El documento contrasta las cosmovisiones naturalista y bíblica. Según la naturalista, los humanos son productos de la evolución y no son más importantes que otras especies. La bíblica afirma que fuimos creados por Dios a su imagen y somos más importantes que el resto de la creación. También discute que según la naturalista los gobiernos deben arreglar los problemas en el mundo, mientras la bíblica sostiene que sólo Jesucristo puede cambiar los corazones y así la sociedad.