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Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4,julio-diciembre, 2001 53
ANALISIS
Introducción
Hoy en día, lastecnologías aplicadas al cam-
po militar juegan un rol fundamental en los pro-
cesos de planificación estratégica de los estados
mayores. Ellas tienden cada día a mejorar, per-
mitiendo conocer con relativa precisión, entre
otras cosas, la realidad geográfica del territorio
de los potenciales adversarios, su capacidad de
producción bélica, sus intereses nacionales, el
surgimiento de alianzas, la composición y des-
pliegue de sus fuerzas armadas.
Hoy más que nunca, los conductores militares
deben neutralizar estas nuevas tecnologías o bien
incorporarlas en sus procesos de planificación.
El empleo de ellas a futuro tendrá aún mayores
efectos cuando se incorporen en guerras de tipo
convencional contra fuerzas militares modernas
y también, con un mayor efecto, contra fuerzas
no convencionales.
En este sentido, no han sido precisamente los
estadounidenses quienes han tenido la capaci-
dad para predecir las características de las gue-
rras del futuro, su naturaleza, sus causas, ubica-
ción, momento, adversario o adversarios, y alia-
dos, resultando vitalplanificar sin perder la pers-
pectiva del espectro de duración del conflicto
y, más aún, las repercusiones de su resulta-
do.
Resulta interesante conocer la estrategia que
postula la OTAN sobre el tema, al señalar que la
guerra futura se caracterizará por una “manio-
bra muy dinámica, con operaciones
aeroterrestres simultáneas de gran velocidad
y alta intensidad, conducidas sobre vastas
zonas geográficas y extendiéndose incluso
hacia el espacio exterior mediante el empleo
de la munición de precisión, casi tan eficaz
como las armas nucleares tácticas, pero sin
causar graves daños colaterales, para destruir,
en el más breve plazo, las capacidades más
determinantes del enemigo y preferentemen-
te sus centros de comando, control, coordi-
nación, comunicaciones, inteligencia e infor-
mática (C4I), sus municiones de dirección pre-
cisa, medios de defensa antiaérea (alerta tem-
prana) y otros elementos de detección
operacionales”.
Así, la guerra táctica se volverá cada vez más
mortífera y menos lineal. Las fuerzas de primera
línea tenderán a desaparecer, al mismo tiempo
que las comunicaciones serán más esporádicas
y el control se tornará más difícil.
Ganar la guerra de la información será deci-
sivo y esto incluye el procesamiento, clasifica-
ción y análisis de los productos de los siste-
mas de la tecnología de punta para la recolec-
ción oportuna de inteligencia y el manejo ade-
cuado de la información de comando y control.
Esta visión ya tuvo su primera demostración
en la“Operación Tormenta del Desierto”, don-
de Estados Unidos y unos cuantos países euro-
peos tuvieron la capacidad para conducir este tipo
de guerra a nivel de teatro de operaciones.
La doctrina estratégica militar
norteamericana
Daniel H. Carrasco Leiva1
Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4, julio-diciembre, 2001
54
La doctrina estratégica militar norteamericana Daniel H. Carrasco Leiva
Pero la característica del atentado del 11 de
septiembrenoseajustóaestemodeloestratégico
concebido para una guerra de tipo convencional.
Acá se trató de un ataque terrorista (“amenaza
emergente”) muy bien planificado, con un efecto
psicológico difícil de superar, por lo cual la planifi-
cación de la operación de reacción no resultó del
todo fácil.
Doctrina norteamericana antes del 11 de
septiembre
Producto de la reorganización del aparato mili-
tar y de las reducciones presupuestarias dispues-
tas en la administración Bush, las Fuerzas Arma-
das norteamericanasse vieron obligadas a con-
centrarse en reemplazar a miles de efectivos
por diferentes nuevas tecnologías.
De acuerdo con los pronósticos, una guerra fu-
tura, se decía, se caracterizaríapor el empleo de
armas de largo alcance de la más alta tecnolo-
gía y la preeminencia de medios computari-
zados. Una de las lecciones perdurables de
«Desert Storm» es que una nación no querrá en-
frentar las municiones de precisión y misiles cru-
ceros de Estados Unidos, a menos que tenga ta-
les armas o bien, como mínimo, cuente con me-
dios eficaces de defensa antiaérea o los objetivos
de un eventual ataque estadounidense sean limi-
tados e insignificantes. De aquí que resulte poco
probable que aquellos países que actualmente po-
seen grandes existencias de armas de alta tecno-
logía entren en guerra contra Estados Unidos en
un futuro próximo.
Lo anterior no significaba que Estados Unidos
iba a vivir una época de paz garantizada, ni que
aquellas naciones o grupos que no cuentan con
grandes cantidades de armas de alta tecnología
siempre evitarán todo conflicto con este país.Por-
que los compromisos e intereses estadouniden-
ses en todas partes del mundo chocan con aque-
llos de naciones o grupos hostiles, los cuales posi-
blemente opten por desafiarlos con un esfuerzo
por neutralizar su ventaja tecnológica. Esto lo po-
drían lograr a través de las siguientes acciones:
1. Confrontar a Estados Unidos en un lugar don-
de una infantería bien adiestrada, más que la
magia tecnológica, resulte ser el factor decisivo
de la victoria.
2. Equipar a la fuerza con una cantidad selecta
de sistemas tecnológicos disponibles en el mer-
cado abierto, capaces de anular o desbaratar
la ventaja tecnológica estadounidense.
3. Contrarrestar a la fuerza militar estadouniden-
se con armas económicas, comunicacionales
o sociales.
El Ejército de Estados Unidos estaba -y está-
preparado para lograr una victoria rápida y deci-
siva en una guerra de aniquilación tecnológica,
con un mínimo de bajas. Lo anterior mediante la
aniquilación de los sistemas de comando y con-
trol del enemigo y sus principales formaciones,
preferentemente desde una distancia considera-
ble.
