La crisis financiera iniciada en Estados Unidos con las hipotecas basura se extendió rápidamente a nivel global. Los gobiernos tuvieron que rescatar instituciones financieras demasiado grandes para quebrar y otorgar ayudas a la economía real, lo que aumentó los déficits y deudas públicas. Grecia, Irlanda y Portugal necesitaron rescates financieros de la UE y el FMI, mientras que se crearon mecanismos de estabilidad europeos para futuras crisis de deuda soberana.