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“2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano”




                                    Material de estudio:
                        “Introducción a los conceptos de sexualidad
                                    y educación sexual”




A partir del 2006, recibir Educación Sexual Integral es un derecho para todos los alumnos y
alumnas en nuestro país. La Ley Nacional 26.150 que establece este derecho, ha sido celebrada
por buena parte de nuestra sociedad y desde su sanción a la fecha, ha impulsado una serie de
interesantes debates a la hora de imaginar su efectivo cumplimiento.

Al mismo tiempo, la inclusión de la educación sexual como contenido de aprendizaje en las
escuelas constituye un motivo de preocupación. Esta preocupación puede estar relacionada con
la complejidad de los contenidos, que despiertan todo tipo de resquemores; en especial porque la
sexualidad se vincula en el imaginario social únicamente con la genitalidad y, entonces, pone en
juego discusiones que están ligadas predominantemente a distintos sistemas de valores y de
creencias personales y sociales con respecto a esta dimensión.
También se vislumbra una lucha de poderes y disputas sobre qué significa y quiénes tienen el
saber sobre la «Educación sexual integral (ESI)».




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“2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano”

Los distintos sectores y actores sociales hablamos de sexualidad y realizamos acciones de
educación sexual en la escuela. Sin embargo, aun refiriéndonos al mismo tema y en el mismo
ámbito, muchas veces entendemos a la ESI de diversos modos y generalmente cada uno de los
distintos sectores y actores nos ocupamos de algunas dimensiones de la educación sexual, pero
no realizamos una educación sexual integral que contemple el abordaje de sus múltiples
dimensiones.

Por ejemplo, el sector Salud aborda principalmente la salud reproductiva y la prevención de ITS y
VIH/Sida. Mientras tanto, desde las Ciencias Sociales, se pone el énfasis en los temas de género
y/o derechos.
Lo cierto es que este tema impacta en nuestra sociedad, dando cuenta de la necesidad de llevar a
cabo un debate; necesidad con la que todos están de acuerdo, y que sin embargo siempre -
pareciera – se posterga.

La Ley 26.150, sancionada en 2006 constituye una herramienta que ha tendido a acelerar tanto
las discusiones como la implementación de la educación sexual en las escuelas de nuestro país.
Esta ley desencadena todo el proceso que debe llevar a que esa Educación sexual sistemática,
obligatoria y con contenidos básicos definidos, se implemente efectivamente en todas las escuelas
y jurisdicciones del territorio nacional.

Desde la sanción de la ley hasta la actualidad, se ha ido superando la discusión sobre la
legitimidad del lugar de la escuela en la enseñanza de la ESI, y lo que aún persiste es la
necesidad de profundizar políticas públicas tendientes a acompañar a las jurisdicciones, escuelas
y docentes esta tarea.

Teniendo en cuenta la complejidad de esta situación, nos proponemos brindar, en este material,
los contenidos que permitan reflexionar sobre el significado de la ESI, concienciar sobre la forma
en que la educación sexual integral se presenta en nuestras prácticas y brindar algunas
herramientas para empezar a concretarla en nuestro trabajo cotidiano en el aula y en la escuela.




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“2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano”


       Acerca de los significados y sentidos de la educación sexual



Hablar de educación sexual en la escuela puede llevarnos a pensar en diferentes cuestiones,
dependiendo de nuestro modo de concebir la sexualidad, la idea de ser humano que esta
concepción conlleve, y la visión del hecho educativo que sustentemos.
Cuando hablamos de educación sexual no siempre hablamos de lo mismo e incluso podemos
hablar desde posicionamientos diferentes a partir de los cuales se estructuran abordajes diversos
sobre el tema.

Por eso en esta primera parte del curso nos parece importante comenzar a hablar de los distintos
enfoques de educación sexual de modo de introducir el debate sobre los distintos significados
que adquiere la sexualidad y la educación sexual. Los enfoques son modelos conceptuales; por lo
tanto, existen diferentes formas de categorizarlos y, a la vez, nunca se dan puros en la realidad.
Sin embargo, podemos identificar la predominancia de algunos de ellos, y esto resulta de utilidad
para reflexionar sobre nuestras prácticas. Porque los enfoques o modelos constituyen formas de
concebir la ESI, pero no se agotan en el plano de las ideas, sino que tienen fuertes consecuencias
en las acciones que desde cada uno se proponen.

En este módulo tomaremos       los enfoques de Educación sexual desarrollados por Graciela
Morgade1 y profundizaremos luego en el enfoque de Educación Sexual Integral que se encuentra
en concordancia con la ley 26150, los lineamientos curriculares y el Programa Nacional ESI.

Partiendo de los distintos enfoques de la Educación Sexual

El médico-biologista, un enfoque higienista cuya principal preocupación pasa por discriminar
salud de enfermedad y aprovechar la «población cautiva» que los alumnos y alumnas suponen
para este enfoque, prescribiendo sobre el cuidado de la salud. Desde este punto de vista,
abundan las descripciones anatomofisiológicas, la información acerca de patologías, la
descripción de los riesgos de enfermar por un mal ejercicio de la sexualidad y el lenguaje médico.
El estudio de la Anatomía y Fisiología aparece desgajado de la consideración de las emociones.
Es un modelo sumamente normativo, que parte de la sobrevalorización del saber médico, impone
la lógica de las instituciones de salud a las educativas, desconsidera el saber de los/las docentes
y prioriza las disertaciones de profesionales y los materiales prescriptivos.

El enfoque educativo tradicional-moralista, que promueve silencios o prohibiciones en torno a la
sexualidad; y que se centra en «lo que debe ser» y «lo que no debe ser», «lo que está bien» y «lo
que está mal», de acuerdo con prescripciones morales bien definidas y consideradas universales.
Este modelo no contempla espacios para escuchar realidades diversas, para abrir el diálogo
genuino y para promover la diferencia. Es un modelo en el cual la palabra del adulto y la
prescripción ocupan un lugar preponderante, en cual se persigue la intención de retener, controlar
y normativizar la sexualidad. El lugar de la palabra de los jóvenes y de las diferencias se ve aquí
casi completamente negado. Al igual que el modelo biologicista se inscribe en la reducción de
sexualidad a genitalidad. Otro aspecto importante a tener en cuenta en relación a este enfoque, es
que, en ocasiones, puede presentar contradicciones en relación a derechos vigentes existentes en
nuestro país, como los establecidos

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       s.r.

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“2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano”


en la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, la Ley de Matrimonio Igualitario o la recientemente
sancionada Ley de Identidad de Género.

Otro modelo que hoy cobra relevancia es el de la sexología, que enfatiza la necesidad de
promover la enseñanza de «buenas prácticas» sexuales, prevenir disfunciones, problematizar
creencias y propiciar la exploración de modos personales o compartidos de conocer y disfrutar de
la sexualidad. Este enfoque se asienta en una concepción de la sexualidad como una
construcción que está presente durante toda la vida y aporta desarrollos teóricos que resultan
interesantes a la hora de pensar el desarrollo de la ESI. Sin embargo, una profundización de este
enfoque estaría más relacionada con la tarea de los efectores de salud (consejerías para jóvenes).

Los enfoques que Morgade2 denomina normativos o judiciales enfatizan la consideración de la
vulneración de derechos que padecen niños, niñas y adolescentes en una gama de situaciones
que van desde el abuso hasta la violación. Como la autora señala, creemos importante la inclusión
de una sólida formación en derechos humanos y en competencias o habilidades relacionadas con
el autocuidado y con la posibilidad de identificar acciones abusivas por parte de los adultos en el
ámbito familiar e institucional. Los lineamientos curriculares dan cuenta de la relevancia otorgada
a las vulneraciones de derechos, tanto en los contenidos propuestos como así también en los
propósitos formativos. Sin embargo, coincidimos en que este tema debe ser abordado en el marco
más amplio de la ESI, y creemos también que no ha de ser por este costado por donde se
comience a plantear esta cuestión para evitar que la sexualidad quede asociada a peligros y a
amenazas.

Por último, el denominado enfoque de género es sin duda uno de los que más aportes ha
brindado para la construcción de un abordaje integral de la educación sexual. Este modelo
enfatiza la noción de un cuerpo humano inscripto en una red de relaciones sociales que le dan
sentido, configurando modos de ser y de actuar, formas de vivir lo masculino y lo femenino, y los
modos de ejercerlo (social, histórica y culturalmente determinado como «lo masculino» y como «lo
femenino»), prestando especial atención al trabajo educativo que promueve la desnaturalización
de las desigualdades.
Es importante destacar que, si bien el posicionamiento que este modelo sostiene está también
incluido en el enfoque de Educación sexual integral, este último no se agota en esta perspectiva.

