Una paloma llamada Palo resulta herida por una bala perdida mientras vuela con sus amigas. Es llevada a un veterinario para ser curada y luego liberada, pero no puede encontrar a sus amigas. Se hace amiga de un conejo herido y los dos se ayudan mutuamente hasta sanar, reencontrándose un año después para agradecerse su ayuda.

1. LA PALOMA HERIDA
Érase una paloma que se llamaba Palo. Estaba volando con sus amigas por el cielo de La Parra
cuando sintió una bala perdida que lo dio en su ala derecha.
Se quedó en el tejado del campanario de la iglesia porque no podía volar. Al día siguiente el
cura fue a arreglar la campana y la vio malherida. La cogió y la llevó al veterinario, que le puso
una inyección y la curó.
El cura la echó a volar, pero no encontró a sus amigas. Entonces se quedó triste. Se fue a la
Sierra del Pico a buscarlas, pero no estaba. Allí se encontró un conejo que también estaba
herido.
Se hicieron amigos al poco tiempo la paloma podía volar, y también consiguió ayuda para el
conejo.
Cada uno se fue con sus amigos y dio la casualidad de que al año siguiente se volvieron a
encontrar. El conejo le agradeció a la paloma su ayuda.
Desde ese momento fueron amigos para siempre.

2. LA PAZARRAÑINA
Un día la niña Paz pensó un plan: escribiría una carta a otro planeta donde reinaba la Paz
pidiendo ayuda para su pueblo (La Parra).
- ¡Venid todos, por favor! Donde vivo hay mucha guerra y necesito ayuda para poder
poner este pueblo en paz. Adiós ¡hasta pronto!
Cuando pasaron unos meses vinieron del otro planeta para ayudar a la niña Paz. Traían
palomas blancas con ramas de olivo en su pico y mensajes en sus patas como éstos:
“Paz en el pueblo”
“Paz en el mundo”
“Paz y amor”
“Compartir”
“Ayudaros todos”
“Quered a los demás”
Entre los pacientanitos había una reina que echó polvitos mágicos en todo el colegio y el
pueblo. Todos olieron ese aire nuevo y maravilloso que habían echado.
De pronto, todos los niños empezaron a reírse y a soñar la Paz. Como un milagro comenzaron a
jugar, a abrazarse y no pelear. Llegaron a sus casas y abrazaron a sus padres. En el pueblo la
gente estaba feliz
Al día siguiente todos agradecieron a Paz y a los pacianitos por haber ayudado a los parreñitos.
Desde entonces en el pueblo de La Parra hay Paz y Amor y todo el mundo lo conoce como la
Paz-arrina.