Bélgica es un pequeño país europeo que se está desquebrajando debido a sus tres idiomas oficiales y ocho parlamentos distintos. La reforma federal de 1993 transfirió poder a las regiones flamenca y valona y sus respectivos parlamentos, lo que ha debilitado al gobierno nacional y generado inestabilidad política. Los arquitectos de esta reforma ahora se arrepienten de haber descentralizado tanto el poder belga.