Ahora bien, frente a estos enfoques que tienen presencia en las escuelas y que, a pesar de sus
posiciones sesgadas en algunos aspectos de la sexualidad mas que en otros, aportan contenidos:
¿cuál es el enfoque que la Ley nacional propugna y que venimos construyendo en el Ministerio
Nacional desde el año 2006, y que fue particularmente reforzado con la aprobación de los
lineamientos curriculares?
Para profundizar en algunos conceptos, concepciones y criterios que nos permitirán comprender
mejor el enfoque de Educación Sexual Integral (ESI) a continuación desarrollaremos los siguientes
ítems:

       Acerca de la sexualidad: la sexualidad como concepto complejo
            o 1a. La sexualidad y sus múltiples dimensiones
        Acerca de la Educación Sexual Integral
       Profundizando el enfoque de ESI: criterios conceptuales que orientaron la redacción de los
        lineamientos curriculares nacionales.

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            s.r.

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“2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano”


ACERCA DE LA SEXUALIDAD: LA SEXUALIDAD COMO CONCEPTO COMPLEJO

La sexualidad como concepto complejo nos invita a imaginarla en una trama que incluye distintas
dimensiones desde donde poder mirarla, nombrarla y abordarla. Esta trama compleja nos
conduce a pensar en un abordaje multidisciplinario de la temática desde la escuela y sus diversos
espacios. También la concepción de integralidad nos remite, entre otras cosas, a que no sólo
debe transmitirse información pertinente y actualizada sobre sexualidad, sino que
fundamentalmente deben promoverse competencias y capacidades que permitan a los alumnos y
a las alumnas emplear críticamente esa información, para un ejercicio informado y consciente de
la misma, acompañando de esta manera su desarrollo integral.

Nombrar la sexualidad conduce, con frecuencia, a rápidas asociaciones con otros conceptos, tales
como: naturaleza, instintos, normalidad, prevención, genitalidad, reproducción y adolescencia.
Ciertas representaciones sociales3 cotidianas asocian sexualidad con genitalidad, sosteniendo
entonces que la misma se inicia en la adolescencia mediante impulsos supuestamente
incontenibles, traducidos casi exclusivamente en actividad genital. Por su parte, el saber popular,
los dichos y chistes que circulan cotidianamente, reflejan una idea de sexualidad equivalente a
encuentro genital, vinculada a la reproducción, y asociada a estereotipos sobre la masculinidad y
la feminidad. Intentaremos revisar los supuestos que nos hacen concebir y transmitir ideas acerca
de la sexualidad humana como si se tratara meramente de funciones biológicas naturales y
permanentes a lo largo del tiempo. Se hará necesario recorrer su historia, su diversidad en las
distintas culturas, y reconocer que hablar de sexualidad es hablar de lo humano, de su
constitución, de la afectividad y de los sentimientos y valores vinculados a ella, de las relaciones
entre personas situadas en contextos determinados, y de relaciones a veces asimétricas entre
hombres y mujeres que pueden contribuir a producir desigualdades en el ámbito de lo privado y
también de lo público.

El concepto de sexualidad aludido por la Ley N° 26.150 (Ley Nacional de Educación Sexual
Integral) excede ampliamente la noción más corriente que la asimila a «genitalidad» o a
«relaciones sexuales». Según la Ley, la sexualidad abarca «aspectos biológicos, psicológicos,
sociales, afectivos y éticos».

 La sexualidad se entiende como una de las dimensiones constitutivas de la persona que,
presente de diferentes maneras, es relevante para su despliegue y su bienestar durante toda la
vida.

«El término «sexualidad» se refiere a una dimensión fundamental del hecho de ser humano.
(…) Se expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores,
actividades, prácticas, roles y relaciones. La sexualidad es el resultado de la interacción de
factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos o




3
          La categoría representaciones sociales hace referencia a las construcciones de conocimiento integradas por
informaciones, creencias, opiniones y actitudes; es una forma de conocimiento socialmente elaborado y compartido que
contribuye a la construcción de la realidad social. En este sentido, las representaciones sociales sirven como marco de
percepción en la interpretación de la realidad y, muchas veces, guían las prácticas que realizan los distintos actores
sociales.
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“2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano”
espirituales. (…) En resumen, la sexualidad se practica y se expresa en todo lo que somos,
sentimos, pensamos y hacemos»

   o LA SEXUALIDAD Y SUS MÚLTIPLES DIMENSIONES

Tal como venimos desarrollando hasta ahora, la sexualidad es una trama de múltiples hilos que
«hacen» nuestra vida en tanto humanos; es mucho más que un hecho o un conjunto de procesos
biológicos, aspectos que sin duda forman parte de ella, pero que se ven a su vez continuamente
transformados por prácticas sociales, procesos psicológicos, decisiones políticas, marcos
regulatorios, leyes, normas, disposiciones escritas y tácitas, posiciones éticas, etcétera.
Estas dimensiones están articuladas de manera que no es fácil desanudarlas o diferenciarlas con
total claridad. Sin embargo, trataremos de hacer el intento de mencionar y caracterizar a cada una
de ellas a fin de que se comprendan en esta trama y en su especificidad:

La dimensión biológico - sanitaria alude a los procesos anátomo-fisiológicos vinculados con la
sexualidad: la conformación pre-natal del cuerpo con determinados órganos sexuales, la
reproducción, el embarazo, el parto, el desarrollo del cuerpo y sus transformaciones a lo largo del
tiempo y de diferentes instancias por las que atravesamos, como niñez, adolescencia, adultez,
vejez. Los significados adjudicados a estos procesos y los modos de simbolizar y representar al
cuerpo, los órganos sexuales, la genitalidad, la reproducción, las etapas vitales.
Se incluyen también en esta dimensión todos aquellos contenidos que se vinculan con la
prevención y promoción de la salud.

La dimensión sociocultural e histórica, alude a la necesidad de pensar a ese sujeto biológico
entramado con valoraciones y prácticas socioculturales, en medio de las cuales transcurren los
procesos en que las personas nos conformamos con características propias y diferentes y
desarrollamos nuestra sexualidad, condicionadas a su vez por el momento histórico en que
vivimos. Estas pueden sostenerse en hábitos, costumbres y tradiciones, o bien enmarcarse en
prescripciones jurídicas, escritas en leyes y normas que regulan nuestra vida cotidiana.
Esta dimensión incluye la posibilidad de pensar algunos contenidos de la sexualidad desde una
perspectiva sociocultural que permite visualizar las diferentes formas de ejercer la masculinidad y
la femineidad a lo largo de la historia; los cambios en la organización y en la estructura y dinámica
familiar a lo largo del tiempo; la indagación y análisis crítico sobre la construcción social e histórica
del ideal de la belleza y del cuerpo para varones y mujeres, entre otros.

La dimensión psicológica alude generalmente a los procesos que conforman el cuerpo y el
psiquismo en el seno de un conjunto de relaciones, inicialmente familiares y luego en diferentes
grupos sociales, forjando una identidad sexuada.
Desde la psicología y el psicoanálisis –el que toma a la sexualidad como dimensión fundamental
de la construcción de subjetividad- contamos con conceptualizaciones que permiten comprender
los modos en que los humanos nos hacemos mujeres o varones, nos relacionamos con otros y
otras, formamos parte de una familia, construimos familias, ejercemos la maternidad y la
paternidad, nos vinculamos en pareja, etc. Estos conceptos se vinculan fundamentalmente con la
construcción de la identidad y la alteridad, las identificaciones, la trama edípica que nos constituye
en relación con padre y madre (considerados en tanto funciones), todas ellas instancias fundantes
del sujeto que permanecen como matrices o formas de relaciones entre las personas a lo largo de
toda la vida. No obstante, esta dimensión psicológica no agota la comprensión de la constitución




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“2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano”

subjetiva: la subjetividad y la intersubjetividad tampoco pueden ser comprendidas exclusivamente
desde la psicología.
Al mismo tiempo, es importante resaltar que esta dimensión psicológica se refiere a la afectividad,
a la construcción de la autoestima, a nuestras capacidades para manejar y expresar sentimientos
y emociones, a resolver conflictos de la vida diaria, a tomar decisiones y relacionarnos con los
otros y con el mundo.

