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José Aranda Sánchez
Constructivismo y análisis de los movimientos sociales
Ciencia Ergo Sum, vol. 9, núm. 3, noviembre, 2002
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Ciencia Ergo Sum,
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218 ARANDA, J. CONSTRUCTIVISMO Y ANÁLISIS DE ...
C IENCIAS SOCIALES
Introducción
En una revisión general de los diferentes planteamientos
epistemológicos de la ciencia elaborados a lo largo del siglo
XX, junto con la actual situación de la epistemología, se
advierte el irreversible cambio de una postura positivista
hacia la aceptación de diversos paradigmas que pueden agru-
parse genéricamente como constructivistas, los que, con
base en las críticas y el rechazo de cualquier teoría de tipo
totalizante, nos desafían a replantear por completo todo lo
que aceptábamos y pretendíamos entender como realidad
social, en cuanto a la reflexión de cómo conocemos, ofre-
ciéndonos una nueva perspectiva para lograr la compren-
sión de los fenómenos sociales constituyentes de la reali-
dad social en la que nos encontramos inmersos
Si bien el término constructivismo ha sido utilizado en dife-
rentes campos del conocimiento, los principales elementos
que lo identifican se refieren a: a) la prioridad de los proce-
dimientos y de las reglas, la idea de que la acción tiene con-
secuencias fácticas y, por ello, es anterior a los hechos; b) la
fundamentación metódica y normativa que refuerza el for-
malismo de las teorías; c) una tesis fuerte: el conocimiento
* Profesor e investigador del Centro de
Investigación en Ciencias Sociales y
Humanidades, Universidad Autónoma del Estado
de México.
Correo electrónico: aranda@mail.uaemex.mx
José Aranda Sánchez*
Resumen. El objetivo de este artículo es
reflexionar acerca de la pertinencia de
considerar al constructivismo como una
metateoría adecuada para el estudio de los
movimientos sociales. A partir de los
supuestos principales del constructivismo
como paradigma epistemológico para las
ciencias sociales, se presenta un recuento
selectivo de algunas orientaciones
sociológicas constructivistas, y
posteriormente se busca aplicar esos
planteamientos al análisis de los
movimientos sociales, con base en la
necesidad de desconstrucción de anteriores
aproximaciones que resultaban
insuficientes, y la propuesta de
reconstrucción del concepto de movimiento
social con los fundamentos del
constructivismo.
Palabras clave: constructivismo,
sociología constructivista, movimientos
sociales.
Constructivism and the Analysis of
Social Movements
Abstract. This article examines the
relevence of considering constructivism as
an appropriate metatheory for the study of
social movements. Starting from the
establishment of the principal suppositions
of constructivism as an epistemological
paradigm for the social sciences, it presents
a selective recount of some constructivist
socialogical orientations, and then attempts
to apply this framing to the analysis of
social movements; having as a base the
necessity of deconstructing previous
approximations that proved to be
unsuitable, and the proposal for
reconstructing the concept of social
movements with the fundamentals of
constructionism.
Key words: constructivism,
constructivism reasons, social movements.
Recepción: julio 1 de 2002
Aceptación: agosto 6 de 2002
Constructivismo y análisis de los
movimientos sociales
219
C IENCIAS SOCIALES
C I E N C I A e r g o s u m , V o l . 9 - 3 , n o v i e m b r e 2 0 0 2 - f e b r e r o 2 0 0 3
accede básicamente a aquellas entidades que los agentes so-
ciales han construido o son capaces de construir. En térmi-
nos generales, el constructivismo presenta los hechos como
resultado de alguna actividad y considera que el lenguaje or-
dinario ha de ser reemplazado por otro tipo de lenguaje, más
riguroso y menos ambiguo (López de la Vieja, 2002: 1).
El constructivismo explica el carácter diferencial de los
planteamientos teóricos en la diversidad de sus orígenes, en
las múltiples situaciones, prácticas y contextos situacionales
de donde arranca cada uno de ellos. Todos los sistemas
filosóficos, al igual que las creencias religiosas y las teorías
científicas son hijos de su tiempo; surgen como una res-
puesta creativa del hombre ante las necesidades que le acu-
cian en ese momento histórico donde surge el constructo.
En este artículo se establecen los rasgos centrales del para-
digma constructivista, haciendo énfasis en las premisas de
una concepción no radical, y que además acepta la relación
sujeto-mundo en la construcción social de la realidad, con el
fin de perfilar una metateoría con base en la cual reconstruir
el enfoque para el análisis de los movimientos sociales. Asi-
mismo, se hace un breve recuento de los planteamiento bási-
cos de algunos de los principales sociólogos que han aporta-
do a la conformación de una corriente de pensamiento
constructivista, ya sea desde una sociología del conocimiento,
a partir de la sociología fenomenológica y la etnometodología,
o bien desde la orientación sociológica de la integración ac-
ción-estructura, y se presenta un conjunto de reflexiones para
avanzar en la delimitación de los movimientos sociales como
objeto de conocimiento, aplicando las consideraciones epis-
temológicas a la luz de los planteamientos sociológicos cons-
tructivistas, buscando llamar la atención acerca de la necesi-
dad de partir de la desconstrucción de las elaboraciones que
no tomaban en cuenta los fundamentos epistemológicos ne-
cesarios, para posteriormente acceder a la construcción
del objeto de investigación.
Asimismo, cabe aclarar que se trata de un trabajo en el que
se busca combinar diversas concepciones epistemológicas y
sociológicas que podrían confluir en su orientación
constructivista, junto con reflexiones derivadas de la investi-
gación empírica y su correspondiente elaboración teórica y
conceptual, con el fin de apuntar hacia el debate de los
paradigmas en los que la teoría de los movimientos sociales
puedan encontrar un encuadre adecuado y pertinente.
1. Constructivismo como paradigma epistemológico
Actualmente, la epistemología ya no es patrimonio de la filo-
sofía, sino que se constituye en un cruce de caminos entre las
ciencias del lenguaje, la antropología cultural, la sociología de
la ciencia, la psicología cognitiva y la biología del conocimien-
to. Es decir, se ha vuelto interdisciplinar, haciendo posible la
confluencia de diversos enfoques que, en su articulación,
permiten abordar la cuestión de la metateoría y un meta-
lenguaje válido para el conjunto de esas disciplinas. Esa fun-
ción de metadiscurso la cumple hoy el constructivismo, expre-
sado en un amplio movimiento que se extiende a través de
las diversas ciencias sociales, y que coincide tanto en la críti-
ca hacia el positivismo como en la nueva sensibilidad cientí-
fica postpositivista. Esta orientación se ha abierto extensa-
mente a las aportaciones de la hermenéutica, de la teoría
crítica, de la orientación dialéctica, de la sociología fenome-
nológica, del contextualismo y de los puntos de vista wittgens-
teinianos, entre otras fuentes que la alimentan.
Asimismo, el construccionismo exige que no se acepte la
‘evidencia’ con que se imponen a nosotros las ‘categorías
naturales’, y que en cambio se investigue el grado en que
esos referentes pueden ser meras elaboraciones cultural y
socialmente situadas, o bien sólo productos de las conven-
ciones lingüísticas. En ese sentido, el construccionismo es
implícitamente crítico en tanto cuestiona todo lo que se ha
aceptado como autoevidente, hasta en tanto no se presen-
ten nuevos datos y se argumente lo suficiente. Esa crítica
construccionista de los supuestos empiricistas se fundamenta
también en las formulaciones de Gadamer, al insistir en el
carácter siempre cultural e históricamente determinado de
los marcos de referencia interpretativos, con base en los
cuales las personas, y por supuesto los científicos, generan
los significados (Gadamer, 1991; Ibañez, 1994).
El constructivismo como tesis epistemológica está cen-
trado en la acción significativa del sujeto sobre el mundo, a
partir del supuesto fundamental de la ruptura con cual-
quier forma de dualismo entre sujeto y objeto. Plantea que
la realidad se conoce a través del sujeto, de sus percepcio-
nes, así como del sentido de la acción, es decir, que la rea-
lidad sólo es cognoscible por medio de la interpretación, y
ésta es reflexiva con relación al contexto y el discurso. Esto
implica que el objeto de estudio son los sujetos y las relacio-
nes que se establecen entre ellos, por lo que resulta esencial
el código de información con base en el cual las personas
otorgan un significado a la realidad, y de acuerdo con él
actúan cotidianamente. Esto quiere decir que en este en-
cuadre epistemológico los individuos son concebidos como
actores interpretativos, cuya dimensión subjetiva se consti-
tuye, en principio, a través de objetos externos que se van
internalizando durante el proceso de socialización (Berger
y Luckman, 1998: 164-185).
Para fundamentar el enfoque constructivista que aquí se
trata, se considera principalmente la estructuración de las
220 ARANDA, J. CONSTRUCTIVISMO Y ANÁLISIS DE ...
C IENCIAS SOCIALES
corrientes sociológicas constructivistas de Philippe Corcuff,
y asimismo coincidimos con él en cuanto a que más que
conformar un conjunto de orientaciones que configuren una
cierta corriente de pensamiento sociológico uniforme y que
apunte a similares análisis, las escuelas que aquí se presentan
se caracterizan por abordar una serie de problemas relati-
vos a las formas del conocimiento en sociología, pero cu-
yos representantes difieren en sus planteamientos metodo-
lógicos y sus estilos de trabajo empírico. En todo caso, en-
contraremos entre esa diversidad investigativa algunos ras-
gos comunes fundamentales cuyas coincidencias se expo-
nen brevemente a continuación:
a) Desde una orientación constructivista, las realidades
sociales se conciben en términos de construcciones históri-
cas y cotidianas por parte de actores sociales y colectivos; la
idea de que son construcciones sociales dirige la atención a
los productos de anteriores creaciones, a la vez que a pro-
cesos de actualización y reelaboración. Es decir, hace refe-
rencia a la historicidad como el eje de los argumentos
constructivistas, en la medida que comprende tres premisas
centrales: i) que el mundo social se construye a partir de
condiciones ya dadas y heredadas del pasado; ii) esas for-
mas sociales anteriores son reproducidas, apropiadas, des-
echadas y transformadas paralelamente a la construcción
de otras formas, las cuales se elaboran a través de la prác-
tica y las interacciones de la vida cotidiana de los actores; y
iii) tanto las formas heredadas como las experiencias coti-
dianas funcionan como apertura de un campo de posibili-
dades para labrar el futuro (Corcuff, 1998: 19).
b) Lo más importante de considerar como centro del aná-
lisis a la historicidad, o sea esa capacidad de las sociedades
y los sujetos sociales de incidir en su propio futuro, bajo
determinadas condiciones, y siempre y cuando se conjunte
la fuerza necesaria para transformar el sistema imperante,
estriba en el hecho de que en ese proceso individual y co-
lectivo las realidades sociales son objetivadas e interiorizadas.
Estas remiten a mundos objetivados, en la medida que los
individuos y los grupos viven en un mundo eminentemente
simbólico e imaginario, creado y recreado por el lenguaje y
las palabras, objetos, normas e instituciones a ello debe aña-
dirse el legado de las nuevas aportaciones, en tanto que
exterior a los individuos, y que funciona como límite a las
acciones sociales, a la vez que son el soporte que da signifi-
cado a esas acciones. Asimismo, esas realidades sociales se
registran en mundos subjetivos internalizados, cuyos com-
ponentes son determinadas formas de sensibilidad, percep-
ción, representación y de conocimiento de esas realidades.
A través del aprendizaje y la socialización se interiorizan los
mundos exteriores, en tanto que las prácticas individuales y
colectivas de los actores son el vehículo para la objetivación
de los mundos interiores. Se trata de un proceso dialéctico
de interiorización de lo exterior y exteriorización de lo inte-
rior. Y así como esos mundos exteriores presentan una va-
riabilidad significativa, también los mundos interiores resul-
tan diversos y singulares.
c) Ahora bien, el hecho de que estos mundos internos
varíen y se correspondan con determinadas formas dife-
rentes de vivir y pensar la realidad social, no equivale a
plantear que la realidad social carece de una existencia pro-
pia y que no es más que un conjunto de representaciones
exclusivamente atribuidas a los sujetos, sin la mediación de
una objetivación, materialización y estabilización de las rea-
lidades sociales, con especial relación a la función de apoyo
y referencia para nuestros actos que cumplen esas realida-
des, puesto que son el sedimento donde se han acumulado
los significados por medio de los cuales podemos orientar-
nos y participar en la vida social, por lo que han alcanzado
un estatuto de autenticidad y certeza en el ordenamiento de
esos objetos exteriores que dan el contenido y el símbolo a
las acciones. Por ello, aunque las representaciones desem-
peñan un papel importante en la construcción de la reali-
dad social, ésta no se agota en el mundo interno; no son
creación del sujeto por sí solo, sino que resultan de la con-
junción de ese exterior que constituye la realidad y esas
imágenes interiores que complementan la construcción, en
tanto que aportan la visión personal de esa externalidad
generada colectivamente, y configurada a través de los pro-
cesos de adaptación y asimilación al mundo social.
d) Otro de los rasgos centrales de la perspectiva cons-
tructivista es que, por principio, cuestiona la visión dominan-
te y acrítica de todo lo que se nos presenta como dado,
atemporal, homogéneo y necesario; lo que puede definirse
como el momento de la desconstrucción, para oponer una
diferente forma de ver las cosas, a partir de los procesos de
construcción de la realidad social, y que se caracteriza como
el momento de la reconstrucción. Así, el momento ‘destruc-
tivo’ pone en tela de juicio la concepción y percepción domi-
nantes y que son aceptadas como la única y auténtica reali-
dad existente. Con esta operación se devela otra realidad como
alternativa para observar y comprender lo que se ha institui-
do en la versión oficial del mundo, lo que significa superar la
ingenuidad y atreverse a pensar y defender otra visión de esa
misma realidad. En cambio, el momento de la reconstrucción
es el tiempo de lo ‘productivo’, de la generación de una nue-
va interpretación de la realidad como resultado de la creación
de otra verdad, necesariamente divergente a la cuestionada.
El constructivismo es, entonces, una nueva forma de rea-
lismo, distinta del positivismo, puesto que no acepta el dato
221
C IENCIAS SOCIALES
C I E N C I A e r g o s u m , V o l . 9 - 3 , n o v i e m b r e 2 0 0 2 - f e b r e r o 2 0 0 3
de la experiencia como única verdad, sino que lo pone en
duda, abriendo así las posibilidades de encontrar diversas
realidades cuyas relaciones con los sujetos sociales tienen
que ser sometidas a reflexión.
2. Orientaciones sociológicas constructivistas
Para fines del presente artículo, interesa considerar las apor-
taciones de Norbert Elias, Pierre Bourdieu, Peter Berger y
Thomas Luckman, así como el constructivismo fenome-
nológico de Alfred Schutz, ya que son los autores que, desde
mi punto de vista, han contribuido de manera significativa a
la conformación de una perspectiva constructivista a partir
de la cual puede desarrollarse una importante reflexión en
torno de los movimientos sociales como objeto de estudio
aún en elaboración y replanteamiento.
2.1. El precedente de Norbert Elias (1897-1990)
Si bien se trata de un autor que hace ya muchos años hizo su
aportación a la sociología del conocimiento, en lo que podría
considerarse una primera etapa de ese importante campo de
estudios, hoy vuelve a tomar importancia debido principal-
mente a que los temas y la cuestión misma de la apropiación
y distribución social del conocimientoreadquieren interés en
la investigación social, sobre todo a partir del ‘vuelco’
constructivista que ha permeado en las ciencias sociales, otor-
gándole un lugar de importancia en el análisis de los fenóme-
nos sociales como construcciones a la vez objetivas y subje-
tivas; además que los cambios sociales de los últimos años
hacen evidente un replanteamiento de los paradigmas predo-
minantes, con base en la exigencia de incorporar al investiga-
dor como parte del dispositivo de la observación.
