1. Día 6º. María de la Merced, mujer sencilla
20 de septiembre de 2011
Ambientación: Colocar la imagen de María y algunos
elementos de sencillez (agua, margaritas).
1- Monición (Leer entre dos hermanas pausadamente
dejando espacio de silencio) Con música de fondo.
En este día de la novena a nuestra madre de la Merced, queremos
contemplar a María como la mujer sencilla. Qué significa para nosotras
la sencillez? ¿Cuándo decimos que es uno de los elementos que marcan
la índole del carisma qué queremos decir, y en que se manifiesta?
Miramos a María, la mujer sencilla, servidora… Ella nos muestra y abre
los caminos de la verdadera simplicidad evangélica:
-El talante de sencillez en la vida de María fue marcado por la
apertura de su corazón.
Dios no tuvo que derribar ningún muro en María, ni abrir mil cerrojos
para penetrar en su vida. El ángel entró en la presencia de María, y ella
sin ostentación, y con trasparencia entabló un diálogo maduro sin
complicar la relación, ni la comunicación.
-No hace alarde de ser la elegida por el Señor:
El valor de la sencillez nos ayuda a superar el deseo desmedido por
sobresalir, sentirnos distinguidas y protagonistas, admiradas sólo por la
apariencia externa. Nuestro interior, nuestro corazón es lo que
verdaderamente cuenta. Una persona sencilla gana más corazones.
-Su sencillez, la coloca en el lugar del servicio y la solidaridad:
María se pone en camino…
2. Sencillez es intuir las necesidades y socorrer a los demás, sin cerrar el
corazón con el pestillo de mi miopía y falta de servicio desinteresado. "Se
fue a prisa, y visitó a Isabel", "No tienen vino"
-Escucho la Palabra y la guardó en su corazón: La sencillez
implica capacidad de escucha comprometida.
María nos enseña que gustar de la sabiduría del Evangelio es “vivir a la
escucha de la Palabra de Dios “y guardar las cosas de Dios y
meditarlas en el corazón”. ¿Cuáles cosas, sobre todo, meditaba
María? Que la Palabra de Dios se hizo carne y plantó su tienda entre
nosotros. Que Dios ha amado tanto al mundo que le dio a su Hijo para
salvarlo. Que es preciso acoger el reino con espíritu pobre, corazón
misericordioso. Que es preciso amar a Dios y al prójimo. María por su
sencillez permaneció en el cenáculo escuchando la Palabra con los
hermanos y hermanas.
Canto: Eres Madre muy sencilla..
Salmo 130:
Monición: Este salmo ha ejercido una fascinación especial en todos
aquellos que han sentido en su vida la bondad y la ternura de Dios.
Muchos hombres y mujeres han bebido en esta fuente aguas de paz y de
servicio a la humanidad.
Lo que el salmista o la salmista vivió y experimentó a lo largo de los
años de su vida es una experiencia tan bella que desea que todos, un
día, puedan llegar a participar de la misma experiencia. Sabedor del
misterio de la vida, del riesgo y de las posibilidades que entraña la vida,
le brota de las entrañas un grito anunciador: quiere que todos escojan la
vida. Es lo que se expresa en el tercer versículo. De la experiencia de
saberse amado en el hogar de Dios sale a la vida decidido a compartir su
gozo, a regalar a los demás las energías creadoras que le han brotado
por dentro. La profesión de confianza del orante se extiende a toda la
comunidad. Israel, y toda la humanidad, pueden esperar, confiada y
3. filialmente, en el Padre, ahora y por siempre. Merece la pena fiarse de
Dios, Padre y Madre.
Monición: Dejémonos interpelar por este salmo. Silencio meditativo,
luego lo recitamos todas y hacemos una resonancia
1- Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
2- sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
3- Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Munición: En esta tarde, llenas de alegría, proclamemos este salmo que fue
realidad en María, y que lo será también en nosotras hermanas mercedarias, si
como ella, nos abrimos a la sencillez.
Lleno de gozo en el Espíritu Santo, has dicho:
Te alabo, Padre, Señor de tierra y cielo
Porque has revelado estas cosas a los sencillos
y se las has ocultado a los soberbios.
Gracias Jesús, por la buena noticia que has dado,
que si no nos hacemos como niñas
no entraremos en el Reino.
Gracias porque has elegido al pescador en la playa,
remendando la red y dejando la pesca al sereno.
Gracias porque te acercaste a la mujer pecadora
y la dejaste marchar con el cántaro lleno.
Dame un corazón humilde, que camine en la luz,
un corazón que rompa el cerco
de mi egoísmo, de mi orgullo y de mi yo
y se abra en amistad a las demás y se entregue.
Dame un corazón sencillo como el canto de la alondra
4. que despierte la mañana de mi vida a lo bello,
y que al caer la tarde entre dos luces,
regrese a tus manos en búsqueda del sueño.
Señor de las sencillas, de las humildes,
danos un corazón de hermanas
que sembremos juntas tu misericordia.
3-Escucha de la palabra:
Nos hemos acostumbrado a acomodar el Evangelio a nuestra vida e,
incluso, a interpretarlo según nuestras situaciones y deseos, cuando
debe ser todo lo contrario. Sólo el Evangelio, leído en silencio y gustado
en su sencillez, puede darnos la clave de nuestra vida.
4-Lectura :( Lc 10,21 )
“Escondiste estas cosas a los sabios y las revelaste a la gente
sencilla”
En aquel momento, El Espíritu Santo llenó de alegría a Jesús, que
dijo: -Yo te alabo, Padre, señor del cielo y de la tierra, porque has
ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a
los sencillos. Sí, Padre, así te ha parecido bien (Lc 10, 21)
5- Reflexión:
Es necesario más que nunca vivir desde la sencillez, desde la
simplicidad, que no es ingenuidad. Simplicidad es una actitud consciente,
profunda y madura. Se opone a la superficialidad y al orgullo y a la
soberbia. Juan XXIII decía: “hay gente que tiene la extraña virtud
de complicar las cosas más simples”. Así, una persona simple,
sencilla, gana en seguida el amor y confianza de los demás. Nos fiamos
fácilmente de personas sencillas, ya que confiamos en Dios y esas
personas nos lo muestran cercanamente.
En una comunidad o familia puede haber personas sencillas y
personas complicadas. Es entonces cuando más se nos exige renovar la
5. fraternidad, morir a nosotras mismas, creer en el amor que Dios nos
tiene y buscar un vivir en comunión.
Los sencillos comprenden fácilmente a los complicados, pero
difícilmente los complicados pueden entender y aceptar a los simples-
sencillos.
La verdadera sencillez-simplicidad evangélica coincide con la
sabiduría, o al menos es el camino más directo para alcanzarla:
* La sabiduría evangélica está reservada a los pequeños, es
decir, a los simples, humildes, sencillos (Lc. 10, 21). Son ellos los
que pueden entender mejor, gustar, explicar a los demás la riqueza y
exigencias del Reino de los cielos.
Elaborar el magníficat
Petición de novena: pedir sencillez una para la otra.