SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 255
Descargar para leer sin conexión
Libro descargado en www.elejandria.com, tu sitio web de obras de
dominio público
¡Esperamos que lo disfrutéis!
Don Juan Tenorio
Por
José Zorrilla
PARTE I
ACTO I
LIBERTINAJE Y ESCÁNDALO
DON JUAN, DON LUIS, DON DIEGO, DON GONZALO,
BUTTARELLI, CIUTTI, CENTELLAS, AVELLANEDA, GASTÓN,
MIGUEL. Caballeros, curiosos, enmascarados, rondas.
Hostería de Cristófano BUTTARELLI. Puerta en el fondo que da a la
calle; mesas, jarros y demás utensilios propios de semejante lugar.
ESCENA I
DON JUAN, con antifaz, sentado a una mesa escribiendo, CIUTTI y
BUTTARELLI, a un lado esperando. Al levantarse el telón, se ven pasar por
la puerta del fondo máscaras, estudiantes y pueblo con hachones, músicas,
etc.
DON JUAN
¡Cuál gritan esos malditos!
¡Pero mal rayo me parta
si en concluyendo la carta
no pagan caros sus gritos!
(Sigue escribiendo.)
BUTTARELLI
(A CIUTTI.)
Buen Carnaval.
CIUTTI
(A BUTTARELLI.)
Buen agosto
para rellenar la arquilla.
BUTTARELLI
¡Quiá! Corre ahora por Sevilla
poco gusto y mucho mosto.
Ni caen aquí buenos peces,
que son casas mal miradas
por gentes acomodadas,
y atropelladas a veces.
CIUTTI
Pero hoy...
BUTTARELLI
Hoy no entra en la cuenta,
Ciutti; se ha hecho buen trabajo.
CIUTTI
¡Chist! habla un poco más bajo,
que mi señor se impacienta
pronto.
BUTTARELLI
¿A su servicio estás?
CIUTTI
Ya ha un año.
BUTTARELLI
¿Y qué tal te sale?
CIUTTI
No hay prior que se me iguale;
tengo cuanto quiero, y más.
Tiempo libre, bolsa llena,
buenas mozas y buen vino.
BUTTARELLI
Cuerpo de tal, ¡qué destino!
CIUTTI
(Señalando a DON JUAN.)
Y todo ello a costa ajena.
BUTTARELLI
Rico, ¿eh?
CIUTTI
Varea la plata.
BUTTARELLI
¿Franco?
CIUTTI
Como un estudiante.
BUTTARELLI
¿Y noble?
CIUTTI
Como un infante.
BUTTARELLI
¿Y bravo?
CIUTTI
Como un pirata.
BUTTARELLI
¿Español?
CIUTTI
Creo que sí.
BUTTARELLI
¿Su nombre?
CIUTTI
Lo ignoro en suma.
BUTTARELLI
¡Bribón! ¿Y dónde va?
CIUTTI
Aquí.
BUTTARELLI
Largo plumea.
CIUTTI
Es gran pluma.
BUTTARELLI
¿Y a quién mil diablos escribe
tan cuidadoso y prolijo?
CIUTTI
A su padre.
BUTTARELLI
¡Vaya un hijo!
CIUTTI
Para el tiempo en que se vive,
es un hombre extraordinario.
Pero calla.
DON JUAN
(Cerrando la carta.)
Firmo y plego.
¡Ciutti!
CIUTTI
Señor.
DON JUAN
Este pliego
irá, dentro del Horario
en que reza doña Inés,
a sus manos a parar.
CIUTTI
¿Hay respuesta que aguardar?
DON JUAN
Del diablo con guardapiés
que la asiste, de su dueña,
que mis intenciones sabe,
recogerás una llave,
una hora y una seña;
y más ligero que el viento,
aquí otra vez.
CIUTTI
Bien está.
(Vase.)
ESCENA II
DON JUAN y BUTTARELLI.
DON JUAN
Cristófano, vieni quá.
BUTTARELLI
Eccellenza!
DON JUAN
Senti.
BUTTARELLI
Sento.
Ma ho imparato il castigliano,
se è più facile al signor
la sua lingua...
DON JUAN
Sí, es mejor:
lascia dunque il tuo toscano,
y dime: don Luis Mejía
¿ha venido hoy?
BUTTARELLI
Excelencia,
no está en Sevilla.
DON JUAN
¿Su ausencia
dura en verdad todavía?
BUTTARELLI
Tal creo.
DON JUAN
¿Y noticia alguna
no tienes de él?
BUTTARELLI
¡Ah! Una historia
me viene ahora a la memoria
que os podrá dar...
DON JUAN
¿Oportuna
luz sobre el caso?
BUTTARELLI
Tal vez.
DON JUAN
Habla, pues.
BUTTARELLI
(Hablando consigo mismo.)
No, no me engaño;
esta noche cumple el año,
lo había olvidado.
DON JUAN
¡Pardiez!
¿Acabarás con tu cuento?
BUTTARELLI
Perdonad, señor; estaba
recordando el hecho.
DON JUAN
Acaba,
¡vive Dios! que me impaciento.
BUTTARELLI
Pues es el caso, señor,
que el caballero Mejía,
por quien preguntáis, dio un día
en la ocurrencia peor
que ocurrírsele podía.
DON JUAN
Suprime lo al hecho extraño;
que apostaron me es notorio
a quién haría en un año,
con más fortuna, más daño,
Luis Mejía y Juan Tenorio.
BUTTARELLI
¿La historia sabéis?
DON JUAN
Entera;
por eso te he preguntado
por Mejía.
BUTTARELLI
¡Oh! me pluguiera
que la apuesta se cumpliera,
que pagan bien y al contado.
DON JUAN
¿Y no tienes confianza
en que don Luis a esta cita
acuda?
BUTTARELLI
¡Quiá! ni esperanza;
el fin del plazo se avanza,
y estoy cierto que maldita
la memoria que ninguno
guarda de ello.
DON JUAN
Basta ya.
Toma.
BUTTARELLI
Excelencia, ¿y de alguno
de ellos sabéis vos?
DON JUAN
Quizá.
BUTTARELLI
¿Vendrán, pues?
DON JUAN
Al menos uno;
mas por si acaso los dos
dirigen aquí sus huellas
el uno del otro en pos,
tus dos mejores botellas
prevenles.
BUTTARELLI
Mas...
DON JUAN
¡Chito...!. Adiós.
ESCENA III
BUTTARELLI.
BUTTARELLI
¡Santa Madona! De vuelta
Mejía y Tenorio están
sin duda... y recogerán
los dos la palabra suelta.
¡Oh! sí; ese hombre tiene traza
de saberlo a fondo.
(Ruido adentro.)
Pero
¿qué es esto?
(Se asoma a la puerta.)
¡Anda! el forastero
está riñendo en la plaza.
¡Válgame Dios! ¡Qué bullicio!
¡Cómo se le arremolina
chusma... y cómo la acoquina
él solo! ¡Uf! ¡Qué estropicio!
¡Cuál corren delante de él!
No hay duda, están en Castilla
los dos, y anda ya Sevilla
toda revuelta. ¡Miguel!
ESCENA IV
BUTTARELLI y MIGUEL.
MIGUEL
¿Che comanda?
BUTTARELLI
Presto, qui
servi una tabola, amico,
e del Lacryma più antico
porta due buttiglie.
MIGUEL
Si,
signor padron.
BUTTARELLI
Micheletto,
apparechia in carità
lo più ricco, que si fa,
afrettati!
MIGUEL
Gia mi afretto,
signor padrone.
(Vase.)
ESCENA V
BUTTARELLI y DON GONZALO.
DON GONZALO
Aquí es.
¿Patrón?
BUTTARELLI
¿Qué se ofrece?
DON GONZALO
Quiero
hablar con el hostelero.
BUTTARELLI
Con él habláis; decid, pues.
DON GONZALO
¿Sois vos?
BUTTARELLI
Sí, mas despachad,
que estoy de priesa.
DON GONZALO
En tal caso,
ved si es cabal y de paso
esa dobla, y contestad.
BUTTARELLI
¡Oh, excelencia!
DON GONZALO
¿Conocéis
a don Juan Tenorio?
BUTTARELLI
Sí.
DON GONZALO
¿Y es cierto que tiene aquí
hoy una cita?
BUTTARELLI
¡Oh! ¿seréis
vos el otro?
DON GONZALO
¿Quién?
BUTTARELLI
Don Luis.
DON GONZALO
No; pero estar me interesa
en su entrevista.
BUTTARELLI
Esta mesa
les preparo; si os servís
en esotra colocaros,
podréis presenciar la cena
que les daré... ¡Oh! será escena
que espero que ha de admiraros.
DON GONZALO
Lo creo.
BUTTARELLI
Son, sin disputa,
los dos mozos más gentiles
de España.
DON GONZALO
Sí, y los más viles
también.
BUTTARELLI
¡Bah! Se les imputa
cuanto malo se hace hoy día;
mas la malicia lo inventa,
pues nadie paga su cuenta
como Tenorio y Mejía.
DON GONZALO
¡Ya!
BUTTARELLI
Es afán de murmurar,
porque conmigo, señor,
ninguno lo hace mejor,
y bien lo puedo jurar.
DON GONZALO
No es necesario más...
BUTTARELLI
¿Qué?
DON GONZALO
Quisiera yo ocultamente
verlos, y sin que la gente
me reconociera.
BUTTARELLI
A fe
que eso es muy fácil, señor.
Las fiestas de Carnaval,
al hombre más principal
permiten sin deshonor
de su linaje, servirse
de un antifaz, y bajo él,
¿quién sabe, hasta descubrirse,
de qué carne es el pastel?
DON GONZALO
Mejor fuera en aposento
contiguo...
BUTTARELLI
Ninguno cae
aquí.
DON GONZALO
Pues entonces trae
el antifaz.
BUTTARELLI
Al momento.
ESCENA VI
DON GONZALO.
DON GONZALO
No cabe en mi corazón
que tal hombre pueda haber,
y no quiero cometer
con él una sinrazón.
Yo mismo indagar prefiero
la verdad... mas, a ser cierta
la apuesta, primero muerta
que esposa suya la quiero.
No hay en la tierra interés
que si la daña me cuadre;
primero seré buen padre,
buen caballero después.
Enlace es de gran ventaja,
mas no quiero que Tenorio
del velo del desposorio
la recorte una mortaja.
ESCENA VII
DON GONZALO y BUTTARELLI, que trae un antifaz.
BUTTARELLI
Ya está aquí.
DON GONZALO
Gracias, patrón;
¿Tardarán mucho en llegar?
BUTTARELLI
Si vienen, no han de tardar;
cerca de las ocho son.
DON GONZALO
¿Esa es la hora señalada?
BUTTARELLI
Cierra el plazo, y es asunto
de perder quien no esté a punto
de la primer campanada.
DON GONZALO
Quiera Dios que sea una chanza,
y no lo que se murmura.
BUTTARELLI
No tengo aún por muy segura
de que cumplan, la esperanza;
pero si tanto os importa
lo que ello sea saber,
pues la hora está al caer,
la dilación es ya corta.
DON GONZALO
Cúbrome, pues, y me siento.
(Se sienta a una mesa a la derecha, y se pone el antifaz.)
BUTTARELLI
(Aparte.)
Curioso el viejo me tiene
del misterio con que viene...
y no me quedo contento
hasta saber quién es él.
(Limpia y trajina, mirándole de reojo.)
DON GONZALO
(Aparte.)
¡Que un hombre como yo tenga
que esperar aquí, y se avenga
con semejante papel!
En fin, me importa el sosiego
de mi casa, y la ventura
de una hija sencilla y pura,
y no es para echarlo a juego.
ESCENA VIII
DON GONZALO, BUTTARELLI y DON DIEGO, a la puerta del fondo.
DON DIEGO
La seña está terminante,
aquí es; bien me han informado;
llego pues.
BUTTARELLI
¿Otro embozado?
DON DIEGO
¿Ah de esta casa?
BUTTARELLI
Adelante.
DON DIEGO
¿La Hostería del Laurel?
BUTTARELLI
En ella estáis, caballero.
DON DIEGO
¿Está en casa el hostelero?
BUTTARELLI
Estáis hablando con él.
DON DIEGO
¿Sois vos Buttarelli?
BUTTARELLI
Yo.
DON DIEGO
¿Es verdad que hoy tiene aquí
Tenorio una cita?
BUTTARELLI
Sí.
DON DIEGO
¿Y ha acudido a ella?
BUTTARELLI
No.
DON DIEGO
¿Pero acudirá?
BUTTARELLI
No sé.
DON DIEGO
¿Le esperáis vos?
BUTTARELLI
Por si acaso
venir le place.
DON DIEGO
En tal caso,
yo también le esperaré.
(Se sienta al lado opuesto a DON GONZALO.)
BUTTARELLI
¿Que os sirva vianda alguna
queréis mientras?
DON DIEGO
No; tomad.
BUTTARELLI
¿Excelencia?
DON DIEGO
Y excusad
conversación importuna.
BUTTARELLI
Perdonad.
DON DIEGO
Vais perdonado;
dejadme, pues.
BUTTARELLI
(Aparte.)
¡Jesucristo!
En toda mi vida he visto
hombre más mal humorado.
DON DIEGO
(Aparte.)
¡Que un hombre de mi linaje
descienda a tan ruin mansión!
Pero no hay humillación
a que un padre no se baje
por un hijo. Quiero ver
por mis ojos la verdad,
y el monstruo de liviandad
a quien pude dar el ser.
(BUTTARELLI, que anda arreglando sus trastos, contempla desde el
fondo a DON GONZALO y a DON DIEGO, que permanecerán embozados y
en silencio.)
BUTTARELLI
¡Vaya un par de hombres de piedra!
Para éstos sobra mi abasto;
mas, ¡pardiez!, pagan el gasto
que no hacen, y así se medra.
ESCENA IX
DON GONZALO, DON DIEGO, BUTTARELLI, el Capitán
CENTELLAS, AVELLANEDA y dos caballeros.
AVELLANEDA
Vinieron, y os aseguro
que se efectuará la apuesta.
CENTELLAS
Entremos, pues. ¿Buttarelli?
BUTTARELLI
Señor capitán Centellas,
¿vos por aquí?
CENTELLAS
Sí, Cristófano.
¿Cuándo aquí sin mi presencia
tuvieron lugar las orgias
que han hecho raya en la época?
BUTTARELLI
Como ha tanto tiempo ya
que no os he visto...
CENTELLAS
Las guerras
del Emperador a Túnez
me llevaron; mas mi hacienda
me vuelve a traer a Sevilla;
y, según lo que me cuentan,
llego lo más a propósito
para renovar añejas
amistades. Conque apróntanos
luego unas cuantas botellas,
y en tanto que humedecemos
la garganta, verdadera
relación haznos de un lance
sobre el cual hay controversia.
BUTTARELLI
Todo se andará; mas antes
dejadme ir a la bodega.
VARIOS
Sí, sí.
ESCENA X
Dichos, menos BUTTARELLI.
CENTELLAS
Sentarse, señores,
y que siga Avellaneda
con la historia de don Luis.
AVELLANEDA
No hay ya más que decir de ella,
sino que creo imposible
que la de Tenorio sea
más endiablada, y que apuesto
por don Luis.
CENTELLAS
Acaso pierdas.
Don Juan Tenorio, se sabe
que es la más mala cabeza
del orbe, y no hubo hombre alguno
que aventajarle pudiera
con sólo su inclinación;
conque, ¿qué hará si se empeña?
AVELLANEDA
Pues yo sé bien que Mejía
las ha hecho tales, que a ciegas
se puede apostar por él.
CENTELLAS
Pues el capitán Centellas
pone por don Juan Tenorio
cuanto tiene.
AVELLANEDA
Pues se acepta
por don Luis, que es muy mi amigo.
CENTELLAS
Pues todo en contra se arriesga;
porque no hay como Tenorio
otro hombre sobre la tierra,
y es proverbial su fortuna
y extremadas sus empresas.
ESCENA XI
Dichos y BUTTARELLI, con botellas.
BUTTARELLI
Aquí hay Falerno, Borgoña,
Sorrento.
CENTELLAS
De lo que quieras
sirve, Cristófano, y dinos:
¿Qué hay de cierto en una apuesta,
por don Juan Tenorio ha un año
y don Luis Mejía hecha?
BUTTARELLI
Señor capitán, no sé
tan a fondo la materia,
que os pueda sacar de dudas;
pero os diré lo que sepa.
VARIOS
Habla, habla.
BUTTARELLI
Yo, la verdad,
aunque fue en mi casa mesma
la cuestión entre ambos, como
pusieron tan larga fecha
a su plazo, creí siempre
que nunca a efecto viniera.
Así es que ni aun me acordaba
de tal cosa a la hora de esta.
Mas esta tarde, sería
al anochecer apenas,
entrose aquí un caballero
pidiéndome que le diera
recado con que escribir
una carta, y a sus letras
atento no más, me dio
tiempo a que charla metiera
con un paje que traía
paisano mío, de Génova.
No saqué nada del paje,
que es por Dios muy brava pesca;
mas cuando su amo acababa
la carta, le envió con ella
a quien iba dirigida;
el caballero en mi lengua
me habló, y me pidió noticias
de don Luis; dijo que entera
sabía de ambos la historia,
y tenía la certeza
de que al menos uno de ellos
acudiría a la apuesta.
Yo quise saber más de él;
mas púsome dos monedas
de oro en la mano, diciéndome
[así, como a la deshecha]:
«Y por si acaso los dos
al tiempo aplazado llegan,
ten prevenidas para ambos
tus dos mejores botellas».
Largose sin decir más,
y yo, atento a sus monedas,
les puse en el mismo sitio
donde apostaron, la mesa.
Y vedla allí con dos sillas,
dos copas y dos botellas.
AVELLANEDA
Pues señor, no hay que dudar;
era don Luis.
CENTELLAS
Don Juan era.
AVELLANEDA
¿Tú no le viste la cara?
BUTTARELLI
Si la traía cubierta
con un antifaz.
CENTELLAS
Pero, hombre,
¿tú a los dos no los recuerdas?
¿O no sabes distinguir
a las gentes por sus señas
lo mismo que por sus caras?
BUTTARELLI
Pues confieso mi torpeza;
no lo supe conocer,
y lo procuré de veras.
Pero silencio.
AVELLANEDA
¿Qué pasa?
BUTTARELLI
A dar el reloj comienza
los cuartos para las ocho.
(Dan.)
CENTELLAS
Ved, ved la gente que se entra.
AVELLANEDA
Como que está de este lance
curiosa Sevilla entera.
(Se oyen dar las ocho; varias personas entran y se reparten en silencio por
la escena; al dar la última campanada, DON JUAN, con antifaz, se llega a la
mesa que ha preparado BUTTARELLI en el centro del escenario, y se
dispone a ocupar una de las dos sillas que están delante de ella.
Inmediatamente después de él, entra DON LUIS, también con antifaz, y se
dirige a la otra. Todos los miran.)
ESCENA XII
DON DIEGO, DON GONZALO, DON JUAN, DON LUIS,
BUTTARELLI, CENTELLAS, AVELLANEDA, caballeros, curiosos y
enmascarados.
AVELLANEDA
(A CENTELLAS por DON JUAN.)
Verás aquél, si ellos vienen,
qué buen chasco que se lleva.
CENTELLAS
(A AVELLANEDA por DON LUIS.)
Pues allí va otro a ocupar
la otra silla; ¡uf! aquí es ella.
DON JUAN
(A DON LUIS.)
Esa silla está comprada,
hidalgo.
DON LUIS
(A DON JUAN.)
Lo mismo digo,
hidalgo; para un amigo
tengo yo esotra pagada.
DON JUAN
Que ésta es mía haré notorio.
DON LUIS
Y yo también que ésta es mía.
DON JUAN
Luego sois don Luis Mejía.
DON LUIS
Seréis, pues, don Juan Tenorio.
DON JUAN
Puede ser.
DON LUIS
Vos lo decís.
DON JUAN
¿No os fiáis?
DON LUIS
No.
DON JUAN
Yo tampoco.
DON LUIS
Pues no hagamos más el coco.
DON JUAN
Yo soy don Juan.
(Quitándose la máscara.)
DON LUIS
(Haciendo lo mismo.)
Yo don Luis.
(Se sientan. El Capitán CENTELLAS, AVELLANEDA, BUTTARELLI
y algunos otros se van a ellos y les saludan, abrazan y dan la mano, y hacen
otras semejantes muestras de cariño y amistad. DON JUAN y DON LUIS las
aceptan cortésmente.)
CENTELLAS
¡Don Juan!
AVELLANEDA
¡Don Luis!
DON JUAN
¡Caballeros!
DON LUIS
¡Oh, amigos! ¿Qué dicha es ésta?
AVELLANEDA
Sabíamos vuestra apuesta
y hemos acudido a veros.
DON LUIS
Don Juan y yo tal bondad
en mucho os agradecemos.
DON JUAN
El tiempo no malgastemos,
Don Luis.
(A los otros.)
Sillas arrimad.
(A los que están lejos.)
Caballeros, yo supongo
que a ustedes también aquí
les trae la apuesta, y por mí,
a antojo tal no me opongo.
DON LUIS
Ni yo; que aunque nada más
Fue el empeño entre los dos,
no ha de decirse, por Dios,
que me avergonzó jamás.
DON JUAN
Ni a mí, que el orbe es testigo
de que hipócrita no soy,
pues por doquiera que voy
va el escándalo conmigo.
DON LUIS
¡Eh! ¿Y esos dos no se llegan
a escuchar? Vos.
(Por DON DIEGO y DON GONZALO.)
DON DIEGO
Yo estoy bien.
DON LUIS
¿Y vos?
DON GONZALO
De aquí oigo también.
DON LUIS
Razón tendrán si se niegan.
(Se sientan todos alrededor de la mesa en que están DON LUIS Mejía y
DON JUAN Tenorio.)
DON JUAN
¿Estamos listos?
DON LUIS
Estamos.
DON JUAN
Como quien somos cumplimos.
DON LUIS
Veamos, pues, lo que hicimos.
DON JUAN
Bebamos antes.
DON LUIS
Bebamos.
(Lo hacen.)
DON JUAN
La apuesta fue...
DON LUIS
Porque un día
dije que en España entera
no habría nadie que hiciera
lo que hiciera Luis Mejía.
DON JUAN
Y siendo contradictorio
al vuestro mi parecer,
yo os dije: «Nadie ha de hacer
lo que hará don Juan Tenorio».
¿No es así?
DON LUIS
Sin duda alguna;
y vinimos a apostar
quién de ambos sabría obrar
peor, con mejor fortuna,
en el término de un año;
juntándonos aquí hoy
a probarlo.
DON JUAN
Y aquí estoy.
DON LUIS
Y yo.
CENTELLAS
¡Empeño bien extraño,
por vida mía!
DON JUAN
Hablad, pues.
DON LUIS
No, vos debéis empezar.
DON JUAN
Como gustéis, igual es,
que nunca me hago esperar.
Pues señor, yo desde aquí,
buscando mayor espacio
para mis hazañas, dí
sobre Italia, porque allí
tiene el placer un palacio.
De la guerra y del amor
antigua y clásica tierra,
y en ella el Emperador,
con ella y con Francia en guerra,
díjeme: «¿Dónde mejor?
Donde hay soldados, hay juego,
hay pendencias y amoríos».
Dí, pues, sobre Italia luego,
buscando a sangre y a fuego
amores y desafíos.
En Roma, a mi apuesta fiel,
fijé entre hostil y amatorio
en mi puerta este cartel:
«Aquí está don Juan Tenorio
para quien quiera algo de él».
De aquellos días la historia
a relataros renuncio;
remítome a la memoria
que dejé allí, y de mi gloria
podéis juzgar por mi anuncio.
Las romanas caprichosas,
las costumbres licenciosas,
yo gallardo y calavera,
quién a cuento redujera
mis empresas amorosas.
Salí de Roma por fin
como os podéis figurar,
con un disfraz harto ruin,
y a lomos de un mal rocín,
pues me querían ahorcar.
Fui al ejército de España;
mas todos paisanos míos,
soldados y en tierra extraña,
dejé pronto su compaña
tras cinco o seis desafíos.
Nápoles, rico vergel
de amor, de placer emporio,
vio en mi segundo cartel:
«Aquí está don Juan Tenorio,
y no hay hombre para él.
Desde la princesa altiva
a la que pesca en ruin barca,
no hay hembra a quien no suscriba,
y cualquiera empresa abarca
si en oro o valor estriba.
Búsquenle los reñidores;
cérquenle los jugadores;
quien se precie, que le ataje;
a ver si hay quien le aventaje
en juego, en lid o en amores».
Esto escribí; y en medio año
que mi presencia gozó
Nápoles, no hay lance extraño,
no hubo escándalo ni engaño
en que no me hallara yo.
Por dondequiera que fui,
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé,
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.
Ni reconocí sagrado,
ni hubo razón ni lugar
por mi audacia respetado;
ni en distinguir me he parado
al clérigo del seglar.
A quien quise provoqué,
con quien quiso me batí,
y nunca consideré
que pudo matarme a mí
aquel a quien yo maté.
A esto don Juan se arrojó,
y escrito en este papel
está cuanto consiguió,
y lo que él aquí escribió,
mantenido está por él.
DON LUIS
Leed, pues.
DON JUAN
No; oigamos antes
vuestros bizarros extremos,
y si traéis terminantes
vuestras notas comprobantes,
lo escrito cotejaremos.
DON LUIS
Decís bien; cosa es que está,
Don Juan, muy puesta en razón;
aunque, a mi ver, poco irá
de una a otra relación.
DON JUAN
Empezad, pues.
DON LUIS
Allá va.
Buscando yo, como vos,
a mi aliento empresas grandes,
dije: «¿Dó iré, ¡vive Dios!
de amor y lides en pos
que vaya mejor que a Flandes?
Allí, puesto que empeñadas
guerras hay, a mis deseos
habrá al par centuplicadas
ocasiones extremadas
de riñas y galanteos».
Y en Flandes conmigo dí,
mas con tan negra fortuna,
que al mes de encontrarme allí
todo mi caudal perdí,
dobla a dobla, una por una.
En tan total carestía
mirándome de dineros,
de mí todo el mundo huía,
mas yo busqué compañía
y me uní a unos bandoleros.
Lo hicimos bien, ¡voto a tal!,
y fuimos tan adelante,
con suerte tan colosal,
que entramos a saco en Gante
el palacio episcopal.
¡Qué noche! Por el decoro
de la Pascua, el buen obispo
bajó a presidir el coro,
y aún de alegría me crispo
al recordar su tesoro.
Todo cayó en poder nuestro;
mas mi capitán, avaro,
puso mi parte en secuestro;
reñimos, yo fui más diestro,
y le crucé sin reparo.
Jurome al punto la gente
capitán, por más valiente;
jureles yo amistad franca;
pero a la noche siguiente
huí y les dejé sin blanca.
Yo me acordé del refrán
de que quien roba al ladrón
ha cien años de perdón,
y me arrojé a tal desmán
mirando a mi salvación.
Pasé a Alemania opulento,
mas un Provincial jerónimo,
hombre de mucho talento,
me conoció, y al momento
me delató en un anónimo.
Compré a fuerza de dinero
la libertad y el papel;
y topando en un sendero
al fraile, le envié certero
una bala envuelta en él.
Salté a Francia, ¡buen país!,
y como en Nápoles vos,
puse un cartel en París
diciendo: «Aquí hay un don Luis
que vale lo menos dos.
Parará aquí algunos meses,
y no trae más intereses
ni se aviene a más empresas,
que a adorar a las francesas
y a reñir con los franceses».
Esto escribí; y en medio año
que mi presencia gozó
París, no hubo lance extraño,
ni hubo escándalo ni daño
donde no me hallara yo.
Mas como don Juan, mi historia
también a alargar renuncio;
que basta para mi gloria
la magnífica memoria
que allí dejé con mi anuncio.
Y cual vos, por donde fui
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé,
y a las mujeres vendí.
Mi hacienda llevo perdida
tres veces; mas se me antoja
reponerla, y me convida
mi boda comprometida
con doña Ana de Pantoja.
Mujer muy rica me dan,
y mañana hay que cumplir
los tratos que hechos están;
lo que os advierto, don Juan,
por si queréis asistir.
A esto don Luis se arrojó,
y escrito en este papel
está lo que consiguió;
y lo que él aquí escribió
mantenido está por él.
DON JUAN
La historia es tan semejante
que está en el fiel la balanza;
mas vamos a lo importante,
que es el guarismo a que alcanza
el papel; conque adelante.
DON LUIS
Razón tenéis en verdad.
Aquí está el mío; mirad,
por una línea apartados
traigo los nombres sentados
para mayor claridad.
DON JUAN
Del mismo modo arregladas
mis cuentas traigo en el mío;
en dos líneas separadas
los muertos en desafío
y las mujeres burladas.
Contad.
DON LUIS
Contad.
DON JUAN
Veintitrés.
DON LUIS
Son los muertos. A ver vos.
¡Por la cruz de San Andrés!
Aquí sumo treinta y dos.
DON JUAN
Son los muertos.
DON LUIS
Matar es.
DON JUAN
Nueve os llevo.
DON LUIS
Me vencéis.
Pasemos a las conquistas.
DON JUAN
Sumo aquí cincuenta y seis.
DON LUIS
Y yo sumo en vuestras listas
setenta y dos.
DON JUAN
Pues perdéis.
DON LUIS
¡Es increíble, don Juan!
DON JUAN
Si lo dudáis, apuntados
los testigos ahí están,
que si fueren preguntados
os lo testificarán.
DON LUIS
¡Oh! Y vuestra lista es cabal.
DON JUAN
Desde una princesa real
a la hija de un pescador,
¡oh! ha recorrido mi amor
toda la escala social.
¿Tenéis algo que tachar?
DON LUIS
Sólo una os falta en justicia.
DON JUAN
¿Me la podéis señalar?
DON LUIS
Sí, por cierto; una novicia
que esté para profesar.
DON JUAN
¡Bah! pues yo os complaceré
doblemente, porque os digo
que a la novicia uniré
la dama de algún amigo
que para casarse esté.
DON LUIS
¡Pardiez, que sois atrevido!
DON JUAN
Yo os lo apuesto si queréis.
DON LUIS
Digo que acepto el partido.
¿Para darlo por perdido,
queréis veinte días?
DON JUAN
Seis.
DON LUIS
¡Por Dios, que sois hombre extraño!
¿Cuántos días empleáis
en cada mujer que amáis?
DON JUAN
Partid los días del año
entre las que ahí encontráis.
Uno para enamorarlas,
otro para conseguirlas,
otro para abandonarlas,
dos para sustituirlas,
y una hora para olvidarlas.
Pero la verdad a hablaros,
pedir más no se me antoja,
porque, pues vais a casaros,
mañana pienso quitaros
a doña Ana de Pantoja.
DON LUIS
Don Juan, ¿qué es lo que decís?
DON JUAN
Don Luis, lo que oído habéis.
DON LUIS
Ved, don Juan, lo que emprendéis.
DON JUAN
Lo que he de lograr, don Luis.
DON LUIS
¡Gastón!
GASTÓN
Señor.
DON LUIS
Ven acá.
(Habla DON LUIS en secreto con GASTÓN, y éste se va
precipitadamente.)
DON JUAN
¡Ciutti!
CIUTTI
Señor.
DON JUAN
Ven aquí.
(DON JUAN habla también con CIUTTI, que hace lo mismo.)
DON LUIS
¿Estáis en lo dicho?
DON JUAN
Sí.
DON LUIS
Pues va la vida.
DON JUAN
Pues va.
(DON GONZALO, levantándose de la mesa en que ha permanecido
inmóvil durante la escena anterior, se afronta con DON JUAN y DON LUIS.)
DON GONZALO
¡Insensatos! Vive Dios,
que a no temblarme las manos,
a palos, como a villanos,
os diera muerte a los dos.
DON JUAN y
DON LUIS
Veamos.
DON GONZALO
Excusado es,
que he vivido lo bastante
para no estar arrogante
donde no puedo.
DON JUAN
Idos, pues.
DON GONZALO
Antes, don Juan, de salir
de donde oírme podáis,
es necesario que oigáis
lo que os tengo que decir.
Vuestro buen padre don Diego,
porque pleitos acomoda,
os apalabró una boda
que iba a celebrarse luego;
pero por mí mismo yo,
lo que erais queriendo ver,
vine aquí al anochecer,
y el veros me avergonzó.
DON JUAN
¡Por Satanás, viejo insano,
que no sé cómo he tenido
calma para haberte oído
sin asentarte la mano!
¡Pero di pronto quién eres,
porque me siento capaz
de arrancarte el antifaz
con el alma que tuvieres!
DON GONZALO
¡Don Juan!
DON JUAN
¡Pronto!
DON GONZALO
Mira, pues.
DON JUAN
¡Don Gonzalo!
DON GONZALO
El mismo soy.
Y adiós, don Juan; más desde hoy
no penséis en doña Inés.
Porque antes que consentir
en que se case con vos,
el sepulcro, ¡juro a Dios!,
por mi mano la he de abrir.
DON JUAN
Me hacéis reír, don Gonzalo;
pues venirme a provocar,
es como ir a amenazar
a un león con un mal palo.
Y pues hay tiempo, advertir
os quiero a mi vez a vos
que, o me la dais, o por Dios
que a quitárosla he de ir.
DON GONZALO
¡Miserable!
DON JUAN
Dicho está;
sólo una mujer como ésta
me falta para mi apuesta;
ved, pues, que apostada va.
(DON DIEGO, levantándose de la mesa en que ha permanecido
encubierto mientras la escena anterior, baja al centro de la escena,
encarándose con DON JUAN.)
DON DIEGO
No puedo más escucharte,
vil don Juan, porque recelo
que hay algún rayo en el cielo
preparado a aniquilarte.
¡Ah...! No pudiendo creer
lo que de ti me decían,
confiando en que mentían,
te vine esta noche a ver.
Pero te juro, malvado,
que me pesa haber venido
para salir convencido
de lo que es para ignorado.
Sigue, pues, con ciego afán
en tu torpe frenesí,
mas nunca vuelvas a mí;
no te conozco, don Juan.
DON JUAN
¿Quién nunca a ti se volvió,
ni quién osa hablarme así,
ni qué se me importa a mí
que me conozcas o no?
DON DIEGO
Adiós, pues; mas no te olvides
de que hay un Dios justiciero.
DON JUAN
Ten.
(Deteniéndole.)
DON DIEGO
¿Qué quieres?
DON JUAN
Verte quiero.
DON DIEGO
Nunca; en vano me lo pides.
DON JUAN
¿Nunca?
DON DIEGO
No.
DON JUAN
Cuando me cuadre.
DON DIEGO
¿Cómo?
DON JUAN
Así.
(Le arranca el antifaz.)
TODOS
¡Don Juan!
DON DIEGO
¡Villano!
¡Me has puesto en la faz la mano!
DON JUAN
¡Válgame Cristo, mi padre!
DON DIEGO
Mientes; no lo fui jamás.
DON JUAN
¡Reportaos, con Belcebú!
DON DIEGO
No; los hijos como tú
son hijos de Satanás.
Comendador, nulo sea
lo hablado.
DON GONZALO
Ya lo es por mí;
vamos.
DON DIEGO
Sí; vamos de aquí,
donde tal monstruo no vea.
Don Juan, en brazos del vicio
desolado te abandono;
me matas... mas te perdono
de Dios en el santo juicio.
(Vanse poco a poco DON DIEGO y DON GONZALO.)
DON JUAN
Largo el plazo me ponéis;
mas ved que os quiero advertir
que yo no os he ido a pedir
jamás que me perdonéis.
Conque no paséis afán
de aquí adelante por mí,
que como vivió hasta aquí,
vivirá siempre don Juan.
ESCENA XIII
DON JUAN, DON LUIS, CENTELLAS, AVELLANEDA,
BUTTARELLI, curiosos y máscaras.
DON JUAN
¡Eh! Ya salimos del paso;
y no hay que extrañar la homilía;
son pláticas de familia
de las que nunca hice caso.
Conque lo dicho, don Luis,
van doña Ana y doña Inés
en puesta.
DON LUIS
Y el precio es
la vida.
DON JUAN
Vos lo decís;
vamos.
DON LUIS
Vamos.
(Al salir, se presenta una ronda que les detiene.)
ESCENA XIV
Dichos y una ronda de Alguaciles.
ALGUACIL
¡Alto allá!
¿Don Juan Tenorio?
DON JUAN
Yo soy.
ALGUACIL
Sed preso.
DON JUAN
¡Soñando estoy!
¿Por qué?
ALGUACIL
Después lo verá.
DON LUIS
(Acercándose a DON JUAN y riéndose.)
Tenorio, no lo extrañéis,
pues mirando a lo apostado,
mi paje os ha delatado
para que vos no ganéis.
DON JUAN
¡Hola! Pues no os suponía
con tal despejo, ¡pardiez!
DON LUIS
Id, pues; que por esta vez,
don Juan, la partida es mía.
DON JUAN
Vamos, pues.
(Al salir, les detiene otra ronda que entra en la escena.)
ESCENA XV
Dichos y una ronda.
ALGUACIL
(Que entra.)
Ténganse allá.
¿Don Luis Mejía?
DON LUIS
Yo soy.
ALGUACIL
Sed preso.
DON LUIS
¡Soñando estoy!
¡Yo preso!
DON JUAN
(Soltando la carcajada.)
¡Ja, ja, ja, ja!
Mejía, no lo extrañéis,
pues mirando a lo apostado,
mi paje es ha delatado
para que no me estorbéis.
DON LUIS
Satisfecho quedaré
aunque ambos muramos.
DON JUAN
Vamos:
conque, señores, quedamos
en que la apuesta está en pie.
(Las rondas se llevan a DON JUAN y a DON LUIS; muchos los siguen.
El Capitán CENTELLAS, AVELLANEDA y sus amigos quedan en la escena
mirándose unos a otros.)
ESCENA XVI
El Capitán CENTELLAS, AVELLANEDA y curiosos.
AVELLANEDA
¡Parece un juego ilusorio!
CENTELLLAS
¡Sin verlo no lo creería!
AVELLANEDA
Pues yo apuesto por Mejía.
CENTELLAS
Y yo pongo por Tenorio.
ACTO II
DESTREZA
DON JUAN Tenorio, DON LUIS Mejía, DOÑA ANA de Pantoja,
CIUTTI, PASCUAL, LUCÍA y BRÍGIDA.
Tres embozados del servicio de DON JUAN.
Exterior de la casa de DOÑA ANA, vista por una esquina. Las dos
paredes que forman el ángulo se prolongan igualmente por ambos lados,
dejando ver en la de la derecha una reja, y en la de la izquierda una reja y una
puerta.
ESCENA I
DON LUIS Mejía, embozado.
DON LUIS
Ya estoy frente de la casa
de doña Ana, y es preciso
que esta noche tenga aviso
de lo que en Sevilla pasa.
No dí con persona alguna
por dicha mía... ¡Oh, qué afán!
Por ahora, señor don Juan,
cada cual con su fortuna.
Si honor y vida se juega,
mi destreza y mi valor
por mi vida y por mi honor
jugarán... mas alguien llega.
ESCENA II
DON LUIS, PASCUAL.
PASCUAL
¡Quién creyera lance tal!
¡Jesús, qué escándalo! ¡Presos!
DON LUIS
¡Qué veo! ¿Es Pascual?
PASCUAL
Los sesos
me estrellaría.
DON LUIS
¿Pascual?
PASCUAL
¿Quién me llama tan apriesa?
DON LUIS
Yo. Don Luis.
PASCUAL
¡Válame Dios!
DON LUIS
¿Qué te asombra?
PASCUAL
Que seáis vos.
DON LUIS
Mi suerte, Pascual, es esa.
Que a no ser yo quien me soy
y a no dar contigo ahora,
el honor de mi señora
doña Ana moría hoy.
PASCUAL
¿Qué es lo que decís?
DON LUIS
¿Conoces
a don Juan Tenorio?
PASCUAL
Sí.
¿Quién no le conoce aquí?
Mas, según públicas voces,
estabais presos los dos.
¡Vamos, lo que el vulgo miente!
DON LUIS
Ahora acertadamente
habló el vulgo; y juro a Dios
que a no ser porque mi primo,
el tesorero real,
quiso fiarme, Pascual,
pierdo cuanto más estimo.
PASCUAL
¿Pues cómo?
DON LUIS
¿En servirme estás?
PASCUAL
Hasta morir.
DON LUIS
Pues escucha.
