1. CARTA A LOS Y LAS JÓVENES DEL PARAGUAY
Queridos Jóvenes:
El Paraguay es un país joven y de jóvenes. Por eso, hoy les escribimos esta carta
de amigos y de compañeros de camino. Lo hacemos como Pastores,convencidos
de que ustedes están llamados a ser dinámicos y entusiastas constructores del
Reino de Dios en la sociedad paraguaya.
Durante estos días, reunidos en la 177ª Asamblea Plenaria Ordinaria, los Obispos
hemos tenido la oportunidad de revisar a la luz del Evangelio de Jesucristo y de
nuestra misión, la realidad de los jóvenes del Paraguay.
Al constatar la difícil situación que viven, queremos darles una voz de esperanza y
de aliento, porque sus gozos y esperanzas, son los gozos y esperanzas de la
Iglesia, así como sus tristezas y angustias, son también las tristezas y las
angustias de la Iglesia (cf. GS, 1).
1. Los gozos y las esperanzas
Nos alegra, ante todo, los esfuerzos que invierten en trabajar para forjarse un
futuro mejor,procurando la superación constante a través de una buena educación
en escuelas, colegios, universidades u otros ámbitos de capacitación personal y
profesional, con maestros y profesores capaces y generosos.
Nos alegra también constatar que muchos de ustedes descubren el valor del
grupo y de la comunidad, para compartir con otros jóvenes, en la amistad, en el
amor y en el servicio, sus ideales profundamente humanos y cristianos a favor de
los demás.
Nos alegra, asimismo, verlos responsables de sí mismos. Nos llena de esperanza
ver cómo crecen en la solidaridad y en la caridad, mediante el trabajo personal y el
servicio voluntario que realizan en distintas organizaciones sociales y en la misma
Iglesia en bien de la comunidad.
Queremos también mencionar y valorar de manera particulara tantos jóvenes que
trabajan y participan activamente y con alegría en la vida de la Iglesia,
comprometiéndose con sus parroquias, en las comunidades de base, en la
catequesis, en los coros, en la liturgia, como servidores, en los movimientos
apostólicos, en la Pastoral de Juventud y en otras pastorales.
Damos gracias a Dios por aquellos que responden al llamado del Señor para
servir a la Iglesia y a la sociedad desde la vida religiosa o a través del ministerio
2. sacerdotal. Todo dentro del pluralismo de carismasque enriquece y fortalece la
acción evangelizadora de nuestra Iglesia.
Por eso les decimos, queridos jóvenes, que no se detengan ante las críticas de los
que sólo ven errores y defectos en ustedes. A todo esto, la mejor respuesta está
en el testimonio de su vida joven al servicio de los demás, con la generosidad, la
energía, la creatividad y la alegría que les caracteriza.
2. Las tristezas,las angustias y los desafíos
Pero este panorama alentador no puede hacernos olvidar otra realidad
preocupante en la que estáninmersos: los problemas que les afectan
profundamente y les produce grandes tristezas y angustias.
Constatamos el sufrimiento de tantos jóvenes que se encuentran ante un futuro
incierto, por no poder acceder a una educación que les asegure la formación
adecuada para insertarse en el mundo de hoy.
La creciente privatización de la educación superior, tanto terciaria como
universitaria, si bien haampliado la oferta educativa, no está a la altura de las
exigencias de una formación de calidad,que garantice profesionales competentes
para hacer frente a un escenario laboral cada vez más complejo y exigente.
A este respecto, el desempleo es una de las grandes deudas que la sociedad
tiene para con los jóvenes. La falta de empleo y del primer empleo es una
agresión a la dignidad de las personas, porque les obliga a viviren un estado de
dependencia sin la posibilidad de un desarrollo integral.
No son pocos los jóvenes que, a raíz de la decrecienteoferta de trabajo y de los
precarios ingresos que perciben, están abandonando el país hacia otras latitudes
en búsqueda de mejores oportunidades, cayendo, muchas veces, en peores
condiciones de empleo y corriendo el riesgo de ser explotados y de entrar en el
circuito de una mayor precariedad de vida. El desarraigo de los afectos familiares
se constituye por otra parte en un drama doloroso que enfrentan los inmigrantes,
especialmente los jóvenes.
Frente a esta situación, vale la pena resaltar el rol de la familia, que es el soporte
afectivo de los jóvenes y es la primera escuela de aprendizaje del valor de la
propia identidad y del sentido de la vida.
