Este documento es una carta abierta de Brian McLaren a los escritores de canciones de adoración, en la que los exhorta a explorar nuevos temas teológicos y espirituales en sus letras para guiar a la iglesia en la transición posmoderna. Sugiere que se enfoquen menos en temas personalistas y más en la escatología, la misión, la espiritualidad histórica cristiana y alabar a Dios por lo que hace por el mundo entero, no solo por el individuo.
Carta abierta a los escritores de canciones de adoración
1. Carta abierta a los escritores de
canciones de adoración
Brian McLaren
Esta carta abierta apareció por primera vez en Worship Leader
Magazine (www.worshipleader.com) y ha sido adaptada y usada
con permiso de Brian McLaren (brianmclaren.net).
Envío un saludo a mis compañeros escritores de canciones,
compañeros adoradores, compañeros líderes de adoración,
compañeros músicos/artistas y compañeros seguidores de
Jesús.
En los últimos años he tenido el privilegio de estar “en el
camino” mucho tiempo, mayormente hablando con jóvenes
líderes emergentes. Supongo que me pidieron hablarles gracias
a algún cupo para personas de más de cuarenta años, y
también porque muchos líderes emergentes están luchando con
la posmodernidad, un tema que me llevó a perder gran parte de
mi cabello en mi lucha personal con él, y acerca del cual he
escrito algunos libros. Cuando estoy en casa, soy pastor en una
iglesia que se ha comprometido a ingresar a la transición
posmoderna y encarar sus problemas osadamente y
confiadamente. Digo “osadamente y confiadamente”, sabiendo
que aún no hay mapas para guiar a la iglesia en esta aventura,
así que en realidad no tenemos ninguna idea de adónde nos
dirigimos, excepto que estamos intentando seguir a Jesús.
Supongo que nos sentimos como los hijos de Israel, cuando
dejaron el Egipto de la modernidad y cruzaron el mar hacia el
desierto desconocido... estamos confiando en que una columna
de nube y una columna de fuego, enviados por Dios, nos
guiarán de día y de noche.
Uno de los beneficios adicionales de viajar es que, como músico,
realmente he disfrutado de escuchar muchísimas bandas de
adoración y líderes de adoración, y he pasado literalmente horas
en prácticamente cada evento siendo guiado en adoración. Creo
poder compartir muchas observaciones y afirmaciones con
ustedes, que son líderes de adoración. Hay muchas tendencias
alentadoras, junto con algunos problemas persistentes. Pero
hay una observación que se destaca. En realidad, es un pedido
más que una observación, un pedido para que los escritores de
2. canciones entre nosotros exploren y luego nos guíen hacia un
nuevo territorio lírico/espiritual.
Uno escucha muchas quejas acerca de música poco
convincente, letras trilladas, poca profundidad teológica, etc. en
el mundo de la música cristiana contemporánea. Algunas de
estas quejas vienen de personas que secretamente quisieran
que volviésemos a cantar himnos, como se hacía en la década
del 50 (1800 o 1900, elijan ustedes). No me interesa quejarme,
y me interesa poco la década del 50 (salvo tal vez la del
2050). No, lo que busco es lo siguiente. Muchos de nosotros
creemos que estamos ingresando (o ya hemos ingresado) a un
importante período de transición teológica/cultural/espiritual,
muy posiblemente de tanta importancia histórica como el
período de la Reforma, cuando el mundo medieval cedió al
mundo moderno. Ahora, al ceder el mundo moderno al
posmoderno, deberíamos esperar ver una revolución en la
teología (al final, ayudándonos a ser más bíblicos, más
espirituales, más eficaces en nuestra misión; y, por favor, Dios,
más claros acerca de cuál es nuestra misión). Pero se nos
presenta un problema.