Un problema importante es que el Ejército
estadounidense, en este momento, no enfrenta
ninguna amenaza preeminente, situación que le
dificulta la planificación de una guerra futura con-
tra un adversario real, aunque en la actualidad sí
enfrenta múltiples amenazas poco definidas (las
denominadas por ellos “amenazas emergentes”)
y no tiene una reciente experiencia de combate
en qué enfocarse.
Otro problema importante reside en la prepa-
ración de un campo de batalla tecnológico en el
presente mundo de posguerra fría. El campo de
batalla tecnológico del futuro exigirá un teatro
de operaciones preparado con una infraestructu-
ra bien desarrollada.
En el año 1996, el ex Secretario de Defensa
Caspar Weinberger postuló cinco escenarios para
una futura guerra, implicando cinco teatros de
guerra diferentes y permitiendo que Estados Uni-
dos desplegara sus fuerzas desde sus bases en
estos teatros previamente preparados.
En el pasado, Estados Unidos planificaba la
guerra para un teatro específico; hoy día enfrenta
contingencias globales. Las realidades de un
mundo multipolar son tales que Estados Unidos
puede verse obligado a comprometer a sus fuer-
zas en teatros no desarrollados, similares a
Somalia y Ruanda. Por lo tanto, de estallar una
guerra, existe la posibilidad de que el teatro exija
alguna preparación.
Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4,julio-diciembre, 2001 55
ANALISIS
El tercer problema importante para Estados
Unidos es que está planificando una guerra de
aniquilamiento, y se encuentra inmerso en el pro-
ceso de desarrollar la estructura de la fuerza, el
equipo y la doctrina necesaria para apoyarla.
Aunque Estados Unidos tradicionalmente ha
planificado para librar guerras rápidas de aniqui-
lación, se ha visto más comúnmente comprome-
tido en guerras prolongadas de desgaste. Sólo la
guerra con México, la Guerra Hispanoamericana
y la Guerra del Golfo Pérsico han sido guerras de
aniquilamiento.
En el caso eventual de que Estados Unidos se
comprometa en una guerra futura y logre vencer
al enemigo con una estrategia de aniquilamiento
se habrá justificado su convicción de que el uso
de la tecnología en asuntos militares es el mejor
camino hacia una victoria rápida y decisiva.
Pero, por otro lado, si se planifica para librar
una guerra de aniquilación y el enemigo logra pre-
servar su potencia de combate lo suficientemen-
te para convertir la guerra en un conflicto prolon-
gado de desgaste, se perderán las ventajas que
supuestamente brinda un Ejército más pequeño
y profesional. Habrá elevadas cantidades de ba-
jas, será necesario desplegar a una fuerza de
mayor magnitud para proseguir la guerra y las
fuerzas de la Reserva, entre otras, tendrán que
ser movilizadas.
La selección con antelación de una estrategia
de aniquilación o desgaste (Fijación del Objetivo
Político de Guerra) es necesaria para estructurar
una fuerza, conducir el entrenamiento requerido
y efectuar las actividades apropiadas de investi-
gación y desarrollo. Dejar de prever la estrategia
correcta puede acarrear graves consecuencias.
A pesar de que los elementos tiempo y tec-
nología han logrado modificar el teatro de gue-
rra, continúa el debate entre quienes abogan por
la estrategia de aniquilación y los que defienden
la estrategia de desgaste. El ejército estadouni-
dense espera emplear la tecnología en asuntos
militares para evitar comprometerse en una cos-
tosa guerra de desgaste. Sin embargo, les con-
viene a sus adversarios potenciales neutralizar
las ventajas tecnológicas y forzar a Estados Uni-
dos a luchar una guerra de desgaste. La depen-
dencia de este país de una fuerza militar reduci-
da y profesional, respaldada por la tecnología en
asuntos militares, presenta algunos problemas crí-
ticos en esta era de compromisos diversos en to-
das partes del mundo.
La vigencia de la infantería
La ventaja brindada por la tecnología depen-
de de las circunstancias del combate, incluyendo
el teatro de operaciones, el adversario y el objeti-
vo. La tecnología no constituye una ventaja
decisiva en la guerra de guerrilla, en combate
urbano, en operaciones de imposición de la
paz y en combate en terreno dificultoso.
El arma preferida en todas estas condiciones
sigue siendo una fuerza contundente de solda-
dos de infantería bien entrenados. Sin embar-
go, resulta muy caro mantener a una moderna
fuerza de infantería y su despliegue en un con-
flicto representa un compromiso nacional de po-
tencia y voluntad. Muchas veces las operaciones
en terreno urbano o dificultoso, o aquellas condu-
cidas contra una fuerza guerrillera, se tornan en
contiendas prolongadas en las cuales cualquiera
victoria resulta evasiva. A esto se debe sumar el
hecho de que el número de soldados de infante-
ría estadounidenses disponibles es cada vez
menor, debido a la continua reducción de fuerzas
del Ejército.
A aquellos países o facciones carentes de cos-
tosos medios electrónicos, la guerra de guerri-
lla les proporciona una forma eficaz de combatir
contra un país o coalición dotado de armas y equi-
po de tecnología de punta. La guerra de guerri-
lla, la cual pone a prueba la voluntad y resisten-
cia de una nación, puede neutralizar muchas de
las ventajas obtenidas a través de la tecnología
más avanzada. Los guerrilleros permanecieron
después que Francia se retiró de Argelia e Indo-
china; Estados Unidos abandonó su lucha en Viet-
nam del Sur, y los soviéticos salieron de
Afganistán.
La posibilidad de que Estados Unidos se com-
prometa en este tipo de guerra aumenta en aque-
llas regiones que han sufrido disturbios civiles o
Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4, julio-diciembre, 2001
56
La doctrina estratégica militar norteamericana Daniel H. Carrasco Leiva
étnicos, tales como Somalia, Ruanda, la ex Yu-
goslavia y Haití.
