1. TRIBUNA: RAFAEL ARGULLOL
El gran saqueo
RAFAEL ARGULLOL 12/05/2009
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Como comprenderán fácilmente, no tengo la costumbre de leer informes del
Parlamento Europeo ni de ningún otro Parlamento; sin embargo, a instancias
de un amigo jurista, he leído un documento que les recomiendo si les gusta la
literatura de terror: se trata del informe elaborado por la diputada danesa
Marguete Auken sobre "el impacto de la urbanización extensiva en España en
los derechos individuales de los ciudadanos europeos, el medio ambiente y la
aplicación del Derecho comunitario". Es un texto de 30 páginas que se puede
leer tanto como un relato espeluznante cuanto como un pequeño tratado acerca
de las peores conductas en materia política y moral.
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La devastación del litoral español escandaliza al Parlamento Europeo
Con el PP en Valencia o el PSOE en Andalucía, el pillaje ha sido masivo
De hecho, yo introduciría el informe de la señora Auken como lectura
obligatoria en escuelas y universidades, y además, exigiría su conocimiento
detallado previo a todo candidato a ocupar un cargo público. Ustedes se
preguntarán por qué muestro tanto entusiasmo por ese documento redactado
con la falta de gracia que caracteriza a este tipo de escritos, y la respuesta es que
puede considerarse un espejo contundente que refleja, sin florituras ni
hipocresías, la abyección incrustada sórdidamente en nuestra vida pública.
Lo que de entrada llama más poderosamente la atención es la conspiración del
silencio que rodea al asunto y que se explica por la vergonzosa alianza de los
2. eurodiputados socialistas y populares españoles en el momento de rechazar el
informe de Auken que, no obstante, fue aprobado por el Pleno del Parlamento
Europeo a finales del pasado mes de marzo por 349 votos contra 110, con 114
abstenciones. Una arrolladora mayoría a la que se opusieron hasta el final
populares y socialistas, tan lamentablemente estos últimos que, según
informaron los periódicos al día siguiente de la votación, Michael Cashman,
socialista también él y autor de un informe previo sobre el tema, acabó votando
a favor de la resolución.
Leído el escrito no extraña en absoluto aquella conspiración de silencio, pues
son tantos quienes quedan retratados que apenas es comprensible que un
escándalo de tales dimensiones haya podido oscurecerse con permanente
disimulo durante décadas. Fíjense, además, que, condenada España
severamente por la impunidad que ha rodeado a la corrupción, tampoco con
posterioridad nuestros foros parlamentarios se han hecho eco de la resolución
europea y, cómplices entre sí los diversos partidos, ha continuado la alegre
política de poner la cabeza bajo el ala.
Personalmente, la sensación más desagradable que me ha quedado tras la
lectura del informe Auken es que el gran saqueo, la devastación sistemáticadel
litoral español, y no sólo del litoral -una devastación que afectará a varias
generaciones, las cuales señalarán a la nuestra como culpable-, es algo acaecido
durante la democracia y no antes, en el franquismo. Los destrozos heredados de
éste se han multiplicado, en las décadas democráticas, hasta límites
insoportables. La conclusión no es difícil: nuestra democracia ha sido tan débil y
tan poco vigilante que ha aupado una auténtica antidemocracia que pone en
cuestión, como actualmente se está comprobando, muchos de nuestros
supuestos avances.
Esta idea inquietante se desarrolla exhaustivamente en el informe con una
relación minuciosa de hechos igualmente inquietantes cuyos protagonistas
tienen en común la codicia, una concepción mafiosa de la política y un
sentimiento de impunidad que resulta tanto más irritante por el descaro con
que se manifiesta. De hacer caso a Auken, y al Pleno del Parlamento Europeo, la
responsabilidad del desastre se propaga por todos los círculos del Estado
español, desde el más general al más local. En este peculiar relato de terror se
cita con la misma dureza a la Generalitat valenciana en manos de los populares
3. que a la socialista Junta de Andalucía, tuteladora de diversos pillajes en Almería
y sustentadora, por acción u omisión, de esa peculiar joya de la corona de la
corrupción que ha sido Marbella. Al igual que sucede con todo buen relato de
terror hay también en el texto pasajes cómicos, como las trampas que diversos
funcionarios tienden a las comisiones de investigación enviadas desde Bruselas
o las aireadas protestas de castizos alcaldes quejosos con la intromisión de las
narices nórdicas en las suculentas recalificaciones de los terrones
mediterráneos.
A estas alturas, y con murallas de hormigón por todos lados, sabemos
perfectamente que sólo a la sombra de políticos ventajistas ha podido tejerse la
telaraña de especulación y codicia de la que ahora parecemos lamentarnos. Sin
embargo, lo grave es que ya lo sabíamos. Estos años de destrucción del territorio
del patrimonio han transcurrido a la vista de todos. Bastaba coger el Euromed
para comprobar lo que ocurría en la costa castellonense o alicantina; bastaba
atender al vértigo de los precios de las viviendas, presentado a menudo como
signo de nuestro progreso colectivo, para percibir que algo nauseabundo se
cocinaba a nuestro alrededor.
¿A nuestro alrededor? Con su crudeza estilística Marguete Auken pone el dedo
en la llaga al describir la corresponsabilidad de los ciudadanos en la callada
aceptación del delito. Es cierto que a la cabeza del cortejo de la corrupción han
marchado políticos vendidos, especuladores o avariciosos y prestamistas
fraudulentos, pero ¿y tras ellos? Conchabados promotores inmobiliarios,
concejales e instituciones financieras, ¿qué hacían los jueces? Según Auken,
poco, y lo poco que hacían lo hacían tan lentamente que es como si no hicieran
nada. La policía iba en consonancia con los jueces. Pero tampoco los otros
estamentos ciudadanos ofrecieron resistencia. Los medios de comunicación han
reaccionado tarde y los ciudadanos han acabado horrorizándose como
consumidores más que como ciudadanos.
Hasta aquí el relato de terror con que la señora Auken ha descrito vivamente,
con ingenuidad nórdica y con toda la razón del mundo, el gran saqueo de lo que
pertenecía al futuro por parte de nuestros modernos depredadores. Casi nada
más se puede añadir al cuadro trazado que, en buena medida, explica las
dramáticas percepciones sobre la actual crisis económica.
4. Aunque bien pensado, quizá sí se puede añadir algo: el gran saqueo material de
todos esos años, generador de enormes fortunas y de daños irreparables, no
habría sido posible si, paralelamente, no hubiéramos incurrido en el gran
saqueo de las conciencias al que ahora denominamos "falta de valores",
"novorriquismo" y cosas semejantes, pero que en los años opulentos, o que
creíamos opulentos, estableció una férrea cadena de complicidades entre
estafadores y futuros estafados, vinculados unos con otros por el sueño del
dinero -sueño, luego, pesadilla para las víctimas- y por la confusión entre
bienestar y beneficio. Gracias, señora Auken.
Rafael Argullol es escritor.
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