Es común como los personas se quejan de que a sus hermanos los trataron mejor. Sin embargo muchas esto puede ser producto de ciertas situaciones complejas que hacen que el tiempo que se le da a uno y otro sea diferente. Lo importante es como manejar estos casos
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Existían dos hermanos de casi la misma edad, tenían una diferencia
mínima de solo un año y medio. Su padres y madres lo educaron bajo los
mismos valores y dándoles una cantidad casi idéntica de recursos materiales
(que solo variaba por necesidades propias de alimentación o de salud). De
manera que jugaba a la par, paseaban y hasta utilizaban la misma ropa. En
todo eso parece que había felicidad la gente les decían “parecen dos
gemelos” y los chineaban.
Pero en la realidad un hermano era más impulsivo, más egoísta y
posesivo con las cosas y siempre reclamaba la atención. El otro callado,
pocas veces decía nada, solo le seguía la corriente. Si existía alguna
iniciativa, usualmente era el mayor el que decía ¡vamos a jugar, a ver los
peces de la corriente, o caminar”, pero su compañero de cuarto nunca decía
si le gustaba o no, solo iba.
Como básicamente vivían solos en un campo donde había pocas
casas cerca y estaban pequeños (4 años y 5 años) y no estaban en la
escuela, casi nunca llegaban otros niños o niñas, solo estaban bajo el
cuidado de su madre, que, por sus problemas de personalidad, se distraía
de atenderlos buena parte del día. El padre siempre estaba en el trabajo, los
quería, pero no les podía dedicar el tiempo suficiente.
En algún momento el hermano mayor, Andrés empezó a querer
acaparar la mayoría de los juguetes que les compraban. Aunque muchas
veces se le reclamaba, en realidad Andrés tenía problemas de depresión, y
por su corta edad, al final tendían a olvidarse del asunto.
Pero poco a poco está práctica se empezó a volver más frecuente. El
menor, Mario, que el principio no decía nada, empezó a mostrarse molesto,
aunque no era claro, en su mirada y frases cortantes indicaba cierto
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reproche. Además, no podía entender los problemas de Andrés, puesto que
era un niño muy pequeño.
Pero con el tiempo si iniciaron los conflictos, y entonces Mario empezó
a guardar los juguetes en lados que suponía no los iba a encontrar Andrés,
pero en la mayoría de los casos los hallaba. Entonces la buena relación entre
los dos empezó a deteriorarse, no compartían tanto, y los padres lo veían,
peor lo interpretan como parte de “la vida de los chiquillos” que pasaba por
altos y bajos. Y entonces Andrés siguió con esta práctica, a pesar de
advertencias de los progenitores que nunca llevaban a más.
Un día Andrés tomo un juguete en forma de pato que Mario siempre
había atesorado mucho, y que incluso era con el que dormía en la cama. Sin
duda era su favorito, y se pasaba cuidándolo. Pero de nuevo Andrés
pretendía ese juguete, y una tarde lo tomó, pensó que Mario no se había
dado cuenta, y se equivocó. Se desato una lucha entre los dos, en
determinando momento el pato se soltó de las manos de los dos, cayó al
suelo y se quebró.
Cuando esto sucedió Mario tomo el juguete y se fue, no dijo nada. Todo
supuestamente siguió igual, pero ya no era el mismo, algo había cambiado,
se volvió todavía más callado y aceptaba que Andrés hiciera lo que quisiera.
Simplemente con los años haría su vida por aparte.
Enseñanza
Al final paso se dejó que las conductas egoístas de Andrés hacia Mario
se repitieran, pues no le pusieron sanciones ni límites, no se controló nunca
este tipo de conducta. Pero Mario lo vio como un privilegio, no valoró la
ansiedad que tenía de Andrés, y por al final optó por alejarse de los
miembros de su familia, verlos fríamente, buscando otras relaciones que los
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sustituyeran. Y ya adultos es poco lo cambiaron. Los padres en forma un
poco inconsciente influyeron en la forma en que sus hijos concebían el
mundo, y las relaciones con la sociedad.
Al final las conductas se pueden reforzar o desincentivar, y esto
depende en gran medida de los padres y madres que debe saber captar y
entender las diferentes situaciones, y cómo poner límites y también realizar
actividades que socialicen a los hijos e hijas. Es parte da la preparación que
los miembros de la sociedad deberían tener, y casos que deberían ser
seguidos por los centros educativos.