Conocido por sus trabajos en sociología del conocimien-
to, establece que las ciencias sociales se diferencian de las
naturales en dos cuestiones básicas: i) los objetos de inves-
tigación son al mismo tiempo ‘sujetos’ que construyen sus
propias imágenes de la realidad social en la que viven; y ii)
el investigador social forma parte del objeto de conocimiento
de las ciencias sociales, es decir, no puede aislarse del con-
junto social del que surge la producción de los conocimien-
tos sociales. Sin embargo, esa condición, lejos de impedirle
asumir una posición de objetividad científica, le obliga a
adoptar una actitud que le permita a la vez ‘tomar distan-
cia’ analítica y metodológica para operar sin prenociones o
conceptos no adecuadamente elaborados, así como esta-
blecer un vínculo directo con el fin de acercarse a la com-
prensión del funcionamiento interno de aquellos procesos
que busca indagar. Se trata de una dialéctica del distancia-
miento y el compromiso por medio del investigador accede
a la construcción del conocimiento, siempre y cuando logre
equilibrar los dos extremos de esa relación epistemológica,
con lo que abrió el camino para superar la aparente contra-
posición entre sujeto y objeto de conocimiento (Elias, 1982
y 1989: 449-532).
Asimismo, otra oposición que se esforzó en cuestionar, y
que además constituyó uno de los ejes principales de su
contribución, fue la supuesta dicotomía individuo-sociedad,
en tanto que ‘realidades’ diferentes que corresponden a dis-
tintos ámbitos y que por lo mismo deberían ser tratados
como temas aparte. En contra de ese desconocimiento de
la unidad indivisible entre individuo y sociedad, en la medi-
da que aquél únicamente se define y actúa como tal en
tanto integrante de una sociedad; y ésta, si bien no sólo es el
resultado de la interacción de un conjunto de individuos, su
‘realidad’ es construida exclusivamente por la interacción
de ellos, por lo que resulta imposible contraponerlos; aun-
que otro asunto es reconocer que entre el individuo y la
sociedad median una serie de interferencias que pueden
llegar a incidir tanto en los individuos como sujetos socia-
les, y en la sociedad como entidad real e imaginaria que se
establece ‘por encima’ de los individuos que la componen.
Con los medios del análisis histórico, Elias plantea que
esa diferenciación entre el individuo y la sociedad es al fin
de cuentas un resultado del desarrollo histórico, y particu-
larmente de las sociedades occidentales y su proceso de
civilización, el cual llevó a que la historización derivara en
la constitución del sujeto, referido al yo individual, asociado
con determinadas estructuras de la personalidad en su com-
pleja interacción con las estructuras sociales predominantes
en el mundo occidental.
A partir de esa ubicación conceptual de la relación indivi-
duo-sociedad, argumenta que el objeto de estudio principal
de la sociología es la interdependencia entre los individuos,
tanto para la determinación de la condición de cada uno
como miembro de la sociedad, como para el conjunto de
relaciones que generan a los individuos en tanto que sujetos
y actores sociales. Se advierte, entonces, que si la interdepen-
dencia es el proceso central de la explicación sociológica, exis-
ten una serie de niveles y funciones que cumple en la consti-
tución de la sociedad y los individuos que la componen, puesto
que se trata de una condición a la que nadie puede escapar, y
que se concibe como un entramado cambiante y móvil de
múltiples interdependencias, a través de las cuales los indivi-
duos establecen sus nexos y articulan los tejidos por medio
de los cuales construyen sus vidas. Se trata, en efecto, de una
compleja textura de distintas formas de interdependencia que
se atraviesan mutuamente y generan distintas configuracio-
nes o constelaciones, cada una con sus propias característi-
222 ARANDA, J. CONSTRUCTIVISMO Y ANÁLISIS DE ...
C IENCIAS SOCIALES
cas, y en las que en determinados mo-
mentos son ciertos componentes los que
funcionan como el eje con base en el
cual se ligan entre sí los individuos. Los
rasgos distintivos de las configuracio-
nes son la amplitud y complejidad de
las cadenas de interrelaciones como los
vínculos consistentes que asocian a los
distintos individuos, aun cuando los
mismos participantes –según Elias– no
lleguen a ser del todo conscientes del
alcance, características e implicaciones
de los lazos que han producido, ya que
en las relaciones intersubjetivas están
de por medio los factores cognitivos,
los afectivos y los relativos a las accio-
nes; sin embargo, las impresiones que se generen en los
otros, debido a nuestra intervención, generalmente escapa
a nuestro registro consciente, toda vez que las interacciones
son intencionales, pero crean consecuencias no previstas
por el carácter simbólico de esas interacciones y por los
significados desconocidos de las interdependencias (Elias,
1982: 50-65).
Además de esas heterogeneidades, las interdependencias,
en tanto que son dependencias recíprocas, no necesariamen-
te conllevan relaciones semejantes o equilibradas; y aunque
desde luego pueden considerarse interdependencias basadas
en interacciones niveladas, a Norbert Elias le interesaron
principalmente aquellas caracterizadas por la desigualdad, la
dominación y el poder, ya que estas formas son típicas de las
interdependenciasentodaslasorganizacionessociales,entanto
que se establece una división entre los que detentan el poder
y los que resultan gobernados. Finalmente, el poder es conce-
bido por Elias no como la propiedad de alguien en particular,
sino como resultante de las relaciones de interdependencia,
siempre que surja la condición de que algunos dependan de
otros; es decir, dominan quienes se encuentran en el polo
dominante de la interdependencia que, como vemos, no ne-
cesariamente es simétrica.
En este mismo sentido, Elias trató con la oposición entre
libertad y determinismo, y planteó que no es posible optar
por uno u otro de estos extremos, sobre todo debido a que
tanto el individuo como el sistema social tienen que acotar
sus ámbitos y posibles determinaciones, en la medida que
ni el individuo puede aspirar a una ‘libertad total’, ni las
estructuras sociales tienen la posibilidad de imponerse so-
bre los individuos. Lo que sí advirtió agudamente fue la
tendencia histórica de una mayor autonomía de los sujetos
con respecto a las determinaciones institucionales; aunque
esto se logre a través de la lucha por
conquistar ese derecho legítimo de los
sujetos sociales. Asimismo, la visión de
las interdependencias supera y enrique-
ce la noción limitada de la causalidad
unilateral, para ofrecer un enfoque
donde lo importante es identificar las
interrelaciones de los actores individua-
les, y no pretendidas determinaciones
históricas, que más que descubrir he-
chos nuevos, confirmaría presupues-
tos más allá de los análisis concretos.
Ese entramado de interacciones que
en la actualidad queda identificado con
el sistema, para Elias más bien se trata-
ba de una entidad en construcción, una
configuración, con todo el sentido de algo abierto y en proce-
so de perfilar su alcance y los constreñimientos sociales que
conlleva. Y así como esas condicionantes externas moldean
y prefiguran los contextos en que se relacionan los indivi-
duos, igualmente inciden en la formación de las estructuras
internas de la personalidad individual, de tal manera que
cada uno de nosotros tiene que desarrollar su vida en me-
dio de un conjunto de redes de relaciones heredadas, como
la familia, la religión, los grupos sociales, que asimismo son
resultado de anteriores acumulaciones de experiencias, prác-
ticas, formas de ver, pensar y sentir la vida, todas ellas
expresadas y transmitidas a través del lenguaje, y que con-
tribuirán a perfilar las formas de sensibilidad y pensamien-
to (Corcuff, 1998: 28).
Finalmente, cabe resaltar la importancia que Elias atribu-
yó a la historicidad, oponiéndose a cualquier concepción
determinista de la historia, ya que para él todos los produc-
tos y factores de la actividad social son históricos, y la histo-
ria no conoce fin definido alguno; aunque busca ciertos ho-
rizontes, más no una sola finalidad. No obstante, se empeña
en concebir un desarrollo como avance lineal de la sociedad,
dejando de lado las discontinuidades, saltos y contradiccio-
nes que la historia social muestra, en fin, dejándose llevar
por una idea evolucionista que limitó su pensamiento social.
2.2. El constructivismo estructuralista de Pierre Bourdieu
Bourdieu establece que el planteamiento denominado por
él constructivismo estructuralista es resultado de la articulación
entre lo objetivo y lo subjetivo, en la medida que reconoce
la existencia de estructuras sociales al margen de la con-
ciencia subjetiva, que tienen la función de orientar y delimi-
tar las acciones y representaciones de los individuos y co-
lectividades. Que su enfoque sea constructivista significa
El poder es concebido
por Elias no como la
propiedad de alguien en
particular, sino como
resultante de las relaciones
de interdependencia,
siempre que surja la
condición de que algunos
dependan de otros.
223
C IENCIAS SOCIALES
C I E N C I A e r g o s u m , V o l . 9 - 3 , n o v i e m b r e 2 0 0 2 - f e b r e r o 2 0 0 3
que tanto los patrones de percepción, pensamiento y ac-
ción individuales y grupales, como las estructuras sociales,
tienen un origen social que no ha sido dado, sino que es el
resultado de un proceso de construcción social. Al conjun-
to de factores subjetivos lo denominó habitus, mientras que
a las estructuras sociales las integró en el concepto de cam-
pos (Bourdieu, 1993 y 1998).
Con base en este enfoque, y debido a que le otorgó ma-
yor importancia a los factores objetivos, identificó dos
momentos en toda investigación social: un primer momen-
to objetivista y uno segundo subjetivista. En el primero, el in-
vestigador construye las estructuras objetivas, haciendo
abstracción de las representaciones subjetivas de los acto-
res, que son la base de las representaciones subjetivas y
establecen los constreñimientos estructurales que inciden
en las interacciones sociales (citado por Corcuff, 1998: 31).
Para los fines de este análisis, interesa resaltar la preocu-
pación de Bourdieu en el sentido de que el sociólogo lleve a
cabo la ‘ruptura epistemológica’ con las prenociones de sen-
tido común de una sociología espontánea, atribuida a los
actores sociales, con el fin de poder llevar a cabo la cons-
trucción del objeto de estudio sobre las bases firmes de
conceptos debidamente elaborados o trabajados con los
instrumentos de la crítica teórica, en una actitud de vigilan-
cia en la construcción del conocimiento social. Y ese cono-
cimiento, orientado principalmente a la comprensión del
mundo, tiene que ser interdisciplinario, en tanto que la rea-
lidad social no puede ser entendida por medio de divisiones
que la disgregan, sino en su totalidad y complejidad. De ahí
que la diferencia central en los enfoques investigativos ra-
dique en el método de producción de conocimientos. El
objeto de estudio es necesario que sea universal a todas las
disciplinas; en cambio, el acercamiento al mismo tiene que
ser específico. Sin embargo, Bourdieu insistió todo el tiem-
po en los peligros de que se actuara en sentido inverso, es
decir, en que los objetos de estudio se particularicen, mien-
tras que el acercamiento a los mismos se universaliza. Esto
último, según Bourdieu, únicamente puede inscribirse en
una lógica de despolitización progresiva del conocimiento,
la que se sintetiza en la paradoja de ocultar mostrando
(Bourdieu, 1984: 20-43).
En la producción del mundo social resulta fundamental
el concepto de acción histórica; esta idea se refiere al hecho
de que cada actor social no es un sujeto que se enfrenta a la
sociedad como un objeto constituido fuera de ella. Su par-
ticularidad no reside ni en su conciencia ni en las cosas, sino
que es resultado de la relación entre dos estados de lo so-
cial; es decir, la historia objetivada en las cosas –expresada
en las instituciones– y a la vez esa historia encarnada en los
cuerpos, en la forma de ciertas disposiciones duraderas que
él llamó habitus. O sea,que es la consecuencia del entrecru-
zamiento del habitus y del campo, de la historia hecha cuer-
po y de la historia hecha cosa, el proceso que da cuenta de
la producción de lo social. Se trata, en fin, de un doble
movimiento constructivista de interiorización de lo exterior
y exteriorización de lo interior (Corcuff, 1998: 32).
En tanto formas en que las estructuras sociales se in-
teriorizan, los habitus se van constituyendo a partir de las
diversas experiencias de la vida, como un verdadero siste-
ma de disposiciones perdurables y transponibles, ya que se
trata de tendencias a percibir, sentir, hacer y pensar de una
determinada manera, que se han asimilado e incorporado
por lo general inconscientemente por cada individuo, según
sus condiciones objetivas de vida y existencia, así como su
recorrido social. El habitus tiene una función integradora
de las disposiciones, lo que les permite a las personas lograr
continuidad en sus vidas; aunque, al decir de Bourdieu, és-
tas puedan padecer de la ‘ilusión biográfica’, entendida como
esa visión coherente y consciente que cada quien tiene de sí
mismo, por lo que el sociólogo ha de reconstruir con base
en la situación dentro de la estructura de clases, de las po-
siciones institucionales, de las diferentes experiencias en otros
tantos campos, así como de la trayectoria en el mundo so-
cial. Finalmente, los habitus también son singulares, puesto
que existen tipos de habitus relacionados con la situación
de clase social, de tal manera que designan distintas viven-
cias y experiencias sociales (Ritzer, 1993: 500-505).
Por su parte, los campos constituyen el momento de la
exteriorización de lo interior, que se configuran en institu-
ciones, no en términos de entidades dadas sino como rela-
ciones, constelaciones de relaciones entre actores individua-
les y colectivos. Se trata de esferas de la vida social que han
logrado autonomía a través de la historia, a partir de ciertas
relaciones sociales, intenciones, intereses y recursos parti-
culares, que los diferencian de otros ámbitos o campos. Así,
cabe tener en cuenta que las personas y grupos no se mue-
ven por los mismos motivos en el campo económico que
en el político o el cultural. Lo importante, además, es que
cada campo es a la vez un campo de fuerzas, cuya caracterís-
tica es una desigual distribución de los recursos. Esta des-
igualdad genera una disputa entre dominantes y dominados
que deriva en un campo de luchas al interior del cual los agen-
tes sociales se enfrentan con el propósito de mantener o
transformar esa correlación de fuerzas.
Otro de los puntos centrales de la obra de Bourdieu se
refiere a la dimensión simbólica del orden social. Con base
en los planteamientos de Weber, sostuvo que la realidad
social implica un conjunto de relaciones de significado, es
224 ARANDA, J. CONSTRUCTIVISMO Y ANÁLISIS DE ...
C IENCIAS SOCIALES
decir, que presenta una dimensión simbólica. Por ello, el
lenguaje y las representaciones resultan de la mayor impor-
tancia en la construcción social, aunque no agotan esa rea-
lidad (Bourdieu, 1993: 17-26).
