Tras el golpe de estado, Napoleón se convirtió en el primer cónsul de Francia y gradualmente acaparó más poder hasta proclamarse emperador en 1804. Gobernó Francia con un férreo control del orden público al tiempo que introdujo reformas civiles. Su objetivo en política exterior fue dominar Europa a través de la conquista militar. Quería unir a los pueblos de Europa en grandes naciones unidas por códigos y principios comunes.