La dimensión ética alude a los valores que adquirimos a través de nuestra crianza, cultura y
religión, y que son parte constitutiva de la sexualidad y las formas de vivirla. Por ejemplo, valores
como la solidaridad y cooperación, el amor, el respeto por uno mismo y por los otros, el respeto
por la diversidad y la no discriminación, el respeto por la privacidad e intimidad propia y ajena,
pueden traducirse en formas positivas de vivir y ejercer nuestra sexualidad con relación a nosotros
mismos y a los otros.
La constitución de vínculos positivos con uno mismo y con los demás, dados en el marco de estos
valores son cuestiones que deberían poder promoverse desde la escuela, sin embargo no siempre
se presentan como “contenidos sistemáticos” a trabajar desde la misma. La forma en que nos
vinculamos y nos relacionamos, está presente en la cotidianeidad de las instituciones educativas,
en el trato que nos dispensamos entre adultos, entre adultos y niños y entre niños. Se visualiza
en los recreos y en el aula. Sin embargo, si vamos más atrás, la posibilidad de construir estos
vínculos, se ponen en juego desde muy pequeños y a partir de la posibilidad real de construir
estos vínculos con otros: familiares, amigos, compañeros, docentes.
El modo en que ese entramado se va configurando dará lugar a distintos tipos de vínculos. La
posibilidad de ir habilitando formas de relaciones positivas entre las personas a lo largo de toda la
vida permitirá poner en juego la dimensión afectiva. De modo que esta dimensión constituye un
entramado, difícil de comprender por fuera de otras dimensiones, fundamentalmente la
psicológica y la ética.

La dimensión jurídica está fuertemente vinculada con los derechos humanos y con el trabajo
que desde la escuela se realiza para promoverlos y evitar situaciones que los vulneren.
Asimismo, define los modos en que la sexualidad se inscribe en normas y leyes, tácitas o
explícitas, determinando y regulando nuestra vida cotidiana, ordenando, habilitando, prohibiendo,
estableciendo lo que la sexualidad humana es y/o puede ser, sus condiciones y alcances.
Consideremos en esta dimensión, por ejemplo, las recientes leyes que promueven importantes
avances en el terreno de la salud y de su cuidado, la educación sexual, los derechos de los/as
adolescentes, la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres, la identidad de género y el
rechazo a todas formas de discriminación.
Es importante comprender, que el conjunto de leyes sancionadas que se vinculan con la
sexualidad u otros temas, son en general, el fruto de procesos históricos, políticos, y sociales.
También son producto de tensiones, de conquistas y de necesidades o derechos vulnerados de
los distintos sectores y grupos sociales. Desde este lugar los derechos no son considerados como
algo “naturalmente dado” sino que son producto de la acción de los sujetos, sectores y grupos
sociales.
El trabajo sobre la comprensión de esos procesos y la promoción de un sujeto con capacidad de
intervenir activamente ante la vulneración de derechos constituyen uno de los principales desafíos
de la escuela en vinculación con esta dimensión.

La dimensión espiritual, presente en todos los órdenes de la vida, se vincula con la experiencia
real y se relaciona con la búsqueda de sentido a la vida propia del ser humano. A menudo se
homologa la espiritualidad a la religión; ambos son conceptos íntimamente relacionados pero no
idénticos. La espiritualidad alude también a la aptitud de superar la materialidad de la existencia

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“2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano”

individual. El ser humano trasciende su historia individual de muchos modos. La educación, como
trasmisión intergeneracional del depósito de los saberes adquiridos por la humanidad en su
experiencia milenaria, es también una expresión de la espiritualidad humana. La dimensión
espiritual de la sexualidad se encuentra entre otras cosas, vinculada a la posibilidad de
trascendencia a través del encuentro con otro ser.

Este entramado complejo expresa una forma de entender la sexualidad que implica mirarla no ya
desde una sola dimensión, sino desde un conjunto de dimensiones, lo cual va configurando un
modo particular de entender la Educación sexual en términos integrales. La Educación sexual
integral propuesta a partir de la ley 26.150 y los lineamientos curriculares para la Educación
sexual integral expresa así una visión que tendrá que traducirse en una abordaje multidimensional
al momento de pensar el trabajo en el aula. Sin dejar de ser esta una premisa compleja, pero no
imposible, intentaremos acompañar en este curso el proceso de comenzar a pensar el cómo de
ese abordaje a través de la aproximación a los lineamientos y a los materiales didácticos que los
acompañan.


ACERCA DE LA EDUCACIÓN SEXUAL INTEGRAL

Cuando hablamos de Educación sexual estamos hablando de una “intencionalidad”, es decir,
de la generación de un espacio sistemático que no deje librado al azar la posibilidad de enseñar o
no educación sexual. Esa intencionalidad requiere de un espacio y un tiempo para revisar
nuestras prácticas y ver que muchos de estos contenidos que plantean los lineamientos, ya se
están poniendo en acción en nuestras planificaciones o en nuestras prácticas escolares. Otros, en
cambio, probablemente estén ausentes y debamos encontrar el modo de introducirlos, de hacerles
espacio y de darles el énfasis y la relevancia que ameritan.
Pero además esa intencionalidad que nos damos cuando decimos que vamos a trabajar
educación sexual, no es desde cualquier enfoque. Necesitamos comenzar desde ahora a ir
integrando las distintas dimensiones e ir viendo con otros, como es posible compartirlas, ponerlas
en acción y transformarlas en contenidos para ser trabajados en la escuela.
Avancemos un poquito más en esta comprensión de la educación sexual integral. Desde el
Programa Nacional de ESI del Ministerio de Educación de la Nación, se define a la «Educación
Sexual Integral» como el espacio sistemático de enseñanza-aprendizaje que:

      responde a la etapa evolutiva de las alumnas y de los alumnos;

      incluye las distintas Dimensiones de la sexualidad;

      promueve un abordaje institucional articulado desde distintas miradas disciplinarias;

      se incluye en el proyecto institucional;

      incorpora distintas puertas de entrada para trabajar sobre la ESI: desde los contenidos de
       las distintas áreas y /o disciplinas; desde las situaciones de la vida cotidiana del aula y de
       la escuela; desde la reflexión y revisión sobre las formas de organización escolar;
      incluye las emociones y sentimientos presentes en los modos de vivir, cuidar, disfrutar,
       vincularse con uno mismo y con el otro;

      reconoce la promoción de valores que fortalezcan una sexualidad responsable y plena, con
       igualdad de género y derecho.
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“2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano”

       promueve saberes y habilidades para la toma de decisiones consientes y críticas en
        relación con el cuidado del propio cuerpo, las relaciones interpersonales, el ejercicio de la
        sexualidad y de los derechos;

       promueve el trabajo articulado con los centros de salud, las organizaciones sociales y las
        familias.

PROFUNDIZANDO EL ENFOQUE DE EDUCACIÓN SEXUAL INTEGRAL:

Para avanzar en la comprensión del enfoque de la ESI, a continuación desarrollaremos los
criterios conceptuales que orientaron la redacción de los lineamientos curriculares nacionales
aprobados por el Consejo Federal:

   Un enfoque integral de la educación sexual.
   La promoción de la salud.
   La consideración de las personas involucradas como sujetos de derecho.
   La especial atención a la complejidad del hecho educativo.


Enfoque integral de la educación sexual

Asumir la educación sexual en la escuela desde un perspectiva integral demanda un trabajo
dirigido a promover aprendizajes en tres niveles: el pensamiento, los sentimientos y las prácticas
concretas.
Por propuestas que apuntan a producir cambios de tipo cognitivo, se entenderán no solo el
suministro de información científicamente validada acorde a cada etapa evolutiva, sino también al
trabajo sobre los prejuicios y las creencias que sostienen actitudes discriminatorias, así como
también el conocimiento de derechos y obligaciones.
Con respecto al plano de la afectividad, desde la escuela es posible trabajar para desarrollar
capacidades emocionales como la empatía, la solidaridad y la expresión de los sentimientos en el
marco del respeto. Este aspecto puede resultar novedoso, ya que, en general, las competencias
emocionales fueron poco abordadas desde la escuela tradicional. De alguna manera, se daba por
sentado de que se trataba de cuestiones que se aprendían espontáneamente, con la madurez que
va brindando la experiencia. Sin desmerecer la vía de aprendizaje informal que constituye la
experiencia de vivir, es posible diseñar enseñanzas sistemáticas orientadas a generar formas de
expresión de los afectos, que mejoren las relaciones interpersonales y promuevan el crecimiento
integral de las personas.

Por último, el nivel conductual es el del aprendizaje a través de la práctica. En esta dimensión,
más relacionada con el «saber hacer», se propende a la adquisición de competencias tales como
la posibilidad de decir no frente a presiones de otros, al fortalecimiento de conductas de cuidado
personal y colectivo de la salud, como así también de aquellas habilidades psicosociales, como la
expresión y el manejo de sentimientos, afectos y emociones..




