1. EL CUERPO Y LOS CONFLICTOS
Lo que para la oruga es el fin del mundo
en realidades una bellísima mariposa.
Lao Tsé
2. Conflictos: Estructurante, Programantes,
Desencadenantes.
• Estructurante: El conflicto Estructurante, es cuando vives esa situación por
primera vez y se ha visto que la mayoría tiene un componente en el árbol
genealógico (transgeneracional).
• Programante: Los conflictos Programante, estos son aquellos que no
desencadenan la enfermedad o síntoma, solamente dejan instalado el
programa o la posibilidad de que esa enfermedad se manifieste.
• Desencadenante: El conflicto desencadenante es aquel que, como su
nombre bien lo dice, desencadena el síntoma o la enfermedad.
3. John Eccles, premio Nobel de Medicina por el descubrimiento de los
procesos químicos responsables de la propagación de los influjos
nerviosos, sostiene que:
«Los científicos se han formado en gran parte en la escuela del
materialismo. ¡Es una matriz extremadamente rígida compuesta por un
conjunto de dogmas que no son necesariamente explicados de modo
científico! Por ejemplo, afirmar que nuestra existencia no es más que un
cruce biológico sin tratar de comprender todo aquello que no tiene que ver
con este conjunto -con el pretexto de que no es «científico, no sólo es un
dogma, sino peor aún, ¡es una pura superstición! La ciencia está llena de
supersticiones, de creencias de todo tipo... Pero lo más desconcertante es
que la gente está convencida de que la ciencia tiene una respuesta para
todo».,
4. Tal como hemos visto en las anteriores diapositivas, las cinco leyes de la
Nueva Medicina dan por fin un sentido a la vida y a sus
manifestaciones: no se trata ya de reconocer síntomas y tratar de
eliminarlos con medicamentos, sino más bien de comprender las
causas emocionales profundas propias de cada individuo, despertando
en él la conciencia de la posibilidad de invertir el sentido. Es un viaje al
interior de nosotros mismos, a veces «doloroso», pero que siempre
recompensa: es como hacer balance de nuestra propia vida y volver a
empezar sobre bases nuevas.
5. • El tronco encefálico rige los conflictos más «arcaicos», vitales, que nos
afectan en lo más profundo de nuestro ser: atrapar, ingerir, hacer
pasar, digerir, eliminar el «bocado» en sus diversas acepciones de
comida, aire, dinero, que le toque a uno la quiniela que pensábamos
tener ya en el bolsillo pero que nos vuela porque hemos perdido el
boleto...
6. • La patología se expresará, en fase activa del conflicto, con una
proliferación celular en los órganos que derivan del endodermo y que
son administrados por el tronco encefálico.
• En fase de reparación y en presencia de hongos y microbacterias se
producirá una caseificación o una necrosis.
7. m
• El cerebelo rige los conflictos relativos al «nido» y a la integridad del
individuo. También aquí existe una proliferación celular en fase de
conflicto activo en los órganos regidos por el cerebelo y derivados del
• mesodermo cerebelar con necrosis caseosa en fase de reparación.
8. • La médula cerebral rige los conflictos de autodesvalorización y los
correspondientes a determinados aspectos de la sexualidad. En fase
conflictiva se producirá una pérdida de sustancia en los órganos que
derivan del mesodermo de la médula cerebral y que están regidos por
ésta última. En fase de reparación, rellenamiento de las lisis y por
tanto sarcomas, linfomas, lipomas, fibromas, quistes.
9. • La corteza cerebral rige los conflictos relativos al territorio y a los
límites del individuo con respecto a los demás. Pérdida de sustancia
en fase activa del conflicto en los órganos de derivación ectodérmica,
regidos por la corteza cerebral, con restitución cicatricial en fase de
reparación, o bien patologías oncoequivalentes (parálisis, bloqueo
funcional) en fase conflictiva y vuelta a la norma en fase de
reparación.
10. • Para detectar posteriormente la localización de la manifestación
patológica basta con remitirse al momento exacto del trauma
emocional:
• «Es en ese preciso momento cuando se produce una asociación
emocional espontánea e inmediata entre la localización en el cuerpo
y el significado subjetivo de la emoción experimentada; no es lo
mismo recibir una afrenta en plena cara que una patada en el
trasero».