Se deben dar varias condiciones para que una
guerra de guerrilla triunfe en un conflicto contra
una potencia extranjera. Primero, una proporción
importante de la población debe apoyar o, como
mínimo, aceptar la presencia de fuerzas guerri-
lleras nativas. Segundo, debe demostrarse la vo-
luntad de sufrir una cantidad importante de bajas,
pues la guerra de guerrilla cuesta muchas vidas
de los no combatientes. Tercero, los guerrilleros
deben contar con una zona segura en donde re-
fugiarse y una fuente de reabastecimientos. Lo
que no necesitan es una victoria militar.
Para el guerrillero, la victoria táctica muchas
veces no es más que la supervivencia de la
fuerza guerrillera y la voluntad de seguir re-
sistiendo al enemigo durante décadas, de ser
necesario. El partido que tenga el mayor com-
promiso moral –ya sea patriótico, religioso o ideo-
lógico- finalmente vencerá en virtud de una moral
más alta, mayor tenacidad y la pura voluntad de
sobrevivir.
A una fuerza dotada de medios tecnológica-
mente superiores, en lugar de una abrumadora
potencia humana, se le presentan varios desa-
fíos si se compromete en una guerra de guerrilla.
Primero, las líneas de comunicaciones, ciudades,
bases e infraestructura civil deben ser asegura-
das, lo cual requiere el empeño de fuerzas terres-
tres más que el empleo de la tecnología. El grue-
so de la fuerza se comprometerá en misiones de
seguridad. Segundo, el equipo, la estructura y el
entrenamiento de las fuerzas deben ser
readecuados para enfrentar a una fuerza guerri-
llera. Tercero, los sistemas que permiten lograr la
victoria en combate, tales como tanques moder-
nos, aeronaves de alto rendimiento y proyectiles
de artillería guiados por láser, tienen poco efec-
to contra una fuerza guerrillera que conoce ca-
balmente el teatro de operaciones. Cuarto,
ventajas como la sofisticación tecnológica, adies-
tramiento, apoyo material y superioridad numéri-
ca, no producen la victoria en una guerra de gue-
rrilla. La fuerza convencional también debe po-
seer fortaleza psicológica, tenacidad y paciencia,
y estar motivada para enfrentar un combate pro-
longado, el cual finalmente quizás no sea su pro-
pia lucha. La población que apoya a la fuerza con-
vencional también debe tener paciencia y creer
en la rectitud de la causa.
Los ejércitos modernos por lo general tratan
de evitar todo combate urbano,debido a los gas-
tos que conlleva en personal, medios logísticos,
y tiempo. El combate urbano puede formar parte
de una guerra de guerrilla, así como se puso de
manifiesto en Chechenia y Somalia; por otra
parte, también puede ser librado por fuerzas con-
vencionales. Cualquiera que sea la situación, la
tecnología desempeña un papel mínimo en la bru-
talidad de una lucha urbana, la cual exige el com-
promiso de grandes fuerzas de infantería en com-
bate casa por casa. En el caso eventual de que
los civiles permanezcan en la ciudad durante el
combate, tal situación exigirá una mayor cantidad
de fuerzas terrestres convencionales para aten-
der las necesidades de la población.
Combate en terreno accidentado. Las ven-
tajas que puede brindar la tecnología son pocas
en selvas y junglas densas, montañas y panta-
nos. Las armas convencionales, equipo de cam-
paña y de comunicaciones, y medios de trans-
porte, muchas veces funcionan con menos efica-
cia o incluso dejan de funcionar en este terreno.
Las experiencias vividas por Estados Unidos en
Vietnam y Camboya demostraron las limitaciones
de la tecnología, al mismo tiempo que pusieron
de relieve el hecho de que la infantería desmon-
tada, aunque se componga de fuerzas conven-
cionales o guerrilleras, es el elemento más eficaz
en terreno dificultoso.
Opciones basadas en tecnologías
baratas
Una nación o grupo que enfrenta una fuerza
dotada de medios de tecnología avanzada no tie-
ne que poseer sistemas igualmente sofisticados.
Tiene la posibilidad de obtener ciertos sistemas
de “baja tecnología” de los traficantes en armas,
los que les posibilitarán neutralizar o, como míni-
mo, contrapesar la ventaja tecnológica de su ad-
versario. Antes de la Guerra de las Malvinas, el
Ejército argentino sólo contaba con cinco misiles
tipo Exocet. Gran Bretaña, por su parte, se dedi-
có tanto a proteger sus buques clave –a saber,
Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4,julio-diciembre, 2001 57
ANALISIS
los portaavionesHMS Hermes y HMS Invincible-
contra la amenaza presentada por los misiles
Exocet, que Argentina pudo concentrarse en el
remanente de la flota y averiar o hundir 14 bu-
ques británicos con bombas convencionales. Si
las bombas hubieran tenido espoletas navales,
Argentina podría haber hundido más buques. Los
temidos misiles Exocet lograron hundir el buque
contenedor AtlanticConveyor y el destructorHMS
Sheffield.
Los sistemas basados en la tecnología más
avanzada muchas veces dependen de una canti-
dad limitada de sistemas de apoyo. Por ejemplo,
la pérdida, interferencia o neutralización de va-
rios satélites pueden dejar paralizado el Sistema
de Posicionamiento Global (GPS) que tan crítico
es en un teatro de operaciones. Abundan esce-
narios hipotéticos basados en un grupo de ex-
pertos en computación resueltos a obtener acce-
so y posiblemente control de un sistema de co-
mando y control de alta tecnología, para luego
poder negarle a su dueño el uso de su propio
equipo. Es más, ciertos sistemas relativamente
baratos y fáciles de conseguir pueden derrotar
sistemas costosos de alta tecnología.
Una buena cantidad de misiles móviles de su-
perficie a superficie poco precisos, pero difíciles
de detectar y con carga química o de municiones
capaces de abrir cráteres, pueden impedir el em-
pleo de campos de aviación por parte de una fuer-
za equipada de los medios de más alta tecnología.
Los misiles crucero pueden imposibilitar a una
fuerza de alta tecnología el empleo de los golfos
marítimos y puntos restrictivos. Las sencillas mi-
nas marítimas como aquellas empleadas por los
iraquíes para derrotar a un crucero clase Aegis
de la Armada estadounidense y un porta helicóp-
teros durante la Guerra del Golfo Pérsico, aún son
eficaces en algunas situaciones.