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“2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano”

Las experiencias de aprendizaje promovidas deberán integrar los tres niveles mencionados para
poder así dar cuenta de un enfoque integral. De modo que a la integralidad vinculada a la
inclusión de las distintas dimensiones ya mencionadas y desarrolladas, le sumamos la integralidad
dada por estos tres niveles: cognitivo, emocional y conductual.
El hecho de considerar a la sexualidad como construcción social y personal nos hace revisar el
modo en que la escuela -como actor social- interviene explícita o implícitamente en la
«construcción de la sexualidad». Aún cuando la escuela en muchas oportunidades evita el
tratamiento de este tema y lo silencia, también educa sexualmente. Ser conscientes de estos
procesos nos permite mejorar nuestras intervenciones.

La promoción de la salud

La promoción de la salud constituye una estrategia amplia vinculada al desarrollo de la ESI en las
escuelas, en tanto sustenta una concepción integral de salud que trasciende la consideración de
la mera ausencia de enfermedad. La salud es, desde la perspectiva de la promoción, un proceso
que se desarrolla durante toda la vida de las personas, más que un estado alcanzado o por
alcanzar. Es también un concepto que ha variado a lo largo del tiempo y que se ha ido forjando y
resignificando. No es una noción neutra ni estática, sino que se construye y ha ido variando a
través de la historia de acuerdo con paradigmas dominantes, condiciones concretas de existencia
de los pueblos, desarrollos científicos y tecnológicos y, también saberes populares.

En nuestros días, la perspectiva de salud integral enfatiza la confluencia de dimensiones
biológicas, sociales, económicas, culturales, psicológicas, históricas, éticas como influyentes en
los procesos de salud-enfermedad. Desde esta perspectiva, la promoción de la salud, no solo
intenta reducir riesgos sino fundamentalmente promover los factores para la salud y el desarrollo
integral de las personas.

Este posicionamiento intenta superar los reduccionismos de todo tipo, especialmente aquellos
ligados al cientificismo biologista o a la medicina mecanicista. La noción de salud integral remite a
una concepción también integral del ser humano, en la cual no se desdeñan, sino que -por el
contrario- se recuperan y se consideran las creencias y los posicionamientos éticos, y se propician
los diálogos necesarios para garantizar la participación activa de las personas en el cuidado de la
salud individual y colectiva. La salud es concebida -también hoy- como un derecho de las
personas y como una obligación de los Estados.

Pensar la salud como una construcción social y personal nos remite a considerar a la escuela
como un actor social y agente de socialización que tiene, explícita o implícitamente, participación e
influencia en la construcción de la salud y de la sexualidad de sus miembros. Todas las escuelas,
aunque no sean conscientes de ello, participan de este proceso con las formas de organizar la
vida escolar y los modos de vincularse con sus alumnas y alumnos, de sus normas disciplinarias y
de convivencia, y del trato diferencial que puedan brindar implícitamente por sexo, etnia, clase
social o religión.

Ayudar a la escuela a revisar sus prácticas, - en este sentido-, contribuye a potenciar sus
oportunidades para promover la salud y el desarrollo de quienes por ella transitan.
Algunas de las concepciones dominantes a lo largo del tiempo, para abordar la educación sexual
en la escuela se sustentan en modelos bio-médicos, donde la educación sexual se liga al riesgo y
a la prevención de enfermedad. El enfoque de «Promoción de la salud», al poner el acento en la
salud y no solo en la enfermedad nos permite ampliar este enfoque y reorientarlo. Nos permite


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“2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano”

pensar en que la sexualidad, por tratarse de un proceso inherente y constitutivo del ser humano,
está más vinculada a la salud que a la enfermedad. Esta última, privilegiada en los enfoques
biomédicos y biologistas de la Educación sexual, debe ser solo una parte del enfoque, no su eje ni
su centro.

La consideración de todas las personas involucradas en el hecho educativo como sujetos
de derecho

Varios son los derechos humanos que se ponen en juego en relación con el cumplimiento de la
Ley de Educación Sexual Integral:

       El derecho a la vida y a la salud.

       El derecho a la integridad física, psíquica y moral de niñas niños y adolescentes.

       El derecho a la igualdad ante la ley y a la no discriminación.

       El derecho a la libertad de elección.

       El derecho a la información, a la opinión y a la participación de todos los integrantes de la
        comunidad educativa.

       El derecho a una educación de calidad.

       El derecho a la identidad y a la dignidad.

       El respeto a los preceptos morales y culturales que los padres desean inculcar a sus hijos,
        en tanto estos no violen los derechos y la dignidad de niños y jóvenes.

       El derecho a vivir según las propias convicciones morales o religiosas.

       El derecho de los docentes a participar activamente en la elaboración e implementación
        del proyecto institucional de la escuela.

       El derecho de los docentes a la capacitación y actualización integral.

La perspectiva de derechos humanos como marco de la ESI alude a la obligatoriedad del Estado
de garantizar el efectivo cumplimiento de los derechos de las personas. Los derechos que deben
ser considerados a la hora de pensar formas de implementación de proyectos de ESI en las
escuelas podrían pensarse teniendo en cuenta dos aspectos: uno, vinculado a los contenidos, y
el otro, a la metodología.
En relación con el primero –con el foco en los contenidos-, la legislación nacional es clara al
respecto, y en varias leyes4, se alude al derecho de las personas a recibir información y
conocimientos debidamente validados por la comunidad científica en lo que hace al cuidado,
promoción y prevención de riesgos y daños de la salud, el respeto por el cuerpo propio y por el
ajeno, a la prevención de enfermedades infectocontagiosas y a todos los conocimientos que

4
        Ley N° 25.673 de Salud Sexual y Procreación Responsable, Ley N° 26.150 de Educación Sexual Integral, Ley
N° 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, Convención Internacional de los
Derechos del Niño.
        11
“2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano”

contribuyan al ejercicio de una sexualidad sana, responsable y plena. Estos saberes deben estar
inscriptos en una perspectiva multidimensional, multidisciplinaria y respetuosa del contexto
cultural, en el marco de los derechos humanos. Esto implica que la escuela debe enseñar que
ciertas prácticas, aun aceptadas culturalmente por algún colectivo social, pero consideradas
violatorias de los derechos humanos, no pueden ser aceptadas (tal es el caso del abuso sexual o
de otras formas de maltrato y de vulneración de derechos).

Con respecto al segundo aspecto -la metodología-, un enfoque basado en la consideración de las
personas como sujetos de derecho propenderá a fomentar la activa participación de los alumnos,
alumnas y sus familias en un clima de diálogo permanente que garantice la búsqueda de
consenso y el respeto por las creencias, sin eludir el abordaje de las tensiones que puedan
presentarse.
Los derechos de los alumnos y alumnas son reconocidos cuando se trabaja en torno al suministro
de información adecuada, actualizada y científicamente validada. Cuando se consideran sus
opiniones, emociones y sentimientos, y cuando se asume el rol del adulto mediante el ejercicio de
la función de orientación y confrontación en el ámbito de la contención y la confianza.

Por último, la consideración de los docentes como sujetos de derecho debería expresarse en el
reconocimiento de su identidad profesional y, a la vez, previendo la implementación de acciones
de capacitación, apoyo y contención para acompañarlos en la concreción de los propósitos
formativos de la ESI.

La especial atención a la complejidad del hecho educativo

La tarea de las instituciones educativas en lo que respecta a la implementación de programas de
Educación sexual integral adquiere características propias y diferentes de las que puedan
asumir las instituciones de salud u otros colectivos que también participan en la educación
de niños, niñas y jóvenes. Si bien la escuela deberá trabajar en articulación con otros sectores,
esto no implica desconocer sus responsabilidades específicas, sus potencialidades y la
particular complejidad que reviste el vínculo docente-alumno, como así también la necesidad de
arribar a consensos con las familias.
La escuela desarrolla su función en el delicado equilibrio entre el respeto por las diferencias y la
responsabilidad de igualar oportunidades, trabajando en pos de la restitución de derechos
vulnerados y de la promoción del desarrollo integral de niños, niñas y adolescentes. Más allá de
las recurrencias evolutivas, las diferencias de todo tipo (etnia, clase social, ámbito rural o urbano,
creencias particulares, etc.) hacen que cada grupo de niños, niñas o jóvenes transite su
crecimiento y constituya su experiencia de maneras muy diferentes. Admitir este plural supone
una responsabilidad para los educadores. A la hora de pensar estrategias, estas diferencias
deberán ser tenidas en cuenta y, en el marco de los criterios generales que establecen las leyes
ya mencionadas, cada institución educativa deberá realizar las contextualizaciones necesarias, en
términos de pensar, rediseñar, preguntar y crear intervenciones adecuadas a cada particularidad,
trabajando en pos del consenso. Reconocer las diferencias debe tender a consolidar la equidad y
no, por el contrario, a naturalizar desigualdades.