Don Juan y yo en una lucha
arriesgada por demás
empeñados nos hallamos;
pero a querer tú ayudarme,
más que la vida salvarme
puedes.
PASCUAL
¿Qué hay que hacer? Sepamos.
DON LUIS
En una insigne locura
dimos tiempo ha; en apostar
cuál de ambos sabría obrar
peor, con mejor ventura.
Ambos nos hemos portado
bizarramente a cual más;
pero él es un Satanás,
y por fin me ha aventajado.
Púsele no sé qué pero,
Dijímonos no sé qué
sobre ello, y el hecho fue
que él, mofándose altanero,
me dijo: «Y si esto no os llena,
pues que os casáis con doña Ana,
os apuesto a que mañana
os la quito yo».
PASCUAL
¡Esa es buena!
¿Tal se ha atrevido a decir?
DON LUIS
No es lo malo que lo diga,
Pascual, sino que consiga
lo que intenta.
PASCUAL
¿Conseguir?
En tanto que yo esté aquí,
descuidad, don Luis.
DON LUIS
Te juro
que si el lance no aseguro,
no sé qué va a ser de mí.
PASCUAL
Por la Virgen del Pilar,
¿le teméis?
DON LUIS
No; ¡Dios testigo!
Mas lleva ese hombre consigo
algún diablo familiar.
PASCUAL
Dadlo por asegurado.
DON LUIS
¡Oh! Tal es el afán mío
que ni en mí propio me fío
con un hombre tan osado.
PASCUAL
Yo os juro, por San Ginés,
que con toda su osadía,
le ha de hacer, por vida mía,
mal tercio un aragonés;
nos veremos.
DON LUIS
¡Ay, Pascual,
que en qué te metes no sabes!
PASCUAL
En apreturas más graves
me he visto, y no salí mal.
DON LUIS
Estriba en lo perentorio
del plazo, y en ser quien es.
PASCUAL
Más que un buen aragonés,
no ha de valer un Tenorio.
Todos esos lenguaraces,
espadachines de oficio,
no son más que frontispicio
y de poca alma capaces.
Para infamar a mujeres
tienen lengua, y tienen manos
para osar a los ancianos
o apalear a mercaderes.
Mas cuando una buena espada
por un buen brazo esgrimida
con la muerte les convida,
todo su valor es nada.
Y sus empresas y bullas
se reducen todas ellas
a hablar mal de las doncellas
y a huir ante las patrullas.
DON LUIS
¡Pascual!
PASCUAL
No lo hablo por vos,
que aunque sois un calavera,
tenéis la alma bien entera
y reñís bien, ¡voto a bríos!
DON LUIS
Pues si es en mí tan notorio
el valor, mira, Pascual,
que el valor es proverbial
en la raza de Tenorio.
Y porque conozco bien
de su valor el extremo,
de sus ardides me temo
que en tierra con mi honra den.
PASCUAL
Pues suelto estáis ya, don Luis,
y pues que tanto os acucia
el mal de celos, su astucia
con la astucia prevenís.
¿Qué teméis de él?
DON LUIS
No lo sé;
mas esta noche sospecho
que ha de procurar el hecho
consumar.
PASCUAL
Soñáis.
DON LUIS
¿Por qué?
PASCUAL
¿No está preso?
DON LUIS
Sí que está;
mas también lo estaba yo,
y un hidalgo me fió
PASCUAL
Mas, ¿quién a él le fiará?
DON LUIS
En fin, sólo un medio encuentro
de satisfacerme.
PASCUAL
¿Cuál?
DON LUIS
Que de esta casa, Pascual,
quede yo esta noche dentro.
PASCUAL
Mirad que así de doña Ana
tenéis el honor vendido.
DON LUIS
¡Qué mil rayos! ¿Su marido
no voy a ser yo mañana?
PASCUAL
Mas, señor, ¿no os digo yo
que os fío con la existencia?
DON LUIS
Sí; salir de una pendencia,
mas de un ardid diestro, no.
Y en fin, o paso en la casa
la noche, o tomo la calle
aunque la justicia me halle.
PASCUAL
Señor don Luis, eso pasa
de terquedad, y es capricho
que dejar os aconsejo,
y os irá bien.
DON LUIS
No lo dejo,
Pascual.
PASCUAL
¡Don Luis!
DON LUIS
Está dicho.
PASCUAL
¡Vive Dios! ¿Hay tal afán?
DON LUIS
Tú dirás lo que quisieres,
mas yo fío en las mujeres
mucho menos que en don Juan.
Y pues lance es extremado
por dos locos emprendido,
bien será un loco atrevido
para un loco desalmado.
PASCUAL
Mirad bien lo que decís,
porque yo sirvo a doña Ana
desde que nació, y mañana
seréis su esposo, don Luis.
DON LUIS
Pascual, esa hora llegada
y ese derecho adquirido,
yo sabré ser su marido
y la haré ser bien casada.
Mas en tanto...
PASCUAL
No habléis más.
Yo os conozco desde niños,
y sé lo que son cariños,
¡por vida de Barrabás!
Oíd: mi cuarto es sobrado
para los dos; dentro de él
quedad; mas palabra fiel
dadme de estaros callado.
DON LUIS
Te la doy.
PASCUAL
Y hasta mañana,
juntos con doble cautela
nos quedaremos en vela.
DON LUIS
Y se salvará doña Ana.
PASCUAL
Sea.
DON LUIS
Pues vamos.
PASCUAL
Teneos.
¿Qué vais a hacer?
DON LUIS
A entrar.
PASCUAL
¿Ya?
DON LUIS
¿Quién sabe lo que él hará?
PASCUAL
Vuestros celosos deseos
reprimid, que ser no puede
mientras que no se recoja
mi amo don Gil de Pantoja
y todo en silencio quede.
DON LUIS
¡Voto a...!
PASCUAL
¡Eh! Dad una vez
breves treguas al amor.
DON LUIS
¿Y a qué hora ese buen señor
suele acostarse?
PASCUAL
A las diez;
y en esa calleja estrecha
hay una reja; llamad
a las diez, y descuidad
mientras en mí.
DON LUIS
Es cosa hecha.
PASCUAL
Don Luis, hasta luego, pues.
DON LUIS
Adiós, Pascual, hasta luego.
ESCENA III
DON LUIS, solo.
DON LUIS
Jamás tal desasosiego
tuve. Paréceme que es
esta noche hora menguada
para mí... y no sé qué vago
presentimiento, qué estrago
teme mi alma acongojada.
Por Dios que nunca pensé
que a doña Ana amara así,
ni por ninguna sentí
lo que por ella... ¡Oh! Y a fe
que de don Juan me amedrenta,
no el valor, mas la ventura.
Parece que le asegura
Satanás en cuanto intenta.
No, no; es un hombre infernal,
y téngome para mí
que si me aparto de aquí
me burla, pese a Pascual.
Y, aunque me tenga por necio,
quiero entrar; que con don Juan
las precauciones no están
para vistas con desprecio.
(Llama a la ventana.)
ESCENA IV
DON LUIS y DOÑA ANA.
DOÑA ANA
¿Quién va?
DON LUIS
¿No es Pascual?
DOÑA ANA
¡Don Luis!
DON LUIS
¡Doña Ana!
DOÑA ANA
¿Por la ventana
llamas ahora?
DON LUIS
¡Ay, doña Ana,
cuán a buen tiempo salís!
DOÑA ANA
¿Pues qué hay, Mejía?
DON LUIS
Un empeño
por tu beldad con un hombre
que temo.
DOÑA ANA
¿Y qué hay que te asombre
en él, cuando eres tú el dueño
de mi corazón?
DON LUIS
Doña Ana,
no lo puedes comprender
de ese hombre sin conocer
nombre y suerte.
DOÑA ANA
Será vana
su buena suerte conmigo;
ya ves, sólo horas nos faltan
para la boda, y te asaltan
vanos temores.
DON LUIS
Testigo
me es Dios que nada por mí
me da pavor mientras tenga
espada, y ese hombre venga
cara a cara contra ti.
Mas como el león audaz,
y cauteloso y prudente
como la astuta serpiente...
DOÑA ANA
¡Bah! Duerme, don Luis, en paz,
que su audacia y su prudencia
nada lograrán de mí,
que tengo cifrada en ti
la gloria de mi existencia.
DON LUIS
Pues bien, Ana, de ese amor
que me aseguras en nombre,
para no temer a ese hombre,
voy a pedirte un favor.
DOÑA ANA
Di; mas bajo, por si escucha
tal vez alguno.
DON LUIS
Oye, pues.
ESCENA V
DOÑA ANA y DON LUIS, a la reja derecha; DON JUAN y CIUTTI, en
la calle izquierda.
CIUTTI
Señor, por mi vida que es
vuestra suerte buena y mucha.
DON JUAN
Ciutti, nadie como yo;
ya viste cuán fácilmente
el buen Alcaide prudente
se avino, y suelta me dio.
Mas no hay ya en ello que hablar;
¿mis encargos has cumplido?
CIUTTI
Todos los he concluido
mejor que pude esperar.
DON JUAN
¿La beata...?
CIUTTI
Esta es la llave
de la puerta del jardín,
que habrá que escalar al fin;
pues como usarced ya sabe,
las tapias de este convento
no tienen entrada alguna.
DON JUAN
¿Y te dio carta?
CIUTTI
Ninguna;
me dijo que aquí al momento
iba a salir de camino;
que al convento se volvía,
y que con vos hablaría.
DON JUAN
Mejor es.
CIUTTI
Lo mismo opino.
DON JUAN
¿Y los caballos?
CIUTTI
Con silla
y freno los tengo ya.
DON JUAN
¿Y la gente?
CIUTTI
Cerca está.
DON JUAN
Bien, Ciutti; mientras Sevilla
tranquila en sueño reposa
creyéndome encarcelado,
otros dos nombres añado
a mi lista numerosa.
¡Ja, ja!
CIUTTI
Señor.
DON JUAN
¿Qué?
CIUTTI
Callad.
DON JUAN
¿Qué hay, Ciutti?
CIUTTI
Al doblar la esquina
en esa reja vecina
he visto un hombre.
DON JUAN
Es verdad;
pues ahora sí que es mejor
el lance; ¿y si es ése...?
CIUTTI
¿Quién?
DON JUAN
Don Luis.
CIUTTI
Imposible.
DON JUAN
¡Toma!
¿No estoy yo aquí?
CIUTTI
Diferencia
va de él a vos.
DON JUAN
Evidencia
lo creo, Ciutti; allí asoma
tras de la reja una dama.
CIUTTI
Una criada tal vez.
DON JUAN
Preciso es verlo, pardiez,
no perdamos lance y fama.
Mira, Ciutti; a fuer de ronda,
tú con varios de los míos,
por esa calle escurríos
dando vuelta a la redonda
a la casa.
CIUTTI
Y en tal caso
cerrará ella.
DON JUAN
Pues con eso,
ella ignorante y él preso,
nos dejará franco el paso.
CIUTTI
Decís bien.
DON JUAN
Corre, y atájale,
que en ello el vencer consiste.
CIUTTI
¿Mas si el truhán se resiste?
DON JUAN
Entonces de un tajo rájale.
ESCENA VI
DON JUAN, DOÑA ANA y DON LUIS.
DON LUIS
¿Me das, pues, tu asentimiento?
DOÑA ANA
Consiento.
DON LUIS
¿Complácesme de ese modo?
DOÑA ANA
En todo.
DON LUIS
Pues te velaré hasta el día.
DOÑA ANA
Sí, Mejía.
DON LUIS
Páguete el cielo, Ana mía,
satisfacción tan entera.
DOÑA ANA
Porque me juzgues sincera,
consiento en todo, Mejía.
DON LUIS
Volveré, pues, otra vez.
DOÑA ANA
Sí, a las diez.
DON LUIS
¿Me aguardarás, Ana?
DOÑA ANA
Sí.
DON LUIS
Aquí.
DOÑA ANA
Y tú estarás puntual, ¿eh?
DON LUIS
Estaré.
DOÑA ANA
La llave, pues, te daré.
DON LUIS
Y dentro yo de tu casa,
venga Tenorio.
DOÑA ANA
Alguien pasa.
A las diez.
DON LUIS
Aquí estaré.
ESCENA VII
DON JUAN y DON LUIS.
DON LUIS
Mas se acercan. ¿Quién va allá?
DON JUAN
Quien va.
DON LUIS
De quien va así, ¿qué se infiere?
DON JUAN
Que quiere...
DON LUIS
¿Ver si la lengua le arranco?
DON JUAN
El paso franco.
DON LUIS
Guardado está.
DON JUAN
¿Y yo soy manco?
DON LUIS
Pidiéraislo en cortesía.
DON JUAN
¿Y a quién?
DON LUIS
A don Luis Mejía.
DON JUAN
Quien va, quiere el paso franco.
DON LUIS
¿Conocéisme?
DON JUAN
Sí.
DON LUIS
¿Y yo a vos?
DON JUAN
Los dos.
DON LUIS
¿Y en qué estriba el estorballe?
DON JUAN
En la calle.
DON LUIS
¿De ella los dos por ser amos?
DON JUAN
Estamos.
DON LUIS
Dos hay no más que podamos
necesitarla a la vez.
DON JUAN
Lo sé.
DON LUIS
¡Sois don Juan!
DON JUAN
¡Pardiez!
Los dos ya en la calle estamos.
DON LUIS
¿No os prendieron?
DON JUAN
Como a vos.
DON LUIS
¡Vive Dios!
¿Y huisteis?
DON JUAN
Os imité.
¿Y qué?
DON LUIS
Que perderéis.
DON JUAN
No sabemos.
DON LUIS
Lo veremos.
DON JUAN
La dama entrambos tenemos
sitiada; y estáis cogido.
DON LUIS
Tiempo hay.
DON JUAN
Para vos perdido.
DON LUIS
¡Vive Dios que lo veremos!
(DON LUIS desenvaina su espada; mas CIUTTI, que ha bajado con los
suyos cautelosamente hasta colocarse detrás de él, lo sujeta.)
DON JUAN
Señor don Luis, vedlo, pues.
DON LUIS
Traición es.
DON JUAN
La boca...
(A los suyos que le tapan a DON LUIS.)
DON LUIS
¡Oh!
DON JUAN
Sujeto atrás,
más.
(Le sujetan los brazos.)
La empresa es, señor Mejía,
como mía.
(A los suyos.)
Encerrádmele hasta el día.
(A DON LUIS.)
La apuesta está ya en mi mano.
Adiós, don Luis; si os la gano,
traición es, mas como mía.
ESCENA VIII
DON JUAN, solo.
DON JUAN
Buen lance, ¡viven los cielos!
¡Estos son los que dan fama!
Mientras le soplo la dama,
él se arrancará los pelos
encerrado en mi bodega.
¿Y ella...? Cuando crea hallarse
con él... ¡ja! ¡ja!... ¡Oh! y quejarse
no puede; limpio se juega.
A la cárcel le llevé,
y salió; llevome a mí,
y salí; hallarnos aquí
era fuerza... ya se ve,
su parte en la grave apuesta
defendía cada cual.
Mas con la suerte está mal
Mejía, y también pierde ésta.
Sin embargo, y por si acaso,
no es demás asegurarse
de Lucía, a desgraciarse
no vaya por poco el paso.
Mas por allí un bulto negro
se aproxima... y, a mi ver,
es el bulto una mujer.
¿Otra aventura? Me alegro.
ESCENA IX
DON JUAN y BRÍGIDA.
BRÍGIDA
¿Caballero?
DON JUAN
¿Quién va allá?
BRÍGIDA
¿Sois don Juan?
DON JUAN
¡Por vida de...!
¡Si es la beata! Y a fe
que la había olvidado ya.
Llegaos; don Juan soy yo.
BRÍGIDA
¿Estáis solo?
DON JUAN
Con el diablo.
BRÍGIDA
¡Jesucristo!
DON JUAN
Por vos lo hablo.
BRÍGIDA
¿Soy yo el diablo?
DON JUAN
Creoló.
BRÍGIDA
¡Vaya! ¡Qué cosas tenéis!
Vos sí que sois un diablillo...
DON JUAN
Que te llenará el bolsillo
si le sirves.
BRÍGIDA
Lo veréis.
DON JUAN
Descarga, pues, ese pecho.
¿Qué hiciste?
BRÍGIDA
Cuanto me ha dicho
vuestro paje... ¡Y qué mal bicho
es ese Ciutti!
DON JUAN
¿Qué ha hecho?
BRÍGIDA
¡Gran bribón!
DON JUAN
¿No os ha entregado
un bolsillo y un papel?
BRÍGIDA
Leyendo estará ahora en él
doña Inés.
DON JUAN
¿La has preparado?
BRÍGIDA
¡Vaya! Y os la he convencido
con tal maña y de manera,
que irá como una cordera
tras vos.
DON JUAN
¿Tan fácil te ha sido?
BRÍGIDA
¡Bah! Pobre garza enjaulada,
dentro la jaula nacida,
¿qué sabe ella si hay más vida
ni más aire en que volar?
Si no vio nunca sus plumas
del sol a los resplandores,
¿qué sabe de los colores
de que se puede ufanar?
No cuenta la pobrecilla
diez y siete primaveras,
y aún virgen a las primeras
impresiones del amor,
nunca concibió la dicha
fuera de su pobre estancia,
tratada desde la infancia
con cauteloso rigor.
Y tantos años monótonos
de soledad y convento
tenían su pensamiento
ceñido a punto tan ruin,
a tan reducido espacio
y a círculo tan mezquino,
que era el claustro su destino
y el altar era su fin.
«Aquí está Dios», la dijeron;
y ella dijo: «Aquí le adoro».
«Aquí está el claustro y el coro».
Y pensó: «No hay más allá».
Y sin otras ilusiones
que sus sueños infantiles,
pasó diez y siete abriles
sin conocerlo quizá.
DON JUAN
¿Y está hermosa?
BRÍGIDA
¡Oh! como un ángel.
DON JUAN
Y la has dicho...
BRÍGIDA
Figuraos
si habré metido mal caos
en su cabeza, don Juan.
La hablé del amor, del mundo,
de la corte y los placeres,
de cuánto con las mujeres
erais pródigo y galán.
La dije que erais el hombre
por su padre destinado
para suyo; os he pintado
muerto por ella de amor,
desesperado por ella,
y por ella perseguido,
y por ella decidido
a perder vida y honor.
En fin, mis dulces palabras
al posarse en sus oídos,
sus deseos mal dormidos
arrastraron de sí en pos;
y allá dentro de su pecho
han inflamado una llama
de fuerza tal, que ya os ama
y no piensa más que en vos.
DON JUAN
Tan incentiva pintura
los sentidos me enajena,
y el alma ardiente me llena
de su insensata pasión.
Empezó por una apuesta,
siguió por un devaneo,
engendró luego un deseo,
y hoy me quema el corazón.
Poco es el centro de un claustro;
¡al mismo infierno bajara,
y a estocadas la arrancara
de los brazos de Satán!
¡Oh, hermosa flor cuyo cáliz
al rocío aún no se ha abierto!
A trasplantarte va al huerto
de sus amores don Juan.
¡Brígida!
BRÍGIDA
Os estoy oyendo,
y me hacéis perder el tino;
yo os creía un libertino
sin alma y sin corazón.
DON JUAN
¿Eso extrañas? ¿No está claro
que en un objeto tan noble
hay que interesarse doble
que en otros?
BRÍGIDA
Tenéis razón.
DON JUAN
Conque ¿a qué hora se recogen
las madres?
BRÍGIDA
Ya recogidas
estarán. ¿Vos prevenidas
todas las cosas tenéis?
DON JUAN
Todas.
BRÍGIDA
Pues luego que doblen
a las ánimas, con tiento
saltando al huerto, al convento
fácilmente entrar podéis
con la llave que os he enviado;
de un claustro obscuro y estrecho
es, seguid bien derecho,
y daréis con poco afán
en nuestra celda.
DON JUAN
Y si acierto
a robar tan gran tesoro,
te he de hacer pesar en oro.
BRÍGIDA
Por mí no queda, don Juan.
DON JUAN
Ve y aguárdame.
BRÍGIDA
Voy, pues,
a entrar por la portería,
y a cegar a sor María
la tornera. Hasta después.
(Vase BRÍGIDA, y un poco antes de concluir esta escena, sale CIUTTI,
que se para en el fondo esperando.)
ESCENA X
DON JUAN y CIUTTI.
DON JUAN
¡Pues señor, soberbio envite!
Muchas hice hasta esta hora,
mas, por Dios, que la de ahora
será tal que me acredite.
Mas ya veo que me espera
Ciutti. ¡Lebrel!
(Llamándole.)
CIUTTI
Aquí estoy.
DON JUAN
¿Y don Luis?
CIUTTI
Libre por hoy
estáis de él.
DON JUAN
Ahora quisiera
ver a Lucía.
CIUTTI
Llegar
podéis aquí.
(A la reja derecha.)
Yo la llamo,
y al salir a mi reclamo
la podéis vos abordar.
DON JUAN
Llama, pues.
CIUTTI
La seña mía
sabe bien para que dude
en acudir.
DON JUAN
Pues si acude,
lo demás es cuenta mía.
(CIUTTI llama a la reja con una seña que parezca convenida. LUCÍA se
asoma a ella, y al ver a DON JUAN se detiene un momento.)
ESCENA XI
DON JUAN, LUCÍA y CIUTTI.
LUCÍA
¿Qué queréis, buen caballero?
DON JUAN
Quiero.
LUCÍA
¿Qué queréis? Vamos a ver.
DON JUAN
Ver.
LUCÍA
¿Ver? ¿Qué veréis a esta hora?
DON JUAN
A tu señora.
LUCÍA
Idos, hidalgo, en mal hora:
¿quién pensáis que vive aquí?
DON JUAN
Doña Ana Pantoja, y
quiero ver a tu señora.
LUCÍA
¿Sabéis que casa doña Ana?
DON JUAN
Sí, mañana.
LUCÍA
¿Y ha de ser tan infiel ya?
DON JUAN
Sí será.
LUCÍA
¿Pues no es de don Luis Mejía?
DON JUAN
¡Ca! otro día.
Hoy no es mañana, Lucía;
yo he de estar hoy con doña Ana,
y si se casa mañana,
mañana será otro día.
LUCÍA
¡Ah! ¿En recibiros está?
DON JUAN
Podrá.
LUCÍA
¿Qué haré si os he de servir?
DON JUAN
Abrir.
LUCÍA
¡Bah! ¿Y quién abre este castillo?
DON JUAN
Ese bolsillo.
LUCÍA
¡Oro!
DON JUAN
Pronto te dio el brillo.
LUCÍA
¿Cuánto?
DON JUAN
De cien doblas pasa.
LUCÍA
¡Jesús!
DON JUAN
Cuenta, y di: ¿esta casa
podrá abrir ese bolsillo?
LUCÍA
¡Oh! Si es quien me dora el pico...
DON JUAN
Muy rico.
(Interrumpiéndola.)
LUCÍA
¿Sí? ¿Qué nombre usa el galán?
DON JUAN
Don Juan.
LUCÍA
¿Sin apellido notorio?
DON JUAN
Tenorio.
LUCÍA
¡Ánimas del purgatorio!
¿Vos don Juan?
DON JUAN
¿Qué te amedrenta,
si a tus ojos se presenta
muy rico don Juan Tenorio?
LUCÍA
Rechina la cerradura.
DON JUAN
Se asegura.
LUCÍA
¿Y a mí quién? ¡Por Belcebú!
DON JUAN
Tú.
LUCÍA
¿Y qué me abrirá el camino?
DON JUAN
Buen tino.
LUCÍA
¡Bah! Id en brazos del destino...
DON JUAN
Dobla el oro.
LUCÍA
Me acomodo.
DON JUAN
Pues mira cómo de todo
se asegura tu buen tino.
LUCÍA
¡Dadme algún tiempo, pardiez!
DON JUAN
A las diez.
LUCÍA
¿Dónde os busco, o vos a mí?
DON JUAN
Aquí.
LUCÍA
¿Conque estaréis puntual, eh?
DON JUAN
Estaré.
LUCÍA
Pues yo una llave os traeré.
DON JUAN
Y yo otra igual cantidad.
LUCÍA
No me faltéis.
DON JUAN
No en verdad;
a las diez aquí estaré.
Adiós, pues, y en mí te fía.
LUCÍA
Y en mí el garboso galán.
DON JUAN
Adiós, pues, franca Lucía.
LUCÍA
Adiós, pues, rico don Juan.
(LUCÍA cierra la ventana. CIUTTI se acerca a DON JUAN a una seña de
éste.)
ESCENA XII
DON JUAN y CIUTTI.
DON JUAN
(Riéndose.)
Con oro nada hay que falle;
Ciutti, ya sabes mi intento:
a las nueve, en el convento;
a las diez, en esta calle.
ACTO III
PROFANACIÓN
DON JUAN, DOÑA INÉS, DON GONZALO, BRÍGIDA, la ABADESA,
la TORNERA.
Celda de DOÑA INÉS. Puerta en el fondo y a la izquierda.
ESCENA I
DOÑA INÉS y la ABADESA.
ABADESA
¿Conque me habéis entendido?
DOÑA INÉS
Sí, señora.
ABADESA
Está muy bien;
la voluntad decisiva
de vuestro padre, tal es.
Sois joven, cándida y buena;
vivido en el claustro habéis
casi desde que nacisteis;
y para quedar en él
atada con santos votos
para siempre, ni aún tenéis,
como otras, pruebas difíciles
ni penitencias que hacer.
Dichosa mil veces vos;
dichosa, sí, doña Inés,
que no conociendo el mundo,
no le debéis de temer.
Dichosa vos, que del claustro
al pisar en el dintel,
no os volveréis a mirar
lo que tras vos dejaréis;
y los mundanos recuerdos
del bullicio y del placer,
no os turbarán, tentadores,
del ara santa a los pies;
pues ignorando lo que hay
tras esa santa pared,
lo que tras ella se queda,
jamás apeteceréis.
Mansa paloma, enseñada
en las palmas a comer
del dueño que la ha criado
en doméstico vergel,
no habiendo salido nunca
de la protectora red,
no ansiaréis nunca las alas
por el espacio tender.
Lirio gentil, cuyo tallo
mecieron sólo tal vez
las embalsamadas brisas
del más florecido mes,
aquí a los besos del aura
vuestro cáliz abriréis,
y aquí vendrán vuestras hojas
tranquilamente a caer.
Y en el pedazo de tierra
que abarca nuestra estrechez
y en el pedazo de cielo
que por las rejas se ve,
vos no veréis más que un lecho
do en dulce sueño yacer,
y un velo azul suspendido
a las puertas del Edén...
¡Ay! En verdad que os envidio,
venturosa doña Inés,
con vuestra inocente vida,
la virtud del no saber.
Mas, ¿por qué estáis cabizbaja?
¿Por qué no me respondéis
como otras veces, alegre,
cuando en lo mismo os hablé?
¿Suspiráis...? ¡Oh!, ya comprendo;
de vuelta aquí hasta no ver
a vuestra aya, estáis inquieta,
pero nada receléis.
A casa de vuestro padre
fue casi al anochecer,
y abajo en la portería
estará; yo os la enviaré,
que estoy de vela esta noche.
Conque, vamos, doña Inés,
recogeos, que ya es hora;
Mal ejemplo no me deis
a las novicias, que ha tiempo
que duermen ya; hasta después.
DOÑA INÉS
Id con Dios, madre abadesa.
ABADESA
Adiós, hija.
ESCENA II
DOÑA INÉS, sola.
DOÑA INÉS
[Ya se fue.]
No sé qué tengo, ¡ay de mí!,
que en tumultuoso tropel
mil encontradas ideas
me combaten a la vez.
Otras noches complacida
sus palabras escuché,
y de esos cuadros tranquilos
que sabe pintar tan bien,
de esos placeres domésticos
la dichosa sencillez
y la calma venturosa,
me hicieron apetecer
la soledad de los claustros
y su santa rigidez.
Mas hoy la oí distraída,
y en sus pláticas hallé,
si no enojosos discursos,
a lo menos aridez.
Y no sé por qué al decirme
que podría acontecer
que se acelerase el día
de mi profesión, temblé,
y sentí del corazón
acelerarse el vaivén,
y teñírseme el semblante
de amarilla palidez.
¡Ay de mí...! Pero mi dueña,
¿dónde estará...? Esa mujer,
con sus pláticas, al cabo,
me entretiene alguna vez.
Y hoy la echo menos... Acaso
porque la voy a perder,
que en profesando, es preciso
renunciar a cuanto amé.
Mas pasos siento en el claustro;
¡oh! reconozco muy bien
sus pisadas... Ya está aquí.
ESCENA III
DOÑA INÉS y BRÍGIDA.
BRÍGIDA
Buenas noches, doña Inés.
DOÑA INÉS
¿Cómo habéis tardado tanto?
BRÍGIDA
Voy a cerrar esta puerta.
DOÑA INÉS
Hay orden de que esté abierta.
BRÍGIDA
Eso es muy bueno y muy santo
para las otras novicias
que han de consagrarse a Dios:
no, doña Inés, para vos.
DOÑA INÉS
Brígida, no ves que vicias
las reglas del monasterio,
que no permiten...
BRÍGIDA
¡Bah! ¡bah!
Más seguro así se está,
y así se habla sin misterio
ni estorbos: ¿habéis mirado
el libro que os he traído?
DOÑA INÉS
¡Ay!, se me había olvidado.
BRÍGIDA
¡Pues me hace gracia el olvido!
DOÑA INÉS
¡Como la madre abadesa
se entró aquí inmediatamente!
BRÍGIDA
¡Vieja más impertinente!
DOÑA INÉS
¿Pues tanto el libro interesa?
BRÍGIDA
Vaya si interesa, mucho.
¡Pues quedó con poco afán
el infeliz!
DOÑA INÉS
¿Quién?
BRÍGIDA
Don Juan.
DOÑA INÉS
¡Válgame el cielo! ¡Qué escucho!
¿Es don Juan quien me le envía?
BRÍGIDA
Por supuesto.
DOÑA INÉS
¡Oh! Yo no debo
tomarle.
BRÍGIDA
¡Pobre mancebo!
Desairarle así, sería
matarle.
DOÑA INÉS
¿Qué estás diciendo?
BRÍGIDA
Si ese Horario no tomáis,
tal pesadumbre le dais,
que va a enfermar, lo estoy viendo.
DOÑA INÉS
¡Ah! No, no; de esa manera
le tomaré.
BRÍGIDA
Bien haréis.
DOÑA INÉS
¡Y qué bonito es!
BRÍGIDA
Ya veis:
quien quiere agradar, se esmera.
DOÑA INÉS
Con sus manecillas de oro.
¡Y cuidado, que está prieto!
A ver, a ver si completo
contiene el rezo del coro.
(Le abre y cae una carta de entre sus hojas.)
Mas ¿qué cayó?
BRÍGIDA
Un papelito.
DOÑA INÉS
¡Una carta!
BRÍGIDA
Claro está;
en esa carta os vendrá
ofreciendo el regalito.
DOÑA INÉS
¡Qué! ¿Será suyo el papel?
BRÍGIDA
¡Vaya, que sois inocente!
Pues que os feria, es consiguiente
que la carta será de él.
DOÑA INÉS
¡Ay, Jesús!
BRÍGIDA
¿Qué es lo que os da?
DOÑA INÉS
Nada, Brígida, no es nada.
BRÍGIDA
No, no; si estáis inmutada.
(Aparte.)
Ya presa en la red está.
¿Se os pasa?
DOÑA INÉS
Sí.
BRÍGIDA
Eso habrá sido
cualquier mareíllo vano.
DOÑA INÉS
¡Ay! Se me abrasa la mano
con que el papel he cogido.
BRÍGIDA
Doña Inés, válgame Dios,
jamás os he visto así;
estáis trémula.
DOÑA INÉS
¡Ay de mí!
BRÍGIDA
¿Qué es lo que pasa por vos?
DOÑA INÉS
No sé... El campo de mi mente
siento que cruzan perdidas
mil sombras desconocidas,
que me inquietan vagamente;
y ha tiempo al alma me dan
con su agitación tortura.
BRÍGIDA
¿Tiene alguna, por ventura,
el semblante de don Juan?
DOÑA INÉS
No sé; desde que le vi,
Brígida mía, y su nombre
me dijiste, tengo a ese hombre
siempre delante de mí.
Por doquiera me distraigo
con su agradable recuerdo,
y si un instante le pierdo,
en su recuerdo recaigo.
No sé qué fascinación
en mis sentidos ejerce,
que siempre hacia él se me tuerce
la mente y el corazón;
y aquí, y en el oratorio,
y en todas partes advierto
que el pensamiento divierto
con la imagen de Tenorio.
BRÍGIDA
¡Válgame Dios! Doña Inés,
según lo vais explicando,
tentaciones me van dando
de creer que eso amor es.
DOÑA INÉS
¿Amor has dicho?
BRÍGIDA
Sí, amor.
DOÑA INÉS
No, de ninguna manera.
BRÍGIDA
Pues por amor lo entendiera
el menos entendedor;
mas vamos la carta a ver:
¿En qué os paráis? ¿Un suspiro?
DOÑA INÉS
¡Ay! Que cuanto más la miro
menos me atrevo a leer.
(Lee.)
«Doña Inés del alma mía».
Virgen santa, ¡qué principio!
BRÍGIDA
Vendrá en verso, y será un ripio
que traerá la poesía.
Vamos, seguid adelante.
DOÑA INÉS
(Lee.)
«Luz de donde el sol la toma,
hermosísima paloma
privada de libertad,
si os dignáis por estas letras
pasar vuestros lindos ojos,
no los tornéis con enojos
sin concluir, acabad».
BRÍGIDA
¡Qué humildad y qué finura!
¿Dónde hay mayor rendimiento?
DOÑA INÉS
Brígida, no sé qué siento.
BRÍGIDA
Seguid, seguid la lectura.
DOÑA INÉS
(Lee.)
«Nuestros padres de consuno
nuestras bodas acordaron,
porque los cielos juntaron
los destinos de los dos.
Y halagado desde entonces
con tan risueña esperanza,
mi alma, doña Inés, no alcanza
otro porvenir que vos.
De amor con ella en mi pecho
brotó una chispa ligera,
que han convertido en hoguera
tiempo y afición tenaz.
Y esta llama, que en mí mismo
se alimenta, inextinguible,
cada día más terrible
va creciendo y más voraz».
BRÍGIDA
Es claro; esperar le hicieron
en vuestro amor algún día,
y hondas raíces tenía
cuando a arrancársele fueron.
Seguid.
DOÑA INÉS
(Lee.)
«En vano a apagarla
concurren tiempo y ausencia,
que doblando su violencia,
no hoguera ya, volcán es;
y yo, que en medio del cráter
desamparado batallo,
suspendido en él me hallo
entre mi tumba y mi Inés».
BRÍGIDA
¿Lo veis, Inés? Si ese Horario
le despreciáis, al instante
le preparan el sudario.
DOÑA INÉS
Yo desfallezco.
BRÍGIDA
Adelante.
DOÑA INÉS
(Lee.)
«Inés, alma de mi alma,
perpetuo imán de mi vida,
perla sin concha escondida
entre las algas del mar;
garza que nunca del nido
tender osastes el vuelo
al diáfano azul del cielo
para aprender a cruzar,
si es que a través de esos muros
el mundo apenada miras,
y por el mundo suspiras,
de libertad con afán,
acuérdate que al pie mismo
de esos muros que te guardan,
para salvarte te aguardan
los brazos de tu don Juan».
(Representa.)
¿Qué es lo que me pasa, ¡cielo!,
que me estoy viendo morir?
BRÍGIDA
(Aparte.)
Ya tragó todo el anzuelo.
Vamos, que está al concluir.
DOÑA INÉS
(Lee.)
«Acuérdate de quien llora
al pie de tu celosía,
y allí le sorprende el día
y le halla la noche allí;
acuérdate de quien vive
sólo por ti, ¡vida mía!,
y que a tus pies volaría
si le llamaras a ti».
BRÍGIDA
¿Lo veis? Vendría.
DOÑA INÉS
¡Vendría!
BRÍGIDA
A postrarse a vuestros pies.
DOÑA INÉS
¿Puede?
BRÍGIDA
¡Oh, sí!
DOÑA INÉS
¡Virgen María!
BRÍGIDA
Pero acabad, doña Inés.
DOÑA INÉS
(Lee.)
«Adiós, oh luz de mis ojos;
adiós, Inés de mi alma;
medita, por Dios, en calma
las palabras que aquí van;
y si odias esa clausura
que ser tu sepulcro debe,
manda, que a todo se atreve
por tu hermosura don Juan».
(Representa DOÑA INÉS.)
¡Ay! ¿Qué filtro envenenado
me dan en este papel,
que el corazón desgarrado
me estoy sintiendo con él?
¿Qué sentimientos dormidos
son los que revela en mí;
qué impulsos jamás sentidos,
qué luz, que hasta hoy nunca vi?
¿Qué es lo que engendra en mi alma
tan nuevo y profundo afán?
¿Quién roba la dulce calma
de mi corazón?
BRÍGIDA
Don Juan.
DOÑA INÉS
¡Don Juan dices...! ¿Conque ese hombre
me ha de seguir por doquier?
¿Sólo he de escuchar su nombre,
sólo su sombra he de ver?
¡Ah! Bien dice: juntó el cielo
los destinos de los dos,
y en mi alma engendró este anhelo
fatal.
BRÍGIDA
¡Silencio, por Dios!
(Se oyen dar las ánimas.)
DOÑA INÉS
¿Qué?
BRÍGIDA
Silencio.
DOÑA INÉS
Me estremezco.
BRÍGIDA
¿Oís, doña Inés, tocar?
DOÑA INÉS
Sí; lo mismo que otras veces,
las ánimas oigo dar.
BRÍGIDA
Pues no habléis de él.
DOÑA INÉS
¡Cielo santo!
¿De quién?
BRÍGIDA
¿De quién ha de ser?
De ese don Juan que amáis tanto,
porque puede aparecer.
DOÑA INÉS
¡Me amedrentas! ¿Puede ese hombre
llegar hasta aquí?
BRÍGIDA
Quizá,
porque el eco de su nombre
tal vez llega adonde está.
DOÑA INÉS
¡Cielos! ¿Y podrá...?
BRÍGIDA
¡Quién sabe!
DOÑA INÉS
¿Es un espíritu, pues?
BRÍGIDA
No; mas si tiene una llave...
DOÑA INÉS
¡Dios!
BRÍGIDA
Silencio, doña Inés;
¿no oís pasos?
DOÑA INÉS
¡Ay! Ahora
nada oigo.
BRÍGIDA
Las nueve dan,
suben... se acercan... señora...
Ya está aquí.
DOÑA INÉS
¿Quién?
BRÍGIDA
Él.
DOÑA INÉS
¡Don Juan!
ESCENA IV
DOÑA INÉS, DON JUAN y BRÍGIDA.
DOÑA INÉS
¿Qué es esto? ¿Sueño... deliro?
DON JUAN
¡Inés de mi corazón!
DOÑA INÉS
¿Es realidad lo que miro,
o es una fascinación...?
Tenedme, apenas respiro...
Sombra... ¡huye por compasión!
¡Ay de mí...!
(Desmáyase DOÑA INÉS, y DON JUAN la sostiene. La carta de DON
JUAN queda en el suelo abandonada por DOÑA INÉS al desmayarse.)
BRÍGIDA
La ha fascinado
vuestra repentina entrada,
y el pavor la ha trastornado.
DON JUAN
Mejor, así nos ha ahorrado
la mitad de la jornada.
¡Ea! No desperdiciemos
el tiempo aquí en contemplarla,
si perdernos no queremos.
En los brazos a tomarla
voy, y cuanto antes, ganemos
ese claustro solitario.
BRÍGIDA
¡Oh! ¿Vais a sacarla así?
DON JUAN
¿Necia, piensas que rompí
la clausura temerario,
para dejármela aquí?
Mi gente abajo me espera;
sígueme.
BRÍGIDA
¡Sin alma estoy!
¡Ay! Este hombre es una fiera;
nada le ataja ni altera...
Sí, sí; a su sombra me voy.
ESCENA V
La ABADESA, sola.
ABADESA
Jurara que había oído
por estos claustros andar;
hoy a doña Inés velar
algo más la he permitido,
y me temo... mas no están
aquí. ¿Qué pudo ocurrir
a las dos para salir
de la celda? ¿Dónde irán?
¡Hola! Yo las ataré
corto para que no vuelvan
a enredar y me revuelvan
a las novicias... sí a fe.
Mas siento por allá fuera
pasos. ¿Quién es?
ESCENA VI
La ABADESA y la TORNERA.
TORNERA
Yo, señora.
ABADESA
¡Vos en el claustro a esta hora!
¿Qué es esto, hermana Tornera?
TORNERA
Madre Abadesa, os buscaba.
ABADESA
¿Qué hay? Decid.
TORNERA
Un noble anciano
quiere hablaros.
ABADESA
Es en vano.
TORNERA
Dice que es de Calatrava
caballero; que sus fueros
le autorizan a este paso,
y que la urgencia del caso
le obliga al instante a veros.
ABADESA
¿Dijo su nombre?
TORNERA
El señor
don Gonzalo Ulloa.
ABADESA
¿Qué
puede querer...? Ábrale,
hermana, es Comendador
de la Orden, y derecho
tiene en el claustro de entrada.
ESCENA VII
La ABADESA y DON GONZALO, después.
ABADESA
¿A una hora tan avanzada
venir así...? No sospecho
qué pueda ser... mas me place,
pues no hallando a su hija aquí,
la reprenderá, y así
mirará otra vez lo que hace.
ESCENA VIII
La ABADESA, DON GONZALO y la TORNERA, a la puerta.
DON GONZALO
Perdonad, madre Abadesa,
que en hora tal os moleste;
mas para mí, asunto es éste
que honra y vida me interesa.
ABADESA
¡Jesús!
DON GONZALO
Oíd.
ABADESA
Hablad, pues.
DON GONZALO
Yo guardé hasta hoy un tesoro
de más quilates que el oro,
y ese tesoro es mi Inés.
ABADESA
A propósito...
DON GONZALO
Escuchad.
Se me acaba de decir
que han visto a su dueña ir
ha poco por la ciudad
hablando con el criado
de un don Juan, de tal renombre,
que no hay en la tierra otro hombre
tan audaz y tan malvado.
