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Entrevista con los Apóstoles




       Iñaki Moreno
Primera edición, septiembre de 2009




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ÍNDICE
Nota del entrevistador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .                     11


PARTE I, Entrevista con Juan, Felipe y Tomás. . . . . . . .                                    13
    Primer día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .       13
     1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .    13
     2. Primer encuentro con Jesús y con Juan Bautista . . . . . . . . .                        16
     3. Acerca del lugar de nacimiento de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . .                 27
     4. Maestros y doctores de la Ley. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .            32
    Segundo día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .        34
     5. Jesús como maestro y conocedor de las Escrituras . . . . . . . .                        34
     6. Pablo de Tarso. Diferencias entre los apóstoles . . . . . . . . . . .                   39
     7. Imagen de Jesús y discusión sobre su divinidad . . . . . . . . . .                      43
     8. Vida cotidiana. Acerca de la oración . . . . . . . . . . . . . . . . . .                49
     9. Jesús y las mujeres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .     59
     10. El sábado y las tradiciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .          64
    Tercer día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .       68
     11. Relaciones con el Bautista. El ayuno . . . . . . . . . . . . . . . . .                 68
     12. Los doce. Profecías de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .           80
     13. Jesús y la liberación de los judíos. El pago de tributos . . . .                       87
     14. Fariseos, saduceos, esenios, zelotas y gentiles . . . . . . . . . . .                  92
    Cuarto día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .         101
     15. Apóstoles que buscan la gloria, reniegan de Jesús o le traicionan .                   101
     16. Prodigios y curaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .        119
     17. Fanatismo de Jesús. Dificultad de seguirle . . . . . . . . . . . . .                   123
     18. Ruptura con la tradición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .          128
19. Los seguidores gentiles de Jesús. El Hijo de Dios . . . . . . . .                      140
     20. Más prodigios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .      146
   Quinto día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .           155
     21. Resurrección de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .        155
     22. Los hermanos de Jesús. La familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . .                163
     23. El prendimiento. El uso de la violencia . . . . . . . . . . . . . . .                  171
     24. Poncio Pilato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .    180
   Sexto día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .        188
     25. Partidarios y adversarios de la condena. Jesús y el divorcio .                         188
     26. La crucifi xión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .   199
     27. El sepulcro vacío . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .    214



PARTE II, Segunda entrevista con Juan . . . . . . . . . . . . . . . .                           228
   Primer día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .         228
   Segundo día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .            235
   Tercer día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .         243
NOTA DEL ENTREVISTADOR



    Las conversaciones que siguen fueron mantenidas en ara-
meo fundamentalmente, si bien en algunas ocasiones usába-
mos el hebreo para aclarar algún concepto. Más adelante, al
comprobar que mis interlocutores sabían bastante griego, la
entrevista llegó a ser casi bilingüe. Naturalmente, esta forma
de comunicarse produjo numerosas interrupciones y pregun-
tas aclaratorias que, en general, no reproduzco por considerar-
las innecesarias y tediosas.
    Por otra parte, el lenguaje usado, principalmente por Felipe,
es bastante rico en expresiones coloquiales que he tenido que
traducir como mejor he podido; como consecuencia, se pue-
den encontrar expresiones más latinas que judías en boca de
Felipe allí donde he dado prioridad a captar el sentido más que
a atenerme a la literalidad de sus palabras.
    En cuanto a los nombres propios, naturalmente, mis entre-
vistados usaban los nombres que para ellos resultaban más
familiares, que no siempre coinciden con la forma aramea,
aunque generalmente sí era así. Al igual que en el caso de
las expresiones coloquiales, he intentado respetar el original
procurando al mismo tiempo que puedan entenderlo los no
judíos, por lo que en ocasiones transcribo el nombre de forma
literal junto con otra forma o bien latinizada o bien que pueda
resultar más familiar al lector. También he tendido a suprimir
la referencia patronímica habitual usada por los judíos, simpli-
ficando, por ejemplo, “Yeshuah Bar Yehosef ” por “Yeshuah”
o simplemente “Jesús” si se trata de un nombre suficiente-
mente conocido como para que no haya confusión.


                                                               11
[...]