En el mundo moderno, la teología era hecha por eruditos, y se
expresaba en libros y conferencias. En el mundo posmoderno,
muchos creemos que los teólogos tendrán que dejar la
biblioteca más frecuentemente y mezclarse con el resto de
nosotros. Y los mejores de entre ellos se tomarán de las manos
con poetas, músicos, cineastas, actores, arquitectos,
diseñadores de interiores y paisajistas, bailarines, escultores,
pintores, novelistas, fotógrafos, diseñadores de páginas Web, y
todos los hermanos y hermanas artísticos posibles... no sólo
para comunicar una teología posmoderna y cristiana... sino
también para discernirla y descubrirla. Porque un cambio
importante de esta transición es el cambio del cerebro izquierdo
al cerebro entero, del racionalismo reduccionista y analítico a un
holismo teológico más amplio, una teología que trabaja en la
mente y el corazón, el entendimiento y la imaginación, la
proposición y la imagen, la claridad y el misterio, la explicación
y la narración, la exposición y la expresión artística.
Nuestros escritores de canciones pueden jugar un papel
espiritual clave en arraigar esta teología más holística en
nuestro pueblo.
Pero, lamentablemente, al sentarme en una multitud de lugares
escuchando (y generalmente participando) en largos tiempos de
3. adoración en todo el país, he sentido que las letras de nuestras
canciones raramente nos guían hacia este nuevo territorio. En
cierta forma, nos están reteniendo. Por favor, se los ruego, no
escuchen esto como una crítica, sino como una sugerencia –un
pedido amable pero sentido del corazón– para cambiar.
Déjenme ser específico. Demasiadas de nuestras letras son
embarazosamente personalistas, acerca de Jesús y yo. La
intimidad personal con Dios es un avance asombroso por sobre
una recitación fría, abstracta, rígida de un dogma. Pero esa no
es toda la historia. De hecho –y esto podría sacudirlos–, no es,
en el nuevo mundo emergente posmoderno, necesariamente el
principal punto de la historia. Una canción de adoración popular
que he escuchado en muchos lugares en los últimos años (y que
cantamos en Cedar Ridge, donde pastoreo) dice que la
adoración “tiene todo que ver con Ti, Jesús”.
Independientemente de esa frase, realmente uno siente la
adoración, pero el cristianismo, en general, “tiene todo que ver
conmigo, yo y yo”.
Si dudan de lo que estoy diciendo, presten atención la próxima
vez que estén cantando en adoración. Se trata de cómo Jesús
me perdona, me abraza, me hace sentir su presencia, me
fortalece, me sostiene cerca, me toca, me revive, etc., etc.
Ahora, todo esto está bien. Pero si un extraterrestre de Marte
fuera a observarnos, creo que diría una de dos cosas: a) estas
personas son todas levemente disfuncionales y necesitan mucha
terapia de abrazos (lo cual es irónico, porque se encuentran
entre las más ricas del mundo y han sido bendecidas en todo
sentido más que ningún grupo de la historia) o b) no les importa
un bledo el resto del mundo, que su religión/espiritualidad los
hace tan egoístas como cualquier no cristiano, en lo espiritual
más que en lo material. No creo que ninguna de estas
acusaciones sea tan cierta como le parecería a un observador
marciano; más bien, considero que nosotros, los escritores de
canciones, seguimos escribiendo canciones como éstas porque
creemos que es lo que la gente quiere y necesita. Lo que da
miedo es que, aun cuando yo no crea que estas acusaciones
sean completamente verdaderas... podrían volverse más
verdaderas a menos que tomemos alguna acción correctiva y
busquemos un mejor equilibrio. Es embarazoso reconocerlo,
pero algunos de nosotros estamos pensando ahora mismo: “Si
la escritura de canciones espirituales no tiene que ver con una
intimidad profunda y personal con Dios, ¿qué más hay?”.
