(oct.2016) Decimosegundo poema de la serie Poemas Pythagóricos. Ante la aparente “imperfección” de la vida y los errores que cometemos, aún con todo tipo de justificaciones pero siempre por los motivos equivocados, siempre está en nuestras manos el corregirlo todo, convertirnos en ese Reconstructor de los Tiempos que todos llevamos dentro, tomar conciencia y rediseñar nuestra vida toda, desde el inicio hasta el final.
Fotografía y Producción original: Carlos Rangel
Textos: Carlos Rengel / Ma. Amelia Ruiz
2. Hay quienes reniegan del tiempo
y creen que su vida es imperfecta;
ven su camino cubierto de niebla
sin darse cuenta que la niebla
no está en el camino,
sino en sus ojos.
3. Sin embargo
quien capta el Tiempo
como Uno solo
y se dispone a corregir en el hoy,
todo lo erróneo de su vida,
sabe que uno a uno
todos los tiempos pueden renovarse
en infinitas posibilidades.
4. Yo sé que puedo lograrlo
cuando aquieto mis ideas
observándolas con ternura,
sin censura,
sin amargura,
sin pudor,
sin culpa,
accediendo al Mundo del Misterio,
al Tiempo único,
con el sol del mediodía.
5. Yo sé que puedo lograrlo
cuando aquieto mis ideas
observándolas con ternura,
sin censura,
sin amargura,
sin pudor,
sin culpa,
accediendo al Mundo del Misterio,
al Tiempo único,
con el sol del mediodía.
No importa que nadie me escuche,
yo sé que mi voz -hablaba y callada-
puede ser magia
cuando permito que sea el Espíritu
quien hable y quien corrija,
y que de la Luz surja la palabra,
el pensamiento,
el sentir...
7. Yo me permito preguntarte
si a través de tu enojo,
si a través de los halagos de tus admiradores,
del sufrimiento que exhibes o que escondes,
de los titubeos que callas para no hacer olas,
si a través de tu obstinación
-imprudente y valiente-,
has conseguido algo…
8. Si a través de tu ceguera por elección,
o atención exacerbada a las sombras
-propias o ajenas-,
si al permitir que el infortunio te avasalle
has conseguido corregir lo erróneo
y encontrar alivio…
9. Es seguro que -como yo-,
conoces de sobra
ese dulce y efímero placer
que deja un hondo vacío
de gusto amargo…
10. ¡Puedes entonces corregir lo incorrecto,
para volverte un Reconstructor del Tiempo!
Así, no morirás como naciste,
pues sin darte cuenta,
habrás nacido de nuevo…
11. … con actitudes nuevas,
pensamientos nuevos,
palabras nuevas,
emociones nuevas,
surgidas de la Luz del no-tiempo
que usaste al corregir lo viejo
en tu misma imaginación,
en tu ensueño…
12. …disolviendo así los vicios de antaño,
contaminados al acumularlos
en la inmovilidad de tus propias repeticiones
y de las repeticiones de tus ancestros.
13. Todo está allí,
claramente escrito
en las transparentes
páginas del tiempo
que pueden ser reescritas
por el Reconstructor de los Tiempos
que desde su corazón sonríe…
14. …pues sabe
que al regresar al Origen,
a la Divina Fuente,
en silencio,
en paz,
en su centro,
puede rehacer de nuevo todos
y cada uno de sus tiempos,
hasta que sea la Paz y la Luz
en cada uno de ellos.
15. La Vida habla a través de los sucesos,
sólo hay que saber leerlos.
No me basta analizarlos o meditar,
la vida me pide acción de bien
para desmoronar las costras
con las que en otros tiempos
He cubierto la luz,
pues no hay nada que yo haga
que no tenga consecuencias
y deje secuelas.
16. Todo lo que has hecho, regresa
a menos que decidas cambiarlo,
-como el Reconstructor de los Tiempos
que sin saberlo levas dentro-,
sin castigos,
sólo posibilidad de crecimiento,
reconstruyendo lo equivocado.
17. Ni el higo es olivo
ni el albatros es delfín.
Sólo sonríe cuando veas al escarabajo
sin desear que sea jilguero
y saborea el limón
sin desear que sea ciruelo.
18. Cuando aceptes sin reserva
y respetes al abuelo fuego,
a la madre tierra,
al hermano viento,
a la hermana agua,
a todos y cada uno
de tus numerosos parientes
-aunque ni sepas que existen-,
19. …entonces vivirá en ti
lo mejor de cada uno
y serás todos ellos al mismo tiempo
y serás a un tiempo
todo lo que tú has sido,
pues serás consciente de ti.
20. Veo ese angelito de mármol
con sus deditos sobre los labios
pidiéndole a mi ego que se calle.
Y yo le sonrío en silencio,
al menos mientras lo miro…
21. Y he de sonreír como el angelito
-en silencio-
y beber a sorbos y de a poquito
lo que tanto rechazo
y evitar caer prisionero
de lo que disfruto;
no sé si lo consigo,
pero al menos tengo el valor de intentarlo.
22. Tú puedes escuchar la música
de tu mente inmortal
y permitir que esa flor única
que mora en tu corazón
se abra al amanecer
y despliegue su aroma
con la fuerza divina
de tu voluntad humana.
23. Y al contemplar el ocaso
podrás ver la silueta del nuevo tú
que nacerá sin grilletes,
sin caprichos
ni creencias de argamasa,
transformado por la Luz serena
que llevas dentro
y que desea nacer
en este preciso momento.
Carlos Rangel,
María Amelia Ruiz
Septiembre, 2016
No esperes más,
¡sólo hazlo!