1. 1º Ser empático, comprensivo y asertivo
2º Ser consciente de las características de cada alumno y alumna
3º Comprender que cada adulto posee ya un mundo de
experiencias y que por lo general proviene de un vulnerable
entorno soial,
4º Ser capaz de escuchar, dialogar y validar las opiniones de
nuestros alumnos
5º Mantener siempre una actitud respetuosa los los alumnos,
incluso en aquellas circunstancias anexas al quehacer educativo
6º Apoyar a los alumnos y alumnas en todo momento del proceso
educativo.
7º Permitir que los alumnos y alumnas manifiesten sus
dificultades y logros, en instancias de retroalimentación grupales
8º Ser Auténtico, para poder así ser ejemplo para los alumnos y
alumnas, tanto en lo cognitivo como en lo valórico.
9º Ser un “soldado de la educación”, para de esta forma
reencantar a los alumnos y alumnas que hoy retoman el proceso
educativo
10º Saber que los adultos somos menos tolerantes a la frustración
y más sensibles