    Felipe. Yo a veces pienso que fue una lástima que le toca-
sen vivir unos tiempos tan duros porque hubiese disfrutado de
la vida. En ocasiones se quedaba mirando el mar o un paisaje
y se veía que disfrutaba de la belleza del mundo.
    Juan. Estaría orando.
    Felipe. Sí, pero creo que otras veces sólo contemplaba. Y
también le gustaba la gente. Estar con gente. Se veía que real-
mente amaba a todo el mundo. No sólo en general, sino de
uno en uno, con sus miserias y su historia. Yo creo que tenía
esa sensación de amistad universal o de amor como la que te
entra cuando has tomado bastante vino y te sientes hermano
de todo el mundo. [Juan parece mirarle con cierta severidad]
Sí, hombre, sí, no me mires así, que sólo estaba poniendo un
ejemplo.

  E. ¿Tomaba mucho vino Jesús?
  Felipe. Ah, claro, por eso me miraba éste con esa cara de
búho. Pues, no, hombre. No decía eso...


50
E. [Le interrumpo para intentar aclarar las cosas] No, si
creo que ya le había entendido, pero lo preguntaba porque en
alguna ocasión le acusaron de algo así.
   Felipe. ¿Ah, sí?
   Tomás. Sí, algunos fariseos dijeron algo parecido una vez.
   Felipe. Los fariseos se han dedicado a negar todas las cosas
que hizo el Maestro, que eran verdad y que ellos mismos vie-
ron con sus propios ojos, y a afirmar las que no hizo y no eran
verdad.

   E. Entonces, no es verdad que bebiese a veces...
   Felipe. ¡Claro que bebía a veces! Como todo el mundo...
   Juan. Nunca se excedió. Yeshuah fue, y aún es, un verda-
dero maestro para nosotros en todo momento. En sus pala-
bras y en sus actos.
   Felipe. ¡Pues eso es lo que digo yo! Bueno, es lo que iba a
decir, al menos. El Maestro hacía y decía exactamente lo que
quería hacer y decir. No se dejaba llevar por nada ni nadie. Y
desde luego no por el vino o la cerveza, que también hemos
tomado alguna cervecita que, por cierto, cuando hace calor es
gloria pura tomada así fresquita como hacen los egipcios, que
no son sólo los griegos los que saben vivir bien; pero, en fin,
todo esto venía a que él tenía un sentimiento muy potente de
hermandad con todas las personas, incluso con la gente más
despreciada.

   E. Tal vez eso es lo que le llevase a juntarse con publicanos
y pecadores.
   Felipe. Sí, seguro. A nosotros mismos a veces no nos hacía
mucha gracia; pero él era distinto. Veía la belleza donde nadie
más podía hacerlo. Por ejemplo, a lo mejor se nos acercaba
un mendigo andrajoso y borracho y nosotros veíamos sólo

                                                              51
eso: un mendigo borracho, un desecho humano. Pero él no.
Él veía a una persona. Es lo que decía antes, veía a alguien con
una historia, un ser humano que sentía, quería, sufría y soñaba
igual que los demás. A mí me costaba trabajo ver las cosas así,
como él.

   E. Antes ha dicho que sí que hizo alguna broma, ¿podría
recordar alguna en concreto?
   Felipe. Eeeh... no solía hacer muchas, pero antes me he
acordado de una vez que me tomó un poco el pelo.

     E. ¿Cómo?
     Felipe. Que se rió de mí, vaya.

   E. ¿De usted concretamente o de todos?
   Felipe. No, no, de mí solamente. Una vez que hizo una
de las buenas ante una multitud, dándoles de comer a todos.
Supongo que como yo siempre ando haciendo bromas a la
gente por eso se dirigió a mí.
   Tomás. También debió de ser porque estábamos cerca de
tu casa, así que te tocaba a ti ser el anfitrión.
   Felipe. Oye, ¿pero tú qué sabes de cuándo estoy
hablando?
   Tomás. Claro que lo sé. Estás contando la vez que se puso
a repartir el pan y no se acababa nunca.
   Felipe. [Admitiéndolo un poco a regañadientes] Sí, es ver-
dad, estaba contando eso.

