Pablito estaba triste porque no pudo obtener el juguete que quería. Mientras caminaba por el campo, vio muchos animales entrando a un agujero en el suelo. La marmota lo convenció de entrar, y Pablito descubrió un maravilloso mundo subterráneo donde los animales eran felices y se ayudaban mutuamente. El niño aprendió que la sonrisa es el regalo de Dios para compartir con los demás, y desde entonces nunca más se sintió triste.