El documento describe el caso de Susana, una estudiante de 16 años que se niega a obedecer a sus profesores en clase y ha suspendido todos sus exámenes. Para ayudar a estudiantes como Susana, el documento recomienda que los profesores cambien su enfoque de autoridad para contar con la opinión de los estudiantes, escuchar sus argumentos, y exigir el cumplimiento de normas con confianza, buenos modales y cariño en lugar de actitudes autoritarias.
Artículo de autor desconocido que se planteó para su análisis en una clase de diseño y desarrollo curricular I del master de profesor de educación secundaria obligatoria, bachillerato, formación profesional, artes e idiomas
• En esta etapa de su vida tiende a decaer o bajar el rendimiento escolar, existe poco nulo, o ningún en el interés por el aprendizaje, el aumento por las actividades sociales, son impulsivos, temen hacer el ridículo frente a sus compañeros o amigos, les gusta llamar la atención de los demás
1. La palabra DESOBEDIENCIA EN CLASE
¿Qué podemos hacer para conseguir que nuestros alumnos se
comporten adecuadamente en clase?
El caso Susana es una alumna de 16 años que muestra una actitud desafiante
en clase con el profesor. Con todos los profesores. Éstos piensan que
no ha debido llegar al bachillerato y que se le debió encauzar hacia una
formación profesional de grado medio. Pero el caso es que está ahí y
que contesta y no quiere obedecer a los profesores en nada. Cuando
el profesor le pide que salga a la pizarra, no quiere. Cuando el profesor
le pide que haga un ejercicio, se niega.
Por supuesto, Susana ha suspendido todos los exámenes y
seguramente repita el curso. De todas formas, el tutor quiere darle una
oportunidad.
¿Qué Los adolescentes, a menudo, adoptan actitudes inmaduras y
podemos exhibicionistas, para llamar la atención de sus profesores,
hacer? compañeros, padres... Su personalidad en busca de identidad les hace
difícil aceptar la autoridad y la obediencia.
Los docentes ante alumnos adolescentes debemos replantearnos la
forma de ejercer la autoridad, adecuándonos al perfil psicológico de
nuestros alumnos.
Evidentemente, no debemos temer el ejercer la autoridad y exigir el
cumplimiento de unas normas; el alumno adolescente necesita
normas. Éstas le proporcionan seguridad.
Los docentes debemos cambiar nuestra forma de mandar. Mandar sin
imperar. Muchas veces a nuestros alumnos les rebela más la forma
como les decimos las cosas que el contenido de las mismas. Si les
exigimos con confianza y buenos modos, responderán mejor.
Evitaremos actitudes autoritarias y proteccionistas. Tenemos que
contar con su opinión. A estas edades valoran mucho el que les tengas
en cuenta, el que escuches sus argumentos antes de decidir.
Combinemos autoridad con amistad, para que nuestros alumnos
confíen en nosotros.
Para facilitar la obediencia, resulta esencial que el alumno sepa lo que
esperas de él o de ella.
Por último, es preferible no reñirle en presencia de sus compañeros.
Es más eficaz hacerlo a solas.
Evidentemente el caso que se nos ha presentado puede resultar más
complicado. Habría que dialogar con Susana y ver de qué forma
nosotros podemos ayudarle. Tendremos que exigirle pero exigirle con
cariño.
Si seguimos los consejos anteriores, si la escuchamos, si la hablamos
con exigencia y respeto a solas, habremos puesto todo de nuestra
parte. No es poco.