Déjenme ofrecerles una lista de temas bíblicos que considero
4. que haríamos bien en explorar en nuestras letras:
1. Se sorprenderán de escucharme mencionar la “escatología”
primero, y déjenme asegurarles que no quiero decir ponerle
música a la última novela apocalíptica. (¡Por favor! ¡No! ¡No
eso!). Al hablar de escatología (que significa el estudio del final
o meta hacia el cual se mueve el universo), quiero decir la
visión bíblica del futuro de Dios que nos está atrayendo hacia sí
mismo. Para muchos de ustedes, criados como yo entre las
escatologías modernas recientes, les sorprenderá escuchar que
hay un enfoque completamente nuevo de la escatología que
está emergiendo (guiado por algunos teólogos como Walter
Brueggeman, Jurgen Moltmann y los “teólogos de la
esperanza”.) Este enfoque no se mete con gráficos “modernos”
o predicciones inciertas. Más bien, se baña en la poesía bíblica
de Isaías, Jeremías, Apocalipsis... una poesía que, cuando entra
en nosotros, planta una visión de un mundo muy diferente y
mejor que el nuestro. Y cuando esta esperanza crece y se
arraiga en nosotros, nos volvemos agentes de ella. ¡Qué gozo
puedo imaginar expresado en canciones que capturan el espíritu
de Isaías 9:2-7, 25:6-9, 35:1-10, 58:5-14! ¿Quién escribirá
estas canciones? Necesitan ser escritas, porque las personas
necesitan esperanza. Necesitan una visión de un buen futuro.
Necesitan tener en su imaginación imágenes de la celebración,
la paz, la justicia y la integridad hacia los cuales nuestro mundo
sombrío, conflictuado, contaminado y fragmentado debe
moverse. Esto es muchísimo más grande que hablar de que voy
a estar en el cielo. No se trata de nubes e imágenes etéreas de
otro mundo. Métanse en esos pasajes, escritores de canciones...
y dejen que su corazón sea inspirado para escribir canciones de
esperanza, canciones de visión, canciones que alojen en
nuestros corazones un sueño de un futuro que ha sido olvidado
por demasiado tiempo... el sueño de la llegada del reino de
Dios, de la voluntad de Dios hecha en la tierra como en el cielo.
2. Tal vez se sorprendan igualmente al escucharme sugerir que
necesitamos canciones de misión. Muchos de nosotros creemos
que un sentido nuevo y mayor de misión (no sólo misiones, y no
sólo evangelismo, sino misión: participar en la misión de Dios,
el reino de Dios, que es tanto más grande y grandioso que
nuestros pequeños proyectos de autobombo organizacional) es
el elemento clave necesario al ingresar al mundo posmoderno.
Esto es un golpe al corazón de nuestra cultura consumista, que
tiene “todo que ver conmigo, todo conmigo, yo y yo”. Jesús vino
no para ser servido sino para servir... y, así como Él fue
5. enviado, nos envió a nosotros al mundo. El corazón mismo de
nuestra identidad como iglesia en la nueva teología emergente
no es que somos el pueblo que ha sido escogido para ser
bendecido, salvado, rescatado y bendecido todavía más. Esta es
una herejía propia de una verdad a medias que nuestras
canciones corren el peligro de difundir y arraigar cada vez más
en nuestro pueblo; inadvertidamente, por supuesto. No, el
corazón de nuestra identidad como iglesia en la nueva teología
emergente es que somos el pueblo que ha sido bendecido
(como lo fue Abraham) para ser bendición, bendecidos para que
podamos transmitir bendiciones al mundo.
Para muchos de nosotros, el mundo existe para la iglesia. Es
como una mina a cielo abierto de donde son extraídas las
personas para construir la iglesia, que es lo que realmente
importa. En la nueva teología y espiritualidad posmodernas
emergentes, esa imagen es terrible. Refleja el ultraje y el
saqueo del entorno realizado por nuestras modernas empresas
industriales. En esta imagen, la iglesia es otra industria,
tomando y tomando para su propio provecho. Cuán diferente es
la imagen de la iglesia como comunidad apostólica, enviada al
mundo como las manos, los pies, los ojos, la sonrisa y el
corazón de Cristo. Necesitamos canciones que celebren esta
dimensión misional. ¡Buenas canciones, y muchas!
