La lluvia ácida causa efectos devastadores como la acidificación de ríos, lagos y mares que dificulta la vida acuática y el desgaste y muerte de la vegetación, empobreciendo la tierra al arrastrar sus nutrientes. Los contaminantes de fábricas, centrales eléctricas y vehículos generan la lluvia ácida al emitir gases ácidos a la atmósfera.