Asimismo, Bourdieu insistió en su enfoque de la sociolo-
gía de la acción. Su enfoque surge específicamente de una
crítica al intelectualismo, en tanto que se basa en el análisis
desde el punto de vista de quien observa, dejando de lado
la perspectiva práctica de los actores sociales. Este aspecto
resulta de la mayor importancia en la medida que llama la
atención en torno a una actitud de centralismo analítico
desde el observador, por más reflexivo que sea su punto de
vista, en detrimento de la captación de la lógica práctica pro-
pia de quienes actúan. Lo importante, según Bourdieu, es
lograr una correspondencia de la práctica con la práctica a partir
de la cual no se llegue a posiciones ajenas a las inten-
cionalidades y propósitos de los actores, en los casos en que
la perspectiva del investigador se sobreponga a lo que el
actor lleve a cabo; ni tampoco que se deje que los hechos
hablen por sí mismos, buscando no alterar lo observado y
asumiendo que la construcción del conocimiento debe que-
dar preferentemente en manos de los actores que son quie-
nes hablan, y el investigador sería sólo un medio, lo más
neutral posible, de esa codificación de las respuestas.
La relevancia del análisis de la lógica de las acciones (prác-
ticas) estriba en el hecho de que de ahí se desprendió el
interés por la acción en proceso, concibiéndola entonces
como un continuo que genera un encadenamiento de se-
cuencias de actos, y que despertó el interés de otros inves-
tigadores para seguir por esa línea de estudio.
Bourdieu trabajó por una sociología reflexiva que signifi-
ca que no sólo la reflexión se aplica para el análisis de la
lógica de la práctica del actor, sino también a la reflexión
por parte del sociólogo. Principalmente, en el sentido de la
capacidad que despliegue para establecer y mantener una
relación con el objeto de estudio, lo que redundará en una
mejor práctica investigativa. Esto quedó plasmado en el
concepto de objetivación participante, puesto que la objetivación
de la relación subjetiva del investigador con su objeto es
requisito imprescindible para lograr la producción de cono-
cimientos. Inclusive, Bourdieu va más lejos para exigirle al
sociólogo un trabajo de auto-socio-análisis de su relación
con el objeto, de tal manera que tanto el investigador como
lo investigado entren en el análisis, con el fin de llevar a
cabo su indagación con mayor rigor (Corcuff, 1998: 38).
2.3. Alfred Schutz y la intersubjetividad en la construcción
de la realidad social
Sin duda uno de los más influyentes sociólogos que inicia-
ron todo un cambio en la visión y contenido de la indaga-
ción sociológica fue el austriaco Alfred Schutz, quien ela-
boró la sociología fenomenológica, y que prácticamente
aplicó la fenomenología de Edmund Husserl, aunada a la
orientación de Max Weber; aunque en su elaboración más
acabada, incorporó aspectos de la filosofía pragmática de
Dewey, James y George Herbert Mead, sin dejar de consi-
derar las teorizaciones en boga de Talcott Parsons.
La tesis principal que interesa analizar aquí establece que
los objetos del pensamiento construidos por los investiga-
dores de las ciencias sociales se instauran a partir de los
objetos construidos por los pensamientos de los hombres
comunes con relación a su vida coti-
diana, siempre en las interacciones con
otros actores sociales, y centrados en
esa experiencia habitual. Por ello, las
construcciones creadas por los investi-
gadores son, en ese sentido, construccio-
nes de segundo orden, cuyo propósito es
servir de base para la explicación de
las acciones correspondientes a las
construcciones que los actores configuran en los escenarios
diarios, y que el científico busca analizar con sus instru-
mentos de trabajo y observando los procedimientos perti-
nentes. Lo importante aquí es resaltar que los conocimien-
tos construidos por los sociólogos surgen de aquellos cono-
cimientos comunes que los distintos actores mantienen en
un repertorio que se ha ido construyendo en el tiempo de
vida, que se conservan latentes como conocimientos dispo-
nibles, cuya función principal es servir como pautas de re-
ferencia para el entendimiento y despliegue de las acciones
regulares (Schutz, 1974).
Ahora bien, ese mundo del conocimiento cotidiano es,
ante todo, intersubjetivo y cultural, ya que no es únicamen-
te mío, sino construido por un conjunto social,incluyendo a
quienes nos precedieron, y su rasgo principal es que se ha
logrado por medio de la convención de significados genera-
lizados, los que se han sedimentado en la historia de las
sociedades y en cada espacio donde se han creado y recrea-
do. Se trata del mundo de vida, entendido como un entrete-
Bourdieu trabajó por una sociología reflexiva que significa que no
sólo la reflexión se aplica para el análisis de la lógica de la práctica
del actor, sino también a la reflexión por parte del sociólogo.
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C IENCIAS SOCIALES
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jido simbólico que a través de acciones y pensamientos los
actores construyen e interpretan intersubjetivamente. La vida
cotidiana constituye el sustrato primordial por medio del
cual los actores pueden comprenderse debido a que com-
parten, en su cotidianidad, una referencia a las vivencias
que se presentan en esa esfera, y que se irradian a través
del lenguaje y la comunicación (Estrada, 1995: 9-25).
El mismo Schutz afirma que exclusivamente mi existen-
cia como un sí mismo dentro de este mundo posibilita la
relación colectiva e intersubjetiva, es decir, nosotros, voso-
tros, ellos, y a la vez la relatividad que la caracteriza. La
lógica del mundo de vida establece que el yo, consecuencia
de un nosotros anterior, mantiene su carácter original de fungir
como el eje desde el cual se organiza el mundo en determi-
nadas coordenadas temporales-espaciales en un caudal de
vivencias; pero se trata de un flujo ‘indefinido’ hasta el
momento en que se actualiza en la reflexión que actualiza
las vivencias del pasado, como condición para poder pro-
clamar ‘mis experiencias’ y ‘mi vida’. Ese criterio reflexivo
radica en el hecho fundamental de que el yo vive en un
‘presente vivido’ en el cual no es consciente de sí como ego,
ni tampoco de sus pensamientos hasta no alcanzar el mo-
mento del acto reflexivo. Asimismo, en ese mundo de vida
como experiencia asumida en actitud natural, al interactuar
con otras personas que hablan, sienten y piensan, los expe-
rimentamos en su presencia vivida, tanto corporal como
afectivamente, y en el intercambio de pensamientos aquí y
ahora, en una simultaneidad vivida (Ritzer, 1993: 268-281).
Sin embargo, no existe homogeneidad ni entre los actores
ni en el mundo social donde participan ya que: i) El reperto-
rio de conocimientos disponibles es diferente para cada ac-
tor, puesto que se presenta una distribución desigual del co-
nocimiento, condicionada por la situación social y biográfi-
camente determinada en cada caso, y ii) el mundo de vida
cotidiana se constituye en diversos niveles de realidad, por lo
que se construyen realidades múltiples y diferenciadas.
Un punto central de su teorización radica en la idea de
acción, vinculada al comportamiento humano en la medida
que es planeada por cada actor, con base en un proyecto
anticipado, el cual conlleva los componentes de su orienta-
ción hacia el futuro, además de la conciencia y los motivos
para su realización.
2.4. Berger y Luckman: la sociedad como realidad objetiva
y subjetiva
En una de las formulaciones más sistemáticas del progra-
ma constructivista en las ciencias sociales, los sociólogos
Peter Berger y Thomas Luckman, estadounidense y ale-
mán respectivamente, en un esquema donde incorporan
las aportaciones de Schutz hasta clásicos como Marx, Durk-
heim, Simmel, Weber, Mead, Sartre, Parsons y Goffman,
lograron elaborar una orientación consistente que a la vez
permitía un avance teórico en el análisis sociológico, y una
propuesta de fundamento y guía para la investigación em-
pírica, con base en la actualización de la sociología del co-
nocimiento, y el enfoque sobre la vida cotidiana en su di-
mensión social.
Ante todo, la sociedad es una realidad objetiva, o sea, exte-
riorizada e independiente de los actores que la producen, por
lo mismo objetivada en tanto que constituida por mundos de
objetos independientes de los sujetos. Con base en este doble
proceso, de exteriorización y objetivación, en tanto que se
soporta en un conocimiento común tipificador así como en
las interacciones cara a cara, funciona como insumo para los
procesos de institucionalización, en la medida que se trata de
un proceso que se expresa cada vez que las clases de actores
confluyen en una tipificación recíproca de las acciones habi-
tuales. El hecho a resaltar es que la propia institución tipifica
al mismo tiempo a los actores y las acciones individuales.
Por ello, las instituciones van adquiriendo determinada con-
sistencia y estabilidad debido a la acción de la historia, por
medio de los fenómenos de cristalización de las tipificaciones
y los hábitos, y de su consiguiente sedimentación en el trans-
curso del tiempo, aunado esto al intercambio de diferentes
reservas de conocimientos, que transitan a través del len-
guaje y la comunicación. Debido a la división del trabajo
social, las instituciones tienden a especializarse, y los mis-
mos actores asumen roles sociales diferentes, en función
de cada institución y el lugar que ocupan dentro de ellas.
Complementariamente, las instituciones, para poder legiti-
marse y mantenerse, requieren de un orden cognitivo y
normativo, es decir, formas simbólicas que permiten acce-
der a su conocimiento, tanto teórico como práctico, ya que
esto les confiere todo su valor y significado.
Pero la sociedad también es una realidad subjetiva, o sea,
interiorizada por medio de la socialización, entendiendo por
ésta la instalación congruente y extensa de un individuo en
el mundo objetivo de una sociedad o de un sector de la
misma. Los autores distinguen dos tipos de socialización: la
primaria, básicamente generada durante la infancia, debido
a lo cual deja una huella más duradera y penetrante, y la
socialización secundaria, que se configura durante las expe-
riencias posteriores, y en la cual los individuos tienen una
relación diferente con las instituciones y otras agencias so-
ciales que inciden en su referencia para la acción. De ma-
nera similar a lo que sucede con la institucionalización, la
socialización tiene las propiedades de la conservación y
la transformación. En ambos casos, la institucionalización
226 ARANDA, J. CONSTRUCTIVISMO Y ANÁLISIS DE ...
C IENCIAS SOCIALES
y la socialización, la constante es que se les considera en su
diversidad, como un rasgo típico de las sociedades actuales
en las que predominan el pluralismo de realidades e identi-
dades individuales y colectivas.
3. El análisis de los movimientos sociales
Como área particular de investigación, los movimientos so-
ciales se encuentran en un momento muy importante de su
elaboración, pues desde hace varios años se llevó a cabo la
desconstrucción de las concepciones dominantes, que no
habían recibido los beneficios de la crítica construccionista;
pero que a partir de los análisis de Touraine (1987, 1993 y
1996), Melucci (1984, 1985, 1989, 1994, 1995 y 1996) y
Laraña (1993, 1994, 1996 y 1999) se han replanteado los
fundamentos del campo de estudio empezando por la cues-
tión de la definición del concepto, no como recurso de acota-
ción teórica, sino como establecimiento del campo de pro-
blemas que aborda, lo que significó una reflexión con rela-
ción a todas aquellas acciones colectivas que tradicionalmen-
te se denominaban movimientos sociales, sin una considera-
ción rigurosa de su pertinencia. Asimismo, la revisión de los
instrumentos y procedimientos para el estudio de los movi-
mientos sociales permanecía en un cierto estancamiento, en
la medida que la contraposición entre los enfoques cuantita-
tivos y cualitativos no dejaba de rondar en las investigaciones
empíricas, sin encontrar un encuadre integrador que no re-
sultara excluyente, sino que lograra aportar una visión más
fresca y alternativa para su abordaje científico.
Entonces, resulta imprescindible establecer los fundamen-
tos epistemológicos para el análisis de los movimientos socia-
les como condición para avanzar en el adecuado plantea-
miento de los problemas teóricos y metodológicos en ese
campo del conocimiento. A continuación se presenta un con-
junto de consideraciones que, surgidas de las formulaciones
epistemológicas constructivistas, así como de los contenidos
de las diversas orientaciones sociológicas también de carác-
ter constructivista que se han señalado, constituyen puntos
principales que conforman los componentes metateóricos
en el análisis, es decir, condiciones para
lograr la producción del conocimiento
en este campo problemático:
3.1. Conocimiento y desconstrucción
Los conocimientos normalmente acepta-
dos deben ser permanentemente
desconstruidos, con el fin de poder ha-
cer surgir las determinaciones sociocul-
turales implícitas, que son el medio y
resguardo de la crítica. En el caso que nos ocupa, la des-
construcción se aplicó a cinco cuestiones centrales que no
permitían la adecuada construcción del objeto de estudio:
a) El sentido determinista y de ‘misión histórica’ predeter-
minada que se atribuía a los movimientos sociales. Por ello,
únicamente se consideraban como movimientos sociales aque-
llas acciones colectivas cuyos protagonistas estuvieran pre-
viamente designados o elegidos por la historia para empren-
der ese cometido. De ahí que se imponía el determinismo
histórico-social, más que la concepción de la historicidad co-
mo capacidad de los sujetos sociales de construir su propio
destino. En este punto, los planteamientos de Norbert Elias y
Bourdieu aportan a la comprensión de la desconstrucción,
por lo que permiten una reconstrucción que supere esos
obstáculos metateóricos. En el primer caso, con sus trabajos
clásicos acerca de la evolución de las sociedades, donde da
cuenta de los cambios socioculturales estrechamente relacio-
nados con los estadios del desarrollo, registrados en diferen-
tes contextos simbólicos; y en el segundo, con las innumera-
bles investigaciones del sociólogo francés, cuyo rasgo carac-
terístico fue establecer una ruptura epistemológica con los
planteamientos tradicionales, con el fin de incorporar no sólo
las preguntas centrales con relación a los sistemas económi-
co y político internacionales, sino también las pautas cultura-
les predominantes en cada situación particular;
b) En estrecha relación con la cuestión anterior, también
había que reelaborar el tema del cambio social, puesto que
aún predominaba el criterio de que únicamente las accio-
nes colectivas que tuvieran como finalidad la transforma-
ción social podrían denominarse movimientos sociales. In-
cluso el ‘prejuicio progresista’ impide analizar a movimien-
tos sociales que impulsan cambios no hacia la izquierda,
como el neofascista o ciertos populismos conservadores.
De ahí que todo un conjunto de acciones no explícitamente
revolucionarias o que buscaran cambios limitados, o proce-
sos de cambio social de menor alcance, quedaban al mar-
gen de la definición prevaleciente. En la reconstrucción del
concepto de movimiento social este punto quedó replan-
teado, sin dejar de tener en cuenta que el cambio social es
Resulta imprescindible establecer los fundamentos
epistemológicos para el análisis de los movimientos sociales
como condición para avanzar en el adecuado planteamiento
de los problemas teóricos y metodológicos en ese campo
del conocimiento.
