1. “EL SOLDADO BOINA ROJA, NO ES UN BURDO SOLDADOTE, NI ES
GORILA, NI ES QUIJOTE, QUE HACE BURLA DEL DEBER; AL CONTRARIO,
ES UN BUEN HOMBRE, DE EXQUISITOS SENTIMIENTOS, DURO Y RAUDO
CUAL LOS VIENTOS, IMBUIDO DE HURACAN, APASIBLE CON AMIGOS,
UNA FIERA EN LA BATALLA, Y SUS IMPETUS ACALLA, SOLO EL GERMEN
DEL GALÁN”.
“LVII” ANIVERSARIO DEL PARACAIDISMO MILITAR ECUATORIANO
Hablar del paracaidista, es hablar de un soldado completamente convencido en
sus ideales, sus valores y sus principios, sabe que el ofrendar su vida por la Patria
es el acto más sublime que permite mantener la soberanía de su nación y la
libertad de su pueblo.
La historia del paracaidismo en el mundo se remonta al año 1.060, donde un
monje inglés, Oliver de Malmesbury, quien desde una torre se lanzo con un
rudimentario paracaídas de su invención, fracturándose las dos piernas en el
intento.
Luego en 1.495, Leonardo da Vinci presentó el primer diseño de paracaídas como
tal, de forma tronco-piramidal, en el que desde las cuatro esquinas inferiores
parten varias cuerdas que se unen en un solo punto en la espalda del lanzador, a
este paracaídas se le denominó "Baldaquino".
Con el pasar del tiempo y miles de intentos surge el paracaidismo como fuerza de
choque militar, fue un asunto netamente alemán, su ejército los utilizo de forma
masiva y con magníficos resultados en la II Guerra Mundial.
Pero fue un 29 de octubre de 1.956, cuando treinta y cinco soldados ecuatorianos,
se atrevieron a dar su primer salto en paracaídas, desde un avión C-47 de la
Fuerza Aérea Ecuatoriana, sobre las inmediaciones de Salinas, comandados por
un “loco soñador”, el Capitán Alejandro Romo Escobar, madurando la idea de
fundar esta nueva especialización en las Fuerzas Armadas Ecuatorianas.
La destreza y fe de estos hombres los llevo a realizar lo que parecía imposible en
aquella época, surcar por los aires cual ave fénix, alejándose de la frialdad de la
tierra y acercándose a la divinidad de Dios, para luego llegar a tierra firme, cruzar
las líneas enemigas, liquidar los abastecimientos, eliminar sus reservas,
cumpliendo así su misión y alcanzar la victoria.
Después de que este puñado de valientes soldados realizara su primer salto en
paracaídas, se origina el Cuerpo de Paracaidistas del Ejército Ecuatoriano con
asiento en Quito, posteriormente se crea un Destacamento Especial de
2. Paracaidistas que incluía a la Escuela de Fuerzas Especiales, con otros dos
similares en Quevedo y Santo Domingo de los Colorados.
En 1.965 los Destacamentos Especiales de Paracaidistas se transforman en el
GFE Nro.1 en Quito, GFE Nro. 2 en Quevedo y el GFE Nro. 3 Sto. Dgo. En 1.986
nace oficialmente la Brigada de Fuerzas Especiales cambiando la denominación
del GFE Nro.1 por GFE Nro. 27, GFE Nro.2 por GFE Nro. 26, GFE Nro. 3 por GFE
Nro.25 hasta la actualidad formando parte también el GEK y la EFE-9 preparando
tropas especiales con los cursos de; paracaidista, comando, jefe de salto, guía de
salto, maestro de salto, salto libre, salto libre operacional, andinismo,
contraterrorismo, francotirador y guía de canes.
El paracaidista es patriota, leal, disciplinado y valiente como los mejores soldados
del mundo, Nos debemos a la nación, porque de ella hemos recibido el estímulo y
el apoyo. La institución militar nos acogió en el honroso oficio de soldados.
El paracaidista es abnegado y creativo, en las unidades de Fuerzas Especiales
nos hicimos soldados e hicimos soldados a otros más; nuestra boina es símbolo
de entrega y trabajo continuo; nuestra ala dorada es sinónimo de superación de
obstáculos y de aporte desinteresado a la Patria.
