La tecnología ha traído nuevas formas de comunicación como mensajes de texto y redes sociales, pero también ha contribuido a la disortografía o mala ortografía. La juventud especialmente ha perdido las reglas ortográficas y abrevia demasiado al escribir. Estos nuevos medios son un pretexto para usar mal la lengua escrita y han favorecido la degradación de la comunicación efectiva. Sin embargo, la tecnología también puede usarse positivamente para practicar y perfeccionar la escritura formal.