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3
1.769
Viaje Místico
Cristóbal Ainoza
4
Espacio reservado para:
ISBN
DL
5
Dedicado a todos los médicos rurales
que desde siglos pasados han intentado
hacer el bien a la gente con sus curaciones,
con medios rudimentarios y mucha fe
lograron sacar la profesión adelante,
la mayoría de veces sin recibir nada a cambio.
6
7
Índice
Capítulo 1º LA PRESENTACIÓN..................................8
Capítulo 2º EL ENCUENTRO.......................................13
Capítulo 3º EL LABORATORIO...................................29
Capítulo 4º VIAJE DE LA MENTE...............................43
Capítulo 5º EL APRENDÍZ ...........................................82
Capítulo 6º LA VIRUELA ...........................................121
Capítulo 7º EL ENIGMA .............................................143
Capítulo 8º LOS ILUSTRADOS..................................190
Capítulo 9º A TRAVÉS DEL ESPEJO ........................217
Capítulo 10º LA JOVEN DEIDAD..............................247
Capítulo 11º EN BUSCA DE LA VERDAD ...............309
Capítulo 12º DOCE, LA LEYENDA DE LUXOR......351
8
Capítulo 1º LA PRESENTACIÓN
De como dos caracteres completamente diferentes
se unieron en una gran aventura esotérica para descifrar
los grandes poderes ocultos que pudieron dar un gran
giro en la historia del mundo. Tener el poder de traspasar
el fino hilo que separa la vida de la muerte, y como cada
uno de nosotros podía usarlos. Uno con estimable amor a
la ciencia y miras altruistas. El otro por su gran ambición,
aunque aun no lo sabia, de tener el máximo poder y
llegar a lo más alto de la escala social para vengarse de
su pasado.
Mi nombre es Francisco Ainoza Pedrosa, por
causas que más adelante explicaré todo el mundo cree
que soy de Salamanca, pero no es cierto. En mi ciudad se
me conoce como Francisco Pirria, en realidad nací en el
año 1718 en un pueblo llamado Barbastro en la provincia
de Huesca, soy descendiente de una saga de militares, la
cual rompió primero mi abuelo y después mi padre.
Heredé de mi padre todos sus conocimientos y
seguí su camino dedicándome a la medicina, soy
curandero, sanador, alquimista y más adelante como
podremos ver sanador magnético y viajero del
inframundo. Bartolomé, mi padre, fue quien me dejó
9
todas las claves para que yo intentara cambiar la historia,
él siempre fue perseguido por la iglesia acusado de
hereje. Fue un médico que hizo grandes descubrimientos
en el campo de la investigación, pero a medida que iba
sanando a la gente con sus nuevos métodos científicos el
clero acabó fijándose en él. Lo tachó de brujo y fue
censurado hasta llegar a su persecución.
Desarrollé todos mis conocimientos intentando
curar a todo tipo de personas, ya sea de la nobleza, la
clase media y los militares de la corte de Aragón, pero
ante la incredulidad e ignorancia de tal masa social no
tuve más remedio que hacerlo en los barrios y pueblos
más pobres de la comarca. Aquella gente no preguntaba,
sólo querían sanar y para ellos el médico era como un
sabio que siempre tenía la respuesta.
Ante una serie de acontecimientos que ocurrieron,
mi vida dio un vuelco inesperado. Un desconocido que
tenía órdenes muy concretas de mi padre, me entregó sus
cuadernos y apuntes. Mi padre había dejado dicho que si
no daba señales de vida en una fecha límite que él mismo
indicó, me fueran entregados todos sus conocimientos y
estudios.
Corría el 15 de Marzo de 1763 cuando fui
apresado en mi casa y llevado a Valladolid en presencia
del Tribunal Eclesiástico acusado de grandes crímenes.
Debía de comparecer ante el Gran Inquisidor, Don
Manuel Quintano Bonifaz, Arzobispo de Farsalia. Se me
atribuyeron los cargos de hereje, brujo y blasfemo por
usar artes ocultas curando al hijo de un alto noble que
padecía tisis. Logré sanarlo con una transfusión de sangre
y algún remedio más, pero esto no me preocupaba, yo
sabía que un día tenía que ocurrir. Mi padre me lo repitió
mil veces diciéndome que en el momento que esto
sucediera tenía que ser muy cauto. Primero debía
10
confesar que todo lo que se me imputaba era verdad,
como culpable arrepentido de todos mis pecados para que
así no fuera torturado hasta mi confesión, ya que
igualmente sería declarado culpable y condenado a morir
en la hoguera. Jamás nadie había salido indemne de un
tribunal de ese tipo.
Efectivamente fui condenado a morir en la
hoguera y encarcelado hasta mi ejecución en las
mazmorras del Castillo de la ciudad vallisoletana de
Torrelobatón. Fecharon el día de la ejecución el 14 de
abril del mismo año. Logré escapar como luego relataré y
huir a la ciudad de Barcelona, elegida por mi padre al
tener puerto importante y gran facilidad en caso de fuga,
tanto por tierra como por mar, en el caso de que llegara el
momento de hacerlo precipitadamente.
Estuve algún tiempo escondido en casa de una
familia por parte de madre que emigraron allí hacía unos
años, hasta que todo se calmara y dejaran de buscarme.
Pasado un tiempo prudencial, traje a vivir conmigo a mi
hijo Cristóbal, en un viaje secreto que organicé para no
levantar sospechas. Su madre había muerto al nacer y él
era la única familia que tenía a parte de mi padre que
llevaba un tiempo desaparecido. En este viaje pude
traerme todo el material importante que dejé allí, tanto
mío como de mi progenitor.
Con todos los cuadernos de apuntes en mis
manos ya podía empezar a estudiar e intentar acabar lo
que él inició y nunca pude saber si terminó, pues hace
años que desapareció y no he vuelto a tener noticias de
él.
Indagué y pregunté a personas en las que confiaba
y conocían la profesión para intentar encontrar a alguien
que pudiera ayudarme en esta empresa que iba a
emprender. Personas afines a mi modo de investigación y
11
que también andaban ocultos por los mismos problemas.
Necesitaba encontrar alguna persona que no fuera de este
país, joven y con ansias de aprender, para probar todo lo
que en mis manos tenía y no podía enseñar, alguien sin
escrúpulos y sin historia.
Todos mis amigos estaban de acuerdo en la
misma persona, ya se hablaba de él en Italia e Inglaterra,
incluso se decía que pertenecía a una Orden de
Francmasones muy importante.
Le envié una carta al candidato a través de un
amigo, con fecha dos de febrero de 1769 para asegurarme
que no cayera en manos extrañas. Le explicaba razones
muy convincentes para que viniera a verme. Nunca tuve
respuesta, al menos como yo esperaba.
Esta historia que duró seis meses, cambió el curso
de nuestras vidas hasta el punto más insospechado.
Mi compañero de viaje se llama Giuseppe
Balsamo, nacido en Palermo ciudad significativa de la
isla de Sicilia, en 1743. Todo lo que sé sobre él es lo que
algunos me han contado. Unos dicen que desciende de
una saga de nobles pero totalmente arruinados y que fue
abandonado y dejado en adopción a una familia pudiente
de la isla de Malta. Otros dicen que era hijo de artesanos,
nunca se lo pregunté, no tenía ninguna importancia para
mi investigación.
Creció aprendiendo las técnicas de la medicina y
otras artes ocultas que le enseñó su tutor. Al cumplir la
mayoría de edad ingresó en la logia de francmasones
llamada Orden Mística del Templo de Rosacruz de
Malta. Era un joven muy nervioso y ávido de sabiduría,
su gran objetivo era ser una persona importante y tener
todo el poder necesario para llegar a ostentar el título de
Gran Arquitecto Masón, conseguir títulos nobiliarios para
12
usarlos como arma política e interferir en el rumbo de los
países importantes de Europa.
Se casó a los veinticinco años con Lorenza
Feliciani que acababa de cumplir los dieciséis y era hija
de artesanos. Marchó a la corte de Londres en 1768 para
ejercer la medicina y unirse a la logia de este país y así
tener informados a sus superiores de Malta y Francia.
Poco más puedo explicar de él, su joven pasado
era desconocido. Mi carta no tuvo respuesta pero sé que
no dudó en salir a mi encuentro nada más leerla. Le
estaba ofreciendo lo que siempre había ansiado sin tener
que compartirlo con nadie.
El catorce de Marzo de 1769 embarcó en el
Puerto de Dover rumbo a Francia, junto a su mujer y dos
maletines con escasa ropa. Con una serie de carruajes fue
atravesando todo el país hasta llegar a Niza, para volver a
embarcar esta vez hacía Barcelona donde aunque no le
esperaban, sabía que era su destino.
Desembarcó en el puerto de Barcelona el treinta y
uno de Marzo, en un día soleado. En este día comienza
esta historia que voy a relatar. Dónde me encuentro y
desde dónde escribo no se los puedo contar, esta es otra
historia con otro final, el que yo tuve y del que espero
algún día salir.
No me arrepiento de nada de lo que he podido
hacer, toda mi vida la dedique a fines humanitarios y por
el bien de la sociedad. Nunca pondré a Dios como testigo
porque no creo en él, pero sí a la ciencia, que espero y
deseo haber ayudado en sus necesidades.
13
Capítulo 2º EL ENCUENTRO
Barcelona a uno de Abril de 1.769, ciudad
cosmopolita y puerto muy importante en el Mediterráneo,
un gran trasiego de barcos mercantes y de la flota real,
centro importante de las dársenas más significativas de
Europa, con grandes malecones de atraque y lonjas de
pescado.
Son las ocho de la mañana, vivo en la calle Peso
de La Paja número siete, cerca de la Plaza Real. En el
barrio más antiguo de la ciudad y muy cerca del puerto,
donde se desarrolla la mayoría de la vida cotidiana
barcelonesa. Los nobles catalanes y aragoneses habían
perdido todo su poder, sólo les quedaba el título, ya que
España había sido unificada por el padre del Rey que en
estos momentos gobernaba. Este no era otro que el
Borbón Carlos III, también llamado el Político.
Durante el día ejercía de médico para los
ciudadanos de clase media de la ciudad, gente con algún
poder adquisitivo como los artesanos importantes,
oficiales de la milicia y judíos llamados confesos de
generaciones anteriores. Con ello podía favorecerme
todas las investigaciones y ensayos que hacía en mi
laboratorio y conseguir de esta forma un nivel de vida
algo aceptable. Fabricaba también perfumes que vendía a
14
la alta sociedad y nobleza a través de matronas y
alcahuetas que tenían acceso a este medio social, pues yo
no quería acercarme a dicho estatus y darme a conocer
por las razones que ya he contado. Tenía que
mantenerme lejos de las personas afines a la iglesia, mi
cara aun habiendo pasado los años podía ser reconocida
por alguna persona.
Todas las noches, al sonar las doce campanadas,
salía para hacer curas y sanaciones por los barrios más
pobres de la localidad, gente que no podía pagar la visita
de un médico. Éste fue uno de los consejos que me dio
mi padre, a la vez que servía para probar las fórmulas y
brebajes que fabricaba también me ayudaba en la
investigación de algunas enfermedades no conocidas. Era
la única manera de probar mis remedios curativos
muchos de los cuales habían salido de los apuntes de los
cuadernos de mi antecesor.
