Los padres de niños con necesidades especiales experimentan varias reacciones como sentirse aislados, devastados y confundidos. Inicialmente niegan la situación y culpan a otros. Muestran miedo a lo desconocido, sobre el futuro del niño y si ellos causaron el problema. Esto los lleva a sentir confusión, pérdida de sueño e incapacidad para tomar decisiones. Algunos rechazan al niño o desean su muerte debido a la frustración de no poder cambiar la situación.