El documento resume brevemente la historia y cultura de Grecia y Roma antiguas, incluyendo detalles sobre la arquitectura, literatura, escultura y otros aspectos de las civilizaciones minoica, micénica, clásica, helenística, romana primitiva y el Imperio Romano. Se mencionan obras literarias importantes como la Ilíada, la Odisea y la Eneida, así como autores como Homero, Safo, Sófocles y Cicerón. También se describen yacimientos arque
2. Grecia Antigua - Minoica
Arquitectura - Cerámica - Pinturas
Micenas
Literatura - Lenguas
Homero: Iliada - Odisea
Drama - Comedia
Hesiodo - Jenofonte
Grecia cásica
Arquitectura - Escultura - Cerámica
Helenismo
Roma
Roma y Pompeya
Arquitectura - Ordenes - Vitruvio
Escultura
Literatura
Ciceron - Virgilio - La eneida
Estóicos
Grecia y roma en el cine
25 Abril Clase Nº 3
16. GRECIA
Iliada
Así dijo. Gozáronse aqueos y troyanos con la esperanza de que iba a terminar la calamitosa
guerra. Detuvieron los corceles en las filas, bajaron de los carros y, dejando la armadura en
el suelo, se pusieron muy cerca los unos de los otros. Un corto espacio mediaba entre ambos
ejércitos.
116 Héctor despachó dos heraldos a la ciudad para que en seguida le trajeran las víctimas y
llamaran a Príamo. El rey Agamenón, por su parte, mandó a Taltibio que se llegara a las cóncavas
naves por un cordero. El heraldo no desobedeció al divino Agamenón.
121 Entonces la mensajera Iris fue en busca de Helena, la de níveos brazos, tomando la figura
de su cuñada Laódice, mujer del rey Helicaón Antenórida, que era la más hermosa de las hijas
de Príamo. Hallóla en el palacio tejiendo una gran tela doble, purpúrea, en la cual entretejía
muchos trabajos que los troyanos, domadores de caballos, y los aqueos, de broncíneas
corazas, habían padecido por ella por mano de Ares. Paróse Iris, la de los pies ligeros, junto
a Helena, y así le dijo:
130 -Ven acá, ninfa querida, para que presencies los admirables hechos de los troyanos,
domadores de caballos, y de los aqueos, de broncíneas corazas. Los que antes, ávidos del
funesto combate, llevaban por la llanura al luctuoso Ares unos contra otros, se sentaron -
pues la batalla se ha suspendido- y permanecen silenciosos, reclinados en los escudos, con
las luengas picas clavadas en el suelo. Alejandro y Menelao, caro a Ares, lucharán por ti con
ingentes lanzas, y el que venza lo llamará su amada esposa.
CANTO III de la Iliada
18. GRECIA
La Odisea
«Esta es la señal que te manifiesto, aunque no sé si mi lecho está todavía intacto, mujer,
o si ya lo ha puesto algún hombre en otro sitio, cortando la base del olivo.»
Así dijo, y a ella se le aflojaron las rodillas y el corazón al reconocer las señales que le
había manifestado claramente Odiseo. Corrió llorando hacia él y echó sus brazos alrededor
del cuello de Odiseo; besó su cabeza y dijo:
«No te enojes conmigo, Odiseo, que en lo demás eres más sensato que el resto de los
hombres. Los dioses nos han enviado el infortunio, ellos, que envidiaban que gozáramos
de la juventud y llegáramos al umbral de la vejez uno al lado del otro. Por esto no te irrites
ahora conmigo ni te enojes porque al principio, nada más verse, no te acogiera con amor.
Pues continuamente mi corazón se estremecía dentro del pecho por temor a que alguno de
los mortales se acercase a mí y me engañara con sus palabras, pues muchos conciben
proyectos malvados para su provecho
33. GRECIA
Grecia clásica 550 A.c. - 320 A.c
Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos,
que anduvo errante muy mucho después de Troya sagrada asolar;
vió muchas ciudades de hombres y conoció su talante,
y dolores sufrió sin cuento en el mar tratando
de asegurar la vida y el retorno de sus compañeros.
Mas no consiguió salvarlos, con mucho quererlo,
pues de su propia insensatez sucumbieron víctimas,
¡locas! de Hiperión Helioslas vacas comieron,
y en tal punto acabó para ellos el día del retorno.
Diosa, hija de Zeus, también a nosotros,
cuéntanos algún pasaje de estos sucesos.
La Odisea - Atribuida a Homero
Me parece semejante a los dioses aquel
que frente a tí
está sentado y te escucha cerca de tí,
que cantas dulcemente una historia
y ries amable; tu risa me
ha desgarrado el corazón en el pecho.
Pues cuando te miro a tí un instante, entonces me parece
que no puedo decir ni una palabra más,
sino que silenciosamente mi lengua se ha roto ,
y de pronto un fuego sutil se ha extendido bajo mi piel,
no veo nada con mis ojos
y mis oídos zumban.
Un sudor frío me resbala hacia abajo y un estremecrrmento
se apodera de todo mi cuerpo. y estoy más pálida
que la hierba, y me parece que me falta poco
par estar muert
Safo
35. GRECIA
Grecia clásica 550 A.c. - 320 A.c
Ay!, ¡ay!, ¡qué infortunado soy! ¿A qué rincón de la Tierra me
iré así, desgraciado? ¿ Dónde mi voz podrá llegar? ¡Ay!, destino
mío, ¿dónde me has hundido?