Pasaba muchas horas al día haciendo pruebas en
mi laboratorio, cerrado con llave para todo el mundo,
incluso para Braulia, la mujer que limpiaba y cocinaba
para mí durante algunas horas del día. Era viuda de
marino mercante, tenía seis hijos que alimentar,
necesitaba el dinero, era una persona de mi total
confianza, aunque no le explicaba nada de lo que hacía
en mi laboratorio. Mujer de oronda redondez y cabello
desaliñado, muy juiciosa y útil en los quehaceres
domésticos.
A mi hijo Cristóbal lo tenía estudiando
navegación y cartografía en Salamanca, pues era el oficio
que el eligió. Siempre había soñado ser oficial en la
marina, poder recorrer todos los continentes y pasar mil
aventuras. Nunca intenté que siguiera mis pasos en la
medicina, ni el tampoco puso de su parte para aprenderlo.
15
Por la mañana llegué a casa después de mis visitas
médicas, las cuales se habían alargado un poco a causa
del Capitán Gonzalo Yánez, de la guardia portuaria de
aduanas, con una ulcera bastante grande en la boca. Entré
en casa con mi viejo maletín de cuero, también heredado
de mi padre, lleno de remedios y medicinas, sorprendido
escuché voces dentro de la sala. Me vino a la mente la
prohibición que Braulia tenía siempre de dejar entrar
enfermos en casa, pues solo visitaba a domicilio por
causas evidentes de encontrarme con sorpresas
desagradables, tenía demasiados secretos allí guardados
como para arriesgarme.
Con cara de estupor me encontré frente a un
hombre y una mujer sentados junto a la mesa de la sala,
bebiendo un vaso de agua, a lo que mi ama al girarse dijo
rápidamente con la voz temblorosa.
-Señor me han dicho estas personas que usted les
mando llamar y que podían esperarle.
Se levantaron los dos y él extendiéndome su
mano dijo:
- Me llamo Giuseppe Balsamo y esta es mi
señora, Lorenza ¿Como está usted señor?, creo que me
estaba esperando.
Un cosquilleo me recorrió todo el cuerpo, temía
que mi carta hubiera caído en saco roto y no tenía
esperanzas de que viniera.
- Bien, gracias, no le esperaba tan pronto.
Los observé atentamente a los dos mientras
dejaba el maletín encima de la mesa. El era muy alto y
enjuto, con largas melenas recogidas con un lazo en
forma de coleta, semblante serio, aparentaba unos veinte
y muchos años y llevaba una levita al más puro estilo
inglés, aunque denotaba su pobre estatus social por lo
usado de sus ropas.
16
Ella era muy joven todavía, esbozaba una sonrisa
pícara, era más bien bajita y delgada, vestía ropa de viaje
de tela muy burda pero con distinción, llevaba un gran
sombrero y guantes blancos.
- Soy Francisco Ainoza - dije en ese momento -
pero todos me conocen como Doctor Pirria. Aunque no
haya oído nunca hablar de mi, yo sí que tengo noticias de
sus trabajos como médico y por eso me puse en contacto
con usted, bueno, en la carta ya le avancé todo lo que
pude sobre el asunto que nos concierne.
- Encontré su carta muy interesante y por eso he
venido hasta aquí con presteza.
- Tomen asiento por favor.
- Ante todo debe saber que cualquier cosa que
diga, ensaye o vea tiene que quedar entre nosotros.
Nunca, jamás comentará nada de todo esto y todo
quedará en secreto entre estas cuatro paredes, no lo hará
bajo ningún concepto.
- Se lo prometo, palabra de caballero, - se
apresuro a decir Balsamo.
- Vivirá usted aquí, comerá, dormirá y se pegará a
mí como si de una lapa se tratara. Todos los apuntes
permanecerán en secreto y tendrá que instalar a su señora
en otra casa, esto es solo entre usted y yo.
- No hay ningún problema, bueno sí, el monetario
para poder alojar a mi mujer, pero no se preocupe,
cuando me casé con ella su padre la prostituía para no
tener que trabajar él y yo también lo hago de vez en
cuando si estamos escasos de dinero, usted solo tiene que
preocuparse de buscarle alojamiento.
- Yo no me voy a meter en esas cosas, allá usted
con su conciencia, solo tiene que saber las normas de esta
casa y todo irá bien.
Me dirigí hacia Braulia y le comenté:
17
- Braulia haga usted el favor de buscar acomodó
para la señora. Alguna pensión o cantina que conozca y
admitan huéspedes y luego le da la dirección al señor
Balsamo para que la acompañe. Sea discreta se lo
suplico.
- Así lo haré señor, ¿Los invitados se quedarán a
comer?
- Ponga de comer a los invitados, yo tengo
trabajo.
Al momento miré a Balsamo y le dije.
- Cuando acaben acompañé a su señora y al
regresar retírese a descansar. Empezaremos mañana,
cuando tenga la cabeza más despejada.
Este hombre no tenía escrúpulos para conseguir
todo lo que anhelaba en su carrera. Por tener a su alcance
el poder y la sabiduría, poseer todos los secretos ocultos
que yo podía ofrecerle, era capaz incluso de prostituir a
su mujer. No podía comprender porque se había casado.
Pero yo necesitaba a alguien sin escrúpulos,
alguien que no le importara llegar hasta el final fuera cual
fuera el precio que había que pagar. Sólo tenía que tener
cuidado con él, controlarlo, dosificar muy bien la
información y barajar mis cartas con cautela.
Braulia buscó acomodo a la señora de Balsamo en
la pequeña habitación de una casa de huéspedes en la
Plaza Palacios, así no estaría lejos del control de su
marido.
Al cabo de unas horas volvió solo a casa, el ama
lo acomodó en una habitación al lado de la mía, la que
había sido de mi hijo antes de partir hacia Salamanca.
No llevaba gran equipaje, sólo un maletín de
viaje, por lo que deduje que no poseía grandes
pertenencias. Cuando llegué de madrugada dormía
plácidamente en su cama. Me acerqué hasta mi
18
habitación, debía de dormir un rato, estaba muy cansado.
Me quité la túnica con capucha que llevaba puesta, era la
ropa que siempre vestía, parecida a la de los frailes pero
sin cordón en la cintura. Atusé ligeramente con la mano
mi larga barba canosa y me dispuse a acostarme, no antes
sin quitarme mis lentes, mi vista ya no era la de antes, sin
ellas estaba perdido.
Tengo ya cincuenta y un años y sigo teniendo
miedo de salir a la calle sin capucha, a veces caminando
vuelvo la vista atrás creyendo que me persiguen. Mi vida
había cambiado mucho desde que escapé de la hoguera,
estoy muy fatigado y casi no duermo, pero debo seguir
con lo que he empezado.
Le desperté a las seis de la mañana zarandeándolo
en su catre, le costó mucho levantarse, y le dije:
- Estoy en el salón, no tarde, el desayuno se está
enfriando.
- Ahora mismo voy, me arreglo un poco y estoy
con usted enseguida - dijo Balsamo.
Había hervido leche que me dejaba mi ama por la
noche antes de irse a casa, se la traían recién ordeñada los
vaqueros desde el campo. Dos cuencos de leche y una
hogaza de pan del día anterior estaban en la mesa junto a
mi cuando llego Balsamo. Un candelabro con tres velas
sobre la mesa iluminaban la estancia, pues aún no había
amanecido.
- Buenos días señor Ainoza.
- Espero que así sea, ¿ha dormido usted bien?, se
le veía cansado del viaje tan largo que ha hecho.
- Muy bien gracias, ¿y usted?
- Hace muchos años que duermo muy poco, soy
como una lechuza, me cuesta cerrar los ojos. Coma un
poco le hará falta mientras yo le explico lo mejor que
19
pueda el asunto que tenemos que tratar y por lo que ha
venido a verme desde tan lejos.
- Empiece cuando quiera, le escucho atentamente.
- Poca cosa heredé de mi padre, pero en ello
encontré casi todas las claves de los grandes hallazgos
que hizo. Como ve, este maletín de trabajo, y una serie de
libros, pergaminos y cuadernos es todo lo que me dejó.
Según sus notas este material es la clave de este
entramado y misterioso enigma que tenemos para
resolver entre los dos, si está usted dispuesto a ayudarme.
Me levanté de mi asiento, mientras mi invitado
había acabado su desayuno, estirando mi mano y
señalando con el índice le dije.
- Esta habitación es mi laboratorio y lugar de
trabajo, siempre permanece cerrada, nunca debe de entrar
nadie que no seamos usted y yo. Será su hogar durante
algún tiempo.
Me dirigí hacia la puerta del laboratorio, hice una
pausa mirando a mi invitado, su faz estaba llena de
asombro y le dije.
- Si tiene alguna duda o pregunta este es el
momento de hacerla, esto que va a ver y aprender le
traerá muchas complicaciones y tendrá que ser muy
valiente para soportarlo.
Me miró fijamente a los ojos durante unos
momentos y con voz segura espetó.
- Cuénteme primero algo de su padre, su historia,
sus conocimientos, ¿dónde está ahora, que fue de él?
- Para todo el mundo, incluso para mí, este es un
gran misterio aun no resuelto. Lo he visto curar
enfermedades que nadie conocía, ni siquiera tenían
nombre. Yo era muy joven y no lo comprendía, pero
nunca quiso revelarme sus grandes secretos. Recuerdo
que un día, al cumplir los veinte años, me dijo que
20
cuando el desapareciese y dejara de dar señales de vida,
sería el momento en el que debería empezar a averiguar
todos los secretos que había guardado para mi y de
comenzar a leer sus cuadernos. Descifrar lo que en ellos
se encontraba y así llegar al fondo de la verdad. ¿Qué
había sido de él y de dónde había sacado todos sus
conocimientos? Mi padre se llamaba Bartolomé Ainoza,
fue un ser fuera de lo común. Cuando me enseñaba el
oficio parecía que me escondía siempre detalles de sus
curaciones, ahora sé que lo hizo para protegerme.
Muchas veces desaparecía durante largos meses y nunca
sabíamos donde se encontraba ni teníamos noticias de él.
Cuando se le preguntaba decía que había viajado fuera
del país estudiando plantas o que había estado en la
montaña pensando y haciendo vida de asceta. Siempre
que volvía de dichas desapariciones se le veía con la
mirada perdida y una sonrisa que le iluminaba la cara. A
veces se encerraba en su laboratorio durante varios días y
no salía ni para comer, incluso le había oído hablar
idiomas que nadie entendía. Poco a poco volvía a la
normalidad y se acostaba a dormir durante dos o tres
días, al despertar parecía que no había pasado nada, que
no recordaba nada de donde había estado. Yo aprendí
todo lo que me enseñó acompañándole a sus visitas
médicas que hacía por todos los pueblos de Aragón y su
comarca, pero nunca pude entrar en su laboratorio ni
acceder a sus extraños jarabes y bebedizos que preparaba
en el mismo. Me decía que no estaba aun preparado, que
todo llegaría en su día, que tenía que tener paciencia.
- ¿Y que fue de su padre señor Ainoza?
- Mire, yo fui preso por la Santa Inquisición,
cuando unos nobles me denunciaron por una milagrosa
curación que hice a su hijo, de esto hace ya seis años. Fui
encarcelado en el castillo de Torrelobatón y condenado a
21
morir quemado en la hoguera por hereje y brujo. Mi
padre me vino a ver a las mazmorras, fue la última vez
que nos vimos. Hacía años que había desaparecido, le
habíamos dado por muerto, me dijo que no preguntara
nada, no había tiempo que perder, me entregó un
frasquito con un líquido espeso de color marrón y me
dijo.
