La contabilidad se desarrolló en la civilización Mesopotámica y en Roma para registrar transacciones económicas y recaudar tributos. En la Edad Media, la Orden del Temple creó un sistema bancario sofisticado, y la Revolución Industrial transformó la contabilidad en una herramienta de información para los negocios. En el siglo XIX surgió el reconocimiento legal de la profesión contable.