   E. Pero, ¿cuál fue la broma que le hizo?
   Felipe. Es que no paráis de interrumpirme y así no hay
quien cuente nada –enseña una sonrisa traviesa tras echar-

52
nos esta regañina a Tomás y a mí–. Pues un día que se había
reunido mucha gente...
   Juan. [Se vuelve hacia mí para hacerme una aclaración]
Herodes acababa de ejecutar a Yohanan [Juan Bautista] que era
muy querido por el pueblo y había una gran tensión. Mucha
gente se volvió hacia Yeshuah en busca de un nuevo guía.
   Felipe. No, si no me van a dejar que lo cuente...

    E. Siga, siga, por favor.
    Felipe. Bueno, pues el caso es que se estaba haciendo tarde y
entonces el Maestro se dirigió a mí y me dijo que dónde podía-
mos comprar pan para alimentarles. Lo dijo en broma, porque
él ya sabía cómo iba a ser todo, pero yo me lo tomé en serio y no
sabía qué hacer; porque, claro, hubiese hecho falta una auténtica
fortuna si queríamos comprar alimento para tanta gente, aparte
que Bethsaida tampoco estaba ahí mismo y ya digo que era bas-
tante tarde, así que me quedé todo atribulado...
    Tomás. Pero la idea de que les alimentásemos nosotros era
también un poco simbólica, quería decir que les hiciésemos
participar del espíritu que reinaba entre nosotros.
    Felipe. Seguramente. El Maestro no decía las cosas a tontas
y a locas, así que lo de que les diésemos de comer nosotros
seguro que lo dijo por algo. Además, otras veces ya había usado
el pan como símbolo del alimento espiritual y todo eso que
tanto te gusta... Pero también te puedo asegurar que cuando se
dirigió a mí había un punto de guasa, eso te lo digo yo.

   E. No sé si me he enterado bien de qué pasó en esta oca-
sión de la que están hablando...
   Felipe. Sí, hombre. Me dijo que me encargase de dar de
comer al gentío que se había reunido allí, pero me estaba
tomando el pelo porque estaba claro que yo no podía hacer

                                                               53
eso y además era él quien se iba a ocupar de darles de comer
a todos...

   E. Perdone, ¿qué quiere decir con que él se iba a ocupar de
darles de comer?
   Felipe. Pues eso precisamente, que fue él quien nos dio de
comer a todos con unos pocos panes y poco más que había
por allí.

     E. ¿Pero qué es lo que hizo?
     Juan. Nos llenó de su espíritu.

  E. ¡Ah! O sea, quiere decir que en realidad no comieron
panes de verdad...
  Felipe. ¡Nada de eso! Claro que comimos.

   E. ¿Y no pudo ser...?
   Felipe. [Interrumpiéndome] Ya empieza con sus explica-
ciones raras. Siga, siga, a ver qué se le ocurre ahora.

    E. Bueno, decía que si no podía ser que la gente sacase lo
que había traído: un poco de pan de aquí, otro de allá...
    Felipe. ¡Ah, sí, sí, claro que pasaba eso, además! Cuando el
Maestro predicaba se solía crear... ¿cómo le diría?... un senti-
miento de hermandad. La gente se ayudaba. Así que, sí: la gente
ponía en común sus vituallas. Cuando el Maestro comenzó a
compartir lo poco que teníamos, todos se pusieron a hacer lo
mismo. Eso fue lo mejor: ver toda esa multitud con ese espí-
ritu de fraternidad. Pero, en todo caso, no es fácil alimentar
una multitud que no ha traído casi nada.


54
E. ¿Quiere decir que Jesús hizo algo milagroso... que hizo
aumentar la comida?
   Felipe. No sé cómo lo hizo, pero cuando empezamos a
repartir no había casi nada y luego aún sobró.

   E. Pero no está seguro de lo que pasó...
   Felipe. Sí: no teníamos comida para todos, pero todos que-
daron saciados.

   E. Es... es un poco increíble.
   Felipe. Si usted quiere saber cómo era y qué hacía Yeshuah
va a tener que escuchar cosas increíbles y extraordinarias con
mucha frecuencia.

                           [...]