- Tomate este elixir el día que venga el Abad para
confesarte, antes de la ejecución. Procura extenderte en
la confesión que le hagas de tus pecados para dar tiempo
a que surta efecto. En el momento que empieces a sentir
convulsiones coge la mano del confesor como si fueras a
besarla para tener contacto con él.
- No entiendo como pudo usted escapar – dijo
Balsamo.
- Yo tampoco lo entendí en ese momento, pero al
levantarme de mis convulsiones me percaté que el Abad
yacía en el suelo sin sentido. Cuando me acerqué a él y
retiré su capucha para auxiliarlo mi sorpresa fue que el
hombre tendido en el suelo era yo, el Abad tenía mi cara.
Lo zarandeé entre el estupor y el miedo. Atónito me
palpé la cara varias veces para ver si yo era el mismo,
pues no entendía nada. En esos momentos me desvanecí,
sentí un dolor punzante en mi cabeza como si me
estuvieran arrancando el cerebro y perdí la conciencia
totalmente. Había pasado algo increíble, el cuerpo del
Abad había desaparecido y dentro de sus hábitos estaba
el mío en el suelo sin sentido. Me levanté rápidamente,
había vuelto a la consciencia y de nuevo me palpé la
cara, era algo maravilloso lo que había pasado, mi cara
era vieja y arrugada, estaba completamente calvo, solo
una coronilla de pelo había en mi cabeza. Entonces
comprendí lo que había pasado, mi cerebro estaba dentro
22
del cuerpo del fraile y en el suelo yacía mi cuerpo sin
sentido.
Balsamo estaba expectante escuchando esta
increíble historia. Sus ojos eran de incredulidad y a la vez
de fascinación. Proseguí mi relato.
- Me sentí asustado, aunque empezaba a
comprender muchas cosas y rápidamente me puse a
pensar que debía de hacer, no tenía tiempo que perder, en
cualquier momento podía entrar alguien y ver el extraño
cambio que había experimentado y todo lo que mi padre
había planeado se iría al traste. Estaba sin fuerzas,
exhausto, pensé que lo que tenía que hacer era traspasar
las puertas de la celda, y solo lo podía hacer con el
cuerpo del Abad, pero mi gran temor era como
recuperaría mi cuerpo una vez fuera de estas murallas.
Desnudé al clérigo y cambié sus ropas por las mías, lo
apoyé sentado contra la pared y llamé al carcelero. Le
dije en voz muy baja que el preso dormía, que después de
haber confesado todos sus pecados y haber estado
llorando amargamente le dejaran descansar hasta el
momento de la ejecución, para quedar en paz con su
alma, qué no quería comer nada. El soldado asintió con la
cabeza y luego besó mi mano al despedirme. Despacio y
con paso de anciano salí de la fortificación rumbo al
convento tratando de pasar desapercibido en todo lo
posible. Fui por las calles más angostas, zigzagueando
aunque me costara más llegar. Algunas personas a mi
paso se santiguaban y yo les daba la bendición con la
mano desde lejos para no levantar sospechas. Estaba
fuera de la mazmorra, no me lo podía creer, mi cabeza
daba vueltas pensando como podía haber ocurrido esta
transposición de cuerpos y mentes. Al llegar al convento
golpeé la aldaba del portalón, tras varios segundos
apareció por una pequeña portezuela de madera a la
23
altura de la cabeza un joven fraile que me saludó y abrió
el portón rápidamente. Me hizo una reverencia
postrándose ante mí, clavando una rodilla en tierra y
besándome la mano. Le dije con voz muy tenue para no
levantar sospechas, que no me encontraba bien, que por
favor me cogiera del brazo y me acompañara a mis
aposentos. También le di órdenes para que no se me
molestara, necesitaba descansar y dormir un rato, para
que se me pasara el malestar. Me acompañó y me ayudó
a acostarme en mi cama, me preguntó si necesitaba
alguna cosa mientras yo con mi mano le hice ademán de
que me dejara solo y cerrara la puerta. A la mañana
siguiente entraron en la celda de la mazmorra el alguacil
y el carcelero, el Abad con mi aspecto y mis ropas yacía
en el suelo sin sentido. Venían a preguntarle si quería que
le practicasen la extremaunción, tuvieron que despertarle.
Al abrir los ojos se incorporó rápidamente preguntando
qué había pasado, estaba mareado y mirándose a si
mismo con cara de estupor vio que no llevaba sus hábitos
y que las manos y la cara no eran las suyas. Soltó un
alarido asustado y dijo bramando: “Esto es obra del
diablo, no os dais cuenta, no veis que realmente soy el
Abad Andrés poseído por el brujo Ainoza, escuchadme
por favor”. Al despertar se había dado cuenta de que su
cuerpo no era el que había entrado en la celda el día
anterior y gritaba sin parar: “Soy el Abad, soy el Abad”.
Tuvieron que sujetarlo entre varios carceleros que habían
entrado en la celda al escuchar los gritos, se
convulsionaba y forcejeaba con ellos.
Balsamo estaba cada vez más impresionado y
maravillado con el relato.
- El alguacil le preguntó al Abad con apariencia
de preso si quería la extremaunción, pues solo quedaba
una hora para el desenlace. Mientras el gritaba que era un
24
error, que los maldecía por no darse cuenta de quien era.
Volvió a insistir el alguacil y viendo que seguía fuera de
sí le dijo que estaba poseído por Satanás, nada se podía
hacer. “Francisco Ainoza si te arrepientes de tus pecados
aun podrás salvar tu alma y descansar en paz” - dijo el
alguacil - “Por última vez, ¿quieres que venga tu
confesor?, de lo contrario comenzaremos con la
ejecución”. El Abad seguía gritando y maldiciendo a
todos por no darse cuenta del error que estaban
cometiendo. Ataron de pies y manos al recluso y
abandonaron la estancia para hacer los preparativos.
Pensaron que no había nada que hacer y que cuando
muriera ya saldría de su cuerpo el espíritu del mal que lo
poseía. Mientras yo dormía en la celda de retiro del
convento, me despertaron unos golpes en la puerta que
daba un fraile, venia a avisarme de que iba a empezar la
ejecución y tenía que levantarme para acudir a ella. Le
dije que no me encontraba en condiciones, estaba muy
cansado y me flaqueaban las piernas. El fraile,
preocupado por mi salud me preguntó si quería que
avisara al galeno, le dije que no. Entonces me preguntó si
quería que el padre Teodoro fuese a la ejecución en mi
lugar, a lo que contesté que sí. Al rato salí a hurtadillas
del convento, casi no había nadie, todos estaban en el
gran espectáculo callejero, el asesinar a un hereje, según
ellos. Las calles estaban llenas de gente que iban hacia
allí, enfervorizada y con ganas de sangre iban chillando
sin parar “Hereje, hereje, muera en la hoguera”. Me
aposté en una esquina lejana de la plaza donde iban a
ocurrir los hechos, no debía ser visto, aunque yo tenía
una buena perspectiva para poder ver y oír todo lo que
estaba sucediendo.
25
Paseaba por la habitación, se me encogía el
estomago cada vez que revivía esta situación, pero
continué la narración.
- Por la calle adyacente pasaba el carro que tirado
por dos bueyes portaba detrás al recluso maniatado,
sentado con la cabeza entre las piernas sollozaba sin
parar, estaba sin fuerzas después de todos los
acontecimientos que le habían sucedido. Se paró el carro
unos metros más allá del poste en el cual iba a ser atado y
en el que unos grandes haces de leña rodeaban su base.
Al pie de los mismos se hallaban el capitán de la guardia,
el alguacil y un fraile, supongo que Teodoro, mi
sustituto. El verdugo le ayudó a bajar, ya no tenía fuerzas
para seguir luchando, lo había intentado todo pero sin
ningún resultado. Lo ató en el mástil con una gran soga
por los pies, la cintura y el cuello y se cruzó de brazos
mirando al alguacil y esperando la orden. El fraile se
acercó al abad y le dijo: “Por ultima vez, ¿te arrepientes
de tus pecados antes de morir y quieres pedir perdón a
Dios y a todos sus fieles por las brujerías que has
realizado?”. El Abad entre lágrimas y sin fuerzas para
gritar dijo, “Hermano Teodoro soy vuestro Abad, por el
amor de Dios sáqueme de aquí o cometerán una gran
injusticia, el hereje Ainoza ha poseído mi alma y mi
cuerpo, no lo veis, ¿estáis ciegos?”. El fraile se giró
hacia la muchedumbre y gritó, “No podemos hacer nada
por su alma, este hombre esta poseído y quiere
engañarnos, así pues que arda también su alma en la
hoguera para que el espíritu del mal nos abandone”.
Dicho esto se acercó el alguacil y le dijo “Francisco
Ainoza y Pedrosa por tus crímenes confesos y por atentar
contra la ley de Dios debes morir en la hoguera por
hereje, brujo y blasfemo”. Levantó la mano y miró al
capitán que a su vez desenfundó la espada de la vaina y
26
levantándola en alto indicó al verdugo que prendiera
fuego a la leña. Al rato las llamas ya empezaban a subir
por sus piernas, sus gritos eran ahora de dolor, en esos
momentos vi como todo el mundo se quedó estupefacto.
De los gritos de consigna de muerte al hereje se pasó a un
silencio sepulcral cuando vieron que la cara del reo iba
envejeciendo rápidamente mientras el fuego le consumía
y que iba apareciendo poco a poco la cara del Abad
Andrés. La gente soltó un “¡OH!” casi al unísono y
gritaba, “es cosa de brujerías, no miréis, no miréis,
puede que nos posea a nosotros, el demonio esta
saliendo de su cuerpo”. En esos mismos instantes sentí
como un estremecimiento dentro de mí. Mi cuerpo se
convulsionó durante unos instantes y pude ver como mis
manos perdían sus arrugas y se transformaban otra vez en
lo que yo era. Palpé suavemente mi cara, efectivamente
la metamorfosis había ocurrido. Salí corriendo hacia
casa, estaba asustado pero feliz, había vuelto a nacer.
Balsamo me interrumpió diciendo.
- Nunca le explicó su padre como pudo hacer esa
transformación, ¿qué ingredientes utilizó?
- La última vez que vi a mi padre fue el día que
me entregó el susodicho elíxir que obró tan extraña
transformación. Nunca supe nada más de él. Al poco
tiempo, un amigo de mi padre, abogado y cabeza visible
de una organización oculta de un grupo de eruditos se
puso en contacto conmigo y por mediación de mi hijo
hice traer toda la documentación que le dio y los enseres
que guardaba de sus investigaciones. Estuve estudiando
todos sus manuscritos para descubrir la fórmula de dicho
elixir y no encontré nada más que algunas cábalas para
muchas de los cuales todavía no tengo respuesta.
27
Balsamo se frotaba la cabeza y con cara de
incredulidad pensaba cuando podía acceder a toda esta
información y si él sería capaz de descifrarla.
- Alguien me dijo que había embarcado en uno de
sus largos viajes hacia las Indias Occidentales, pero nadie
me lo puede asegurar. Aun espero saber si está vivo o
alguna noticia suya, aunque ya he perdido toda
esperanza.
- ¿Qué ha hecho usted durante todos estos años
desde que escapó de la hoguera?