Desde esta perspectiva, los aprendizajes impulsados deberán propender al desarrollo integral de
niños, niñas y adolescentes ofreciendo conocimientos significativos y pertinentes a cada etapa
evolutiva, ayudando a los alumnos y alumnas a comprender su crecimiento y a aceptar los
cambios, necesidades y problemáticas que ese crecimiento conlleva.



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Educacion sexual integral

  • 1. “2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano” Material de estudio: “Introducción a los conceptos de sexualidad y educación sexual” A partir del 2006, recibir Educación Sexual Integral es un derecho para todos los alumnos y alumnas en nuestro país. La Ley Nacional 26.150 que establece este derecho, ha sido celebrada por buena parte de nuestra sociedad y desde su sanción a la fecha, ha impulsado una serie de interesantes debates a la hora de imaginar su efectivo cumplimiento. Al mismo tiempo, la inclusión de la educación sexual como contenido de aprendizaje en las escuelas constituye un motivo de preocupación. Esta preocupación puede estar relacionada con la complejidad de los contenidos, que despiertan todo tipo de resquemores; en especial porque la sexualidad se vincula en el imaginario social únicamente con la genitalidad y, entonces, pone en juego discusiones que están ligadas predominantemente a distintos sistemas de valores y de creencias personales y sociales con respecto a esta dimensión. También se vislumbra una lucha de poderes y disputas sobre qué significa y quiénes tienen el saber sobre la «Educación sexual integral (ESI)». 1
  • 2. “2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano” Los distintos sectores y actores sociales hablamos de sexualidad y realizamos acciones de educación sexual en la escuela. Sin embargo, aun refiriéndonos al mismo tema y en el mismo ámbito, muchas veces entendemos a la ESI de diversos modos y generalmente cada uno de los distintos sectores y actores nos ocupamos de algunas dimensiones de la educación sexual, pero no realizamos una educación sexual integral que contemple el abordaje de sus múltiples dimensiones. Por ejemplo, el sector Salud aborda principalmente la salud reproductiva y la prevención de ITS y VIH/Sida. Mientras tanto, desde las Ciencias Sociales, se pone el énfasis en los temas de género y/o derechos. Lo cierto es que este tema impacta en nuestra sociedad, dando cuenta de la necesidad de llevar a cabo un debate; necesidad con la que todos están de acuerdo, y que sin embargo siempre - pareciera – se posterga. La Ley 26.150, sancionada en 2006 constituye una herramienta que ha tendido a acelerar tanto las discusiones como la implementación de la educación sexual en las escuelas de nuestro país. Esta ley desencadena todo el proceso que debe llevar a que esa Educación sexual sistemática, obligatoria y con contenidos básicos definidos, se implemente efectivamente en todas las escuelas y jurisdicciones del territorio nacional. Desde la sanción de la ley hasta la actualidad, se ha ido superando la discusión sobre la legitimidad del lugar de la escuela en la enseñanza de la ESI, y lo que aún persiste es la necesidad de profundizar políticas públicas tendientes a acompañar a las jurisdicciones, escuelas y docentes esta tarea. Teniendo en cuenta la complejidad de esta situación, nos proponemos brindar, en este material, los contenidos que permitan reflexionar sobre el significado de la ESI, concienciar sobre la forma en que la educación sexual integral se presenta en nuestras prácticas y brindar algunas herramientas para empezar a concretarla en nuestro trabajo cotidiano en el aula y en la escuela. 2
  • 3. “2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano” Acerca de los significados y sentidos de la educación sexual Hablar de educación sexual en la escuela puede llevarnos a pensar en diferentes cuestiones, dependiendo de nuestro modo de concebir la sexualidad, la idea de ser humano que esta concepción conlleve, y la visión del hecho educativo que sustentemos. Cuando hablamos de educación sexual no siempre hablamos de lo mismo e incluso podemos hablar desde posicionamientos diferentes a partir de los cuales se estructuran abordajes diversos sobre el tema. Por eso en esta primera parte del curso nos parece importante comenzar a hablar de los distintos enfoques de educación sexual de modo de introducir el debate sobre los distintos significados que adquiere la sexualidad y la educación sexual. Los enfoques son modelos conceptuales; por lo tanto, existen diferentes formas de categorizarlos y, a la vez, nunca se dan puros en la realidad. Sin embargo, podemos identificar la predominancia de algunos de ellos, y esto resulta de utilidad para reflexionar sobre nuestras prácticas. Porque los enfoques o modelos constituyen formas de concebir la ESI, pero no se agotan en el plano de las ideas, sino que tienen fuertes consecuencias en las acciones que desde cada uno se proponen. En este módulo tomaremos los enfoques de Educación sexual desarrollados por Graciela Morgade1 y profundizaremos luego en el enfoque de Educación Sexual Integral que se encuentra en concordancia con la ley 26150, los lineamientos curriculares y el Programa Nacional ESI. Partiendo de los distintos enfoques de la Educación Sexual El médico-biologista, un enfoque higienista cuya principal preocupación pasa por discriminar salud de enfermedad y aprovechar la «población cautiva» que los alumnos y alumnas suponen para este enfoque, prescribiendo sobre el cuidado de la salud. Desde este punto de vista, abundan las descripciones anatomofisiológicas, la información acerca de patologías, la descripción de los riesgos de enfermar por un mal ejercicio de la sexualidad y el lenguaje médico. El estudio de la Anatomía y Fisiología aparece desgajado de la consideración de las emociones. Es un modelo sumamente normativo, que parte de la sobrevalorización del saber médico, impone la lógica de las instituciones de salud a las educativas, desconsidera el saber de los/las docentes y prioriza las disertaciones de profesionales y los materiales prescriptivos. El enfoque educativo tradicional-moralista, que promueve silencios o prohibiciones en torno a la sexualidad; y que se centra en «lo que debe ser» y «lo que no debe ser», «lo que está bien» y «lo que está mal», de acuerdo con prescripciones morales bien definidas y consideradas universales. Este modelo no contempla espacios para escuchar realidades diversas, para abrir el diálogo genuino y para promover la diferencia. Es un modelo en el cual la palabra del adulto y la prescripción ocupan un lugar preponderante, en cual se persigue la intención de retener, controlar y normativizar la sexualidad. El lugar de la palabra de los jóvenes y de las diferencias se ve aquí casi completamente negado. Al igual que el modelo biologicista se inscribe en la reducción de sexualidad a genitalidad. Otro aspecto importante a tener en cuenta en relación a este enfoque, es que, en ocasiones, puede presentar contradicciones en relación a derechos vigentes existentes en nuestro país, como los establecidos 1 s.r. 3
  • 4. “2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano” en la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, la Ley de Matrimonio Igualitario o la recientemente sancionada Ley de Identidad de Género. Otro modelo que hoy cobra relevancia es el de la sexología, que enfatiza la necesidad de promover la enseñanza de «buenas prácticas» sexuales, prevenir disfunciones, problematizar creencias y propiciar la exploración de modos personales o compartidos de conocer y disfrutar de la sexualidad. Este enfoque se asienta en una concepción de la sexualidad como una construcción que está presente durante toda la vida y aporta desarrollos teóricos que resultan interesantes a la hora de pensar el desarrollo de la ESI. Sin embargo, una profundización de este enfoque estaría más relacionada con la tarea de los efectores de salud (consejerías para jóvenes). Los enfoques que Morgade2 denomina normativos o judiciales enfatizan la consideración de la vulneración de derechos que padecen niños, niñas y adolescentes en una gama de situaciones que van desde el abuso hasta la violación. Como la autora señala, creemos importante la inclusión de una sólida formación en derechos humanos y en competencias o habilidades relacionadas con el autocuidado y con la posibilidad de identificar acciones abusivas por parte de los adultos en el ámbito familiar e institucional. Los lineamientos curriculares dan cuenta de la relevancia otorgada a las vulneraciones de derechos, tanto en los contenidos propuestos como así también en los propósitos formativos. Sin embargo, coincidimos en que este tema debe ser abordado en el marco más amplio de la ESI, y creemos también que no ha de ser por este costado por donde se comience a plantear esta cuestión para evitar que la sexualidad quede asociada a peligros y a amenazas. Por último, el denominado enfoque de género es sin duda uno de los que más aportes ha brindado para la construcción de un abordaje integral de la educación sexual. Este modelo enfatiza la noción de un cuerpo humano inscripto en una red de relaciones sociales que le dan sentido, configurando modos de ser y de actuar, formas de vivir lo masculino y lo femenino, y los modos de ejercerlo (social, histórica y culturalmente determinado como «lo masculino» y como «lo femenino»), prestando especial atención al trabajo educativo que promueve la desnaturalización de las desigualdades. Es importante destacar que, si bien el posicionamiento que este modelo sostiene está también incluido en el enfoque de Educación sexual integral, este último no se agota en esta perspectiva. Ahora bien, frente a estos enfoques que tienen presencia en las escuelas y que, a pesar de sus posiciones sesgadas en algunos aspectos de la sexualidad mas que en otros, aportan contenidos: ¿cuál es el enfoque que la Ley nacional propugna y que venimos construyendo en el Ministerio Nacional desde el año 2006, y que fue particularmente reforzado con la aprobación de los lineamientos curriculares? Para profundizar en algunos conceptos, concepciones y criterios que nos permitirán comprender mejor el enfoque de Educación Sexual Integral (ESI) a continuación desarrollaremos los siguientes ítems:  Acerca de la sexualidad: la sexualidad como concepto complejo o 1a. La sexualidad y sus múltiples dimensiones Acerca de la Educación Sexual Integral  Profundizando el enfoque de ESI: criterios conceptuales que orientaron la redacción de los lineamientos curriculares nacionales. 2 s.r. 4
