitalistas eran
indiferentes a la política y los obreros (desde su perspectiva), carecían
de la madurez política necesaria para dirigir los destinos del país.
     Como puede observarse, tres contextos diferentes dieron lugar a
tres concepciones distintas, de las que se siguen nutriendo el resto de
los pensamientos sociológicos hasta el presente.


Las teorías sociológicas hoy


     Aunque existen, son pocos los cultores de cualquiera de estas
teorías “puras” hoy. Los marxistas, en general, adhieren a la variante
leninista o a las subvariantes maoísta, trotskista o, en su momento,
estructuralista. Hay muchas otras variantes y subvariantes, pero con
escasa representación. Tampoco es sencillo encontrar holistas “puros”.
Por lo general han devenido en distintas versiones del funcionalismo
o el estructural-funcionalismo. El funcionalismo es, aunque parezca
extraño, una suerte de fusión entre el holismo y el individualismo me-
todológico, desarrollado inicialmente por Talcott Parsons. Es una de
las corrientes más extendidas, pese a que en general pocos sociólogos
se referencian explícitamente con ella. Ha habido también intentos de
síntesis entre materialismo dialéctico e individualismo metodológico;
entre sus mayores expositores se cuentan Pierre Bourdieu, Anthony
Giddens y parte de lo que se conoce como “marxismo analítico” (es-
pecialmente Jon Elster). También intentos de fusión entre marxismo
y funcionalismo (Eric Olin Wright), entre marxismo y psicoanálisis
(la llamada Escuela de Frankfurt), y de síntesis entre el individua-
lismo metodológico y la fenomenología, que es la corriente conocida
como interaccionismo simbólico (Alfred Shutz) y un largo etcétera.
     En general la adopción de una teoría delimita el tipo de objeto
que se abordará. Para los análisis globales indudablemente las herra-
mientas más apropiadas son el holismo y el materialismo dialéctico;
el primero para los estudios sincrónicos (es decir, de un momento)
y el segundo para los estudios diacrónicos (históricos, que permiten
ver la evolución de una totalidad social). Para abordar situaciones co-
tidianas o algunos enfoques de estudios culturales el individualismo
(38)
Las tres miradas sociológicas

metodológico es lo más adecuado. Pero no es que se elige la teoría en
función del objeto, sino que se adopta una teoría y ésta delimita el o
los objetos (o niveles de observación) que se abordarán.
     Esta diferencia en los niveles de observación, en los objetos que se
construyen, en los campos de interés que generan, es lo que facilita la
situación de no diálogo entre teorías. Contrariamente a lo que sostie-
nen algunos epistemólogos, no se trata, en general, de teorías rivales
o que compitan entre sí. Todas son teorías sociológicas en tanto todas
abordan, de distinta manera, lo social. Pero son inconmensurables.
     Quizás, la demostración más cabal de esto es la teoría relacionista
desarrollada (aunque inacabada) por Norbert Elías. Este sociólogo
también centra su atención en las relaciones sociales, pero no lo hace
como el materialismo dialéctico, buscando invariantes históricas, sino
poniendo el foco en la cultura y en los modales. Este tipo de objeto
(la cultura) estaba generalmente reservado para el enfoque del indi-
vidualismo metodológico. Elías logra construir una perspectiva dife-
rente, desde las relaciones. Sin embargo el método de este sociólogo
es historicista, es decir, apegado a las particularidades de la historia, lo
que si bien permite conocer bien un entramado específico, tiene difi-
cultades a la hora de su generalización. Lo valioso de este cuerpo son
las reflexiones metodológicas, que ayudan a construir una perspectiva
que elude la dicotomía individuo-sociedad, a la que considera falsa
toda vez que no existen sociedades sin individuos ni individuos por
fuera de la sociedad. Esta perspectiva es sumamente importante y se
enlaza (aunque es distinta) con la del materialismo dialéctico.
     Como puede apreciarse, la coexistencia de teorías no debilita sino
que enriquece una disciplina científica. El hecho de que no haya diá-
logo entre ellas no es necesariamente una debilidad, pues de darse
unas tenderían a desplazar a otras, empobreciendo de esa manera la
riqueza interpretativa actualmente existente. Los paradigmas domi-
nantes, que como vimos no existen en ciencias sociales, tienden a con-
centrar los esfuerzos científicos en una sola dirección, lo que tiene sus
ventajas pues se explotan al máximo sus posibilidades, pero también
tiene como desventaja que deja de lado múltiples enfoques posibles,
que pueden ser igualmente fructíferos. Esa coexistencia de teorías
igualmente válidas (a diferencia de otras ramas de la ciencia en las que
las teorías coexisten pero hay una que es dominante) hace que en las
                                                                       (39)
Aproximaciones sociológicas

ciencias sociales sea muy difícil que haya una “revolución científica”
como ocurre en las ciencias naturales, en las que cuando una teoría
dominante es desplazada hay que reconstruir prácticamente todo de
nuevo, tal como ocurrió con la física cuando el relativismo desalojó al
paradigma newtoniano.
     En resumen. No hay una teoría que sea más certera que otra,
una que sea verdadera y las demás que sean falsas. Lo que existen son
enfoques alternativos, que se corresponden mejor con determinados
intereses y apreciaciones. En sociología, para sintetizar nuestra expo-
sición, las tres grandes corrientes teóricas se adaptan mejor según el
tipo de pensamiento del sociólogo: el individualismo metodológico
para comprender el mundo cotidiano; el holismo para entender el
mundo tal cual es; y el materialismo dialéctico para entender la lógica
del capitalismo y propender a su superación. De las tres sólo esta úl-
tima explica el mundo y brinda perspectivas de poder cambiarlo.




(40)
Capítulo 2



                  El sujeto que actúa.
            Aproximaciones al individualismo
               metodológico weberiano1

                            Malka Hancevich



¿Sociedad (o) individuos?


    En uno de los trabajos de Norbert Elías, La sociedad de los indi-
viduos, el autor plantea una pregunta que ilustra algunas discusio-
nes clásicas sociológicas: “¿Qué es esta «sociedad» que formamos
todos nosotros, pero que ninguno de nosotros, ni siquiera todos


1  Me gustaría aprovechar para agradecer primero a Flabián Nievas por su
permanente incentivación a la escritura, a mis compañeros de cátedra que enri-
quecen mis conocimientos; y por último, a los estudiantes que pasaron por mis
clases y me hicieron repreguntarme lo escrito. Este texto es una revisión y am-
pliación de Max Weber. Metodología y postulados, basadas en ese trabajo realizado
durante el desarrollo de las clases. Me permito la licencia de agradecerle a mi
compañero de vida y a mi hija la comprensión de mis ausencias y sus presencias
incondiconales.
                                                                            (41)
Aproximaciones sociológicas

nosotros juntos, hemos querido y planificado tal como hoy existe,
que sólo existe porque existen muchas personas y que sólo perma-
nece porque muchas personas particulares quieren y hacen algo,
esta «sociedad» cuya estructura, cuyas grandes transformaciones
históricas, es evidente que no dependen de la voluntad de personas
individuales.”2
     En un artículo sobre Weber me atrevo a comenzar con una cita
de un autor que dista bastante de la concepción social weberiana,
porque pone en relieve la necesidad de saldar una discusión de larga
data. Esta discusión era parte de dos posturas teóricas enfrentadas:
los que priorizaban las acciones individuales en la conformación de
la sociedad y los que entendían que las sociedades moldeaban a los
individuos. Por ahora, como quien nos convoca es Weber, nos para-
remos desde una de esas dos posturas. Veremos en este capítulo que
la teoría de este autor entiende la formación y transformación de lo
social desde acciones que realizan las personas individuales.


En búsqueda de un método para ciencias sociales


     Otro aspecto a tener en cuenta para pensar la obra de Weber en
términos metodológicos, es una de las preocupaciones de los científi-
cos sociales de su época de poder definir lo específico de las ciencias
sociales, diferenciándolas de las ciencias de la naturaleza.
     En un principio podríamos pensar que si cuando mencionan dis-
ciplinas relacionadas con lo social se ubican dentro de las denomi-
nadas “ciencias sociales”, es porque de alguna manera el atributo o la
característica de “ciencia” ya la han ganado. Sin embargo, esta desig-
nación ha tenido en sus inicios, entre el siglo XIX y la primera mitad
del siglo XX, fuertes discusiones y debates en el mundo académico; a
la vez que se enfrentó a una lucha con cierto sentido común que pare-
ciera sostener que “ciencia” es toda disciplina que utiliza los métodos
de las disciplinas propias de lo físico-natural. A pesar de que estas


2  Elías, Norbert: La sociedad de los individuos, Península, Barcelona, 2000, p. 17.
(42)
El sujeto que actúa

discusiones no están tan presentes hoy en día en el debate académico,
aun no se han saldado completamente.
     En estos debates se suelen poner determinados aspectos en tela
de juicio: ¿Cuál es el objeto de estudio? ¿Cómo se estudia dicho ob-
jeto? Es decir, ¿Qué metodología utilizan las disciplinas para estu-
diarlo? ¿Qué tipo de conclusiones o resultados se pueden extraer de la
investigación en las ciencias sociales?, preguntas aparentemente más
simples como: ¿Qué conocemos? ¿Cómo lo conocemos? Y, por úl-
timo, una preocupación recurrente es la que se refiere a qué diferencia
a las ciencias de la naturaleza de las ciencias sociales.
     Cada teoría de un autor de los que vemos a lo largo del curso o de
cualquier otro que conozcamos, es el resultado de las preocupaciones,
de los interrogantes que se plantean en la sociedad y en la época en la
que ese autor vive.
     Al respecto, Portantiero dirá que: “El origen y el desarrollo de
cada campo del conocimiento se vincula siempre con las preguntas
que plantea el desenvolvimiento social.”3
     De esta manera, en la época en la cual estudió Max Weber,4 dichos
interrogantes estaban orientados a encontrar una respuesta acerca de
la especificidad de las ciencias sociales y, más puntualmente, de la
sociología en tanto ciencia.
     En los debates académicos alemanes se ponía en discusión el tipo
de conocimiento al cual pueden arribar las ciencias de la cultura (o
sociales) y la metodología propia de las mismas que se debía utilizar.
     En Inglaterra y Francia una de las propuestas fuerte, a la cual
se denominó positivista, sostenía que las ciencias denominadas de la
cultura (o sociales) debían adecuar sus métodos de estudio a los utili-
zados por las ciencias naturales.
     Para la postura positivista, la ciencia debía elaborar leyes generales
que pudieran predecir el devenir de la historia, por medio de la obser-
vación de hechos tomados como objetivos y externos a la experiencia

3  Portantiero, Juan Carlos: La sociología clásica: Durkheim y Weber, Centro
Editor de América Latina, Buenos Aires, 1985.
4  Max Weber nació en Alemania (1864-1920). A lo largo de su vida sus traba-
jos estuvieron orientados al debate académico que buscaba definir qué pueden
conocer las ciencias de la cultura (o sociales) y con qué métodos científicos.
                                                                          (43)
Aproximaciones sociológicas

del sujeto. De esta manera, se sostenía que observando determinados
fenómenos se podían establecer las causas que los originaban a fin de,
en un futuro, construir herramientas que permitieran prever y antici-
par el desarrollo de las sociedades. Sin embargo, en esta concepción
de que la ciencia se atuviera a los hechos observables, la escuela posi-
tivista terminaba aceptando a esos hechos como algo dado y natural,
sin desnaturalizar el orden existente.5
     Asimismo, otro aspecto importante que planteaba el positivismo
estaba relacionado con la posición que debía adoptar el investigador
frente al fenómeno a investigar. Para asegurar máxima “objetividad”,
el objeto de estudio debía ser analizado como algo ajeno al investi-
gador, como algo desconocido hasta el momento de su estudio. Es
decir, que el investigador debía guardar una postura “objetiva” hacia
el objeto investigado. Si pensamos en un fenómeno natural como por
ejemplo la inundación de un pueblo en la margen de un río, por lo
menos en apariencia,6 la observación imparcial del investigador acerca
de las causas que han producido dicha catástrofe podría imaginarse
sin contradicciones, pero ¿qué pasa con la mirada del investigador
cuando lo que estudia es la movilización del sector estudiantil recla-
mando mayor presupuesto educativo? ¿El investigador, como parte de
esa sociedad, no tiene una opinión acerca de ese reclamo? ¿No tiene
una opinión acerca de la situación de la educación? ¿No ocupa una
posición en esta situación, conformando en parte a la misma?
     La idea propia de la postura positivista, de que el mundo estaba
regido por leyes universales y objetivas a las cuales se podía arribar por
medio de una investigación científica rigurosa, se encontraba presente
desde el siglo XVI. Sin embargo, principalmente en Alemania, a fi-
nes del siglo XIX y principio del siglo XX (época en la que Weber se
forma) esta postura comienza a entrar en cuestión.
     Pensemos que en esa época Europa vivía momentos de grandes
cambios sociales, políticos, culturales, económicos y se encontraba
fuertemente presente la influencia de las revoluciones burguesas, más


5  Portantiero; op. cit.
6  Decimos “en apariencia” porque las causas de las catástrofes naturales en un
análisis sin mucha profundidad, incluyen factores tanto naturales como sociales.
(44)
El sujeto que actúa

conocidas como la Revolución Francesa, la Revolución Industrial.7
Dichos cambios ponen en tela de juicio que el científico sólo deba
contentarse con relatar aquello que observa. Evidentemente, el caos
provocado por las modificaciones de las estructuras hasta entonces
existentes hace que se comience a pensar que es necesario que la tarea
del científico social también abarque la explicación de los procesos
sociales.
     Por otra parte, Alemania se caracterizaba por una fuerte cultura
filosófica con gran influencia del romanticismo, que sostenía que era
indispensable tener en cuenta el pasado y los procesos históricos cul-
turales en los cuales las ciencias de la cultura se desarrollaban.
     El Romanticismo fue un movimiento cultural y político que se
originó en Alemania a finales del siglo XVIII como una reacción al
racionalismo de la Ilustración. Este movimiento sostenía la primacía
del sentimiento y de lo personal, subjetivo, enfrentándose a la univer-
salidad propia de la Ilustración. De esta manera, la cultura propia de
cada nación era valorizada por sobre las expresiones generalizantes.
     Las formulaciones metodológicas de Max Weber se encuentran
de alguna manera, ubicadas en medio de la postura positivista y la
concepción romántica del mundo social. Asimismo, Weber también
se enfrentó a una realidad de su época: la sociología, en tanto ciencia,
no había tenido un desarrollo fuerte en Alemania, como sí lo había
tenido en Francia8 e Inglaterra. En Alemania, la ciencia sociológica
estaba relacionada a la ciencia historiográfica, por lo que era indis-
pensable encontrar un estatuto epistemológico a la primera, es decir,
definir un objeto de estudio y una metodología de investigación que
le sea propio y construir un aparato conceptual para el estudio social,
así como definir las diferencias de esta ciencia social con las ciencias
de la naturaleza.
     Frente a esta situación Dilthey, Windelband y Rickert,9 auto-

7  Therborn, Göran: Ciencia, clase y sociedad, Siglo XXI, Madrid, 1997.
8  Recordemos en Francia al Conde de Saint-Simon (1760-1825), filósofo del
“socialismo utópico”, a Auguste Comte (1798-1857), considerado el creador del
positivismo, habiéndole dado en nombre a la sociología en tanto disciplina; y a
Émile Durkheim (1858-1917).
9  En el pensamiento de Weber no debemos olvidar las influencias que ejercen
                                                                          (45)
Aproximaciones sociológicas

res que tienen una importante influencia en la propuesta de Weber,
presentan soluciones diferentes en cuanto a las distinciones entre las
ciencias histórico-sociales (o de la Cultura, o del Espíritu, como la
llamaban en Alemania) y las ciencias de la naturaleza.