En tiempo atrás se pensó
con él a mi hija casar,
y hoy, que se la fui a negar,
robármela me juró.
Que por el torpe doncel
ganada la dueña está,
no puedo dudarlo ya;
debo, pues, guardarme de él;
y un día, una hora quizás
de imprevisión le bastara
para que mi honor manchara
ese hijo de Satanás.
He aquí mi inquietud cuál es;
por la dueña, en conclusión,
vengo; vos la profesión
abreviad de doña Inés.
ABADESA
Sois padre, y es vuestro afán
muy justo, Comendador;
mas ved que ofende a mi honor.
DON GONZALO
No sabéis quién es don Juan.
ABADESA
Aunque le pintáis tan malo,
yo os puedo decir de mí,
que mientra Inés esté aquí,
segura está, don Gonzalo.
DON GONZALO
Lo creo; mas las razones
abreviemos: entregadme
esa dueña, y perdonadme
mis mundanas opiniones.
Si vos de vuestra virtud
me respondéis, yo me fundo
en que conozco del mundo
la insensata juventud.
ABADESA
Se hará como lo exigís.
Hermana Tornera, id pues
a buscar a doña Inés
y a su dueña.
(Vase la TORNERA.)
DON GONZALO
¿Qué decís,
señora? O traición me ha hecho
mi memoria, o yo sé bien
que esta es hora de que estén
ambas a dos en su lecho.
ABADESA
Ha un punto sentí a las dos
salir de aquí, no sé a qué.
DON GONZALO
¡Ay! Por qué tiemblo no sé.
Mas, ¡qué veo, Santo Dios!
Un papel... me lo decía
a voces mi mismo afán.
(Leyendo.)
«Doña Inés del alma mía...»
Y la firma de don Juan.
Ved... ved... esa prueba escrita.
Leed ahí... ¡Oh! Mientras que vos
por ella rogáis a Dios,
viene el diablo y os la quita.
ESCENA IX
La ABADESA, DON GONZALO y la TORNERA.
TORNERA
Señora...
ABADESA
¿Qué?
TORNERA
Vengo muerta.
DON GONZALO
Concluid.
TORNERA
No acierto a hablar...
He visto a un hombre saltar
por las tapias de la huerta.
DON GONZALO
¿Veis? Corramos; ¡ay de mí!
ABADESA
¿Dónde vais, Comendador?
DON GONZALO
¡Imbécil! Tras de mi honor,
que os roban a vos de aquí.
ACTO IV
EL DIABLO A LAS PUERTAS DEL CIELO
DON JUAN, DOÑA INÉS, DON GONZALO, DON LUIS, CIUTTI,
BRÍGIDA, ALGUACIL 1.º y ALGUACIL 1.º
Quinta de DON JUAN Tenorio, cerca de Sevilla y sobre el Guadalquivir.
Balcón en el fondo. Dos puertas a cada lado.
ESCENA I
BRÍGIDA y CIUTTI.
BRÍGIDA
¡Qué noche, válgame Dios!
A poderlo calcular,
no me meto yo a servir
a tan fogoso galán.
¡Ay, Ciutti! Molida estoy;
no me puedo menear.
CIUTTI
Pues, ¿qué os duele?
BRÍGIDA
Todo el cuerpo,
y toda el alma además.
CIUTTI
¡Ya! No estáis acostumbrada
al caballo, es natural.
BRÍGIDA
Mil veces pensé caer;
¡Uf! ¡Qué mareo! ¡Qué afán!
Veía yo unos tras otros
ante mis ojos pasar
los árboles como en alas
llevados de un huracán,
tan apriesa y produciéndome
ilusión tan infernal,
que perdiera los sentidos
si tardamos en parar.
CIUTTI
Pues de estas cosas veréis,
si en esta casa os quedáis,
lo menos seis por semana.
BRÍGIDA
¡Jesús!
CIUTTI
Y esa niña, ¿está
reposando todavía?
BRÍGIDA
¿Y a qué se ha de despertar?
CIUTTI
Sí; es mejor que abra los ojos
en los brazos de don Juan.
BRÍGIDA
Preciso es que tu amo tenga
algún diablo familiar.
CIUTTI
Yo creo que sea él mismo
un diablo en carne mortal,
porque a lo que él, solamente
se arrojara Satanás.
BRÍGIDA
¡Oh! ¡El lance ha sido extremado!
CIUTTI
Pero al fin logrado está.
BRÍGIDA
¡Salir así de un convento
en medio de una ciudad
como Sevilla!
CIUTTI
Es empresa
tan sólo para hombre tal;
mas, ¡qué diablos!, si a su lado
la fortuna siempre va,
y encadenado a sus pies
duerme sumiso el azar.
BRÍGIDA
Sí; decís bien.
CIUTTI
No he visto hombre
de corazón más audaz;
no halla riesgo que le espante,
ni encuentra dificultad
que al empeñarse en vencer,
le haga un punto vacilar.
A todo osado se arroja,
de todo se ve capaz;
ni mira dónde se mete,
ni lo pregunta jamás.
«Allí hay un lance», le dicen;
y él dice: «Allá va don Juan».
Mas ya tarda, ¡vive Dios!
BRÍGIDA
Las doce en la catedral
han dado ha tiempo.
CIUTTI
Y de vuelta
debía a las doce estar.
BRÍGIDA
Pero, ¿por qué no se vino
con nosotros?
CIUTTI
Tiene allá
en la ciudad todavía
cuatro cosas que arreglar.
BRÍGIDA
¿Para el viaje?
CIUTTI
Por supuesto;
aunque muy fácil será
que esta noche a los infiernos
le hagan a él mismo viajar.
BRÍGIDA
¡Jesús, qué ideas!
CIUTTI
¡Pues digo!
¿Son obras de caridad
en las que nos empleamos,
para mejor esperar?
Aunque seguros estamos
como vuelva por acá.
BRÍGIDA
¿De veras, Ciutti?
CIUTTI
Venid
a este balcón, y mirad.
¿Qué veis?
BRÍGIDA
Veo un bergantín
que anclado en el río está.
CIUTTI
Pues su patrón sólo aguarda
las órdenes de don Juan,
y salvos en todo caso
a Italia nos llevará.
BRÍGIDA
¿Cierto?
CIUTTI
Y nada receléis
por nuestra seguridad,
que es el barco más velero
que boga sobre la mar.
BRÍGIDA
¡Chist! Ya siento a doña Inés.
CIUTTI
Pues yo me voy, que don Juan
encargó que sola vos
debíais con ella hablar.
BRÍGIDA
Y encargó bien, que yo entiendo
de esto.
CIUTTI
Adiós, pues.
BRÍGIDA
Vete en paz.
ESCENA II
DOÑA INÉS y BRÍGIDA.
DOÑA INÉS
¡Dios mío, cuánto he soñado!
¡Loca estoy! ¿Qué hora será?
Pero ¿qué es esto? ¡Ay de mí!
No recuerdo que jamás
haya visto este aposento.
¿Quién me trajo aquí?
BRÍGIDA
Don Juan.
DOÑA INÉS
Siempre don Juan...
¿Aquí tú también estás,
Brígida?
BRÍGIDA
Sí, doña Inés.
DOÑA INÉS
Pero dime en caridad,
¿dónde estamos? Este cuarto
¿es del convento?
BRÍGIDA
No tal;
aquello era un cuchitril
en donde no había más
que miseria.
DOÑA INÉS
Pero, en fin,
¿en dónde estamos?
BRÍGIDA
Mirad,
mirad por este balcón,
y alcanzaréis lo que va
desde un convento de monjas
a una quinta de don Juan.
DOÑA INÉS
¿Es de don Juan esta quinta?
BRÍGIDA
Y creo que vuestra ya.
DOÑA INÉS
Pero no comprendo, Brígida,
lo que dices.
BRÍGIDA
Escuchad.
Estabais en el convento
leyendo con mucho afán
una carta de don Juan,
cuando estalló en un momento
un incendio formidable.
DOÑA INÉS
¡Jesús!
BRÍGIDA
Espantoso, inmenso;
el humo era ya tan denso,
que el aire se hizo palpable.
DOÑA INÉS
Pues no recuerdo...
BRÍGIDA
Las dos,
con la carta entretenidas,
olvidamos nuestras vidas,
yo oyendo, y leyendo vos.
Y estaba en verdad tan tierna,
que entrambas a su lectura,
achacamos la tortura
que sentíamos interna.
Apenas ya respirar
podíamos, y las llamas
prendían en nuestras camas;
nos íbamos a asfixiar,
cuando don Juan, que os adora,
y que rondaba el convento,
al ver crecer con el viento
la llama devastadora,
con inaudito valor,
viendo que ibais a abrasaros,
se metió para salvaros
por donde pudo mejor.
Vos, al verle así asaltar
la celda tan de improviso,
os desmayasteis... preciso;
la cosa era de esperar.
Y él, cuando os vio caer así,
en sus brazos os tomó
y echó a huir, yo le seguí,
y del fuego nos sacó.
¿Dónde íbamos a esta hora?
Vos seguíais desmayada;
yo estaba ya casi ahogada.
Dijo, pues: «Hasta la aurora
en mi casa las tendré».
Y henos, doña Inés, aquí.
DOÑA INÉS
¿Conque ésta es su casa?
BRÍGIDA
Sí.
DOÑA INÉS
Pues nada recuerdo a fe.
Pero... ¡en su casa...! ¡Oh! Al punto
salgamos de ella... yo tengo
la de mi padre.
BRÍGIDA
Convengo
con vos; pero es el asunto...
DOÑA INÉS
¿Qué?
BRÍGIDA
Que no podemos ir.
DOÑA INÉS
Oír tal me maravilla.
BRÍGIDA
Nos aparta de Sevilla...
DOÑA INÉS
¿Quién?
BRÍGIDA
Vedlo, el Guadalquivir.
DOÑA INÉS
¿No estamos en la ciudad?
BRÍGIDA
A una legua nos hallamos
de sus murallas.
DOÑA INÉS
¡Oh! ¡Estamos
perdidas!
BRÍGIDA
¡No sé en verdad
por qué!
DOÑA INÉS
Me estás confundiendo,
Brígida... y no sé qué redes
son las que entre estas paredes
temo que me estás tendiendo.
Nunca el claustro abandoné,
ni sé del mundo exterior
los usos, mas tengo honor;
noble soy, Brígida, y sé
que la casa de don Juan
no es buen sitio para mí;
me lo está diciendo aquí
no sé qué escondido afán.
Ven, huyamos.
BRÍGIDA
Doña Inés,
la existencia os ha salvado.
DOÑA INÉS
Sí, pero me ha envenenado
el corazón.
BRÍGIDA
¿Le amáis, pues?
DOÑA INÉS
No sé... mas, por compasión,
huyamos pronto de ese hombre,
tras de cuyo solo nombre
se me escapa el corazón.
¡Ah! Tú me diste un papel
de manos de ese hombre escrito,
y algún encanto maldito
me diste encerrado en él.
Una sola vez le vi
por entre unas celosías,
y que estaba, me decías,
en aquel sitio por mí.
Tú, Brígida, a todas horas
me venías de él a hablar,
haciéndome recordar
sus gracias fascinadoras.
Tú me dijiste que estaba
para mío destinado
por mi padre, y me has jurado
en su nombre que me amaba.
¿Que le amo dices...? Pues bien;
si esto es amar, sí, le amo;
pero yo sé que me infamo
con esa pasión también.
Y si el débil corazón
se me va tras de don Juan,
tirándome de él están
mi honor y mi obligación.
Vamos, pues, vamos de aquí
primero que ese hombre venga;
pues fuerza acaso no tenga
si le veo junto a mí.
Vamos, Brígida.
BRÍGIDA
Esperad.
¿No oís?
DOÑA INÉS
¿Qué?
BRÍGIDA
Ruido de remos.
DOÑA INÉS
Sí, dices bien; volveremos
en un bote a la ciudad.
BRÍGIDA
Mirad, mirad, doña Inés.
DOÑA INÉS
Acaba... por Dios, partamos.
BRÍGIDA
Ya, imposible que salgamos.
DOÑA INÉS
¿Por qué razón?
BRÍGIDA
Porque él es
quien en ese barquichuelo
se adelanta por el río.
DOÑA INÉS
¡Ay! ¡Dadme fuerzas, Dios mío!
BRÍGIDA
Ya llegó; ya está en el suelo.
Sus gentes nos volverán
a casa; mas antes de irnos,
es preciso despedirnos
a lo menos de don Juan.
DOÑA INÉS
Sea, y vamos al instante.
No quiero volverle a ver.
BRÍGIDA
(Aparte.)
Los ojos te hará volver
al encontrarle delante.
Vamos.
DOÑA INÉS
Vamos.
CIUTTI
(Dentro.)
Aquí están.
DON JUAN
(Dentro.)
Alumbra.
BRÍGIDA
¡Nos busca!
DOÑA INÉS
Él es.
ESCENA III
Dichas y DON JUAN.
DON JUAN
¿Adónde vais, doña Inés?
DOÑA INÉS
Dejadme salir, don Juan.
DON JUAN
¿Que os deje salir?
BRÍGIDA
Señor,
sabiendo ya el accidente
del fuego, estará impaciente
por su hija el Comendador.
DON JUAN
¡El fuego! ¡Ah! No os dé cuidado
por don Gonzalo, que ya
dormir tranquilo le hará
el mensaje que le he enviado.
DOÑA INÉS
¿Le habéis dicho...?
DON JUAN
Que os hallabais
bajo mi amparo segura,
y el aura del campo pura
libre por fin respirabais.
(Vase BRÍGIDA.)
Cálmate, pues, vida mía;
reposa aquí, y un momento
olvida de tu convento
la triste cárcel sombría.
¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
Esta aura que vaga llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena;
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando el día,
¿no es cierto, paloma mía,
que están respirando amor?
Esa armonía que el viento
recoge entre esos millares
de floridos olivares,
que agita con manso aliento,
ese dulcísimo acento
con que trina el ruiseñor
de sus copas morador
llamando al cercano día,
¿no es verdad, gacela mía,
que están respirando amor?
Y estas palabras que están
filtrando insensiblemente
tu corazón, ya pendiente
de los labios de don Juan,
y cuyas ideas van
inflamando en su interior
un fuego germinador
no encendido todavía,
¿no es verdad, estrella mía,
que están respirando amor?
Y esas dos líquidas perlas
que se desprenden tranquilas
de tus radiantes pupilas
convidándome a beberlas,
evaporarse a no verlas
de sí mismas al calor,
y ese encendido color
que en tu semblante no había,
¿no es verdad, hermosa mía,
que están respirando amor?
¡Oh! sí, bellísima Inés,
espejo y luz de mis ojos;
escucharme sin enojos
como lo haces, amor es;
mira aquí a tus plantas, pues,
todo el altivo rigor
de este corazón traidor
que rendirse no creía,
adorando, vida mía,
la esclavitud de tu amor.
DOÑA INÉS
Callad, por Dios, ¡oh don Juan!,
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad, por compasión,
que oyéndoos me parece
que mi cerebro enloquece
y se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal sin duda,
que a rendiros os ayuda
la virtud de la mujer.
Tal vez poseéis, don Juan,
un misterioso amuleto,
que a vos me atrae en secreto
como irresistible imán.
Tal vez Satán puso en vos
su vista fascinadora,
su palabra seductora
y el amor que negó a Dios.
¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!,
sino caer en vuestros brazos,
si el corazón en pedazos
me vais robando de aquí?
No, don Juan; en poder mío
resistirte no está ya;
yo voy a ti, como va
sorbido al mar ese río.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan! ¡Don Juan! Yo lo imploro
de tu hidalga compasión:
o arráncame el corazón,
o ámame, porque te adoro.
DON JUAN
¡Alma mía! Esa palabra
cambia de modo mi ser,
que alcanzo que puede hacer
hasta que el Edén se me abra.
No es, doña Inés, Satanás
quien pone este amor en mí;
es Dios, que quiere por ti
ganarme para Él quizás.
No; el amor que hoy se atesora
en mi corazón mortal,
no es un amor terrenal
como el que sentí hasta ahora;
no es esa chispa fugaz
que cualquier ráfaga apaga;
es incendio que se traga
cuanto ve, inmenso, voraz.
Desecha, pues, tu inquietud,
bellísima doña Inés,
porque me siento a tus pies
capaz aún de la virtud.
Sí; iré mi orgullo a postrar
ante el buen Comendador,
y, o habrá de darme tu amor,
o me tendrá que matar.
DOÑA INÉS
¡Don Juan de mi corazón!
DON JUAN
¡Silencio! ¿Habéis escuchado?
DOÑA INÉS
¿Qué?
DON JUAN
Sí; una barca ha atracado
debajo de ese balcón.
Un hombre embozado de ella
salta... Brígida, al momento
(Entra BRÍGIDA.)
pasad a esotro aposento;
y perdonad, Inés bella,
si solo me importa estar.
DOÑA INÉS
¿Tardarás?
DON JUAN
Poco ha de ser.
DOÑA INÉS
A mi padre hemos de ver.
DON JUAN
Sí; en cuanto empiece a clarear.
Adiós.
ESCENA IV
DON JUAN y CIUTTI.
CIUTTI
Señor.
DON JUAN
¿Qué sucede,
Ciutti?
CIUTTI
Ahí está un embozado
en veros muy empeñado.
DON JUAN
¿Quién es?
CIUTTI
Dice que no puede
descubrirse más que a vos,
y que es cosa de tal priesa,
que en ella se os interesa
la vida a entrambos a dos.
DON JUAN
¿Y en él no has reconocido
marca ni señal alguna
que nos oriente?
CIUTTI
Ninguna;
mas a veros decidido
viene.
DON JUAN
¿Trae gente?
CIUTTI
No más
que los remeros del bote.
DON JUAN
Que entre.
ESCENA V
DON JUAN. Luego CIUTTI y DON LUIS, embozado.
DON JUAN
¡Jugamos a escote
la vida...! Mas, si es quizás
un traidor que hasta mi quinta
me viene siguiendo el paso...
hálleme, pues, por si acaso,
con las armas en la cinta.
(Se ciñe la espada y suspende al cinto un par de pistolas, que habrá
colocado sobre la mesa a su salida en la escena tercera. Al momento sale
CIUTTI conduciendo a DON LUIS, que, embozado hasta los ojos, espera a
que se queden solos. DON JUAN hace a CIUTTI una seña para que se retire.
Lo hace.)
ESCENA VI
DON JUAN y DON LUIS.
DON JUAN
(Aparte.)
Buen talante. Bien venido,
caballero.
DON LUIS
Bien hallado,
señor mío.
DON JUAN
Sin cuidado
hablad.
DON LUIS
Jamás lo he tenido.
DON JUAN
Decid, pues: ¿a qué venís
a esta hora y con tal afán?
DON LUIS
Vengo a mataros, don Juan.
DON JUAN
¿Según eso, sois don Luis?
DON LUIS
No os engañó el corazón,
y el tiempo no malgastemos,
don Juan; los dos no cabemos
ya en la tierra.
DON JUAN
En conclusión,
señor Mejía, es decir
que, porque os gané la apuesta,
¿queréis que acabe la fiesta
con salirnos a batir?
DON LUIS
Estáis puesto en la razón;
la vida apostado habemos,
y es fuerza que nos paguemos.
DON JUAN
Soy de la misma opinión.
Mas ved que os debo advertir
que sois vos quien la ha perdido.
DON LUIS
Pues por eso os la he traído;
mas no creo que morir
deba nunca un caballero
que lleva en el cinto espada,
como una res destinada
por su dueño al matadero.
DON JUAN
Ni yo creo que resquicio
habréis jamás encontrado
por donde me hayáis tomado
por un cortador de oficio.
DON LUIS
De ningún modo, y ya veis
que, pues os vengo a buscar,
mucho en vos debo fiar.
DON JUAN
No más de lo que podéis.
Y por mostraros mejor
mi generosa hidalguía,
decid si aún puedo, Mejía,
satisfacer vuestro honor.
Leal la apuesta os gané
mas si tanto os ha escocido,
mirad si halláis conocido
remedio, y le aplicaré.
DON LUIS
No hay más que el que os he propuesto,
don Juan. Me habéis maniatado,
y habéis la casa asaltado
usurpándome mi puesto;
y pues el mío tomasteis
para triunfar de doña Ana,
no sois vos, don Juan, quien gana,
porque por otro jugasteis.
DON JUAN
Ardides del juego son.
DON LUIS
Pues no os los quiero pasar,
y por ellos a jugar
vamos ahora el corazón.
DON JUAN
¿Le arriesgáis, pues, en revancha
de doña Ana de Pantoja?
DON LUIS
Sí; y lo que tardo me enoja
en lavar tan fea mancha.
Don Juan, yo la amaba, sí;
mas con lo que habéis osado,
imposible la hais dejado
para vos y para mí.
DON JUAN
¿Por qué la apostasteis, pues?
DON LUIS
Porque no pude pensar
que la pudierais lograr.
Y... vamos, por San Andrés,
a reñir, que me impaciento.
DON JUAN
Bajemos a la ribera.
DON LUIS
Aquí mismo.
DON JUAN
Necio fuera;
¿no veis que en este aposento
prendieran al vencedor?
Vos traéis una barquilla.
DON LUIS
Sí.
DON JUAN
Pues que lleve a Sevilla
al que quede.
DON LUIS
Eso es mejor;
Salgamos, pues.
DON JUAN
Esperad.
DON LUIS
¿Qué sucede?
DON JUAN
Ruido siento.
DON LUIS
Pues no perdamos momento.
ESCENA VII
DON JUAN, DON LUIS y CIUTTI.
CIUTTI
Señor, la vida salvad.
DON JUAN
¿Qué hay, pues?
CIUTTI
El Comendador,
que llega con gente armada.
DON JUAN
Déjale franca la entrada,
pero a él solo.
CIUTTI
Mas, señor...
DON JUAN
Obedéceme.
(Vase CIUTTI.)
ESCENA VIII
DON JUAN y DON LUIS.
DON JUAN
Don Luis,
pues de mí os habéis fiado
cuanto dejáis demostrado
cuando, a mi casa venís,
no dudaré en suplicaros,
pues mi valor conocéis,
que un instante me aguardéis.
DON LUIS
Yo nunca puse reparos
en valor que es tan notorio;
mas no me fío de vos.
DON JUAN
Ved que las partes son dos
de la apuesta con Tenorio,
y que ganadas están.
DON LUIS
¡Lograsteis a un tiempo...!
DON JUAN
Sí;
la del convento está aquí;
y pues viene de don Juan
a reclamarla quien puede,
cuando me podéis matar,
no debo asunto dejar
tras mí que pendiente quede.
DON LUIS
Pero mirad que meter
quien puede el lance impedir
entre los dos, puede ser...
DON JUAN
¿Qué?
DON LUIS
Excusaros de reñir.
DON JUAN
¡Miserable...! De don Juan
podéis dudar sólo vos;
mas aquí entrad, vive Dios,
y no tengáis tanto afán
por vengaros, que este asunto
arreglado con ese hombre,
don Luis, yo os juro a mi nombre
que nos batimos al punto.
DON LUIS
Pero...
DON JUAN
¡Con una legión
de diablos! Entrad aquí,
que harta nobleza es en mí
aún daros satisfacción.
Desde ahí ved y escuchad;
franca tenéis esa puerta;
si veis mi conducta incierta,
como os acomode obrad.
DON LUIS
Me avengo, si muy reacio
no andáis.
DON JUAN
Calculadlo vos
a placer; mas, ¡vive Dios!,
¡que para todo hay espacio!
(Entra DON LUIS en el cuarto que DON JUAN le señala.)
Ya suben.
(DON JUAN escucha.)
DON GONZALO
(Dentro.)
¿Dónde está?
DON JUAN
Él es.
ESCENA IX
DON JUAN y DON GONZALO.
DON GONZALO
¿Adónde está ese traidor?
DON JUAN
Aquí está, Comendador.
DON GONZALO
¿De rodillas?
DON JUAN
Y a tus pies.
DON GONZALO
Vil eres hasta en tus crímenes.
DON JUAN
Anciano, la lengua ten,
y escúchame un solo instante.
DON GONZALO
¿Qué puede en tu lengua haber
que borre lo que tu mano
escribió en este papel?
¡Ir a sorprender, infame,
la cándida sencillez
de quien no pudo el veneno
de esas letras precaver!
¡Derramar en su alma virgen
traidoramente la hiel
en que rebosa la tuya
seca de virtud y fe!
¡Proponerse así enlodar
de mis timbres la alta prez,
como si fuera un harapo
que desecha un mercader!
¿Ese es el valor, Tenorio,
de que blasonas? ¿Esa es
la proverbial osadía
que te da a el vulgo a temer?
¿Con viejos y con doncellas
las muestras...? ¿Y para qué?
¡Vive Dios! Para venir
sus plantas así a lamer,
mostrándote a un tiempo ajeno
de valor y de honradez.
DON JUAN
¡Comendador!
DON GONZALO
¡Miserable!
Tú has robado a mi hija Inés
de su convento, y yo vengo
por tu vida o por mi bien.
DON JUAN
Jamás delante de un hombre
mi alta cerviz incliné,
ni he suplicado jamás,
ni a mi padre, ni a mi rey.
Y pues conservo a tus plantas
la postura en que me ves,
considera, don Gonzalo,
que razón debo tener.
DON GONZALO
Lo que tienes es pavor
de mi justicia.
DON JUAN
¡Pardiez!
Óyeme, Comendador,
o tenerme no sabré,
y seré quien siempre he sido
no queriéndolo ahora ser.
DON GONZALO
¡Vive Dios!
DON JUAN
Comendador,
yo idolatro a doña Inés,
persuadido de que el cielo
me la quiso conceder
para enderezar mis pasos
por el sendero del bien.
No amé la hermosura en ella
ni sus gracias adoré;
lo que adoro es la virtud,
don Gonzalo, en doña Inés.
Lo que justicias ni obispos
no pudieron de mí hacer
con cárceles y sermones,
lo pudo su candidez.
Su amor me torna en otro hombre
regenerando mi ser,
y ella puede hacer un ángel
de quien un demonio fue.
Escucha, pues, don Gonzalo,
lo que te puede ofrecer
el audaz don Juan Tenorio
de rodillas a tus pies.
Yo seré esclavo de tu hija,
en tu casa viviré,
tú gobernarás mi hacienda
diciéndome esto ha de ser.
El tiempo que señalares,
en reclusión estaré;
cuantas pruebas exigieres
de mi audacia o mi altivez,
del modo que me ordenares
con sumisión te daré.
Y cuando estime tu juicio
que la pueda merecer,
yo la daré un buen esposo
y ella me dará el Edén.
DON GONZALO
Basta, don Juan; no sé cómo
me he podido contener
oyendo tan torpes pruebas
de tu infame avilantez.
Don Juan, tú eres un cobarde
cuando en la ocasión te ves,
y no hay bajeza a que no oses
como te saque con bien.
DON JUAN
¡Don Gonzalo!
DON GONZALO
Y me avergüenzo
de mirarte así a mis pies,
lo que apostabas por fuerza
suplicando por merced.
DON JUAN
Todo así se satisface,
don Gonzalo, de una vez.
DON GONZALO
¡Nunca! ¡Nunca! ¿Tú su esposo?
Primero la mataré.
Ea, entregádmela al punto,
o, sin poderme valer,
en esa postura vil
el pecho te cruzaré.
DON JUAN
Míralo bien, don Gonzalo,
que vas a hacerme perder
con ella hasta la esperanza
de mi salvación tal vez.
DON GONZALO
¿Y qué tengo yo, don Juan,
con tu salvación que ver?
DON JUAN
¡Comendador, que me pierdes!
DON GONZALO
¡Mi hija!
DON JUAN
Considera bien
que por cuantos medios pude
te quise satisfacer;
y que con armas al cinto
tus denuestos toleré,
proponiéndote la paz
de rodillas a tus pies.
ESCENA X
Dichos y DON LUIS, soltando una carcajada de burla.
DON LUIS
Muy bien, don Juan.
DON JUAN
¡Vive Dios!
DON GONZALO
¿Quién es ese hombre?
DON LUIS
Un testigo
de su miedo, y un amigo,
Comendador, para vos.
DON JUAN
¡Don Luis!
DON LUIS
Ya he visto bastante,
don Juan, para conocer
cuál uso puedes hacer
de tu valor arrogante;
y quien hiere por detrás
y se humilla en la ocasión,
es tan vil como el ladrón
que roba y huye.
DON JUAN
¿Esto más?
DON LUIS
Y pues la ira soberana
de Dios junta, como ves,
al padre de doña Inés
y al vengador de doña Ana,
mira el fin que aquí te espera
cuando a igual tiempo te alcanza
aquí dentro su venganza
y la justicia allá fuera.
DON GONZALO
¡Oh! Ahora comprendo... ¿Sois vos
el que...?
DON LUIS
Soy don Luis Mejía,
a quien a tiempo os envía
por vuestra venganza Dios.
DON JUAN
¡Basta, pues, de tal suplicio!
Si con hacienda y honor
ni os muestro ni doy valor
a mi franco sacrificio,
y la leal solicitud
con que ofrezco cuanto puedo
tomáis, vive Dios, por miedo
y os mofáis de mi virtud,
os acepto el que me dais
plazo breve y perentorio
para mostrarme el Tenorio
de cuyo valor dudáis.
DON LUIS
Sea, y cae a nuestros pies
digno al menos de esa fama
que por tan bravo te aclama.
DON JUAN
Y venza el infierno, pues.
¡Ulloa, pues mi alma así
vuelves a hundir en el vicio,
cuando Dios me llame a juicio
tú responderás por mí!
(Le da un pistoletazo.)
DON GONZALO
(Cayendo.)
¡Asesino!
DON JUAN
¡Y tú, insensato,
que me llamas vil ladrón,
di en prueba de tu razón
que cara a cara te mato!
(Riñen, y le da una estocada.)
DON LUIS
(Cayendo.)
¡Jesús!
DON JUAN
Tarde tu fe ciega
acude al cielo, Mejía,
y no fue por culpa mía.
Pero la justicia llega,
y a fe que ha de ver quién soy.
CIUTTI
(Dentro.)
¡Don Juan!
DON JUAN
(Asomándose al balcón.)
¿Quién es?
CIUTTI
(Dentro.)
Por aquí;
Salvaos.
DON JUAN
¿Hay paso?
CIUTTI
Sí:
arrojaos.
DON JUAN
Allá voy.
Llamé al cielo, y no me oyó,
y pues sus puertas me cierra,
de mis pasos en la tierra
responda el cielo, y no yo.
(Se arroja por el balcón, y se le oye caer en el agua del río; al mismo
tiempo que el ruido de los remos muestra la rapidez del barco en que parte, se
oyen golpes en las puertas de la habitación; poco después entra la justicia,
soldados, etc.)
ESCENA XI
Alguaciles, soldados. Luego DOÑA INÉS y BRÍGIDA.
ALGUACIL 1.º
El tiro ha sonado aquí.
ALGUACIL 2.º
Aún hay humo.
ALGUACIL 1.º
¡Santo Dios!
Aquí hay un cadáver.
ALGUACIL 2º
Dos.
ALGUACIL 1.º
¿Y el matador?
ALGUACIL 2.º
Por allí.
(Abren el cuarto en que están DOÑA INÉS y BRÍGIDA, y las sacan a la
escena; DOÑA INÉS reconoce el cadáver de su padre).
ALGUACIL 1.º
¡Dos mujeres!
DOÑA INÉS
¡Ah! ¡Qué horror!
¡Padre mío!
ALGUACIL 1.º
¡Es su hija!
BRÍGIDA
Sí.
DOÑA INÉS
¡Ah! ¿Dó estás, don Juan, que aquí
me olvidas en tal dolor?
ALGUACIL 1.º
Él le asesinó.
DOÑA INÉS
¡Dios mío!
¿Me guardabas esto más?
ALGUACIL 2.º
Por aquí ese Satanás
se arrojó sin duda al río.
ALGUACIL 1.º
Miradlos... a bordo están
del bergantín calabrés.
TODOS
Justicia por doña Inés.
DOÑA INÉS
Pero no contra don Juan.
(Esta escena puede suprimirse en la representación, terminando el acto
con el último verso de la anterior.)
****
PARTE II
ACTO I
LA SOMBRA DE DOÑA INÉS
DON JUAN, el Capitán CENTELLAS, don Rafael de AVELLANEDA,
un ESCULTOR, la SOMBRA de doña Inés.
Panteón de la familia Tenorio. El teatro representa un magnífico
cementerio, hermoseado a manera de jardín. En primer término, aislados y de
bulto, los sepulcros de DON GONZALO de Ulloa, de DOÑA INÉS y de
DON LUIS Mejía, sobre los cuales se ven sus estatuas de piedra. El sepulcro
de DON GONZALO a la derecha, y su estatua de rodillas; el de DON LUIS a
la izquierda, y su estatua también de rodillas; el de DOÑA INÉS en el centro,
y su estatua al pie. En segundo término otros dos sepulcros en la forma que
convenga; y en tercer término y en puesto elevado el sepulcro y la estatua del
fundador, DON DIEGO Tenorio, en cuya figura remata la perspectiva de los
sepulcros. Una pared llena de nichos y lápidas circuye el cuadro hasta el
horizonte. Dos llorones a cada lado de la tumba de doña Inés, dispuestos a
servir de la manera que a su tiempo exige el juego escénico. Cipreses y flores
de todas clases embellecen la decoración, que no debe tener nada horrible. La
acción se supone en una tranquila noche de verano, y alumbrada por una
clarísima luna.
ESCENA I
El ESCULTOR, disponiéndose a marchar.
ESCULTOR
Pues señor, es cosa hecha;
el alma del buen don Diego
puede, a mi ver, con sosiego
reposar muy satisfecha.
La obra está ya rematada
con cuanta suntuosidad
su postrera voluntad
dejó al mundo encomendada.
Y ya quisieran, ¡pardiez!,
todos los ricos que mueren
que su voluntad cumplieren
los vivos, como esta vez.
Mas ya de marcharme es hora;
todo corriente lo dejo,
y de Sevilla me alejo
al despuntar de la aurora.
¡Ah, mármoles que mis manos
pulieron con tanto afán!
Mañana os contemplarán
los absortos sevillanos;
y al mirar de este panteón
las gigantes proporciones,
tendrán las generaciones
la nuestra en veneración.
Mas yendo y viniendo días,
se hundirán unas tras otras,
mientra en pie estaréis vosotras,
póstumas memorias mías.
¡Oh, frutos de mis desvelos,
peñas a quien yo animé,
y por quienes arrostré
la intemperie de los cielos!
El que forma y ser os dio
va ya a perderos de vista;
velad mi gloria de artista,
pues viviréis más que yo.
Mas... ¿quién llega?
ESCENA II
El ESCULTOR y DON JUAN, que entra embozado.
ESCULTOR
Caballero...
DON JUAN
Dios le guarde.
ESCULTOR
Perdonad,
mas ya es tarde, y...
DON JUAN
Aguardad
un instante, porque quiero
que me expliquéis...
ESCULTOR
¿Por acaso
sois forastero?
DON JUAN
Años ha
que falto de España ya,
y me chocó el ver al paso,
cuando a esas verjas llegué,
que encontraba este recinto
enteramente distinto
de cuando yo lo dejé.
ESCULTOR
¡Ya lo creo! Como que esto
era entonces un palacio,
y hoy es panteón el espacio
donde aquél estuvo puesto.
DON JUAN
¡El palacio hecho panteón!
ESCULTOR
Tal fue de su antiguo dueño
la voluntad, y fue empeño
que dio al mundo admiración.
DON JUAN
¡Y, por Dios, que es de admirar!
ESCULTOR
Es una famosa historia,
a la cual debo mi gloria.
DON JUAN
¿Me la podéis relatar?
ESCULTOR
Sí; aunque muy sucintamente,
pues me aguardan.
DON JUAN
Sea.
ESCULTOR
Oíd
la verdad pura.
DON JUAN
Decid,
que me tenéis impaciente.
ESCULTOR
Pues habitó esta ciudad
y este palacio, heredado,
un varón muy estimado
por su noble calidad.
DON JUAN
Don Diego Tenorio.
ESCULTOR
El mismo.
Tuvo un hijo este don Diego
peor mil veces que el fuego,
un aborto del abismo.
Un mozo sangriento y cruel,
que con tierra y cielo en guerra,
dicen que nada en la tierra
fue respetado por él.
Quimerista, seductor
y jugador con ventura,
no hubo para él segura
vida, ni hacienda, ni honor.
Así le pinta la historia,
y si tal era, por cierto
que obró cuerdamente el muerto
para ganarse la gloria.
DON JUAN
¿Pues cómo obró?
ESCULTOR
Dejó entera
su hacienda al que la empleara
en un panteón que asombrara
a la gente venidera.
Mas con condición, que dijo,
que se enterraran en él
los que a la mano cruel
sucumbieron de su hijo.
Y mirad en derredor
los sepulcros de los más
de ellos.
DON JUAN
¿Y vos sois quizás
el conserje?
ESCULTOR
El escultor
de estas obras encargado.
DON JUAN
¡Ah! ¿Y las habéis concluido?
ESCULTOR
Ha un mes; mas me he detenido
hasta ver ese enverjado
colocado en su lugar;
pues he querido impedir
que pueda el vulgo venir
este sitio a profanar.
DON JUAN
(Mirando.)
¡Bien empleó sus riquezas
El difunto!
ESCULTOR
¡Ya lo creo!
Miradle allí.
DON JUAN
Ya le veo.
ESCULTOR
¿Le conocisteis?
DON JUAN
Sí.
ESCULTOR
Piezas
son todas muy parecidas,
y a conciencia trabajadas.
DON JUAN
¡Cierto que son extremadas!
ESCULTOR
¿Os han sido conocidas
las personas?
DON JUAN
Todas ellas.
ESCULTOR
¿Y os parecen bien?
DON JUAN
Sin duda,
según lo que a ver me ayuda
el fulgor de las estrellas.
ESCULTOR
¡Oh! Se ven como de día
con esta luna tan clara.
Esta es mármol de Carrara.
(Señalando a la de DON LUIS.)
DON JUAN
¡Buen busto es el de Mejía!
¡Hola! Aquí el Comendador
se representa muy bien.
ESCULTOR
Yo quise poner también
la estatua del matador
entre sus víctimas; pero
no pude a manos haber
su retrato. Un Lucifer
dicen que era el caballero
don Juan Tenorio.
DON JUAN
¡Muy malo!
Mas, como pudiera hablar,
le había algo de abonar
la estatua de don Gonzalo.
ESCULTOR
¿También habéis conocido
a don Juan?
DON JUAN
Mucho.
ESCULTOR
Don Diego
le abandonó desde luego
desheredándole.
DON JUAN
Ha sido
para don Juan poco daño
ése, porque la fortuna
va tras él desde la cuna.
ESCULTOR
Dicen que ha muerto.
DON JUAN
Es engaño;
vive.
ESCULTOR
¿Y dónde?
DON JUAN
Aquí, en Sevilla.
ESCULTOR
¿Y no teme que el furor
popular...?
DON JUAN
En su valor
no ha echado el miedo semilla.
ESCULTOR
Mas cuando vea el lugar
en que está ya convertido
el solar que suyo ha sido,
no osará en Sevilla estar.
DON JUAN
Antes ver tendrá a fortuna
en su casa reunidas
personas de él conocidas,
puesto que no odia a ninguna.
ESCULTOR
¿Creéis que ose aquí venir?
DON JUAN
¿Por qué no? Pienso, a mi ver,
que donde vino a nacer
justo es que venga a morir.
Y pues le quitan su herencia
para enterrar a éstos bien,
a él es muy justo también
que le entierren con decencia.
ESCULTOR
Sólo a él le está prohibida
en este panteón la entrada.
DON JUAN
Trae don Juan muy buena espada,
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf
Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf

Más contenido relacionado

Similar a Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf

Similar a Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf (20)

Adaptación cuento navidad
Adaptación cuento navidadAdaptación cuento navidad
Adaptación cuento navidad
 
5 OBRAS DE TEATRO (1958-1982) Carlos Semprún Maura
5 OBRAS DE TEATRO (1958-1982) Carlos Semprún Maura  5 OBRAS DE TEATRO (1958-1982) Carlos Semprún Maura
5 OBRAS DE TEATRO (1958-1982) Carlos Semprún Maura
 
El desalojo (5)
El desalojo (5)El desalojo (5)
El desalojo (5)
 
El desalojo
El desalojoEl desalojo
El desalojo
 
El desalojo
El desalojoEl desalojo
El desalojo
 
Don juan tenorio
Don juan tenorioDon juan tenorio
Don juan tenorio
 
Don juan tenorio
Don juan tenorioDon juan tenorio
Don juan tenorio
 
Pregoneros
PregonerosPregoneros
Pregoneros
 
Cuentos por telefono gianni rodari
Cuentos por telefono gianni rodariCuentos por telefono gianni rodari
Cuentos por telefono gianni rodari
 
Ilusionario y el seminarista
Ilusionario y el seminaristaIlusionario y el seminarista
Ilusionario y el seminarista
 
No es país para Albertos (Austeridad)
No es país para Albertos (Austeridad)No es país para Albertos (Austeridad)
No es país para Albertos (Austeridad)
 
El señor de los ladrillos
El señor de los ladrillosEl señor de los ladrillos
El señor de los ladrillos
 
¿Qué haría hoy Don Quijote con los molinos?
¿Qué haría hoy Don Quijote con los molinos?¿Qué haría hoy Don Quijote con los molinos?
¿Qué haría hoy Don Quijote con los molinos?
 