  • 5. “2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano” ACERCA DE LA SEXUALIDAD: LA SEXUALIDAD COMO CONCEPTO COMPLEJO La sexualidad como concepto complejo nos invita a imaginarla en una trama que incluye distintas dimensiones desde donde poder mirarla, nombrarla y abordarla. Esta trama compleja nos conduce a pensar en un abordaje multidisciplinario de la temática desde la escuela y sus diversos espacios. También la concepción de integralidad nos remite, entre otras cosas, a que no sólo debe transmitirse información pertinente y actualizada sobre sexualidad, sino que fundamentalmente deben promoverse competencias y capacidades que permitan a los alumnos y a las alumnas emplear críticamente esa información, para un ejercicio informado y consciente de la misma, acompañando de esta manera su desarrollo integral. Nombrar la sexualidad conduce, con frecuencia, a rápidas asociaciones con otros conceptos, tales como: naturaleza, instintos, normalidad, prevención, genitalidad, reproducción y adolescencia. Ciertas representaciones sociales3 cotidianas asocian sexualidad con genitalidad, sosteniendo entonces que la misma se inicia en la adolescencia mediante impulsos supuestamente incontenibles, traducidos casi exclusivamente en actividad genital. Por su parte, el saber popular, los dichos y chistes que circulan cotidianamente, reflejan una idea de sexualidad equivalente a encuentro genital, vinculada a la reproducción, y asociada a estereotipos sobre la masculinidad y la feminidad. Intentaremos revisar los supuestos que nos hacen concebir y transmitir ideas acerca de la sexualidad humana como si se tratara meramente de funciones biológicas naturales y permanentes a lo largo del tiempo. Se hará necesario recorrer su historia, su diversidad en las distintas culturas, y reconocer que hablar de sexualidad es hablar de lo humano, de su constitución, de la afectividad y de los sentimientos y valores vinculados a ella, de las relaciones entre personas situadas en contextos determinados, y de relaciones a veces asimétricas entre hombres y mujeres que pueden contribuir a producir desigualdades en el ámbito de lo privado y también de lo público. El concepto de sexualidad aludido por la Ley N° 26.150 (Ley Nacional de Educación Sexual Integral) excede ampliamente la noción más corriente que la asimila a «genitalidad» o a «relaciones sexuales». Según la Ley, la sexualidad abarca «aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos». La sexualidad se entiende como una de las dimensiones constitutivas de la persona que, presente de diferentes maneras, es relevante para su despliegue y su bienestar durante toda la vida. «El término «sexualidad» se refiere a una dimensión fundamental del hecho de ser humano. (…) Se expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades, prácticas, roles y relaciones. La sexualidad es el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos o 3 La categoría representaciones sociales hace referencia a las construcciones de conocimiento integradas por informaciones, creencias, opiniones y actitudes; es una forma de conocimiento socialmente elaborado y compartido que contribuye a la construcción de la realidad social. En este sentido, las representaciones sociales sirven como marco de percepción en la interpretación de la realidad y, muchas veces, guían las prácticas que realizan los distintos actores sociales. 5
  • 6. “2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano” espirituales. (…) En resumen, la sexualidad se practica y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos» o LA SEXUALIDAD Y SUS MÚLTIPLES DIMENSIONES Tal como venimos desarrollando hasta ahora, la sexualidad es una trama de múltiples hilos que «hacen» nuestra vida en tanto humanos; es mucho más que un hecho o un conjunto de procesos biológicos, aspectos que sin duda forman parte de ella, pero que se ven a su vez continuamente transformados por prácticas sociales, procesos psicológicos, decisiones políticas, marcos regulatorios, leyes, normas, disposiciones escritas y tácitas, posiciones éticas, etcétera. Estas dimensiones están articuladas de manera que no es fácil desanudarlas o diferenciarlas con total claridad. Sin embargo, trataremos de hacer el intento de mencionar y caracterizar a cada una de ellas a fin de que se comprendan en esta trama y en su especificidad: La dimensión biológico - sanitaria alude a los procesos anátomo-fisiológicos vinculados con la sexualidad: la conformación pre-natal del cuerpo con determinados órganos sexuales, la reproducción, el embarazo, el parto, el desarrollo del cuerpo y sus transformaciones a lo largo del tiempo y de diferentes instancias por las que atravesamos, como niñez, adolescencia, adultez, vejez. Los significados adjudicados a estos procesos y los modos de simbolizar y representar al cuerpo, los órganos sexuales, la genitalidad, la reproducción, las etapas vitales. Se incluyen también en esta dimensión todos aquellos contenidos que se vinculan con la prevención y promoción de la salud. La dimensión sociocultural e histórica, alude a la necesidad de pensar a ese sujeto biológico entramado con valoraciones y prácticas socioculturales, en medio de las cuales transcurren los procesos en que las personas nos conformamos con características propias y diferentes y desarrollamos nuestra sexualidad, condicionadas a su vez por el momento histórico en que vivimos. Estas pueden sostenerse en hábitos, costumbres y tradiciones, o bien enmarcarse en prescripciones jurídicas, escritas en leyes y normas que regulan nuestra vida cotidiana. Esta dimensión incluye la posibilidad de pensar algunos contenidos de la sexualidad desde una perspectiva sociocultural que permite visualizar las diferentes formas de ejercer la masculinidad y la femineidad a lo largo de la historia; los cambios en la organización y en la estructura y dinámica familiar a lo largo del tiempo; la indagación y análisis crítico sobre la construcción social e histórica del ideal de la belleza y del cuerpo para varones y mujeres, entre otros. La dimensión psicológica alude generalmente a los procesos que conforman el cuerpo y el psiquismo en el seno de un conjunto de relaciones, inicialmente familiares y luego en diferentes grupos sociales, forjando una identidad sexuada. Desde la psicología y el psicoanálisis –el que toma a la sexualidad como dimensión fundamental de la construcción de subjetividad- contamos con conceptualizaciones que permiten comprender los modos en que los humanos nos hacemos mujeres o varones, nos relacionamos con otros y otras, formamos parte de una familia, construimos familias, ejercemos la maternidad y la paternidad, nos vinculamos en pareja, etc. Estos conceptos se vinculan fundamentalmente con la construcción de la identidad y la alteridad, las identificaciones, la trama edípica que nos constituye en relación con padre y madre (considerados en tanto funciones), todas ellas instancias fundantes del sujeto que permanecen como matrices o formas de relaciones entre las personas a lo largo de toda la vida. No obstante, esta dimensión psicológica no agota la comprensión de la constitución 6