Los debates científicos en Alemania: antecedentes para el
pensamiento de Weber


     Wilhelm Dilthey (1833-1911) sostenía en su teoría que lo que
diferenciaba a las ciencias de naturaleza de las ciencias histórico-so-
ciales era la relación existente entre el sujeto que investiga (el cientí-
fico/investigador) y la realidad estudiada (el objeto de estudio).
     El objeto de estudio de las ciencias de la naturaleza se le presenta
al investigador como extraño a su experiencia y a su conciencia, es
decir, que cuando lo investiga lo hace sin conocimiento previo y, en-
tonces, su objetivo es poder explicarlo. Los científicos de estas ramas
de la ciencia buscan encontrar las causas de los fenómenos estudiados
mediante relaciones causales para luego formular sistemas de leyes
que le permitan predecir nuevos sucesos.
     Por el contrario, en las ciencias histórico-sociales, aquello que el
investigador va a estudiar forma parte de su experiencia, de su mundo.
Para Dilthey, el investigador ya conoce el fenómeno a estudiar por lo
que su tarea estará orientada a comprenderlo desde el interior de su
propio ser. Pero ¿de qué forma llega a comprenderlo? Es decir, ¿qué
método debe utilizar el investigador, según Dilthey, en su investiga-
ción? Como el hombre estudia aquello que supone una experiencia
vivida de su mundo, esta experiencia le sirve para comprender los
fenómenos por medio de la intuición, de la introspección.
     Weber rechazará de este autor la postura que propone que el
investigador social comprende la realidad por medio de la intros-
pección. Para Max Weber ese es un postulado inaceptable ya que la

las ideas de Werner Sombart y George Simmel. Sin embargo, a los fines de este
trabajo nos centraremos en exponer los postulados de los tres autores mencio-
nados anteriormente.
(46)
El sujeto que actúa

intuición no es parte del conocimiento científico, porque no supone
una forma de conocer en términos conceptuales. Más adelante vere-
mos que Weber sostiene que todo conocimiento científico implica la
elaboración de sistemas conceptuales.
     Sin embargo, pese a esta crítica, Weber admitirá que una carac-
terística de las ciencias histórico-sociales es la relación “interna” que
tiene el investigador con el objeto que estudia. Luego nos centrare-
mos en cómo Weber propone que es esta relación y cómo se debería
llegar a la comprensión de los fenómenos sociales sin la necesidad de
recurrir a la introspección como método de estudio.
     Por otra parte, Wilhelm Windelband (1848-1915) distingue a
las ciencias con independencia de si son ciencias naturales o ciencias
histórico-sociales. Para este autor lo que distingue al tipo de ciencia
es lo que se propone conocer, su fin cognoscitivo.
     En la nueva clasificación de las ciencias, Windelband propone
diferenciarlas como ciencias nomotéticas y ciencias idiográficas. Las
primeras son aquellas que están orientadas a la construcción de un
sistema de leyes generales y, las segundas, buscan la determinación
de la individualidad de determinado fenómeno. Desde esta idea, no
importa que la ciencia sea natural o espiritual, lo que interesa para di-
ferenciarlas es el fin de conocimiento que se propone. Con esta nueva
clasificación, Windelband, entiende que ambas actividades científicas
(orientadas a estudiar la naturaleza o los fenómenos histórico-socia-
les) se encuentran comprometidas con la búsqueda de una explicación
causal, indispensable en toda actividad científica.
     Weber retomará de Windelband el supuesto de que toda inves-
tigación científica implica una comprensión causal, más allá de si la
investigación está referida al mundo natural o al mundo social. Sin
embargo, a su vez, como veremos más adelante, con el concepto de
“imputación causal” Weber dará un nuevo sentido a la idea de causa
que regía en el ambiente científico hasta el momento.
     Heinrich Rickert (1863-1936), continuador de las teorías de
Windelband, sostiene que el estudio de la realidad natural está re-
ferido a lo general, mientras que la realidad histórica implica la sin-
gularidad de un proceso, su individualidad. Para este autor, lo que
diferencia a las ciencias de la naturaleza de las ciencias de la cultura es
la presencia o la ausencia de una “relación de valor”. En las ciencias de
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Aproximaciones sociológicas

la cultura se encuentran presentes los valores generales y universales
para la sociedad, esos valores rigen la investigación científica de esas
ramas de la ciencia, mientras que en las ciencias de la naturaleza no se
encuentran presentes.
     Si la historia estudia procesos singulares, el investigador debe te-
ner un sistema que le permita seleccionar dicho suceso, y no otro, a fin
de estudiarlo. ¿Cuál es ese sistema de categorías que le permite rea-
lizar la selección? Para Rickert, dicha selección se realiza por medio
de la “referencia a valores” que supone el deber de reconocer el impe-
rativo absoluto del valor de la verdad. Es decir que para este autor, la
selección se realiza mediante valores que se reconocen como generales
y universales, presentes en una cultura.
     Weber pondrá en tela de juicio el carácter general y universal de
los valores y, mediante la idea de selección, presentará la propuesta
de la “referencia al valor” del investigador. Como la realidad es muy
diversa e imposible de conocer en su totalidad, el investigador se ve
obligado a realizar una selección para delimitar aquello que estudiará.
¿Cómo se realiza esta selección? Para este autor el investigador selec-
ciona de acuerdo a sus intereses, a su “referencia a valores” pero, a dife-
rencia de Rickert, esos valores no son ni generales, ni universalmente
válidos en la cultura; son propios del científico aunque claro, como
hemos dicho antes, lo orienta a investigar tal o cual cosa, siempre está
en concordancia con las problemáticas que se presenten en la socie-
dad y época en la que viva.


Concepción de ciencia en la teoría de Weber


     Retomando las teorías que vimos en el anterior apartado, nos in-
troduciremos en cuál es la idea que Weber tiene acerca de lo que es
ciencia, qué características supone una ciencia social, a qué problemas
se enfrenta y cómo los resuelve.
     Anteriormente hemos mencionado que en la época en la que es-
tudia Max Weber se encontraban presente dos formas de pensar a las
ciencias relativas a lo social. Por un lado estaban las corrientes román-
ticas, de gran fuerza en Alemania, que cuestionaban la posibilidad de
(48)
El sujeto que actúa

hablar de ciencia en los dominios histórico-sociales y se basaban en
fundamentos metafísicos para proceder al estudio de los fenómenos
incluidos en estos tipos de ciencia. Por el otro, se hallaban las posturas
positivistas, de presencia fundamental en Francia e Inglaterra, que
entendían que las ciencias sociales debían adecuar sus metodologías
a las utilizadas por las ciencias de la naturaleza, es decir que debían
establecer “leyes generales objetivas” para el devenir de las sociedades,
por medio del establecimiento de relaciones causales entre los fenó-
menos observados.
     El pensamiento weberiano va a discutir con algunos postulados
de estas dos corrientes. No aceptará del romanticismo la afirmación
de que las ciencias de la cultura provengan de la filosofía y guarden es-
trecha relación con esta. A su vez, al descartar como característica de
la ciencia la intuición, también se opondrá a cierta postura romántica
presente en el pensamiento de Dilthey.
     Para Weber las ciencias de la cultura no se distinguen de las cien-
cias de la naturaleza por poder comprender desde el “interior” los
fenómenos, sino que ambos tipos de ciencia tienen una estructura
lógica distinta. Esto quiere decir que las ciencias de la cultura ten-
drán un fin de cognoscitivo que tenderá a la individualidad más que
a la generalidad. Por otra parte, Weber sostendrá que en las ciencias
sociales median de una manera más fuerte los valores e intereses del
investigador a la hora de realizar una investigación. Sobre esto último
volveremos más adelante cuando hablemos de los momentos de la
investigación propuestos por el autor.
     Con respecto a las ideas positivistas, y en relación a la presencia de
los valores, Weber se enfrentará a algunos de sus postulados. Aunque
retomará la necesidad de que la ciencia deba ser objetiva, propondrá
una modificación que permitirá reconocer al sujeto que investiga.
     Recordemos que los positivistas sostenían que el investigador de-
bía enfrentarse a aquello que investigaba como si le fuera extraño a
su experiencia, como algo dado en la realidad sólo tomándolo de la
misma, tal como parecía acontecer en la investigación en las ciencias
de la naturaleza. De esta manera los fenómenos observados se pre-
sentaban como externos a la experiencia del investigador y con una
naturaleza objetiva.
     Sin embargo, también nos hemos preguntado cómo debía ser la
                                                                      (49)
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Aproximacionessociológicas[1]

