Los primeros bancos operaron en la antigua Mesopotamia, donde los templos ofrecían lugares seguros para guardar granos y otras mercancías, y otorgaban préstamos. Más tarde, en Egipto y Grecia, los templos también realizaban operaciones bancarias como depósitos y préstamos. En la Edad Media, los bancos resurgieron en ciudades italianas como Venecia, donde se establecieron los primeros bancos privados y las leyes bancarias.