  • 7. “2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano” subjetiva: la subjetividad y la intersubjetividad tampoco pueden ser comprendidas exclusivamente desde la psicología. Al mismo tiempo, es importante resaltar que esta dimensión psicológica se refiere a la afectividad, a la construcción de la autoestima, a nuestras capacidades para manejar y expresar sentimientos y emociones, a resolver conflictos de la vida diaria, a tomar decisiones y relacionarnos con los otros y con el mundo. La dimensión ética alude a los valores que adquirimos a través de nuestra crianza, cultura y religión, y que son parte constitutiva de la sexualidad y las formas de vivirla. Por ejemplo, valores como la solidaridad y cooperación, el amor, el respeto por uno mismo y por los otros, el respeto por la diversidad y la no discriminación, el respeto por la privacidad e intimidad propia y ajena, pueden traducirse en formas positivas de vivir y ejercer nuestra sexualidad con relación a nosotros mismos y a los otros. La constitución de vínculos positivos con uno mismo y con los demás, dados en el marco de estos valores son cuestiones que deberían poder promoverse desde la escuela, sin embargo no siempre se presentan como “contenidos sistemáticos” a trabajar desde la misma. La forma en que nos vinculamos y nos relacionamos, está presente en la cotidianeidad de las instituciones educativas, en el trato que nos dispensamos entre adultos, entre adultos y niños y entre niños. Se visualiza en los recreos y en el aula. Sin embargo, si vamos más atrás, la posibilidad de construir estos vínculos, se ponen en juego desde muy pequeños y a partir de la posibilidad real de construir estos vínculos con otros: familiares, amigos, compañeros, docentes. El modo en que ese entramado se va configurando dará lugar a distintos tipos de vínculos. La posibilidad de ir habilitando formas de relaciones positivas entre las personas a lo largo de toda la vida permitirá poner en juego la dimensión afectiva. De modo que esta dimensión constituye un entramado, difícil de comprender por fuera de otras dimensiones, fundamentalmente la psicológica y la ética. La dimensión jurídica está fuertemente vinculada con los derechos humanos y con el trabajo que desde la escuela se realiza para promoverlos y evitar situaciones que los vulneren. Asimismo, define los modos en que la sexualidad se inscribe en normas y leyes, tácitas o explícitas, determinando y regulando nuestra vida cotidiana, ordenando, habilitando, prohibiendo, estableciendo lo que la sexualidad humana es y/o puede ser, sus condiciones y alcances. Consideremos en esta dimensión, por ejemplo, las recientes leyes que promueven importantes avances en el terreno de la salud y de su cuidado, la educación sexual, los derechos de los/as adolescentes, la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres, la identidad de género y el rechazo a todas formas de discriminación. Es importante comprender, que el conjunto de leyes sancionadas que se vinculan con la sexualidad u otros temas, son en general, el fruto de procesos históricos, políticos, y sociales. También son producto de tensiones, de conquistas y de necesidades o derechos vulnerados de los distintos sectores y grupos sociales. Desde este lugar los derechos no son considerados como algo “naturalmente dado” sino que son producto de la acción de los sujetos, sectores y grupos sociales. El trabajo sobre la comprensión de esos procesos y la promoción de un sujeto con capacidad de intervenir activamente ante la vulneración de derechos constituyen uno de los principales desafíos de la escuela en vinculación con esta dimensión. La dimensión espiritual, presente en todos los órdenes de la vida, se vincula con la experiencia real y se relaciona con la búsqueda de sentido a la vida propia del ser humano. A menudo se homologa la espiritualidad a la religión; ambos son conceptos íntimamente relacionados pero no idénticos. La espiritualidad alude también a la aptitud de superar la materialidad de la existencia 7
  • 8. “2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano” individual. El ser humano trasciende su historia individual de muchos modos. La educación, como trasmisión intergeneracional del depósito de los saberes adquiridos por la humanidad en su experiencia milenaria, es también una expresión de la espiritualidad humana. La dimensión espiritual de la sexualidad se encuentra entre otras cosas, vinculada a la posibilidad de trascendencia a través del encuentro con otro ser. Este entramado complejo expresa una forma de entender la sexualidad que implica mirarla no ya desde una sola dimensión, sino desde un conjunto de dimensiones, lo cual va configurando un modo particular de entender la Educación sexual en términos integrales. La Educación sexual integral propuesta a partir de la ley 26.150 y los lineamientos curriculares para la Educación sexual integral expresa así una visión que tendrá que traducirse en una abordaje multidimensional al momento de pensar el trabajo en el aula. Sin dejar de ser esta una premisa compleja, pero no imposible, intentaremos acompañar en este curso el proceso de comenzar a pensar el cómo de ese abordaje a través de la aproximación a los lineamientos y a los materiales didácticos que los acompañan. ACERCA DE LA EDUCACIÓN SEXUAL INTEGRAL Cuando hablamos de Educación sexual estamos hablando de una “intencionalidad”, es decir, de la generación de un espacio sistemático que no deje librado al azar la posibilidad de enseñar o no educación sexual. Esa intencionalidad requiere de un espacio y un tiempo para revisar nuestras prácticas y ver que muchos de estos contenidos que plantean los lineamientos, ya se están poniendo en acción en nuestras planificaciones o en nuestras prácticas escolares. Otros, en cambio, probablemente estén ausentes y debamos encontrar el modo de introducirlos, de hacerles espacio y de darles el énfasis y la relevancia que ameritan. Pero además esa intencionalidad que nos damos cuando decimos que vamos a trabajar educación sexual, no es desde cualquier enfoque. Necesitamos comenzar desde ahora a ir integrando las distintas dimensiones e ir viendo con otros, como es posible compartirlas, ponerlas en acción y transformarlas en contenidos para ser trabajados en la escuela. Avancemos un poquito más en esta comprensión de la educación sexual integral. Desde el Programa Nacional de ESI del Ministerio de Educación de la Nación, se define a la «Educación Sexual Integral» como el espacio sistemático de enseñanza-aprendizaje que:  responde a la etapa evolutiva de las alumnas y de los alumnos;  incluye las distintas Dimensiones de la sexualidad;  promueve un abordaje institucional articulado desde distintas miradas disciplinarias;  se incluye en el proyecto institucional;  incorpora distintas puertas de entrada para trabajar sobre la ESI: desde los contenidos de las distintas áreas y /o disciplinas; desde las situaciones de la vida cotidiana del aula y de la escuela; desde la reflexión y revisión sobre las formas de organización escolar;  incluye las emociones y sentimientos presentes en los modos de vivir, cuidar, disfrutar, vincularse con uno mismo y con el otro;  reconoce la promoción de valores que fortalezcan una sexualidad responsable y plena, con igualdad de género y derecho. 8
  • 9. “2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano”  promueve saberes y habilidades para la toma de decisiones consientes y críticas en relación con el cuidado del propio cuerpo, las relaciones interpersonales, el ejercicio de la sexualidad y de los derechos;  promueve el trabajo articulado con los centros de salud, las organizaciones sociales y las familias. PROFUNDIZANDO EL ENFOQUE DE EDUCACIÓN SEXUAL INTEGRAL: Para avanzar en la comprensión del enfoque de la ESI, a continuación desarrollaremos los criterios conceptuales que orientaron la redacción de los lineamientos curriculares nacionales aprobados por el Consejo Federal:  Un enfoque integral de la educación sexual.  La promoción de la salud.  La consideración de las personas involucradas como sujetos de derecho.  La especial atención a la complejidad del hecho educativo. Enfoque integral de la educación sexual Asumir la educación sexual en la escuela desde un perspectiva integral demanda un trabajo dirigido a promover aprendizajes en tres niveles: el pensamiento, los sentimientos y las prácticas concretas. Por propuestas que apuntan a producir cambios de tipo cognitivo, se entenderán no solo el suministro de información científicamente validada acorde a cada etapa evolutiva, sino también al trabajo sobre los prejuicios y las creencias que sostienen actitudes discriminatorias, así como también el conocimiento de derechos y obligaciones. Con respecto al plano de la afectividad, desde la escuela es posible trabajar para desarrollar capacidades emocionales como la empatía, la solidaridad y la expresión de los sentimientos en el marco del respeto. Este aspecto puede resultar novedoso, ya que, en general, las competencias emocionales fueron poco abordadas desde la escuela tradicional. De alguna manera, se daba por sentado de que se trataba de cuestiones que se aprendían espontáneamente, con la madurez que va brindando la experiencia. Sin desmerecer la vía de aprendizaje informal que constituye la experiencia de vivir, es posible diseñar enseñanzas sistemáticas orientadas a generar formas de expresión de los afectos, que mejoren las relaciones interpersonales y promuevan el crecimiento integral de las personas. Por último, el nivel conductual es el del aprendizaje a través de la práctica. En esta dimensión, más relacionada con el «saber hacer», se propende a la adquisición de competencias tales como la posibilidad de decir no frente a presiones de otros, al fortalecimiento de conductas de cuidado personal y colectivo de la salud, como así también de aquellas habilidades psicosociales, como la expresión y el manejo de sentimientos, afectos y emociones.. 9