Para inspiración, debemos volver a la Biblia y leer a los profetas
y los evangelios, identificándonos con su corazón por los pobres,
los necesitados, los quebrantados. ¿No deberían estos temas ser
expresados en canción? ¿No merecen esa dignidad? Mientras
escribo, me viene este pensamiento: tal vez hemos
sobreenfatizado tanto el papel de las canciones en la adoración,
con exclusión de muchas otras opciones litúrgicas (poesía,
oraciones históricas, silencio, lectura meditativa, etc.), que
hemos olvidado el papel de la canción en la enseñanza.
¿Recuerdan Colosenses 3, donde Pablo habla de cantar las
enseñanzas de Cristo unos a otros en canciones del espíritu? 3.
Tal vez se sorprendan igualmente al escucharme recomendar
que redescubramos la espiritualidad cristiana histórica y que la
expresemos en nuestras letras. Como nos están enseñando
Robert Webber, Thomas Odin, Sally Morgenthaler y otros, hay
una riqueza de escritos espirituales históricos, incluyendo
muchas oraciones hermosas, que claman por ser traducidos a
canciones contemporáneas. Cada era de la historia tiene ricos
recursos que ofrecer, desde el período patrístico al período
puritano, pasando por el período celta. En cada página de
6. Tomás de Kempis, en cada oración de los grandes santos
medievales, hay inspiración esperándonos... y cuando
consideramos las letras repetitivas y formulistas que están
cantando millones de cristianos (porque eso es lo que estamos
escribiendo, amigos), la oportunidad perdida es desgarradora.
Estas “voces peregrinas” ensancharán nuestros corazones y las
enriquecerán inconmensurablemente... y terminarán
convirtiéndose en lo que realmente son, las voces de amigos, de
hermanos y hermanas, si los invitamos a nuestra adoración
mediante canciones.
4. Probablemente les sorprenda menos escucharme decir que
necesitamos oraciones que simplemente traten de Dios...
canciones que pongan a Dios en el foco, por así decir, de Dios
como Dios, el carácter de Dios, la gloria de Dios, no sólo por la
gran tarea que está haciendo Él para que me sienta bien. Y,
similarmente, necesitamos canciones que celebren lo que Dios
hace por el mundo –todo el mundo–, y no sólo para mí, o
nosotros. Si no tienen idea de lo que estoy diciendo, lean los
salmos, porque les encanta celebrar lo que el Señor hace por
toda la tierra, no sólo el pueblo de Israel. Muchas de las
canciones que necesitamos también celebrarán a Dios como
Creador... un tema importante en la Biblia, pero no para la
mayoría de nuestras iglesias. Hemos carecido de una buena
teología de la creación en la era moderna, y necesitamos
escritores de canciones/artistas y teólogos que se unan en la
cultura emergente para celebrar a Dios como Dios de la
creación, no sólo 15.000 millones de años atrás (o cuando haya
sido) sino hoy, ahora... el Dios que conoce los gorriones que
caen, cuya gloria aun resplandece en el relámpago, cuya
bondad aun cae como el rocío de la mañana, cuyos misterios
siguen reflejándose en las profundidades del océano y en la
vasta extensión del cielo nocturno.
5. También debería mencionar las canciones de lamento. La
Biblia está llena de canciones que lloran, canciones más tristes
que los blues, canciones que sienten la agonizante distancia
entre lo que esperamos y lo que tenemos, entre lo que
podríamos ser y lo que somos, entre lo que creemos y lo que
vemos y sentimos. La sinceridad es perturbadora, y las
canciones de lamento no siempre terminan con la típica frase
trillada de una tarjeta de saludo para tratar de mitigar el dolor.