Edipo en Edipo Rey - Sófocles
. ¡Ay, ay, Zeus soberano!, ¡qué larga es la noche! Es interminable.
¿Nunca se hará de día? La verdad es que he oído hace un rato
cantar al gallo, pero los esclavos aún están roncando.
Antes no hubiera pasado esto. ¡Maldita seas, guerra, maldita por
tantas y tantas cosas, cuando ya ni siquiera puedo castigar a
los esclavos!
Tampoco el chico este se despierta en toda la noche. ¡Mira como
ronca bien envuelto con cinco mantas! En fin, si os parece,
vamos a roncar también . (Se acuesta y se tapa.)
Nada, no puedo dormir, ¡pobre de mí!, mordido como estoy por
los gastos, los pesebres y las deudas, por culpa de este hijo.
Él, con su pelo largo, monta, guía el carro y sueña, todo con
caballos. En cambio yo estoy hecho polvo cuando veo que la
luna me trae otra vez el día veinte del mes, pues los intereses
se acumulan . (Va hacia la casa.)
Chico, coge el candil y saca los apuntes de mis cuentas, para
que mire a quién le debo dinero y calcule los intereses.
(Un esclavo trae un candil y las tablillas con las cuentas.)
A ver qué debo. «Doce minas a Pasias». ¿De qué, doce minas a
Pasias? ¿Por qué se las pedí prestadas? Ya está: cuando compré
el caballo señalado con la «coppa». ¡Pobre de mí!, ¡ojalá me
hubiera señalado 3 antes el ojo con una piedra!
66. Roma
¿Hasta cuándo has de abusar de nuestra paciencia,
Catilina? ¿Cuándo nos veremos libres de tus
sediciosos intentos? ¿A qué extremos sé arrojará tu
desenfrenada audacia? ¿No te arredran ni la nocturna
guardia del Palatino, ni la vigilancia en la ciudad, ni
la alarma del pueblo, ni el acuerdo de todos los hombres
honrados, ni este protegidísimo lugar donde el
Senado se reúne1
, ni las miradas y semblantes de todos
los senadores? ¿No comprendes que tus
designios están descubiertos? ¿No ves tu
conjuración fracasada por conocerla ya todos?
¿Imaginas que alguno de nosotros ignora lo que has
hecho anoche y antes de anoche; dónde estuviste; a
quiénes convocaste y qué resolviste? ¡Oh qué
tiempos! ¡Qué costumbres! ¡El Senado sabe esto, lo
ve el cónsul, y, sin embargo, Catilina vive! ¿Qué
digo vive? Hasta viene al Senado y toma parte en
sus acuerdos, mientras con la mirada anota los que
de nosotros designa a la muerte.
Catilinarias - Ciceron
Ciceron
67. Roma
Virgilio
Yo aquel que en otro tiempo modulé cantares al son de la
leve avena, y dejando luego las selvas, obligué a los vecinos
campos a que obedeciesen al labrador, aunque avariento,
obra grata a los agricultores, ahora canto las terribles armas
de Marte y el varón que, huyendo de las riberas de Troya por
el rigor de los hados, pisó el primero la Italia y las costas
Lavinias. Largo tiempo anduvo errante por tierra y por mar,
arrastrado a impulso de los dioses, por el furor de la rencorosa
Juno. Mucho padeció en la guerra antes de que lograse
edificar la gran ciudad y llevar a sus dioses al Lacio, de donde
vienen el linaje latino y los senadores Albanos, y las murallas
de la soberbia Roma
Inicio de la Eneida - Virgilio
68. Roma
Con el tiempo se acostumbra el toro a la reja del
labriego, y por sí mismo humilla la cerviz al corvo
yugo; el corcel impetuoso, con el tiempo obedece a
la flexible rienda, y dócil tasca el duro freno en la
boca; con el tiempo se amansa la fiereza de los leones
africanos, que acaban por perder su nativa ferocidad;
la bestia informe de la India que obedece la
voz de su dueño, vencida por el tiempo, acepta la
servidumbre; el tiempo engrosa las uvas en los largos
racimos, y apenas sus granos pueden contener
el jugo que los hincha; el tiempo transforma la semilla
en áureas espigas, y termina por dar a los frutos
un sabor delicioso; el tiempo desgasta la reja del
arado a fuerza de remover la tierra, quebranta las
duras rocas y hasta el diamante; asimismo mitiga
poco a poco las iras crueles, y aligera los duelos
luctuosos y las penas del corazón
Ovidio - Tristezas
Ovidio
69. Roma
Todos los objetivos que deseas alcanzar en tu progreso puedes ya tenerlos si no te los
regateas a ti mismo y por recelos. Es decir: caso de que abandones todo el pasado,
confíes a la providencia el porvenir y endereces el presente hacia la piedad y la justicia
exclusivamente. Hacia la piedad, para que ames el destino que te ha sido asignado, pues
la naturaleza te lo deparaba y tú eras el destinatario de esto.
Marco Aurelio