- He desarrollado e investigado algunos de sus
preparados y curaciones, también he realizado miles de
pruebas con ellos, pero no he podido descubrir todos sus
secretos, por eso me puse en contacto con usted. Los
viajes que tenemos que hacer no los puedo efectuar yo
solo, necesito a alguien que me ayude y con el que poder
descifrar todos los epigramas y acertijos que tienen sus
notas.
Tras una breve pausa, continué.
- Primero empezaremos por el orden exacto de los
apuntes que poseo, los dividiremos en grupos de trabajo
y usted los leerá atentamente para poder encontrar todo lo
que a mi se me pueda haber pasado por alto. Ahora le
enseñaré mi laboratorio con todos los cuadernos, libros y
artilugios que él me dejó.
Mientras decía esto saqué una gran llave de mi
bolsillo y le dije.
- Entremos sin demora y prepárese para que esta
estancia sea durante mucho tiempo su única vida y
pensamientos. Pasaremos la mayor parte del día y de la
noche en ella.
A lo que el joven doctor preguntó.
- ¿Esta usted seguro de compartir sus secretos
conmigo?, casi no me conoce.
28
- He estado al tanto de la historia de su vida a
través de amigos que tengo en Italia y sé de su avidez de
aprender todo lo sobrenatural que conlleva la medicina,
pero tiene razón, no le conozco lo suficiente. Aun así
tengo la certeza de que es la persona idónea para poder
ayudarme en estas incógnitas, los cuales no pueden ser
vistos todavía por la gente corriente, no están preparadas
para ello. Otro tema es qué uso hará usted con todo lo
que aprenda, pero estoy seguro que igualmente debo
arriesgarme por el beneficio de la ciencia y de la
humanidad.
- Celebro que deposite su confianza en mí, espero
ser un digno aprendiz y acompañarle en esta historia,
aunque no le puedo prometer nada, pues tenemos
diferentes maneras de pensar sobre la ciencia médica y
sus resultados, del uso o abuso de los proyectos
científicos.
Mi respuesta fue tajante.
- Aun así, debo arriesgarme.
A Balsamo le temblaban las piernas, sus ojos
anhelantes de sabiduría revelaban que su mente no
paraba de dar vueltas, esto era lo que había estado
esperando toda su vida, un maravilloso golpe de suerte
que por azar le había tocado. Por fin podría desarrollar
fórmulas y curas a las que nadie había tenido acceso,
tenía la fama delante de sus manos y no la iba a dejar
escapar.
29
Capítulo 3º EL LABORATORIO
Me dispuse a entrar yo primero y encendí varias
lámparas de aceite y algunas velas, la habitación se
iluminó poco a poco. Al entrar Balsamo notó un olor
mezcla de hierbas y humedad, no habían ventanas, no
entraba ningún resquicio de luz. Fue mirándolo todo con
ambición, era la habitación más grande de la casa,
totalmente cuadrada. Sus paredes estaban llenas de
estanterías, con botes de todos los tipos llenos de
productos que no llegaba a vislumbrar bien, pues la luz
era muy pobre.
En una parte de la habitación había una mesa
llena de pergaminos enrollados, cuadernos descoloridos y
con las tapas estropeadas por la humedad. El polvo era
testigo de la poca limpieza que reinaba en la habitación,
se notaba que ninguna persona había limpiado desde hace
mucho tiempo.
En el otro extremo de la habitación había un catre
con una manta y junto a este se encontraba una jofaina
con agua. También había más estanterías con legajos y
cientos de libros, de los que apenas se podían leer los
títulos.
30
En el centro de la habitación se encontraba una
gran mesa llena de alambiques y utensilios de metal,
cristal y como no, un gran crisol para fundir metales.
Junto a esta había un pupitre lleno de hojas de papel con
dibujos y anotaciones.
Balsamo se quedó unos minutos en silencio
mirando desde la puerta. Lo que veían sus ojos parecía
ser la historia de muchas horas de estudio y pruebas
inexplicables e incomprensibles para la gente inculta y
sobre todo para la iglesia, que llamaba a todo esto
brujería, sin saber que esto era ciencia.
Miré fijamente el rostro de Balsamo, era una
mezcla de impaciencia, asombro e incredulidad y le dije
con voz segura antes de cerrar la puerta.
- Pase y siéntese. Está a punto de venir Braulia y
no puede ver nada de lo que hay en esta habitación. Ya le
he dado órdenes para que durante algún tiempo deje cada
día en el umbral de la puerta lo necesario para nuestro
mantenimiento.
Balsamo se quedó embelesado con todo lo que
podía encontrar en la estancia.
- No sé por donde empezar - dijo.
- Primero le diré - dije acompañándole hasta las
estanterías y con un cuaderno en la mano - que todas las
plantas que puede ver en los estantes no las puede
encontrar en ningún lugar de este continente. Se las
encargué a un marinero amigo mío y me las trajo de sus
diversos viajes a la parte sur de América, a la selva del
río Amazonas y por las indias occidentales. Esta
información la saqué de este primer cuaderno de apuntes
de mi padre que empieza, como puede ver - dije
entregándole el libro a Balsamo - por los chamanes y sus
viajes a la conciencia.
31
Balsamo recogió de mi mano el cuaderno de
apuntes que le entregué y se dispuso a leerlo, estaba lleno
de dibujos de plantas que nunca había visto y de notas
escritas a mano, números, cantidades de mezclas y
nombres muy extraños. En ese momento observando
detenidamente su reacción le dije.
- ¿Está usted preparado para hacer un viaje por la
mente, propio de los chamanes Aymará del Amazonas?
- No entiendo lo que quiere decirme Ainoza, ¿a
que se refiere?
- Para que entienda mejor todo lo que relata este
cuaderno de apuntes tiene que realizar un viaje como los
que hacen los chamanes y conocer los secretos de la
selva, tiene que entrar en su mundo inconsciente, ver y
sentir todas sus experiencias sobrenaturales. Tendrá que
ganarse su confianza para que le cuenten sus secretos , si
no es así, enfrentarse a sus leyes y no poder ponerse
nunca más en contacto con ellos. Yo me ocuparé de
hacerlo regresar si el contacto tuviera más dificultades de
lo normal - a lo que Balsamo contestó.
- Estoy ansioso por empezar, por lo que cuenta,
deduzco que será peligroso, ¿pero cómo sabré lo que
tengo que hacer o decir para ganarme la confianza de
ellos?
- Nada de lo que viva usted en su mente durante
este viaje va a ser fácil. Será peligroso dependiendo de
como lo maneje. De su desenvoltura y astucia depende el
inexplicable mundo en el que se introducirá, tiene que
tener en cuenta que solo viajará su mente, pero puede
ocasionarle daños psíquicos, aunque ya sabe que la
ciencia reviste a veces estos problemas. Es usted el que
debe decidir si está dispuesto a arriesgarse, si lo hace,
tendrá que ser hasta el final.
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- Si, estoy seguro, no he llegado hasta aquí para
no arriesgarme, pero antes me gustaría que saciase mi
curiosidad explicándome algunas cosas que he visto aquí
y no logro comprender, si todo este material que tiene no
son copias, ¿cómo las consiguió su padre?
Nos acercamos a la mesa donde estaban los
pergaminos y tomé uno al azar, estaban todos bastante
desordenados, se lo entregué a Balsamo y le dije.
- Realmente son originales, tienen más de tres mil
años, tenga cuidado al abrirlos pues podrían romperse,
son muy delicados. Aunque de entrada no entienda nada
de lo que dice en ellos si los estudia detenidamente verá
que pueden descifrarse.
Abrió con mucho cuidado el pergamino que le
había entregado, estaba muy deteriorado pero se podían
ver claramente los dibujos de su contenido, estaban
escritos en jeroglíficos egipcios. Levantó la mirada,
sonrió y me dijo.
- ¿Ya ha podido traducir todos los jeroglíficos de
los pergaminos?
- No me ha hecho falta, en estos tres libros que ve
usted a la derecha de aquella estantería está toda la
traducción hecha a mano por mi padre, la cual hizo
gracias a este dibujo que le voy a enseñar.
Desenrollé un gran legajo que había en la
estantería donde estaban los mapas guardados y lo
desplegué en la mesa apartando los pergaminos. Puse un
objeto pesado en cada punta del legajo.
- Mire con atención este gran dibujo, es una copia
exacta de la piedra Roseta, la cual sirve para poder
traducir los jeroglíficos, nunca se llegó a encontrar, pero
no se porque motivo vino a parar este dibujo a las manos
de mi padre. Como puede comprobar en los lomos de
estos libros escritos todos a mano por él, dice “Viajes a
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Egipto”, lo que no sé es quien los hizo pero me puedo
hacer una idea.
- Todos datan de una dinastía, la XVIII, y hablan
de dos grandes faraones en concreto, la de Hatshepsut y
la de Menjaperra Thutmose, llamado Tutmosis III, madre
e hijo de dicha dinastía. Fueron dos faraones muy
importantes, construyeron muchos templos y edificios en
el valle del Nilo. Sus pergaminos hablan de la grandeza
de esta dinastía y como se hicieron grandes logros en
medicina y ocultismo.
- ¿Así nunca ha podido saber como llegó este
material a manos de su padre? Tendrían que haber
algunas notas explicándolo o, como mínimo, situarlo en
alguno de sus viajes - dijo Balsamo, a lo que contesté.
- No, pero para eso esta usted aquí. Vamos a
averiguar todo este misterio y probar todos los filtros y
brebajes que en estos libros encontremos, sobre todo
debemos averiguar como llegó a manos de mi padre. Con
el tiempo descubrí que el bebedizo que me dio en la celda
en la que estuve encerrado y de la que pude escapar está
escrito en este libro. Corresponde a un capitulo del Libro
de los Muertos, el cual no se haya en este laboratorio,
nadie sabe donde está enterrado, aunque dicen que está
en la tumba de Tutmosis III. Al parecer pasaba en
herencia de padres a hijos y cuando fallecía era enterrada
una copia de este, hecha por escribas del Faraón, los
cuales debían morir para no revelar su secreto.
Balsamo con cara de preocupación dijo entonces.
- Si nos pasara algún contratiempo nuestra
investigación quedaría en el olvido ¿ha pensado usted en
ello?
- Efectivamente, tiene razón, pero es un riesgo
que debemos correr, no tengo solución a ese problema - a
lo que Balsamo comentó.
34
- Hay muchas fórmulas en este libro que yo no
conozco, son nuevas para mi, supongo que en los demás
cuadernos y apuntes habrá muchas más, pero sea sincero
conmigo, hay algo más que una recopilación de
recetarios de plantas, elixires y productos de esta índole,
¿no es cierto?
- Tiene usted razón, pero no se lo desvelare hasta
que haya leído y estudiado todo lo que en esta habitación
se encuentra. Tiene que probar en usted o en enfermos
toda la ciencia que aquí se explica hasta llegar a la parte
mística y esotérica de este asunto, es la única manera de
entender todo el trasfondo que contiene esta información.
Balsamo asintió con la cabeza y se puso manos a
la obra, comenzó con una serie de cuadernos que
hablaban de la ciencia de los chamanes de la selva del
Amazonas y me comentó.
- Es increíble que reuniera todas estas plantas y
flores tan extrañas que aquí se nombran.