Ilusionario
IlusionarioIlusionario
Ilusionario
 
Rodolfo walshnotaalpie
Rodolfo walshnotaalpieRodolfo walshnotaalpie
Rodolfo walshnotaalpie
 
Mito de Don Juan.pptx
Mito de Don Juan.pptxMito de Don Juan.pptx
Mito de Don Juan.pptx
 
presentacion de la obra el desalojo
presentacion de la obra el desalojopresentacion de la obra el desalojo
presentacion de la obra el desalojo
 
García lorca la casa de bernarda alba
García lorca   la casa de bernarda albaGarcía lorca   la casa de bernarda alba
García lorca la casa de bernarda alba
 
Literatura tras guerra
Literatura tras guerraLiteratura tras guerra
Literatura tras guerra
 
Doble j 2 alta
Doble j 2 altaDoble j 2 alta
Doble j 2 alta
 

Último

SINTAXIS DE LA ORACIÓN SIMPLE 2023-2024.pptx
SINTAXIS DE LA ORACIÓN SIMPLE 2023-2024.pptxSINTAXIS DE LA ORACIÓN SIMPLE 2023-2024.pptx
SINTAXIS DE LA ORACIÓN SIMPLE 2023-2024.pptxlclcarmen
 
Neurociencias para Educadores NE24 Ccesa007.pdf
Neurociencias para Educadores  NE24  Ccesa007.pdfNeurociencias para Educadores  NE24  Ccesa007.pdf
Neurociencias para Educadores NE24 Ccesa007.pdfDemetrio Ccesa Rayme
 
programa dia de las madres 10 de mayo para evento
programa dia de las madres 10 de mayo  para eventoprograma dia de las madres 10 de mayo  para evento
programa dia de las madres 10 de mayo para eventoDiegoMtsS
 
Informatica Generalidades - Conceptos Básicos
Informatica Generalidades - Conceptos BásicosInformatica Generalidades - Conceptos Básicos
Informatica Generalidades - Conceptos BásicosCesarFernandez937857
 
Introducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Introducción:Los objetivos de Desarrollo SostenibleIntroducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Introducción:Los objetivos de Desarrollo SostenibleJonathanCovena1
 
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdad
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdadLecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdad
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdadAlejandrino Halire Ccahuana
 
Historia y técnica del collage en el arte
Historia y técnica del collage en el arteHistoria y técnica del collage en el arte
Historia y técnica del collage en el arteRaquel Martín Contreras
 
TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOS
TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOSTEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOS
TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOSjlorentemartos
 
Herramientas de Inteligencia Artificial.pdf
Herramientas de Inteligencia Artificial.pdfHerramientas de Inteligencia Artificial.pdf
Herramientas de Inteligencia Artificial.pdfMARIAPAULAMAHECHAMOR
 
DECÁGOLO DEL GENERAL ELOY ALFARO DELGADO
DECÁGOLO DEL GENERAL ELOY ALFARO DELGADODECÁGOLO DEL GENERAL ELOY ALFARO DELGADO
DECÁGOLO DEL GENERAL ELOY ALFARO DELGADOJosé Luis Palma
 
Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...Carlos Muñoz
 
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptxOLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptxjosetrinidadchavez
 
Resolucion de Problemas en Educacion Inicial 5 años ED-2024 Ccesa007.pdf
Resolucion de Problemas en Educacion Inicial 5 años ED-2024 Ccesa007.pdfResolucion de Problemas en Educacion Inicial 5 años ED-2024 Ccesa007.pdf
Resolucion de Problemas en Educacion Inicial 5 años ED-2024 Ccesa007.pdfDemetrio Ccesa Rayme
 
ACUERDO MINISTERIAL 078-ORGANISMOS ESCOLARES..pptx
ACUERDO MINISTERIAL 078-ORGANISMOS ESCOLARES..pptxACUERDO MINISTERIAL 078-ORGANISMOS ESCOLARES..pptx
ACUERDO MINISTERIAL 078-ORGANISMOS ESCOLARES..pptxzulyvero07
 
DE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.ppt
DE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.pptDE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.ppt
DE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.pptELENA GALLARDO PAÚLS
 
EXPANSIÓN ECONÓMICA DE OCCIDENTE LEÓN.pptx
EXPANSIÓN ECONÓMICA DE OCCIDENTE LEÓN.pptxEXPANSIÓN ECONÓMICA DE OCCIDENTE LEÓN.pptx
EXPANSIÓN ECONÓMICA DE OCCIDENTE LEÓN.pptxPryhaSalam
 
NARRACIONES SOBRE LA VIDA DEL GENERAL ELOY ALFARO
NARRACIONES SOBRE LA VIDA DEL GENERAL ELOY ALFARONARRACIONES SOBRE LA VIDA DEL GENERAL ELOY ALFARO
NARRACIONES SOBRE LA VIDA DEL GENERAL ELOY ALFAROJosé Luis Palma
 
La Función tecnológica del tutor.pptx
La  Función  tecnológica  del tutor.pptxLa  Función  tecnológica  del tutor.pptx
La Función tecnológica del tutor.pptxJunkotantik
 
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...Lourdes Feria
 

Último (20)

SINTAXIS DE LA ORACIÓN SIMPLE 2023-2024.pptx
SINTAXIS DE LA ORACIÓN SIMPLE 2023-2024.pptxSINTAXIS DE LA ORACIÓN SIMPLE 2023-2024.pptx
SINTAXIS DE LA ORACIÓN SIMPLE 2023-2024.pptx
 
Neurociencias para Educadores NE24 Ccesa007.pdf
Neurociencias para Educadores  NE24  Ccesa007.pdfNeurociencias para Educadores  NE24  Ccesa007.pdf
Neurociencias para Educadores NE24 Ccesa007.pdf
 
programa dia de las madres 10 de mayo para evento
programa dia de las madres 10 de mayo  para eventoprograma dia de las madres 10 de mayo  para evento
programa dia de las madres 10 de mayo para evento
 
Informatica Generalidades - Conceptos Básicos
Informatica Generalidades - Conceptos BásicosInformatica Generalidades - Conceptos Básicos
Informatica Generalidades - Conceptos Básicos
 
Introducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Introducción:Los objetivos de Desarrollo SostenibleIntroducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Introducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
 
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdad
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdadLecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdad
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdad
 
Historia y técnica del collage en el arte
Historia y técnica del collage en el arteHistoria y técnica del collage en el arte
Historia y técnica del collage en el arte
 
TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOS
TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOSTEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOS
TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOS
 
Herramientas de Inteligencia Artificial.pdf
Herramientas de Inteligencia Artificial.pdfHerramientas de Inteligencia Artificial.pdf
Herramientas de Inteligencia Artificial.pdf
 
DECÁGOLO DEL GENERAL ELOY ALFARO DELGADO
DECÁGOLO DEL GENERAL ELOY ALFARO DELGADODECÁGOLO DEL GENERAL ELOY ALFARO DELGADO
DECÁGOLO DEL GENERAL ELOY ALFARO DELGADO
 
Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
 
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptxOLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
 
Resolucion de Problemas en Educacion Inicial 5 años ED-2024 Ccesa007.pdf
Resolucion de Problemas en Educacion Inicial 5 años ED-2024 Ccesa007.pdfResolucion de Problemas en Educacion Inicial 5 años ED-2024 Ccesa007.pdf
Resolucion de Problemas en Educacion Inicial 5 años ED-2024 Ccesa007.pdf
 
ACUERDO MINISTERIAL 078-ORGANISMOS ESCOLARES..pptx
ACUERDO MINISTERIAL 078-ORGANISMOS ESCOLARES..pptxACUERDO MINISTERIAL 078-ORGANISMOS ESCOLARES..pptx
ACUERDO MINISTERIAL 078-ORGANISMOS ESCOLARES..pptx
 
DE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.ppt
DE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.pptDE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.ppt
DE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.ppt
 
EXPANSIÓN ECONÓMICA DE OCCIDENTE LEÓN.pptx
EXPANSIÓN ECONÓMICA DE OCCIDENTE LEÓN.pptxEXPANSIÓN ECONÓMICA DE OCCIDENTE LEÓN.pptx
EXPANSIÓN ECONÓMICA DE OCCIDENTE LEÓN.pptx
 
NARRACIONES SOBRE LA VIDA DEL GENERAL ELOY ALFARO
NARRACIONES SOBRE LA VIDA DEL GENERAL ELOY ALFARONARRACIONES SOBRE LA VIDA DEL GENERAL ELOY ALFARO
NARRACIONES SOBRE LA VIDA DEL GENERAL ELOY ALFARO
 
La Función tecnológica del tutor.pptx
La  Función  tecnológica  del tutor.pptxLa  Función  tecnológica  del tutor.pptx
La Función tecnológica del tutor.pptx
 
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...
 
La Trampa De La Felicidad. Russ-Harris.pdf
La Trampa De La Felicidad. Russ-Harris.pdfLa Trampa De La Felicidad. Russ-Harris.pdf
La Trampa De La Felicidad. Russ-Harris.pdf
 