                                                            55

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El Hombre Que Venció A La Muerte

  • 1. El hombre que venció a la muerte Entrevista con los Apóstoles Iñaki Moreno
  • 2. Primera edición, septiembre de 2009 © Iñaki Moreno Rodríguez, 2009 © SEPHA Edición y Diseño, SL., 2009 Biedmas, 4 29008 Málaga www.editorialsepha.com pedidos@editorialsepha.com Dirección editorial: Gonzalo Sichar Moreno Diseño de colección: Julián Moreno Hidalgo Foto de portada: Eduardo Moreno Rodríguez Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o trans- formación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titu- lares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. ISBN: 978-84-96764-62-0 Depósito legal: MA 2814-2009 Imprime Publidisa Printed in Spain - Impreso en España
  • 3. A Andrés Rollán, maestro, compañero y amigo. A los Aguiluchos, fabricantes de sueños. A Quim y Andreu, porque están ahí llenándolo todo... Y a Concha.
  • 4. ÍNDICE Nota del entrevistador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 PARTE I, Entrevista con Juan, Felipe y Tomás. . . . . . . . 13 Primer día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 2. Primer encuentro con Jesús y con Juan Bautista . . . . . . . . . 16 3. Acerca del lugar de nacimiento de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . 27 4. Maestros y doctores de la Ley. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32 Segundo día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34 5. Jesús como maestro y conocedor de las Escrituras . . . . . . . . 34 6. Pablo de Tarso. Diferencias entre los apóstoles . . . . . . . . . . . 39 7. Imagen de Jesús y discusión sobre su divinidad . . . . . . . . . . 43 8. Vida cotidiana. Acerca de la oración . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 9. Jesús y las mujeres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 10. El sábado y las tradiciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64 Tercer día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 11. Relaciones con el Bautista. El ayuno . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 12. Los doce. Profecías de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80 13. Jesús y la liberación de los judíos. El pago de tributos . . . . 87 14. Fariseos, saduceos, esenios, zelotas y gentiles . . . . . . . . . . . 92 Cuarto día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 15. Apóstoles que buscan la gloria, reniegan de Jesús o le traicionan . 101 16. Prodigios y curaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 17. Fanatismo de Jesús. Dificultad de seguirle . . . . . . . . . . . . . 123 18. Ruptura con la tradición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
  • 5. 19. Los seguidores gentiles de Jesús. El Hijo de Dios . . . . . . . . 140 20. Más prodigios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146 Quinto día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155 21. Resurrección de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155 22. Los hermanos de Jesús. La familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163 23. El prendimiento. El uso de la violencia . . . . . . . . . . . . . . . 171 24. Poncio Pilato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180 Sexto día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 188 25. Partidarios y adversarios de la condena. Jesús y el divorcio . 188 26. La crucifi xión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199 27. El sepulcro vacío . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214 PARTE II, Segunda entrevista con Juan . . . . . . . . . . . . . . . . 228 Primer día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 228 Segundo día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235 Tercer día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243