Hace ya 50 años que existe la tecnología re-
querida para la manufactura de cabezas de gue-
rra atómicas. Su producción es cuestión más bien
de ingeniería que de conocimientos científicos. El
arma atómica quizás represente la contramedida
primitiva a la superioridad tecnológica estadouni-
dense, de forma que este país tal vez se encuen-
tre en oposición a su propia doctrina de respues-
ta flexible. La sola posesión de estas armas pue-
de ser suficiente para darle a una nación o grupo
el poder de influir o disuadir al gobierno de una
fuerza de alta tecnología.
El arma o sistema de armas decisivo no se ha
inventado, y lo más probable es que nunca exis-
ta. Cada avance tecnológico implica el desarrollo
de una contramedida para neutralizarlo. La gue-
rra y la preparación para su conducción son pro-
cesos dialécticos que involucran las acciones y
contraacciones de las partes beligerantes.
El poder de la alta tecnología
Una fuerza equipada de medios de alta tecno-
logía puede ser igualada o incluso superada me-
diante el empleo hábil de contramedidas econó-
micas, sociales o comunicacionales.
Sadam Hussein intentó aprovecharse de una
contramedida económica y ecológica cuando or-
denó incendiar los campos petrolíferos en Kuwait,
aunque esta acción no sirvió en beneficio de su
causa. La muerte de la hija “adoptada” del líder
de Libia, Moamar al-Gaddafi, producto de los ata-
ques aéreos de Estados Unidos, disminuyó el
apoyo desde un inicio débil de los europeos para
el ataque. Los norvietnamitas y el Vietcong com-
batieron a las fuerzas estadounidenses con una
ofensiva propagandística, en la cual diseminaron
fotografías de aldeas en llamas, niños atormen-
tados y políticos corruptos de Vietnam del Sur.
Este tema resonó en los medios de comunica-
ción occidentales, y la agresión de Vietnam del
Norte quedó abrumada por el tema más amplio
de la intervención inútil de Estados Unidos en una
guerra asiática.
El objetivo de una contramedida económica,
comunicacional o sociales ejercer influencia en
los líderes políticos y la población nacional de
la fuerza de alta tecnología. La finalidad es
evitar que esta fuerza se emplee, o bien impo-
nerle graves limitaciones a su eficacia a tra-
vés de la implantación de zonas de no fuego,
reglas de enfrentamiento y largas treguas pro-
ducto de interminables negociaciones.
Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4, julio-diciembre, 2001
58
La doctrina estratégica militar norteamericana Daniel H. Carrasco Leiva
Los efectos de la tecnología,
sus bondades y desventajas
Las naciones o grupos más grandes, cuando
se enfrentan a una potencia tecnológica, tal vez
tengan que aceptar sufrir muchas bajas en un
esfuerzo por agotar los sistemas técnicos de sus
adversarios e infligir bajas. Una nación con un
ejército reducido y profesional no puede luchar
una guerra prolongada y finalmente debe movili-
zar al componente de Reserva y a nuevos
conscriptos. Con el fin de prolongar el conflicto,
la nación menos tecnológicamente avanzada
acepta una cantidad desproporcionada de bajas.
En un conflicto prolongado, una fuerza de alta
tecnología inevitablemente se convierte en una
fuerza de baja tecnología, debido a que los siste-
mas de armas de alta tecnología se desgastan
en forma más rápida de lo que pueden ser reem-
plazados. A pesar de que los componentes de
estos sistemas requieren extensos esfuerzos de
mantenimiento, la demanda por estos componen-
tes es mayor que las capacidades existentes para
su mantenimiento. El empleo continuo de los sis-
temas de armas aumenta la proporción de fallas
de los subsistemas de alta tecnología. Además,
los sistemas de alta tecnología optimizados en un
teatro de operaciones quizás no sean los más
aptos en otro teatro. El empleo de estos sistemas
degradados aumenta sus posibilidades de des-
composición. Después de varias semanas o me-
ses de combate, la situación de los medios de
mantenimiento y la reducción de las existencias
en el teatro de guerra pueden obligar a una fuer-
za de alta tecnología a luchar con sistemas par-
cialmente funcionales, de una forma relativamente
primitiva.
Una nación puede librar un conflicto con
éxito cuando planifica lograr el éxito político
sin obtener una victoria militar. Egipto hizo esto
en su guerra con Israel en 1973. Israel había ob-
tenido una victoria decisiva contra Egipto en 1967
y planificó con confianza librar la próxima guerra
de la misma forma. Egipto determinó cómo con-
trarrestar los medios de inteligencia, potencia
aérea y fuerzas blindadas de Israel y resolvió ga-
nar una batalla, pero no planificó ganar la guerra.
Aunque Egipto no triunfó en la guerra de 1973,
los tremendos mejoramientos en su desempeño
militar sorprendieron a Israel, produciendo un co-
lapso del gobierno israelí y un tratado de paz que
le devolvió toda la península del Sinaí a Egipto.
Bibliografía consultada
1. Coronel General Anatoli Alanasyevich Shirko.
2. Charles E. Heller y William A. Stofft,America’s
First Battles. 1776-1965 (Lawrence, Kansas:
University Press of Kansasm 1988), pág. Xiii.
3. La experiencia rusa en Chechenia del Mayor
Ray Finch, “Una cara del combate del futuro: El
combatiente checheno Shamil Basayev”.
4. Richard J. Newman, Warfare 2020 y Battles
without Soldiers?.
5. Caspar Weinberger y Peter Schweizer, The
Next War (Washington, DC: Regnery Publishing
Inc., 1995).
6. La Guerra del Golfo Pérsico fue una operación
terrestre de aniquilación después de una campa-
ña aérea de desgaste. Esta última se condujo en
dos fases: desarticulación seguida de desgaste.
La guerra fue limitada, tanto en su alcance como
en su objetivo. El objetivo fue la expulsión del Ejér-
cito iraquí de Kuwait; no fue la rendición incondi-
cional de Iraq (nota del autor).