  • 2. Nievas, Flabián Aproximaciones sociológicas. 1a. ed. - Buenos Aires: Proyecto Editorial, 2011. 272 p.; 22x15 cm. ISBN 978-987-644-020-2 1. Sociología. 2. Enseñanza Superior. I. Título CDD 301 Fecha de catalogación: 02/03/2011 Diseño de tapa: Valeria Goldsztein Diseño interior y diagramación: Valeria Goldsztein valeriag@fibertel.com.ar (www.esezeta.com.ar) Coordinación: Walter Di Bono wdibono@yahoo.com.ar Hecho el depósito que dispone la ley 11.723. Impreso en Argentina. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de forma alguna, ni por ningún medio, sea este electrónico, químico, mecánico, óptico, magnetofónico, xerográfico, ni ningún otro, sin la previa autorización escrita por parte de ambos autores. Los infractores serán reprimidos con las penas que establece a estos fines el Código Penal.
  • 4.
  • 5. Índice Prólogo, por Adrián Scribano............................................................7 Capítulo 1 Las tres miradas sociológicas, por Flabián Nievas..........................................................................23 Capítulo 2 El sujeto que actúa. Aproximaciones al individualismo metodológico weberiano, por Malka Hancevich....................................................41 Capítulo 3 Las dimensiones de lo social en el pensamiento sociológico de Durkheim, por Carlos E. Motto.......................................................................65 Capítulo 4 Consideraciones sobre el problema religioso en Durkheim, por Mariano Millán........................................................................93 Capítulo 5 La sociología y su desafío fundacional: hacia un pensamiento “conectivo”, por Juan Sebastián Califa.............................................................123 Capítulo 6 Ese oscuro objeto del deseo. El análisis de la mercancía en la teoría marxista, por Matías Artese..........................................................137 Capítulo 7 Marx y las clases sociales, por Pablo Bonavena......................................................................165 Capítulo 8 Aportes a la lectura de las relaciones sociales de producción capitalistas según Marx y Engels, por Hernán Hereñú, Julio Tedesco y Ricardo Zofío.....................205
  • 6.
  • 7. Por qué y para qué aproximarse a la teoría sociológica: a modo de prólogo Adrián Scribano1 De la difícil tarea que me encomendó el Dr. Nievas (amigo y colega) solo he podido enhebrar la lectura del libro con algunas de las ideas que me provoco y otras que me parecen oportunas e interesantes ligar con la presentación de un trabajo colectivo sobre la sociología en Buenos Aires, hoy. En este sentido, el breve escrito que a continuación proponemos, tiene por intención sintetizar algunas reflexiones que le permitan al lector navegar algunos de los recorridos posibles por las aguas del texto que le sigue. Hemos divido la argumentación en dos partes: 1) reflexiones con y por el texto y 2) reflexiones más allá de los textos. En un sentido riguroso lo que presentamos es una aproximación a las aproximaciones posteriores con el propósito de enfatizar el con- vencimiento que escribir sobre y desde la sociología, más allá de los enfoques usados, es una tarea desafiante y absolutamente necesaria. 1. Con y por el texto: de teorías, prácticas y críticas No se puede entender la tarea de la ciencia sin comprender su 1 CEA-UE-UNC-CIES (7)
  • 8. contexto de producción, no se pude escribir sobre sociología sin mirar la sociedad que pretende conocer. La sociología es por definición una ciencia situada. De las torsiones entre teorías y prácticas Ahora bien, ¿por qué los sociólogos insistimos en enseñar teoría sociológica y no directamente lo que la sociología “sabe” sobre la so- ciedad? La respuesta no puede ser simple en términos de una singu- laridad totalizante, tiende (como toda actividad científica, hoy) ha ser compleja; es más, no hay una sola respuesta, más bien, tiene que ser tomada/producida como la articulación de múltiples respuestas. En el marco de la dialéctica producción/circulación/re-produc- ción se pueden ensayar algunas pistas que abran/plieguen/corten las bandas mobesianas que involucra el hacer teoría sobre lo social y pro- curar algunas de las respuesta más relevantes a la pregunta formulada. Banda primera, sin teoría(s) no hay ciencia(s). En el estado actual de las prácticas “meta-científicas”, (es decir, la epistemología, la histo- ria de las ciencia y la sociología de la ciencia) “aplicadas” a la sociología la aporética relación entre lo empírico y lo conceptual ha sido aban- donada y con ello la “idea” que lo teórico esta desvinculado de lo real. Es en este marco que el libro que prologamos es una apuesta a que la sociología es una ciencia y por lo tanto (con la diversidad ínsita a ello) se debe enseñar teoría más allá de las frágiles argumentaciones de los “hiper-discursivistas”, “post-modernisantes”, o expositores del pensa- miento débil, que a la sazón terminan optando por una mirada empi- rista donde la teoría queda en estado de devaluación y desencarnada. Banda segunda, representar es intervenir. Los procesos de repre- sentación de la vida intervienen y transforman la misma y son las teo- rías uno, (no los únicos) de los componentes básicos de los aludidos procesos de representación/modificación. La capacidad performativa de transformar el mundo nombrándolo es un atributo elemental de las teorías (sociales o no). Designar a las relaciones de desigualdad como una problemática de la pobreza, o de la vulnerabilidad o de la lucha de clases no es una acción inocua ni menos inocente. En este contexto, re-pasar y presentar algunos de los nodos conceptuales más importantes de la teorías, como se realiza en este libro, es un capitulo (8)
  • 9. y no el menor, por la batalla de nominación del mundo que se efectúa desde las ciencias, lo cual contiene un carácter pedagógico y político por demás importante. Banda tercera, la teoría es un hacer. No hay, en el siglo XXI, nin- guna evidencia científica que no acepte, al menos parcialmente, que las elaboraciones teóricas son prácticas. Es decir, que las teorías son acciones que combinan procesos complejos cognitivos-afectivos, que involucran e implican tareas colectivas, que son una relación tensional entre “haceres”/saberes/conocimientos. Las teorías son praxis comu- nes a un campo disciplinar, (que si bien puede o no rivalizar entre ellas) se performan en el actual contexto multi-paradigmático, multi y trans disciplinar de las ciencias. En esta línea el presente libro per- mite introducirse a algunos de los resultados más sobresalientes que las principales tradiciones sociológicas han construido como prácticas sociales relevantes y a relevar. Banda cuarta, la dualidad de teoría. Así como existe una dualidad de las prácticas y estructuras sociales (sensu Bhaskar) se efectiviza una dualidad de las teorías por las cuales estas son a la vez tanto “insu- mos” como “resultados” de la tarea científica. Este rasgo de lo teórico advierte sobre los flujos constantes de un proceso-en-producción y una producto-en-proceso por lo cual enseñar teoría es abrir, destrabar, desplegar los aludidos flujos en y a través de puntos y continuidades. Las teorías no son solamente un punto de llegada ni exclusivamente un punto de partida son tramos de un proceso que no se agotan pero necesitan de la dialéctica anterior/actual/posterior que toda tradición conlleva. Banda quinta, el uso metafórico de las teorías. En la actualidad con- viven y entrecruzan diversos “usos-de-las-teorías”, una manera de asirse con ellos es observar el cariz metafórico que de ellas se puede hacer. Entre otras posibles clasificaciones, existen cuatro usos: a) el óptico para el cual una teoría es como una lente y depende de cual se seleccione se torsionará/distorsionará la mirada de una manera u otra; b) el instrumental desde la cual la teoría sirve o no de acuerdo a sus resultados respecto a lo que pueda hacer con lo real; c) el reticu- lar que homologa la teoría a una red mediante la cual el observador “atrapa” la realidad en consonancia de cómo ciña u abra la estructura de sus enunciados observacionales y reglas de correspondencia; y d) (9)
  • 10. el especular mediante el cual se asocia las tareas de las teorías a la de un espejo que debe reproducir fielmente lo que el mundo social es. El libro que aquí prologamos permite iniciarse en estos usos da- das algunas coordenadas epistémicas y metodológicas incluidas en los trabajos que lo componen. El libro que aquí se presenta nos aproxima a las bandas expuestas. En las tensiones y distensiones que se producen entre estas cinco ban- das (sobre la compleja tarea de explicitar que puede significar hacer y enseñar teoría sociológica) el lector podrá encontrar algunos mojones para leer el libro desde diversas claves. Pistas encontradas entre los objetos y las prácticas en libro Un libro, (y especialmente éste) siempre es una carta de navega- ción que incluye una geometría incompleta de las conexiones posibles entre temas, lector y objetivos del mismo. Exponemos a continuación solo algunas de las pistas que desde nuestra lectura da el libro. La estructura libidinal de El capital (Marx), lo moral/religioso como cemento de lo social en los procesos desestructuradores de la industrialización (Durkheim), la estructura de experiencias de sentido como ligazones en un mundo moderno descantado y de racionaliza- ción creciente (Weber) y las conexiones entre poder, comportamiento, emociones y conocimiento para explicar el “mundo civilizado” (Elias) son pistas concomitantes para explicar la economía política de la mo- ral y están de una manera u otra expresada en este libro. Las tensiones que aparecen entre las nociones de individuo, su- jeto, actor y clase social que recorren los artículos aquí reunidos son una pista de las disposiciones y posicionalidades diferenciales a la que cada noción hace referencia en las maneras de entender lo social. Desde el trabajo que presentamos existen pistas para comprender cómo hay procesos elementales de la vida en interacción impuesta por la modernidad occidental como lo son el sentido individual de la ac- ción, las relaciones de clases, el fetichismo de la mercancía, las estruc- turas de la vida religiosa, que en sus proximidades y distancias, apare- cen como huellas de las formas sociales de lo aceptado y lo aceptable. Conexión entre los individuos, lazos entre los sujetos, relaciones sociales de producción y mediaciones de los hombres con los objetos (10)
  • 11. son algunos de las modalidades que aparecen en el libro como mojo- nes de una indagación sobre el porque los seres humanos construimos la sociedad. Mojones que a su ves sirven de pistas para resituar las practicas teóricas en sus contextos de producción pues se convierten en indicadores de cómo pueden ser analizarlas y comprenderlas. A través del libro se pueden encontrar huellas para reconstruir las opciones existentes para conceptualizar a los sujetos, a las estructuras, a los procesos y a los escenarios que, al menos algunas, de las teorías sociológicas elaboran y con ello se efectúa una reconstrucción de las ontologías sociales posibles que ellas implican. La reconstrucción de las ontologías sociales que las teorías producen es un paso relevante para comenzar un proceso de crítica inmanente sobre la sociedad. Una de las finalidades propias de un libro es provocar, incitar, impulsar sensaciones, conocimientos, ideas y acciones lo que sigue es el resultado de lo que el libro “logro” en quien escribe. 2. Más allá de los textos: Para qué hacer teorías sociológicas Entre los insumos teóricos privilegiados para pensar/hacer el mundo social se encuentran las tradiciones clásicas de la sociología este libro se propone introducir, al menos ha algunas, de las principa- les de ellas. La razón eurocéntrica y la geopolítica del conocimiento de finales del siglo XX se han nutrido eficazmente del olvido sistemá- tico de lo que hay de crítico en sus propias tradiciones de origen; co- nocerlas es un paso importante para hacer una destitución del actual régimen de verdad impulsado por ellas. La exclusión reiterativa de la discusión de los para qué de los enfoques teóricos de Durkehiem, Weber, Elias y Marx, solo para mencionar los referidos en este libro, ha tenido como consecuencia la “devaluación” de lo teórico y la disolución de las conexiones entre intereses y conocimientos anidadas en los mismos. Resultados que, más allá de la retematización del carácter publico de la sociología, del compromiso del sociólogo y de la “vocación” de intervención social de la disciplina discutidas en la última década han contribuido a la situación paradójica de mas sociología con menos explicación sobre (11)
  • 12. las sociedades promovidas por los hiper-situcionistas y partidarios de una “intervención sin teoría”. En las próximas batallas por la repre- sentación científica del mundo tener/hacer/circular teorías cumplirá un papel trascendente tanto como lo ha sido hasta el día de hoy o más. En el contexto descripto se hace aún más comprensible la urgen- cia de establecer una reflexión sistemática sobre los para qué hacemos teorías, de las posibles practicas asociadas a la sociología y buscar al- gunas respuestas para su carácter situado. De los desafíos Una vía, no la única, es repensar “transversalmente” las propuestas que ya han existido y su grado de actualidad: Desde la década del 40 del siglo pasado se ha sostenido que se hacen teorías para modernizar las sociedades, para desarrollar los países o para posibilitar la revo- lución. Otra vía se puede encontrar resaltando los “desafíos” que la disciplina enfrenta en conexión con las estructuraciones sociales en la actualidad. Ubicados en esta última vía creemos que los desafíos centrales del siglo XXI son: a) Un desafío que las teorías sociológicas deben asumir es re- tramar los componentes básicos de las estrategias de indagación social a partir de las transformaciones sociales de mayor relevancia en las dos últimas décadas: la expresividad popular y los usos sociales de las tecnologías de información. En los últimos años, uno de los aspectos de mayor relevancia en el campo de las estrategias de indagación en las Ciencias Sociales en América Latina, es la expresa focalización del “uso” y “rescate” del cuerpo y sus sentidos como base para dichas estrategias. En una tensión, siempre difícil, entre supuestos episté- micos, recomendaciones metodológicas y re-diseño de procesos de observación, las prácticas de “captación” de sentido se han ido des- plazando hacia a las capacidades de los propios cuerpos y sus poten- cialidades sensitivas. Mientras el teatro, la danza, la performance, la música ocupaban cada vez más las escenas sociales de producción y reproducción de la estructuración social, al mismo tiempo se han ido convirtiendo en procesos y mediaciones para la observación. La uti- lización de las mediaciones sensibles y corporales para la indagación social se basa (al menos parcialmente) en tres rasgos centrales de las (12)
