Este discurso de Charles Chaplin en su película El Gran Dictador aboga por la unidad y la hermandad entre todos los seres humanos más allá de razas, religiones o nacionalidades. Chaplin pide a los soldados no luchar por la esclavitud sino por la libertad, y utilizar el poder de la humanidad para crear un mundo nuevo donde se garantice el trabajo, el futuro de los jóvenes y la seguridad de los ancianos.