  • 6. NOTA DEL ENTREVISTADOR Las conversaciones que siguen fueron mantenidas en ara- meo fundamentalmente, si bien en algunas ocasiones usába- mos el hebreo para aclarar algún concepto. Más adelante, al comprobar que mis interlocutores sabían bastante griego, la entrevista llegó a ser casi bilingüe. Naturalmente, esta forma de comunicarse produjo numerosas interrupciones y pregun- tas aclaratorias que, en general, no reproduzco por considerar- las innecesarias y tediosas. Por otra parte, el lenguaje usado, principalmente por Felipe, es bastante rico en expresiones coloquiales que he tenido que traducir como mejor he podido; como consecuencia, se pue- den encontrar expresiones más latinas que judías en boca de Felipe allí donde he dado prioridad a captar el sentido más que a atenerme a la literalidad de sus palabras. En cuanto a los nombres propios, naturalmente, mis entre- vistados usaban los nombres que para ellos resultaban más familiares, que no siempre coinciden con la forma aramea, aunque generalmente sí era así. Al igual que en el caso de las expresiones coloquiales, he intentado respetar el original procurando al mismo tiempo que puedan entenderlo los no judíos, por lo que en ocasiones transcribo el nombre de forma literal junto con otra forma o bien latinizada o bien que pueda resultar más familiar al lector. También he tendido a suprimir la referencia patronímica habitual usada por los judíos, simpli- ficando, por ejemplo, “Yeshuah Bar Yehosef ” por “Yeshuah” o simplemente “Jesús” si se trata de un nombre suficiente- mente conocido como para que no haya confusión. 11
  • 7. [...] Felipe. Yo a veces pienso que fue una lástima que le toca- sen vivir unos tiempos tan duros porque hubiese disfrutado de la vida. En ocasiones se quedaba mirando el mar o un paisaje y se veía que disfrutaba de la belleza del mundo. Juan. Estaría orando. Felipe. Sí, pero creo que otras veces sólo contemplaba. Y también le gustaba la gente. Estar con gente. Se veía que real- mente amaba a todo el mundo. No sólo en general, sino de uno en uno, con sus miserias y su historia. Yo creo que tenía esa sensación de amistad universal o de amor como la que te entra cuando has tomado bastante vino y te sientes hermano de todo el mundo. [Juan parece mirarle con cierta severidad] Sí, hombre, sí, no me mires así, que sólo estaba poniendo un ejemplo. E. ¿Tomaba mucho vino Jesús? Felipe. Ah, claro, por eso me miraba éste con esa cara de búho. Pues, no, hombre. No decía eso... 50
  • 8. E. [Le interrumpo para intentar aclarar las cosas] No, si creo que ya le había entendido, pero lo preguntaba porque en alguna ocasión le acusaron de algo así. Felipe. ¿Ah, sí? Tomás. Sí, algunos fariseos dijeron algo parecido una vez. Felipe. Los fariseos se han dedicado a negar todas las cosas que hizo el Maestro, que eran verdad y que ellos mismos vie- ron con sus propios ojos, y a afirmar las que no hizo y no eran verdad. E. Entonces, no es verdad que bebiese a veces... Felipe. ¡Claro que bebía a veces! Como todo el mundo... Juan. Nunca se excedió. Yeshuah fue, y aún es, un verda- dero maestro para nosotros en todo momento. En sus pala- bras y en sus actos. Felipe. ¡Pues eso es lo que digo yo! Bueno, es lo que iba a decir, al menos. El Maestro hacía y decía exactamente lo que quería hacer y decir. No se dejaba llevar por nada ni nadie. Y desde luego no por el vino o la cerveza, que también hemos tomado alguna cervecita que, por cierto, cuando hace calor es gloria pura tomada así fresquita como hacen los egipcios, que no son sólo los griegos los que saben vivir bien; pero, en fin, todo esto venía a que él tenía un sentimiento muy potente de hermandad con todas las personas, incluso con la gente más despreciada. E. Tal vez eso es lo que le llevase a juntarse con publicanos y pecadores. Felipe. Sí, seguro. A nosotros mismos a veces no nos hacía mucha gracia; pero él era distinto. Veía la belleza donde nadie más podía hacerlo. Por ejemplo, a lo mejor se nos acercaba un mendigo andrajoso y borracho y nosotros veíamos sólo 51