  • 13. ciencias sociales en la actualidad: a) la “ampliación” de las definiciones epistémicas de la conexión entre percepción, observación y conoci- miento científico; b) la re-conceptualización de las relaciones entre expresión del sentido de la acción y los procesos de expresividad de sensibilidades y c) la apropiación científica de medios tecnológicos y artísticos para observar lo social. b) Las actuales conexiones, anclajes y desanclajes entre nanotec- nología, “ingeniería genética” y biodiversidad deben ser objetos de unas reflexiones sociológicas que impliquen una indagación sistemá- tica sobre sus impactos en la estructuración social. Los procesos de creación de todo tipo de vida han sido y son sometidos a mapeos que involucran su identificación, clasificación, sistematización y disposi- ción para su manipulación. La genética ha obtenido (y aún busca) las diagramáticas pormenorizadas que dan respuesta a cómo y en qué contexto la interacción ambiente/humano produce los componentes básicos para aparición de la vida. En el vértice obvio de este “conocer” la formación de los procesos generadores de las condiciones físicas de desenvolvimiento de los seres vivos, se localizan los dispositivos para su gestión. La apropiación diferencial de dichos dispositivos involu- cra procesos mercantilizables de los progresivos mapeos efectuados sobre la vida y conlleva la administración racional de las disponibili- dades efectivas de control de esos mapeos. Controlar las condiciones de producción y reproducción del planeta se concentra cada vez más en pocas “manos” y capacidades cognitivas. La genética “sustenta” el lugar básico y fundamental de las nanotecnologías creadas con la fi- nalidad de una administración e intervención cada vez mas eficiente y eficaz en los procesos de la elaboración de la vida. Los saberes/cono- cimientos puestos al servicio de la profundización de la manipulación de la vida interviniendo sus procesos de creación, arman un conjunto de objetos dispuestos como mercancías en el mercado de los bienes comunes ahora apropiados por los monopolios del conocimiento, va- lorización (diferencial y desigual) de los “mapas” de la vida y las ca- pacidades para su gestión. Las condiciones mínimas de reproducción de los estados de elaboración de la vida antes y después de su “ma- nipulación/gestión”, demandan un trabajo extra de sus componentes “acciones” ahora administradas por el capital global concentrado. c) Las conexiones entre la depredación de los bienes comunes y (13)
  • 14. las políticas de los cuerpos deben ser analizadas como uno de los ejes fundamentales por donde pasan las innumerables transformaciones en las relaciones sociales en el Sur Global. Por esta vía es posible observar los entramados que se entretejen entre expropiación, depre- dación, coagulación y licuación de la acción. Todo ser social es un cuerpo que en ciertas condiciones de “operación”, dadas las caracte- rísticas actuales del capital y la extracción del “plus de operación” que los aludidos cuerpos tienen, se constituye en el centro de la expro- piación, que es en primer lugar de índole orgánica y luego de índole corporal como “locus” insubstancial de la subjetividades posibles. La actividad depredadora del capital se constituye en torno a la absorción sistemática de las energías “naturales” socialmente construidas en ejes de la reproducción de la vida biológica: agua, aire, tierra y formas de energía. La dialéctica entre expropiación corporal y depredación se configura a través (y por) la coagulación y licuación de la acción. La tensión de los vectores bio-políticos se produce y reproduce en prácti- cas cotidianas y naturalizadas del “olvido” de la autonomía individual y/o “evanescencia” de la disponibilidad de la acción en mimesis con las condiciones de expropiación. d) Otro de los desafíos para el hacer sociológico lo constituye la indagación de la estructura de la economía política de la moral vi- gente en la actualidad. Estas prácticas ideológicas recortan la estruc- turación social en conexión directa con los dispositivos de regulación de las sensaciones y los mecanismos de soportabilidad social. Estos últimos se estructuran alrededor de un conjunto de prácticas hechas cuerpo que se orientan a la evitación sistemática del conflicto social. Los procesos de desplazamiento de las consecuencias de los antago- nismos se presentan como escenarios especulares y desanclados de un espacio-tiempo. La vida social “se-hace” como un-siempre-así. Los dispositivos de regulación de las sensaciones consisten en procesos de selección, clasificación y elaboración de las percepciones socialmente determinadas y distribuidas. La regulación implica la tensión entre sentidos, percepción y sentimientos que organizan las especiales ma- neras de “apreciarse-en-el-mundo” que las clases y los sujetos poseen Las cadenas y esquemas cognitivos-afectivos que conectan (y desco- nectan) las practicas sociales en tanto narraciones y visiones del mundo hechas cuerpo constituyen los procesos que aquí se caracterizan como (14)
  • 15. ideológicos. Los mecanismos y dispositivos señalados son un gozne practico y procedimental donde se instancian los cruces entre emo- ciones, cuerpos y narraciones. Los mecanismos de soportabilidad so- cial del sistema no actúan ni directa ni explícitamente como “intento de control”, ni “profundamente” como procesos de persuasión focal y puntual. Dichos mecanismos operan “casi-desapercibidamente” en la porosidad de la costumbre, en los entramados del común sentido, en las construcciones de las sensaciones que parecen lo más “íntimo” y “único” que todo individuo posee en tanto agente social. De las prácticas sociológicas En muchas ocasiones es provechoso usar las potencias de las metáforas para explicitar en términos conocidos aquello que, por un motivo u otro, desconocemos. Nos serviremos aquí de cuatro juegos metafóricos para hacer comprender algunas de las posiciones más aceptadas sobre el significado de la práctica de construir conoci- miento sociológico.2 El espejo. Muchos piensan que el conocimiento sociológico debe tener las cualidades de un buen dispositivo especular: reproducir y reflejar. Los sociólogos involucrados con esta metáfora están convencidos que la practica de la sociología debe orientarse a describir el mundo de la mejor manera, de elaborar un copia de las relaciones sociales de modo tal que se explique lo social de un modo lo más aproximado a lo natural. La mejor de las prácticas es aquella que puede reproducir en todos sus términos la sociedad tal cual es. El martillo. Otros piensan a la reflexión sociológica representada por algunos de los rasgos del martillo: ruptura y crítica Los sociólogos que operan bajo la cobertura del martillo privile- gian la transformación de la realidad social como patrón de análisis y practica científica. Propugnan una distancia reconstructiva con lo social naturalizado como punto de partida para conocerlo y transformarlo. 2  Hacemos notar las conexiones posibles entre esta exposición sobre las prácti- cas y las metáforas sobre el uso de teorías sosteniendo que las teorías implican/ producen prácticas y viceversa. (15)
  • 16. La pala. Algunos piensan a la actividad de la sociología en analo- gía con los usos de la pala: cavar y desenterrar. Los sociólogos que se apegan a la metaforización de la pala ven en su práctica el dictum de sacar a luz lo que no se ve. Usando una metáfora raíz que pivotea en la geología la actividad sociológica es la encargada de penetrar en la estratigrafía de la sociedad mostrando sus pliegues internos. El cucharín. Otros muchos piensan la práctica del conocer en so- ciología a través de metáforas de la edificación: construir y producir. Los que practican una sociología desde una metáfora de la edifi- cación trabajan bajo la creencia que sus acciones son como el cucharín del albañil pegan y perfilan el edificio de lo social. La tarea de conocer es productora de una realidad social que se entiende construida y re- construida en las mismísimas acciones de conocimiento. Estas metáforas instrumentales, el espejo, el martillo, la pala y el cucharín, nos acercan al puzzle de los modos sociales de enten- dimiento de la práctica sociológica. Más o menos adecuados, más o menos precisos estos juegos metafóricos permiten entender, de modo aproximado, la situación de la sociología contemporánea en nuestras tierras. Creemos, sin embargo, que la realidad se constituye en una madeja y entramado de todas estas metáforas, creemos que la socio- logía es algo más y algo menos que estas “caracterizaciones” ¿Por qué? Porque construir, reflejar, rupturar y develar son momentos de la dialéctica entre hacer, pensar y decir que esta practica intelectual llamada sociología implica. Porque creemos que, más acá de la doxa académica, los standard’s scholasticos y la división institucional del po- der académico la sociológica es una oportunidad para transformar el mundo colectivamente. Porque hacer/decir/pensar es una tensión helicoidal que adviene como plus de una intelección de lo real que evita su duplicación en la conciencia y se dispone para una crítica inmanente desde los nudos mismos de las conexiones entre conocimiento y sociedad. En la dirección señalada un libro sobre teorías sociológicas es una posibilidad más para revisar las proximidades y distancias entre los momentos de la tensión helicoidal aludida y también para re-cons- truir lo que hay de contexto y situacionalidad en nuestras prácticas teóricas. (16)
  • 17. De algunas huellas desde el carácter situado de la sociología No hay posibilidades objetivas de explicar Latinoamérica en particular y el sur global3 en general sin aceptar su actual situación colonial. Más allá de las proximidades y distancias; más acá de los acuerdos y desacuerdos que puedan existir entre los enfoques postco- loniales, post-occidentales y/o decoloniales con lo que vamos a suge- rir de manera esquemática aquí sostenemos que su “problema” central (y nuestra divergencia fundamental) es su diagnostico sobre el estado del imperialismo, la dependencia y la situación colonial. Lo que aquí resumimos de manera muy apretada, tiene como punto de partida y horizonte de comprensión, es la aceptación de que las actuales condi- ciones materiales de existencia y la dialéctica de la dominación mun- dial —al inicio de la segunda década del siglo XXI— se caracteriza por una “renovada” situación colonial que designamos como post-in- dependentista. Dicha designación pretende subrayar enfáticamente la persistencia de los lazos coloniales y la inadecuación de la descripción del actual período como post-colonial. Es en este marco contextual y analítico que pensamos que el libro que aquí presentamos es un insumo importante para elaborar teorías sociales desde el sur global4 e insistimos en la necesidad de conocer, criticar y re- construir las tradiciones de la sociología para que esta no sea sólo garganta para otras voces. En la situación actual del capitalismo a nivel global las teorías sociales del sur se hacen entre otros motivas para: 3  Por razones de espacio no exponemos aquí el porque de la existencia del sur global bajo el entendimiento que el lector nos concederá dos sobreentendidos: a) que entendemos por sur global lo que el discurso social capta cuando a ello se hace referencia ej: cuando se utiliza en el Foro Social Mundial; y b) que más allá que en el escrito aludamos a Latinoamérica y a la Argentina no significa que no aceptemos y supongamos las proximidades y distancias con otros escenarios del sur global. 4  Mantendremos la expresión TSS sin reparar en el plural ínsito a la propuesta realizada aquí, es decir, pensamos que no hay una teoría sino pluralidad de teo- rías elaboradas desde y en el sur global. (17)
  • 18. 1.- Romper, rupturar e implosionar las dualidades colonizadoras establecidas como aporías entre teoría y práctica, razón y emoción, cambio y orden, lenguaje y realidad solo para mencionar las más usa- das. Estos binomios des-cromatizan y “simplifican” una realidad so- cial planetaria que desde el Sur Global es vivida como multicromática y compleja. 2.- Una TSS puede recuperar la capacidad de establecer críti- camente las mediaciones entre las totalidades hispostasiadas y las particularidades universalisadas en tanto estrategias narrativas de las Fantasías Coloniales inoculadas “desapercibidamente” en las doxas académicas. 3.- Establecer los caminos de la critica a una “critica estabili- zada” como discurso único de transformación posible en la forma de “progresismos adecuados”. Una TSS acepta que la batalla del conoci- miento es una acción crítica de la crítica estabilizada y coagulada en el poder académico y que de ello se desprende una critica inmanente al “pensamiento crítico” estancado como practica ideológica de la post- modernidad colonial. 4.- Una TSS es post-independentista por que implica asumir las consecuencias de las “nuevas” formas de lo colonial en nuestras sociedades; en este contexto es prioritario analizar las formas socia- les de la sujeción desde las lógicas de Independencia, Autonomía y Manumisión. 5.- Una TSS sostiene que es teoría en tanto es una explicación científica del mundo con una finalidad emancipadora señalando las formas contra-expropiatorias, intersticiales e “interdiccionales” que asumen las prácticas sociales. 6.- Pensada así una TSS puede allanar los obstáculos conceptua- les que impiden la destitución del poder de las actuales formulaciones de las múltiples formas de las violencia(s) epistémica(s) y simbólica(s). Pensamos a lo sintetizado como solo un camino posible (pero privilegiado) para restituir a la elaboración de teorías en y desde el sur global el lugar del entramados entre estructuras, relaciones y vi- vencias cancelado en por las postmodernidades coloniales cómplices de la expansión global del capital. Así, entendemos que es necesario re-tramar y re-hilvanar las conexiones entre estructura(s), proceso(s), experiencia(s) y emancipación(es) asumiendo las contradicciones (y (18)
  • 19. articulaciones) de la ciencias sociales y la sociología en tanto ciencia dispuesta para la felicidad y no para la expropiación excedentaria. Hacer una(s) teoría(s) desde el sur global implica la re-tematiza- ción de lo que ya se ha dicho, de lo que esta siendo dicho y lo que aún falta decir desde esa experiencia post-independentista de saber que la autonomía, la felicidad y el amor no son puros efectos de una geopolí- tica de las “capacidades disientes” sino también practicas intersticiales de pasiones narradas en una(s) policromía(s) del “estar-siendo” uno en lo colectivo. Las teorías del sur piensan (desde y) en el giro que pivotea espiraladamente desde el sujeto, el agente y el autor, convir- tiéndonos en (co)narradores de nuestras experiencias placenteras en tanto practicas intersticiales. En las TSS se entrecruzan las urgencias por recuperar lo poli- cromía y la policronia donde colores y movimientos abandonan las fronteras impuestas por los acciones y paisajes monocrónicos y monocromáticos. Una TSS identifica la tensión dialéctica que existe en la acep- tación de que la plasticidad, precariedad, electibilidad y des-sustan- ciación post-milenarias que pregona la “postmodernidad colonial” tienen un reverso solidario (y constitutivo) en la rigidez, perplejidad, unilateralidad y reificación de la vida vivida del colonizado. El libro que se inicia después de estas palabras ayuda a comprender porque y para qué aproximarse a la sociología no es un “mero gesto enciclo- pédico”, ni otra vacía exigencia burocrática, ni una contribución a la com- placencia autocentrada para que los que escriban puedan auto-admirarse. Aproximarse a la sociología es ante todo una acción que coloca al sujeto en condiciones de entender y transformar la sociedad, lo que sigue en ese ca- mino, claro esta, es una decisión de quien se aproxima. (19)