Don_Juan_Tenorio - Jose Zorrilla_Jose.pdf

  • 1.
  • 2. Libro descargado en www.elejandria.com, tu sitio web de obras de dominio público ¡Esperamos que lo disfrutéis! Don Juan Tenorio Por José Zorrilla
  • 3. PARTE I ACTO I LIBERTINAJE Y ESCÁNDALO DON JUAN, DON LUIS, DON DIEGO, DON GONZALO, BUTTARELLI, CIUTTI, CENTELLAS, AVELLANEDA, GASTÓN, MIGUEL. Caballeros, curiosos, enmascarados, rondas. Hostería de Cristófano BUTTARELLI. Puerta en el fondo que da a la calle; mesas, jarros y demás utensilios propios de semejante lugar. ESCENA I DON JUAN, con antifaz, sentado a una mesa escribiendo, CIUTTI y BUTTARELLI, a un lado esperando. Al levantarse el telón, se ven pasar por la puerta del fondo máscaras, estudiantes y pueblo con hachones, músicas, etc. DON JUAN ¡Cuál gritan esos malditos! ¡Pero mal rayo me parta si en concluyendo la carta no pagan caros sus gritos! (Sigue escribiendo.) BUTTARELLI (A CIUTTI.) Buen Carnaval.
  • 4. CIUTTI (A BUTTARELLI.) Buen agosto para rellenar la arquilla. BUTTARELLI ¡Quiá! Corre ahora por Sevilla poco gusto y mucho mosto. Ni caen aquí buenos peces, que son casas mal miradas por gentes acomodadas, y atropelladas a veces. CIUTTI Pero hoy... BUTTARELLI Hoy no entra en la cuenta, Ciutti; se ha hecho buen trabajo. CIUTTI ¡Chist! habla un poco más bajo, que mi señor se impacienta pronto. BUTTARELLI ¿A su servicio estás? CIUTTI Ya ha un año. BUTTARELLI
  • 5. ¿Y qué tal te sale? CIUTTI No hay prior que se me iguale; tengo cuanto quiero, y más. Tiempo libre, bolsa llena, buenas mozas y buen vino. BUTTARELLI Cuerpo de tal, ¡qué destino! CIUTTI (Señalando a DON JUAN.) Y todo ello a costa ajena. BUTTARELLI Rico, ¿eh? CIUTTI Varea la plata. BUTTARELLI ¿Franco? CIUTTI Como un estudiante. BUTTARELLI ¿Y noble? CIUTTI Como un infante. BUTTARELLI ¿Y bravo?
  • 6. CIUTTI Como un pirata. BUTTARELLI ¿Español? CIUTTI Creo que sí. BUTTARELLI ¿Su nombre? CIUTTI Lo ignoro en suma. BUTTARELLI ¡Bribón! ¿Y dónde va? CIUTTI Aquí. BUTTARELLI Largo plumea. CIUTTI Es gran pluma. BUTTARELLI ¿Y a quién mil diablos escribe tan cuidadoso y prolijo? CIUTTI A su padre. BUTTARELLI ¡Vaya un hijo!
  • 7. CIUTTI Para el tiempo en que se vive, es un hombre extraordinario. Pero calla. DON JUAN (Cerrando la carta.) Firmo y plego. ¡Ciutti! CIUTTI Señor. DON JUAN Este pliego irá, dentro del Horario en que reza doña Inés, a sus manos a parar. CIUTTI ¿Hay respuesta que aguardar? DON JUAN Del diablo con guardapiés que la asiste, de su dueña, que mis intenciones sabe, recogerás una llave, una hora y una seña; y más ligero que el viento, aquí otra vez.
  • 8. CIUTTI Bien está. (Vase.) ESCENA II DON JUAN y BUTTARELLI. DON JUAN Cristófano, vieni quá. BUTTARELLI Eccellenza! DON JUAN Senti. BUTTARELLI Sento. Ma ho imparato il castigliano, se è più facile al signor la sua lingua... DON JUAN Sí, es mejor: lascia dunque il tuo toscano, y dime: don Luis Mejía ¿ha venido hoy? BUTTARELLI
  • 9. Excelencia, no está en Sevilla. DON JUAN ¿Su ausencia dura en verdad todavía? BUTTARELLI Tal creo. DON JUAN ¿Y noticia alguna no tienes de él? BUTTARELLI ¡Ah! Una historia me viene ahora a la memoria que os podrá dar... DON JUAN ¿Oportuna luz sobre el caso? BUTTARELLI Tal vez. DON JUAN Habla, pues. BUTTARELLI (Hablando consigo mismo.) No, no me engaño; esta noche cumple el año,
  • 10. lo había olvidado. DON JUAN ¡Pardiez! ¿Acabarás con tu cuento? BUTTARELLI Perdonad, señor; estaba recordando el hecho. DON JUAN Acaba, ¡vive Dios! que me impaciento. BUTTARELLI Pues es el caso, señor, que el caballero Mejía, por quien preguntáis, dio un día en la ocurrencia peor que ocurrírsele podía. DON JUAN Suprime lo al hecho extraño; que apostaron me es notorio a quién haría en un año, con más fortuna, más daño, Luis Mejía y Juan Tenorio. BUTTARELLI ¿La historia sabéis? DON JUAN
  • 11. Entera; por eso te he preguntado por Mejía. BUTTARELLI ¡Oh! me pluguiera que la apuesta se cumpliera, que pagan bien y al contado. DON JUAN ¿Y no tienes confianza en que don Luis a esta cita acuda? BUTTARELLI ¡Quiá! ni esperanza; el fin del plazo se avanza, y estoy cierto que maldita la memoria que ninguno guarda de ello. DON JUAN Basta ya. Toma. BUTTARELLI Excelencia, ¿y de alguno de ellos sabéis vos? DON JUAN Quizá.
  • 12. BUTTARELLI ¿Vendrán, pues? DON JUAN Al menos uno; mas por si acaso los dos dirigen aquí sus huellas el uno del otro en pos, tus dos mejores botellas prevenles. BUTTARELLI Mas... DON JUAN ¡Chito...!. Adiós. ESCENA III BUTTARELLI. BUTTARELLI ¡Santa Madona! De vuelta Mejía y Tenorio están sin duda... y recogerán los dos la palabra suelta. ¡Oh! sí; ese hombre tiene traza de saberlo a fondo.
  • 13. (Ruido adentro.) Pero ¿qué es esto? (Se asoma a la puerta.) ¡Anda! el forastero está riñendo en la plaza. ¡Válgame Dios! ¡Qué bullicio! ¡Cómo se le arremolina chusma... y cómo la acoquina él solo! ¡Uf! ¡Qué estropicio! ¡Cuál corren delante de él! No hay duda, están en Castilla los dos, y anda ya Sevilla toda revuelta. ¡Miguel! ESCENA IV BUTTARELLI y MIGUEL. MIGUEL ¿Che comanda? BUTTARELLI Presto, qui servi una tabola, amico, e del Lacryma più antico
  • 14. porta due buttiglie. MIGUEL Si, signor padron. BUTTARELLI Micheletto, apparechia in carità lo più ricco, que si fa, afrettati! MIGUEL Gia mi afretto, signor padrone. (Vase.) ESCENA V BUTTARELLI y DON GONZALO. DON GONZALO Aquí es. ¿Patrón? BUTTARELLI ¿Qué se ofrece? DON GONZALO Quiero
  • 15. hablar con el hostelero. BUTTARELLI Con él habláis; decid, pues. DON GONZALO ¿Sois vos? BUTTARELLI Sí, mas despachad, que estoy de priesa. DON GONZALO En tal caso, ved si es cabal y de paso esa dobla, y contestad. BUTTARELLI ¡Oh, excelencia! DON GONZALO ¿Conocéis a don Juan Tenorio? BUTTARELLI Sí. DON GONZALO ¿Y es cierto que tiene aquí hoy una cita? BUTTARELLI ¡Oh! ¿seréis vos el otro?
  • 16. DON GONZALO ¿Quién? BUTTARELLI Don Luis. DON GONZALO No; pero estar me interesa en su entrevista. BUTTARELLI Esta mesa les preparo; si os servís en esotra colocaros, podréis presenciar la cena que les daré... ¡Oh! será escena que espero que ha de admiraros. DON GONZALO Lo creo. BUTTARELLI Son, sin disputa, los dos mozos más gentiles de España. DON GONZALO Sí, y los más viles también. BUTTARELLI ¡Bah! Se les imputa
  • 17. cuanto malo se hace hoy día; mas la malicia lo inventa, pues nadie paga su cuenta como Tenorio y Mejía. DON GONZALO ¡Ya! BUTTARELLI Es afán de murmurar, porque conmigo, señor, ninguno lo hace mejor, y bien lo puedo jurar. DON GONZALO No es necesario más... BUTTARELLI ¿Qué? DON GONZALO Quisiera yo ocultamente verlos, y sin que la gente me reconociera. BUTTARELLI A fe que eso es muy fácil, señor. Las fiestas de Carnaval, al hombre más principal permiten sin deshonor
  • 18. de su linaje, servirse de un antifaz, y bajo él, ¿quién sabe, hasta descubrirse, de qué carne es el pastel? DON GONZALO Mejor fuera en aposento contiguo... BUTTARELLI Ninguno cae aquí. DON GONZALO Pues entonces trae el antifaz. BUTTARELLI Al momento. ESCENA VI DON GONZALO. DON GONZALO No cabe en mi corazón que tal hombre pueda haber, y no quiero cometer con él una sinrazón.
  • 19. Yo mismo indagar prefiero la verdad... mas, a ser cierta la apuesta, primero muerta que esposa suya la quiero. No hay en la tierra interés que si la daña me cuadre; primero seré buen padre, buen caballero después. Enlace es de gran ventaja, mas no quiero que Tenorio del velo del desposorio la recorte una mortaja. ESCENA VII DON GONZALO y BUTTARELLI, que trae un antifaz. BUTTARELLI Ya está aquí. DON GONZALO Gracias, patrón; ¿Tardarán mucho en llegar? BUTTARELLI Si vienen, no han de tardar; cerca de las ocho son.
  • 20. DON GONZALO ¿Esa es la hora señalada? BUTTARELLI Cierra el plazo, y es asunto de perder quien no esté a punto de la primer campanada. DON GONZALO Quiera Dios que sea una chanza, y no lo que se murmura. BUTTARELLI No tengo aún por muy segura de que cumplan, la esperanza; pero si tanto os importa lo que ello sea saber, pues la hora está al caer, la dilación es ya corta. DON GONZALO Cúbrome, pues, y me siento. (Se sienta a una mesa a la derecha, y se pone el antifaz.) BUTTARELLI (Aparte.) Curioso el viejo me tiene del misterio con que viene... y no me quedo contento hasta saber quién es él.
  • 21. (Limpia y trajina, mirándole de reojo.) DON GONZALO (Aparte.) ¡Que un hombre como yo tenga que esperar aquí, y se avenga con semejante papel! En fin, me importa el sosiego de mi casa, y la ventura de una hija sencilla y pura, y no es para echarlo a juego. ESCENA VIII DON GONZALO, BUTTARELLI y DON DIEGO, a la puerta del fondo. DON DIEGO La seña está terminante, aquí es; bien me han informado; llego pues. BUTTARELLI ¿Otro embozado? DON DIEGO ¿Ah de esta casa? BUTTARELLI Adelante.
  • 22. DON DIEGO ¿La Hostería del Laurel? BUTTARELLI En ella estáis, caballero. DON DIEGO ¿Está en casa el hostelero? BUTTARELLI Estáis hablando con él. DON DIEGO ¿Sois vos Buttarelli? BUTTARELLI Yo. DON DIEGO ¿Es verdad que hoy tiene aquí Tenorio una cita? BUTTARELLI Sí. DON DIEGO ¿Y ha acudido a ella? BUTTARELLI No. DON DIEGO ¿Pero acudirá? BUTTARELLI No sé.
  • 23. DON DIEGO ¿Le esperáis vos? BUTTARELLI Por si acaso venir le place. DON DIEGO En tal caso, yo también le esperaré. (Se sienta al lado opuesto a DON GONZALO.) BUTTARELLI ¿Que os sirva vianda alguna queréis mientras? DON DIEGO No; tomad. BUTTARELLI ¿Excelencia? DON DIEGO Y excusad conversación importuna. BUTTARELLI Perdonad. DON DIEGO Vais perdonado; dejadme, pues. BUTTARELLI
  • 24. (Aparte.) ¡Jesucristo! En toda mi vida he visto hombre más mal humorado. DON DIEGO (Aparte.) ¡Que un hombre de mi linaje descienda a tan ruin mansión! Pero no hay humillación a que un padre no se baje por un hijo. Quiero ver por mis ojos la verdad, y el monstruo de liviandad a quien pude dar el ser. (BUTTARELLI, que anda arreglando sus trastos, contempla desde el fondo a DON GONZALO y a DON DIEGO, que permanecerán embozados y en silencio.) BUTTARELLI ¡Vaya un par de hombres de piedra! Para éstos sobra mi abasto; mas, ¡pardiez!, pagan el gasto que no hacen, y así se medra. ESCENA IX
  • 25. DON GONZALO, DON DIEGO, BUTTARELLI, el Capitán CENTELLAS, AVELLANEDA y dos caballeros. AVELLANEDA Vinieron, y os aseguro que se efectuará la apuesta. CENTELLAS Entremos, pues. ¿Buttarelli? BUTTARELLI Señor capitán Centellas, ¿vos por aquí? CENTELLAS Sí, Cristófano. ¿Cuándo aquí sin mi presencia tuvieron lugar las orgias que han hecho raya en la época? BUTTARELLI Como ha tanto tiempo ya que no os he visto... CENTELLAS Las guerras del Emperador a Túnez me llevaron; mas mi hacienda me vuelve a traer a Sevilla; y, según lo que me cuentan, llego lo más a propósito
  • 26. para renovar añejas amistades. Conque apróntanos luego unas cuantas botellas, y en tanto que humedecemos la garganta, verdadera relación haznos de un lance sobre el cual hay controversia. BUTTARELLI Todo se andará; mas antes dejadme ir a la bodega. VARIOS Sí, sí. ESCENA X Dichos, menos BUTTARELLI. CENTELLAS Sentarse, señores, y que siga Avellaneda con la historia de don Luis. AVELLANEDA No hay ya más que decir de ella, sino que creo imposible que la de Tenorio sea
  • 27. más endiablada, y que apuesto por don Luis. CENTELLAS Acaso pierdas. Don Juan Tenorio, se sabe que es la más mala cabeza del orbe, y no hubo hombre alguno que aventajarle pudiera con sólo su inclinación; conque, ¿qué hará si se empeña? AVELLANEDA Pues yo sé bien que Mejía las ha hecho tales, que a ciegas se puede apostar por él. CENTELLAS Pues el capitán Centellas pone por don Juan Tenorio cuanto tiene. AVELLANEDA Pues se acepta por don Luis, que es muy mi amigo. CENTELLAS Pues todo en contra se arriesga; porque no hay como Tenorio otro hombre sobre la tierra,
  • 28. y es proverbial su fortuna y extremadas sus empresas. ESCENA XI Dichos y BUTTARELLI, con botellas. BUTTARELLI Aquí hay Falerno, Borgoña, Sorrento. CENTELLAS De lo que quieras sirve, Cristófano, y dinos: ¿Qué hay de cierto en una apuesta, por don Juan Tenorio ha un año y don Luis Mejía hecha? BUTTARELLI Señor capitán, no sé tan a fondo la materia, que os pueda sacar de dudas; pero os diré lo que sepa. VARIOS Habla, habla. BUTTARELLI Yo, la verdad,
  • 29. aunque fue en mi casa mesma la cuestión entre ambos, como pusieron tan larga fecha a su plazo, creí siempre que nunca a efecto viniera. Así es que ni aun me acordaba de tal cosa a la hora de esta. Mas esta tarde, sería al anochecer apenas, entrose aquí un caballero pidiéndome que le diera recado con que escribir una carta, y a sus letras atento no más, me dio tiempo a que charla metiera con un paje que traía paisano mío, de Génova. No saqué nada del paje, que es por Dios muy brava pesca; mas cuando su amo acababa la carta, le envió con ella a quien iba dirigida; el caballero en mi lengua me habló, y me pidió noticias de don Luis; dijo que entera
  • 30. sabía de ambos la historia, y tenía la certeza de que al menos uno de ellos acudiría a la apuesta. Yo quise saber más de él; mas púsome dos monedas de oro en la mano, diciéndome [así, como a la deshecha]: «Y por si acaso los dos al tiempo aplazado llegan, ten prevenidas para ambos tus dos mejores botellas». Largose sin decir más, y yo, atento a sus monedas, les puse en el mismo sitio donde apostaron, la mesa. Y vedla allí con dos sillas, dos copas y dos botellas. AVELLANEDA Pues señor, no hay que dudar; era don Luis. CENTELLAS Don Juan era. AVELLANEDA ¿Tú no le viste la cara?
  • 31. BUTTARELLI Si la traía cubierta con un antifaz. CENTELLAS Pero, hombre, ¿tú a los dos no los recuerdas? ¿O no sabes distinguir a las gentes por sus señas lo mismo que por sus caras? BUTTARELLI Pues confieso mi torpeza; no lo supe conocer, y lo procuré de veras. Pero silencio. AVELLANEDA ¿Qué pasa? BUTTARELLI A dar el reloj comienza los cuartos para las ocho. (Dan.) CENTELLAS Ved, ved la gente que se entra. AVELLANEDA Como que está de este lance curiosa Sevilla entera.
  • 32. (Se oyen dar las ocho; varias personas entran y se reparten en silencio por la escena; al dar la última campanada, DON JUAN, con antifaz, se llega a la mesa que ha preparado BUTTARELLI en el centro del escenario, y se dispone a ocupar una de las dos sillas que están delante de ella. Inmediatamente después de él, entra DON LUIS, también con antifaz, y se dirige a la otra. Todos los miran.) ESCENA XII DON DIEGO, DON GONZALO, DON JUAN, DON LUIS, BUTTARELLI, CENTELLAS, AVELLANEDA, caballeros, curiosos y enmascarados. AVELLANEDA (A CENTELLAS por DON JUAN.) Verás aquél, si ellos vienen, qué buen chasco que se lleva. CENTELLAS (A AVELLANEDA por DON LUIS.) Pues allí va otro a ocupar la otra silla; ¡uf! aquí es ella. DON JUAN (A DON LUIS.) Esa silla está comprada, hidalgo. DON LUIS (A DON JUAN.)
  • 33. Lo mismo digo, hidalgo; para un amigo tengo yo esotra pagada. DON JUAN Que ésta es mía haré notorio. DON LUIS Y yo también que ésta es mía. DON JUAN Luego sois don Luis Mejía. DON LUIS Seréis, pues, don Juan Tenorio. DON JUAN Puede ser. DON LUIS Vos lo decís. DON JUAN ¿No os fiáis? DON LUIS No. DON JUAN Yo tampoco. DON LUIS Pues no hagamos más el coco. DON JUAN Yo soy don Juan.
  • 34. (Quitándose la máscara.) DON LUIS (Haciendo lo mismo.) Yo don Luis. (Se sientan. El Capitán CENTELLAS, AVELLANEDA, BUTTARELLI y algunos otros se van a ellos y les saludan, abrazan y dan la mano, y hacen otras semejantes muestras de cariño y amistad. DON JUAN y DON LUIS las aceptan cortésmente.) CENTELLAS ¡Don Juan! AVELLANEDA ¡Don Luis! DON JUAN ¡Caballeros! DON LUIS ¡Oh, amigos! ¿Qué dicha es ésta? AVELLANEDA Sabíamos vuestra apuesta y hemos acudido a veros. DON LUIS Don Juan y yo tal bondad en mucho os agradecemos. DON JUAN El tiempo no malgastemos, Don Luis. (A los otros.)
  • 35. Sillas arrimad. (A los que están lejos.) Caballeros, yo supongo que a ustedes también aquí les trae la apuesta, y por mí, a antojo tal no me opongo. DON LUIS Ni yo; que aunque nada más Fue el empeño entre los dos, no ha de decirse, por Dios, que me avergonzó jamás. DON JUAN Ni a mí, que el orbe es testigo de que hipócrita no soy, pues por doquiera que voy va el escándalo conmigo. DON LUIS ¡Eh! ¿Y esos dos no se llegan a escuchar? Vos. (Por DON DIEGO y DON GONZALO.) DON DIEGO Yo estoy bien. DON LUIS ¿Y vos? DON GONZALO
  • 36. De aquí oigo también. DON LUIS Razón tendrán si se niegan. (Se sientan todos alrededor de la mesa en que están DON LUIS Mejía y DON JUAN Tenorio.) DON JUAN ¿Estamos listos? DON LUIS Estamos. DON JUAN Como quien somos cumplimos. DON LUIS Veamos, pues, lo que hicimos. DON JUAN Bebamos antes. DON LUIS Bebamos. (Lo hacen.) DON JUAN La apuesta fue... DON LUIS Porque un día dije que en España entera no habría nadie que hiciera lo que hiciera Luis Mejía.
  • 37. DON JUAN Y siendo contradictorio al vuestro mi parecer, yo os dije: «Nadie ha de hacer lo que hará don Juan Tenorio». ¿No es así? DON LUIS Sin duda alguna; y vinimos a apostar quién de ambos sabría obrar peor, con mejor fortuna, en el término de un año; juntándonos aquí hoy a probarlo. DON JUAN Y aquí estoy. DON LUIS Y yo. CENTELLAS ¡Empeño bien extraño, por vida mía! DON JUAN Hablad, pues. DON LUIS No, vos debéis empezar.
  • 38. DON JUAN Como gustéis, igual es, que nunca me hago esperar. Pues señor, yo desde aquí, buscando mayor espacio para mis hazañas, dí sobre Italia, porque allí tiene el placer un palacio. De la guerra y del amor antigua y clásica tierra, y en ella el Emperador, con ella y con Francia en guerra, díjeme: «¿Dónde mejor? Donde hay soldados, hay juego, hay pendencias y amoríos». Dí, pues, sobre Italia luego, buscando a sangre y a fuego amores y desafíos. En Roma, a mi apuesta fiel, fijé entre hostil y amatorio en mi puerta este cartel: «Aquí está don Juan Tenorio para quien quiera algo de él». De aquellos días la historia a relataros renuncio;
  • 39. remítome a la memoria que dejé allí, y de mi gloria podéis juzgar por mi anuncio. Las romanas caprichosas, las costumbres licenciosas, yo gallardo y calavera, quién a cuento redujera mis empresas amorosas. Salí de Roma por fin como os podéis figurar, con un disfraz harto ruin, y a lomos de un mal rocín, pues me querían ahorcar. Fui al ejército de España; mas todos paisanos míos, soldados y en tierra extraña, dejé pronto su compaña tras cinco o seis desafíos. Nápoles, rico vergel de amor, de placer emporio, vio en mi segundo cartel: «Aquí está don Juan Tenorio, y no hay hombre para él. Desde la princesa altiva a la que pesca en ruin barca,
  • 40. no hay hembra a quien no suscriba, y cualquiera empresa abarca si en oro o valor estriba. Búsquenle los reñidores; cérquenle los jugadores; quien se precie, que le ataje; a ver si hay quien le aventaje en juego, en lid o en amores». Esto escribí; y en medio año que mi presencia gozó Nápoles, no hay lance extraño, no hubo escándalo ni engaño en que no me hallara yo. Por dondequiera que fui, la razón atropellé, la virtud escarnecí, a la justicia burlé y a las mujeres vendí. Yo a las cabañas bajé, yo a los palacios subí, yo los claustros escalé, y en todas partes dejé memoria amarga de mí. Ni reconocí sagrado, ni hubo razón ni lugar
  • 41. por mi audacia respetado; ni en distinguir me he parado al clérigo del seglar. A quien quise provoqué, con quien quiso me batí, y nunca consideré que pudo matarme a mí aquel a quien yo maté. A esto don Juan se arrojó, y escrito en este papel está cuanto consiguió, y lo que él aquí escribió, mantenido está por él. DON LUIS Leed, pues. DON JUAN No; oigamos antes vuestros bizarros extremos, y si traéis terminantes vuestras notas comprobantes, lo escrito cotejaremos. DON LUIS Decís bien; cosa es que está, Don Juan, muy puesta en razón; aunque, a mi ver, poco irá
  • 42. de una a otra relación. DON JUAN Empezad, pues. DON LUIS Allá va. Buscando yo, como vos, a mi aliento empresas grandes, dije: «¿Dó iré, ¡vive Dios! de amor y lides en pos que vaya mejor que a Flandes? Allí, puesto que empeñadas guerras hay, a mis deseos habrá al par centuplicadas ocasiones extremadas de riñas y galanteos». Y en Flandes conmigo dí, mas con tan negra fortuna, que al mes de encontrarme allí todo mi caudal perdí, dobla a dobla, una por una. En tan total carestía mirándome de dineros, de mí todo el mundo huía, mas yo busqué compañía y me uní a unos bandoleros.
  • 43. Lo hicimos bien, ¡voto a tal!, y fuimos tan adelante, con suerte tan colosal, que entramos a saco en Gante el palacio episcopal. ¡Qué noche! Por el decoro de la Pascua, el buen obispo bajó a presidir el coro, y aún de alegría me crispo al recordar su tesoro. Todo cayó en poder nuestro; mas mi capitán, avaro, puso mi parte en secuestro; reñimos, yo fui más diestro, y le crucé sin reparo. Jurome al punto la gente capitán, por más valiente; jureles yo amistad franca; pero a la noche siguiente huí y les dejé sin blanca. Yo me acordé del refrán de que quien roba al ladrón ha cien años de perdón, y me arrojé a tal desmán mirando a mi salvación.
  • 44. Pasé a Alemania opulento, mas un Provincial jerónimo, hombre de mucho talento, me conoció, y al momento me delató en un anónimo. Compré a fuerza de dinero la libertad y el papel; y topando en un sendero al fraile, le envié certero una bala envuelta en él. Salté a Francia, ¡buen país!, y como en Nápoles vos, puse un cartel en París diciendo: «Aquí hay un don Luis que vale lo menos dos. Parará aquí algunos meses, y no trae más intereses ni se aviene a más empresas, que a adorar a las francesas y a reñir con los franceses». Esto escribí; y en medio año que mi presencia gozó París, no hubo lance extraño, ni hubo escándalo ni daño donde no me hallara yo.
  • 45. Mas como don Juan, mi historia también a alargar renuncio; que basta para mi gloria la magnífica memoria que allí dejé con mi anuncio. Y cual vos, por donde fui la razón atropellé, la virtud escarnecí, a la justicia burlé, y a las mujeres vendí. Mi hacienda llevo perdida tres veces; mas se me antoja reponerla, y me convida mi boda comprometida con doña Ana de Pantoja. Mujer muy rica me dan, y mañana hay que cumplir los tratos que hechos están; lo que os advierto, don Juan, por si queréis asistir. A esto don Luis se arrojó, y escrito en este papel está lo que consiguió; y lo que él aquí escribió mantenido está por él.
  • 46. DON JUAN La historia es tan semejante que está en el fiel la balanza; mas vamos a lo importante, que es el guarismo a que alcanza el papel; conque adelante. DON LUIS Razón tenéis en verdad. Aquí está el mío; mirad, por una línea apartados traigo los nombres sentados para mayor claridad. DON JUAN Del mismo modo arregladas mis cuentas traigo en el mío; en dos líneas separadas los muertos en desafío y las mujeres burladas. Contad. DON LUIS Contad. DON JUAN Veintitrés. DON LUIS Son los muertos. A ver vos.
  • 47. ¡Por la cruz de San Andrés! Aquí sumo treinta y dos. DON JUAN Son los muertos. DON LUIS Matar es. DON JUAN Nueve os llevo. DON LUIS Me vencéis. Pasemos a las conquistas. DON JUAN Sumo aquí cincuenta y seis. DON LUIS Y yo sumo en vuestras listas setenta y dos. DON JUAN Pues perdéis. DON LUIS ¡Es increíble, don Juan! DON JUAN Si lo dudáis, apuntados los testigos ahí están, que si fueren preguntados os lo testificarán.
  • 48. DON LUIS ¡Oh! Y vuestra lista es cabal. DON JUAN Desde una princesa real a la hija de un pescador, ¡oh! ha recorrido mi amor toda la escala social. ¿Tenéis algo que tachar? DON LUIS Sólo una os falta en justicia. DON JUAN ¿Me la podéis señalar? DON LUIS Sí, por cierto; una novicia que esté para profesar. DON JUAN ¡Bah! pues yo os complaceré doblemente, porque os digo que a la novicia uniré la dama de algún amigo que para casarse esté. DON LUIS ¡Pardiez, que sois atrevido! DON JUAN Yo os lo apuesto si queréis.
  • 49. DON LUIS Digo que acepto el partido. ¿Para darlo por perdido, queréis veinte días? DON JUAN Seis. DON LUIS ¡Por Dios, que sois hombre extraño! ¿Cuántos días empleáis en cada mujer que amáis? DON JUAN Partid los días del año entre las que ahí encontráis. Uno para enamorarlas, otro para conseguirlas, otro para abandonarlas, dos para sustituirlas, y una hora para olvidarlas. Pero la verdad a hablaros, pedir más no se me antoja, porque, pues vais a casaros, mañana pienso quitaros a doña Ana de Pantoja. DON LUIS Don Juan, ¿qué es lo que decís?
  • 50. DON JUAN Don Luis, lo que oído habéis. DON LUIS Ved, don Juan, lo que emprendéis. DON JUAN Lo que he de lograr, don Luis. DON LUIS ¡Gastón! GASTÓN Señor. DON LUIS Ven acá. (Habla DON LUIS en secreto con GASTÓN, y éste se va precipitadamente.) DON JUAN ¡Ciutti! CIUTTI Señor. DON JUAN Ven aquí. (DON JUAN habla también con CIUTTI, que hace lo mismo.) DON LUIS ¿Estáis en lo dicho? DON JUAN Sí.
  • 51. DON LUIS Pues va la vida. DON JUAN Pues va. (DON GONZALO, levantándose de la mesa en que ha permanecido inmóvil durante la escena anterior, se afronta con DON JUAN y DON LUIS.) DON GONZALO ¡Insensatos! Vive Dios, que a no temblarme las manos, a palos, como a villanos, os diera muerte a los dos. DON JUAN y DON LUIS Veamos. DON GONZALO Excusado es, que he vivido lo bastante para no estar arrogante donde no puedo. DON JUAN Idos, pues. DON GONZALO Antes, don Juan, de salir de donde oírme podáis, es necesario que oigáis
  • 52. lo que os tengo que decir. Vuestro buen padre don Diego, porque pleitos acomoda, os apalabró una boda que iba a celebrarse luego; pero por mí mismo yo, lo que erais queriendo ver, vine aquí al anochecer, y el veros me avergonzó. DON JUAN ¡Por Satanás, viejo insano, que no sé cómo he tenido calma para haberte oído sin asentarte la mano! ¡Pero di pronto quién eres, porque me siento capaz de arrancarte el antifaz con el alma que tuvieres! DON GONZALO ¡Don Juan! DON JUAN ¡Pronto! DON GONZALO Mira, pues. DON JUAN
  • 53. ¡Don Gonzalo! DON GONZALO El mismo soy. Y adiós, don Juan; más desde hoy no penséis en doña Inés. Porque antes que consentir en que se case con vos, el sepulcro, ¡juro a Dios!, por mi mano la he de abrir. DON JUAN Me hacéis reír, don Gonzalo; pues venirme a provocar, es como ir a amenazar a un león con un mal palo. Y pues hay tiempo, advertir os quiero a mi vez a vos que, o me la dais, o por Dios que a quitárosla he de ir. DON GONZALO ¡Miserable! DON JUAN Dicho está; sólo una mujer como ésta me falta para mi apuesta; ved, pues, que apostada va.
  • 54. (DON DIEGO, levantándose de la mesa en que ha permanecido encubierto mientras la escena anterior, baja al centro de la escena, encarándose con DON JUAN.) DON DIEGO No puedo más escucharte, vil don Juan, porque recelo que hay algún rayo en el cielo preparado a aniquilarte. ¡Ah...! No pudiendo creer lo que de ti me decían, confiando en que mentían, te vine esta noche a ver. Pero te juro, malvado, que me pesa haber venido para salir convencido de lo que es para ignorado. Sigue, pues, con ciego afán en tu torpe frenesí, mas nunca vuelvas a mí; no te conozco, don Juan. DON JUAN ¿Quién nunca a ti se volvió, ni quién osa hablarme así, ni qué se me importa a mí que me conozcas o no?
  • 55. DON DIEGO Adiós, pues; mas no te olvides de que hay un Dios justiciero. DON JUAN Ten. (Deteniéndole.) DON DIEGO ¿Qué quieres? DON JUAN Verte quiero. DON DIEGO Nunca; en vano me lo pides. DON JUAN ¿Nunca? DON DIEGO No. DON JUAN Cuando me cuadre. DON DIEGO ¿Cómo? DON JUAN Así. (Le arranca el antifaz.) TODOS ¡Don Juan!
  • 56. DON DIEGO ¡Villano! ¡Me has puesto en la faz la mano! DON JUAN ¡Válgame Cristo, mi padre! DON DIEGO Mientes; no lo fui jamás. DON JUAN ¡Reportaos, con Belcebú! DON DIEGO No; los hijos como tú son hijos de Satanás. Comendador, nulo sea lo hablado. DON GONZALO Ya lo es por mí; vamos. DON DIEGO Sí; vamos de aquí, donde tal monstruo no vea. Don Juan, en brazos del vicio desolado te abandono; me matas... mas te perdono de Dios en el santo juicio. (Vanse poco a poco DON DIEGO y DON GONZALO.)
  • 57. DON JUAN Largo el plazo me ponéis; mas ved que os quiero advertir que yo no os he ido a pedir jamás que me perdonéis. Conque no paséis afán de aquí adelante por mí, que como vivió hasta aquí, vivirá siempre don Juan. ESCENA XIII DON JUAN, DON LUIS, CENTELLAS, AVELLANEDA, BUTTARELLI, curiosos y máscaras. DON JUAN ¡Eh! Ya salimos del paso; y no hay que extrañar la homilía; son pláticas de familia de las que nunca hice caso. Conque lo dicho, don Luis, van doña Ana y doña Inés en puesta. DON LUIS Y el precio es la vida.
  • 58. DON JUAN Vos lo decís; vamos. DON LUIS Vamos. (Al salir, se presenta una ronda que les detiene.) ESCENA XIV Dichos y una ronda de Alguaciles. ALGUACIL ¡Alto allá! ¿Don Juan Tenorio? DON JUAN Yo soy. ALGUACIL Sed preso. DON JUAN ¡Soñando estoy! ¿Por qué? ALGUACIL Después lo verá. DON LUIS (Acercándose a DON JUAN y riéndose.)
  • 59. Tenorio, no lo extrañéis, pues mirando a lo apostado, mi paje os ha delatado para que vos no ganéis. DON JUAN ¡Hola! Pues no os suponía con tal despejo, ¡pardiez! DON LUIS Id, pues; que por esta vez, don Juan, la partida es mía. DON JUAN Vamos, pues. (Al salir, les detiene otra ronda que entra en la escena.) ESCENA XV Dichos y una ronda. ALGUACIL (Que entra.) Ténganse allá. ¿Don Luis Mejía? DON LUIS Yo soy. ALGUACIL
  • 60. Sed preso. DON LUIS ¡Soñando estoy! ¡Yo preso! DON JUAN (Soltando la carcajada.) ¡Ja, ja, ja, ja! Mejía, no lo extrañéis, pues mirando a lo apostado, mi paje es ha delatado para que no me estorbéis. DON LUIS Satisfecho quedaré aunque ambos muramos. DON JUAN Vamos: conque, señores, quedamos en que la apuesta está en pie. (Las rondas se llevan a DON JUAN y a DON LUIS; muchos los siguen. El Capitán CENTELLAS, AVELLANEDA y sus amigos quedan en la escena mirándose unos a otros.) ESCENA XVI El Capitán CENTELLAS, AVELLANEDA y curiosos.
  • 61. AVELLANEDA ¡Parece un juego ilusorio! CENTELLLAS ¡Sin verlo no lo creería! AVELLANEDA Pues yo apuesto por Mejía. CENTELLAS Y yo pongo por Tenorio. ACTO II DESTREZA DON JUAN Tenorio, DON LUIS Mejía, DOÑA ANA de Pantoja, CIUTTI, PASCUAL, LUCÍA y BRÍGIDA. Tres embozados del servicio de DON JUAN. Exterior de la casa de DOÑA ANA, vista por una esquina. Las dos paredes que forman el ángulo se prolongan igualmente por ambos lados, dejando ver en la de la derecha una reja, y en la de la izquierda una reja y una puerta. ESCENA I DON LUIS Mejía, embozado. DON LUIS Ya estoy frente de la casa de doña Ana, y es preciso
  • 62. que esta noche tenga aviso de lo que en Sevilla pasa. No dí con persona alguna por dicha mía... ¡Oh, qué afán! Por ahora, señor don Juan, cada cual con su fortuna. Si honor y vida se juega, mi destreza y mi valor por mi vida y por mi honor jugarán... mas alguien llega. ESCENA II DON LUIS, PASCUAL. PASCUAL ¡Quién creyera lance tal! ¡Jesús, qué escándalo! ¡Presos! DON LUIS ¡Qué veo! ¿Es Pascual? PASCUAL Los sesos me estrellaría. DON LUIS ¿Pascual?
  • 63. PASCUAL ¿Quién me llama tan apriesa? DON LUIS Yo. Don Luis. PASCUAL ¡Válame Dios! DON LUIS ¿Qué te asombra? PASCUAL Que seáis vos. DON LUIS Mi suerte, Pascual, es esa. Que a no ser yo quien me soy y a no dar contigo ahora, el honor de mi señora doña Ana moría hoy. PASCUAL ¿Qué es lo que decís? DON LUIS ¿Conoces a don Juan Tenorio? PASCUAL Sí. ¿Quién no le conoce aquí? Mas, según públicas voces,
  • 64. estabais presos los dos. ¡Vamos, lo que el vulgo miente! DON LUIS Ahora acertadamente habló el vulgo; y juro a Dios que a no ser porque mi primo, el tesorero real, quiso fiarme, Pascual, pierdo cuanto más estimo. PASCUAL ¿Pues cómo? DON LUIS ¿En servirme estás? PASCUAL Hasta morir. DON LUIS Pues escucha. Don Juan y yo en una lucha arriesgada por demás empeñados nos hallamos; pero a querer tú ayudarme, más que la vida salvarme puedes. PASCUAL ¿Qué hay que hacer? Sepamos.