7. Teniente Coronel Lester W. Grau, “Continuity
and Change: A Soviet General Staff View of Future
Theater War”, Military Review 16. Richard Betts,
“The Downside of the Cutting Edge”,The National
Interest (otoño de 1996).
8. George W. Gawrych, “The 1973 Arab-Israeli
War: The Albatross of Decisive Victory”,
Leavenworth Paper nro. 21 (Fuerte Leavenworth,
Kansas: Instituto de Estudios de Combate, 1996.
Nota
1. Brigadier (r) del Ejército de Chile.

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  • 1. Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4,julio-diciembre, 2001 53 ANALISIS Introducción Hoy en día, lastecnologías aplicadas al cam- po militar juegan un rol fundamental en los pro- cesos de planificación estratégica de los estados mayores. Ellas tienden cada día a mejorar, per- mitiendo conocer con relativa precisión, entre otras cosas, la realidad geográfica del territorio de los potenciales adversarios, su capacidad de producción bélica, sus intereses nacionales, el surgimiento de alianzas, la composición y des- pliegue de sus fuerzas armadas. Hoy más que nunca, los conductores militares deben neutralizar estas nuevas tecnologías o bien incorporarlas en sus procesos de planificación. El empleo de ellas a futuro tendrá aún mayores efectos cuando se incorporen en guerras de tipo convencional contra fuerzas militares modernas y también, con un mayor efecto, contra fuerzas no convencionales. En este sentido, no han sido precisamente los estadounidenses quienes han tenido la capaci- dad para predecir las características de las gue- rras del futuro, su naturaleza, sus causas, ubica- ción, momento, adversario o adversarios, y alia- dos, resultando vitalplanificar sin perder la pers- pectiva del espectro de duración del conflicto y, más aún, las repercusiones de su resulta- do. Resulta interesante conocer la estrategia que postula la OTAN sobre el tema, al señalar que la guerra futura se caracterizará por una “manio- bra muy dinámica, con operaciones aeroterrestres simultáneas de gran velocidad y alta intensidad, conducidas sobre vastas zonas geográficas y extendiéndose incluso hacia el espacio exterior mediante el empleo de la munición de precisión, casi tan eficaz como las armas nucleares tácticas, pero sin causar graves daños colaterales, para destruir, en el más breve plazo, las capacidades más determinantes del enemigo y preferentemen- te sus centros de comando, control, coordi- nación, comunicaciones, inteligencia e infor- mática (C4I), sus municiones de dirección pre- cisa, medios de defensa antiaérea (alerta tem- prana) y otros elementos de detección operacionales”. Así, la guerra táctica se volverá cada vez más mortífera y menos lineal. Las fuerzas de primera línea tenderán a desaparecer, al mismo tiempo que las comunicaciones serán más esporádicas y el control se tornará más difícil. Ganar la guerra de la información será deci- sivo y esto incluye el procesamiento, clasifica- ción y análisis de los productos de los siste- mas de la tecnología de punta para la recolec- ción oportuna de inteligencia y el manejo ade- cuado de la información de comando y control. Esta visión ya tuvo su primera demostración en la“Operación Tormenta del Desierto”, don- de Estados Unidos y unos cuantos países euro- peos tuvieron la capacidad para conducir este tipo de guerra a nivel de teatro de operaciones. La doctrina estratégica militar norteamericana Daniel H. Carrasco Leiva1
  • 2. Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4, julio-diciembre, 2001 54 La doctrina estratégica militar norteamericana Daniel H. Carrasco Leiva Pero la característica del atentado del 11 de septiembrenoseajustóaestemodeloestratégico concebido para una guerra de tipo convencional. Acá se trató de un ataque terrorista (“amenaza emergente”) muy bien planificado, con un efecto psicológico difícil de superar, por lo cual la planifi- cación de la operación de reacción no resultó del todo fácil. Doctrina norteamericana antes del 11 de septiembre Producto de la reorganización del aparato mili- tar y de las reducciones presupuestarias dispues- tas en la administración Bush, las Fuerzas Arma- das norteamericanasse vieron obligadas a con- centrarse en reemplazar a miles de efectivos por diferentes nuevas tecnologías. De acuerdo con los pronósticos, una guerra fu- tura, se decía, se caracterizaríapor el empleo de armas de largo alcance de la más alta tecnolo- gía y la preeminencia de medios computari- zados. Una de las lecciones perdurables de «Desert Storm» es que una nación no querrá en- frentar las municiones de precisión y misiles cru- ceros de Estados Unidos, a menos que tenga ta- les armas o bien, como mínimo, cuente con me- dios eficaces de defensa antiaérea o los objetivos de un eventual ataque estadounidense sean limi- tados e insignificantes. De aquí que resulte poco probable que aquellos países que actualmente po- seen grandes existencias de armas de alta tecno- logía entren en guerra contra Estados Unidos en un futuro próximo. Lo anterior no significaba que Estados Unidos iba a vivir una época de paz garantizada, ni que aquellas naciones o grupos que no cuentan con grandes cantidades de armas de alta tecnología siempre evitarán todo conflicto con este país.Por- que los compromisos e intereses estadouniden- ses en todas partes del mundo chocan con aque- llos de naciones o grupos hostiles, los cuales posi- blemente opten por desafiarlos con un esfuerzo por neutralizar su ventaja tecnológica. Esto lo po- drían lograr a través de las siguientes acciones: 1. Confrontar a Estados Unidos en un lugar don- de una infantería bien adiestrada, más que la magia tecnológica, resulte ser el factor decisivo de la victoria. 2. Equipar a la fuerza con una cantidad selecta de sistemas tecnológicos disponibles en el mer- cado abierto, capaces de anular o desbaratar la ventaja tecnológica estadounidense. 3. Contrarrestar a la fuerza militar estadouniden- se con armas económicas, comunicacionales o sociales. El Ejército de Estados Unidos estaba -y está- preparado para lograr una victoria rápida y deci- siva en una guerra de aniquilación tecnológica, con un mínimo de bajas. Lo anterior mediante la aniquilación de los sistemas de comando y con- trol del enemigo y sus principales formaciones, preferentemente desde una distancia considera- ble. Un problema importante es que el Ejército estadounidense, en este momento, no enfrenta ninguna amenaza preeminente, situación que le dificulta la planificación de una guerra futura con- tra un adversario real, aunque en la actualidad sí enfrenta múltiples amenazas poco definidas (las denominadas por ellos “amenazas emergentes”) y no tiene una reciente experiencia de combate en qué enfocarse. Otro problema importante reside en la prepa- ración de un campo de batalla tecnológico en el presente mundo de posguerra fría. El campo de batalla tecnológico del futuro exigirá un teatro de operaciones preparado con una infraestructu- ra bien desarrollada. En el año 1996, el ex Secretario de Defensa Caspar Weinberger postuló cinco escenarios para una futura guerra, implicando cinco teatros de guerra diferentes y permitiendo que Estados Uni- dos desplegara sus fuerzas desde sus bases en estos teatros previamente preparados. En el pasado, Estados Unidos planificaba la guerra para un teatro específico; hoy día enfrenta contingencias globales. Las realidades de un mundo multipolar son tales que Estados Unidos puede verse obligado a comprometer a sus fuer- zas en teatros no desarrollados, similares a Somalia y Ruanda. Por lo tanto, de estallar una guerra, existe la posibilidad de que el teatro exija alguna preparación.