  • 20. Bibliografía Para la exposición ampliada de algunos de los temas referido en esta parte cfr.: Scribano, A. y Cervio, A.L. (2010) “La ciudad neo-colonial: Ausencias, Síntomas y Mensajes del poder en la Argentina del siglo XXI”, en “La ciudad sitiada: una reflexión sobre imágenes que expresan el carácter neo-colonial de la ciudad (Córdoba, 2010)”, en Actuel Marx Intervenciones, Nº 9, ISSN 0718-0179, Santiago de Chile, pp. 239-259 Scribano, A. (2010a) “Un bosquejo conceptual del estado actual de la sujeción colonial.” Onteaiken. Boletín sobre Prácticas y Estudios de Acción Colectiva Nº 9 Año 5 p.p 1-26 http://onteaiken.com.ar/ boletin-9 ISSN 1852-3954 ___________(2010b) “TESIS 1: Colonia, Conocimiento(s) y Teorías Sociales del Sur” Onteaiken. Boletín sobre Prácticas y Estudios de Acción Colectiva Nº 10 Año 5 p.p 1-22 http://onteaiken.com.ar/ boletin-10 ISSN 1852-3954 ___________(2009a) “Acciones colectivas, movimientos y protesta so- cial: preguntas y desafíos” Conflicto Social, Revista del Programa de Investigaciones sobre Conflicto Social, Año 2, N° 1, Junio– ISSN 1852-2262 Instituto de Investigaciones Gino Germani - Facultad de Ciencias Sociales – UBA http://www.iigg.fsoc.uba. ar/conflictosocial/revista, p.p 86-117, Bs. As. Argentina ___________(2009b) “Más acá de las demandas: Un mapeo preliminar de las acciones colectivas en Argentina 2003-2007”. Controversias y Concurrencias Latinoamericanas. ALAS Año 1, N°1 Abril pp. 179-199 D.F. México ___________(2009c) “Una periodización intempestiva de las políticas de los cuerpos y las emociones en la Argentina reciente” Onteaiken. Boletín sobre Prácticas y Estudios de Acción Colectiva Nº 7 Año 4, Mayo 2009 p.p 1-19 http://onteaiken.com.ar/ver/boletin7/1-1. pdf ISSN 1852-3954 ___________(2008a) “Bienes Comunes, Expropriación y Depredación Capitalista”. Estudos de Sociologia Vol 12, No. 1: p. 13-36. (ISSN 1415 000X). Editora Universitária da UFPE, Recife, Brasil (20)
  • 21. ___________(2008b) “Fantasmas y fantasías sociales: notas para un homenaje a T. W. Adorno desde Argentina” Intersticios: Revista Sociológica de Pensamiento Crítico. Vol 2 Nº 2 http://www.inters- ticios.es/issue/view/176 ISSN 1887-3998 España. ___________(2008c) “Cuerpo, conflicto y emociones: en Argentina des- pués del 2001”. Revista Espacio Abierto, 17 abril-junio, 205-230. Dossier Cuerpo y Emociones en América Latina. Universidad de Zulia. Venezuela. ISSN 1315-0006 (21)
  • 22.
  • 23. Capítulo 1 Las tres miradas sociológicas Flabián Nievas1 La ciencia es una actividad propia del mundo moderno. Sus orí- genes datan aproximadamente desde el Renacimiento. Sus comienzos están ligados a las formas más simples de conocimiento: las del mundo físico, cuyas regularidades son comparativamente sencillas de observar debido a que se trata de objetos externos al observador y relativamente estables tanto en su reposo como en sus ciclos. La observación siste- mática de los astros dio lugar a las primeras formulaciones que pueden hoy reconocerse como científicas. Copérnico y Galileo figuran entre los primeros que inauguraron este modo de conocer. Estas observacio- nes fueron, por su parte, modelando una manera de pensar distinta a la por entonces corriente; una forma abstracta, regida por reglas inva- riantes, que fueron configurando una lógica particular (que retomaba, porque nada es enteramente nuevo, planteos de los antiguos griegos, pero en distintas condiciones) culminando finalmente en lo que se co- noce como la “razón” moderna: una serie de enunciados concatenados que conforman una unidad armónica, vinculados con axiomas y con la observación de los fenómenos. Esto último es importante, ya que 1  Sociólogo. Investigador Instituto “Gino Germani” / CIES. (23)
  • 24. Aproximaciones sociológicas diferencia otras formas de pensamiento anteriores, especulativos, esen- cialistas y dogmáticos. Los dogmas no necesitan demostración, sino simplemente la adhesión a ellos; no generan conocimiento, sino creen- cias. La ciencia no es dogmática; por el contrario, se postula como una forma de conocimiento en perpetuo desarrollo. Es por esta razón que, contra lo que habitualmente se cree, la ciencia no busca (ni obtiene) la verdad, concepto metafísico, esencia- lista y dogmático. La ciencia busca y genera conocimiento, que es algo bien diferente. El conocimiento nos permite dominar la naturaleza, se desarrolla y con ello podemos avanzar en nuestro dominio del mundo (que aún es bastante pobre, por cierto, por mucho que nos impre- sionen algunos avances científico-técnicos). Para que ello ocurra es necesario organizar sistemas de conocimiento, las teorías. Sin teoría es imposible el conocimiento científico. Para expresarlo con una me- táfora, la teoría es el esqueleto y el conocimiento son los órganos; todo se sostiene por la teoría. Si se cae la teoría, el conocimiento generado por ella entra en descomposición. Lo fascinante de la ciencia es que admite más de una teoría para explicar un mismo aspecto de la realidad. En todas las disciplinas científicas coexisten diferentes teorías que dan cuenta de los mismos fenómenos, pero de manera disímil. La física, por ejemplo, cuenta con dos teorías para explicar la luz (la teoría corpuscular o de los fotones y la ondulatoria) y ambas explican, cada una de manera singular, la luz. Pero más interesante aún: ambas teorías se niegan mutuamente, y ambas han sido corroboradas experimentalmente. Esta situación, sin embargo, no entraña ni una paradoja ni una rareza en la ciencia. Por el contrario, es casi el lugar común de cualquier disciplina científica. Esto es posible, justamente, debido a que la ciencia construye conoci- miento, y éste es asequible desde diferentes marcos. El pensamiento científico es un pensamiento complejo. El pen- samiento dogmático es simple, por ello busca la verdad, necesita la se- guridad de creer que las cosas son de una manera, de un único modo. Supone, por ejemplo, que hay una historia verdadera, sin advertir que siempre la historia es una construcción definida por una corriente historiográfica particular, y que ello no supone ni falsificaciones ni “manipulación” de las fuentes. Del mismo modo que una situación cotidiana puede ser interpretada de diferentes formas por distintas (24)
  • 25. Las tres miradas sociológicas personas, los hechos históricos tienen interpretaciones diversas, se- gún la corriente historiográfica que la reconstruya, y esto se debe a que las diferentes teorías enfatizan más unos aspectos que otros. Pero ninguna “miente”. (El pensamiento simple opone verdad a mentira; el pensamiento científico construye argumentos sofisticados en los que los elementos de los hechos son considerados con importancia diferencial). De cualquier modo nuestro interés se centra en la teoría social, más específicamente en la teoría sociológica (o, debiéramos decir, en las teorías sociológicas). Y dentro de ellas, más particularmente en los grandes cuerpos teóricos ya que, ciertamente, abundan teorías especí- ficas en sociología. Pero daremos cuenta de las tres que conforman la gran cantera de las que las demás se nutren. Estos cuerpos surgieron de manera relativamente temprana, alguno de ellos prácticamente con la misma estructuración de las ciencias sociales. Eso explica que el materialismo dialéctico como teoría no sea exclusivamente sociológica, sino también política y económica, ya que tales divisiones surgieron posteriormente a dicha teoría. Las ciencias sociales La transformación del mundo social ocurrido entre los siglos XVIII e inicios del XIX fue un fuerte estímulo para tratar de enten- der lo que ocurría. De manera considerablemente inesperada surgió un aspecto que hasta entonces no había sido considerado como parte de la reflexión científica, ya que sólo lo habían advertido los filósofos: que había un aspecto de la realidad que era “lo social”, y que lo social tenía entidad propia; no era un orden asociado a lo natural ni tam- poco a lo divino. Nació entonces un ámbito de la realidad específica. Esto no resulta muy difícil de comprender si consideramos que de una sociedad relativamente estable (que, aunque tenía cambios, estos ocurrían a un ritmo que escapaba al registro de la memoria —por entonces no existía la práctica secular de construir registros en base a documentación; los únicos registros los llevaba la iglesia, pero eran (25)
  • 26. Aproximaciones sociológicas inaccesibles—) y de población mayoritariamente campesina, se pasó en poco tiempo a vivir grandes cambios políticos, económicos y socia- les, comienza a concentrarse la población en las ciudades, fenómeno promovido por la revolución agraria y la revolución industrial. No es que la humanidad no hubiera conocido las ciudades, sino que en la Europa medieval esas concentraciones se habían perdido. Para valorar adecuadamente esto, Londres (junto a París las mayores ciudades eu- ropeas de entonces) tuvo la siguiente evolución: de inicios a mediados del siglo XVI tenía unos 100.000 habitantes, a mediados del siglo XVII, ya contaba con medio millón de habitantes, a mediados del siglo XVIII, con 700.000 y a inicios del XX, con cuatro millones y medio (casi ocho millones en la actualidad). La vida urbana implica una mayor interacción que la vida rural, por el simple hecho de la concentración espacial de los habitantes; esto conlleva asimismo a una mayor interdependencia, una mayor cantidad de fricciones, todo ello en el marco de una fuerte conmo- ción política causado por la revolución francesa. El cambio político significó una alteración en las regulaciones sociales consuetudinarias, lo cual generó por un lado desconcierto y por otro la necesidad de entender lo que estaba ocurriendo. En general este es el marco en el cual surgieron las ciencias sociales. Estas primeras reflexiones intenta- ron realizarse en el marco del tipo de pensamiento que ya primaba, el científico. Estos primeros intentos buscaban emular a las ciencias más desarrolladas en el momento, primero a la física y luego a la biología. Pero también hubo otros intentos, independiente de estos modelos. De manera que nos puede resultar extraña, no siempre las formas más desarrolladas e independientes fueron las que aparecieron en último lugar. Aquí es necesario considerar que la línea de tiempo no siem- pre ni necesariamente acompaña a la línea de desarrollo científico. Para decirlo de una manera más clara: no siempre lo último es lo más evolucionado. ¿Por qué algo generado ulteriormente podría estar, en la línea de desarrollo lógico, antepuesto a modelos ya existentes? La respuesta hemos de buscarla en las bases en que se fundan los distin- tos tipos de pensamientos teóricos, cuestión que abordaremos luego. Antes de ello es necesario decir que las ciencias sociales comen- zaron de manera más o menos indiferenciadas, como reflexiones en función de temas (o ámbitos de realidad) y no como un enfoque (26)
  • 27. Las tres miradas sociológicas particular, específico de ellos, como lo es actualmente. Esta segmen- tación sobrevino con el desarrollo, con cierta especialización de las mismas. Originalmente este pensamiento devino de la filosofía social, una forma de transición entre la filosofía y la ciencia. Veamos la di- ferencia sustancial entre ambas. La filosofía es una reflexión básica- mente especulativa: se desarrollan sistemas de pensamientos más o menos armónicos, generales, de alto nivel de abstracción, en forma de modelos o sistemas de pensamiento, mientras que la ciencia per- manentemente busca la constatación empírica de sus proposiciones. Los inicios fueron relativamente “desprolijos” (vistos desde hoy). Las primeras estructuraciones se dieron en torno a lo que se conoce como economía-política, una disciplina hoy poco cultivada aunque existente. Ella resumía las tres ciencias sociales básicas, que rápida- mente se desplegaron cobrando autonomía: la economía, centrada en las transacciones y los intercambios, la política, ligada al Estado, y la sociología, cuyo nivel de observación es lo que se denominaba desde la filosofía como “sociedad civil” (hoy llamado, no sin ambi- güedad, “sociedad”). Entre los primeros cultores de la economía- política encontramos a Adam Smith, su discípulo David Ricardo, Robert Malthus, entre otros. Justamente la primer teoría sistemática de lo que hoy es nuestra disciplina es una crítica de la economía po- lítica. Esta crítica fue planteada por Karl Marx y Friedrich Engels a mediados del siglo XIX. El materialismo dialéctico Esta corriente es generalmente conocida como “marxismo”. La denominación, asociada a su principal arquitecto, es injusta con F. Engels, quien trabajó a la par de Marx. Por otra parte, es imprecisa, pues etiqueta con una nominación asociada a una persona lo que es una teoría: el materialismo dialéctico, el que, llevado a los análisis em- píricos, se denomina materialismo histórico. El materialismo dialéc- tico, que se nutre de la crítica al materialismo vulgar o contemplativo de Feuerbach y a la dialéctica idealista de Hegel, construyó su gran edificio teórico en la crítica a la economía-política. ¿Qué designa, (27)
  • 28. Aproximaciones sociológicas exactamente, la palabra “crítica”? En sentido vulgar criticar es hablar mal de algo o alguien. En ciencia se utiliza este término para expresar el análisis de los supuestos o sustentos de algo. Así, por pensamiento crítico se entiende el pensamiento que profundiza en las implicancias y antecedentes de otro pensamiento. Marx y Engels comenzaron en su juventud a criticar tanto al pen- samiento de Feuerbach, prestigioso filósofo discípulo de Friedrich Hegel, y al propio Hegel, una de las mayores eminencias de la filosofía alemana junto a Immanuel Kant. Sin entrar en pormenores de este pensamiento, que otros textos de este libro abordarán, sí es importante remarcar un aspecto que lo distingue de los demás: centra su aten- ción, no en las entidades, sino en la relación entre las entidades (enten- diendo “entidad” en sentido amplio, lo que incluye cosas y personas). El significado de las entidades depende, en consecuencia, del tipo de vinculaciones que tenga con otras entidades. Renuncia de este modo a toda ontología (estudio del ser) ya que la esencia son estas relaciones, y no las entidades mismas. Una cosa o una persona están determinadas por sus vinculaciones, no por sí mismas. El dinero, por ejemplo, puede adoptar varias formas; examinemos tres de ellas: la moneda es un ele- mento metálico tallado de una manera particular; el billete es un papel con dibujos y filigranas particulares; el dinero electrónico es una serie de pulsos elementales de cargas eléctricas positivas y negativas que en un orden determinado significan dinero. ¿Qué es lo que los iguala al metal, al papel y a las cargas eléctricas? Que todas, en un determinado marco son dinero. ¿Y qué es el dinero? Una forma particular de expre- sar un determinado tipo de vínculo entre las entidades. Este tipo de construcción intelectual contraría la tradición oc- cidental, tributaria del pensamiento griego hegemónico a partir de Aristóteles, que centra su atención en las entidades. A partir de la definición de las entidades, entonces evalúa su relación. El materia- lismo dialéctico, por el contrario, observa centralmente el vínculo y, a partir de éste, evalúa las entidades. Pero, además, construye la teoría no sobre cualquier vínculo, sino sobre el entramado de relaciones es- tables para cada período histórico. Marx y Engels parten, para ello, de la siguiente premisa: para que haya historia humana deben existir los humanos; para que éstos existan es necesario que vivan y se reproduz- can; su vida y reproducción está condicionada por su corporeidad y las (28)