  • 10. “2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano” Las experiencias de aprendizaje promovidas deberán integrar los tres niveles mencionados para poder así dar cuenta de un enfoque integral. De modo que a la integralidad vinculada a la inclusión de las distintas dimensiones ya mencionadas y desarrolladas, le sumamos la integralidad dada por estos tres niveles: cognitivo, emocional y conductual. El hecho de considerar a la sexualidad como construcción social y personal nos hace revisar el modo en que la escuela -como actor social- interviene explícita o implícitamente en la «construcción de la sexualidad». Aún cuando la escuela en muchas oportunidades evita el tratamiento de este tema y lo silencia, también educa sexualmente. Ser conscientes de estos procesos nos permite mejorar nuestras intervenciones. La promoción de la salud La promoción de la salud constituye una estrategia amplia vinculada al desarrollo de la ESI en las escuelas, en tanto sustenta una concepción integral de salud que trasciende la consideración de la mera ausencia de enfermedad. La salud es, desde la perspectiva de la promoción, un proceso que se desarrolla durante toda la vida de las personas, más que un estado alcanzado o por alcanzar. Es también un concepto que ha variado a lo largo del tiempo y que se ha ido forjando y resignificando. No es una noción neutra ni estática, sino que se construye y ha ido variando a través de la historia de acuerdo con paradigmas dominantes, condiciones concretas de existencia de los pueblos, desarrollos científicos y tecnológicos y, también saberes populares. En nuestros días, la perspectiva de salud integral enfatiza la confluencia de dimensiones biológicas, sociales, económicas, culturales, psicológicas, históricas, éticas como influyentes en los procesos de salud-enfermedad. Desde esta perspectiva, la promoción de la salud, no solo intenta reducir riesgos sino fundamentalmente promover los factores para la salud y el desarrollo integral de las personas. Este posicionamiento intenta superar los reduccionismos de todo tipo, especialmente aquellos ligados al cientificismo biologista o a la medicina mecanicista. La noción de salud integral remite a una concepción también integral del ser humano, en la cual no se desdeñan, sino que -por el contrario- se recuperan y se consideran las creencias y los posicionamientos éticos, y se propician los diálogos necesarios para garantizar la participación activa de las personas en el cuidado de la salud individual y colectiva. La salud es concebida -también hoy- como un derecho de las personas y como una obligación de los Estados. Pensar la salud como una construcción social y personal nos remite a considerar a la escuela como un actor social y agente de socialización que tiene, explícita o implícitamente, participación e influencia en la construcción de la salud y de la sexualidad de sus miembros. Todas las escuelas, aunque no sean conscientes de ello, participan de este proceso con las formas de organizar la vida escolar y los modos de vincularse con sus alumnas y alumnos, de sus normas disciplinarias y de convivencia, y del trato diferencial que puedan brindar implícitamente por sexo, etnia, clase social o religión. Ayudar a la escuela a revisar sus prácticas, - en este sentido-, contribuye a potenciar sus oportunidades para promover la salud y el desarrollo de quienes por ella transitan. Algunas de las concepciones dominantes a lo largo del tiempo, para abordar la educación sexual en la escuela se sustentan en modelos bio-médicos, donde la educación sexual se liga al riesgo y a la prevención de enfermedad. El enfoque de «Promoción de la salud», al poner el acento en la salud y no solo en la enfermedad nos permite ampliar este enfoque y reorientarlo. Nos permite 10
  • 11. “2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano” pensar en que la sexualidad, por tratarse de un proceso inherente y constitutivo del ser humano, está más vinculada a la salud que a la enfermedad. Esta última, privilegiada en los enfoques biomédicos y biologistas de la Educación sexual, debe ser solo una parte del enfoque, no su eje ni su centro. La consideración de todas las personas involucradas en el hecho educativo como sujetos de derecho Varios son los derechos humanos que se ponen en juego en relación con el cumplimiento de la Ley de Educación Sexual Integral:  El derecho a la vida y a la salud.  El derecho a la integridad física, psíquica y moral de niñas niños y adolescentes.  El derecho a la igualdad ante la ley y a la no discriminación.  El derecho a la libertad de elección.  El derecho a la información, a la opinión y a la participación de todos los integrantes de la comunidad educativa.  El derecho a una educación de calidad.  El derecho a la identidad y a la dignidad.  El respeto a los preceptos morales y culturales que los padres desean inculcar a sus hijos, en tanto estos no violen los derechos y la dignidad de niños y jóvenes.  El derecho a vivir según las propias convicciones morales o religiosas.  El derecho de los docentes a participar activamente en la elaboración e implementación del proyecto institucional de la escuela.  El derecho de los docentes a la capacitación y actualización integral. La perspectiva de derechos humanos como marco de la ESI alude a la obligatoriedad del Estado de garantizar el efectivo cumplimiento de los derechos de las personas. Los derechos que deben ser considerados a la hora de pensar formas de implementación de proyectos de ESI en las escuelas podrían pensarse teniendo en cuenta dos aspectos: uno, vinculado a los contenidos, y el otro, a la metodología. En relación con el primero –con el foco en los contenidos-, la legislación nacional es clara al respecto, y en varias leyes4, se alude al derecho de las personas a recibir información y conocimientos debidamente validados por la comunidad científica en lo que hace al cuidado, promoción y prevención de riesgos y daños de la salud, el respeto por el cuerpo propio y por el ajeno, a la prevención de enfermedades infectocontagiosas y a todos los conocimientos que 4 Ley N° 25.673 de Salud Sexual y Procreación Responsable, Ley N° 26.150 de Educación Sexual Integral, Ley N° 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, Convención Internacional de los Derechos del Niño. 11
  • 12. “2012 – Año de Homenaje al doctor D. Manuel Belgrano” contribuyan al ejercicio de una sexualidad sana, responsable y plena. Estos saberes deben estar inscriptos en una perspectiva multidimensional, multidisciplinaria y respetuosa del contexto cultural, en el marco de los derechos humanos. Esto implica que la escuela debe enseñar que ciertas prácticas, aun aceptadas culturalmente por algún colectivo social, pero consideradas violatorias de los derechos humanos, no pueden ser aceptadas (tal es el caso del abuso sexual o de otras formas de maltrato y de vulneración de derechos). Con respecto al segundo aspecto -la metodología-, un enfoque basado en la consideración de las personas como sujetos de derecho propenderá a fomentar la activa participación de los alumnos, alumnas y sus familias en un clima de diálogo permanente que garantice la búsqueda de consenso y el respeto por las creencias, sin eludir el abordaje de las tensiones que puedan presentarse. Los derechos de los alumnos y alumnas son reconocidos cuando se trabaja en torno al suministro de información adecuada, actualizada y científicamente validada. Cuando se consideran sus opiniones, emociones y sentimientos, y cuando se asume el rol del adulto mediante el ejercicio de la función de orientación y confrontación en el ámbito de la contención y la confianza. Por último, la consideración de los docentes como sujetos de derecho debería expresarse en el reconocimiento de su identidad profesional y, a la vez, previendo la implementación de acciones de capacitación, apoyo y contención para acompañarlos en la concreción de los propósitos formativos de la ESI. La especial atención a la complejidad del hecho educativo La tarea de las instituciones educativas en lo que respecta a la implementación de programas de Educación sexual integral adquiere características propias y diferentes de las que puedan asumir las instituciones de salud u otros colectivos que también participan en la educación de niños, niñas y jóvenes. Si bien la escuela deberá trabajar en articulación con otros sectores, esto no implica desconocer sus responsabilidades específicas, sus potencialidades y la particular complejidad que reviste el vínculo docente-alumno, como así también la necesidad de arribar a consensos con las familias. La escuela desarrolla su función en el delicado equilibrio entre el respeto por las diferencias y la responsabilidad de igualar oportunidades, trabajando en pos de la restitución de derechos vulnerados y de la promoción del desarrollo integral de niños, niñas y adolescentes. Más allá de las recurrencias evolutivas, las diferencias de todo tipo (etnia, clase social, ámbito rural o urbano, creencias particulares, etc.) hacen que cada grupo de niños, niñas o jóvenes transite su crecimiento y constituya su experiencia de maneras muy diferentes. Admitir este plural supone una responsabilidad para los educadores. A la hora de pensar estrategias, estas diferencias deberán ser tenidas en cuenta y, en el marco de los criterios generales que establecen las leyes ya mencionadas, cada institución educativa deberá realizar las contextualizaciones necesarias, en términos de pensar, rediseñar, preguntar y crear intervenciones adecuadas a cada particularidad, trabajando en pos del consenso. Reconocer las diferencias debe tender a consolidar la equidad y no, por el contrario, a naturalizar desigualdades. Desde esta perspectiva, los aprendizajes impulsados deberán propender al desarrollo integral de niños, niñas y adolescentes ofreciendo conocimientos significativos y pertinentes a cada etapa evolutiva, ayudando a los alumnos y alumnas a comprender su crecimiento y a aceptar los cambios, necesidades y problemáticas que ese crecimiento conlleva. 12