  • 3. Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4,julio-diciembre, 2001 55 ANALISIS El tercer problema importante para Estados Unidos es que está planificando una guerra de aniquilamiento, y se encuentra inmerso en el pro- ceso de desarrollar la estructura de la fuerza, el equipo y la doctrina necesaria para apoyarla. Aunque Estados Unidos tradicionalmente ha planificado para librar guerras rápidas de aniqui- lación, se ha visto más comúnmente comprome- tido en guerras prolongadas de desgaste. Sólo la guerra con México, la Guerra Hispanoamericana y la Guerra del Golfo Pérsico han sido guerras de aniquilamiento. En el caso eventual de que Estados Unidos se comprometa en una guerra futura y logre vencer al enemigo con una estrategia de aniquilamiento se habrá justificado su convicción de que el uso de la tecnología en asuntos militares es el mejor camino hacia una victoria rápida y decisiva. Pero, por otro lado, si se planifica para librar una guerra de aniquilación y el enemigo logra pre- servar su potencia de combate lo suficientemen- te para convertir la guerra en un conflicto prolon- gado de desgaste, se perderán las ventajas que supuestamente brinda un Ejército más pequeño y profesional. Habrá elevadas cantidades de ba- jas, será necesario desplegar a una fuerza de mayor magnitud para proseguir la guerra y las fuerzas de la Reserva, entre otras, tendrán que ser movilizadas. La selección con antelación de una estrategia de aniquilación o desgaste (Fijación del Objetivo Político de Guerra) es necesaria para estructurar una fuerza, conducir el entrenamiento requerido y efectuar las actividades apropiadas de investi- gación y desarrollo. Dejar de prever la estrategia correcta puede acarrear graves consecuencias. A pesar de que los elementos tiempo y tec- nología han logrado modificar el teatro de gue- rra, continúa el debate entre quienes abogan por la estrategia de aniquilación y los que defienden la estrategia de desgaste. El ejército estadouni- dense espera emplear la tecnología en asuntos militares para evitar comprometerse en una cos- tosa guerra de desgaste. Sin embargo, les con- viene a sus adversarios potenciales neutralizar las ventajas tecnológicas y forzar a Estados Uni- dos a luchar una guerra de desgaste. La depen- dencia de este país de una fuerza militar reduci- da y profesional, respaldada por la tecnología en asuntos militares, presenta algunos problemas crí- ticos en esta era de compromisos diversos en to- das partes del mundo. La vigencia de la infantería La ventaja brindada por la tecnología depen- de de las circunstancias del combate, incluyendo el teatro de operaciones, el adversario y el objeti- vo. La tecnología no constituye una ventaja decisiva en la guerra de guerrilla, en combate urbano, en operaciones de imposición de la paz y en combate en terreno dificultoso. El arma preferida en todas estas condiciones sigue siendo una fuerza contundente de solda- dos de infantería bien entrenados. Sin embar- go, resulta muy caro mantener a una moderna fuerza de infantería y su despliegue en un con- flicto representa un compromiso nacional de po- tencia y voluntad. Muchas veces las operaciones en terreno urbano o dificultoso, o aquellas condu- cidas contra una fuerza guerrillera, se tornan en contiendas prolongadas en las cuales cualquiera victoria resulta evasiva. A esto se debe sumar el hecho de que el número de soldados de infante- ría estadounidenses disponibles es cada vez menor, debido a la continua reducción de fuerzas del Ejército. A aquellos países o facciones carentes de cos- tosos medios electrónicos, la guerra de guerri- lla les proporciona una forma eficaz de combatir contra un país o coalición dotado de armas y equi- po de tecnología de punta. La guerra de guerri- lla, la cual pone a prueba la voluntad y resisten- cia de una nación, puede neutralizar muchas de las ventajas obtenidas a través de la tecnología más avanzada. Los guerrilleros permanecieron después que Francia se retiró de Argelia e Indo- china; Estados Unidos abandonó su lucha en Viet- nam del Sur, y los soviéticos salieron de Afganistán. La posibilidad de que Estados Unidos se com- prometa en este tipo de guerra aumenta en aque- llas regiones que han sufrido disturbios civiles o
  • 4. Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4, julio-diciembre, 2001 56 La doctrina estratégica militar norteamericana Daniel H. Carrasco Leiva étnicos, tales como Somalia, Ruanda, la ex Yu- goslavia y Haití. Se deben dar varias condiciones para que una guerra de guerrilla triunfe en un conflicto contra una potencia extranjera. Primero, una proporción importante de la población debe apoyar o, como mínimo, aceptar la presencia de fuerzas guerri- lleras nativas. Segundo, debe demostrarse la vo- luntad de sufrir una cantidad importante de bajas, pues la guerra de guerrilla cuesta muchas vidas de los no combatientes. Tercero, los guerrilleros deben contar con una zona segura en donde re- fugiarse y una fuente de reabastecimientos. Lo que no necesitan es una victoria militar. Para el guerrillero, la victoria táctica muchas veces no es más que la supervivencia de la fuerza guerrillera y la voluntad de seguir re- sistiendo al enemigo durante décadas, de ser necesario. El partido que tenga el mayor com- promiso moral –ya sea patriótico, religioso o ideo- lógico- finalmente vencerá en virtud de una moral más alta, mayor tenacidad y la pura voluntad de sobrevivir. A una fuerza dotada de medios tecnológica- mente superiores, en lugar de una abrumadora potencia humana, se le presentan varios desa- fíos si se compromete en