  • 29. Las tres miradas sociológicas condiciones (naturales y sociales) en que se encuentran (por ejemplo, no puede haber pescadores allí donde no existan cursos o espejos de agua, ni mineros en una llanura). Son esas condiciones, el hecho de ser bípedos, con manos que les permiten manipular elementos, dada la disposición del dedo pulgar (lo que lo distingue en principio de otros homínidos), desarrollándose en distintos medios ambientales que permiten su existencia y reproducción, por donde comienza la observación. Dado que el humano es el único ser vivo que no vive únicamente de lo que encuentra en la naturaleza sino que construye su hábitat, y que los medios ambientales son múltiples y diversos, ha de considerarse qué y cómo producen su propia vida material. Remontándonos a la prehistoria sabemos que los grupos humanos se especializaron, según el medio en que se encontraban, en cazadores, recolectores, pescadores, etc., y que con el desarrollo de los grupos en el tiempo, acumulando conocimiento, experiencias, destrezas, fueron paulatinamente dominando el arte de reproducir algunos vegetales (agricultura) y animales (ganadería). Esto posibilitó su sedentarismo, ya que comenzaron a garantizar, de este modo, su reproducción mate- rial en un lugar sin tener que mudarse constantemente de una región a otra, detrás de los recursos. De modo que el acento para entender la dinámica de los grupos humanos se pone en ver qué y cómo se produce. Dicho en otras pala- bras, en discernir las relaciones de producción que se estructuran en cada uno de ellos. En la medida que tales grupos crecen y se interrelacionan entre sí van conformándose lo que actualmente llamamos “sociedades” (pese a que es un término vago, y no hay razón para no denominar así también a tales grupos) o, si se quiere, sociedades más complejas. Entender estas sociedades complejas requiere comprender sus relacio- nes de producción, ya que el conjunto social puede reproducirse sólo a partir de ellas. A estas relaciones de producción, dadas en un período histórico en un determinado espacio (por ejemplo Europa occidental, medio oriente, etc.) ellos lo denominaron “modos de producción”, en- contrando que tales modos de producción se suceden unos a otros en una secuencia de sucesiones que supone cada vez mayor complejidad. Ahora bien, no es necesario ir al fondo de la historia o la prehis- toria para conocer dicha secuencia. Se trabaja de manera contraria: sólo comprendiendo el modo de producción más complejo se pueden (29)
  • 30. Aproximaciones sociológicas entender los modos de producción menos complejos. ¿Por qué seguir este camino, que parecería el más difícil, el que contraría la lógica elemental que supone que sólo comprendiendo lo simple es posi- ble encontrar la solución de lo complejo? Básicamente a que Marx y Engels prestaron atención a un factor de suma importancia, al que recién en las últimas décadas la ciencia está considerando en toda su dimensión: el azar. A diferencia de los proyectos intelectuales pro- pios de su época, en particular en gran proyecto del positivismo, que pretendía encontrar las regulaciones de toda la actividad cósmica en forma de leyes, Marx y Engels encuentran leyes (es decir, tenden- cias invariantes) acotadas a cada modo de producción, y entienden que la articulación de las mismas no está concatenada con necesidad matemática, sino que influye fuertemente el azar en su constitución. Una vez constituidas, entonces sí operan con la efectividad de una ley natural. Pero será nuevamente la conjunción de éstas con el azar lo que determinará el fin de un modo de producción y su sustitución por otro más complejo. Para tratar de entender esto de una manera más sencilla pro- pondré un ejemplo simple: cualquiera de nosotros, Juan o Pedro, se explican en su existencia a partir de sus padres; ellos sólo existen porque sus padres los engendraron. Ahora bien, si nos remitimos al momento anterior, es decir, a sus padres, la existencia de éstos no explica la de sus hijos Juan o Pedro; bien pudieron no tener hijos, o bien pudieron tener hijas, o bien pudieron tener otros hijos, distin- tos a Juan y Pedro (de hecho, cada persona es única porque surge de la unión de un espermatozoide y un óvulo particulares; otro es- permatozoide u otro óvulo darían como resultado otra persona). Repasando, sólo a partir del presente puede explicarse el pasado, y no desde el pasado explicar el presente. ¿Cuál es, entonces, la nece- sidad de recurrir al pasado? Que en él se dieron las combinaciones entre leyes tendenciales y causas azarosas que culminaron en este presente y no en otro. Estas combinaciones particulares sólo son aprehensibles a partir del estudio de las relaciones entre las entida- des. Por ello este modelo teórico parte del estudio de las relaciones sociales, en particular, acentuando aquellas que resultan relativa- mente invariantes en un tiempo-espacio dado (lo que, vimos, es un modo de producción). (30)
  • 31. Las tres miradas sociológicas El modelo holista En el último cuarto del siglo XIX aparece la sociología en su forma actual, es decir, incorporada como una disciplina científica en el ámbito académico. Su impulsor fue Emile Durkheim. Para defi- nirla como tal debió circunscribir su objeto de estudio y un método (toda ciencia tiene un objeto y un método particulares, propios, que es lo que la distingue de otras ciencias). Durkheim definió como ob- jeto de la sociología a la sociedad. Esto puede parecernos obvio, pero contiene una serie de implicancias. Por empezar, ¿qué es la sociedad? Algo distinto a la suma de los individuos que la forman. Esta confi- guración sinérgica es lo propio de lo social. Observando el todo luego se puede entender cómo funcionan las partes, ya que éstas no son sino adaptaciones funcionales al todo. Justamente por ello la unidad analí- tica del holismo es el “hecho social”, entendiendo por tal al fenómeno colectivo (es colectivo porque es social, y no a la inversa) que actúa ejerciendo sobre las personas un poder coercitivo, de fuerza superior a ellas, y que es, a la vez, anterior a las mismas. El holismo descarta las explicaciones individualistas, dejándolas para la psicología. La con- ducta de las personas nunca puede explicarse por sí misma, sino que sólo son inteligibles en el conjunto. El hecho social es mensurable, y en él se manifiesta la vida aní- mica de la sociedad. ¿Cómo es posible aprehender el hecho social? A través de la estadística, que es “el alma de los pueblos”. El holismo se basa casi exclusivamente en el uso de la estadística para la construc- ción de sus observaciones, dado que lo importante es lo que ocurre en promedio. Las acciones, las conductas, los gustos y todas las ca- racterísticas humanas se distribuyen de acuerdo a una curva normal, también conocida como “campana de Gauss”, la que grafica la distri- bución de elementos (en función de una característica dada), de una manera tal que la mayoría de los mismos tiende a agruparse en torno al centro de los valores, mientras que hacia los extremos la cantidad de elementos tiende a disminuir. Los casos medios son los mayori- tarios, a los que se denomina “normales”, mientras que los que están en los extremos se los llama “casos desviados”. Así, por ejemplo, si observamos una curva de tendencia política, el grupo mayoritario se (31)
  • 32. Aproximaciones sociológicas agrupa usualmente en el centro ideológico, mientras que una minoría se desplaza a la izquierda, otra a la derecha, y grupos menores aún se sitúan en los extremos derecho e izquierdo del arco. Esto es, al menos, lo esperable. Si el comportamiento ideológico es distinto (de hecho va variando en distintas circunstancias históricas) es necesario elabo- rar una explicación al respecto. Pero el holismo generalmente perma- nece en el plano descriptivo de la situación, lo que toma como “dato empírico”, siendo éste más valioso que las explicaciones especulativas en torno a él. En todo caso, recurre al análisis multivariado, es decir, tomando en consideración varios aspectos a la vez, lo que le permite establecer correlaciones o regresiones (que son técnicas estadísticas específicas) que “muestran” cómo distintos factores se vinculan entre sí, o varían con el tiempo. El método estadístico, hoy muy difundido en las ciencias socia- les, permite, en efecto, ver cómo son las cosas, pero también tiene un carácter performativo, es decir, que induce a que las cosas sean como son y no de otro modo. Teniendo una noción (y todos la tenemos) de las cosas que se consideran “normales” (es decir, que están en el centro de la curva), consciente o inconscientemente tendemos a asimilarnos a ellos. Esto hace que se refuerce esta forma de distribución, con lo cual los registros tienen poder de formación de lo que registran. Daré un simple ejemplo de esto. Aunque no hay una edad específica para tener una pareja estable (lo que incluye convivencia, una grado relati- vamente elevado de exclusividad sexual, etc.), y la misma está influida entre otras cuestiones por la clase social a la que pertenecen los indi- viduos (generalmente las parejas estables se dan entre miembros de una misma clase social), sabemos que ronda aproximadamente entre los primeros años de la segunda década de vida y los primeros años de la tercera década de vida de los sujetos. Esto hace alguien de 18 años, pongamos, sea “demasiado joven” para establecer una pareja de este tipo, y si a los 40 aún no lo hizo sea considerado un/a solterón/a. No sólo los allegados le harán notar de muchas maneras la “anomalía”, sino la propia persona se cuestionará si, cuando aún es “muy joven” siente deseos de hacerlo, o si, pasada la edad en torno al promedio aún no lo ha conseguido. Aparecerán los más diversos argumentos (que se debe “vivir la vida”, en un extremo; que “hay que asentar cabeza”, en el otro), todos tendientes a encauzar a la persona para que se aproxime (32)
  • 33. Las tres miradas sociológicas lo más posible al término medio. Si esto no ocurre, una serie de im- pugnaciones y sanciones sociales (leves, pero efectivas) harán sentir al individuo que está traspasando los límites de lo “aceptable”. Ahora bien, si esto tiene efecto, tiende a reforzar la imagen de la forma de distribución a la que nos referíamos antes (la distribución normal); y si no lo tiene, serán casos “desviados” que también contribuyen al mismo refuerzo, ya que serán los menos los que acepten vivir en esa condición anómala. Estas circunstancias hacen que el modelo holista sea considerado conservador, ya que se ciñe centralmente a lo existente, a lo dado, y ro- tula lo que ocurre mayoritariamente de “normal”. Esto tiene el efecto descripto (generalmente nadie quiere ser considerado “anormal”), lo que refuerza el orden establecido. El individualismo metodológico La tercera gran aproximación teórica de la sociología fue elabo- rada entre fines del siglo XIX e inicios del siglo XX desde un punto de vista radicalmente opuesto al holista. Considerando al individuo el centro de todo vínculo social, toma como unidad de análisis la “ac- ción social”, es decir, la actividad del sujeto considerada en su mínima expresión. Inspirado en el modelo atómico, supone que las mallas de actividades sociales pueden ser estudiadas a partir de su núcleo mí- nimo e indivisible, que es la acción del sujeto humano. Si podemos comprender las acciones de los sujetos, estaremos en condiciones de entender la totalidad de las vinculaciones, eso que llamamos redes sociales. Su gran teórico fue Max Weber, quien también se debatía en su país con quienes sostenían que no podía haber una ciencia de lo social (en realidad, las llamaban ciencias del espíritu). El individualismo metodológico clasifica cuatro tipos básicos de acciones sociales (habiendo deslindado previamente cuáles acciones son “sociales” y cuáles no). Una acción es social si se desarrolla con la expectativa de una acción recíproca (que no significa necesariamente que se trate de una acción de la misma naturaleza). Es social, por ejemplo, la acción de aceptar un papel coloreado (dinero en billete) a (33)
  • 34. Aproximaciones sociológicas cambio de un bien o un servicio en tanto se lo hace con la expectativa de poder adquirir otro bien o servicio entregando ese mismo papel pintado. El núcleo de una acción, para que sea “social”, en conse- cuencia, está puesto en la expectativa. De modo que se reintroduce el subjetivismo en la sociología, entendiendo por ello la perspectiva del actor social, en contraposición con la tradición holista que to- maba la totalidad del entramado despreciando el estudio de la acción individual. Metodológicamente tiene una perspectiva teleológica; importa la finalidad buscada, el sentido mentado de la acción, es decir, el direc- cionamiento que la misma tiene, independientemente del logro o la frustración de la expectativa. Ahora bien, dado que el sentido de la acción es subjetivo y por lo tanto tan diverso como personas hay en el mundo, el individualismo metodológico postula como superación de ese escollo una tipología de acciones sociales; trata de tipificar racio- nalmente los diferentes tipos de acción (que no son siempre ni todos racionales), incorporando para ello, además de la razón que puede regir estas acciones, también la costumbre, los sentimientos y los va- lores. Todos ellos conforman un marco que el sociólogo puede racio- nalizar y con ello comprender las acciones básicas, mínimas, que en su conjunto conforman la totalidad de la actividad social. Una acción cuya expectativa es cumplida está armoniosamente enlazada con otra acción cuyo sentido era afín a la primera. Si esto no ocurre tenemos una situación conflictiva (que bien puede ser un conflicto reconocido como tal o simplemente desconcierto o desinteligencia). Dada la incorporación de valores (morales), costumbres (tradi- ciones), los sentimientos —positivos (afectos) o negativos (odios)—, y otros elementos del conjunto de las sensaciones humanas, como el carisma (que define como una cualidad personal “mágica” e intransfe- rible), este marco analítico resulta sumamente atractivo, ya que torna inteligible (incorporándolas al análisis) distintas situaciones no ra- cionales de las personas, pero en un cuerpo teórico racional. Por otra parte, la incorporación del sentido de la acción por parte del actor social pone al análisis en un marco de realismo primario. El sociólogo trata de entender el motivo de cada acción de los sujetos. Se pueden reconstruir, de esa manera, el sentido de las acciones que terminan en equívocos (conflictos). (34)