- No he logrado conseguirlas todas, es muy difícil
encargar todo este material a personas profanas en estos
temas. Aun siendo amigos los que me la han
proporcionado, son simples marineros mercantes y no es
fácil para ellos buscar o conseguir las plantas enseñando
un dibujo de lo que necesitaban en los poblados perdidos
del interior de la selva. De todas formas he conseguido
las suficientes para poder preparar las más importantes y
he podido comprender los tipos de curaciones que hacen
los diferentes tipos de chamanes, como los
Ayahuasqueros, Tabaqueros, Purgueros y Sobadores. La
cocción más esencial del ritual de estos personajes es la
que usted va a probar, la llaman Ayahuasca, con ella
realizará un viaje en el espacio tiempo a través de la
mente con el que se pondrá en contacto con el gran
chaman. Le deberá preguntar por todos sus secretos y los
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de sus antepasados, haciéndose pasar por uno de sus
dioses. Yo mientras tanto, aprovecharé desde aquí para
apuntar todo lo que en su viaje se hable.
Balsamo acongojado y asustado me preguntó
- ¿Pero que veré en mis sueños, que sentiré?
dígame que ocurrió cuando tuvo esa experiencia.
- Cada experiencia es diferente, solo usted será
dueño de si mismo y lo haré volver antes de tiempo si la
situación fuera extrema. Para que yo pueda ir apuntando
usted tiene que repetir, como si de un eco se tratase, todo
lo que oiga. Esta noche haremos la prueba, no le diré
nada más porque debe ser una experiencia inolvidable y
tiene que enfrentarse solo ante sus miedos y temores.
Sentirá que ellos hablan otras lenguas, como la Aymará,
pero no se preocupe, entenderá lo que dicen y ellos a
usted. Recuerde que hablaran con sus mentes y tenga
cuidado de no tener algún tipo de pensamientos que nos
implique, pueden ser leídos por el gran chaman.
Esto intranquilizó aun más a Balsamo, se le
notaba preocupado y con cara de no entender nada, fue la
primera vez que vi a este hombre confuso y con
semblante de incredulidad, no era fácil con la arrogancia
y seguridad en si mismo.
- No debe temer nada, he efectuado este viaje
varias veces y sigo aquí, mi cuerpo y mi mente no han
sufrido ningún mal. Pero antes debemos prepararnos para
cuando le hagan preguntas los chamanes o los jefes
tribales. Debe contestar con seguridad para ganarse su
confianza y que crean que ha sido enviado por sus
antepasados, así pues repasaremos los apuntes.
Estuvimos todo el día estudiando los nombres de
los dioses y costumbres de este pueblo y aprendiendo sus
más importantes bebedizos, para que ellos vieran que no
era un extranjero o un espíritu maligno que venía a
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castigarlos. Leyó y releyó sin parar, estaba asustado pero
emocionado a la vez.
Al anochecer le estuve dando los últimos consejos
y directrices antes de empezar el viaje.
- En este viaje usted verá al gran brujo
físicamente y él también le verá a usted. Irá desnudo, sin
ninguna prenda, podrá ver también a todos los seres
humanos que se crucen en su camino, pero para ellos
usted será invisible. Verá cosas indescriptibles. Tendrá
que pintar su cuerpo con los signos indispensables que
lleva todo curandero en los rituales, los cuales señalaran
que tipo de dioses lo envían. Siempre lo mirará a los ojos
en sus conversaciones y nunca gesticulará ni hará
movimientos extraños con su cuerpo. Tiene que dar ante
todo una sensación de seguridad.
Le enseñé unos apuntes con el dibujo de la cara,
pecho y brazos que iban a utilizar y le dije:
- Estos dibujos tardarán al menos quince días en
desaparecer, aunque los limpie con lo que quiera, como si
de un tatuaje se tratara. La pintura verde está hecha con
unas piedras que están en el fondo del río Amazonas y
sus afluentes, son de color verde oscuro y arcillosas, son
piedras sagradas, nadie más que un chaman las puede
tocar o caería en desgracia. Estas piedras se trituran hasta
convertirse en un polvo verde y se mezcla con una planta
llamada Ajo Sacha, también machacada, se impregnan
los dedos en la mezcla y se utiliza para pintar. Debe ser
usted mismo el que se los pinte según el ritual. Ahora
repasemos todo antes de empezar. Vaya usted
diciéndome lo que debe decirles.
- Cuando me haya ganado la confianza del
curandero será cuando se sentará conmigo y me dirá
“Por favor acepta esta comida”, a lo que deberé
contestar “Sí gracias”, así enlazaré vínculos antes de que
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me pregunte por los dioses Aymará. Aceptaré el illa o
amuleto sagrado hecho de huesos humanos de sus
enemigos y piedras sagradas del altar, para tener su
consentimiento como integrante de la tribu de Seres
Humanos.
Balsamo siguió con su narración.
- Sus dioses más importantes son por este orden,
Papachama, la madre tierra, Wari dios del ganado, Waira
del viento, Khunu de las cumbres nevadas y del hielo y
para finalizar Eqeko dios de la abundancia, el cual será
del que vengo enviado. Si me pregunta cual es el motivo
de mi venida diré que Eqeko no está satisfecho con sus
ofrendas – en ese momento le interrumpí.
- Tiene buena memoria, creo que será suficiente
por el momento, si hubiera alguna pregunta
comprometida improvisará, se que usted sabrá salir de
cualquier aprieto.
- Estoy un poco asustado, no se si podré hacerlo,
¿y si se dan cuenta de que no soy lo que pretendo
aparentar? - a lo que le contesté.
- Es usted médico y curandero, sabrá decirles
cualquier cosa para convencerlos, como si de sus
pacientes se tratara, confío que no tendrá ningún
problema. Iremos preparando la cocción de las hierbas
para dejarlas reposar un rato antes de tomarlas, no se
preocupe más, esto le hará sentirse más seguro de si
mismo y más fuerte al pensar que va a ser de los pocos
elegidos en indagar en la mente humana.
Los dos miramos la página con las notas de dicho
brebaje y fuimos a buscar las plantas necesarias para ello.
- Mire son estas dos, un tipo de bejuco, también
llamado liana, la cual abunda en la Amazonia, pero tiene
que estar seca por los años y a punto de putrefacción. La
otra es de una planta llamada chacruna, cuyas hojas y
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bayas una vez desecadas se mezclan con el bejuco y se
prepara una infusión a fuego lento con agua, añadiendo
las esporas de este tipo de hongo que aquí puede ver, el
cual todavía no he podido catalogar ni poner nombre, mi
padre tampoco lo hizo. Tanto la chacruna como el hongo
son alucinógenos muy potentes, si no se prepararan en
sus dosis exactas o se ingirieran directamente cualquiera
de ellas, podrían volver loca a una persona o incluso
causarle la muerte.
Balsamo puso a hervir agua en un cuenco de
cobre de la mesa del laboratorio, mientras yo le enseñaba
una serie de cacitos de metal que había mandado hacer a
un herrero para colocar dosis de hierbas trituradas en su
justa medida, todos ellos con un grabado numérico que
servía para distinguir el tipo de contenido. Balsamo
continuó preguntando.
- ¿Cuanto tiempo durará este viaje?
- Usted no se dará cuenta del tiempo, pueden
pasar varias horas, pero para su mente pueden ser días o
semanas quizás.
- ¿Y en dicho viaje cree que puedo encontrar
algún elemento que sea la panacea médica que tantas
personas han buscado?, gente con gran talento y
experiencia en la alquimia y nunca la han logrado
conseguir. No me refiero a convertir el plomo en oro, mi
búsqueda no es por razones de riquezas, si no por el
poder absoluto del hombre sobre las enfermedades y
enigmas de este mundo - a lo que contesté.
- Dudo mucho que estas tribus puedan ofrecernos
dicha panacea, pero sí pueden darnos algunos
conocimientos sacados de la naturaleza para iniciar este
camino hacia la verdad de muchas cosas. Lo que luego
sigue no se lo diré ahora, pues debemos seguir los pasos
previos igual que están marcados en estos cuadernos que
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llenan las estanterías, numerados todos ellos como creo
que usted ya se habrá dado cuenta. Es así como mi padre
marcó que debía seguirlos. Sé que es usted joven e
impaciente pero no se preocupe más por ello, le dije que
entre los dos resolveríamos estos enigmas, lo demás está
por llegar.
Ya era medianoche, mi joven amigo no había
querido tomar nada para la cena, estaba muy nervioso,
daba vueltas alrededor de la mesa de trabajo, pensativo y
cabizbajo, no paraba de darle vueltas al asunto. Cuando
acabé de cenar decidí tenerlo un poco entretenido para
que dejara de dar vueltas le comenté.
- Triture mientras en ese mortero la piedra verde y
avíseme cuando esté pulverizada, mientras yo cojo un
nuevo cuaderno para datarlo en fecha de hoy con los
apuntes que me contará esta noche.
Al cabo de un rato me comento Balsamo.
- Creo que esto ya esta bien machacado,
realmente parece arena, ¿qué debo hacer ahora?
- Introduzca esa planta toda entera, hojas y flores,
en el mortero y tritúrelo también junto con la arena hasta
que consiga una pasta espesa a modo de pintura.
Cuando lo tuvo todo preparado se acercó hacia a
mí para enseñarme el resultado de la mezcla.
- Está perfecto, ahora déjelo aquí y vaya por las
plantas y los medidores para preparar el bebedizo, pues el
agua ya hierve.
Pusimos a hervir todos los componentes de la
ayahuasca mientras, me quité la túnica con la cual vestía,
hacía un poco de calor en la habitación y había cenado
demasiado. No solía cenar mucho pero a veces las horas
pasaban tan deprisa que cuando me paraba un momento a
pensar había pasado todo el día sin llevarme nada a la
boca.
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Yo era todo lo opuesto físicamente a Balsamo, de
baja estatura más o menos un metro sesenta, bastante
delgado, pelo cano, barba blanca y según mis colegas con
cara de erudito, llevaba unas lentes redondas, pues mi
vista cada vez estaba peor. Guardé la túnica en un baúl
donde tenía mis ropas junto a algunos enseres y
revolviéndolas saqué una botella de ron que tenía
guardada para ocasiones especiales. En ese momento creí
que a Balsamo le hacía falta algo contundente para
apaciguar los nervios. Me acerqué a la mesa de trabajo,
Balsamo seguía con el brebaje, tomé dos copas que tenía
en la estantería y le dije.
- Espero que esto le ayude un poco a calmar su
ansiedad, es bebida de marineros pero entra bien, me lo
trajeron de las islas antillanas. Creo que es el momento
de brindar por esta empresa y que me hable mientras
tanto un poco de usted.
Llené las copas generosamente y le ofrecí una,
luego nos sentamos para hablar.
- Usted sabe de mí más de lo que yo creo, pero a
grandes rasgos mi vida ha sido un poco complicada. En
los asuntos monetarios siempre he tenido lo justo para
vivir sin grandes excesos, en fin me las he arreglado
como he podido. Se dice que mi familia verdadera era de
la nobleza siciliana pero estaba arruinada y como tenían
muchas deudas tuvieron que huir a Palermo. A mi me
dejaron en el camino cuando era un recién nacido, me
abandonaron en la isla de Malta, donde me adoptó una
familia amiga de mi padre. Eran artesanos de la madera,
tallaban piezas de artesanía para los buques de la armada,
nunca quisieron contarme quienes eran exactamente mis
padres, aunque yo insistía en saber algo de ellos.
