MANUAL PARA OBTENER MI PENSIÓN O RETIRAR MIS RECURSOS.pdf
Direnomia
1. DIRENOMIA
El dinero puede provocar una costosa
adicción
Estudios muestran que actúa en el
cerebro como si fuera una droga
2. Me he encontrado con un artículo que hace referencia a otro
aparecido en la revista New Scientist que hizo que me
acordara de unas palabras del sabio Antonio Escohotado en
la conferencia inaugural de uno de los primeros congresos
sobre juego patológico que se hicieron en España.
Conociendo el peculiar talante del auditorio que ese día
asistía al evento, y que se componía fundamentalmente de
jugadores rehabilitados de asociaciones de autoayuda, me
pregunto como el ponente terminó integro su exposición. Las
palabras a las que me refiero venían a decir que en realidad el
jugador patológico, que por cierto para Escohotado nada tiene
de patológico, es en realidad una especie de anarquista
situado en el seno de una sociedad enferma de
DINEROMANÍA El artículo lo copio y pego del diario
electrónico LA NACIÓN.
Aquí se los dejo:
3. "Plata", "dinero", "guita". Uno podría pensar que
son sólo palabras, pero conllevan una misteriosa
fuerza psicológica. Con sólo paladearlas durante
unos momentos, se convertirá en una persona
diferente. Pensar en palabras asociadas con el
dinero parece hacernos más independientes y
menos inclinados a ayudar a los demás.
Y todavía hay más: manejar efectivo puede
disminuir, incluso, el dolor físico. Según distintas
investigaciones, el dinero tiene un potente efecto
psicológico que sólo ahora empieza a estudiarse.
4. Nuestra relación con el dinero tiene muchas facetas.
Algunos parecen adictos a acumularlo, mientras que
a otros les resulta imposible ahorrar para el futuro.
Con nuevos estudios centrados en este punto, se
encontró que algunos cerebros reaccionan como lo
harían a una droga, mientras que otros, como frente a
un amigo.
Algunos sugieren que el deseo de dinero se puede
dinero se puede confundir con nuestro apetito. Y, por
supuesto, como tener mucho dinero se traduce en
que puedes comprar muchas cosas, es un sinónimo
virtual del estatus. Tanto que perderlo puede causar
depresión e incluso suicidio. Por eso, un atisbo en la
psicología del dinero tal vez puede mejorar la manera
en que nos relacionamos con él.
5. Esto es todavía más extraño cuando se
considera qué se supone que es el dinero. Para
los economistas, es sólo una herramienta para el
comercio, para hacerlo más eficiente. Igual que
un hacha nos permite cortar árboles, el dinero es
esencial para la creación de los mercados
que, según dicen los economistas, fijan precios
desapasionadamente, a cualquier cosa, desde
una hogaza hasta un cuadro de Picasso. Sin
embargo, el dinero crea más pasión, estrés y
envidia que cualquier hacha o martillo.
Aparentemente no podemos manejarlo
racionalmente, pero ¿por qué?
6. ¿Qué nos pasa hoy con el
dinero?
La felicidad no depende de nuestro nivel
adquisitivo, siempre que éste cubra unos
mínimos que nos permitan subsistir, es
decir, comer y dormir. De ahí que uno pueda ser
igual de feliz -o infeliz- tanto en un poblado
indígena de la Amazonia como en el ático más
alto y grande de Manhattan. Es decir, la felicidad
es una actitud y una
elección, independientemente del entorno
material que nos rodea. Breve inciso: esta idea
es mucho más antigua que Punset… Algo me
dice que la ciencia está llegando a conclusiones
que ya andan por aquí desde hace miles de años
7. Ahora bien, la comida y el cobijo también forman
parte de nuestro mundo material, están valorados
en dinero y tenemos que pagarlos con
dinero, que generalmente hemos conseguido a
cambio de trabajo.
Miro a mi alrededor, mis gastos, mis cuentas, y
veo que no todo es comida y piso. Es más, veo
muchas más cosas.
Muebles, teléfono, ordenador, ropa, agua, viajes,
electricidad, libros, gasolina, etc. O sea, que
estoy pagando cada mes por un montón de
cosas las cuales en realidad no me aportan
felicidad.
8. No lo entiendo. No me extraña que vivamos con
la sensación de que alguien nos está tomando el
pelo, generando un conflicto interior entre lo que
aparentemente necesito hacer y lo que en
realidad quiero hacer o estoy preparado para
hacer. Porque la naturaleza me dio suficientes
capacidades para poder buscarme la vida para
comer y dormir cada día y así vivir feliz y además
sobrado de energía, fuerza, ganas,… para un
momento de emergencia, alarma o escasez.
En cambio vivo agobiado, ansioso, pendiente del
qué pasaría si, acumulando más de lo que
necesito realmente y ganando más de lo que
9. Alguien me ha engañado. No sé si será el sistema, mis
padres, la tele, mis profesores, mis amigos,… Desde
pequeñito me han enseñado que de mayor tendría que
trabajar para poder tener dinero -cuanto más mejor- y así
satisfacer mis necesidades básicas. ¿Pero no son sólo
comer y dormir? ¿Qué me ha pasado? A ver si van a ser
Buda, Jesús, Ghandi o Punset los mentirosos
Lo cierto es que tenemos, pagamos y gastamos mucho
más de lo que necesitamos, aunque nosotros creemos
que necesitamos mucho más. Más allá de los intereses
que tienen otras esferas por mantener esa creencia y
necesidades superfluas -aquí el que no gasta es un
rácano o un antisistema-, somos nosotros mismos los que
las aceptamos y participamos en el juego, por lo que
compartimos responsabilidad. Es fácil pensar que
alguien nos toma el pelo -yo acabo de decirlo y además lo
creo, parcialmente-, pero los primeros que nos
engañamos somos nosotros mismos -aquí no vale sólo
indignarse
10. El dinero sí importa
De momento el sistema está basado en el valor
económico que le damos a las posesiones y al
trabajo. No es más que un intercambio, aunque
por desgracia nada equitativo, pero lo es. Cambio
mi trabajo por dinero para después cambiarlo por
cosas. Otro recibirá mi dinero para cambiarlo por
otras cosas, las que él quiera. Y así sigue la
rueda.
Sin embargo, más allá de lo mínimo, esto es
comida y cobijo, y añadiendo salud y
educación, ¿para qué quieres lo demás? No sé
cuáles serán el resto de tus necesidades. Yo
tengo las mías y respeto las tuyas. Ahora
bien, hazme un favor, no las des todas por
buenas o “ciertas”. Replantéatelas.
11. El dinero sí importa. Lo necesitas para cubrir esos
mínimos de subsistencia, los mínimos de la felicidad.
De momento, esas son las reglas del juego -que por
cierto, pueden cambiar-.
Sin embargo, tú eliges cuánto importa. Y créeme;
cuanta más importancia y protagonismo le das menos
posibilidades tienes de ser feliz. Dos consejos:
No pienses tanto en dinero. Es más, no pienses
tanto Siente lo que haces y vive de emociones. La
gran mayoría son gratis: unas risas, una puesta de
sol, un juego, un baño en la playa, un beso, un
poema, una excursión,…
Elimina gastos. ¿Recuerdas lo que era la libertad?
También está la económica. Cuantos más gastos
tienes más esclavo eres, menos libre.