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C IENCIAS SOCIALES
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un elemento básico y propósito de los movimientos socia-
les, sino aceptando que dicho cambio no necesariamente
tiene que ser sinónimo de alteración social, ya que puede
referirse a procesos de cambio social y político que coad-
yuven a modificar el estado de cosas imperante. Práctica-
mente los cinco sociólogos considerados abonan en este
sentido; aunque ha sido Bourdieu quien más ha insistido en
la necesidad de darle otra dimensión y significado a las lu-
chas por avanzar en las modificaciones sociales en favor de
la humanidad y contra el neoliberalismo.
c) La compleja relación del individuo con la sociedad, en
la medida que aquél construye a la sociedad a la vez que se
moldea según el lugar que ocupe en la estructura social. El
problema con la separación tajante que se establecía entre
individuo y sociedad era que o bien predominaban los en-
foques centrados en el sujeto, haciéndolo el centro y motor
de la historia; o bien se analizaban los fenómenos y proce-
sos sociales a partir de las estructuras sociales, quedando
los sujetos como meros instrumentos de aquéllas. En la re-
construcción del objeto de estudio de los movimientos so-
ciales, la relación individuo-sociedad se concibe como una
dimensión dialéctica, resultado del desarrollo histórico, en
el que las estructuras objetivas y objetivadas tienen influen-
cia en la subjetivación, y los sujetos, asimismo, exteriorizan
y contribuyen a la estructuración social, en un proceso de
ida y vuelta en el cual las dos dimensiones de lo social tie-
nen que considerarse en el análisis. Los planteamientos de
todos los autores incluidos es fundamental para una nueva
elaboración conceptual de los movimientos sociales.
d) Los cambios determinantes que ha registrado la socie-
dad en el ámbito internacional, principalmente derivados
del predominio de la globalización neoliberal, obliga a tener
en cuenta la nueva situación en que se presentan los movi-
mientos sociales. Particularmente dos cuestiones tenían que
reconsiderarse: por un lado, todas las implicaciones de la
colonización del mundo de vida, ampliamente trabajadas
por Schutz y Habermas, como la nueva condición de con-
trol político-social contra la que se constituyeron y pronun-
ciaron los Nuevos Movimientos Sociales y, por otra parte,
las formas de dominación imperial que se han impuesto
contra las naciones, para acabar con todas las formas de
organización colectiva y el sometimiento de los sujetos so-
ciales a los intereses del capital. Aquí, los planteamientos de
Bourdieu y Schutz tienen gran pertinencia.
e) Asimismo, el abordaje de los movimientos sociales como
un campo de problemas particular, donde el análisis de su
dinámica interna no había sido considerado a la luz de los
planteamientos que los concebían como redes de interacción
con su propia historicidad, impedía que se analizaran en
profundidad ‘hacia adentro’, con lo cual dejaban de estu-
diarse los distintos ‘subsistemas’, lo que a su vez obstaculi-
zaba el enfocarlos como procesos. También en este punto
saltan a la vista las aportaciones de los sociólogos construc-
tivistas en la medida que subrayaron la necesidad de consi-
derar los procesos generados intersubjetivamente, como com-
ponentes centrales de las acciones colectivas.
3.2. El‘giro hermenéutico’
La aceptación de que el ‘giro hermenéutico’ está consumado, y
que no permite dar marcha atrás a planteamientos que no incor-
poren esa reorientación; aunque aceptando que el carácter
pluriparadigmático del contexto postempirista ha abierto el
espectro a nuevos enfoques. Este punto se encuentra direc-
tamente vinculado con el reconocimiento de la naturaleza
simbólica de la realidad. La especificidad de lo social no
depende de la amplitud o tipología de los objetos considera-
dos, ya que no es la naturaleza del objeto, sino la relación en
la que este objeto se encuentra prendido lo que le confiere
su dimensión social, y esta relación es de naturaleza emi-
nentemente simbólica. Lo social aparece en el momento en
que se constituye un mundo de significados compartidos
entre varias personas (Ibañez, 1994: 227-228). Y es este
fondo común de significaciones el que hace posible a los
individuos investir a los objetos con una serie de propieda-
des que no poseen como tales, sino que son construidas
conjuntamente por medio de la comunicación y que se si-
túan, por lo mismo, en el universo de los signos. La con-
ciencia de la imposibilidad de que el conocimiento científi-
co pueda trascender finalmente las constricciones que le
imponen tanto el lenguaje ‘natural’, como las ‘preconcep-
ciones’ que conforman una determinada tradición cultural.
En este sentido, en el análisis de los movimientos sociales es
importante considerar el factor de los procesos de cons-
trucción de la identidad y la creación de marcos de signifi-
cación, en la medida que éstos constituyen elaboraciones
cognitivas fundamentales, ya que configuran el conjunto de
conceptos, valores, creencias, representaciones, órdenes,
conminaciones a hacer o dejar de hacer algo, determinadas
consecuencias, así como el hecho de hacerlas valer para el
conjunto de los integrantes del movimiento. La función cen-
tral del marco de significaciones es configurar un sistema
de interpretación del mundo, como una construcción ‘pro-
pia’ de la organización, por medio de la cual se otorga sen-
tido a las decisiones y acciones colectivas. En la elaboración
de los marcos de significación desempeña un papel de la
mayor importancia la ideología y el simbolismo. Se trata de
lo imaginario como invento, como deslizamiento o despla-
zamiento de sentido, en el cual determinados símbolos ya
228 ARANDA, J. CONSTRUCTIVISMO Y ANÁLISIS DE ...
C IENCIAS SOCIALES
disponibles se encuentran investidos con otras significacio-
nes distintas a las aceptadas o ‘normales’. Así, se va
estructurando una diferente visión de las cosas, particular-
mente del orden establecido y su legitimidad, la cual se pre-
senta como un nuevo simbolismo que por lo mismo otor-
ga nuevos sentidos a las acciones. Desde el punto de vista
de los individuos que participan en acciones colectivas,
los marcos de significación resultan muy relevantes, puesto
que son el soporte para lograr la con-
sonancia cognoscitiva, o sea, la posi-
bilidad de que las acciones, indepen-
dientemente de si son exitosas o no,
tengan una explicación e interpretación
en el encuadre de una lógica que la jus-
tifica, toda vez que se asume que las
acciones tienen un sentido definido y
ese encuadre se encarga de encontrar
los argumentos que las hacen adecua-
das o al menos consecuentes con las
metas del movimiento. La gran virtud
de las significaciones radica en que con-
forman un sistema de pensamiento en
el que existen jerarquías en las catego-
rías; pero asimismo se da la posibilidad
de que las significaciones se actuali-
cen o cambien, siempre y cuando sea
como resultado de un proceso de resig-
nificación logrado a través del análisis
colectivo.
3.3. La condición histórica de la realidad social, según la
cual la sociedad constituye una producción social que se
modifica a través del tiempo
Esto significa, que por un lado, las estructuras sociales tienen
memoria, y lo que en determinado momento son resulta
indisociable de la historia de su producción. Es decir que la
genealogía de los fenómenos sociales está presente en ellos
mismos. Y esto es lo que se requiere considerar en el estudio
de los movimientos sociales, puesto que la construcción de la
identidad colectiva –que surge como punto de confluencia
entre los determinantes sociales del comportamiento y la cons-
titución del actor como sujeto de su historicidad– se trata de
un proceso en el que el actor social incorpora experiencias
presentes a la memoria colectiva, y experiencias anteriores,
generándose una resignificación de los hechos en que partici-
pa, incluyendo así los factores sociales con los psico-sociales.
De ahí que los momentos de crisis y los episodios conflicti-
vos resultan en circunstancias especiales para la reevaluación
y resignificación de la biografía personal con la historia colec-
tiva con la cual uno se identifica socialmente; en la que un
‘yo’ se reconoce como un ‘nosotros’ y, por esta razón, el
primero modifica su identidad personal.
3.4. Reflexividad
La importancia del fenómeno de la reflexividad, en la medida que
las sociedades tienen la capacidad de romper la disyunción
objeto/sujeto y de fundir ambos extremos en una relación
dialéctica que la posibilita para cons-
truir su propia naturaleza social. Consi-
derar que es debido a que el sujeto
puede tomarse a sí mismo como obje-
to de análisis por lo que puede consti-
tuirse un mundo de significados com-
partidos y un espacio intersubjetivo sin
los que no podría configurarse la di-
mensión social como tal. En esa lógica,
la reflexividad como rasgo peculiar de
los movimientos sociales de la actuali-
dad estriba en su capacidad para pro-
ducir y contraponer una controversia
en relación con un determinado esta-
do de cosas, cuya legitimidad y sentido
de orden se dan por indiscutibles antes
de que se manifestara un movimiento
social, situación que ha empezado a
cambiar. Lo que puede observarse es
que la eficacia simbólica de los movi-
mientos y su relación con los procesos de cambio social se
vinculan directamente con su alcance para producir cambios
en las definiciones colectivas acerca de las situaciones que
motivan las acciones de los movimientos. Por ello, el carácter
reflexivo de éstos es consecuencia de que son algo sobre lo
que se refleja la sociedad y que impulsa la capacidad de ésta
para reflexionar y ser consciente de lo que es. Esto significa
que los movimientos sociales actúan como un espejo en el
cual la sociedad se muestra y puede mirarse, lo que a su vez
le informa de sus problemas y limitaciones. Se advierte que,
por medio de la acción de los movimientos sociales, muchas
personas se dan cuenta que algunas normas colectivas se
han convertido en objeto de lucha pública, representando la
ocasión y la forma de conocer algunos problemas de la so-
ciedad que permanecían ‘ocultos’: la propia existencia de los
movimientos es una manera de percibir la realidad, que se
subraya y pondera como alternativa.
3.5.Especificidad social
Incorporar en los análisis la propiedad específicamente social, de-
bido a que los seres humanos tienen la posibilidad de cons-
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tituirse en fuente de determinación última de sus propias
conductas, o sea, capaces de autodirigir sus comportamien-
tos con base en decisiones y cálculos elaborados interna-
mente. La aceptación plena de la agencia humana es otro
de los puntos nodales de replanteamiento de la sociolo-
gía constructivista. Este aspecto sociológico, pero a la vez
psicosocial, es otro de los puntos fundamentales en la reela-
boración del campo de estudios de los movimientos socia-
les, puesto que la capacidad de actuación y, más que eso, de
funcionar como agente de cambios y de la propia histo-
ricidad, significa que las acciones colectivas se ponderan
como resultado de las decisiones no sólo racionales, sino
como expresiones de la mayor autonomía de los sujetos, en
procesos de estructuración, así como acciones que apuntan
en la dirección de una perspectiva práctica de los actores
sociales. Significa, entonces, que la participación en movi-
mientos sociales es a la vez un medio para alcanzar deter-
minados objetivos, y un fin en cuanto a que sus miembros
logran por medio de las acciones hacerse cargo de su pro-
pio proyecto colectivo y de imprimirle, dentro de ciertos
límites, un ritmo y características particulares como actores
que desempeñan sus roles incidiendo en el devenir de la
organización y en las estrategias decididas para conseguir
los efectos buscados. De ahí que, para el examen de los
movimientos sociales, resulte de la mayor importancia la
continuidad y la unidad de éstos, como condición para po-
der desplegar precisamente un conjunto de acciones colec-
tivas claramente planteadas, como resultado de poder regir
el curso de las mismas, y como sujetos, intervenir en forma
contundente. Asimismo, la idea de la agencia aporta a la
comprensión de la creación del discurso por parte de los
integrantes de los movimientos sociales, como líneas de enun-
ciación que tienden a representar posiciones sociales, en los
textos, como productos de una actividad objetualizada que
se ha materializado en imágenes lingüísticas sucesivas. En
esa misma idea, el discurso es concebido como la manifes-
tación de la verdad de quien lo produce, una verdad como
causa del texto y su intencionalidad, la evidencia de una
certeza que se construye para defenderse a sí misma; y que
únicamente por medio de su interpretación podrá situarse
al actor social que lo produce, y comprende el sentido de su
mensaje, en tanto agente que se impulsa a exteriorizar su
compromiso y sus banderas. Como rasgo particular de quie-
nes participan en las acciones colectivas, los discursos ma-
nifiestan la capacidad constructiva de los actores que inte-
gran el movimiento social, en la medida que articulan un
texto por medio del empleo específico de un conjunto de
material simbólico, coherente con los marcos de significa-
ción y los propósitos de los mensajes que se producen, con-
feccionando una argumentación a través de la cual expo-
nen sus puntos de vista, demandas y proclamas, en un acto
creativo en el cual se plasman las ideas y los propósitos de
la organización, y a través del que se elabora una forma de
concebir la situación y los cambios que se buscan.
3.6. Interdisciplinariedad
Una premisa para el abordaje de los procesos y fenómenos so-
ciales desde la perspectiva constructivista tiene que ser necesaria-
mente interdisciplinar, concibiéndola como una apertura y
un diálogo con otras disciplinas afines, de tal forma que
pueda enriquecerse el análisis, tanto porque de esta manera
pueden incorporarse las principales aportaciones del pensa-
miento contemporáneo, como debido al hecho de que los
fenómenos sociales contienen una multiplicidad de facto-
res que se entrecruzan con los objetos de estudio de otros
saberes, apuntando así hacia un encuadre de la totalidad
como construcción metateórica a partir de la cual poder
enfocar los objetos particulares de investigación, traspasan-
do así las fronteras, muchas veces artificiales, que una con-
cepción positivista imponía a la división del trabajo en las
ciencias sociales, y que definitivamente era un obstáculo
para un abordaje de mayor horizonte social.
Conclusiones
En cuanto al estudio de los movimientos sociales, y tenien-
do en cuenta las distintas aproximaciones disciplinarias que
lo abordan como objeto de conocimiento, es posible identi-
ficar entrecruzamientos de las siguientes disciplinas, con-
formando una articulación interdisciplinar que enfoca el
objeto en su complejidad y sus dimensiones cognoscitivas:
la sociología, la psicología social, la ciencia política, así como
la antropología social, en la medida en que, para la com-
prensión de los movimientos sociales actuales, es necesario
analizar la cuestión de la conflictividad social y las tensiones
sociales, sobre todo si se tiene presente que a lo largo de las
décadas de los ochenta y noventa se registró un amplio
proceso de resistencia social a las políticas neoliberales; así
como la imposición de tales políticas supuso la conforma-
ción de una poderosa coalición social dominante capaz de
vencer las resistencias.