- Tómese otra copa y siga contando por favor.
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- Si gracias, es excelente este ron. Fui educado
por mi familia adoptiva hasta los doce años, es entonces
cuando decidieron mandarme a vivir con el hermano de
Vittorio, mi padrastro, para que sirviese de aprendiz y me
formara en la medicina, pero yo no tenía suficiente con
las enseñanzas de mi maestro y me pasaba todas las
noches en la biblioteca devorando libro tras libro, no me
importaba de que trataran, primordialmente de medicina,
herboristería y sanaciones. Cuando cumplí los veinte
años conocí al hombre que me abrió las puertas de lo más
selecto de la sociedad de la isla, no puedo decirle el
nombre por razones de lealtad, pero sepa que posee el
título de Gran Arquitecto de Los Francmasones de La
Orden del Templo de Rosacruz. - le interrumpí el relato y
le dije.
- He oído hablar de ello, gente muy poderosa y
con medios para cambiar muchas cosas en el mundo.
- Me captaron para su causa y se me permitió
ejercer de médico en la alta sociedad, con acceso a todos
los libros que dicha Orden poseía en su biblioteca. Cinco
años después me ordenaron que me casara y fuese a vivir
a Londres para ejercer la medicina y ponerme en contacto
con el alto rango de la logia masónica de ese país.
- No entiendo porque, si usted les era tan útil y el
Gran Arquitecto le apreciaba tanto, no tiene ningún
sentido que lo apartase de él - a lo que Balsamo contestó.
- Era evidente, yo subía como la espuma entre la
nobleza y entre los seguidores de la logia, había temor y
envidias de que un novato como yo pudiera ocupar algún
cargo importante en ella. Era muy joven pero demasiado
ávido de sabiduría, temían que llegara muy alto en el
escalafón. En estas logias las personas que no son de
rancio abolengo no pueden acceder a según que cargos en
la cúpula de mando y yo no podía demostrar mi linaje.
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- Aquí en España no tengo noticias de que exista
alguna Orden parecida - le dije - pero si la hubiere
tendrían muchos problemas, realmente quien manda es la
iglesia. La Santa Inquisición hace y deshace a su antojo.
Me eché a reír a carcajadas, y le dije a mi joven
amigo.
- Es una broma, ya sabe que la iglesia y yo
tenemos cuentas pendientes y aun no estoy seguro de que
algún día me reconozcan. Bueno, creo que debemos dejar
la plática y ponernos en el asunto que nos importa.
Debemos comenzar el ritual, apuremos la última copa y
prepárese para una noche muy larga.
Apagué algunas luces del habitáculo y acerqué las
lámparas de aceite al camastro poniéndolas al pie y la
cabecera. Acerqué una silla y le entregué a Balsamo un
espejo para que pudiera pintarse.
- No debe asustarse, estaré en todo momento a su
lado.
43
Capítulo 4º VIAJE DE LA MENTE
Mientras se desnudaba Balsamo con respiración
casi jadeante, me acerqué a la mesa de trabajo y dije.
- Terminaré el preparado de hierbas, mientras
usted se va pintando los dibujos rituales, siéntese en la
cama y tenga este espejo - refiriéndome al espejo que
había en la pared sobre la jofaina para lavarse - yo se lo
sujetaré para que pueda tener más libertad de
movimientos.
Me acerqué con el mortero que contenía la mezcla
y la dejé encima de la silla junto al catre, luego abrí de
nuevo mi baúl y recogí una sábana doblándola varias
veces hasta conseguir una tira alargada. La deposité al
acostarse sobre sus genitales y al mirarme le comenté.
- Esto es para que no se sienta usted incomodo al
estar completamente desnudo, pues le veo un poco
rígido.
- Se lo agradezco - contestó Balsamo.
Procedió a untar dos dedos de su mano derecha en
la tintura y empezó a pintarse la cara. A ambos lados de
los mofletes se hizo tres líneas rectas horizontales
simulando los bigotes de un felino, bordeó todo el
contorno de los ojos y en la frente una raya también
horizontal que iba de lado a lado de las sienes. Luego
paso a los brazos, una línea ondulada desde los hombros
hasta las muñecas simulando unas grandes serpientes.
Sólo quedaba el pecho y se dispuso a ello, trazó en el
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centro un sol de doce puntas y bajo él, cerca del ombligo,
una especie de línea quebrada como simulando un
macizo de montañas, todo ello igual que el dibujo del
cuaderno abierto sobre la mesa. El primer paso del ritual
estaba terminado. Balsamo preguntó entonces.
- ¿Que significan exactamente estos dibujos?
- Pues básicamente es la cara de un felino, dos
anacondas de la selva amazónica, el sol que es el gran
dios de las tribus, las montañas y la de la frente es el gran
río y la línea de la vida. Todos los elementos
imprescindibles en su existencia. La piedra que hemos
utilizado para esta pintura tiene residuos de esmeraldas,
como usted conocerá, una piedra preciosa usada por los
artesanos de la joyería. Estas piedras son desplazadas por
las corrientes de los ríos y son sagradas para estas tribus,
que utilizan en los rituales y la caza.
Balsamo después de un gran suspiro dijo con voz
temblorosa.
- Estoy preparado para empezar cuando quiera.
Me senté en el catre lentamente y le acerqué el
cuenco con el brebaje para que se lo tomara. Las pinturas
ya habían secado y brillaban a la luz de las lámparas
como un reflejo fluorescente que iluminaba su cuerpo.
Entonces le interrumpí.
- Debe tomárselo todo, sé que no huele bien ni
tiene buen sabor, pero si no lo hiciera el efecto no sería el
deseado. Le aconsejo que lo beba todo de un trago así no
será tan desagradable.
Así lo hizo, cerro los ojos y lo bebió todo de
golpe, soltando un grito de asco dijo.
- Esto tiene un sabor repugnante.
Chasqueo la lengua y se acostó lentamente boca
arriba en el catre. Mientras yo le puse la sábana doblada
tapando sus partes íntimas, a lo que preguntó.
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- ¿Tardará mucho en hacer efecto?
- Unos minutos, cierre los ojos y notará los
efectos muy pronto. No se olvide que estoy en todo
momento a su lado, preparado para que narre lo que vea
y sienta. Disfrute de este maravilloso viaje.
- Creo que me esta empezando a surtir efecto, no
puedo casi abrir los ojos, el sueño me domina.
- Ya empezaron sus efectos. Suerte amigo.
Entró en un sueño muy profundo, le levanté un
parpado y observé su ojo, se estaba dilatando. El no notó
siquiera que le tocaba.
Pasado unos minutos empezó a moverse inquieto,
de pronto todo su cuerpo comenzó con una gran
agitación, como si estuviera teniendo un ataque de
espasmo y soltó un gran alarido de dolor que resonó en
toda la estancia.
Balsamo comenzó a relatar su viaje mental. Al
abrir los ojos se encontraba en un pozo sin luz, no se
veía el fondo. Su cuerpo caía a peso a gran velocidad
hacia el abismo, trataba de agarrarse estirando los brazos
pero no hallaba nada en su camino para hacerlo.
Mientras tanto yo inicié la escritura de todo lo que
me iba relatando.
“De pronto mi cuerpo queda flotando en el aire,
mi cabeza parece que va a estallar, un dolor tremendo
recorre mi cuerpo de punta a punta, como si me
estuvieran clavando cientos de lanzas, todo está
ocurriendo muy rápidamente.”
“Apenas han transcurrido unos segundos y todo
cambia de golpe. El dolor se convierte en una gran paz y
calma, ya no siento nada, sólo que floto en la oscuridad.
Intento proferir alguna palabra pero no escucho ningún
sonido, es como si estuviera sordo y mudo”
46
Unos instantes después.
“Mi cuerpo gira lentamente hacia delante y
quedo suspendido boca abajo como si fuera un pájaro
inmóvil en el aire. Comienzo a ver debajo de mi unos
destellos de colores, todo a mi alrededor se va
iluminando como si estuviera amaneciendo, entonces
puedo apreciar las luces y elementos que me rodean.”
En el catre su cuerpo ya descansaba placidamente,
tenía los ojos abiertos pero dormía profundamente.
“Ahora noto como mi cuerpo se desplaza
lentamente hacia delante y observo desde lo alto una
gran selva poblada de grandes árboles que no tienen fin.
Entre tanta espesura no es posible ver nada más de lo
oculto en ella. De repente veo un claro entre tantos
árboles, desde donde puedo ver un largo y ancho rió que
serpentea entre la espesura”
Me siento aturdido, intento mirar a todos lados
para saber donde me encuentro y localizar algún punto
de referencia, mi cuerpo de pronto empieza a caer al
vació a gran velocidad. Intento gritar pero no puedo”
“Se hace el silencio, mi mente se desvanece de
golpe y se queda en blanco”
Al rato sigue narrando.
“Me he despertado, he perdido la noción del
tiempo que ha pasado. Oigo el sonido de los pájaros y
aullidos de la selva, estoy en el suelo inerte sobre las
hojas de la vereda de un rió. Me palpo para comprobar
que no he sufrido ningún daño físico con tan aparatosa
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caída. Intento incorporarme pero estoy mareado, me
siento en el suelo para tratar de recuperarme mientras
miro a todos lados, estoy muy asustado y pienso que no
me ha engañado, es increíble lo que me esta pasando”
“El ambiente rebosa humedad y un olor
característico a todo tipo de plantas. Tengo frío pero he
de sobreponerme y levantarme antes de que algún
peligro me aceche, no sé hacia donde encaminarme.
Decido seguir el curso del rió, mientras observo todo mi
entorno, árboles enormes que no dejan casi pasar la luz
del día, sólo hay claridad caminando por la vereda que
sigue al costado del rió. Observo los insectos, grandes
mariposas multicolores, estoy descalzo y desnudo, se
oyen continuamente los chillidos de algún tipo de
primate que no puedo ver”
“Tengo miedo de donde pisar, hay grandes
hormigas rojas pasando a mi lado, continuo caminando
sin dejar de mirar hacia atrás de vez en cuando, todo son
sonidos extraños y yo busco algún signo de vida humana
entre toda esta selva”
Después de un largo rato en silencio Balsamo
continuo con su relato, estaba inquieto.
“Pasadas unas horas me siento sobre el tronco de
un árbol caído en el suelo, exhausto y mareado aun. De
pronto noto que la maleza que hay detrás de mi se
mueve. Un murmullo de crujir de ramas me sobresalta,
me incorporo lentamente y giro mi cuerpo hacia donde
escucho el ruido.”
“Un rugido estremecedor que proveniente de la
espesura deja helado mi cuerpo. Puedo ver de entre las
ramas como lentamente un gran felino se acerca hacia
48
mi, es un jaguar con aspecto amenazante, las fauces
abiertas y profiriendo ronquidos cortos y sordos.”
Me quedo inmóvil, mi sangre no circula por las
venas, es tal el miedo que tengo en el cuerpo que me
orino encima, no puedo moverme, mi cuerpo no
responde. El felino da un salto hasta caer a mi lado, se
acerca lentamente a mis pies, no me mira a la cara. Da
unas vueltas alrededor mió y olisquea donde yo había
orinado. Suelta un gran rugido, mientras yo sigo inmóvil,
la selva se ha quedado muda, ya no se oyen a los monos
y los pájaros han dejado de cantar.”