  • 35. Las tres miradas sociológicas La coexistencia de las teorías Los tres cuerpos teóricos conviven en la sociología. Pero son tres “puertas de entrada” diferentes: por la relación social, por el hecho social y por la acción social. No son las únicas, pero sí las principales, ya que otras —una de las cuales consideraremos— son variantes o combinaciones de éstas. ¿Cómo es posible la convivencia de teorías variadas, e incluso contrapuestas en uno o varios puntos fundamenta- les?, ¿cuál de todas es la más apropiada? Esas preguntas suelen surgir entre quienes no tienen experiencia o contacto con la ciencia. Las ciencias, ya lo anticipamos, admiten en su seno teorías que pueden ser contrapuestas. Toda teoría es una construcción simbólica que con- tiene proposiciones básicas relativamente invariantes (postulados) los que, en interacción con la observación, permite construir hipótesis (explicaciones probables de un fenómeno) que, en la medida que pue- dan ser corroboradas por datos empíricos, se conforman en tesis o demostraciones. Toda tesis o demostración es siempre precaria, his- tóricamente acotada, pues el avance del conocimiento y el desarrollo de las teorías existentes o de otras nuevas puede revocar esas tesis, estableciendo nuevas. En el caso que nos ocupa, además, el objeto de observación (las sociedades) varía más o menos rápidamente, lo que hace que aún sin que haya grandes cambios teóricos, las demostracio- nes sean siempre provisorias, históricas. Lo que hoy es de una manera mañana puede serlo de otra, incluso opuesta, simplemente porque varió la situación. Si bien no se puede establecer la supremacía de una por sobre otra teoría (en todo caso hay investigadores que se sienten más a gusto con una que con otras) sí es cierto que hay determinado tipo de fenóme- nos que son mejor abordados por una teoría que por otras. Así, por ejemplo, el complejo proceso de cambio social es mejor desarrollado por el materialismo dialéctico. La reproducción social, en cambio, en- cuentra grandes posibilidades de abordaje desde el holismo. Lo co- tidiano, finalmente, tiene mejores herramientas de elaboración desde el individualismo metodológico. Esto no significa que cualquiera de las tres teorías no puedan abordar todos los aspectos; simplemente se trata de que unos aspectos son más enfatizados por el abordaje de (35)
  • 36. Aproximaciones sociológicas unos cuerpos teóricos que de otros. Tengamos en cuenta que toda sociedad es relativamente estable (es decir, que se reproduce) pero a la vez, no es idéntica a sí misma cada día (es decir, que va variando), y que en todos los casos hay siempre situaciones cotidianas. Esto per- mite a los tres grandes cuerpos teóricos clásicos la coexistencia. Aunque parezca curioso no suele haber debate entre teorías, sino en el interior de cada cuerpo teórico. Los sociólogos holistas com- pulsan entre sí, al igual que los individualistas metodológicos y los marxistas. Esto es extraño en cierto punto ya que tanto el holismo como el individualismo metodológico surgieron como alternativas al materialismo dialéctico. Esto se debió a que la teoría marxista —que, como dijimos, no puede ser asimilada únicamente a la sociología— fue apropiada por los movimientos antisistémicos ya desde el siglo XIX, en especial por algunos sectores de la clase obrera y de intelec- tuales revolucionarios. Dada la profunda comprensión del capitalismo que brinda, era la mejor teoría para postular un cambio social, ya que sólo conociendo en detalle un sistema social es posible intentar un cambio del mismo. Frente a esta situación, Durkheim en Francia y Weber en Alemania se enfrentaron al problema práctico de tener un movimiento obrero revolucionario. Ellos, por distintos motivos, ad- herían al régimen social existente, aún reconociendo que el mismo merecía cambios para hacerlo más justo. Pero pensaban que no era conveniente un cambio revolucionario. Ambos por distintos motivos. El contexto de producción de las teorías Las diferentes teorías fueron elaboradas en distintos contextos históricos, políticos y sociales. El materialismo dialéctico toma parte de la tradición filosófica alemana, pero se elabora en el marco tanto de las luchas obreras que se desarrollaban en el continente europeo a mediados del siglo XIX como de la búsqueda de alternativas su- peradoras al capitalismo en que se hallaban inmersos numerosos in- telectuales de la época. Muchos de ellos —Robert Owen, Henri de Saint Simon, Charles Fourier, Étienne Cabet— proyectaban socie- dades fantásticas, armoniosas, que incluso algunos intentaron llevar a (36)
  • 37. Las tres miradas sociológicas cabo (y fracasaron), lo que les valió el nombre genérico de “socialistas utópicos”. En contraposición con estas ideas, los precursores del ma- terialismo dialéctico intentaron (y lograron) dar un sustento científico a las ideas socialistas. Lo cierto es que lo que lograron fue un estudio minucioso de la lógica del capitalismo. Marx y Engels vivieron los avatares de una vida de exilios, debido a sus posiciones políticas, lo que los compelía a actuar de manera relativamente secreta. En dicho contexto, y en un clima político revolucionario, como el que se dio por todo el continente europeo a mediados del siglo XIX, concentraron su pensamiento en el cambio social. En Francia todavía estaba relativamente fresca en la memoria la revolución de 1789, traumática en varios sentidos. A ella le sucedieron situaciones revolucionarias (fracasadas) en 1830, 1848 y 1871, todas encabezadas por el movimiento obrero. La república no terminaba de asentarse y los republicanos (entre ellos, Durkheim) intentaban fortificarla. Su mayor participación y producción intelectual se dio en el marco de la Tercera República (1870-1940). Aunque reconocía que los reclamos obreros eran justos, suponía que en el marco republicano sus demandas serían paulatinamente satisfechas. Es el tipo de pensa- miento que se caracteriza como “evolucionista”. Por su parte, Max Weber produce intelectualmente en el con- texto de la consolidación de una Alemania relativamente unificada. Alemania fue una nación históricamente escindida y reconocida en su unidad fundamentalmente por la lengua (las regiones germano par- lantes). Pese a que la unidad total no existe ni siquiera hoy (Austria y zonas de Suiza conforman parte de ese mapa imaginario), la relativa unidad nacional se logró recién en 1871, luego de la guerra franco- prusiana, con la instauración del Imperio Alemán liderado por Otto von Bismarck. Éste había desarrollado una fuerte burocracia sobre la que se asentaba el imperio. Pero a su alejamiento el aparato estatal perdió buena parte de su pujanza, situación que llevó a muchos inte- lectuales, entre ellos Weber, a pensar formas alternativas de fortaleci- miento del joven Estado. Sobre todo en circunstancias en que había crecido mucho el partido Socialdemócrata Obrero (marxista) que amenazaba con llevar a cabo una revolución socialista. Weber fue un nacionalista que construyó su teoría en un contexto en el que la bu- rocracia de Bismarck era necesaria pero insuficiente, la clase política (37)
  • 38. Aproximaciones sociológicas provenía de un sector social atrasado (los jünkers), los capitalistas eran indiferentes a la política y los obreros (desde su perspectiva), carecían de la madurez política necesaria para dirigir los destinos del país. Como puede observarse, tres contextos diferentes dieron lugar a tres concepciones distintas, de las que se siguen nutriendo el resto de los pensamientos sociológicos hasta el presente. Las teorías sociológicas hoy Aunque existen, son pocos los cultores de cualquiera de estas teorías “puras” hoy. Los marxistas, en general, adhieren a la variante leninista o a las subvariantes maoísta, trotskista o, en su momento, estructuralista. Hay muchas otras variantes y subvariantes, pero con escasa representación. Tampoco es sencillo encontrar holistas “puros”. Por lo general han devenido en distintas versiones del funcionalismo o el estructural-funcionalismo. El funcionalismo es, aunque parezca extraño, una suerte de fusión entre el holismo y el individualismo me- todológico, desarrollado inicialmente por Talcott Parsons. Es una de las corrientes más extendidas, pese a que en general pocos sociólogos se referencian explícitamente con ella. Ha habido también intentos de síntesis entre materialismo dialéctico e individualismo metodológico; entre sus mayores expositores se cuentan Pierre Bourdieu, Anthony Giddens y parte de lo que se conoce como “marxismo analítico” (es- pecialmente Jon Elster). También intentos de fusión entre marxismo y funcionalismo (Eric Olin Wright), entre marxismo y psicoanálisis (la llamada Escuela de Frankfurt), y de síntesis entre el individua- lismo metodológico y la fenomenología, que es la corriente conocida como interaccionismo simbólico (Alfred Shutz) y un largo etcétera. En general la adopción de una teoría delimita el tipo de objeto que se abordará. Para los análisis globales indudablemente las herra- mientas más apropiadas son el holismo y el materialismo dialéctico; el primero para los estudios sincrónicos (es decir, de un momento) y el segundo para los estudios diacrónicos (históricos, que permiten ver la evolución de una totalidad social). Para abordar situaciones co- tidianas o algunos enfoques de estudios culturales el individualismo (38)
  • 39. Las tres miradas sociológicas metodológico es lo más adecuado. Pero no es que se elige la teoría en función del objeto, sino que se adopta una teoría y ésta delimita el o los objetos (o niveles de observación) que se abordarán. Esta diferencia en los niveles de observación, en los objetos que se construyen, en los campos de interés que generan, es lo que facilita la situación de no diálogo entre teorías. Contrariamente a lo que sostie- nen algunos epistemólogos, no se trata, en general, de teorías rivales o que compitan entre sí. Todas son teorías sociológicas en tanto todas abordan, de distinta manera, lo social. Pero son inconmensurables. Quizás, la demostración más cabal de esto es la teoría relacionista desarrollada (aunque inacabada) por Norbert Elías. Este sociólogo también centra su atención en las relaciones sociales, pero no lo hace como el materialismo dialéctico, buscando invariantes históricas, sino poniendo el foco en la cultura y en los modales. Este tipo de objeto (la cultura) estaba generalmente reservado para el enfoque del indi- vidualismo metodológico. Elías logra construir una perspectiva dife- rente, desde las relaciones. Sin embargo el método de este sociólogo es historicista, es decir, apegado a las particularidades de la historia, lo que si bien permite conocer bien un entramado específico, tiene difi- cultades a la hora de su generalización. Lo valioso de este cuerpo son las reflexiones metodológicas, que ayudan a construir una perspectiva que elude la dicotomía individuo-sociedad, a la que considera falsa toda vez que no existen sociedades sin individuos ni individuos por fuera de la sociedad. Esta perspectiva es sumamente importante y se enlaza (aunque es distinta) con la del materialismo dialéctico. Como puede apreciarse, la coexistencia de teorías no debilita sino que enriquece una disciplina científica. El hecho de que no haya diá- logo entre ellas no es necesariamente una debilidad, pues de darse unas tenderían a desplazar a otras, empobreciendo de esa manera la riqueza interpretativa actualmente existente. Los paradigmas domi- nantes, que como vimos no existen en ciencias sociales, tienden a con- centrar los esfuerzos científicos en una sola dirección, lo que tiene sus ventajas pues se explotan al máximo sus posibilidades, pero también tiene como desventaja que deja de lado múltiples enfoques posibles, que pueden ser igualmente fructíferos. Esa coexistencia de teorías igualmente válidas (a diferencia de otras ramas de la ciencia en las que las teorías coexisten pero hay una que es dominante) hace que en las (39)
  • 40. Aproximaciones sociológicas ciencias sociales sea muy difícil que haya una “revolución científica” como ocurre en las ciencias naturales, en las que cuando una teoría dominante es desplazada hay que reconstruir prácticamente todo de nuevo, tal como ocurrió con la física cuando el relativismo desalojó al paradigma newtoniano. En resumen. No hay una teoría que sea más certera que otra, una que sea verdadera y las demás que sean falsas. Lo que existen son enfoques alternativos, que se corresponden mejor con determinados intereses y apreciaciones. En sociología, para sintetizar nuestra expo- sición, las tres grandes corrientes teóricas se adaptan mejor según el tipo de pensamiento del sociólogo: el individualismo metodológico para comprender el mundo cotidiano; el holismo para entender el mundo tal cual es; y el materialismo dialéctico para entender la lógica del capitalismo y propender a su superación. De las tres sólo esta úl- tima explica el mundo y brinda perspectivas de poder cambiarlo. (40)
  • 41. Capítulo 2 El sujeto que actúa. Aproximaciones al individualismo metodológico weberiano1 Malka Hancevich ¿Sociedad (o) individuos? En uno de los trabajos de Norbert Elías, La sociedad de los indi- viduos, el autor plantea una pregunta que ilustra algunas discusio- nes clásicas sociológicas: “¿Qué es esta «sociedad» que formamos todos nosotros, pero que ninguno de nosotros, ni siquiera todos 1  Me gustaría aprovechar para agradecer primero a Flabián Nievas por su permanente incentivación a la escritura, a mis compañeros de cátedra que enri- quecen mis conocimientos; y por último, a los estudiantes que pasaron por mis clases y me hicieron repreguntarme lo escrito. Este texto es una revisión y am- pliación de Max Weber. Metodología y postulados, basadas en ese trabajo realizado durante el desarrollo de las clases. Me permito la licencia de agradecerle a mi compañero de vida y a mi hija la comprensión de mis ausencias y sus presencias incondiconales. (41)
  • 42. Aproximaciones sociológicas nosotros juntos, hemos querido y planificado tal como hoy existe, que sólo existe porque existen muchas personas y que sólo perma- nece porque muchas personas particulares quieren y hacen algo, esta «sociedad» cuya estructura, cuyas grandes transformaciones históricas, es evidente que no dependen de la voluntad de personas individuales.”2 En un artículo sobre Weber me atrevo a comenzar con una cita de un autor que dista bastante de la concepción social weberiana, porque pone en relieve la necesidad de saldar una discusión de larga data. Esta discusión era parte de dos posturas teóricas enfrentadas: los que priorizaban las acciones individuales en la conformación de la sociedad y los que entendían que las sociedades moldeaban a los individuos. Por ahora, como quien nos convoca es Weber, nos para- remos desde una de esas dos posturas. Veremos en este capítulo que la teoría de este autor entiende la formación y transformación de lo social desde acciones que realizan las personas individuales. En búsqueda de un método para ciencias sociales Otro aspecto a tener en cuenta para pensar la obra de Weber en términos metodológicos, es una de las preocupaciones de los científi- cos sociales de su época de poder definir lo específico de las ciencias sociales, diferenciándolas de las ciencias de la naturaleza. En un principio podríamos pensar que si cuando mencionan dis- ciplinas relacionadas con lo social se ubican dentro de las denomi- nadas “ciencias sociales”, es porque de alguna manera el atributo o la característica de “ciencia” ya la han ganado. Sin embargo, esta desig- nación ha tenido en sus inicios, entre el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, fuertes discusiones y debates en el mundo académico; a la vez que se enfrentó a una lucha con cierto sentido común que pare- ciera sostener que “ciencia” es toda disciplina que utiliza los métodos de las disciplinas propias de lo físico-natural. A pesar de que estas 2  Elías, Norbert: La sociedad de los individuos, Península, Barcelona, 2000, p. 17. (42)