  • 65. DON LUIS En una insigne locura dimos tiempo ha; en apostar cuál de ambos sabría obrar peor, con mejor ventura. Ambos nos hemos portado bizarramente a cual más; pero él es un Satanás, y por fin me ha aventajado. Púsele no sé qué pero, Dijímonos no sé qué sobre ello, y el hecho fue que él, mofándose altanero, me dijo: «Y si esto no os llena, pues que os casáis con doña Ana, os apuesto a que mañana os la quito yo». PASCUAL ¡Esa es buena! ¿Tal se ha atrevido a decir? DON LUIS No es lo malo que lo diga, Pascual, sino que consiga lo que intenta. PASCUAL
  • 66. ¿Conseguir? En tanto que yo esté aquí, descuidad, don Luis. DON LUIS Te juro que si el lance no aseguro, no sé qué va a ser de mí. PASCUAL Por la Virgen del Pilar, ¿le teméis? DON LUIS No; ¡Dios testigo! Mas lleva ese hombre consigo algún diablo familiar. PASCUAL Dadlo por asegurado. DON LUIS ¡Oh! Tal es el afán mío que ni en mí propio me fío con un hombre tan osado. PASCUAL Yo os juro, por San Ginés, que con toda su osadía, le ha de hacer, por vida mía, mal tercio un aragonés;
  • 67. nos veremos. DON LUIS ¡Ay, Pascual, que en qué te metes no sabes! PASCUAL En apreturas más graves me he visto, y no salí mal. DON LUIS Estriba en lo perentorio del plazo, y en ser quien es. PASCUAL Más que un buen aragonés, no ha de valer un Tenorio. Todos esos lenguaraces, espadachines de oficio, no son más que frontispicio y de poca alma capaces. Para infamar a mujeres tienen lengua, y tienen manos para osar a los ancianos o apalear a mercaderes. Mas cuando una buena espada por un buen brazo esgrimida con la muerte les convida, todo su valor es nada.
  • 68. Y sus empresas y bullas se reducen todas ellas a hablar mal de las doncellas y a huir ante las patrullas. DON LUIS ¡Pascual! PASCUAL No lo hablo por vos, que aunque sois un calavera, tenéis la alma bien entera y reñís bien, ¡voto a bríos! DON LUIS Pues si es en mí tan notorio el valor, mira, Pascual, que el valor es proverbial en la raza de Tenorio. Y porque conozco bien de su valor el extremo, de sus ardides me temo que en tierra con mi honra den. PASCUAL Pues suelto estáis ya, don Luis, y pues que tanto os acucia el mal de celos, su astucia con la astucia prevenís.
  • 69. ¿Qué teméis de él? DON LUIS No lo sé; mas esta noche sospecho que ha de procurar el hecho consumar. PASCUAL Soñáis. DON LUIS ¿Por qué? PASCUAL ¿No está preso? DON LUIS Sí que está; mas también lo estaba yo, y un hidalgo me fió PASCUAL Mas, ¿quién a él le fiará? DON LUIS En fin, sólo un medio encuentro de satisfacerme. PASCUAL ¿Cuál? DON LUIS Que de esta casa, Pascual,
  • 70. quede yo esta noche dentro. PASCUAL Mirad que así de doña Ana tenéis el honor vendido. DON LUIS ¡Qué mil rayos! ¿Su marido no voy a ser yo mañana? PASCUAL Mas, señor, ¿no os digo yo que os fío con la existencia? DON LUIS Sí; salir de una pendencia, mas de un ardid diestro, no. Y en fin, o paso en la casa la noche, o tomo la calle aunque la justicia me halle. PASCUAL Señor don Luis, eso pasa de terquedad, y es capricho que dejar os aconsejo, y os irá bien. DON LUIS No lo dejo, Pascual. PASCUAL
  • 71. ¡Don Luis! DON LUIS Está dicho. PASCUAL ¡Vive Dios! ¿Hay tal afán? DON LUIS Tú dirás lo que quisieres, mas yo fío en las mujeres mucho menos que en don Juan. Y pues lance es extremado por dos locos emprendido, bien será un loco atrevido para un loco desalmado. PASCUAL Mirad bien lo que decís, porque yo sirvo a doña Ana desde que nació, y mañana seréis su esposo, don Luis. DON LUIS Pascual, esa hora llegada y ese derecho adquirido, yo sabré ser su marido y la haré ser bien casada. Mas en tanto... PASCUAL
  • 72. No habléis más. Yo os conozco desde niños, y sé lo que son cariños, ¡por vida de Barrabás! Oíd: mi cuarto es sobrado para los dos; dentro de él quedad; mas palabra fiel dadme de estaros callado. DON LUIS Te la doy. PASCUAL Y hasta mañana, juntos con doble cautela nos quedaremos en vela. DON LUIS Y se salvará doña Ana. PASCUAL Sea. DON LUIS Pues vamos. PASCUAL Teneos. ¿Qué vais a hacer? DON LUIS A entrar.
  • 73. PASCUAL ¿Ya? DON LUIS ¿Quién sabe lo que él hará? PASCUAL Vuestros celosos deseos reprimid, que ser no puede mientras que no se recoja mi amo don Gil de Pantoja y todo en silencio quede. DON LUIS ¡Voto a...! PASCUAL ¡Eh! Dad una vez breves treguas al amor. DON LUIS ¿Y a qué hora ese buen señor suele acostarse? PASCUAL A las diez; y en esa calleja estrecha hay una reja; llamad a las diez, y descuidad mientras en mí. DON LUIS
  • 74. Es cosa hecha. PASCUAL Don Luis, hasta luego, pues. DON LUIS Adiós, Pascual, hasta luego. ESCENA III DON LUIS, solo. DON LUIS Jamás tal desasosiego tuve. Paréceme que es esta noche hora menguada para mí... y no sé qué vago presentimiento, qué estrago teme mi alma acongojada. Por Dios que nunca pensé que a doña Ana amara así, ni por ninguna sentí lo que por ella... ¡Oh! Y a fe que de don Juan me amedrenta, no el valor, mas la ventura. Parece que le asegura Satanás en cuanto intenta.
  • 75. No, no; es un hombre infernal, y téngome para mí que si me aparto de aquí me burla, pese a Pascual. Y, aunque me tenga por necio, quiero entrar; que con don Juan las precauciones no están para vistas con desprecio. (Llama a la ventana.) ESCENA IV DON LUIS y DOÑA ANA. DOÑA ANA ¿Quién va? DON LUIS ¿No es Pascual? DOÑA ANA ¡Don Luis! DON LUIS ¡Doña Ana! DOÑA ANA ¿Por la ventana llamas ahora?
  • 76. DON LUIS ¡Ay, doña Ana, cuán a buen tiempo salís! DOÑA ANA ¿Pues qué hay, Mejía? DON LUIS Un empeño por tu beldad con un hombre que temo. DOÑA ANA ¿Y qué hay que te asombre en él, cuando eres tú el dueño de mi corazón? DON LUIS Doña Ana, no lo puedes comprender de ese hombre sin conocer nombre y suerte. DOÑA ANA Será vana su buena suerte conmigo; ya ves, sólo horas nos faltan para la boda, y te asaltan vanos temores. DON LUIS
  • 77. Testigo me es Dios que nada por mí me da pavor mientras tenga espada, y ese hombre venga cara a cara contra ti. Mas como el león audaz, y cauteloso y prudente como la astuta serpiente... DOÑA ANA ¡Bah! Duerme, don Luis, en paz, que su audacia y su prudencia nada lograrán de mí, que tengo cifrada en ti la gloria de mi existencia. DON LUIS Pues bien, Ana, de ese amor que me aseguras en nombre, para no temer a ese hombre, voy a pedirte un favor. DOÑA ANA Di; mas bajo, por si escucha tal vez alguno. DON LUIS Oye, pues.
  • 78. ESCENA V DOÑA ANA y DON LUIS, a la reja derecha; DON JUAN y CIUTTI, en la calle izquierda. CIUTTI Señor, por mi vida que es vuestra suerte buena y mucha. DON JUAN Ciutti, nadie como yo; ya viste cuán fácilmente el buen Alcaide prudente se avino, y suelta me dio. Mas no hay ya en ello que hablar; ¿mis encargos has cumplido? CIUTTI Todos los he concluido mejor que pude esperar. DON JUAN ¿La beata...? CIUTTI Esta es la llave de la puerta del jardín, que habrá que escalar al fin; pues como usarced ya sabe,
  • 79. las tapias de este convento no tienen entrada alguna. DON JUAN ¿Y te dio carta? CIUTTI Ninguna; me dijo que aquí al momento iba a salir de camino; que al convento se volvía, y que con vos hablaría. DON JUAN Mejor es. CIUTTI Lo mismo opino. DON JUAN ¿Y los caballos? CIUTTI Con silla y freno los tengo ya. DON JUAN ¿Y la gente? CIUTTI Cerca está. DON JUAN Bien, Ciutti; mientras Sevilla
  • 80. tranquila en sueño reposa creyéndome encarcelado, otros dos nombres añado a mi lista numerosa. ¡Ja, ja! CIUTTI Señor. DON JUAN ¿Qué? CIUTTI Callad. DON JUAN ¿Qué hay, Ciutti? CIUTTI Al doblar la esquina en esa reja vecina he visto un hombre. DON JUAN Es verdad; pues ahora sí que es mejor el lance; ¿y si es ése...? CIUTTI ¿Quién? DON JUAN Don Luis.
  • 81. CIUTTI Imposible. DON JUAN ¡Toma! ¿No estoy yo aquí? CIUTTI Diferencia va de él a vos. DON JUAN Evidencia lo creo, Ciutti; allí asoma tras de la reja una dama. CIUTTI Una criada tal vez. DON JUAN Preciso es verlo, pardiez, no perdamos lance y fama. Mira, Ciutti; a fuer de ronda, tú con varios de los míos, por esa calle escurríos dando vuelta a la redonda a la casa. CIUTTI Y en tal caso cerrará ella.
  • 82. DON JUAN Pues con eso, ella ignorante y él preso, nos dejará franco el paso. CIUTTI Decís bien. DON JUAN Corre, y atájale, que en ello el vencer consiste. CIUTTI ¿Mas si el truhán se resiste? DON JUAN Entonces de un tajo rájale. ESCENA VI DON JUAN, DOÑA ANA y DON LUIS. DON LUIS ¿Me das, pues, tu asentimiento? DOÑA ANA Consiento. DON LUIS ¿Complácesme de ese modo? DOÑA ANA
  • 83. En todo. DON LUIS Pues te velaré hasta el día. DOÑA ANA Sí, Mejía. DON LUIS Páguete el cielo, Ana mía, satisfacción tan entera. DOÑA ANA Porque me juzgues sincera, consiento en todo, Mejía. DON LUIS Volveré, pues, otra vez. DOÑA ANA Sí, a las diez. DON LUIS ¿Me aguardarás, Ana? DOÑA ANA Sí. DON LUIS Aquí. DOÑA ANA Y tú estarás puntual, ¿eh? DON LUIS Estaré.
  • 84. DOÑA ANA La llave, pues, te daré. DON LUIS Y dentro yo de tu casa, venga Tenorio. DOÑA ANA Alguien pasa. A las diez. DON LUIS Aquí estaré. ESCENA VII DON JUAN y DON LUIS. DON LUIS Mas se acercan. ¿Quién va allá? DON JUAN Quien va. DON LUIS De quien va así, ¿qué se infiere? DON JUAN Que quiere... DON LUIS ¿Ver si la lengua le arranco?
  • 85. DON JUAN El paso franco. DON LUIS Guardado está. DON JUAN ¿Y yo soy manco? DON LUIS Pidiéraislo en cortesía. DON JUAN ¿Y a quién? DON LUIS A don Luis Mejía. DON JUAN Quien va, quiere el paso franco. DON LUIS ¿Conocéisme? DON JUAN Sí. DON LUIS ¿Y yo a vos? DON JUAN Los dos. DON LUIS ¿Y en qué estriba el estorballe? DON JUAN
  • 86. En la calle. DON LUIS ¿De ella los dos por ser amos? DON JUAN Estamos. DON LUIS Dos hay no más que podamos necesitarla a la vez. DON JUAN Lo sé. DON LUIS ¡Sois don Juan! DON JUAN ¡Pardiez! Los dos ya en la calle estamos. DON LUIS ¿No os prendieron? DON JUAN Como a vos. DON LUIS ¡Vive Dios! ¿Y huisteis? DON JUAN Os imité. ¿Y qué?
  • 87. DON LUIS Que perderéis. DON JUAN No sabemos. DON LUIS Lo veremos. DON JUAN La dama entrambos tenemos sitiada; y estáis cogido. DON LUIS Tiempo hay. DON JUAN Para vos perdido. DON LUIS ¡Vive Dios que lo veremos! (DON LUIS desenvaina su espada; mas CIUTTI, que ha bajado con los suyos cautelosamente hasta colocarse detrás de él, lo sujeta.) DON JUAN Señor don Luis, vedlo, pues. DON LUIS Traición es. DON JUAN La boca... (A los suyos que le tapan a DON LUIS.) DON LUIS
  • 88. ¡Oh! DON JUAN Sujeto atrás, más. (Le sujetan los brazos.) La empresa es, señor Mejía, como mía. (A los suyos.) Encerrádmele hasta el día. (A DON LUIS.) La apuesta está ya en mi mano. Adiós, don Luis; si os la gano, traición es, mas como mía. ESCENA VIII DON JUAN, solo. DON JUAN Buen lance, ¡viven los cielos! ¡Estos son los que dan fama! Mientras le soplo la dama, él se arrancará los pelos encerrado en mi bodega. ¿Y ella...? Cuando crea hallarse
  • 89. con él... ¡ja! ¡ja!... ¡Oh! y quejarse no puede; limpio se juega. A la cárcel le llevé, y salió; llevome a mí, y salí; hallarnos aquí era fuerza... ya se ve, su parte en la grave apuesta defendía cada cual. Mas con la suerte está mal Mejía, y también pierde ésta. Sin embargo, y por si acaso, no es demás asegurarse de Lucía, a desgraciarse no vaya por poco el paso. Mas por allí un bulto negro se aproxima... y, a mi ver, es el bulto una mujer. ¿Otra aventura? Me alegro. ESCENA IX DON JUAN y BRÍGIDA. BRÍGIDA ¿Caballero?
  • 90. DON JUAN ¿Quién va allá? BRÍGIDA ¿Sois don Juan? DON JUAN ¡Por vida de...! ¡Si es la beata! Y a fe que la había olvidado ya. Llegaos; don Juan soy yo. BRÍGIDA ¿Estáis solo? DON JUAN Con el diablo. BRÍGIDA ¡Jesucristo! DON JUAN Por vos lo hablo. BRÍGIDA ¿Soy yo el diablo? DON JUAN Creoló. BRÍGIDA ¡Vaya! ¡Qué cosas tenéis! Vos sí que sois un diablillo... DON JUAN
  • 91. Que te llenará el bolsillo si le sirves. BRÍGIDA Lo veréis. DON JUAN Descarga, pues, ese pecho. ¿Qué hiciste? BRÍGIDA Cuanto me ha dicho vuestro paje... ¡Y qué mal bicho es ese Ciutti! DON JUAN ¿Qué ha hecho? BRÍGIDA ¡Gran bribón! DON JUAN ¿No os ha entregado un bolsillo y un papel? BRÍGIDA Leyendo estará ahora en él doña Inés. DON JUAN ¿La has preparado? BRÍGIDA ¡Vaya! Y os la he convencido
  • 92. con tal maña y de manera, que irá como una cordera tras vos. DON JUAN ¿Tan fácil te ha sido? BRÍGIDA ¡Bah! Pobre garza enjaulada, dentro la jaula nacida, ¿qué sabe ella si hay más vida ni más aire en que volar? Si no vio nunca sus plumas del sol a los resplandores, ¿qué sabe de los colores de que se puede ufanar? No cuenta la pobrecilla diez y siete primaveras, y aún virgen a las primeras impresiones del amor, nunca concibió la dicha fuera de su pobre estancia, tratada desde la infancia con cauteloso rigor. Y tantos años monótonos de soledad y convento tenían su pensamiento
  • 93. ceñido a punto tan ruin, a tan reducido espacio y a círculo tan mezquino, que era el claustro su destino y el altar era su fin. «Aquí está Dios», la dijeron; y ella dijo: «Aquí le adoro». «Aquí está el claustro y el coro». Y pensó: «No hay más allá». Y sin otras ilusiones que sus sueños infantiles, pasó diez y siete abriles sin conocerlo quizá. DON JUAN ¿Y está hermosa? BRÍGIDA ¡Oh! como un ángel. DON JUAN Y la has dicho... BRÍGIDA Figuraos si habré metido mal caos en su cabeza, don Juan. La hablé del amor, del mundo, de la corte y los placeres,
  • 94. de cuánto con las mujeres erais pródigo y galán. La dije que erais el hombre por su padre destinado para suyo; os he pintado muerto por ella de amor, desesperado por ella, y por ella perseguido, y por ella decidido a perder vida y honor. En fin, mis dulces palabras al posarse en sus oídos, sus deseos mal dormidos arrastraron de sí en pos; y allá dentro de su pecho han inflamado una llama de fuerza tal, que ya os ama y no piensa más que en vos. DON JUAN Tan incentiva pintura los sentidos me enajena, y el alma ardiente me llena de su insensata pasión. Empezó por una apuesta, siguió por un devaneo,
  • 95. engendró luego un deseo, y hoy me quema el corazón. Poco es el centro de un claustro; ¡al mismo infierno bajara, y a estocadas la arrancara de los brazos de Satán! ¡Oh, hermosa flor cuyo cáliz al rocío aún no se ha abierto! A trasplantarte va al huerto de sus amores don Juan. ¡Brígida! BRÍGIDA Os estoy oyendo, y me hacéis perder el tino; yo os creía un libertino sin alma y sin corazón. DON JUAN ¿Eso extrañas? ¿No está claro que en un objeto tan noble hay que interesarse doble que en otros? BRÍGIDA Tenéis razón. DON JUAN Conque ¿a qué hora se recogen
  • 96. las madres? BRÍGIDA Ya recogidas estarán. ¿Vos prevenidas todas las cosas tenéis? DON JUAN Todas. BRÍGIDA Pues luego que doblen a las ánimas, con tiento saltando al huerto, al convento fácilmente entrar podéis con la llave que os he enviado; de un claustro obscuro y estrecho es, seguid bien derecho, y daréis con poco afán en nuestra celda. DON JUAN Y si acierto a robar tan gran tesoro, te he de hacer pesar en oro. BRÍGIDA Por mí no queda, don Juan. DON JUAN Ve y aguárdame.
  • 97. BRÍGIDA Voy, pues, a entrar por la portería, y a cegar a sor María la tornera. Hasta después. (Vase BRÍGIDA, y un poco antes de concluir esta escena, sale CIUTTI, que se para en el fondo esperando.) ESCENA X DON JUAN y CIUTTI. DON JUAN ¡Pues señor, soberbio envite! Muchas hice hasta esta hora, mas, por Dios, que la de ahora será tal que me acredite. Mas ya veo que me espera Ciutti. ¡Lebrel! (Llamándole.) CIUTTI Aquí estoy. DON JUAN ¿Y don Luis? CIUTTI Libre por hoy
  • 98. estáis de él. DON JUAN Ahora quisiera ver a Lucía. CIUTTI Llegar podéis aquí. (A la reja derecha.) Yo la llamo, y al salir a mi reclamo la podéis vos abordar. DON JUAN Llama, pues. CIUTTI La seña mía sabe bien para que dude en acudir. DON JUAN Pues si acude, lo demás es cuenta mía. (CIUTTI llama a la reja con una seña que parezca convenida. LUCÍA se asoma a ella, y al ver a DON JUAN se detiene un momento.) ESCENA XI
  • 99. DON JUAN, LUCÍA y CIUTTI. LUCÍA ¿Qué queréis, buen caballero? DON JUAN Quiero. LUCÍA ¿Qué queréis? Vamos a ver. DON JUAN Ver. LUCÍA ¿Ver? ¿Qué veréis a esta hora? DON JUAN A tu señora. LUCÍA Idos, hidalgo, en mal hora: ¿quién pensáis que vive aquí? DON JUAN Doña Ana Pantoja, y quiero ver a tu señora. LUCÍA ¿Sabéis que casa doña Ana? DON JUAN Sí, mañana. LUCÍA ¿Y ha de ser tan infiel ya?
  • 100. DON JUAN Sí será. LUCÍA ¿Pues no es de don Luis Mejía? DON JUAN ¡Ca! otro día. Hoy no es mañana, Lucía; yo he de estar hoy con doña Ana, y si se casa mañana, mañana será otro día. LUCÍA ¡Ah! ¿En recibiros está? DON JUAN Podrá. LUCÍA ¿Qué haré si os he de servir? DON JUAN Abrir. LUCÍA ¡Bah! ¿Y quién abre este castillo? DON JUAN Ese bolsillo. LUCÍA ¡Oro! DON JUAN
  • 101. Pronto te dio el brillo. LUCÍA ¿Cuánto? DON JUAN De cien doblas pasa. LUCÍA ¡Jesús! DON JUAN Cuenta, y di: ¿esta casa podrá abrir ese bolsillo? LUCÍA ¡Oh! Si es quien me dora el pico... DON JUAN Muy rico. (Interrumpiéndola.) LUCÍA ¿Sí? ¿Qué nombre usa el galán? DON JUAN Don Juan. LUCÍA ¿Sin apellido notorio? DON JUAN Tenorio. LUCÍA ¡Ánimas del purgatorio!
  • 102. ¿Vos don Juan? DON JUAN ¿Qué te amedrenta, si a tus ojos se presenta muy rico don Juan Tenorio? LUCÍA Rechina la cerradura. DON JUAN Se asegura. LUCÍA ¿Y a mí quién? ¡Por Belcebú! DON JUAN Tú. LUCÍA ¿Y qué me abrirá el camino? DON JUAN Buen tino. LUCÍA ¡Bah! Id en brazos del destino... DON JUAN Dobla el oro. LUCÍA Me acomodo. DON JUAN Pues mira cómo de todo
  • 103. se asegura tu buen tino. LUCÍA ¡Dadme algún tiempo, pardiez! DON JUAN A las diez. LUCÍA ¿Dónde os busco, o vos a mí? DON JUAN Aquí. LUCÍA ¿Conque estaréis puntual, eh? DON JUAN Estaré. LUCÍA Pues yo una llave os traeré. DON JUAN Y yo otra igual cantidad. LUCÍA No me faltéis. DON JUAN No en verdad; a las diez aquí estaré. Adiós, pues, y en mí te fía. LUCÍA Y en mí el garboso galán.
  • 104. DON JUAN Adiós, pues, franca Lucía. LUCÍA Adiós, pues, rico don Juan. (LUCÍA cierra la ventana. CIUTTI se acerca a DON JUAN a una seña de éste.) ESCENA XII DON JUAN y CIUTTI. DON JUAN (Riéndose.) Con oro nada hay que falle; Ciutti, ya sabes mi intento: a las nueve, en el convento; a las diez, en esta calle. ACTO III PROFANACIÓN DON JUAN, DOÑA INÉS, DON GONZALO, BRÍGIDA, la ABADESA, la TORNERA. Celda de DOÑA INÉS. Puerta en el fondo y a la izquierda. ESCENA I
  • 105. DOÑA INÉS y la ABADESA. ABADESA ¿Conque me habéis entendido? DOÑA INÉS Sí, señora. ABADESA Está muy bien; la voluntad decisiva de vuestro padre, tal es. Sois joven, cándida y buena; vivido en el claustro habéis casi desde que nacisteis; y para quedar en él atada con santos votos para siempre, ni aún tenéis, como otras, pruebas difíciles ni penitencias que hacer. Dichosa mil veces vos; dichosa, sí, doña Inés, que no conociendo el mundo, no le debéis de temer. Dichosa vos, que del claustro al pisar en el dintel, no os volveréis a mirar
  • 106. lo que tras vos dejaréis; y los mundanos recuerdos del bullicio y del placer, no os turbarán, tentadores, del ara santa a los pies; pues ignorando lo que hay tras esa santa pared, lo que tras ella se queda, jamás apeteceréis. Mansa paloma, enseñada en las palmas a comer del dueño que la ha criado en doméstico vergel, no habiendo salido nunca de la protectora red, no ansiaréis nunca las alas por el espacio tender. Lirio gentil, cuyo tallo mecieron sólo tal vez las embalsamadas brisas del más florecido mes, aquí a los besos del aura vuestro cáliz abriréis, y aquí vendrán vuestras hojas tranquilamente a caer.
  • 107. Y en el pedazo de tierra que abarca nuestra estrechez y en el pedazo de cielo que por las rejas se ve, vos no veréis más que un lecho do en dulce sueño yacer, y un velo azul suspendido a las puertas del Edén... ¡Ay! En verdad que os envidio, venturosa doña Inés, con vuestra inocente vida, la virtud del no saber. Mas, ¿por qué estáis cabizbaja? ¿Por qué no me respondéis como otras veces, alegre, cuando en lo mismo os hablé? ¿Suspiráis...? ¡Oh!, ya comprendo; de vuelta aquí hasta no ver a vuestra aya, estáis inquieta, pero nada receléis. A casa de vuestro padre fue casi al anochecer, y abajo en la portería estará; yo os la enviaré, que estoy de vela esta noche.
  • 108. Conque, vamos, doña Inés, recogeos, que ya es hora; Mal ejemplo no me deis a las novicias, que ha tiempo que duermen ya; hasta después. DOÑA INÉS Id con Dios, madre abadesa. ABADESA Adiós, hija. ESCENA II DOÑA INÉS, sola. DOÑA INÉS [Ya se fue.] No sé qué tengo, ¡ay de mí!, que en tumultuoso tropel mil encontradas ideas me combaten a la vez. Otras noches complacida sus palabras escuché, y de esos cuadros tranquilos que sabe pintar tan bien, de esos placeres domésticos
  • 109. la dichosa sencillez y la calma venturosa, me hicieron apetecer la soledad de los claustros y su santa rigidez. Mas hoy la oí distraída, y en sus pláticas hallé, si no enojosos discursos, a lo menos aridez. Y no sé por qué al decirme que podría acontecer que se acelerase el día de mi profesión, temblé, y sentí del corazón acelerarse el vaivén, y teñírseme el semblante de amarilla palidez. ¡Ay de mí...! Pero mi dueña, ¿dónde estará...? Esa mujer, con sus pláticas, al cabo, me entretiene alguna vez. Y hoy la echo menos... Acaso porque la voy a perder, que en profesando, es preciso renunciar a cuanto amé.
  • 110. Mas pasos siento en el claustro; ¡oh! reconozco muy bien sus pisadas... Ya está aquí. ESCENA III DOÑA INÉS y BRÍGIDA. BRÍGIDA Buenas noches, doña Inés. DOÑA INÉS ¿Cómo habéis tardado tanto? BRÍGIDA Voy a cerrar esta puerta. DOÑA INÉS Hay orden de que esté abierta. BRÍGIDA Eso es muy bueno y muy santo para las otras novicias que han de consagrarse a Dios: no, doña Inés, para vos. DOÑA INÉS Brígida, no ves que vicias las reglas del monasterio, que no permiten...
  • 111. BRÍGIDA ¡Bah! ¡bah! Más seguro así se está, y así se habla sin misterio ni estorbos: ¿habéis mirado el libro que os he traído? DOÑA INÉS ¡Ay!, se me había olvidado. BRÍGIDA ¡Pues me hace gracia el olvido! DOÑA INÉS ¡Como la madre abadesa se entró aquí inmediatamente! BRÍGIDA ¡Vieja más impertinente! DOÑA INÉS ¿Pues tanto el libro interesa? BRÍGIDA Vaya si interesa, mucho. ¡Pues quedó con poco afán el infeliz! DOÑA INÉS ¿Quién? BRÍGIDA Don Juan.
  • 112. DOÑA INÉS ¡Válgame el cielo! ¡Qué escucho! ¿Es don Juan quien me le envía? BRÍGIDA Por supuesto. DOÑA INÉS ¡Oh! Yo no debo tomarle. BRÍGIDA ¡Pobre mancebo! Desairarle así, sería matarle. DOÑA INÉS ¿Qué estás diciendo? BRÍGIDA Si ese Horario no tomáis, tal pesadumbre le dais, que va a enfermar, lo estoy viendo. DOÑA INÉS ¡Ah! No, no; de esa manera le tomaré. BRÍGIDA Bien haréis. DOÑA INÉS ¡Y qué bonito es!
  • 113. BRÍGIDA Ya veis: quien quiere agradar, se esmera. DOÑA INÉS Con sus manecillas de oro. ¡Y cuidado, que está prieto! A ver, a ver si completo contiene el rezo del coro. (Le abre y cae una carta de entre sus hojas.) Mas ¿qué cayó? BRÍGIDA Un papelito. DOÑA INÉS ¡Una carta! BRÍGIDA Claro está; en esa carta os vendrá ofreciendo el regalito. DOÑA INÉS ¡Qué! ¿Será suyo el papel? BRÍGIDA ¡Vaya, que sois inocente! Pues que os feria, es consiguiente que la carta será de él. DOÑA INÉS
  • 114. ¡Ay, Jesús! BRÍGIDA ¿Qué es lo que os da? DOÑA INÉS Nada, Brígida, no es nada. BRÍGIDA No, no; si estáis inmutada. (Aparte.) Ya presa en la red está. ¿Se os pasa? DOÑA INÉS Sí. BRÍGIDA Eso habrá sido cualquier mareíllo vano. DOÑA INÉS ¡Ay! Se me abrasa la mano con que el papel he cogido. BRÍGIDA Doña Inés, válgame Dios, jamás os he visto así; estáis trémula. DOÑA INÉS ¡Ay de mí! BRÍGIDA
  • 115. ¿Qué es lo que pasa por vos? DOÑA INÉS No sé... El campo de mi mente siento que cruzan perdidas mil sombras desconocidas, que me inquietan vagamente; y ha tiempo al alma me dan con su agitación tortura. BRÍGIDA ¿Tiene alguna, por ventura, el semblante de don Juan? DOÑA INÉS No sé; desde que le vi, Brígida mía, y su nombre me dijiste, tengo a ese hombre siempre delante de mí. Por doquiera me distraigo con su agradable recuerdo, y si un instante le pierdo, en su recuerdo recaigo. No sé qué fascinación en mis sentidos ejerce, que siempre hacia él se me tuerce la mente y el corazón; y aquí, y en el oratorio,
  • 116. y en todas partes advierto que el pensamiento divierto con la imagen de Tenorio. BRÍGIDA ¡Válgame Dios! Doña Inés, según lo vais explicando, tentaciones me van dando de creer que eso amor es. DOÑA INÉS ¿Amor has dicho? BRÍGIDA Sí, amor. DOÑA INÉS No, de ninguna manera. BRÍGIDA Pues por amor lo entendiera el menos entendedor; mas vamos la carta a ver: ¿En qué os paráis? ¿Un suspiro? DOÑA INÉS ¡Ay! Que cuanto más la miro menos me atrevo a leer. (Lee.) «Doña Inés del alma mía». Virgen santa, ¡qué principio!
  • 117. BRÍGIDA Vendrá en verso, y será un ripio que traerá la poesía. Vamos, seguid adelante. DOÑA INÉS (Lee.) «Luz de donde el sol la toma, hermosísima paloma privada de libertad, si os dignáis por estas letras pasar vuestros lindos ojos, no los tornéis con enojos sin concluir, acabad». BRÍGIDA ¡Qué humildad y qué finura! ¿Dónde hay mayor rendimiento? DOÑA INÉS Brígida, no sé qué siento. BRÍGIDA Seguid, seguid la lectura. DOÑA INÉS (Lee.) «Nuestros padres de consuno nuestras bodas acordaron, porque los cielos juntaron
  • 118. los destinos de los dos. Y halagado desde entonces con tan risueña esperanza, mi alma, doña Inés, no alcanza otro porvenir que vos. De amor con ella en mi pecho brotó una chispa ligera, que han convertido en hoguera tiempo y afición tenaz. Y esta llama, que en mí mismo se alimenta, inextinguible, cada día más terrible va creciendo y más voraz». BRÍGIDA Es claro; esperar le hicieron en vuestro amor algún día, y hondas raíces tenía cuando a arrancársele fueron. Seguid. DOÑA INÉS (Lee.) «En vano a apagarla concurren tiempo y ausencia, que doblando su violencia, no hoguera ya, volcán es;
  • 119. y yo, que en medio del cráter desamparado batallo, suspendido en él me hallo entre mi tumba y mi Inés». BRÍGIDA ¿Lo veis, Inés? Si ese Horario le despreciáis, al instante le preparan el sudario. DOÑA INÉS Yo desfallezco. BRÍGIDA Adelante. DOÑA INÉS (Lee.) «Inés, alma de mi alma, perpetuo imán de mi vida, perla sin concha escondida entre las algas del mar; garza que nunca del nido tender osastes el vuelo al diáfano azul del cielo para aprender a cruzar, si es que a través de esos muros el mundo apenada miras, y por el mundo suspiras,
  • 120. de libertad con afán, acuérdate que al pie mismo de esos muros que te guardan, para salvarte te aguardan los brazos de tu don Juan». (Representa.) ¿Qué es lo que me pasa, ¡cielo!, que me estoy viendo morir? BRÍGIDA (Aparte.) Ya tragó todo el anzuelo. Vamos, que está al concluir. DOÑA INÉS (Lee.) «Acuérdate de quien llora al pie de tu celosía, y allí le sorprende el día y le halla la noche allí; acuérdate de quien vive sólo por ti, ¡vida mía!, y que a tus pies volaría si le llamaras a ti». BRÍGIDA ¿Lo veis? Vendría. DOÑA INÉS
  • 121. ¡Vendría! BRÍGIDA A postrarse a vuestros pies. DOÑA INÉS ¿Puede? BRÍGIDA ¡Oh, sí! DOÑA INÉS ¡Virgen María! BRÍGIDA Pero acabad, doña Inés. DOÑA INÉS (Lee.) «Adiós, oh luz de mis ojos; adiós, Inés de mi alma; medita, por Dios, en calma las palabras que aquí van; y si odias esa clausura que ser tu sepulcro debe, manda, que a todo se atreve por tu hermosura don Juan». (Representa DOÑA INÉS.) ¡Ay! ¿Qué filtro envenenado me dan en este papel, que el corazón desgarrado
  • 122. me estoy sintiendo con él? ¿Qué sentimientos dormidos son los que revela en mí; qué impulsos jamás sentidos, qué luz, que hasta hoy nunca vi? ¿Qué es lo que engendra en mi alma tan nuevo y profundo afán? ¿Quién roba la dulce calma de mi corazón? BRÍGIDA Don Juan. DOÑA INÉS ¡Don Juan dices...! ¿Conque ese hombre me ha de seguir por doquier? ¿Sólo he de escuchar su nombre, sólo su sombra he de ver? ¡Ah! Bien dice: juntó el cielo los destinos de los dos, y en mi alma engendró este anhelo fatal. BRÍGIDA ¡Silencio, por Dios! (Se oyen dar las ánimas.) DOÑA INÉS ¿Qué?
  • 123. BRÍGIDA Silencio. DOÑA INÉS Me estremezco. BRÍGIDA ¿Oís, doña Inés, tocar? DOÑA INÉS Sí; lo mismo que otras veces, las ánimas oigo dar. BRÍGIDA Pues no habléis de él. DOÑA INÉS ¡Cielo santo! ¿De quién? BRÍGIDA ¿De quién ha de ser? De ese don Juan que amáis tanto, porque puede aparecer. DOÑA INÉS ¡Me amedrentas! ¿Puede ese hombre llegar hasta aquí? BRÍGIDA Quizá, porque el eco de su nombre tal vez llega adonde está.
  • 124. DOÑA INÉS ¡Cielos! ¿Y podrá...? BRÍGIDA ¡Quién sabe! DOÑA INÉS ¿Es un espíritu, pues? BRÍGIDA No; mas si tiene una llave... DOÑA INÉS ¡Dios! BRÍGIDA Silencio, doña Inés; ¿no oís pasos? DOÑA INÉS ¡Ay! Ahora nada oigo. BRÍGIDA Las nueve dan, suben... se acercan... señora... Ya está aquí. DOÑA INÉS ¿Quién? BRÍGIDA Él. DOÑA INÉS
  • 125. ¡Don Juan! ESCENA IV DOÑA INÉS, DON JUAN y BRÍGIDA. DOÑA INÉS ¿Qué es esto? ¿Sueño... deliro? DON JUAN ¡Inés de mi corazón! DOÑA INÉS ¿Es realidad lo que miro, o es una fascinación...? Tenedme, apenas respiro... Sombra... ¡huye por compasión! ¡Ay de mí...! (Desmáyase DOÑA INÉS, y DON JUAN la sostiene. La carta de DON JUAN queda en el suelo abandonada por DOÑA INÉS al desmayarse.) BRÍGIDA La ha fascinado vuestra repentina entrada, y el pavor la ha trastornado. DON JUAN Mejor, así nos ha ahorrado la mitad de la jornada. ¡Ea! No desperdiciemos
  • 126. el tiempo aquí en contemplarla, si perdernos no queremos. En los brazos a tomarla voy, y cuanto antes, ganemos ese claustro solitario. BRÍGIDA ¡Oh! ¿Vais a sacarla así? DON JUAN ¿Necia, piensas que rompí la clausura temerario, para dejármela aquí? Mi gente abajo me espera; sígueme. BRÍGIDA ¡Sin alma estoy! ¡Ay! Este hombre es una fiera; nada le ataja ni altera... Sí, sí; a su sombra me voy. ESCENA V La ABADESA, sola. ABADESA Jurara que había oído
  • 127. por estos claustros andar; hoy a doña Inés velar algo más la he permitido, y me temo... mas no están aquí. ¿Qué pudo ocurrir a las dos para salir de la celda? ¿Dónde irán? ¡Hola! Yo las ataré corto para que no vuelvan a enredar y me revuelvan a las novicias... sí a fe. Mas siento por allá fuera pasos. ¿Quién es? ESCENA VI La ABADESA y la TORNERA. TORNERA Yo, señora. ABADESA ¡Vos en el claustro a esta hora! ¿Qué es esto, hermana Tornera? TORNERA Madre Abadesa, os buscaba.
  • 129. Un noble anciano quiere hablaros. ABADESA Es en vano. TORNERA Dice que es de Calatrava caballero; que sus fueros le autorizan a este paso, y que la urgencia del caso le obliga al instante a veros. ABADESA ¿Dijo su nombre? TORNERA El señor don Gonzalo Ulloa. ABADESA ¿Qué puede querer...? Ábrale, hermana, es Comendador de la Orden, y derecho tiene en el claustro de entrada. ESCENA VII
  • 130. La ABADESA y DON GONZALO, después. ABADESA ¿A una hora tan avanzada venir así...? No sospecho qué pueda ser... mas me place, pues no hallando a su hija aquí, la reprenderá, y así mirará otra vez lo que hace. ESCENA VIII La ABADESA, DON GONZALO y la TORNERA, a la puerta. DON GONZALO Perdonad, madre Abadesa, que en hora tal os moleste; mas para mí, asunto es éste que honra y vida me interesa. ABADESA ¡Jesús! DON GONZALO Oíd. ABADESA Hablad, pues. DON GONZALO
  • 131. Yo guardé hasta hoy un tesoro de más quilates que el oro, y ese tesoro es mi Inés. ABADESA A propósito... DON GONZALO Escuchad. Se me acaba de decir que han visto a su dueña ir ha poco por la ciudad hablando con el criado de un don Juan, de tal renombre, que no hay en la tierra otro hombre tan audaz y tan malvado. En tiempo atrás se pensó con él a mi hija casar, y hoy, que se la fui a negar, robármela me juró. Que por el torpe doncel ganada la dueña está, no puedo dudarlo ya; debo, pues, guardarme de él; y un día, una hora quizás de imprevisión le bastara para que mi honor manchara