“Sigue dando vueltas alrededor mió unos
segundos y continúa su camino con paso lento hasta que
se pierde por la espesura. En ese momento me desplomo
de golpe en el suelo, todos mis temores me han dejado
sin fuerzas, impertérrito y ofuscado sólo pienso porqué
ese animal no me ha hecho nada.”
“No puedo saber si el jaguar verdaderamente no
me ha podido ver, simplemente ha notado una presencia,
o por mis pinturas rituales ha pasado de largo sin
hacerme ningún daño, dejo de darle vueltas al asunto,
todo vuelve a la normalidad.”
“De repente me doy cuenta de que esta escena es
observada por alguien al que yo no puedo ver en esos
momentos tan peligrosos y a causa del pánico que paso,
hago un repaso a mis alrededores para comprobar que el
animal se ha marchado. Cual es mi sorpresa cuando alzo
la vista sobre una gigantesca piedra al lado del rió y
encuentro una silueta humana con el sol a sus espaldas
que está inmóvil sobre ella. No puedo verla claramente
porque el sol me da en la cara, me acerco lentamente al
pie de la roca. Sigue erguido sin moverse sosteniendo un
bastón en su mano derecha algo más alto que él,
entonces puedo verle perfectamente, es muy menudo,
49
tiene el pelo muy largo y canoso, tez muy oscura y
semblante serio. Lleva un taparrabos, collares y
brazaletes que le cubren las muñecas y los tobillos.”
“Es un anciano que no mide más de un metro
veinte y lleva un colmillo de algún animal atravesando su
nariz. En su cuerpo, lleno de tatuajes, puedo vislumbrar
símbolos parecidos a los que yo llevo. Por fin he
encontrado lo que he venido a buscar o alguien que
pueda ayudarme a conseguirlo.”
“Levanta su bastón en alto y desaparece
caminando detrás de la roca. Me parece que lo que
quiere es que le siga. Me encamino tras de él, miro
detrás de la roca pero ha desaparecido. Sigo caminando
por otra senda muy estrecha que se adentra en la selva,
mi mente me guía hacia allí, a lo lejos escucho sonrisas
de niños, veo humo por encima de los árboles. Creo que
por fin tendré contacto con alguna de estas tribus.”
“Al final del sendero oigo los ruidos más fuertes.
Escucho el sonido de niños jugando. Acelero el paso sin
dejar de mirar atrás. Siento una presencia, no sé si del
hombrecillo o de algún animal salvaje que pueda
seguirme, aun tengo el miedo metido en el cuerpo.”
“Por fin llego a un claro del bosque, me detengo,
ante mis ojos aparece un poblado con un puñado de
niños jugando con palos que se persiguen unos a otros.
Me acerco a ellos, no dejan de jugar, realmente no
pueden verme. Soy como un espíritu andante que puedo
pasar desapercibido a los ojos humanos. Observo una
serie de chozas dispuestas en forma de círculo y en el
centro del cual hay una más grande y vistosa. Están
hechas de ramas de árboles y coronadas con hojas
gigantescas muy verdes. En la choza central veo salir un
humo espeso. Ninguna tiene puerta para entrar, sólo la
50
de en medio posee algo parecido a una puerta hecha de
cañas.”
“Continúo caminando y observando todo lo que
me rodea, no sé que hacer. Algunas mujeres trabajan al
lado de un entarimado con techo de paja moliendo con
unos gruesos palos algo parecido a unas raíces, otras
salen de las chozas con pieles, dispuestas supongo a
curtirlas o coserlas. Ellas tampoco me miran, soy
invisible para todos.”
“No entiendo porque no hay hombres en esta
aldea. Ellas también van desnudas y sólo llevan un
pequeño taparrabos por atuendo. Están todas en plena
tarea para la comunidad mientras los niños juegan a ser
cazadores con sus palos. Todas ellas portan tatuajes y
pulseras, también llevan un colmillo atravesando su
nariz como el hombre que pude ver en la roca. Hay de
todas las edades desde niñas hasta ancianas, todas ellas
están trabajando.”
“Excepto en la entrada, una gran empalizada de
cañas de unos dos metros de altura rodea todo el
poblado, como si fuera la protección de un castillo. Estoy
solo, nadie echa cuentas de mí. No sé que hacer. Para
calentarme me siento al lado de uno de los fuegos que
hay encendidos y espero, supongo que en algún momento
vendrán los hombres y con ellos el chaman.”
“En otro fuego más apartado se está asando algo
parecido a una rata gigante, pinchada en un palo con
dos soportes de madera. Dentro del entarimado varias
hamacas vacías cuelgan de los palos del enrejado, no
hay nadie dentro. Parece un pueblo habitado solo por
mujeres y niños.”
“De pronto noto que una de las hamacas al fondo
se balancea a ambos lados. Me acerco sigilosamente
hacia ella y compruebo con estupor que el anciano con
51
el que tuve el encuentro está tumbado en ella, tiene los
ojos cerrados y mastica algo continuamente. Sus dientes
son escasos y rojizos a causa de la planta que mastica.
Tiene la piel arrugada, revelando los años y mil batallas
que lleva a sus espaldas. Compruebo que efectivamente
lo que atraviesa su nariz es un colmillo de jaguar, para
ellos es el animal sagrado de la selva. Su cuello rodeado
de collares con varios amuletos, piedras, plumas de
colores y algo que pueden ser huesos de manos o pies
humanos. En el centro del collar lleva un saquito de piel
atado con una cuerdecilla de esparto.”
“No puedo articular palabra alguna, estoy
asustado y no sé lo que debo hacer, cuando sin abrir los
ojos me dice el anciano.”
“- ¿Quién te envía?”
“Pienso rápidamente todo lo que hemos hablado
antes del viaje sobre este tema y contesto sin dudar.”
“- Me envía Papachama a través de su hijo
Eqeko, para hablar con el gran pueblo Chapapoyas.”
“- ¿Qué ordenan los dioses? - dice el anciano.”
“- Solo quieren avisaros de que se acerca un
tiempo de escasez y penalidades para tu pueblo.”
“- He visto como el jaguar te temía y también he
visto que venías del cielo. Tus signos demuestran que
eres un espíritu de la selva, pero no sé que podemos
hacer nosotros los seres humanos para calmar la cólera
de Eqeko y Papachama.”
“- Estoy aquí para ayudaros a cumplir las leyes
de los dioses y deciros lo que debéis hacer para que sean
benévolos con los seres humanos.”
“Estoy más tranquilo, la primera prueba está
superada con creces, la improvisación es una de mis
grandes facultades, ahora solo falta encontrar al gran
chaman y convencer a su pueblo.”
52
“- Soy Topapende – dice el anciano - Gran
Hechicero de todas las tribus de seres humanos que
existen en la selva.”
“Abre los ojos, se levanta con dificultad de la
hamaca, es más pequeño de lo que me había parecido y
me dice las palabras que yo he estado esperando –
“Camisaqui Maititan Manka” - ofreciéndome un cuenco
de madera con el fondo lleno de hojas frescas y lleno de
unos grandes gusanos blancos vivos que se retuercen sin
parar.”
“Nos sentamos en el suelo del entarimado con las
piernas cruzadas, tengo que hacer verdaderos esfuerzos
para no vomitar al comerme el primer gusano, pero no
debo despreciarlo, no puedo ofenderle. En ningún
momento Topapende aparta sus ojos de los míos, parece
que me está estudiando. No sé si alguna vez ha visto el
anciano a un hombre con la piel tan blanca como la mía
y eso me hace dudar de que sea algo extraño para él.”
“Engullo poco a poco los gusanos, casi sin
masticarlos, tengo verdaderas náuseas. No consigo
acabármelos y le entrego el cuenco.”
“- ¿No comes más?- me pregunta Topapende”
“- Los que servimos a los dioses no necesitamos
sustento, ellos nos mantienen a su lado eternamente para
ser sus emisarios, así pues nuestra naturaleza no es solo
humana - le contesté.”
“- Los hombres de la tribu han salido de caza,
solo estamos las mujeres, los niños y por supuesto yo
para proteger al poblado. Esta noche tendré una reunión
con los jefes y ancianos, decidiremos si eres el enviado
de Eqeko. Después nos dirás lo que desean de nosotros,
ahora descansa y duerme un poco hasta que llegue la
noche.”
53
“Ya sin temor y con la satisfacción de haber
conseguido contactar con el gran brujo me acuesto en
una hamaca que me ha ofrecido el chaman. Cierro los
ojos dibujando una leve sonrisa.”
Mientras tanto yo había estado anotando en mi
cuaderno todo lo que salía de la boca de Balsamo. De vez
en cuando le tomaba el pulso, muchas veces no entendía
lo que balbuceaba en sus sueños, pero tampoco me
importaba mucho. Cuando regresara de este viaje iba a
contarle la verdad sobre la experiencia. Su pulso era
normal y el cuerpo estaba relajado, había dejado de
hablar, comprendí que descansaba, dejé que continuara
con su odisea.
Salí del laboratorio, era media noche, cerré con
llave y me dirigí al puerto paseando para estirar las
piernas y tomar un poco el aire. Mi mente no dejaba de
dar vueltas preparando el gran viaje que me esperaba
cuando volviera Balsamo y apesadumbrado porque aun
quedaban demasiados misterios por descifrar.
Con las manos a la espalda me perdí entre los
barcos de pesca mientras las estrellas parecían saludarme
al pasar, traté de pasar desapercibido. Al rato pensé que
debía regresar, tomé la última bocanada de aire con olor a
mar y me dirigí hacia casa, estaba cansado y maltrecho
aun no siendo tan viejo como aparentaba, mi vida era un
continuo desasosiego, pero cuando me venían esos
pensamientos a la cabeza mi única distracción era
trabajar y trabajar. Esa era toda mi vida.
Al llegar Balsamo había empezado de nuevo su
relato.
“Noto una mano que me agarra el brazo y me
zarandea, me despierto de golpe, es el anciano. Está todo
54
oscuro solo se ven las luces de las hogueras, la noche ha
hecho acto de presencia.”
“- Despierta, es la hora, - dice el anciano -
todavía no sé tu nombre.”
“- Los que vivimos con los dioses, pero no lo
somos, no tenemos nombre.”
“- Entonces te llamaré Gigante Blanco.”
“Me incorporo de la hamaca y Topapende me
ofrece otro cuenco con comida. Espero que no sean más
gusanos, pero no, esta vez me da trozos de carne asados.
Realmente estoy hambriento y no pregunto de qué carne
se trata, aunque me lo imagino al no ver a ese gran
roedor ensartado en su palo, el que asaban la tarde
anterior.”
“- Come, come, es carne de cuye, la más
apreciada por nuestro pueblo.”
“- Jaisai Suma - muchas gracias, le contesto.”
“El anciano se da media vuelta y se aleja
caminando hacia el interior de la gran choza central. Al
abrir la puerta compruebo que hay más gente en ella. Me
apresuro a terminar la comida de mi cuenco y me dirijo
hacia la choza rápidamente.”
“Me quedo tras la puerta esperando, cuando oigo
la voz del chaman.”
“- Entra sin miedo.”
“Entro abriendo la puerta, tengo que agacharme,
no está hecha a mi medida. Un gran fuego central
preside el interior de la choza, alrededor hay una docena
de hombres, no me miran, parece que también soy
invisible para ellos, así que hablaremos a través del
anciano.”