Asimismo, a finales de los años noventa y principios del
nuevo milenio la conflictividad social parece haber ganado
un nuevo impulso, que ha abierto un ciclo de protestas so-
ciales en el continente americano. Estas resistencias a los
efectos de las políticas neoliberales –que se inscriben y re-
cogen las experiencias de luchas de los movimientos popu-
lares latinoamericanos– se resignifican a la luz de las pro-
230 ARANDA, J. CONSTRUCTIVISMO Y ANÁLISIS DE ...
C IENCIAS SOCIALES
fundas transformaciones ocurridas en el capitalismo latino-
americano en las últimas tres décadas. Los sujetos de la
protesta, los repertorios de la misma, sus reivindicaciones y
procesos de convergencia en curso (tanto en el plano regio-
nal como internacional) dan cuenta de los cambios produ-
cidos y de los desafíos planteados. Uno de los rasgos princi-
pales de la configuración de la protesta contemporánea,
que únicamente puede ser enfocado en forma interdisci-
plinar, es su heterogeneidad en términos de sujetos y/o
colectivos que lo integran. Esta característica se encuentra
directamente relacionada con el impacto diferenciado de la
Bibliografía
mundialización del capital así como de las decisiones de
política económica en diferentes países y regiones, y que
influye en innumerables aspectos de la vida humana. El
neoliberalismo se caracteriza por una exacerbación de los
niveles de subordinación y explotación de la mayoría de
los pueblos del mundo. La creciente concentración de la
riqueza y la indiscriminada explotación de los recursos
naturales –intensificada en las últimas décadas– son ex-
presiones de este fenómeno que se ha extendido, amplifi-
cando y diversificando los colectivos y clases sociales ex-
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  • 1. Available in: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10490303 Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica José Aranda Sánchez Constructivismo y análisis de los movimientos sociales Ciencia Ergo Sum, vol. 9, núm. 3, noviembre, 2002 Universidad Autónoma del Estado de México México How to cite Complete issue More information about this article Journal's homepage Ciencia Ergo Sum, ISSN (Printed Version): 1405-0269 ciencia.ergosum@yahoo.com.mx Universidad Autónoma del Estado de México México www.redalyc.org Non-Profit Academic Project, developed under the Open Acces Initiative
  • 2. 218 ARANDA, J. CONSTRUCTIVISMO Y ANÁLISIS DE ... C IENCIAS SOCIALES Introducción En una revisión general de los diferentes planteamientos epistemológicos de la ciencia elaborados a lo largo del siglo XX, junto con la actual situación de la epistemología, se advierte el irreversible cambio de una postura positivista hacia la aceptación de diversos paradigmas que pueden agru- parse genéricamente como constructivistas, los que, con base en las críticas y el rechazo de cualquier teoría de tipo totalizante, nos desafían a replantear por completo todo lo que aceptábamos y pretendíamos entender como realidad social, en cuanto a la reflexión de cómo conocemos, ofre- ciéndonos una nueva perspectiva para lograr la compren- sión de los fenómenos sociales constituyentes de la reali- dad social en la que nos encontramos inmersos Si bien el término constructivismo ha sido utilizado en dife- rentes campos del conocimiento, los principales elementos que lo identifican se refieren a: a) la prioridad de los proce- dimientos y de las reglas, la idea de que la acción tiene con- secuencias fácticas y, por ello, es anterior a los hechos; b) la fundamentación metódica y normativa que refuerza el for- malismo de las teorías; c) una tesis fuerte: el conocimiento * Profesor e investigador del Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de México. Correo electrónico: aranda@mail.uaemex.mx José Aranda Sánchez* Resumen. El objetivo de este artículo es reflexionar acerca de la pertinencia de considerar al constructivismo como una metateoría adecuada para el estudio de los movimientos sociales. A partir de los supuestos principales del constructivismo como paradigma epistemológico para las ciencias sociales, se presenta un recuento selectivo de algunas orientaciones sociológicas constructivistas, y posteriormente se busca aplicar esos planteamientos al análisis de los movimientos sociales, con base en la necesidad de desconstrucción de anteriores aproximaciones que resultaban insuficientes, y la propuesta de reconstrucción del concepto de movimiento social con los fundamentos del constructivismo. Palabras clave: constructivismo, sociología constructivista, movimientos sociales. Constructivism and the Analysis of Social Movements Abstract. This article examines the relevence of considering constructivism as an appropriate metatheory for the study of social movements. Starting from the establishment of the principal suppositions of constructivism as an epistemological paradigm for the social sciences, it presents a selective recount of some constructivist socialogical orientations, and then attempts to apply this framing to the analysis of social movements; having as a base the necessity of deconstructing previous approximations that proved to be unsuitable, and the proposal for reconstructing the concept of social movements with the fundamentals of constructionism. Key words: constructivism, constructivism reasons, social movements. Recepción: julio 1 de 2002 Aceptación: agosto 6 de 2002 Constructivismo y análisis de los movimientos sociales
  • 3. 219 C IENCIAS SOCIALES C I E N C I A e r g o s u m , V o l . 9 - 3 , n o v i e m b r e 2 0 0 2 - f e b r e r o 2 0 0 3 accede básicamente a aquellas entidades que los agentes so- ciales han construido o son capaces de construir. En térmi- nos generales, el constructivismo presenta los hechos como resultado de alguna actividad y considera que el lenguaje or- dinario ha de ser reemplazado por otro tipo de lenguaje, más riguroso y menos ambiguo (López de la Vieja, 2002: 1). El constructivismo explica el carácter diferencial de los planteamientos teóricos en la diversidad de sus orígenes, en las múltiples situaciones, prácticas y contextos situacionales de donde arranca cada uno de ellos. Todos los sistemas filosóficos, al igual que las creencias religiosas y las teorías científicas son hijos de su tiempo; surgen como una res- puesta creativa del hombre ante las necesidades que le acu- cian en ese momento histórico donde surge el constructo. En este artículo se establecen los rasgos centrales del para- digma constructivista, haciendo énfasis en las premisas de una concepción no radical, y que además acepta la relación sujeto-mundo en la construcción social de la realidad, con el fin de perfilar una metateoría con base en la cual reconstruir el enfoque para el análisis de los movimientos sociales. Asi- mismo, se hace un breve recuento de los planteamiento bási- cos de algunos de los principales sociólogos que han aporta- do a la conformación de una corriente de pensamiento constructivista, ya sea desde una sociología del conocimiento, a partir de la sociología fenomenológica y la etnometodología, o bien desde la orientación sociológica de la integración ac- ción-estructura, y se presenta un conjunto de reflexiones para avanzar en la delimitación de los movimientos sociales como objeto de conocimiento, aplicando las consideraciones epis- temológicas a la luz de los planteamientos sociológicos cons- tructivistas, buscando llamar la atención acerca de la necesi- dad de partir de la desconstrucción de las elaboraciones que no tomaban en cuenta los fundamentos epistemológicos ne- cesarios, para posteriormente acceder a la construcción del objeto de investigación. Asimismo, cabe aclarar que se trata de un trabajo en el que se busca combinar diversas concepciones epistemológicas y sociológicas que podrían confluir en su orientación constructivista, junto con reflexiones derivadas de la investi- gación empírica y su correspondiente elaboración teórica y conceptual, con el fin de apuntar hacia el debate de los paradigmas en los que la teoría de los movimientos sociales puedan encontrar un encuadre adecuado y pertinente. 1. Constructivismo como paradigma epistemológico Actualmente, la epistemología ya no es patrimonio de la filo- sofía, sino que se constituye en un cruce de caminos entre las ciencias del lenguaje, la antropología cultural, la sociología de la ciencia, la psicología cognitiva y la biología del conocimien- to. Es decir, se ha vuelto interdisciplinar, haciendo posible la confluencia de diversos enfoques que, en su articulación, permiten abordar la cuestión de la metateoría y un meta- lenguaje válido para el conjunto de esas disciplinas. Esa fun- ción de metadiscurso la cumple hoy el constructivismo, expre- sado en un amplio movimiento que se extiende a través de las diversas ciencias sociales, y que coincide tanto en la críti- ca hacia el positivismo como en la nueva sensibilidad cientí- fica postpositivista. Esta orientación se ha abierto extensa- mente a las aportaciones de la hermenéutica, de la teoría crítica, de la orientación dialéctica, de la sociología fenome- nológica, del contextualismo y de los puntos de vista wittgens- teinianos, entre otras fuentes que la alimentan. Asimismo, el construccionismo exige que no se acepte la ‘evidencia’ con que se imponen a nosotros las ‘categorías naturales’, y que en cambio se investigue el grado en que esos referentes pueden ser meras elaboraciones cultural y socialmente situadas, o bien sólo productos de las conven- ciones lingüísticas. En ese sentido, el construccionismo es implícitamente crítico en tanto cuestiona todo lo que se ha aceptado como autoevidente, hasta en tanto no se presen- ten nuevos datos y se argumente lo suficiente. Esa crítica construccionista de los supuestos empiricistas se fundamenta también en las formulaciones de Gadamer, al insistir en el carácter siempre cultural e históricamente determinado de los marcos de referencia interpretativos, con base en los cuales las personas, y por supuesto los científicos, generan los significados (Gadamer, 1991; Ibañez, 1994). El constructivismo como tesis epistemológica está cen- trado en la acción significativa del sujeto sobre el mundo, a partir del supuesto fundamental de la ruptura con cual- quier forma de dualismo entre sujeto y objeto. Plantea que la realidad se conoce a través del sujeto, de sus percepcio- nes, así como del sentido de la acción, es decir, que la rea- lidad sólo es cognoscible por medio de la interpretación, y ésta es reflexiva con relación al contexto y el discurso. Esto implica que el objeto de estudio son los sujetos y las relacio- nes que se establecen entre ellos, por lo que resulta esencial el código de información con base en el cual las personas otorgan un significado a la realidad, y de acuerdo con él actúan cotidianamente. Esto quiere decir que en este en- cuadre epistemológico los individuos son concebidos como actores interpretativos, cuya dimensión subjetiva se consti- tuye, en principio, a través de objetos externos que se van internalizando durante el proceso de socialización (Berger y Luckman, 1998: 164-185). Para fundamentar el enfoque constructivista que aquí se trata, se considera principalmente la estructuración de las
  • 4. 220 ARANDA, J. CONSTRUCTIVISMO Y ANÁLISIS DE ... C IENCIAS SOCIALES corrientes sociológicas constructivistas de Philippe Corcuff, y asimismo coincidimos con él en cuanto a que más que conformar un conjunto de orientaciones que configuren una cierta corriente de pensamiento sociológico uniforme y que apunte a similares análisis, las escuelas que aquí se presentan se caracterizan por abordar una serie de problemas relati- vos a las formas del conocimiento en sociología, pero cu- yos representantes difieren en sus planteamientos metodo- lógicos y sus estilos de trabajo empírico. En todo caso, en- contraremos entre esa diversidad investigativa algunos ras- gos comunes fundamentales cuyas coincidencias se expo- nen brevemente a continuación: a) Desde una orientación constructivista, las realidades sociales se conciben en términos de construcciones históri- cas y cotidianas por parte de actores sociales y colectivos; la idea de que son construcciones sociales dirige la atención a los productos de anteriores creaciones, a la vez que a pro- cesos de actualización y reelaboración. Es decir, hace refe- rencia a la historicidad como el eje de los argumentos constructivistas, en la medida que comprende tres premisas centrales: i) que el mundo social se construye a partir de condiciones ya dadas y heredadas del pasado; ii) esas for- mas sociales anteriores son reproducidas, apropiadas, des- echadas y transformadas paralelamente a la construcción de otras formas, las cuales se elaboran a través de la prác- tica y las interacciones de la vida cotidiana de los actores; y iii) tanto las formas heredadas como las experiencias coti- dianas funcionan como apertura de un campo de posibili- dades para labrar el futuro (Corcuff, 1998: 19). b) Lo más importante de considerar como centro del aná- lisis a la historicidad, o sea esa capacidad de las sociedades y los sujetos sociales de incidir en su propio futuro, bajo determinadas condiciones, y siempre y cuando se conjunte la fuerza necesaria para transformar el sistema imperante, estriba en el hecho de que en ese proceso individual y co- lectivo las realidades sociales son objetivadas e interiorizadas. Estas remiten a mundos objetivados, en la medida que los individuos y los grupos viven en un mundo eminentemente simbólico e imaginario, creado y recreado por el lenguaje y las palabras, objetos, normas e instituciones a ello debe aña- dirse el legado de las nuevas aportaciones, en tanto que exterior a los individuos, y que funciona como límite a las acciones sociales, a la vez que son el soporte que da signifi- cado a esas acciones. Asimismo, esas realidades sociales se registran en mundos subjetivos internalizados, cuyos com- ponentes son determinadas formas de sensibilidad, percep- ción, representación y de conocimiento de esas realidades. A través del aprendizaje y la socialización se interiorizan los mundos exteriores, en tanto que las prácticas individuales y colectivas de los actores son el vehículo para la objetivación de los mundos interiores. Se trata de un proceso dialéctico de interiorización de lo exterior y exteriorización de lo inte- rior. Y así como esos mundos exteriores presentan una va- riabilidad significativa, también los mundos interiores resul- tan diversos y singulares. c) Ahora bien, el hecho de que estos mundos internos varíen y se correspondan con determinadas formas dife- rentes de vivir y pensar la realidad social, no equivale a plantear que la realidad social carece de una existencia pro- pia y que no es más que un conjunto de representaciones exclusivamente atribuidas a los sujetos, sin la mediación de una objetivación, materialización y estabilización de las rea- lidades sociales, con especial relación a la función de apoyo y referencia para nuestros actos que cumplen esas realida- des, puesto que son el sedimento donde se han acumulado los significados por medio de los cuales podemos orientar- nos y participar en la vida social, por lo que han alcanzado un estatuto de autenticidad y certeza en el ordenamiento de esos objetos exteriores que dan el contenido y el símbolo a las acciones. Por ello, aunque las representaciones desem- peñan un papel importante en la construcción de la reali- dad social, ésta no se agota en el mundo interno; no son creación del sujeto por sí solo, sino que resultan de la con- junción de ese exterior que constituye la realidad y esas imágenes interiores que complementan la construcción, en tanto que aportan la visión personal de esa externalidad generada colectivamente, y configurada a través de los pro- cesos de adaptación y asimilación al mundo social. d) Otro de los rasgos centrales de la perspectiva cons- tructivista es que, por principio, cuestiona la visión dominan- te y acrítica de todo lo que se nos presenta como dado, atemporal, homogéneo y necesario; lo que puede definirse como el momento de la desconstrucción, para oponer una diferente forma de ver las cosas, a partir de los procesos de construcción de la realidad social, y que se caracteriza como el momento de la reconstrucción. Así, el momento ‘destruc- tivo’ pone en tela de juicio la concepción y percepción domi- nantes y que son aceptadas como la única y auténtica reali- dad existente. Con esta operación se devela otra realidad como alternativa para observar y comprender lo que se ha institui- do en la versión oficial del mundo, lo que significa superar la ingenuidad y atreverse a pensar y defender otra visión de esa misma realidad. En cambio, el momento de la reconstrucción es el tiempo de lo ‘productivo’, de la generación de una nue- va interpretación de la realidad como resultado de la creación de otra verdad, necesariamente divergente a la cuestionada. El constructivismo es, entonces, una nueva forma de rea- lismo, distinta del positivismo, puesto que no acepta el dato