Las familias no siempre pueden darles el hogar seguro que buscan y el
acompañamiento, afecto y contención que necesitan, lo que les lleva, en no pocas
ocasiones, a buscar refugio o escape en los vicios y en las adicciones.
Entre otros problemas muy graves que afectan a un número cada vez mayor de
jóvenes están el suicidio,la violencia en los distintos ámbitos de la sociedad,los
3. embarazos precoces, las enfermedades de transmisión sexual, como la pandemia
del VIH (SIDA), el limitado e inadecuado acceso a los beneficios de la cultura y de
la recreación, entre otros.
Estas situaciones requieren la intervención de todos los actores de la sociedad,
para garantizar el derecho de los jóvenes a una vida digna y al pleno
desenvolvimiento de sus potencialidades. En especial, requiere la participación
activa de ustedes, queridos jóvenes,que están llamados a ser protagonistas de
cambios para la construcción de una sociedad mas justa y equitativa con el sector
juvenil. Más que nunca se hace necesario el diseño y el impulso de políticas
públicas de juventud para enfrentar ysuperar estos desafíos.
Finalmente, somos conscientes de que vivimos en un cambio de época,
caracterizado por la globalización económica y cultural. En este contexto, estamos
inmersos en el mundo de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la
información, de la Internet, de los chips, de los teléfonos celulares, entre otras, que
están forjando un nuevo tipo de jóvenes, con sus códigos y lenguajes, que
esperan ser comprendidos y acompañados.
3. Nuestra propuesta es el seguimiento de Jesús
La misión de la Iglesia es anunciar a Jesucristo, encarnando su Evangelio en esta
realidad juvenil que nos desafía.
Y les decimos, queridos jóvenes, que Jesucristo es la respuesta a sus angustias y
aspiraciones más profundas. Él es la luz y la fuerza que les orientará en sus
proyectos de vida.
Estamos convencidos de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho Hombre,Camino,
Verdad y Vida (Jn. 14, 6), está el secreto y la clave que les llevará avivir en
plenitud esta vida y hacer felices a cuantos con ustedes comparten esta fe y
entrega.
Jóvenes del Paraguay, como Pastores les decimos: ¡Jesús les espera! Más aún,
¡les está llamando!
Les espera, con paciencia y esperanza,como el Padre al Hijo Pródigo. No tiene
para ustedes una palabra dura ni un gesto violento de castigo o de rechazo. ¡Sólo
tiene palabras de comprensión, de perdón y de aliento! Les espera a todos. No
excluye ni olvida a nadie.
Es bueno recordarles, sin embargo, que nunca encontrarán, porque no existen,
páginas del Evangelio que les propongan ligerezas de conducta o premios fáciles
de obtener. Jesús les llama y les invita a seguirlo por el camino de la cruz.
4. Cristo les llama a la santidad de vida. Les invita a ser valientes, a no tener miedo
para comprometerse al servicio de los demás. Les invita a ser coherentes, en la
vida diaria, cualquiera sea el lugar, la ocupación, los problemas y las aspiraciones
que tengan.
El Señor les llama a ser sus discípulos y misioneros; a ser testigos de su amor con
su trabajo generoso, como ciudadanos responsables, para superar las situaciones
de pobreza,corrupción,impunidad einjusticias que oprimen a nuestro pueblo.
4. A modo de conclusión
Durante su visita al Paraguay, Juan Pablo II, el Papa de los jóvenes, dijo en
aquella memorable noche en Ñu Guazu:
Queridos amigos del Paraguay. Esta es vuestra hora. Cristo les llama y les dice:
"Sígueme!" Amadísimos jóvenes, digan: sí !El Señor, la Iglesia, el Paraguay,
necesitan la alegría y el servicio de ustedes; la vida limpia y el trabajo, la fortaleza,
y la entrega de cada uno y de todos!
Concluimos esta carta, muy afectuosa y muy sentida, queridos jóvenes,
invitándoles a ser santos y defensores inclaudicables de la vida humana, en todas
sus etapas;pues la vida es el mayor regalo que Dios nos ha dado.
Sí, sean santos, como Roque González de Santacruz, Alonso Rodríguez y Juan
del Castillo, que derramaron su sangrepor los hermanos. Que Jesucristo Rey y
Pastor, les enseñe a servir como ellos lo hicieron. ¡Sean ustedes santos y
servidores para construir el Paraguay fraterno, solidarioy justo que queremos!
Invocamos la ayuda de la Virgen de Caacupé, Madre de todos los jóvenes, y les
bendecimos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Asunción, 10 de noviembre de 2006.
Los Obispos del Paraguay