Todas las partes del cuerpo humano quisieron ser el jefe. Tras discutir sus respectivas importancias, el trasero se enojó cuando los demás se rieron de su aspiración y decidió bloquear la salida, causando problemas a otras partes. Esto llevó a que las demás partes aceptaran al trasero como el jefe. La moraleja es que para ser el jefe no se necesita cerebro ni corazón, solo saber cagarse sobre los demás.