1. Arzobispado de Arequipa
Domingo 05
Octubre
2014
LA COLUMNA
De Mons. Javier Del Río Alba
EL VALOR DE LOS JÓVENES
Como informé hace un tiempo en esta misma
columna, en la Arquidiócesis de Arequipa
estamos celebrando el Año de la Juventud y,
con este motivo, estamos llevando a cabo
una serie de eventos. Esta semana hemos
tenido el curso “Los jóvenes católicos y la
política”, con la finalidad de brindarles alguna
información ante las elecciones regionales y
locales que tendrán lugar hoy. Asistieron más
de 400 jóvenes de las distintas parroquias y
movimientos de nuestra Arquidiócesis. En los
momentos de diálogo que siguieron a las
diversas exposiciones, he quedado
profundamente admirado por el espíritu
cristiano que anima a nuestros jóvenes y por
el deseo que han expresado de participar
activamente en la vida política como un
medio de servir al bien común de nuestra
región y del país.
Nuestros jóvenes desean colaborar
activamente para que las cosas vayan mejor.
Sin duda es una buena noticia porque
muchas veces se dice que a los jóvenes no
l e s i n t e r e s a l a p o l í t i c a , q u e s o n
irresponsables, que sólo les interesa pasarla
bien, etc. Sin embargo, por lo que puedo
constatar en mi continuo trato con jóvenes de
Arequipa, quienes dicen esas cosas están
equivocados. Es verdad que cierto
porcentaje de jóvenes, no sólo en Arequipa
sino en todo el mundo, optan por una vida sin
compromisos duraderos y con intereses
egoístas; pero la mayoría de los jóvenes
arequipeños no son así. Tal vez seamos
nosotros, los adultos, quienes no los
tomamos suficientemente en serio, no
sabemos escucharlos de modo adecuado,
tratarlos como se merecen y ayudarlos a
canalizar ese deseo de hacer el bien que
brota de su corazón. De hecho, todas esas
ONGs y esos políticos que los quieren tratar
como si lo único que les interesara fuera el
sexo libre y la dolce vita se equivocan
totalmente. Lo cierto es que, según lo
constato a menudo, en el corazón de todo
joven, incluso en aquellos que no participan
en la Iglesia o que su vida no está siendo
llevada de un modo muy ordenado, existe
esa ansia de amar y ser amados,
escuchados, comprendidos y acogidos.
Por eso, desde esta columna quisiera invitar
a todos los adultos a voltear nuestros ojos un
poco más hacia nuestra juventud y tratar de
comprender a los jóvenes en su propia
identidad, que es distinta a las generaciones
anteriores pero no por eso es peor. Quisiera
invitar a los padres de familia a dialogar más a
menudo con sus hijos, a expresarles su
cariño y su amor, a procurar comprenderlos,
perdonarlos cuando se equivocan y
alentarlos para que rectifiquen si en algo
yerran. Quisiera también que nuestros
políticos y autoridades presten más atención
a la juventud, no solamente buscando
mejores opciones de educación y procurando
facilitar la creación de puestos de trabajo
para ellos, sino también ayudándolos a
participar en diversas instancias de la
sociedad civil y de los gobiernos regionales y
locales. Tenemos en nuestros jóvenes un
gran tesoro, sepamos aprovecharlo y
cuidarlo, sepamos motivarlos para que así
puedan dar lo mejor de sí mismos para su
propia vida y para la sociedad.
Dios les bendiga.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa