instrumentos de mercados financieros para estudiantes
Cómo el dinero actúa en el cerebro como una droga
1. Comportamiento
EL DINERO
puede provocar una costosa adicción
Estudios muestran que actúa en el cerebro como si fuera una droga
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Sábado 21 de marzo de 2009 | Publicado en edición impresa
Mark Buchanan
New Scientist
LONDRES.- quot;Plataquot;, quot;dineroquot;, quot;guitaquot;. Uno podría pensar que son sólo palabras, pero
conllevan una misteriosa fuerza psicológica. Con sólo paladearlas durante unos momentos,
se convertirá en una persona diferente. Pensar en palabras asociadas con el dinero parece
hacernos más independientes y menos inclinados a ayudar a los demás.
Y todavía hay más: manejar efectivo puede disminuir, incluso, el dolor físico. Según distintas
investigaciones, el dinero tiene un potente efecto psicológico que sólo ahora empieza a
estudiarse.
Nuestra relación con el dinero tiene muchas facetas. Algunos parecen adictos a acumularlo,
mientras que a otros les resulta imposible ahorrar para el futuro. Con nuevos estudios
centrados en este punto, se encontró que algunos cerebros reaccionan como lo harían a una
droga, mientras que otros, como frente a un amigo.
Algunos sugieren que el deseo de dinero se puede dinero se puede confundir con nuestro
apetito. Y, por supuesto, como tener mucho dinero se traduce en que puedes comprar
muchas cosas, es un sinónimo virtual del estatus. Tanto que perderlo puede causar
depresión e incluso suicidio. Por eso, un atisbo en la psicología del dinero tal vez puede
mejorar la manera en que nos relacionamos con él.
Esto es todavía más extraño cuando se considera qué se supone que es el dinero. Para los
economistas, es sólo una herramienta para el comercio, para hacerlo más eficiente. Igual
que un hacha nos permite cortar árboles, el dinero es esencial para la creación de los
mercados que, según dicen los economistas, fijan precios desapasionadamente, a cualquier
cosa, desde una hogaza hasta un cuadro de Picasso. Sin embargo, el dinero crea más
pasión, estrés y envidia que cualquier hacha o martillo. Aparentemente no podemos
manejarlo racionalmente, pero ¿por qué?
Valores relativos
Incluso como un simple medio de intercambio, el dinero puede tomar una cantidad de formas
desconcertantes, desde retazos de corteza y plumas hasta monedas de oro, billetes de
diferentes nacionalidades o datos en la computadora de un banco, la manera más fría y
desapasionada de concebirlo.
2. En vez de tratar el dinero simplemente como una herramienta a ser empuñada con
precisión, permitimos que penetre en nuestra mente y accione antiguas áreas emocionales
de nuestro cerebro, en la mayoría de los casos con resultados imprevisibles. Para entender
cómo esto afecta nuestro comportamiento, algunos economistas están empezando a pensar
cada vez más como antropólogos evolucionistas.
Daniel Ariely del Instituto Tecnológico de Massachussets propone que la sociedad moderna
nos presenta dos grupos de pautas de comportamiento. Están las sociales, diseñadas para
mantener relaciones de larga duración, confianza y cooperación. Y las normas de los
mercados, que se centran alrededor del dinero y la competencia, y alientan a las personas a
anteponer sus propios intereses.
El intercambio comercial se ha producido a lo largo de la historia humana, con lo cual es
posible que en nuestros antepasados haya evolucionado una capacidad instintiva para
distinguir entre las situaciones en que hay que manejarse con las reglas sociales y las de
mercado, y esto puede haber pasado mucho antes de la invención del dinero.
Sin embargo, experimentos publicados en 2007 revelaron que incluso el contacto fugaz con
conceptos relacionados con el dinero nos llevan a pensar y comportarnos de acuerdo con
las reglas del mercado.
Un ejemplo es el estudio que realizaron Kathleen Vohs y colegas, del departamento de
marketing de la Universidad de Minnesota. Los estudiantes voluntarios tenían que armar
frases con palabras no relacionadas con el dinero, como quot;fríoquot;, quot;escritorioquot; o quot;afueraquot;, o con
palabras sí relacionadas, como quot;salarioquot;, quot;costoquot; y quot;pagarquot;. Los voluntarios que trabajaron
con las palabras relacionadas con el dinero trabajaron durante más tiempo antes de pedir
ayuda y fueron menos dados a ayudar a sus compañeros que los demás.
Personalidades divididas
quot;El dinero hace que las personas se sientan más autosuficientes -explica Vohs-. Es muy
común que pongan más esfuerzo en obtener resultados personales, y también prefieren
estar separados de los otros.quot; Nuestra parte socialmente correcta puede desaprobar este
tipo de comportamiento, pero es muy útil para nuestra supervivencia. quot;Mientras
mantengamos las normas sociales y las de mercado en caminos separados, la vida
trascurrirá bastante bien -dice Ariely-. Pero cuando chocan, ahí empieza el problema.quot;
La clave es encontrar el equilibrio justo entre estos dos modelos. Muchos estudios
psicológicos encontraron que existe un equilibrio en la búsqueda de las llamadas
aspiraciones extrínsecas (como la fortuna, la fama y la imagen), y las intrínsecas (como la
creación y mantención de relaciones personales fuertes).
quot;El dinero parece poseer poder simbólico como recurso social -opina Vohs-. Le permite a la
gente manipular el sistema social, para conseguir lo que quiere, más allá de que les caigan
bien a los demás.quot; En términos burdos: parecería que el dinero actúa como amigo sustituto.
Los psicólogos Stephen Lea, de la Universidad de Exeter, Reino Unido, y Paul Webley, de la
Universidad de Londres, creen que hay otra explicación para las actitudes obsesivas hacia el
dinero: que actúa sobre nuestra mente como una droga adictiva, que le da el poder de
llevarnos al juego compulsivo, al trabajo obsesivo y a la adicción a las compras. quot;Es una
posibilidad interesante que éstas sean manifestaciones de una adicción más general al
dineroquot;, opina Lea.
3. Lea y Webley proponen que el dinero, como la nicotina o la cocaína, puede activar los
centros de placer del cerebro. Por supuesto, el dinero no entra físicamente en el cerebro,
pero puede funcionar de manera similar a la de un texto pornográfico, que puede excitar no
por estímulos bioquímicos o psicológicos, sino actuando a través de la mente y las
emociones.
Esto se ve en otro extraño descubrimiento. En un intento de darle una explicación evolutiva a
nuestro comportamiento frente al dinero, Barbara Briers, de la escuela de negocios HEC, en
París, y sus colegas decidieron estudiar si nuestro apetito por la plata se relacionaba
directamente con el de la comida.
Hicieron tres descubrimientos: primero, que los voluntarios hambrientos eran menos dados a
donar a la caridad que los que estaban saciados; segundo, que los que tenían grandes
deseos de dinero fueron los que comieron más dulces; y tercero, que las personas daban
menos dinero en un juego cuando estaban en una habitación con olores deliciosos, que
cuando estaban en otra que olía de manera normal. Briers interpreta que esto indica que
nuestro cerebro procesa las ideas sobre el dinero con los mismos mecanismos utilizados
para pensar acerca de la comida, lo que causa que, en nuestra mente, los dos sean
sinónimos.
Todavía falta entender porqué algunas personas se enloquecen a causa del dinero, mientras
que otros no le dan mayor importancia. Los que lo persiguen hasta excluir todo lo demás no
son necesariamente adictos. Algunos pueden ser codiciosos, y otros necesitados, personas
sedientas de status o que lo utilicen para compensar sus problemas sociales. Lo que está
claro es que el dinero, supuestamente una desapasionada herramienta de intercambio,
provoca grandes emociones y conflictos mentales. Ya es tiempo de que los modelos de los
economistas tengan esto en cuenta.