En este LVII aniversario ratificamos al pueblo ecuatoriano, a la institución militar y
a las generaciones actuales y futuras de paracaidistas que con la ayuda de Dios y
el liderazgo de nuestros mandos mantendremos Nuestro Ecuador libre, digno y
soberano.
La acción de las fuerzas especiales es considerada crucial dentro de la misión del
Ejército ecuatoriano, labor de extrema responsabilidad y peligro, no solo por su
exigente preparación en las artes militares, sino por la constante preocupación en
asimilar una formación académica de alto nivel que permita conocer y analizar el
escenario en conflicto.
La preparación de las Fuerzas Especiales ha respondido cabalmente en los
momentos críticos de la nación, donde la integridad territorial se ha visto
seriamente amenazada, prueba de ello son Paquisha, Mayaycu y Machinaza en el
conflicto de 1.981 y el triunfo indiscutible en el Alto Cenepa en 1.995.
En la actualidad, el avance de la ciencia y la tecnología, llena de cambios
dinámicos y sorprendentes, nos obliga a tener una alta capacitación académica y
militar, que nos permita mantenernos a la vanguardia sin perder espacio en el
desarrollo del Universo.
Las Fuerzas Especiales son también parte de esta valiosa evolución, conscientes
de que hay que innovar, actualizarse y ser mejores, preparándose en cada una de
las esferas de las destrezas físicas y mentales, en Operaciones altamente móviles
patrullajes, operaciones especiales, el empleo de buzos tácticos, alta montaña,
3. operaciones de rescate, entre otros; a más de formar hombres expertos en
habilidades militares, está el capacitarlos en los aspectos académicos con el
objetivo institucional de contar con soldados íntegramente formados, que
coadyuven a la seguridad de la sociedad ecuatoriana.
Llegar a la excelencia no es fácil ni sencillo, demanda un esfuerzo adicional, la
adicción a una mística singular que nos dice al interior que no hay que dar tregua,
ya que el enemigo jamás descansa. Los comandos son un grupo plenamente
comprometido con la Patria, pero también sujetos a sus nobles tradiciones, que
buscan primordialmente dignificar el espíritu de cuerpo, la lealtad, el honor, la
valentía y la sabiduría.
El paracaidista es un soldado que comparte con sus camaradas largas jornadas
de campaña, pero también aquellas de alegría y regocijo entre canciones y
poemas que hacen hinchar su pecho de orgullo y gallardía. Nuestra boina roja, la
cual llevamos con hombría de bien, los bravos guerreros del Ecuador, es símbolo
de sacrificio, honor y entrega, es símbolo del soldado profesional de fuerte
entrenamiento, que en condiciones adversas forma su carácter pero que luego, se
hacen parte de nuestra carrera un tanto sufrida, pero que es nuestra vida y la
queremos como a nada.
Mi coronel Alejandro Romo Escobar, lo hizo convencido de que sus miembros,
instruidos, leales y valerosos seamos la garantía de la Paz de nuestro pueblo y
carta de victoria en la guerra. Es por esto que el manifestó; “Que intentar resolver
el complejo problema que conlleva el arte de la Guerra presente y futura,
ignorando la importancia que tienen los paracaidistas dentro de ella, constituirá un
error muy grave que podría llevarle a todo un Ejército a la derrota y lo que es peor
a todo un pueblo a la pérdida de su libertad”. Por eso los Soldados de Fuerzas
Especiales, hemos permanecido leales a los principios a través del tiempo,
representando la síntesis de los valores a los cuales estamos profundamente
arraigados y que hermanan en un mismo fundamento inexorable al soldado del
Ecuador.
Si me preguntan quién soy, díganles que soy paraca, nacido en cualquier cuartel y
formado en esta casa, y si preguntan quién fui, díganles que fui un soldado, que
vivió y murió valiente, que vivió y murió peleando, que fui de mi patria un sirviente
PARACIADISTA Y COMANDO.
J. FERNANDO ARIAS M.
CAPT. DE I.
CMDO. PARACA.