  • 43. El sujeto que actúa discusiones no están tan presentes hoy en día en el debate académico, aun no se han saldado completamente. En estos debates se suelen poner determinados aspectos en tela de juicio: ¿Cuál es el objeto de estudio? ¿Cómo se estudia dicho ob- jeto? Es decir, ¿Qué metodología utilizan las disciplinas para estu- diarlo? ¿Qué tipo de conclusiones o resultados se pueden extraer de la investigación en las ciencias sociales?, preguntas aparentemente más simples como: ¿Qué conocemos? ¿Cómo lo conocemos? Y, por úl- timo, una preocupación recurrente es la que se refiere a qué diferencia a las ciencias de la naturaleza de las ciencias sociales. Cada teoría de un autor de los que vemos a lo largo del curso o de cualquier otro que conozcamos, es el resultado de las preocupaciones, de los interrogantes que se plantean en la sociedad y en la época en la que ese autor vive. Al respecto, Portantiero dirá que: “El origen y el desarrollo de cada campo del conocimiento se vincula siempre con las preguntas que plantea el desenvolvimiento social.”3 De esta manera, en la época en la cual estudió Max Weber,4 dichos interrogantes estaban orientados a encontrar una respuesta acerca de la especificidad de las ciencias sociales y, más puntualmente, de la sociología en tanto ciencia. En los debates académicos alemanes se ponía en discusión el tipo de conocimiento al cual pueden arribar las ciencias de la cultura (o sociales) y la metodología propia de las mismas que se debía utilizar. En Inglaterra y Francia una de las propuestas fuerte, a la cual se denominó positivista, sostenía que las ciencias denominadas de la cultura (o sociales) debían adecuar sus métodos de estudio a los utili- zados por las ciencias naturales. Para la postura positivista, la ciencia debía elaborar leyes generales que pudieran predecir el devenir de la historia, por medio de la obser- vación de hechos tomados como objetivos y externos a la experiencia 3  Portantiero, Juan Carlos: La sociología clásica: Durkheim y Weber, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1985. 4  Max Weber nació en Alemania (1864-1920). A lo largo de su vida sus traba- jos estuvieron orientados al debate académico que buscaba definir qué pueden conocer las ciencias de la cultura (o sociales) y con qué métodos científicos. (43)
  • 44. Aproximaciones sociológicas del sujeto. De esta manera, se sostenía que observando determinados fenómenos se podían establecer las causas que los originaban a fin de, en un futuro, construir herramientas que permitieran prever y antici- par el desarrollo de las sociedades. Sin embargo, en esta concepción de que la ciencia se atuviera a los hechos observables, la escuela posi- tivista terminaba aceptando a esos hechos como algo dado y natural, sin desnaturalizar el orden existente.5 Asimismo, otro aspecto importante que planteaba el positivismo estaba relacionado con la posición que debía adoptar el investigador frente al fenómeno a investigar. Para asegurar máxima “objetividad”, el objeto de estudio debía ser analizado como algo ajeno al investi- gador, como algo desconocido hasta el momento de su estudio. Es decir, que el investigador debía guardar una postura “objetiva” hacia el objeto investigado. Si pensamos en un fenómeno natural como por ejemplo la inundación de un pueblo en la margen de un río, por lo menos en apariencia,6 la observación imparcial del investigador acerca de las causas que han producido dicha catástrofe podría imaginarse sin contradicciones, pero ¿qué pasa con la mirada del investigador cuando lo que estudia es la movilización del sector estudiantil recla- mando mayor presupuesto educativo? ¿El investigador, como parte de esa sociedad, no tiene una opinión acerca de ese reclamo? ¿No tiene una opinión acerca de la situación de la educación? ¿No ocupa una posición en esta situación, conformando en parte a la misma? La idea propia de la postura positivista, de que el mundo estaba regido por leyes universales y objetivas a las cuales se podía arribar por medio de una investigación científica rigurosa, se encontraba presente desde el siglo XVI. Sin embargo, principalmente en Alemania, a fi- nes del siglo XIX y principio del siglo XX (época en la que Weber se forma) esta postura comienza a entrar en cuestión. Pensemos que en esa época Europa vivía momentos de grandes cambios sociales, políticos, culturales, económicos y se encontraba fuertemente presente la influencia de las revoluciones burguesas, más 5  Portantiero; op. cit. 6  Decimos “en apariencia” porque las causas de las catástrofes naturales en un análisis sin mucha profundidad, incluyen factores tanto naturales como sociales. (44)
  • 45. El sujeto que actúa conocidas como la Revolución Francesa, la Revolución Industrial.7 Dichos cambios ponen en tela de juicio que el científico sólo deba contentarse con relatar aquello que observa. Evidentemente, el caos provocado por las modificaciones de las estructuras hasta entonces existentes hace que se comience a pensar que es necesario que la tarea del científico social también abarque la explicación de los procesos sociales. Por otra parte, Alemania se caracterizaba por una fuerte cultura filosófica con gran influencia del romanticismo, que sostenía que era indispensable tener en cuenta el pasado y los procesos históricos cul- turales en los cuales las ciencias de la cultura se desarrollaban. El Romanticismo fue un movimiento cultural y político que se originó en Alemania a finales del siglo XVIII como una reacción al racionalismo de la Ilustración. Este movimiento sostenía la primacía del sentimiento y de lo personal, subjetivo, enfrentándose a la univer- salidad propia de la Ilustración. De esta manera, la cultura propia de cada nación era valorizada por sobre las expresiones generalizantes. Las formulaciones metodológicas de Max Weber se encuentran de alguna manera, ubicadas en medio de la postura positivista y la concepción romántica del mundo social. Asimismo, Weber también se enfrentó a una realidad de su época: la sociología, en tanto ciencia, no había tenido un desarrollo fuerte en Alemania, como sí lo había tenido en Francia8 e Inglaterra. En Alemania, la ciencia sociológica estaba relacionada a la ciencia historiográfica, por lo que era indis- pensable encontrar un estatuto epistemológico a la primera, es decir, definir un objeto de estudio y una metodología de investigación que le sea propio y construir un aparato conceptual para el estudio social, así como definir las diferencias de esta ciencia social con las ciencias de la naturaleza. Frente a esta situación Dilthey, Windelband y Rickert,9 auto- 7  Therborn, Göran: Ciencia, clase y sociedad, Siglo XXI, Madrid, 1997. 8  Recordemos en Francia al Conde de Saint-Simon (1760-1825), filósofo del “socialismo utópico”, a Auguste Comte (1798-1857), considerado el creador del positivismo, habiéndole dado en nombre a la sociología en tanto disciplina; y a Émile Durkheim (1858-1917). 9  En el pensamiento de Weber no debemos olvidar las influencias que ejercen (45)
  • 46. Aproximaciones sociológicas res que tienen una importante influencia en la propuesta de Weber, presentan soluciones diferentes en cuanto a las distinciones entre las ciencias histórico-sociales (o de la Cultura, o del Espíritu, como la llamaban en Alemania) y las ciencias de la naturaleza. Los debates científicos en Alemania: antecedentes para el pensamiento de Weber Wilhelm Dilthey (1833-1911) sostenía en su teoría que lo que diferenciaba a las ciencias de naturaleza de las ciencias histórico-so- ciales era la relación existente entre el sujeto que investiga (el cientí- fico/investigador) y la realidad estudiada (el objeto de estudio). El objeto de estudio de las ciencias de la naturaleza se le presenta al investigador como extraño a su experiencia y a su conciencia, es decir, que cuando lo investiga lo hace sin conocimiento previo y, en- tonces, su objetivo es poder explicarlo. Los científicos de estas ramas de la ciencia buscan encontrar las causas de los fenómenos estudiados mediante relaciones causales para luego formular sistemas de leyes que le permitan predecir nuevos sucesos. Por el contrario, en las ciencias histórico-sociales, aquello que el investigador va a estudiar forma parte de su experiencia, de su mundo. Para Dilthey, el investigador ya conoce el fenómeno a estudiar por lo que su tarea estará orientada a comprenderlo desde el interior de su propio ser. Pero ¿de qué forma llega a comprenderlo? Es decir, ¿qué método debe utilizar el investigador, según Dilthey, en su investiga- ción? Como el hombre estudia aquello que supone una experiencia vivida de su mundo, esta experiencia le sirve para comprender los fenómenos por medio de la intuición, de la introspección. Weber rechazará de este autor la postura que propone que el investigador social comprende la realidad por medio de la intros- pección. Para Max Weber ese es un postulado inaceptable ya que la las ideas de Werner Sombart y George Simmel. Sin embargo, a los fines de este trabajo nos centraremos en exponer los postulados de los tres autores mencio- nados anteriormente. (46)
  • 47. El sujeto que actúa intuición no es parte del conocimiento científico, porque no supone una forma de conocer en términos conceptuales. Más adelante vere- mos que Weber sostiene que todo conocimiento científico implica la elaboración de sistemas conceptuales. Sin embargo, pese a esta crítica, Weber admitirá que una carac- terística de las ciencias histórico-sociales es la relación “interna” que tiene el investigador con el objeto que estudia. Luego nos centrare- mos en cómo Weber propone que es esta relación y cómo se debería llegar a la comprensión de los fenómenos sociales sin la necesidad de recurrir a la introspección como método de estudio. Por otra parte, Wilhelm Windelband (1848-1915) distingue a las ciencias con independencia de si son ciencias naturales o ciencias histórico-sociales. Para este autor lo que distingue al tipo de ciencia es lo que se propone conocer, su fin cognoscitivo. En la nueva clasificación de las ciencias, Windelband propone diferenciarlas como ciencias nomotéticas y ciencias idiográficas. Las primeras son aquellas que están orientadas a la construcción de un sistema de leyes generales y, las segundas, buscan la determinación de la individualidad de determinado fenómeno. Desde esta idea, no importa que la ciencia sea natural o espiritual, lo que interesa para di- ferenciarlas es el fin de conocimiento que se propone. Con esta nueva clasificación, Windelband, entiende que ambas actividades científicas (orientadas a estudiar la naturaleza o los fenómenos histórico-socia- les) se encuentran comprometidas con la búsqueda de una explicación causal, indispensable en toda actividad científica. Weber retomará de Windelband el supuesto de que toda inves- tigación científica implica una comprensión causal, más allá de si la investigación está referida al mundo natural o al mundo social. Sin embargo, a su vez, como veremos más adelante, con el concepto de “imputación causal” Weber dará un nuevo sentido a la idea de causa que regía en el ambiente científico hasta el momento. Heinrich Rickert (1863-1936), continuador de las teorías de Windelband, sostiene que el estudio de la realidad natural está re- ferido a lo general, mientras que la realidad histórica implica la sin- gularidad de un proceso, su individualidad. Para este autor, lo que diferencia a las ciencias de la naturaleza de las ciencias de la cultura es la presencia o la ausencia de una “relación de valor”. En las ciencias de (47)
  • 48. Aproximaciones sociológicas la cultura se encuentran presentes los valores generales y universales para la sociedad, esos valores rigen la investigación científica de esas ramas de la ciencia, mientras que en las ciencias de la naturaleza no se encuentran presentes. Si la historia estudia procesos singulares, el investigador debe te- ner un sistema que le permita seleccionar dicho suceso, y no otro, a fin de estudiarlo. ¿Cuál es ese sistema de categorías que le permite rea- lizar la selección? Para Rickert, dicha selección se realiza por medio de la “referencia a valores” que supone el deber de reconocer el impe- rativo absoluto del valor de la verdad. Es decir que para este autor, la selección se realiza mediante valores que se reconocen como generales y universales, presentes en una cultura. Weber pondrá en tela de juicio el carácter general y universal de los valores y, mediante la idea de selección, presentará la propuesta de la “referencia al valor” del investigador. Como la realidad es muy diversa e imposible de conocer en su totalidad, el investigador se ve obligado a realizar una selección para delimitar aquello que estudiará. ¿Cómo se realiza esta selección? Para este autor el investigador selec- ciona de acuerdo a sus intereses, a su “referencia a valores” pero, a dife- rencia de Rickert, esos valores no son ni generales, ni universalmente válidos en la cultura; son propios del científico aunque claro, como hemos dicho antes, lo orienta a investigar tal o cual cosa, siempre está en concordancia con las problemáticas que se presenten en la socie- dad y época en la que viva. Concepción de ciencia en la teoría de Weber Retomando las teorías que vimos en el anterior apartado, nos in- troduciremos en cuál es la idea que Weber tiene acerca de lo que es ciencia, qué características supone una ciencia social, a qué problemas se enfrenta y cómo los resuelve. Anteriormente hemos mencionado que en la época en la que es- tudia Max Weber se encontraban presente dos formas de pensar a las ciencias relativas a lo social. Por un lado estaban las corrientes román- ticas, de gran fuerza en Alemania, que cuestionaban la posibilidad de (48)
  • 49. El sujeto que actúa hablar de ciencia en los dominios histórico-sociales y se basaban en fundamentos metafísicos para proceder al estudio de los fenómenos incluidos en estos tipos de ciencia. Por el otro, se hallaban las posturas positivistas, de presencia fundamental en Francia e Inglaterra, que entendían que las ciencias sociales debían adecuar sus metodologías a las utilizadas por las ciencias de la naturaleza, es decir que debían establecer “leyes generales objetivas” para el devenir de las sociedades, por medio del establecimiento de relaciones causales entre los fenó- menos observados. El pensamiento weberiano va a discutir con algunos postulados de estas dos corrientes. No aceptará del romanticismo la afirmación de que las ciencias de la cultura provengan de la filosofía y guarden es- trecha relación con esta. A su vez, al descartar como característica de la ciencia la intuición, también se opondrá a cierta postura romántica presente en el pensamiento de Dilthey. Para Weber las ciencias de la cultura no se distinguen de las cien- cias de la naturaleza por poder comprender desde el “interior” los fenómenos, sino que ambos tipos de ciencia tienen una estructura lógica distinta. Esto quiere decir que las ciencias de la cultura ten- drán un fin de cognoscitivo que tenderá a la individualidad más que a la generalidad. Por otra parte, Weber sostendrá que en las ciencias sociales median de una manera más fuerte los valores e intereses del investigador a la hora de realizar una investigación. Sobre esto último volveremos más adelante cuando hablemos de los momentos de la investigación propuestos por el autor. Con respecto a las ideas positivistas, y en relación a la presencia de los valores, Weber se enfrentará a algunos de sus postulados. Aunque retomará la necesidad de que la ciencia deba ser objetiva, propondrá una modificación que permitirá reconocer al sujeto que investiga. Recordemos que los positivistas sostenían que el investigador de- bía enfrentarse a aquello que investigaba como si le fuera extraño a su experiencia, como algo dado en la realidad sólo tomándolo de la misma, tal como parecía acontecer en la investigación en las ciencias de la naturaleza. De esta manera los fenómenos observados se pre- sentaban como externos a la experiencia del investigador y con una naturaleza objetiva. Sin embargo, también nos hemos preguntado cómo debía ser la (49)