4. En el corazón de nuestra vida espiritual colocamos
la relación con nuestro Dios Uno y Trino.
Esa presencia cercana y familiar de la Trinidad, que
nos habita y nos invita a vivir en una relación
constante y estable, constituye y forma nuestro
primer hogar. Desde allí aprendemos a vivir como
hijos de Dios y hermanos de todos.
En este misterio de Vida y Amor con nuestro Dios
Uno y Trino encontramos el mejor modelo para
nuestras relaciones fraternas.
la Inhabitación de la
Trinidad
5. la Santísima Eucaristía
En el sacramento de la Eucaristía, se concentra y se
nos entrega el amor divino-humano de nuestro
Dios, y se nos renueva de forma gráfica y palpable
la presencia real de la Trinidad en nosotros.
La Eucaristía es el manantial que significa y realiza
la comunión de todos los hombres en Uno. Es el
sacramento y sacrificio fundamentalmente
constitutivo de la Iglesia y, por tanto, de la Familia
Misionera Verbum Dei.
La Eucaristía será para nosotros fuente y culmen
de nuestra vida fraterna y misión. Alimentados con
el amor de Cristo en el banquete eucarístico, nos
vamos transformando para llegar a ser hermanos
de todos los hombres, creando así una familia
universal.
6. Cristo crucificado -
Cuerpo Místico de Cristo
El Amor del Padre, la voz del Espíritu Santo, el
diálogo constante con Jesús y la mirada atenta de
María proyectan nuestras vidas y nos urgen a
aplicarlas íntegramente sobre el Cristo crucificado
de hoy o Cuerpo Místico de Cristo.
En el encuentro con el Cristo total – cabeza y
miembros – tenemos la composición de
lugar más propia de nuestra oración y misión
diarias.
En el diálogo con Cristo, que conoce la realidad y
necesidad de todos nuestros hermanos, y que
desea hacer llegar su amor a todos, nuestra oración
cotidiana adquiere una nueva forma y significado:
su llamada nos mueve a la misión.
7. María
María, Madre de Jesús y Madre de la Iglesia, es
nuestra verdadera Madre. Por María ha querido Dios
revelar su rostro materno a todos los hombres de la
manera más cercana y familiar, más eficaz y
delicada.
María ocupará siempre un lugar único y
decisivo, imprescindible e insustituible, en nuestra
vida y nuestra misión.
Su presencia acompañará nuestras laboriosas
jornadas misioneras sustentadas por una fe viva y
probada y por el gozo de un esforzado amor
redentor.
9. Revisión
de vida fraterna
La revisión de vida es un medio eficaz para la
vivencia del compromiso fraterno y comunitario,
ayudándonos a realizar el auténtico sentido de
familia fraguada en el amor de Cristo. Es un
verdadero contagio de fe y del amor de Jesús.
En ella, respetando la libertad de cada uno, nos
comprometemos a defender y potenciar al máximo
el desarrollo de cada persona, sus valores y
talentos, para mejor responder a la vocación y
misión a la que el Señor nos ha llamado y
convocado en un común ideal.
10. Ejercicios espirituales
Entre los diferentes medios de espiritualidad,
reconocemos los Ejercicios espirituales en
completo retiro, como uno de los mejores medios
que nos favorecen el desprendimiento y el desierto,
dejando que Dios nos hable al corazón y podamos
conocerlo cada vez más.
En ellos encontramos el mejor ambiente para vivir y
renovar la experiencia del Amor de Dios, para
ejercitarnos y colaborar con el Espíritu Santo en
nuestra transformación en Cristo y para revitalizar
nuestro compromiso por el Reino.
11. Ejercicio de oración
diario
Entendemos la oración como el mejor medio para
nuestra unión con Dios en Cristo.
En nuestro ejercicio de oración atento y reposado,
encontramos la mayor fuente de energía, fidelidad,
entusiasmo y gozo.
Del encuentro personal y trato familiar afectuoso
con Dios, surge el verdadero seguimiento de Jesús y
la realización de una auténtica familia en Cristo y
de él recibe toda su fuerza nuestro ministerio de la
Palabra, nuestra predicación y apostolado.
12. Práctica habitual de los
cuatro ejercicios
La vivencia de la espiritualidad es un don y una
tarea, por ello buscamos vivir nuestra respuesta a
Dios desde la práctica habitual de los cuatro
ejercicios: ejercicio de oración, ejercicio
de fraternidad, ejercicio de cruz y humildad, ejercicio
de misión.
La practica habitual de estos cuatro
ejercicios acompañan el proceso de asimilación de
la Vida y Amor de Cristo que encontramos en el
dinamismo propio de la Palabra.
A partir de la práctica de estos ejercicios, se
configuran y desarrollan todos los medios de
espiritualidad de la Familia Misionera Verbum Dei