A veces pienso que estamos demasiado felices; la única forma
de volvernos más felices es volvernos más tristes, sintiendo el
dolor de los enfermos crónicos, los desesperadamente pobres,
7. los enfermos mentales, los solitarios, los viejos y los olvidados,
las minorías oprimidas, la viuda y el huérfano. Este dolor
debería abrirse camino en el canto, y estos cantos deberían
abrirse camino en nuestras iglesias. Lo amargo hará más dulce
lo dulce; sin lo amargo, lo dulce puede volverse empalagoso, y
demasiadas de nuestras iglesias se parecen a Disneylandia. ¿Es
mucho pedir que seamos más sinceros? Dado que la duda forma
parte de nuestras vidas, dado que el dolor y la espera, y la
desilusión aún no resuelta son parte de nuestras vidas, ¿no
pueden estas cosas verse reflejadas en las canciones de
nuestras comunidades? ¿Acaso cuando cantamos
interminablemente acerca de la celebración no pierde su
vitalidad (y aun su credibilidad) si no cantamos también acerca
de la lucha?
Ya que estoy, permítanme ofrecer algunas observaciones y
pedidos con relación al estilo. Repito, no estoy tratando de ser
crítico, sino ayudar y ofrecer formas en las que ustedes, con sus
dones, puedan servir mejor a la iglesia y nuestra misión en
estos tiempos de transición. Lo haré en forma de
preguntas. Primero, ¿puedo sugerir que dejemos
definitivamente y completamente el español de Reina-Valera en
nuestras nuevas letras, aun cuando escojamos retenerlo en las
viejas? No hace falta agregar más.
Segundo, ¿puedo sugerir que tengamos cuidado acerca de usar
lenguaje bíblico gratuitamente: Sion, Israel, iniquidad,
justificación, etc.? Si existe una buena razón para usar estos
términos, es decir si los estamos usando intencionalmente, y no
sólo para darle un “toque espiritual”, está perfecto. En caso
contrario, si podemos encontrar términos e imágenes
contemporáneos que pueden comunicar más sucintamente,
sentidamente, inmediatamente y profundamente a las personas
que no cuentan con muchas horas de banco... entonces,
usémoslos, en el espíritu de 1 Corintios 14, donde la
inteligibilidad para el buscador espiritual es una virtud del
evangelio. Tercero, ¿puedo sugerir que, en la era de matanzas
en las escuelas y de fundamentalismo islámico, nos cuidemos de
usar la terminología de la jihad y la guerra santa? Supongo que
hay un tiempo y lugar para estas cosas, pero no creo que sea
éste. A todos nos hace falta una fuerte dosis de “paz
anabautista” en este momento, en mi opinión.
Cuarto, musicalmente, ¿soy el único al que le gustaría más
variedad rítmica? ¿Por qué soy tan bendecido por bateristas y
percusionistas creativos dondequiera que vaya? Quinto,
8. ¿podrían nuestros líderes de adoración enriquecer la experiencia
musical leyendo la Biblia, grandes oraciones de la iglesia
histórica, credos, confesiones y poesías sobre fondos musicales?
Tal vez no les guste la música rap, pero está tratando de
decirnos algo acerca del poder perdurable de la palabra
hablada, es decir la palabra hablada bien elegida. (Tenemos
demasiadas palabras mal elegidas ya; creo que estarán de
acuerdo conmigo.)
Y, finalmente, ¿podrían nuestros compositores de letras
comenzar a leer buena poesía, buena prosa, para que puedan
estar sensibilizados a los poderes del idioma, la gracia de una
frase bien trabajada, la delicia de descubrir una imagen, o la
estocada, el golpe, la caricia o el sacudón que son posibles si
luchamos un poco más y nos estiramos un poco más en busca
de la palabra que realmente quiere ser dicha desde nuestro
interior? Tristemente, si bien muchas de nuestras canciones
tienen una música cada vez mejor, las letras siguen pareciendo
una sarta de frases trilladas vinculadas entre sí con un
detestable reciclado de lenguaje plástico e intrascendencia de
papel. ¿Acaso nuestro Dios, nuestra misión, nuestra comunidad
no merecen una calidad lírica mayor que la que estamos
ofreciendo hasta ahora?
Gracias por considerar estas cosas. Espero que sea el comienzo
de una conversación seria y continua. Su consiervo
Brian McLaren
Traducción: Alejandro Field (field@fibertel.com.ar)