  • 5. 221 C IENCIAS SOCIALES C I E N C I A e r g o s u m , V o l . 9 - 3 , n o v i e m b r e 2 0 0 2 - f e b r e r o 2 0 0 3 de la experiencia como única verdad, sino que lo pone en duda, abriendo así las posibilidades de encontrar diversas realidades cuyas relaciones con los sujetos sociales tienen que ser sometidas a reflexión. 2. Orientaciones sociológicas constructivistas Para fines del presente artículo, interesa considerar las apor- taciones de Norbert Elias, Pierre Bourdieu, Peter Berger y Thomas Luckman, así como el constructivismo fenome- nológico de Alfred Schutz, ya que son los autores que, desde mi punto de vista, han contribuido de manera significativa a la conformación de una perspectiva constructivista a partir de la cual puede desarrollarse una importante reflexión en torno de los movimientos sociales como objeto de estudio aún en elaboración y replanteamiento. 2.1. El precedente de Norbert Elias (1897-1990) Si bien se trata de un autor que hace ya muchos años hizo su aportación a la sociología del conocimiento, en lo que podría considerarse una primera etapa de ese importante campo de estudios, hoy vuelve a tomar importancia debido principal- mente a que los temas y la cuestión misma de la apropiación y distribución social del conocimientoreadquieren interés en la investigación social, sobre todo a partir del ‘vuelco’ constructivista que ha permeado en las ciencias sociales, otor- gándole un lugar de importancia en el análisis de los fenóme- nos sociales como construcciones a la vez objetivas y subje- tivas; además que los cambios sociales de los últimos años hacen evidente un replanteamiento de los paradigmas predo- minantes, con base en la exigencia de incorporar al investiga- dor como parte del dispositivo de la observación. Conocido por sus trabajos en sociología del conocimien- to, establece que las ciencias sociales se diferencian de las naturales en dos cuestiones básicas: i) los objetos de inves- tigación son al mismo tiempo ‘sujetos’ que construyen sus propias imágenes de la realidad social en la que viven; y ii) el investigador social forma parte del objeto de conocimiento de las ciencias sociales, es decir, no puede aislarse del con- junto social del que surge la producción de los conocimien- tos sociales. Sin embargo, esa condición, lejos de impedirle asumir una posición de objetividad científica, le obliga a adoptar una actitud que le permita a la vez ‘tomar distan- cia’ analítica y metodológica para operar sin prenociones o conceptos no adecuadamente elaborados, así como esta- blecer un vínculo directo con el fin de acercarse a la com- prensión del funcionamiento interno de aquellos procesos que busca indagar. Se trata de una dialéctica del distancia- miento y el compromiso por medio del investigador accede a la construcción del conocimiento, siempre y cuando logre equilibrar los dos extremos de esa relación epistemológica, con lo que abrió el camino para superar la aparente contra- posición entre sujeto y objeto de conocimiento (Elias, 1982 y 1989: 449-532). Asimismo, otra oposición que se esforzó en cuestionar, y que además constituyó uno de los ejes principales de su contribución, fue la supuesta dicotomía individuo-sociedad, en tanto que ‘realidades’ diferentes que corresponden a dis- tintos ámbitos y que por lo mismo deberían ser tratados como temas aparte. En contra de ese desconocimiento de la unidad indivisible entre individuo y sociedad, en la medi- da que aquél únicamente se define y actúa como tal en tanto integrante de una sociedad; y ésta, si bien no sólo es el resultado de la interacción de un conjunto de individuos, su ‘realidad’ es construida exclusivamente por la interacción de ellos, por lo que resulta imposible contraponerlos; aun- que otro asunto es reconocer que entre el individuo y la sociedad median una serie de interferencias que pueden llegar a incidir tanto en los individuos como sujetos socia- les, y en la sociedad como entidad real e imaginaria que se establece ‘por encima’ de los individuos que la componen. Con los medios del análisis histórico, Elias plantea que esa diferenciación entre el individuo y la sociedad es al fin de cuentas un resultado del desarrollo histórico, y particu- larmente de las sociedades occidentales y su proceso de civilización, el cual llevó a que la historización derivara en la constitución del sujeto, referido al yo individual, asociado con determinadas estructuras de la personalidad en su com- pleja interacción con las estructuras sociales predominantes en el mundo occidental. A partir de esa ubicación conceptual de la relación indivi- duo-sociedad, argumenta que el objeto de estudio principal de la sociología es la interdependencia entre los individuos, tanto para la determinación de la condición de cada uno como miembro de la sociedad, como para el conjunto de relaciones que generan a los individuos en tanto que sujetos y actores sociales. Se advierte, entonces, que si la interdepen- dencia es el proceso central de la explicación sociológica, exis- ten una serie de niveles y funciones que cumple en la consti- tución de la sociedad y los individuos que la componen, puesto que se trata de una condición a la que nadie puede escapar, y que se concibe como un entramado cambiante y móvil de múltiples interdependencias, a través de las cuales los indivi- duos establecen sus nexos y articulan los tejidos por medio de los cuales construyen sus vidas. Se trata, en efecto, de una compleja textura de distintas formas de interdependencia que se atraviesan mutuamente y generan distintas configuracio- nes o constelaciones, cada una con sus propias característi-
  • 6. 222 ARANDA, J. CONSTRUCTIVISMO Y ANÁLISIS DE ... C IENCIAS SOCIALES cas, y en las que en determinados mo- mentos son ciertos componentes los que funcionan como el eje con base en el cual se ligan entre sí los individuos. Los rasgos distintivos de las configuracio- nes son la amplitud y complejidad de las cadenas de interrelaciones como los vínculos consistentes que asocian a los distintos individuos, aun cuando los mismos participantes –según Elias– no lleguen a ser del todo conscientes del alcance, características e implicaciones de los lazos que han producido, ya que en las relaciones intersubjetivas están de por medio los factores cognitivos, los afectivos y los relativos a las accio- nes; sin embargo, las impresiones que se generen en los otros, debido a nuestra intervención, generalmente escapa a nuestro registro consciente, toda vez que las interacciones son intencionales, pero crean consecuencias no previstas por el carácter simbólico de esas interacciones y por los significados desconocidos de las interdependencias (Elias, 1982: 50-65). Además de esas heterogeneidades, las interdependencias, en tanto que son dependencias recíprocas, no necesariamen- te conllevan relaciones semejantes o equilibradas; y aunque desde luego pueden considerarse interdependencias basadas en interacciones niveladas, a Norbert Elias le interesaron principalmente aquellas caracterizadas por la desigualdad, la dominación y el poder, ya que estas formas son típicas de las interdependenciasentodaslasorganizacionessociales,entanto que se establece una división entre los que detentan el poder y los que resultan gobernados. Finalmente, el poder es conce- bido por Elias no como la propiedad de alguien en particular, sino como resultante de las relaciones de interdependencia, siempre que surja la condición de que algunos dependan de otros; es decir, dominan quienes se encuentran en el polo dominante de la interdependencia que, como vemos, no ne- cesariamente es simétrica. En este mismo sentido, Elias trató con la oposición entre libertad y determinismo, y planteó que no es posible optar por uno u otro de estos extremos, sobre todo debido a que tanto el individuo como el sistema social tienen que acotar sus ámbitos y posibles determinaciones, en la medida que ni el individuo puede aspirar a una ‘libertad total’, ni las estructuras sociales tienen la posibilidad de imponerse so- bre los individuos. Lo que sí advirtió agudamente fue la tendencia histórica de una mayor autonomía de los sujetos con respecto a las determinaciones institucionales; aunque esto se logre a través de la lucha por conquistar ese derecho legítimo de los sujetos sociales. Asimismo, la visión de las interdependencias supera y enrique- ce la noción limitada de la causalidad unilateral, para ofrecer un enfoque donde lo importante es identificar las interrelaciones de los actores individua- les, y no pretendidas determinaciones históricas, que más que descubrir he- chos nuevos, confirmaría presupues- tos más allá de los análisis concretos. Ese entramado de interacciones que en la actualidad queda identificado con el sistema, para Elias más bien se trata- ba de una entidad en construcción, una configuración, con todo el sentido de algo abierto y en proce- so de perfilar su alcance y los constreñimientos sociales que conlleva. Y así como esas condicionantes externas moldean y prefiguran los contextos en que se relacionan los indivi- duos, igualmente inciden en la formación de las estructuras internas de la personalidad individual, de tal manera que cada uno de nosotros tiene que desarrollar su vida en me- dio de un conjunto de redes de relaciones heredadas, como la familia, la religión, los grupos sociales, que asimismo son resultado de anteriores acumulaciones de experiencias, prác- ticas, formas de ver, pensar y sentir la vida, todas ellas expresadas y transmitidas a través del lenguaje, y que con- tribuirán a perfilar las formas de sensibilidad y pensamien- to (Corcuff, 1998: 28). Finalmente, cabe resaltar la importancia que Elias atribu- yó a la historicidad, oponiéndose a cualquier concepción determinista de la historia, ya que para él todos los produc- tos y factores de la actividad social son históricos, y la histo- ria no conoce fin definido alguno; aunque busca ciertos ho- rizontes, más no una sola finalidad. No obstante, se empeña en concebir un desarrollo como avance lineal de la sociedad, dejando de lado las discontinuidades, saltos y contradiccio- nes que la historia social muestra, en fin, dejándose llevar por una idea evolucionista que limitó su pensamiento social. 2.2. El constructivismo estructuralista de Pierre Bourdieu Bourdieu establece que el planteamiento denominado por él constructivismo estructuralista es resultado de la articulación entre lo objetivo y lo subjetivo, en la medida que reconoce la existencia de estructuras sociales al margen de la con- ciencia subjetiva, que tienen la función de orientar y delimi- tar las acciones y representaciones de los individuos y co- lectividades. Que su enfoque sea constructivista significa El poder es concebido por Elias no como la propiedad de alguien en particular, sino como resultante de las relaciones de interdependencia, siempre que surja la condición de que algunos dependan de otros.
  • 7. 223 C IENCIAS SOCIALES C I E N C I A e r g o s u m , V o l . 9 - 3 , n o v i e m b r e 2 0 0 2 - f e b r e r o 2 0 0 3 que tanto los patrones de percepción, pensamiento y ac- ción individuales y grupales, como las estructuras sociales, tienen un origen social que no ha sido dado, sino que es el resultado de un proceso de construcción social. Al conjun- to de factores subjetivos lo denominó habitus, mientras que a las estructuras sociales las integró en el concepto de cam- pos (Bourdieu, 1993 y 1998). Con base en este enfoque, y debido a que le otorgó ma- yor importancia a los factores objetivos, identificó dos momentos en toda investigación social: un primer momen- to objetivista y uno segundo subjetivista. En el primero, el in- vestigador construye las estructuras objetivas, haciendo abstracción de las representaciones subjetivas de los acto- res, que son la base de las representaciones subjetivas y establecen los constreñimientos estructurales que inciden en las interacciones sociales (citado por Corcuff, 1998: 31). Para los fines de este análisis, interesa resaltar la preocu- pación de Bourdieu en el sentido de que el sociólogo lleve a cabo la ‘ruptura epistemológica’ con las prenociones de sen- tido común de una sociología espontánea, atribuida a los actores sociales, con el fin de poder llevar a cabo la cons- trucción del objeto de estudio sobre las bases firmes de conceptos debidamente elaborados o trabajados con los instrumentos de la crítica teórica, en una actitud de vigilan- cia en la construcción del conocimiento social. Y ese cono- cimiento, orientado principalmente a la comprensión del mundo, tiene que ser interdisciplinario, en tanto que la rea- lidad social no puede ser entendida por medio de divisiones que la disgregan, sino en su totalidad y complejidad. De ahí que la diferencia central en los enfoques investigativos ra- dique en el método de producción de conocimientos. El objeto de estudio es necesario que sea universal a todas las disciplinas; en cambio, el acercamiento al mismo tiene que ser específico. Sin embargo, Bourdieu insistió todo el tiem- po en los peligros de que se actuara en sentido inverso, es decir, en que los objetos de estudio se particularicen, mien- tras que el acercamiento a los mismos se universaliza. Esto último, según Bourdieu, únicamente puede inscribirse en una lógica de despolitización progresiva del conocimiento, la que se sintetiza en la paradoja de ocultar mostrando (Bourdieu, 1984: 20-43). En la producción del mundo social resulta fundamental el concepto de acción histórica; esta idea se refiere al hecho de que cada actor social no es un sujeto que se enfrenta a la sociedad como un objeto constituido fuera de ella. Su par- ticularidad no reside ni en su conciencia ni en las cosas, sino que es resultado de la relación entre dos estados de lo so- cial; es decir, la historia objetivada en las cosas –expresada en las instituciones– y a la vez esa historia encarnada en los cuerpos, en la forma de ciertas disposiciones duraderas que él llamó habitus. O sea,que es la consecuencia del entrecru- zamiento del habitus y del campo, de la historia hecha cuer- po y de la historia hecha cosa, el proceso que da cuenta de la producción de lo social. Se trata, en fin, de un doble movimiento constructivista de interiorización de lo exterior y exteriorización de lo interior (Corcuff, 1998: 32). En tanto formas en que las estructuras sociales se in- teriorizan, los habitus se van constituyendo a partir de las diversas experiencias de la vida, como un verdadero siste- ma de disposiciones perdurables y transponibles, ya que se trata de tendencias a percibir, sentir, hacer y pensar de una determinada manera, que se han asimilado e incorporado por lo general inconscientemente por cada individuo, según sus condiciones objetivas de vida y existencia, así como su recorrido social. El habitus tiene una función integradora de las disposiciones, lo que les permite a las personas lograr continuidad en sus vidas; aunque, al decir de Bourdieu, és- tas puedan padecer de la ‘ilusión biográfica’, entendida como esa visión coherente y consciente que cada quien tiene de sí mismo, por lo que el sociólogo ha de reconstruir con base en la situación dentro de la estructura de clases, de las po- siciones institucionales, de las diferentes experiencias en otros tantos campos, así como de la trayectoria en el mundo so- cial. Finalmente, los habitus también son singulares, puesto que existen tipos de habitus relacionados con la situación de clase social, de tal manera que designan distintas viven- cias y experiencias sociales (Ritzer, 1993: 500-505). Por su parte, los campos constituyen el momento de la exteriorización de lo interior, que se configuran en institu- ciones, no en términos de entidades dadas sino como rela- ciones, constelaciones de relaciones entre actores individua- les y colectivos. Se trata de esferas de la vida social que han logrado autonomía a través de la historia, a partir de ciertas relaciones sociales, intenciones, intereses y recursos parti- culares, que los diferencian de otros ámbitos o campos. Así, cabe tener en cuenta que las personas y grupos no se mue- ven por los mismos motivos en el campo económico que en el político o el cultural. Lo importante, además, es que cada campo es a la vez un campo de fuerzas, cuya caracterís- tica es una desigual distribución de los recursos. Esta des- igualdad genera una disputa entre dominantes y dominados que deriva en un campo de luchas al interior del cual los agen- tes sociales se enfrentan con el propósito de mantener o transformar esa correlación de fuerzas. Otro de los puntos centrales de la obra de Bourdieu se refiere a la dimensión simbólica del orden social. Con base en los planteamientos de Weber, sostuvo que la realidad social implica un conjunto de relaciones de significado, es
  • 8. 224 ARANDA, J. CONSTRUCTIVISMO Y ANÁLISIS DE ... C IENCIAS SOCIALES decir, que presenta una dimensión simbólica. Por ello, el lenguaje y las representaciones resultan de la mayor impor- tancia en la construcción social, aunque no agotan esa rea- lidad (Bourdieu, 1993: 17-26). Asimismo, Bourdieu insistió en su enfoque de la sociolo- gía de la acción. Su enfoque surge específicamente de una crítica al intelectualismo, en tanto que se basa en el análisis desde el punto de vista de quien observa, dejando de lado la perspectiva práctica de los actores sociales. Este aspecto resulta de la mayor importancia en la medida que llama la atención en torno a una actitud de centralismo analítico desde el observador, por más reflexivo que sea su punto de vista, en detrimento de la captación de la lógica práctica pro- pia de quienes actúan. Lo importante, según Bourdieu, es lograr una correspondencia de la práctica con la práctica a partir de la cual no se llegue a posiciones ajenas a las inten- cionalidades y propósitos de los actores, en los casos en que la perspectiva del investigador se sobreponga a lo que el actor lleve a cabo; ni tampoco que se deje que los hechos hablen por sí mismos, buscando no alterar lo observado y asumiendo que la construcción del conocimiento debe que- dar preferentemente en manos de los actores que son quie- nes hablan, y el investigador sería sólo un medio, lo más neutral posible, de esa codificación de las respuestas. La relevancia del análisis de la lógica de las acciones (prác- ticas) estriba en el hecho de que de ahí se desprendió el interés por la acción en proceso, concibiéndola entonces como un continuo que genera un encadenamiento de se- cuencias de actos, y que despertó el interés de otros inves- tigadores para seguir por esa línea de estudio. Bourdieu trabajó por una sociología reflexiva que signifi- ca que no sólo la reflexión se aplica para el análisis de la lógica de la práctica del actor, sino también a la reflexión por parte del sociólogo. Principalmente, en el sentido de la capacidad que despliegue para establecer y mantener una relación con el objeto de estudio, lo que redundará en una mejor práctica investigativa. Esto quedó plasmado en el concepto de objetivación participante, puesto que la objetivación de la relación subjetiva del investigador con su objeto es requisito imprescindible para lograr la producción de cono- cimientos. Inclusive, Bourdieu va más lejos para exigirle al sociólogo un trabajo de auto-socio-análisis de su relación con el objeto, de tal manera que tanto el investigador como lo investigado entren en el análisis, con el fin de llevar a cabo su indagación con mayor rigor (Corcuff, 1998: 38). 2.3. Alfred Schutz y la intersubjetividad en la construcción de la realidad social Sin duda uno de los más influyentes sociólogos que inicia- ron todo un cambio en la visión y contenido de la indaga- ción sociológica fue el austriaco Alfred Schutz, quien ela- boró la sociología fenomenológica, y que prácticamente aplicó la fenomenología de Edmund Husserl, aunada a la orientación de Max Weber; aunque en su elaboración más acabada, incorporó aspectos de la filosofía pragmática de Dewey, James y George Herbert Mead, sin dejar de consi- derar las teorizaciones en boga de Talcott Parsons. La tesis principal que interesa analizar aquí establece que los objetos del pensamiento construidos por los investiga- dores de las ciencias sociales se instauran a partir de los objetos construidos por los pensamientos de los hombres comunes con relación a su vida coti- diana, siempre en las interacciones con otros actores sociales, y centrados en esa experiencia habitual. Por ello, las construcciones creadas por los investi- gadores son, en ese sentido, construccio- nes de segundo orden, cuyo propósito es servir de base para la explicación de las acciones correspondientes a las construcciones que los actores configuran en los escenarios diarios, y que el científico busca analizar con sus instru- mentos de trabajo y observando los procedimientos perti- nentes. Lo importante aquí es resaltar que los conocimien- tos construidos por los sociólogos surgen de aquellos cono- cimientos comunes que los distintos actores mantienen en un repertorio que se ha ido construyendo en el tiempo de vida, que se conservan latentes como conocimientos dispo- nibles, cuya función principal es servir como pautas de re- ferencia para el entendimiento y despliegue de las acciones regulares (Schutz, 1974). Ahora bien, ese mundo del conocimiento cotidiano es, ante todo, intersubjetivo y cultural, ya que no es únicamen- te mío, sino construido por un conjunto social,incluyendo a quienes nos precedieron, y su rasgo principal es que se ha logrado por medio de la convención de significados genera- lizados, los que se han sedimentado en la historia de las sociedades y en cada espacio donde se han creado y recrea- do. Se trata del mundo de vida, entendido como un entrete- Bourdieu trabajó por una sociología reflexiva que significa que no sólo la reflexión se aplica para el análisis de la lógica de la práctica del actor, sino también a la reflexión por parte del sociólogo.