una guerra de guerrilla. Primero, las líneas de comunicaciones, ciudades, bases e infraestructura civil deben ser asegura- das, lo cual requiere el empeño de fuerzas terres- tres más que el empleo de la tecnología. El grue- so de la fuerza se comprometerá en misiones de seguridad. Segundo, el equipo, la estructura y el entrenamiento de las fuerzas deben ser readecuados para enfrentar a una fuerza guerri- llera. Tercero, los sistemas que permiten lograr la victoria en combate, tales como tanques moder- nos, aeronaves de alto rendimiento y proyectiles de artillería guiados por láser, tienen poco efec- to contra una fuerza guerrillera que conoce ca- balmente el teatro de operaciones. Cuarto, ventajas como la sofisticación tecnológica, adies- tramiento, apoyo material y superioridad numéri- ca, no producen la victoria en una guerra de gue- rrilla. La fuerza convencional también debe po- seer fortaleza psicológica, tenacidad y paciencia, y estar motivada para enfrentar un combate pro- longado, el cual finalmente quizás no sea su pro- pia lucha. La población que apoya a la fuerza con- vencional también debe tener paciencia y creer en la rectitud de la causa. Los ejércitos modernos por lo general tratan de evitar todo combate urbano,debido a los gas- tos que conlleva en personal, medios logísticos, y tiempo. El combate urbano puede formar parte de una guerra de guerrilla, así como se puso de manifiesto en Chechenia y Somalia; por otra parte, también puede ser librado por fuerzas con- vencionales. Cualquiera que sea la situación, la tecnología desempeña un papel mínimo en la bru- talidad de una lucha urbana, la cual exige el com- promiso de grandes fuerzas de infantería en com- bate casa por casa. En el caso eventual de que los civiles permanezcan en la ciudad durante el combate, tal situación exigirá una mayor cantidad de fuerzas terrestres convencionales para aten- der las necesidades de la población. Combate en terreno accidentado. Las ven- tajas que puede brindar la tecnología son pocas en selvas y junglas densas, montañas y panta- nos. Las armas convencionales, equipo de cam- paña y de comunicaciones, y medios de trans- porte, muchas veces funcionan con menos efica- cia o incluso dejan de funcionar en este terreno. Las experiencias vividas por Estados Unidos en Vietnam y Camboya demostraron las limitaciones de la tecnología, al mismo tiempo que pusieron de relieve el hecho de que la infantería desmon- tada, aunque se componga de fuerzas conven- cionales o guerrilleras, es el elemento más eficaz en terreno dificultoso. Opciones basadas en tecnologías baratas Una nación o grupo que enfrenta una fuerza dotada de medios de tecnología avanzada no tie- ne que poseer sistemas igualmente sofisticados. Tiene la posibilidad de obtener ciertos sistemas de “baja tecnología” de los traficantes en armas, los que les posibilitarán neutralizar o, como míni- mo, contrapesar la ventaja tecnológica de su ad- versario. Antes de la Guerra de las Malvinas, el Ejército argentino sólo contaba con cinco misiles tipo Exocet. Gran Bretaña, por su parte, se dedi- có tanto a proteger sus buques clave –a saber,
  • 5. Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4,julio-diciembre, 2001 57 ANALISIS los portaavionesHMS Hermes y HMS Invincible- contra la amenaza presentada por los misiles Exocet, que Argentina pudo concentrarse en el remanente de la flota y averiar o hundir 14 bu- ques británicos con bombas convencionales. Si las bombas hubieran tenido espoletas navales, Argentina podría haber hundido más buques. Los temidos misiles Exocet lograron hundir el buque contenedor AtlanticConveyor y el destructorHMS Sheffield. Los sistemas basados en la tecnología más avanzada muchas veces dependen de una canti- dad limitada de sistemas de apoyo. Por ejemplo, la pérdida, interferencia o neutralización de va- rios satélites pueden dejar paralizado el Sistema de Posicionamiento Global (GPS) que tan crítico es en un teatro de operaciones. Abundan esce- narios hipotéticos basados en un grupo de ex- pertos en computación resueltos a obtener acce- so y posiblemente control de un sistema de co- mando y control de alta tecnología, para luego poder negarle a su dueño el uso de su propio equipo. Es más, ciertos sistemas relativamente baratos y fáciles de conseguir pueden derrotar sistemas costosos de alta tecnología. Una buena cantidad de misiles móviles de su- perficie a superficie poco precisos, pero difíciles de detectar y con carga química o de municiones capaces de abrir cráteres, pueden impedir el em- pleo de campos de aviación por parte de una fuer- za equipada de los medios de más alta tecnología. Los misiles crucero pueden imposibilitar a una fuerza de alta tecnología el empleo de los golfos marítimos y puntos restrictivos. Las sencillas mi- nas marítimas como aquellas empleadas por los iraquíes para derrotar a un crucero clase Aegis de la Armada estadounidense y un porta helicóp- teros durante la Guerra del Golfo Pérsico, aún son eficaces en algunas situaciones. Hace ya 50 años que existe la tecnología re- querida para la manufactura de cabezas de gue- rra atómicas. Su producción es cuestión más bien de ingeniería que de conocimientos científicos. El arma atómica quizás represente la contramedida primitiva a la superioridad tecnológica estadouni- dense, de forma que este país tal vez se encuen- tre en oposición a su propia doctrina de respues- ta flexible. La sola posesión de estas armas pue- de ser suficiente para darle a una nación o grupo el poder de influir o disuadir al gobierno de una fuerza de alta tecnología. El arma o sistema