El obispo de Palencia expresa su gratitud por los tres años pasados con los fieles de Palencia, pero anuncia que el Papa lo ha llamado a ser el nuevo obispo de San Sebastián. Aunque le hubiera gustado permanecer más tiempo, comprende la responsabilidad del Papa de gobernar a toda la Iglesia Católica. Confía en que Dios dirige su Iglesia para el bien mayor y que Él lo trajo a Palencia y ahora lo lleva a San Sebastián. Pide a los fieles confiar también en Dios y su voluntad
La oración de santa Luisa de Marillac por el P. Corpus Juan Delgado CM
Mensaje de despedida del obispo Munilla a los fieles de Palencia
1. Mensaje a los palentinos:
“Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”
¡Mis queridos y muy amados fieles de Palencia! No hace falta que
os diga que me hubiese gustado estar más tiempo entre vosotros. ¡Lo
sabéis de sobra! Más aún, estoy seguro de que también éste hubiera
sido el deseo de nuestro Papa Benedicto XVI, ya que es evidente la
conveniencia de que el “pastor” permanezca, entre los que le han sido
encomendados, un tiempo suficiente (¡difícil de cuantificar!), de forma
que puedan darse las condiciones para que madure la siembra…
Sin embargo, ahora que el Santo Padre me ha pedido responder a
su llamada a ser pastor de la Diócesis de San Sebastián, creo que todos
debemos tener la altura de miras necesaria, para comprender las
responsabilidades que tiene el Papa en su tarea de gobierno de la
Iglesia. Por eso, me atrevo a pediros a todos, que os unáis conmigo en
la respuesta afirmativa que le he dado.
Nuestro amor por la Iglesia no se circunscribe ni se agota en
nuestro terruño. ¡Somos hijos de la Iglesia Católica, que es universal!
¡Qué os voy a decir yo a vosotros, cuando tantísimos hijos de estas
tierras de Castilla están esparcidos por los lugares más recónditos de las
misiones católicas!
No somos dueños
Una de tantas cosas buenas que tiene la obediencia que
practicamos en el seno de la Iglesia Católica, es que nos ayuda a
entender que no somos dueños de la parcela, ni de la tarea que Dios
nos ha encomendado… ¡No somos imprescindibles!
No podemos olvidar las palabras del Señor: “Uno es el
sembrador, y otro el segador” (Jn 4, 37). De la misma forma que a mí
me ha tocado “cosechar” tantos frutos sembrados por quienes me han
precedido, también confío en que otros harán lo propio con la labor
desarrollada en estos tres años…
Como solía decir mi paisano San Ignacio, a nosotros nos toca
hacer las cosas con plena entrega y dedicación, “como si sólo
estuviesen en nuestras manos”; aunque al mismo tiempo hemos de
esperar y confiar, “como si sólo dependiesen de Dios”.
El Señor dirige su Iglesia. La ama muchísimo más que nosotros.
Sabe mejor que nadie lo que necesita en cada momento, y no la
abandona; es más, “la cuida como el esposo hace con su esposa” (cfr.
Ef 5, 25).
Por todo ello, el primer sentimiento que quiero compartir con
vosotros es éste: ¡¡Confianza plena en Dios!! Él me trajo a vosotros, Él
2. me lleva. Lo primero fue providencial, y lo segundo también. ¡Que no
nos quede ninguna duda de ello!
¡Gloria a Dios!
En este momento, quiero dar gracias a Dios por estos tres años.
¡Ha sido para mí un “regalazo” el haber podido iniciar el ministerio
episcopal entre vosotros, queridos palentinos! Verdaderamente, sois
“gente de buena masa”, como dijo nuestra querida Santa Teresa de
Jesús. No es una frase hecha. Lo he podido comprobar.
De igual modo que me despedí de Zumárraga diciendo que allí
aprendí a ser sacerdote, no olvidaré nunca que en Palencia he
aprendido a ser obispo. Vuestra ayuda y colaboración ha sido
encomiable. Os doy las gracias de todo corazón.
Por encima de todo, en este momento quiero glorificar a Dios por
todas sus “obras”, y porque me ha permitido ser su “albañil” en la
construcción del Reino.
No olvidemos que la misma belleza de nuestra preciosa Catedral
palentina, palidece y se esfuma, si la comparamos con la belleza
infinitamente superior de la obra de la gracia que Dios está realizando
en nosotros. Hoy también me toca recordaros, y, si cabe, de una forma
especial, que sólo Dios es la fuente de nuestra felicidad. He aquí el
resumen de todo cuanto os he querido transmitir en estos tres años: Os
invito a enamoraros de “Aquél” que está locamente enamorado de cada
uno de nosotros.
Bajo el “cayado” de nuestra Madre
Pero mi marcha de Palencia no será inmediata. Os prometo
poner todo mi interés en que la transición sea lo más ágil y eficaz
posible.
La Virgen María, nuestra Madre, a la que veneramos en esta
querida tierra palentina con tantas advocaciones, nos va a acompañar
en este proceso. La “Divina Pastora”, será la encargada de darnos un
pastor conforme al Corazón de su Hijo. ¡Que Dios os bendiga!
Monseñor José Ignacio Munilla Aguirre
Palencia, 21 de Noviembre de 2009