  • 132. ese hijo de Satanás. He aquí mi inquietud cuál es; por la dueña, en conclusión, vengo; vos la profesión abreviad de doña Inés. ABADESA Sois padre, y es vuestro afán muy justo, Comendador; mas ved que ofende a mi honor. DON GONZALO No sabéis quién es don Juan. ABADESA Aunque le pintáis tan malo, yo os puedo decir de mí, que mientra Inés esté aquí, segura está, don Gonzalo. DON GONZALO Lo creo; mas las razones abreviemos: entregadme esa dueña, y perdonadme mis mundanas opiniones. Si vos de vuestra virtud me respondéis, yo me fundo en que conozco del mundo la insensata juventud.
  • 133. ABADESA Se hará como lo exigís. Hermana Tornera, id pues a buscar a doña Inés y a su dueña. (Vase la TORNERA.) DON GONZALO ¿Qué decís, señora? O traición me ha hecho mi memoria, o yo sé bien que esta es hora de que estén ambas a dos en su lecho. ABADESA Ha un punto sentí a las dos salir de aquí, no sé a qué. DON GONZALO ¡Ay! Por qué tiemblo no sé. Mas, ¡qué veo, Santo Dios! Un papel... me lo decía a voces mi mismo afán. (Leyendo.) «Doña Inés del alma mía...» Y la firma de don Juan. Ved... ved... esa prueba escrita. Leed ahí... ¡Oh! Mientras que vos
  • 134. por ella rogáis a Dios, viene el diablo y os la quita. ESCENA IX La ABADESA, DON GONZALO y la TORNERA. TORNERA Señora... ABADESA ¿Qué? TORNERA Vengo muerta. DON GONZALO Concluid. TORNERA No acierto a hablar... He visto a un hombre saltar por las tapias de la huerta. DON GONZALO ¿Veis? Corramos; ¡ay de mí! ABADESA ¿Dónde vais, Comendador? DON GONZALO ¡Imbécil! Tras de mi honor,
  • 135. que os roban a vos de aquí. ACTO IV EL DIABLO A LAS PUERTAS DEL CIELO DON JUAN, DOÑA INÉS, DON GONZALO, DON LUIS, CIUTTI, BRÍGIDA, ALGUACIL 1.º y ALGUACIL 1.º Quinta de DON JUAN Tenorio, cerca de Sevilla y sobre el Guadalquivir. Balcón en el fondo. Dos puertas a cada lado. ESCENA I BRÍGIDA y CIUTTI. BRÍGIDA ¡Qué noche, válgame Dios! A poderlo calcular, no me meto yo a servir a tan fogoso galán. ¡Ay, Ciutti! Molida estoy; no me puedo menear. CIUTTI Pues, ¿qué os duele? BRÍGIDA Todo el cuerpo,
  • 136. y toda el alma además. CIUTTI ¡Ya! No estáis acostumbrada al caballo, es natural. BRÍGIDA Mil veces pensé caer; ¡Uf! ¡Qué mareo! ¡Qué afán! Veía yo unos tras otros ante mis ojos pasar los árboles como en alas llevados de un huracán, tan apriesa y produciéndome ilusión tan infernal, que perdiera los sentidos si tardamos en parar. CIUTTI Pues de estas cosas veréis, si en esta casa os quedáis, lo menos seis por semana. BRÍGIDA ¡Jesús! CIUTTI Y esa niña, ¿está reposando todavía? BRÍGIDA
  • 137. ¿Y a qué se ha de despertar? CIUTTI Sí; es mejor que abra los ojos en los brazos de don Juan. BRÍGIDA Preciso es que tu amo tenga algún diablo familiar. CIUTTI Yo creo que sea él mismo un diablo en carne mortal, porque a lo que él, solamente se arrojara Satanás. BRÍGIDA ¡Oh! ¡El lance ha sido extremado! CIUTTI Pero al fin logrado está. BRÍGIDA ¡Salir así de un convento en medio de una ciudad como Sevilla! CIUTTI Es empresa tan sólo para hombre tal; mas, ¡qué diablos!, si a su lado la fortuna siempre va,
  • 138. y encadenado a sus pies duerme sumiso el azar. BRÍGIDA Sí; decís bien. CIUTTI No he visto hombre de corazón más audaz; no halla riesgo que le espante, ni encuentra dificultad que al empeñarse en vencer, le haga un punto vacilar. A todo osado se arroja, de todo se ve capaz; ni mira dónde se mete, ni lo pregunta jamás. «Allí hay un lance», le dicen; y él dice: «Allá va don Juan». Mas ya tarda, ¡vive Dios! BRÍGIDA Las doce en la catedral han dado ha tiempo. CIUTTI Y de vuelta debía a las doce estar. BRÍGIDA
  • 139. Pero, ¿por qué no se vino con nosotros? CIUTTI Tiene allá en la ciudad todavía cuatro cosas que arreglar. BRÍGIDA ¿Para el viaje? CIUTTI Por supuesto; aunque muy fácil será que esta noche a los infiernos le hagan a él mismo viajar. BRÍGIDA ¡Jesús, qué ideas! CIUTTI ¡Pues digo! ¿Son obras de caridad en las que nos empleamos, para mejor esperar? Aunque seguros estamos como vuelva por acá. BRÍGIDA ¿De veras, Ciutti? CIUTTI
  • 140. Venid a este balcón, y mirad. ¿Qué veis? BRÍGIDA Veo un bergantín que anclado en el río está. CIUTTI Pues su patrón sólo aguarda las órdenes de don Juan, y salvos en todo caso a Italia nos llevará. BRÍGIDA ¿Cierto? CIUTTI Y nada receléis por nuestra seguridad, que es el barco más velero que boga sobre la mar. BRÍGIDA ¡Chist! Ya siento a doña Inés. CIUTTI Pues yo me voy, que don Juan encargó que sola vos debíais con ella hablar. BRÍGIDA
  • 141. Y encargó bien, que yo entiendo de esto. CIUTTI Adiós, pues. BRÍGIDA Vete en paz. ESCENA II DOÑA INÉS y BRÍGIDA. DOÑA INÉS ¡Dios mío, cuánto he soñado! ¡Loca estoy! ¿Qué hora será? Pero ¿qué es esto? ¡Ay de mí! No recuerdo que jamás haya visto este aposento. ¿Quién me trajo aquí? BRÍGIDA Don Juan. DOÑA INÉS Siempre don Juan... ¿Aquí tú también estás, Brígida? BRÍGIDA
  • 142. Sí, doña Inés. DOÑA INÉS Pero dime en caridad, ¿dónde estamos? Este cuarto ¿es del convento? BRÍGIDA No tal; aquello era un cuchitril en donde no había más que miseria. DOÑA INÉS Pero, en fin, ¿en dónde estamos? BRÍGIDA Mirad, mirad por este balcón, y alcanzaréis lo que va desde un convento de monjas a una quinta de don Juan. DOÑA INÉS ¿Es de don Juan esta quinta? BRÍGIDA Y creo que vuestra ya. DOÑA INÉS Pero no comprendo, Brígida,
  • 143. lo que dices. BRÍGIDA Escuchad. Estabais en el convento leyendo con mucho afán una carta de don Juan, cuando estalló en un momento un incendio formidable. DOÑA INÉS ¡Jesús! BRÍGIDA Espantoso, inmenso; el humo era ya tan denso, que el aire se hizo palpable. DOÑA INÉS Pues no recuerdo... BRÍGIDA Las dos, con la carta entretenidas, olvidamos nuestras vidas, yo oyendo, y leyendo vos. Y estaba en verdad tan tierna, que entrambas a su lectura, achacamos la tortura que sentíamos interna.
  • 144. Apenas ya respirar podíamos, y las llamas prendían en nuestras camas; nos íbamos a asfixiar, cuando don Juan, que os adora, y que rondaba el convento, al ver crecer con el viento la llama devastadora, con inaudito valor, viendo que ibais a abrasaros, se metió para salvaros por donde pudo mejor. Vos, al verle así asaltar la celda tan de improviso, os desmayasteis... preciso; la cosa era de esperar. Y él, cuando os vio caer así, en sus brazos os tomó y echó a huir, yo le seguí, y del fuego nos sacó. ¿Dónde íbamos a esta hora? Vos seguíais desmayada; yo estaba ya casi ahogada. Dijo, pues: «Hasta la aurora en mi casa las tendré».
  • 145. Y henos, doña Inés, aquí. DOÑA INÉS ¿Conque ésta es su casa? BRÍGIDA Sí. DOÑA INÉS Pues nada recuerdo a fe. Pero... ¡en su casa...! ¡Oh! Al punto salgamos de ella... yo tengo la de mi padre. BRÍGIDA Convengo con vos; pero es el asunto... DOÑA INÉS ¿Qué? BRÍGIDA Que no podemos ir. DOÑA INÉS Oír tal me maravilla. BRÍGIDA Nos aparta de Sevilla... DOÑA INÉS ¿Quién? BRÍGIDA Vedlo, el Guadalquivir.
  • 146. DOÑA INÉS ¿No estamos en la ciudad? BRÍGIDA A una legua nos hallamos de sus murallas. DOÑA INÉS ¡Oh! ¡Estamos perdidas! BRÍGIDA ¡No sé en verdad por qué! DOÑA INÉS Me estás confundiendo, Brígida... y no sé qué redes son las que entre estas paredes temo que me estás tendiendo. Nunca el claustro abandoné, ni sé del mundo exterior los usos, mas tengo honor; noble soy, Brígida, y sé que la casa de don Juan no es buen sitio para mí; me lo está diciendo aquí no sé qué escondido afán. Ven, huyamos.
  • 147. BRÍGIDA Doña Inés, la existencia os ha salvado. DOÑA INÉS Sí, pero me ha envenenado el corazón. BRÍGIDA ¿Le amáis, pues? DOÑA INÉS No sé... mas, por compasión, huyamos pronto de ese hombre, tras de cuyo solo nombre se me escapa el corazón. ¡Ah! Tú me diste un papel de manos de ese hombre escrito, y algún encanto maldito me diste encerrado en él. Una sola vez le vi por entre unas celosías, y que estaba, me decías, en aquel sitio por mí. Tú, Brígida, a todas horas me venías de él a hablar, haciéndome recordar sus gracias fascinadoras.
  • 148. Tú me dijiste que estaba para mío destinado por mi padre, y me has jurado en su nombre que me amaba. ¿Que le amo dices...? Pues bien; si esto es amar, sí, le amo; pero yo sé que me infamo con esa pasión también. Y si el débil corazón se me va tras de don Juan, tirándome de él están mi honor y mi obligación. Vamos, pues, vamos de aquí primero que ese hombre venga; pues fuerza acaso no tenga si le veo junto a mí. Vamos, Brígida. BRÍGIDA Esperad. ¿No oís? DOÑA INÉS ¿Qué? BRÍGIDA Ruido de remos. DOÑA INÉS
  • 149. Sí, dices bien; volveremos en un bote a la ciudad. BRÍGIDA Mirad, mirad, doña Inés. DOÑA INÉS Acaba... por Dios, partamos. BRÍGIDA Ya, imposible que salgamos. DOÑA INÉS ¿Por qué razón? BRÍGIDA Porque él es quien en ese barquichuelo se adelanta por el río. DOÑA INÉS ¡Ay! ¡Dadme fuerzas, Dios mío! BRÍGIDA Ya llegó; ya está en el suelo. Sus gentes nos volverán a casa; mas antes de irnos, es preciso despedirnos a lo menos de don Juan. DOÑA INÉS Sea, y vamos al instante. No quiero volverle a ver.
  • 150. BRÍGIDA (Aparte.) Los ojos te hará volver al encontrarle delante. Vamos. DOÑA INÉS Vamos. CIUTTI (Dentro.) Aquí están. DON JUAN (Dentro.) Alumbra. BRÍGIDA ¡Nos busca! DOÑA INÉS Él es. ESCENA III Dichas y DON JUAN. DON JUAN ¿Adónde vais, doña Inés? DOÑA INÉS
  • 151. Dejadme salir, don Juan. DON JUAN ¿Que os deje salir? BRÍGIDA Señor, sabiendo ya el accidente del fuego, estará impaciente por su hija el Comendador. DON JUAN ¡El fuego! ¡Ah! No os dé cuidado por don Gonzalo, que ya dormir tranquilo le hará el mensaje que le he enviado. DOÑA INÉS ¿Le habéis dicho...? DON JUAN Que os hallabais bajo mi amparo segura, y el aura del campo pura libre por fin respirabais. (Vase BRÍGIDA.) Cálmate, pues, vida mía; reposa aquí, y un momento olvida de tu convento la triste cárcel sombría.
  • 152. ¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor? Esta aura que vaga llena de los sencillos olores de las campesinas flores que brota esa orilla amena; esa agua limpia y serena que atraviesa sin temor la barca del pescador que espera cantando el día, ¿no es cierto, paloma mía, que están respirando amor? Esa armonía que el viento recoge entre esos millares de floridos olivares, que agita con manso aliento, ese dulcísimo acento con que trina el ruiseñor de sus copas morador llamando al cercano día, ¿no es verdad, gacela mía, que están respirando amor? Y estas palabras que están
  • 153. filtrando insensiblemente tu corazón, ya pendiente de los labios de don Juan, y cuyas ideas van inflamando en su interior un fuego germinador no encendido todavía, ¿no es verdad, estrella mía, que están respirando amor? Y esas dos líquidas perlas que se desprenden tranquilas de tus radiantes pupilas convidándome a beberlas, evaporarse a no verlas de sí mismas al calor, y ese encendido color que en tu semblante no había, ¿no es verdad, hermosa mía, que están respirando amor? ¡Oh! sí, bellísima Inés, espejo y luz de mis ojos; escucharme sin enojos como lo haces, amor es; mira aquí a tus plantas, pues, todo el altivo rigor
  • 154. de este corazón traidor que rendirse no creía, adorando, vida mía, la esclavitud de tu amor. DOÑA INÉS Callad, por Dios, ¡oh don Juan!, que no podré resistir mucho tiempo sin morir tan nunca sentido afán. ¡Ah! Callad, por compasión, que oyéndoos me parece que mi cerebro enloquece y se arde mi corazón. ¡Ah! Me habéis dado a beber un filtro infernal sin duda, que a rendiros os ayuda la virtud de la mujer. Tal vez poseéis, don Juan, un misterioso amuleto, que a vos me atrae en secreto como irresistible imán. Tal vez Satán puso en vos su vista fascinadora, su palabra seductora y el amor que negó a Dios.
  • 155. ¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!, sino caer en vuestros brazos, si el corazón en pedazos me vais robando de aquí? No, don Juan; en poder mío resistirte no está ya; yo voy a ti, como va sorbido al mar ese río. Tu presencia me enajena, tus palabras me alucinan, y tus ojos me fascinan, y tu aliento me envenena. ¡Don Juan! ¡Don Juan! Yo lo imploro de tu hidalga compasión: o arráncame el corazón, o ámame, porque te adoro. DON JUAN ¡Alma mía! Esa palabra cambia de modo mi ser, que alcanzo que puede hacer hasta que el Edén se me abra. No es, doña Inés, Satanás quien pone este amor en mí; es Dios, que quiere por ti ganarme para Él quizás.
  • 156. No; el amor que hoy se atesora en mi corazón mortal, no es un amor terrenal como el que sentí hasta ahora; no es esa chispa fugaz que cualquier ráfaga apaga; es incendio que se traga cuanto ve, inmenso, voraz. Desecha, pues, tu inquietud, bellísima doña Inés, porque me siento a tus pies capaz aún de la virtud. Sí; iré mi orgullo a postrar ante el buen Comendador, y, o habrá de darme tu amor, o me tendrá que matar. DOÑA INÉS ¡Don Juan de mi corazón! DON JUAN ¡Silencio! ¿Habéis escuchado? DOÑA INÉS ¿Qué? DON JUAN Sí; una barca ha atracado debajo de ese balcón.
  • 157. Un hombre embozado de ella salta... Brígida, al momento (Entra BRÍGIDA.) pasad a esotro aposento; y perdonad, Inés bella, si solo me importa estar. DOÑA INÉS ¿Tardarás? DON JUAN Poco ha de ser. DOÑA INÉS A mi padre hemos de ver. DON JUAN Sí; en cuanto empiece a clarear. Adiós. ESCENA IV DON JUAN y CIUTTI. CIUTTI Señor. DON JUAN ¿Qué sucede, Ciutti?
  • 158. CIUTTI Ahí está un embozado en veros muy empeñado. DON JUAN ¿Quién es? CIUTTI Dice que no puede descubrirse más que a vos, y que es cosa de tal priesa, que en ella se os interesa la vida a entrambos a dos. DON JUAN ¿Y en él no has reconocido marca ni señal alguna que nos oriente? CIUTTI Ninguna; mas a veros decidido viene. DON JUAN ¿Trae gente? CIUTTI No más que los remeros del bote. DON JUAN
  • 159. Que entre. ESCENA V DON JUAN. Luego CIUTTI y DON LUIS, embozado. DON JUAN ¡Jugamos a escote la vida...! Mas, si es quizás un traidor que hasta mi quinta me viene siguiendo el paso... hálleme, pues, por si acaso, con las armas en la cinta. (Se ciñe la espada y suspende al cinto un par de pistolas, que habrá colocado sobre la mesa a su salida en la escena tercera. Al momento sale CIUTTI conduciendo a DON LUIS, que, embozado hasta los ojos, espera a que se queden solos. DON JUAN hace a CIUTTI una seña para que se retire. Lo hace.) ESCENA VI DON JUAN y DON LUIS. DON JUAN (Aparte.) Buen talante. Bien venido, caballero.
  • 160. DON LUIS Bien hallado, señor mío. DON JUAN Sin cuidado hablad. DON LUIS Jamás lo he tenido. DON JUAN Decid, pues: ¿a qué venís a esta hora y con tal afán? DON LUIS Vengo a mataros, don Juan. DON JUAN ¿Según eso, sois don Luis? DON LUIS No os engañó el corazón, y el tiempo no malgastemos, don Juan; los dos no cabemos ya en la tierra. DON JUAN En conclusión, señor Mejía, es decir que, porque os gané la apuesta, ¿queréis que acabe la fiesta
  • 161. con salirnos a batir? DON LUIS Estáis puesto en la razón; la vida apostado habemos, y es fuerza que nos paguemos. DON JUAN Soy de la misma opinión. Mas ved que os debo advertir que sois vos quien la ha perdido. DON LUIS Pues por eso os la he traído; mas no creo que morir deba nunca un caballero que lleva en el cinto espada, como una res destinada por su dueño al matadero. DON JUAN Ni yo creo que resquicio habréis jamás encontrado por donde me hayáis tomado por un cortador de oficio. DON LUIS De ningún modo, y ya veis que, pues os vengo a buscar, mucho en vos debo fiar.
  • 162. DON JUAN No más de lo que podéis. Y por mostraros mejor mi generosa hidalguía, decid si aún puedo, Mejía, satisfacer vuestro honor. Leal la apuesta os gané mas si tanto os ha escocido, mirad si halláis conocido remedio, y le aplicaré. DON LUIS No hay más que el que os he propuesto, don Juan. Me habéis maniatado, y habéis la casa asaltado usurpándome mi puesto; y pues el mío tomasteis para triunfar de doña Ana, no sois vos, don Juan, quien gana, porque por otro jugasteis. DON JUAN Ardides del juego son. DON LUIS Pues no os los quiero pasar, y por ellos a jugar vamos ahora el corazón.
  • 163. DON JUAN ¿Le arriesgáis, pues, en revancha de doña Ana de Pantoja? DON LUIS Sí; y lo que tardo me enoja en lavar tan fea mancha. Don Juan, yo la amaba, sí; mas con lo que habéis osado, imposible la hais dejado para vos y para mí. DON JUAN ¿Por qué la apostasteis, pues? DON LUIS Porque no pude pensar que la pudierais lograr. Y... vamos, por San Andrés, a reñir, que me impaciento. DON JUAN Bajemos a la ribera. DON LUIS Aquí mismo. DON JUAN Necio fuera; ¿no veis que en este aposento prendieran al vencedor?
  • 164. Vos traéis una barquilla. DON LUIS Sí. DON JUAN Pues que lleve a Sevilla al que quede. DON LUIS Eso es mejor; Salgamos, pues. DON JUAN Esperad. DON LUIS ¿Qué sucede? DON JUAN Ruido siento. DON LUIS Pues no perdamos momento. ESCENA VII DON JUAN, DON LUIS y CIUTTI. CIUTTI Señor, la vida salvad. DON JUAN
  • 165. ¿Qué hay, pues? CIUTTI El Comendador, que llega con gente armada. DON JUAN Déjale franca la entrada, pero a él solo. CIUTTI Mas, señor... DON JUAN Obedéceme. (Vase CIUTTI.) ESCENA VIII DON JUAN y DON LUIS. DON JUAN Don Luis, pues de mí os habéis fiado cuanto dejáis demostrado cuando, a mi casa venís, no dudaré en suplicaros, pues mi valor conocéis, que un instante me aguardéis.
  • 166. DON LUIS Yo nunca puse reparos en valor que es tan notorio; mas no me fío de vos. DON JUAN Ved que las partes son dos de la apuesta con Tenorio, y que ganadas están. DON LUIS ¡Lograsteis a un tiempo...! DON JUAN Sí; la del convento está aquí; y pues viene de don Juan a reclamarla quien puede, cuando me podéis matar, no debo asunto dejar tras mí que pendiente quede. DON LUIS Pero mirad que meter quien puede el lance impedir entre los dos, puede ser... DON JUAN ¿Qué? DON LUIS
  • 167. Excusaros de reñir. DON JUAN ¡Miserable...! De don Juan podéis dudar sólo vos; mas aquí entrad, vive Dios, y no tengáis tanto afán por vengaros, que este asunto arreglado con ese hombre, don Luis, yo os juro a mi nombre que nos batimos al punto. DON LUIS Pero... DON JUAN ¡Con una legión de diablos! Entrad aquí, que harta nobleza es en mí aún daros satisfacción. Desde ahí ved y escuchad; franca tenéis esa puerta; si veis mi conducta incierta, como os acomode obrad. DON LUIS Me avengo, si muy reacio no andáis. DON JUAN
  • 168. Calculadlo vos a placer; mas, ¡vive Dios!, ¡que para todo hay espacio! (Entra DON LUIS en el cuarto que DON JUAN le señala.) Ya suben. (DON JUAN escucha.) DON GONZALO (Dentro.) ¿Dónde está? DON JUAN Él es. ESCENA IX DON JUAN y DON GONZALO. DON GONZALO ¿Adónde está ese traidor? DON JUAN Aquí está, Comendador. DON GONZALO ¿De rodillas? DON JUAN Y a tus pies. DON GONZALO
  • 169. Vil eres hasta en tus crímenes. DON JUAN Anciano, la lengua ten, y escúchame un solo instante. DON GONZALO ¿Qué puede en tu lengua haber que borre lo que tu mano escribió en este papel? ¡Ir a sorprender, infame, la cándida sencillez de quien no pudo el veneno de esas letras precaver! ¡Derramar en su alma virgen traidoramente la hiel en que rebosa la tuya seca de virtud y fe! ¡Proponerse así enlodar de mis timbres la alta prez, como si fuera un harapo que desecha un mercader! ¿Ese es el valor, Tenorio, de que blasonas? ¿Esa es la proverbial osadía que te da a el vulgo a temer? ¿Con viejos y con doncellas
  • 170. las muestras...? ¿Y para qué? ¡Vive Dios! Para venir sus plantas así a lamer, mostrándote a un tiempo ajeno de valor y de honradez. DON JUAN ¡Comendador! DON GONZALO ¡Miserable! Tú has robado a mi hija Inés de su convento, y yo vengo por tu vida o por mi bien. DON JUAN Jamás delante de un hombre mi alta cerviz incliné, ni he suplicado jamás, ni a mi padre, ni a mi rey. Y pues conservo a tus plantas la postura en que me ves, considera, don Gonzalo, que razón debo tener. DON GONZALO Lo que tienes es pavor de mi justicia. DON JUAN
  • 171. ¡Pardiez! Óyeme, Comendador, o tenerme no sabré, y seré quien siempre he sido no queriéndolo ahora ser. DON GONZALO ¡Vive Dios! DON JUAN Comendador, yo idolatro a doña Inés, persuadido de que el cielo me la quiso conceder para enderezar mis pasos por el sendero del bien. No amé la hermosura en ella ni sus gracias adoré; lo que adoro es la virtud, don Gonzalo, en doña Inés. Lo que justicias ni obispos no pudieron de mí hacer con cárceles y sermones, lo pudo su candidez. Su amor me torna en otro hombre regenerando mi ser, y ella puede hacer un ángel
  • 172. de quien un demonio fue. Escucha, pues, don Gonzalo, lo que te puede ofrecer el audaz don Juan Tenorio de rodillas a tus pies. Yo seré esclavo de tu hija, en tu casa viviré, tú gobernarás mi hacienda diciéndome esto ha de ser. El tiempo que señalares, en reclusión estaré; cuantas pruebas exigieres de mi audacia o mi altivez, del modo que me ordenares con sumisión te daré. Y cuando estime tu juicio que la pueda merecer, yo la daré un buen esposo y ella me dará el Edén. DON GONZALO Basta, don Juan; no sé cómo me he podido contener oyendo tan torpes pruebas de tu infame avilantez. Don Juan, tú eres un cobarde
  • 173. cuando en la ocasión te ves, y no hay bajeza a que no oses como te saque con bien. DON JUAN ¡Don Gonzalo! DON GONZALO Y me avergüenzo de mirarte así a mis pies, lo que apostabas por fuerza suplicando por merced. DON JUAN Todo así se satisface, don Gonzalo, de una vez. DON GONZALO ¡Nunca! ¡Nunca! ¿Tú su esposo? Primero la mataré. Ea, entregádmela al punto, o, sin poderme valer, en esa postura vil el pecho te cruzaré. DON JUAN Míralo bien, don Gonzalo, que vas a hacerme perder con ella hasta la esperanza de mi salvación tal vez.
  • 174. DON GONZALO ¿Y qué tengo yo, don Juan, con tu salvación que ver? DON JUAN ¡Comendador, que me pierdes! DON GONZALO ¡Mi hija! DON JUAN Considera bien que por cuantos medios pude te quise satisfacer; y que con armas al cinto tus denuestos toleré, proponiéndote la paz de rodillas a tus pies. ESCENA X Dichos y DON LUIS, soltando una carcajada de burla. DON LUIS Muy bien, don Juan. DON JUAN ¡Vive Dios! DON GONZALO
  • 175. ¿Quién es ese hombre? DON LUIS Un testigo de su miedo, y un amigo, Comendador, para vos. DON JUAN ¡Don Luis! DON LUIS Ya he visto bastante, don Juan, para conocer cuál uso puedes hacer de tu valor arrogante; y quien hiere por detrás y se humilla en la ocasión, es tan vil como el ladrón que roba y huye. DON JUAN ¿Esto más? DON LUIS Y pues la ira soberana de Dios junta, como ves, al padre de doña Inés y al vengador de doña Ana, mira el fin que aquí te espera cuando a igual tiempo te alcanza
  • 176. aquí dentro su venganza y la justicia allá fuera. DON GONZALO ¡Oh! Ahora comprendo... ¿Sois vos el que...? DON LUIS Soy don Luis Mejía, a quien a tiempo os envía por vuestra venganza Dios. DON JUAN ¡Basta, pues, de tal suplicio! Si con hacienda y honor ni os muestro ni doy valor a mi franco sacrificio, y la leal solicitud con que ofrezco cuanto puedo tomáis, vive Dios, por miedo y os mofáis de mi virtud, os acepto el que me dais plazo breve y perentorio para mostrarme el Tenorio de cuyo valor dudáis. DON LUIS Sea, y cae a nuestros pies digno al menos de esa fama
  • 177. que por tan bravo te aclama. DON JUAN Y venza el infierno, pues. ¡Ulloa, pues mi alma así vuelves a hundir en el vicio, cuando Dios me llame a juicio tú responderás por mí! (Le da un pistoletazo.) DON GONZALO (Cayendo.) ¡Asesino! DON JUAN ¡Y tú, insensato, que me llamas vil ladrón, di en prueba de tu razón que cara a cara te mato! (Riñen, y le da una estocada.) DON LUIS (Cayendo.) ¡Jesús! DON JUAN Tarde tu fe ciega acude al cielo, Mejía, y no fue por culpa mía. Pero la justicia llega,
  • 178. y a fe que ha de ver quién soy. CIUTTI (Dentro.) ¡Don Juan! DON JUAN (Asomándose al balcón.) ¿Quién es? CIUTTI (Dentro.) Por aquí; Salvaos. DON JUAN ¿Hay paso? CIUTTI Sí: arrojaos. DON JUAN Allá voy. Llamé al cielo, y no me oyó, y pues sus puertas me cierra, de mis pasos en la tierra responda el cielo, y no yo. (Se arroja por el balcón, y se le oye caer en el agua del río; al mismo tiempo que el ruido de los remos muestra la rapidez del barco en que parte, se oyen golpes en las puertas de la habitación; poco después entra la justicia, soldados, etc.)
  • 179. ESCENA XI Alguaciles, soldados. Luego DOÑA INÉS y BRÍGIDA. ALGUACIL 1.º El tiro ha sonado aquí. ALGUACIL 2.º Aún hay humo. ALGUACIL 1.º ¡Santo Dios! Aquí hay un cadáver. ALGUACIL 2º Dos. ALGUACIL 1.º ¿Y el matador? ALGUACIL 2.º Por allí. (Abren el cuarto en que están DOÑA INÉS y BRÍGIDA, y las sacan a la escena; DOÑA INÉS reconoce el cadáver de su padre). ALGUACIL 1.º ¡Dos mujeres! DOÑA INÉS ¡Ah! ¡Qué horror! ¡Padre mío! ALGUACIL 1.º
  • 180. ¡Es su hija! BRÍGIDA Sí. DOÑA INÉS ¡Ah! ¿Dó estás, don Juan, que aquí me olvidas en tal dolor? ALGUACIL 1.º Él le asesinó. DOÑA INÉS ¡Dios mío! ¿Me guardabas esto más? ALGUACIL 2.º Por aquí ese Satanás se arrojó sin duda al río. ALGUACIL 1.º Miradlos... a bordo están del bergantín calabrés. TODOS Justicia por doña Inés. DOÑA INÉS Pero no contra don Juan. (Esta escena puede suprimirse en la representación, terminando el acto con el último verso de la anterior.) ****
  • 181. PARTE II ACTO I LA SOMBRA DE DOÑA INÉS DON JUAN, el Capitán CENTELLAS, don Rafael de AVELLANEDA, un ESCULTOR, la SOMBRA de doña Inés. Panteón de la familia Tenorio. El teatro representa un magnífico cementerio, hermoseado a manera de jardín. En primer término, aislados y de bulto, los sepulcros de DON GONZALO de Ulloa, de DOÑA INÉS y de DON LUIS Mejía, sobre los cuales se ven sus estatuas de piedra. El sepulcro de DON GONZALO a la derecha, y su estatua de rodillas; el de DON LUIS a la izquierda, y su estatua también de rodillas; el de DOÑA INÉS en el centro, y su estatua al pie. En segundo término otros dos sepulcros en la forma que convenga; y en tercer término y en puesto elevado el sepulcro y la estatua del fundador, DON DIEGO Tenorio, en cuya figura remata la perspectiva de los sepulcros. Una pared llena de nichos y lápidas circuye el cuadro hasta el horizonte. Dos llorones a cada lado de la tumba de doña Inés, dispuestos a servir de la manera que a su tiempo exige el juego escénico. Cipreses y flores de todas clases embellecen la decoración, que no debe tener nada horrible. La acción se supone en una tranquila noche de verano, y alumbrada por una clarísima luna. ESCENA I El ESCULTOR, disponiéndose a marchar. ESCULTOR Pues señor, es cosa hecha; el alma del buen don Diego
  • 182. puede, a mi ver, con sosiego reposar muy satisfecha. La obra está ya rematada con cuanta suntuosidad su postrera voluntad dejó al mundo encomendada. Y ya quisieran, ¡pardiez!, todos los ricos que mueren que su voluntad cumplieren los vivos, como esta vez. Mas ya de marcharme es hora; todo corriente lo dejo, y de Sevilla me alejo al despuntar de la aurora. ¡Ah, mármoles que mis manos pulieron con tanto afán! Mañana os contemplarán los absortos sevillanos; y al mirar de este panteón las gigantes proporciones, tendrán las generaciones la nuestra en veneración. Mas yendo y viniendo días, se hundirán unas tras otras, mientra en pie estaréis vosotras,
  • 183. póstumas memorias mías. ¡Oh, frutos de mis desvelos, peñas a quien yo animé, y por quienes arrostré la intemperie de los cielos! El que forma y ser os dio va ya a perderos de vista; velad mi gloria de artista, pues viviréis más que yo. Mas... ¿quién llega? ESCENA II El ESCULTOR y DON JUAN, que entra embozado. ESCULTOR Caballero... DON JUAN Dios le guarde. ESCULTOR Perdonad, mas ya es tarde, y... DON JUAN Aguardad un instante, porque quiero
  • 184. que me expliquéis... ESCULTOR ¿Por acaso sois forastero? DON JUAN Años ha que falto de España ya, y me chocó el ver al paso, cuando a esas verjas llegué, que encontraba este recinto enteramente distinto de cuando yo lo dejé. ESCULTOR ¡Ya lo creo! Como que esto era entonces un palacio, y hoy es panteón el espacio donde aquél estuvo puesto. DON JUAN ¡El palacio hecho panteón! ESCULTOR Tal fue de su antiguo dueño la voluntad, y fue empeño que dio al mundo admiración. DON JUAN ¡Y, por Dios, que es de admirar!
  • 185. ESCULTOR Es una famosa historia, a la cual debo mi gloria. DON JUAN ¿Me la podéis relatar? ESCULTOR Sí; aunque muy sucintamente, pues me aguardan. DON JUAN Sea. ESCULTOR Oíd la verdad pura. DON JUAN Decid, que me tenéis impaciente. ESCULTOR Pues habitó esta ciudad y este palacio, heredado, un varón muy estimado por su noble calidad. DON JUAN Don Diego Tenorio. ESCULTOR El mismo.
  • 186. Tuvo un hijo este don Diego peor mil veces que el fuego, un aborto del abismo. Un mozo sangriento y cruel, que con tierra y cielo en guerra, dicen que nada en la tierra fue respetado por él. Quimerista, seductor y jugador con ventura, no hubo para él segura vida, ni hacienda, ni honor. Así le pinta la historia, y si tal era, por cierto que obró cuerdamente el muerto para ganarse la gloria. DON JUAN ¿Pues cómo obró? ESCULTOR Dejó entera su hacienda al que la empleara en un panteón que asombrara a la gente venidera. Mas con condición, que dijo, que se enterraran en él los que a la mano cruel
  • 187. sucumbieron de su hijo. Y mirad en derredor los sepulcros de los más de ellos. DON JUAN ¿Y vos sois quizás el conserje? ESCULTOR El escultor de estas obras encargado. DON JUAN ¡Ah! ¿Y las habéis concluido? ESCULTOR Ha un mes; mas me he detenido hasta ver ese enverjado colocado en su lugar; pues he querido impedir que pueda el vulgo venir este sitio a profanar. DON JUAN (Mirando.) ¡Bien empleó sus riquezas El difunto! ESCULTOR ¡Ya lo creo!
  • 188. Miradle allí. DON JUAN Ya le veo. ESCULTOR ¿Le conocisteis? DON JUAN Sí. ESCULTOR Piezas son todas muy parecidas, y a conciencia trabajadas. DON JUAN ¡Cierto que son extremadas! ESCULTOR ¿Os han sido conocidas las personas? DON JUAN Todas ellas. ESCULTOR ¿Y os parecen bien? DON JUAN Sin duda, según lo que a ver me ayuda el fulgor de las estrellas. ESCULTOR
  • 189. ¡Oh! Se ven como de día con esta luna tan clara. Esta es mármol de Carrara. (Señalando a la de DON LUIS.) DON JUAN ¡Buen busto es el de Mejía! ¡Hola! Aquí el Comendador se representa muy bien. ESCULTOR Yo quise poner también la estatua del matador entre sus víctimas; pero no pude a manos haber su retrato. Un Lucifer dicen que era el caballero don Juan Tenorio. DON JUAN ¡Muy malo! Mas, como pudiera hablar, le había algo de abonar la estatua de don Gonzalo. ESCULTOR ¿También habéis conocido a don Juan? DON JUAN
  • 190. Mucho. ESCULTOR Don Diego le abandonó desde luego desheredándole. DON JUAN Ha sido para don Juan poco daño ése, porque la fortuna va tras él desde la cuna. ESCULTOR Dicen que ha muerto. DON JUAN Es engaño; vive. ESCULTOR ¿Y dónde? DON JUAN Aquí, en Sevilla. ESCULTOR ¿Y no teme que el furor popular...? DON JUAN En su valor no ha echado el miedo semilla.
  • 191. ESCULTOR Mas cuando vea el lugar en que está ya convertido el solar que suyo ha sido, no osará en Sevilla estar. DON JUAN Antes ver tendrá a fortuna en su casa reunidas personas de él conocidas, puesto que no odia a ninguna. ESCULTOR ¿Creéis que ose aquí venir? DON JUAN ¿Por qué no? Pienso, a mi ver, que donde vino a nacer justo es que venga a morir. Y pues le quitan su herencia para enterrar a éstos bien, a él es muy justo también que le entierren con decencia. ESCULTOR Sólo a él le está prohibida en este panteón la entrada. DON JUAN Trae don Juan muy buena espada,