  • 9. 225 C IENCIAS SOCIALES C I E N C I A e r g o s u m , V o l . 9 - 3 , n o v i e m b r e 2 0 0 2 - f e b r e r o 2 0 0 3 jido simbólico que a través de acciones y pensamientos los actores construyen e interpretan intersubjetivamente. La vida cotidiana constituye el sustrato primordial por medio del cual los actores pueden comprenderse debido a que com- parten, en su cotidianidad, una referencia a las vivencias que se presentan en esa esfera, y que se irradian a través del lenguaje y la comunicación (Estrada, 1995: 9-25). El mismo Schutz afirma que exclusivamente mi existen- cia como un sí mismo dentro de este mundo posibilita la relación colectiva e intersubjetiva, es decir, nosotros, voso- tros, ellos, y a la vez la relatividad que la caracteriza. La lógica del mundo de vida establece que el yo, consecuencia de un nosotros anterior, mantiene su carácter original de fungir como el eje desde el cual se organiza el mundo en determi- nadas coordenadas temporales-espaciales en un caudal de vivencias; pero se trata de un flujo ‘indefinido’ hasta el momento en que se actualiza en la reflexión que actualiza las vivencias del pasado, como condición para poder pro- clamar ‘mis experiencias’ y ‘mi vida’. Ese criterio reflexivo radica en el hecho fundamental de que el yo vive en un ‘presente vivido’ en el cual no es consciente de sí como ego, ni tampoco de sus pensamientos hasta no alcanzar el mo- mento del acto reflexivo. Asimismo, en ese mundo de vida como experiencia asumida en actitud natural, al interactuar con otras personas que hablan, sienten y piensan, los expe- rimentamos en su presencia vivida, tanto corporal como afectivamente, y en el intercambio de pensamientos aquí y ahora, en una simultaneidad vivida (Ritzer, 1993: 268-281). Sin embargo, no existe homogeneidad ni entre los actores ni en el mundo social donde participan ya que: i) El reperto- rio de conocimientos disponibles es diferente para cada ac- tor, puesto que se presenta una distribución desigual del co- nocimiento, condicionada por la situación social y biográfi- camente determinada en cada caso, y ii) el mundo de vida cotidiana se constituye en diversos niveles de realidad, por lo que se construyen realidades múltiples y diferenciadas. Un punto central de su teorización radica en la idea de acción, vinculada al comportamiento humano en la medida que es planeada por cada actor, con base en un proyecto anticipado, el cual conlleva los componentes de su orienta- ción hacia el futuro, además de la conciencia y los motivos para su realización. 2.4. Berger y Luckman: la sociedad como realidad objetiva y subjetiva En una de las formulaciones más sistemáticas del progra- ma constructivista en las ciencias sociales, los sociólogos Peter Berger y Thomas Luckman, estadounidense y ale- mán respectivamente, en un esquema donde incorporan las aportaciones de Schutz hasta clásicos como Marx, Durk- heim, Simmel, Weber, Mead, Sartre, Parsons y Goffman, lograron elaborar una orientación consistente que a la vez permitía un avance teórico en el análisis sociológico, y una propuesta de fundamento y guía para la investigación em- pírica, con base en la actualización de la sociología del co- nocimiento, y el enfoque sobre la vida cotidiana en su di- mensión social. Ante todo, la sociedad es una realidad objetiva, o sea, exte- riorizada e independiente de los actores que la producen, por lo mismo objetivada en tanto que constituida por mundos de objetos independientes de los sujetos. Con base en este doble proceso, de exteriorización y objetivación, en tanto que se soporta en un conocimiento común tipificador así como en las interacciones cara a cara, funciona como insumo para los procesos de institucionalización, en la medida que se trata de un proceso que se expresa cada vez que las clases de actores confluyen en una tipificación recíproca de las acciones habi- tuales. El hecho a resaltar es que la propia institución tipifica al mismo tiempo a los actores y las acciones individuales. Por ello, las instituciones van adquiriendo determinada con- sistencia y estabilidad debido a la acción de la historia, por medio de los fenómenos de cristalización de las tipificaciones y los hábitos, y de su consiguiente sedimentación en el trans- curso del tiempo, aunado esto al intercambio de diferentes reservas de conocimientos, que transitan a través del len- guaje y la comunicación. Debido a la división del trabajo social, las instituciones tienden a especializarse, y los mis- mos actores asumen roles sociales diferentes, en función de cada institución y el lugar que ocupan dentro de ellas. Complementariamente, las instituciones, para poder legiti- marse y mantenerse, requieren de un orden cognitivo y normativo, es decir, formas simbólicas que permiten acce- der a su conocimiento, tanto teórico como práctico, ya que esto les confiere todo su valor y significado. Pero la sociedad también es una realidad subjetiva, o sea, interiorizada por medio de la socialización, entendiendo por ésta la instalación congruente y extensa de un individuo en el mundo objetivo de una sociedad o de un sector de la misma. Los autores distinguen dos tipos de socialización: la primaria, básicamente generada durante la infancia, debido a lo cual deja una huella más duradera y penetrante, y la socialización secundaria, que se configura durante las expe- riencias posteriores, y en la cual los individuos tienen una relación diferente con las instituciones y otras agencias so- ciales que inciden en su referencia para la acción. De ma- nera similar a lo que sucede con la institucionalización, la socialización tiene las propiedades de la conservación y la transformación. En ambos casos, la institucionalización
  • 10. 226 ARANDA, J. CONSTRUCTIVISMO Y ANÁLISIS DE ... C IENCIAS SOCIALES y la socialización, la constante es que se les considera en su diversidad, como un rasgo típico de las sociedades actuales en las que predominan el pluralismo de realidades e identi- dades individuales y colectivas. 3. El análisis de los movimientos sociales Como área particular de investigación, los movimientos so- ciales se encuentran en un momento muy importante de su elaboración, pues desde hace varios años se llevó a cabo la desconstrucción de las concepciones dominantes, que no habían recibido los beneficios de la crítica construccionista; pero que a partir de los análisis de Touraine (1987, 1993 y 1996), Melucci (1984, 1985, 1989, 1994, 1995 y 1996) y Laraña (1993, 1994, 1996 y 1999) se han replanteado los fundamentos del campo de estudio empezando por la cues- tión de la definición del concepto, no como recurso de acota- ción teórica, sino como establecimiento del campo de pro- blemas que aborda, lo que significó una reflexión con rela- ción a todas aquellas acciones colectivas que tradicionalmen- te se denominaban movimientos sociales, sin una considera- ción rigurosa de su pertinencia. Asimismo, la revisión de los instrumentos y procedimientos para el estudio de los movi- mientos sociales permanecía en un cierto estancamiento, en la medida que la contraposición entre los enfoques cuantita- tivos y cualitativos no dejaba de rondar en las investigaciones empíricas, sin encontrar un encuadre integrador que no re- sultara excluyente, sino que lograra aportar una visión más fresca y alternativa para su abordaje científico. Entonces, resulta imprescindible establecer los fundamen- tos epistemológicos para el análisis de los movimientos socia- les como condición para avanzar en el adecuado plantea- miento de los problemas teóricos y metodológicos en ese campo del conocimiento. A continuación se presenta un con- junto de consideraciones que, surgidas de las formulaciones epistemológicas constructivistas, así como de los contenidos de las diversas orientaciones sociológicas también de carác- ter constructivista que se han señalado, constituyen puntos principales que conforman los componentes metateóricos en el análisis, es decir, condiciones para lograr la producción del conocimiento en este campo problemático: 3.1. Conocimiento y desconstrucción Los conocimientos normalmente acepta- dos deben ser permanentemente desconstruidos, con el fin de poder ha- cer surgir las determinaciones sociocul- turales implícitas, que son el medio y resguardo de la crítica. En el caso que nos ocupa, la des- construcción se aplicó a cinco cuestiones centrales que no permitían la adecuada construcción del objeto de estudio: a) El sentido determinista y de ‘misión histórica’ predeter- minada que se atribuía a los movimientos sociales. Por ello, únicamente se consideraban como movimientos sociales aque- llas acciones colectivas cuyos protagonistas estuvieran pre- viamente designados o elegidos por la historia para empren- der ese cometido. De ahí que se imponía el determinismo histórico-social, más que la concepción de la historicidad co- mo capacidad de los sujetos sociales de construir su propio destino. En este punto, los planteamientos de Norbert Elias y Bourdieu aportan a la comprensión de la desconstrucción, por lo que permiten una reconstrucción que supere esos obstáculos metateóricos. En el primer caso, con sus trabajos clásicos acerca de la evolución de las sociedades, donde da cuenta de los cambios socioculturales estrechamente relacio- nados con los estadios del desarrollo, registrados en diferen- tes contextos simbólicos; y en el segundo, con las innumera- bles investigaciones del sociólogo francés, cuyo rasgo carac- terístico fue establecer una ruptura epistemológica con los planteamientos tradicionales, con el fin de incorporar no sólo las preguntas centrales con relación a los sistemas económi- co y político internacionales, sino también las pautas cultura- les predominantes en cada situación particular; b) En estrecha relación con la cuestión anterior, también había que reelaborar el tema del cambio social, puesto que aún predominaba el criterio de que únicamente las accio- nes colectivas que tuvieran como finalidad la transforma- ción social podrían denominarse movimientos sociales. In- cluso el ‘prejuicio progresista’ impide analizar a movimien- tos sociales que impulsan cambios no hacia la izquierda, como el neofascista o ciertos populismos conservadores. De ahí que todo un conjunto de acciones no explícitamente revolucionarias o que buscaran cambios limitados, o proce- sos de cambio social de menor alcance, quedaban al mar- gen de la definición prevaleciente. En la reconstrucción del concepto de movimiento social este punto quedó replan- teado, sin dejar de tener en cuenta que el cambio social es Resulta imprescindible establecer los fundamentos epistemológicos para el análisis de los movimientos sociales como condición para avanzar en el adecuado planteamiento de los problemas teóricos y metodológicos en ese campo del conocimiento.