  • 9. eso: un mendigo borracho, un desecho humano. Pero él no. Él veía a una persona. Es lo que decía antes, veía a alguien con una historia, un ser humano que sentía, quería, sufría y soñaba igual que los demás. A mí me costaba trabajo ver las cosas así, como él. E. Antes ha dicho que sí que hizo alguna broma, ¿podría recordar alguna en concreto? Felipe. Eeeh... no solía hacer muchas, pero antes me he acordado de una vez que me tomó un poco el pelo. E. ¿Cómo? Felipe. Que se rió de mí, vaya. E. ¿De usted concretamente o de todos? Felipe. No, no, de mí solamente. Una vez que hizo una de las buenas ante una multitud, dándoles de comer a todos. Supongo que como yo siempre ando haciendo bromas a la gente por eso se dirigió a mí. Tomás. También debió de ser porque estábamos cerca de tu casa, así que te tocaba a ti ser el anfitrión. Felipe. Oye, ¿pero tú qué sabes de cuándo estoy hablando? Tomás. Claro que lo sé. Estás contando la vez que se puso a repartir el pan y no se acababa nunca. Felipe. [Admitiéndolo un poco a regañadientes] Sí, es ver- dad, estaba contando eso. E. Pero, ¿cuál fue la broma que le hizo? Felipe. Es que no paráis de interrumpirme y así no hay quien cuente nada –enseña una sonrisa traviesa tras echar- 52
  • 10. nos esta regañina a Tomás y a mí–. Pues un día que se había reunido mucha gente... Juan. [Se vuelve hacia mí para hacerme una aclaración] Herodes acababa de ejecutar a Yohanan [Juan Bautista] que era muy querido por el pueblo y había una gran tensión. Mucha gente se volvió hacia Yeshuah en busca de un nuevo guía. Felipe. No, si no me van a dejar que lo cuente... E. Siga, siga, por favor. Felipe. Bueno, pues el caso es que se estaba haciendo tarde y entonces el Maestro se dirigió a mí y me dijo que dónde podía- mos comprar pan para alimentarles. Lo dijo en broma, porque él ya sabía cómo iba a ser todo, pero yo me lo tomé en serio y no sabía qué hacer; porque, claro, hubiese hecho falta una auténtica fortuna si queríamos comprar alimento para tanta gente, aparte que Bethsaida tampoco estaba ahí mismo y ya digo que era bas- tante tarde, así que me quedé todo atribulado... Tomás. Pero la idea de que les alimentásemos nosotros era también un poco simbólica, quería decir que les hiciésemos participar del espíritu que reinaba entre nosotros. Felipe. Seguramente. El Maestro no decía las cosas a tontas y a locas, así que lo de que les diésemos de comer nosotros seguro que lo dijo por algo. Además, otras veces ya había usado el pan como símbolo del alimento espiritual y todo eso que tanto te gusta... Pero también te puedo asegurar que cuando se dirigió a mí había un punto de guasa, eso te lo digo yo. E. No sé si me he enterado bien de qué pasó en esta oca- sión de la que están hablando... Felipe. Sí, hombre. Me dijo que me encargase de dar de comer al gentío que se había reunido allí, pero me estaba tomando el pelo porque estaba claro que yo no podía hacer 53
  • 11. eso y además era él quien se iba a ocupar de darles de comer a todos... E. Perdone, ¿qué quiere decir con que él se iba a ocupar de darles de comer? Felipe. Pues eso precisamente, que fue él quien nos dio de comer a todos con unos pocos panes y poco más que había por allí. E. ¿Pero qué es lo que hizo? Juan. Nos llenó de su espíritu. E. ¡Ah! O sea, quiere decir que en realidad no comieron panes de verdad... Felipe. ¡Nada de eso! Claro que comimos. E. ¿Y no pudo ser...? Felipe. [Interrumpiéndome] Ya empieza con sus explica- ciones raras. Siga, siga, a ver qué se le ocurre ahora. E. Bueno, decía que si no podía ser que la gente sacase lo que había traído: un poco de pan de aquí, otro de allá... Felipe. ¡Ah, sí, sí, claro que pasaba eso, además! Cuando el Maestro predicaba se solía crear... ¿cómo le diría?... un senti- miento de hermandad. La gente se ayudaba. Así que, sí: la gente ponía en común sus vituallas. Cuando el Maestro comenzó a compartir lo poco que teníamos, todos se pusieron a hacer lo mismo. Eso fue lo mejor: ver toda esa multitud con ese espí- ritu de fraternidad. Pero, en todo caso, no es fácil alimentar una multitud que no ha traído casi nada. 54
  • 12. E. ¿Quiere decir que Jesús hizo algo milagroso... que hizo aumentar la comida? Felipe. No sé cómo lo hizo, pero cuando empezamos a repartir no había casi nada y luego aún sobró. E. Pero no está seguro de lo que pasó... Felipe. Sí: no teníamos comida para todos, pero todos que- daron saciados. E. Es... es un poco increíble. Felipe. Si usted quiere saber cómo era y qué hacía Yeshuah va a tener que escuchar cosas increíbles y extraordinarias con mucha frecuencia. [...] 55