(feb.2017) Décimo tercer poema de la serie “Poemas Pythagóricos”.
Así como la luz perfecta es la mezcla de todos los colores, el silencio es la mezcla armoniosa de sonidos excelsos. El ave lo sabe y crea música; el peregrino lo sabe y calla, simplemente sigue su camino hacia la eterna luz del silencio.
Textos, fotografía y producción original: Carlos Rangel
2. ¿Cómo se pueden cantar sonidos
si no se ha conocido el silencio?
. . .
¿Cómo puede mi voz
cantar el silencio
si no ha vibrado primero
en todos y cada uno de los sonidos?
3. Es el silencio la mezcla armoniosa
de sonidos excelsos.
. . . . .
El ave lo sabe y los hace suyos,
vibra con ellos
y los convierte en música
al ritmo de los tiempos.
4. Así como los colores
mezclan sus vibraciones
en la Luz blanca de la vida,
así los sonidos mezclan las suyas
en la fusión sublime
del silencio eterno.
5. Escucha atento
a tu entorno:
todo emite un sonido
con un propósito
específico
aunque el oído
no sepa escucharlo.
Escucha atento
a tu interno:
el corazón sabe percibirlo.
6. Sólo los humanos
inventamos palabras
sin expresar nada
o para manifestar la desarmonía
de nuestros pensamientos,
de nuestras emociones,
de nuestras confusiones inobservadas.
7. Cuando detengo
mi vertiginosa inercia
veo que todo
vibra y se conecta
en mi virtud
o en mi carencia
…o en mi letargo…
Entonces me pregunto:
¿Qué llevo dentro,
armonía o ansiedad?
8. ¿Acaso soy consciente
de que en todo momento
-sin excepción-
estoy moviendo mi energía
hacia donde dirijo mi intención
o hacia donde me dejo llevar
por mi brumosa confusión?
9. El peregrino lo sabe,
pues ha cantado todos los sonidos,
ha ensayado todos los ritmos
y sigue intentando hacer suyo
el sereno Canto del Silencio
que vibra en el Tiempo Eterno.
10. Entonces ejerce su virtud.
Pero no cualquier virtud,
sino la de ese momento.
… Y como el árbol,
levanta sus ramas al sol
mientras ahonda sus raíces en la tierra.
11. Y cuando lo hace, sana él,
sana todos los mundos,
sana su propio linaje,
sus compañeros de viaje,
su camino,
su carruaje,
desde el silencio
de su canto sin tiempo.
12. Si, la vida toda
es una transformación constante,
un canto que envuelve,
un viaje hacia el Eterno Bien,
siempre creando colores nuevos
para fundirse en la Luz.
13. Basta un instante
de verdadero perdón,
basta un instante
de genuino arrepentimiento
para desvanecer vidas enteras
de niebla reciclada.
14. Como el peregrino,
nada llevas al siguiente viaje:
Sólo lo que has brindado a la vida
en los desafíos de este viaje único
que sólo a ti pertenece
a cada paso
de cada hoy.