  • 11. 227 C IENCIAS SOCIALES C I E N C I A e r g o s u m , V o l . 9 - 3 , n o v i e m b r e 2 0 0 2 - f e b r e r o 2 0 0 3 un elemento básico y propósito de los movimientos socia- les, sino aceptando que dicho cambio no necesariamente tiene que ser sinónimo de alteración social, ya que puede referirse a procesos de cambio social y político que coad- yuven a modificar el estado de cosas imperante. Práctica- mente los cinco sociólogos considerados abonan en este sentido; aunque ha sido Bourdieu quien más ha insistido en la necesidad de darle otra dimensión y significado a las lu- chas por avanzar en las modificaciones sociales en favor de la humanidad y contra el neoliberalismo. c) La compleja relación del individuo con la sociedad, en la medida que aquél construye a la sociedad a la vez que se moldea según el lugar que ocupe en la estructura social. El problema con la separación tajante que se establecía entre individuo y sociedad era que o bien predominaban los en- foques centrados en el sujeto, haciéndolo el centro y motor de la historia; o bien se analizaban los fenómenos y proce- sos sociales a partir de las estructuras sociales, quedando los sujetos como meros instrumentos de aquéllas. En la re- construcción del objeto de estudio de los movimientos so- ciales, la relación individuo-sociedad se concibe como una dimensión dialéctica, resultado del desarrollo histórico, en el que las estructuras objetivas y objetivadas tienen influen- cia en la subjetivación, y los sujetos, asimismo, exteriorizan y contribuyen a la estructuración social, en un proceso de ida y vuelta en el cual las dos dimensiones de lo social tie- nen que considerarse en el análisis. Los planteamientos de todos los autores incluidos es fundamental para una nueva elaboración conceptual de los movimientos sociales. d) Los cambios determinantes que ha registrado la socie- dad en el ámbito internacional, principalmente derivados del predominio de la globalización neoliberal, obliga a tener en cuenta la nueva situación en que se presentan los movi- mientos sociales. Particularmente dos cuestiones tenían que reconsiderarse: por un lado, todas las implicaciones de la colonización del mundo de vida, ampliamente trabajadas por Schutz y Habermas, como la nueva condición de con- trol político-social contra la que se constituyeron y pronun- ciaron los Nuevos Movimientos Sociales y, por otra parte, las formas de dominación imperial que se han impuesto contra las naciones, para acabar con todas las formas de organización colectiva y el sometimiento de los sujetos so- ciales a los intereses del capital. Aquí, los planteamientos de Bourdieu y Schutz tienen gran pertinencia. e) Asimismo, el abordaje de los movimientos sociales como un campo de problemas particular, donde el análisis de su dinámica interna no había sido considerado a la luz de los planteamientos que los concebían como redes de interacción con su propia historicidad, impedía que se analizaran en profundidad ‘hacia adentro’, con lo cual dejaban de estu- diarse los distintos ‘subsistemas’, lo que a su vez obstaculi- zaba el enfocarlos como procesos. También en este punto saltan a la vista las aportaciones de los sociólogos construc- tivistas en la medida que subrayaron la necesidad de consi- derar los procesos generados intersubjetivamente, como com- ponentes centrales de las acciones colectivas. 3.2. El‘giro hermenéutico’ La aceptación de que el ‘giro hermenéutico’ está consumado, y que no permite dar marcha atrás a planteamientos que no incor- poren esa reorientación; aunque aceptando que el carácter pluriparadigmático del contexto postempirista ha abierto el espectro a nuevos enfoques. Este punto se encuentra direc- tamente vinculado con el reconocimiento de la naturaleza simbólica de la realidad. La especificidad de lo social no depende de la amplitud o tipología de los objetos considera- dos, ya que no es la naturaleza del objeto, sino la relación en la que este objeto se encuentra prendido lo que le confiere su dimensión social, y esta relación es de naturaleza emi- nentemente simbólica. Lo social aparece en el momento en que se constituye un mundo de significados compartidos entre varias personas (Ibañez, 1994: 227-228). Y es este fondo común de significaciones el que hace posible a los individuos investir a los objetos con una serie de propieda- des que no poseen como tales, sino que son construidas conjuntamente por medio de la comunicación y que se si- túan, por lo mismo, en el universo de los signos. La con- ciencia de la imposibilidad de que el conocimiento científi- co pueda trascender finalmente las constricciones que le imponen tanto el lenguaje ‘natural’, como las ‘preconcep- ciones’ que conforman una determinada tradición cultural. En este sentido, en el análisis de los movimientos sociales es importante considerar el factor de los procesos de cons- trucción de la identidad y la creación de marcos de signifi- cación, en la medida que éstos constituyen elaboraciones cognitivas fundamentales, ya que configuran el conjunto de conceptos, valores, creencias, representaciones, órdenes, conminaciones a hacer o dejar de hacer algo, determinadas consecuencias, así como el hecho de hacerlas valer para el conjunto de los integrantes del movimiento. La función cen- tral del marco de significaciones es configurar un sistema de interpretación del mundo, como una construcción ‘pro- pia’ de la organización, por medio de la cual se otorga sen- tido a las decisiones y acciones colectivas. En la elaboración de los marcos de significación desempeña un papel de la mayor importancia la ideología y el simbolismo. Se trata de lo imaginario como invento, como deslizamiento o despla- zamiento de sentido, en el cual determinados símbolos ya
  • 12. 228 ARANDA, J. CONSTRUCTIVISMO Y ANÁLISIS DE ... C IENCIAS SOCIALES disponibles se encuentran investidos con otras significacio- nes distintas a las aceptadas o ‘normales’. Así, se va estructurando una diferente visión de las cosas, particular- mente del orden establecido y su legitimidad, la cual se pre- senta como un nuevo simbolismo que por lo mismo otor- ga nuevos sentidos a las acciones. Desde el punto de vista de los individuos que participan en acciones colectivas, los marcos de significación resultan muy relevantes, puesto que son el soporte para lograr la con- sonancia cognoscitiva, o sea, la posi- bilidad de que las acciones, indepen- dientemente de si son exitosas o no, tengan una explicación e interpretación en el encuadre de una lógica que la jus- tifica, toda vez que se asume que las acciones tienen un sentido definido y ese encuadre se encarga de encontrar los argumentos que las hacen adecua- das o al menos consecuentes con las metas del movimiento. La gran virtud de las significaciones radica en que con- forman un sistema de pensamiento en el que existen jerarquías en las catego- rías; pero asimismo se da la posibilidad de que las significaciones se actuali- cen o cambien, siempre y cuando sea como resultado de un proceso de resig- nificación logrado a través del análisis colectivo. 3.3. La condición histórica de la realidad social, según la cual la sociedad constituye una producción social que se modifica a través del tiempo Esto significa, que por un lado, las estructuras sociales tienen memoria, y lo que en determinado momento son resulta indisociable de la historia de su producción. Es decir que la genealogía de los fenómenos sociales está presente en ellos mismos. Y esto es lo que se requiere considerar en el estudio de los movimientos sociales, puesto que la construcción de la identidad colectiva –que surge como punto de confluencia entre los determinantes sociales del comportamiento y la cons- titución del actor como sujeto de su historicidad– se trata de un proceso en el que el actor social incorpora experiencias presentes a la memoria colectiva, y experiencias anteriores, generándose una resignificación de los hechos en que partici- pa, incluyendo así los factores sociales con los psico-sociales. De ahí que los momentos de crisis y los episodios conflicti- vos resultan en circunstancias especiales para la reevaluación y resignificación de la biografía personal con la historia colec- tiva con la cual uno se identifica socialmente; en la que un ‘yo’ se reconoce como un ‘nosotros’ y, por esta razón, el primero modifica su identidad personal. 3.4. Reflexividad La importancia del fenómeno de la reflexividad, en la medida que las sociedades tienen la capacidad de romper la disyunción objeto/sujeto y de fundir ambos extremos en una relación dialéctica que la posibilita para cons- truir su propia naturaleza social. Consi- derar que es debido a que el sujeto puede tomarse a sí mismo como obje- to de análisis por lo que puede consti- tuirse un mundo de significados com- partidos y un espacio intersubjetivo sin los que no podría configurarse la di- mensión social como tal. En esa lógica, la reflexividad como rasgo peculiar de los movimientos sociales de la actuali- dad estriba en su capacidad para pro- ducir y contraponer una controversia en relación con un determinado esta- do de cosas, cuya legitimidad y sentido de orden se dan por indiscutibles antes de que se manifestara un movimiento social, situación que ha empezado a cambiar. Lo que puede observarse es que la eficacia simbólica de los movi- mientos y su relación con los procesos de cambio social se vinculan directamente con su alcance para producir cambios en las definiciones colectivas acerca de las situaciones que motivan las acciones de los movimientos. Por ello, el carácter reflexivo de éstos es consecuencia de que son algo sobre lo que se refleja la sociedad y que impulsa la capacidad de ésta para reflexionar y ser consciente de lo que es. Esto significa que los movimientos sociales actúan como un espejo en el cual la sociedad se muestra y puede mirarse, lo que a su vez le informa de sus problemas y limitaciones. Se advierte que, por medio de la acción de los movimientos sociales, muchas personas se dan cuenta que algunas normas colectivas se han convertido en objeto de lucha pública, representando la ocasión y la forma de conocer algunos problemas de la so- ciedad que permanecían ‘ocultos’: la propia existencia de los movimientos es una manera de percibir la realidad, que se subraya y pondera como alternativa. 3.5.Especificidad social Incorporar en los análisis la propiedad específicamente social, de- bido a que los seres humanos tienen la posibilidad de cons-
  • 13. 229 C IENCIAS SOCIALES C I E N C I A e r g o s u m , V o l . 9 - 3 , n o v i e m b r e 2 0 0 2 - f e b r e r o 2 0 0 3 tituirse en fuente de determinación última de sus propias conductas, o sea, capaces de autodirigir sus comportamien- tos con base en decisiones y cálculos elaborados interna- mente. La aceptación plena de la agencia humana es otro de los puntos nodales de replanteamiento de la sociolo- gía constructivista. Este aspecto sociológico, pero a la vez psicosocial, es otro de los puntos fundamentales en la reela- boración del campo de estudios de los movimientos socia- les, puesto que la capacidad de actuación y, más que eso, de funcionar como agente de cambios y de la propia histo- ricidad, significa que las acciones colectivas se ponderan como resultado de las decisiones no sólo racionales, sino como expresiones de la mayor autonomía de los sujetos, en procesos de estructuración, así como acciones que apuntan en la dirección de una perspectiva práctica de los actores sociales. Significa, entonces, que la participación en movi- mientos sociales es a la vez un medio para alcanzar deter- minados objetivos, y un fin en cuanto a que sus miembros logran por medio de las acciones hacerse cargo de su pro- pio proyecto colectivo y de imprimirle, dentro de ciertos límites, un ritmo y características particulares como actores que desempeñan sus roles incidiendo en el devenir de la organización y en las estrategias decididas para conseguir los efectos buscados. De ahí que, para el examen de los movimientos sociales, resulte de la mayor importancia la continuidad y la unidad de éstos, como condición para po- der desplegar precisamente un conjunto de acciones colec- tivas claramente planteadas, como resultado de poder regir el curso de las mismas, y como sujetos, intervenir en forma contundente. Asimismo, la idea de la agencia aporta a la comprensión de la creación del discurso por parte de los integrantes de los movimientos sociales, como líneas de enun- ciación que tienden a representar posiciones sociales, en los textos, como productos de una actividad objetualizada que se ha materializado en imágenes lingüísticas sucesivas. En esa misma idea, el discurso es concebido como la manifes- tación de la verdad de quien lo produce, una verdad como causa del texto y su intencionalidad, la evidencia de una certeza que se construye para defenderse a sí misma; y que únicamente por medio de su interpretación podrá situarse al actor social que lo produce, y comprende el sentido de su mensaje, en tanto agente que se impulsa a exteriorizar su compromiso y sus banderas. Como rasgo particular de quie- nes participan en las acciones colectivas, los discursos ma- nifiestan la capacidad constructiva de los actores que inte- gran el movimiento social, en la medida que articulan un texto por medio del empleo específico de un conjunto de material simbólico, coherente con los marcos de significa- ción y los propósitos de los mensajes que se producen, con- feccionando una argumentación a través de la cual expo- nen sus puntos de vista, demandas y proclamas, en un acto creativo en el cual se plasman las ideas y los propósitos de la organización, y a través del que se elabora una forma de concebir la situación y los cambios que se buscan. 3.6. Interdisciplinariedad Una premisa para el abordaje de los procesos y fenómenos so- ciales desde la perspectiva constructivista tiene que ser necesaria- mente interdisciplinar, concibiéndola como una apertura y un diálogo con otras disciplinas afines, de tal forma que pueda enriquecerse el análisis, tanto porque de esta manera pueden incorporarse las principales aportaciones del pensa- miento contemporáneo, como debido al hecho de que los fenómenos sociales contienen una multiplicidad de facto- res que se entrecruzan con los objetos de estudio de otros saberes, apuntando así hacia un encuadre de la totalidad como construcción metateórica a partir de la cual poder enfocar los objetos particulares de investigación, traspasan- do así las fronteras, muchas veces artificiales, que una con- cepción positivista imponía a la división del trabajo en las ciencias sociales, y que definitivamente era un obstáculo para un abordaje de mayor horizonte social. Conclusiones En cuanto al estudio de los movimientos sociales, y tenien- do en cuenta las distintas aproximaciones disciplinarias que lo abordan como objeto de conocimiento, es posible identi- ficar entrecruzamientos de las siguientes disciplinas, con- formando una articulación interdisciplinar que enfoca el objeto en su complejidad y sus dimensiones cognoscitivas: la sociología, la psicología social, la ciencia política, así como la antropología social, en la medida en que, para la com- prensión de los movimientos sociales actuales, es necesario analizar la cuestión de la conflictividad social y las tensiones sociales, sobre todo si se tiene presente que a lo largo de las décadas de los ochenta y noventa se registró un amplio proceso de resistencia social a las políticas neoliberales; así como la imposición de tales políticas supuso la conforma- ción de una poderosa coalición social dominante capaz de vencer las resistencias. Asimismo, a finales de los años noventa y principios del nuevo milenio la conflictividad social parece haber ganado un nuevo impulso, que ha abierto un ciclo de protestas so- ciales en el continente americano. Estas resistencias a los efectos de las políticas neoliberales –que se inscriben y re- cogen las experiencias de luchas de los movimientos popu- lares latinoamericanos– se resignifican a la luz de las pro-
  • 14. 230 ARANDA, J. CONSTRUCTIVISMO Y ANÁLISIS DE ... C IENCIAS SOCIALES fundas transformaciones ocurridas en el capitalismo latino- americano en las últimas tres décadas. Los sujetos de la protesta, los repertorios de la misma, sus reivindicaciones y procesos de convergencia en curso (tanto en el plano regio- nal como internacional) dan cuenta de los cambios produ- cidos y de los desafíos planteados. Uno de los rasgos princi- pales de la configuración de la protesta contemporánea, que únicamente puede ser enfocado en forma interdisci- plinar, es su heterogeneidad en términos de sujetos y/o colectivos que lo integran. Esta característica se encuentra directamente relacionada con el impacto diferenciado de la Bibliografía mundialización del capital así como de las decisiones de política económica en diferentes países y regiones, y que influye en innumerables aspectos de la vida humana. El neoliberalismo se caracteriza por una exacerbación de los niveles de subordinación y explotación de la mayoría de los pueblos del mundo. La creciente concentración de la riqueza y la indiscriminada explotación de los recursos naturales –intensificada en las últimas décadas– son ex- presiones de este fenómeno que se ha extendido, amplifi- cando y diversificando los colectivos y clases sociales ex- puestos a la opresión. Arnold, M. (2001). “Introducción a las epis- temologías”, en Sistémico/constructivistas, rehue.csociales.uchile.cf/publicaciones/moebio/02/ frprinci Berger, P. y Th. Luckman (1998). La construcción social de la realidad. Amorrortu, Argentina. Bourdieu, P. ______ (1984). Sociología y cultura. Grijalbo, México. ______ (1993).Cosas dichas. El mamífero parlante, Barcelona. ______(1998). Capital cultural, escuela y espacio so- cial. Siglo XXI, México. Corcuff, P. (1998). Las nuevas sociologías. Alianza Editorial, Madrid. Elias, N. ______ (1982). Sociología fundamental. Gedisa, Barcelona. ______(1989). El proceso de civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. Fondo de Cultura Económica,México. Estrada, M.(1995).Participaciónpolíticayactorescolectivos. UIA-Plazay Valdés, México. Gadamer, H. G. (1991).Verdad y método.TomosI y II. Ed. Sígueme, Salamanca. Ibañez, T. (1994). Psicología social construccionista. Universidad de Guadalajara, México. Laraña,E. ______ (1993). “Ideología, conflicto social y movimientos sociales contemporáneos”, en Moya, C. y otros (eds.), Escritosde teoría sociológica en homenaje a Luis Rodríguez Zúñiga. Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid. ______ (1994). “Unidad y continuidad en las nuevas formas de acción colectiva. Un análisis comparado de movimientos estudiantiles”, en Laraña, E. y J. Gusfield (eds.). Los nuevos movimientos sociales. De la ideología a la identidad. Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid. ______ (1996). “Convergence and Continuities in Theories of Social Movements”, ponencia presentada en el Segundo Congreso Europeo sobre Movimientos Sociales. Victoria, 2-5 de octubre. ______ (1999). La construcción de los movimientos sociales. Alianza Editorial, Madrid. López de la Vieja, T. (2002). “Constructivismo”, en www.vcm.es/info/eurotheo/d-vieja2.htm Melucci, A. ______ (1984). “The New Social Movements: A Theoretical Approach”, Social Science Infor- mation, 19 (2). ______ (1985). “The Simbolic Challenge of Contemporary Social Movements”, Social Re- search, Vol. 52, número 4. ______ (1989). Nomads of the Present. Temple University Press, Filadelfia. ______ (1994). “¿Qué hay de nuevo en los nuevos movimientos sociales”, en Lara- ña, E. y J. Gusfield (eds.), Los nuevos movi- mientos sociales. De la ideología a la identidad. Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid. ______(1995). “The Process of Collective Iden- tity”, en Johnston,H. y B. Klandermans (eds.), Social Movements and Culture. University of Minnesota. ______(1996). Clallenging Codes. Collective Action in the Information Age. Cambridge University Press, Cambridge. Ritzer, G. (1993). Teoría sociológica contemporánea. McGraw Hill, Madrid. Schutz, A. (1974). Estudios sobre teoría social. Amorrortu, Buenos Aires. Touraine,A. (1987). El regreso del actor. Editorial Universitaria de Buenos Aires, Argentina. Touraine, A. ______ (1993). Crítica de la modernidad. Temas de Hoy.Madrid. ______ (1996).Producción de la sociedad.IISUNAM- IFAL. México.