de armas decisivo no se ha inventado, y lo más probable es que nunca exis- ta. Cada avance tecnológico implica el desarrollo de una contramedida para neutralizarlo. La gue- rra y la preparación para su conducción son pro- cesos dialécticos que involucran las acciones y contraacciones de las partes beligerantes. El poder de la alta tecnología Una fuerza equipada de medios de alta tecno- logía puede ser igualada o incluso superada me- diante el empleo hábil de contramedidas econó- micas, sociales o comunicacionales. Sadam Hussein intentó aprovecharse de una contramedida económica y ecológica cuando or- denó incendiar los campos petrolíferos en Kuwait, aunque esta acción no sirvió en beneficio de su causa. La muerte de la hija “adoptada” del líder de Libia, Moamar al-Gaddafi, producto de los ata- ques aéreos de Estados Unidos, disminuyó el apoyo desde un inicio débil de los europeos para el ataque. Los norvietnamitas y el Vietcong com- batieron a las fuerzas estadounidenses con una ofensiva propagandística, en la cual diseminaron fotografías de aldeas en llamas, niños atormen- tados y políticos corruptos de Vietnam del Sur. Este tema resonó en los medios de comunica- ción occidentales, y la agresión de Vietnam del Norte quedó abrumada por el tema más amplio de la intervención inútil de Estados Unidos en una guerra asiática. El objetivo de una contramedida económica, comunicacional o sociales ejercer influencia en los líderes políticos y la población nacional de la fuerza de alta tecnología. La finalidad es evitar que esta fuerza se emplee, o bien impo- nerle graves limitaciones a su eficacia a tra- vés de la implantación de zonas de no fuego, reglas de enfrentamiento y largas treguas pro- ducto de interminables negociaciones.
  • 6. Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4, julio-diciembre, 2001 58 La doctrina estratégica militar norteamericana Daniel H. Carrasco Leiva Los efectos de la tecnología, sus bondades y desventajas Las naciones o grupos más grandes, cuando se enfrentan a una potencia tecnológica, tal vez tengan que aceptar sufrir muchas bajas en un esfuerzo por agotar los sistemas técnicos de sus adversarios e infligir bajas. Una nación con un ejército reducido y profesional no puede luchar una guerra prolongada y finalmente debe movili- zar al componente de Reserva y a nuevos conscriptos. Con el fin de prolongar el conflicto, la nación menos tecnológicamente avanzada acepta una cantidad desproporcionada de bajas. En un conflicto prolongado, una fuerza de alta tecnología inevitablemente se convierte en una fuerza de baja tecnología, debido a que los siste- mas de armas de alta tecnología se desgastan en forma más rápida de lo que pueden ser reem- plazados. A pesar de que los componentes de estos sistemas requieren extensos esfuerzos de mantenimiento, la demanda por estos componen- tes es mayor que las capacidades existentes para su mantenimiento. El empleo continuo de los sis- temas de armas aumenta la proporción de fallas de los subsistemas de alta tecnología. Además, los sistemas de alta tecnología optimizados en un teatro de operaciones quizás no sean los más aptos en otro teatro. El empleo de estos sistemas degradados aumenta sus posibilidades de des- composición. Después de varias semanas o me- ses de combate, la situación de los medios de mantenimiento y la reducción de las existencias en el teatro de guerra pueden obligar a una fuer- za de alta tecnología a luchar con sistemas par- cialmente funcionales, de una forma relativamente primitiva. Una nación puede librar un conflicto con éxito cuando planifica lograr el éxito político sin obtener una victoria militar. Egipto hizo esto en su guerra con Israel en 1973. Israel había ob- tenido una victoria decisiva contra Egipto en 1967 y planificó con confianza librar la próxima guerra de la misma forma. Egipto determinó cómo con- trarrestar los medios de inteligencia, potencia aérea y fuerzas blindadas de Israel y resolvió ga- nar una batalla, pero no planificó ganar la guerra. Aunque Egipto no triunfó en la guerra de 1973, los tremendos mejoramientos en su desempeño militar sorprendieron a Israel, produciendo un co- lapso del gobierno israelí y un tratado de paz que le devolvió toda la península del Sinaí a Egipto. Bibliografía consultada 1. Coronel General Anatoli Alanasyevich Shirko. 2. Charles E. Heller y William A. Stofft,America’s First Battles. 1776-1965 (Lawrence, Kansas: University Press of Kansasm 1988), pág. Xiii. 3. La experiencia rusa en Chechenia del Mayor Ray Finch, “Una cara del combate del futuro: El combatiente checheno Shamil Basayev”. 4. Richard J. Newman, Warfare 2020 y Battles without Soldiers?. 5. Caspar Weinberger y Peter Schweizer, The Next War (Washington, DC: Regnery Publishing Inc., 1995). 6. La Guerra del Golfo Pérsico fue una operación terrestre de aniquilación después de una campa- ña aérea de desgaste. Esta última se condujo en dos fases: desarticulación seguida de desgaste. La guerra fue limitada, tanto en su alcance como en su objetivo. El objetivo fue la expulsión del Ejér- cito iraquí de Kuwait; no fue la rendición incondi- cional de Iraq (nota del autor). 7. Teniente Coronel Lester W. Grau, “Continuity and Change: A Soviet General Staff View of Future Theater War”, Military Review 16. Richard Betts, “The Downside of the Cutting Edge”,The National Interest (otoño de 1996). 8. George W. Gawrych, “The 1973 Arab-Israeli War: The Albatross of Decisive Victory”, Leavenworth Paper nro. 21 (Fuerte Leavenworth, Kansas: Instituto de Estudios de Combate, 1996. Nota 1. Brigadier (r) del Ejército de Chile.