El documento describe cómo el uso inicial del carbón en los ferrocarriles causó daño ambiental debido al humo de carbono, y cómo la tala de árboles para construir vías férreas aumentó los niveles de CO2. Sin embargo, los trenes de alta velocidad ahora consumen un 29% menos de energía por pasajero que los trenes convencionales, reduciendo las emisiones de CO2.