Este cuento describe un país lejano donde vivían personas con solo uno de los cinco sentidos: un pueblo de ojos, otro de orejas, uno de narices, uno de bocas y uno de manos. Cada grupo podía usar solo un sentido. Un día, representantes de cada grupo se reunieron y descubrieron que al combinar sus sentidos podían experimentar y hacer mucho más. Así, el país se convirtió en un lugar donde los niños podían usar todos sus sentidos para jugar, bailar y divertirse.