“Todos ellos están sentados con sus piernas
cruzadas y semblante muy serio. Topapende les habla y
todos escuchan atentamente. Espero a que finalice de
55
hablar y me siento al lado del chaman mientras, voy
pensando que tipo de secretos me pueden ofrecer y que
debo hacer para conseguirlos.”
“A mi izquierda hay tres hombres, uno mayor y
dos jóvenes. A la derecha tengo sentados ocho hombres
muy ancianos. Por lo que parece los tres de mi izquierda
son el jefe de la tribu con sus dos hijos y herederos.
Llevan unos grandes penachos de plumas, el mayor es el
del jefe. Los ancianos se habían ganado el derecho a
estar allí por sus vivencias y sabidurías, alguno de ellos
había podido ejercer de chaman por las pinturas que
llevan. El hechicero me mira y me dice.”
“- Los seres humanos quieren saber que nombre
te puso Eqeko, yo les he dicho que Gigante Blanco.”
“- Los servidores de los dioses no tenemos
nombre - volví a insistir”
“- Pero ellos necesitan saber con quien hablo,
por eso les he contestado.”
“- Solo soy la voz de Eqeko es lo único necesario
para hablar conmigo, él habla a través de mi boca, el
dios de la abundancia, pero no soy más que un cuerpo
del que se sirve para acercarse a los seres humanos - a
lo que añadió Topapende.”
“- Sea pues así, acércate al círculo mágico con
nosotros, antes tendrás que contestar algunas preguntas
de los grandes jefes del poblado y de los ancianos, no te
pueden ver, pero yo seré tu voz.”
“Nos acercamos todos a la hoguera formando un
círculo más pequeño y nos sentamos. El hechicero me
ofreció la hoja de una planta para que masticara igual
que todos ellos. Lo hice, era amarga y lechosa.
Levantaron todos los brazos mirando hacia el cielo y
cantaron pidiendo ayuda a los dioses. La lengua y la
56
boca se me había dormido a causa de los efectos de la
planta que masticaba, debía ser algún alucinógeno.”
“Acabaron los cánticos y todos ellos bajaron la
cabeza y la pusieron entre sus piernas durante unos
segundos. Topapende cogió su báculo y se puso en pie
mirándome.”
“- Los ancianos han visto la luz, han contado
historias de gigantes blancos que nos han visitado varias
veces en el tiempo pasado. Eran los espíritus de los
dioses y han dicho que tenemos que obedecerte, si no, las
más grandes desgracias caerán sobre nosotros. Los más
jóvenes nunca han pasado por esa experiencia, por eso
tienen preguntas que hacerte.”
“- Hace muchas estaciones un gigante blanco fue
enviado por Papachama para que le explicaseis todos los
rituales y curaciones. Quería poder enseñarlo a otros
dioses de otros mundos y así convertirse en seres
humanos como vosotros. Gente que no creía en los
dioses, pero Papachama los convenció de que tenían que
adorar a la madre tierra igual que los Chapapoyas - dije
con voz solemne.”
“Era una estratagema para poder sonsacarles si
realmente habían enseñado sus artes a algún hombre
blanco o por el contrario, no iba a sacar nada en claro
de este asunto. Mientras tanto el chaman va diciéndoles
todo lo que yo hablo. Un anciano casi sin dientes y muy
delgado interrumpe la conversación.”
“- Yo viví más de dos estaciones con un gigante
blanco que dijo ser enviado por la madre tierra para
aprender nuestros rituales, yo mismo le enseñé, así pues
dice la verdad.”
“El jefe y sus hijos cuchicheaban en voz baja, uno
de ellos solo escuchaba, comprendí que podía ser el de
más alto escalafón y pensé que sería al que había de
57
convencer. En ese momento mandó callar a los otros dos,
se puso en pie y levantando los brazos dijo.”
“- Soy Apucho gran jefe y espíritu de mi pueblo y
quiero saber en que hemos ofendido a los dioses para
que vengan tiempos de escasez, nosotros entregamos
todas las ofrendas antes de las lluvias.”
“Miré al chaman y comencé a improvisar.”
“- Eqeko dice, no he recibido los sacrificios que
manda la madre tierra para purificarla – a lo que el jefe
contestó.”
“- Sí los hemos hecho, el pueblo es testigo de ello
y Topapende fue quien los ofreció. Díselo Gran
Hechicero.”
“- Es verdad, no comprendo nada entonces - dijo
Topapende.”
“- El no ha recibido ningún presente ni sacrificio,
los dioses no mienten. La causa podría ser que algún
espíritu maligno de la selva se haya adueñado de ellos,
por tanto Eqeko os da otra oportunidad de que podáis
intentarlo de nuevo. Los dioses no quieren luchar con
tales espíritus para cogerles las ofrendas.”
“Volvieron todos a murmurar entre ellos un largo
rato. Apucho entonces preguntó.”
“- ¿Tu conseguirás que el dios de la abundancia
reciba nuestros sacrificios y acabe con la escasez?”
“- Sí, debemos hacerlo y pronto. El espíritu del
mal cada vez es más poderoso y puede caer sobre los
seres humanos - el jefe volviéndose hacia los demás
preguntó.”
“- ¿Qué dice el Consejo de Ancianos? - a lo que
contestó Topapende.”
“- El Consejo y yo hemos decidido que el Gigante
Blanco habla verdaderamente por voz de Eqeko y que
debemos obedecerle.”
58
“- Sea entonces, dijo el jefe, lo que mandan los
dioses será ofrecido mañana después de ir a cazar.”
“Se retiraron todos y salieron de la choza a
dormir. Me quedé solo con el chaman, me invitó a
sentarme diciéndome.”
“- Puedes quedarte a dormir en la tienda
sagrada, hemos de prepararnos para mañana.”
“Saludó a sus dioses otra vez levantando los
brazos en alto. Era una choza muy austera, en el suelo
había varios enrejados de cañas que servían para dormir
y algunas pieles y trapos para taparse. Apoyados en los
costados había varios bastones de todo tipo y cuencos
con amuletos. Dejó el bastón que portaba en la mano y
lo puso al lado de los otros, entonces agarró uno
bastante ondulado y en forma de serpiente y lo colocó
entre las pieles con las que iba a taparse para dormir.”
“Empezaba a clarear, yo no dormía, no pude
pegar ojo en toda la noche entre lo incomodo de mi duro
colchón, los ruidos de la selva y las pisadas que se oían
continuamente fuera, los centinelas que rondaban por la
noche. La hoguera central estaba apagada, solo
quedaban rescoldos y empezaba a notarse la humedad
del amanecer.”
“Topapende no estaba bajo sus pieles. Salí
sigilosamente de la tienda y pude ver que no había nadie,
solo un vigilante cerca del fuego, llevaba arco y flechas y
un palo de madera coronado con un mugrón en forma de
mazo. Un par más rondaban por la puerta del poblado,
vi un tronco largo y grueso donde guardaban el agua y
me acerqué a lavarme la cara para avivarme de la mala
noche pasada.”
“De pronto oí unos pasos tras de mi, me giré
rápidamente y vi al anciano hechicero con un penacho
de cientos de plumas blancas en la cabeza y un bastón
59
completamente diferente a los anteriores que llevaba un
atado de huesos humanos en la parte superior. En la otra
mano sostenía un gran colmillo, pensé que no podía ser
de un jaguar por el tamaño que tenía, pero no me atreví
a preguntar. Se dirigió hacia mí y mirándome fijamente
dijo.”
“- Tu serás el que me ayudes a realizar esta
ofrenda a los dioses, esta vez no me acompañará mi
anciano padre, antiguo chaman de la tribu, el ser
humano más viejo que honramos entre los seres
humanos. Los jóvenes han ido a cazar a la selva los
animales que necesitamos para el rito de las ofrendas,
tienen que estar vivos, no sirven muertos para el ritual.”
“- ¿Qué animales has ordenado traer? -
pregunté”
“- Para pedir ayuda al dios de la abundancia nos
traerán tres animales, uno de la madre tierra, otro de las
alturas del cielo, y por último otro del agua, con esto
cerramos el círculo de la vida.”
“- Comencemos entonces,- le dije al hechicero.”
“Se dirigió hacia las afueras del poblado y fui
caminando tras él. Al salir del poblado sentí un
murmullo de voces que nos seguía, todas las personas
que habitaban allí iban saliendo de sus chozas y
caminaban a unos cuantos metros detrás de nosotros.
Hombres, mujeres y niños dejaban sus quehaceres y se
añadían al grupo. Los guerreros con sus penachos de
plumas, las mujeres y los niños con una especie de
diadema entretejida de ramas, solo faltaban los hombres
que habían salido a cazar.”
“Presidiendo la muchedumbre estaban los tres
jefes que la noche anterior habían estado conmigo, todos
ellos con grandes pinturas en sus cuerpos y llevando una
lanza en una mano y un bastón en la otra. Tras ellos
60
habían mujeres que llevaban en los brazos bultos de tela
convenientemente atados con sogas de liana.”
“Llegamos a un claro de la selva a unos
quinientos metros del poblado, en el centro de dicho
lugar había una especie de mesa rectangular construida
de piedra, con dos pilares laterales que formaban las
patas. Era más o menos de unos dos metros de largo por
uno de ancho y muy gruesa, estaba cubierta de hojas
secas caídas de los árboles.”
“Topapende dejó en el suelo lo que llevaba en las
manos y se dispuso a limpiar el altar de las hojas que lo
cubrían. Levantó los brazos hacia el cielo y se arrodilló
inclinando la cabeza hacia el suelo, estaba saludando a
sus dioses. Mientras, un anciano se acercó con un gran
cuenco lleno de un líquido que tenía un olor muy
extraño.”
“Se dispuso a iniciar la ceremonia. Me indicó con
la mano que me pusiera a su lado derecho mientras la
gente iba rodeando la gran mesa a unos metros de
distancia. Los jefes se colocaron detrás de nosotros y se
arrodillaron. La gente imitó el gesto y el hechicero
comenzó la ceremonia.”
“- Este es el bastón sagrado del pueblo
Chapapoyas, entregado por Papachama a mis
antepasados.”
“Lo colocó sobre el altar y añadió.”
“- Servirá para luchar si algún espíritu maligno
no está de acuerdo.”
“Abrió un atillo que le entregó una de las mujeres
ancianas y se dispuso para colocarlo sobre la mesa.”
“- Esta es la piedra del relámpago contra los
enemigos invisibles - dijo sacando una piedra del tamaño
de un puño de color negro.”
61
“- Esta es la piedra gorda para absorber los
males, sacando una piedra del mismo tamaño que la
anterior pero plana, de color gris y vetas amarillentas.”
“- Las tres conchas - sobre las que puso hojas de
tabaco.”
“- Sirve para evitar los malos vientos, los malos
aires y hechizos - dijo depositándolas también sobre el
altar.”
“Iba colocando todos los objetos de izquierda a
derecha en el altar por orden, la gente estaba callada no
se oía ni un murmullo, el ambiente era muy tenso y los
habitantes del poblado seguían de rodillas con la cabeza
inclinada mirando al suelo. Hizo un alto en sus ofrendas
y se arrodilló susurrando unos rezos que yo no entendí,
me arrodillé a su lado e hice ver que rezaba.”
“Se levantó y se dirigió en voz alta a su pueblo.”
“- Ahora debemos rezar a los dioses mientras
llegan los sacrificios.”
“Un gran murmullo de rezos empezó a
escucharse alrededor de la mesa, mientras un anciano
hacía entrega al chaman del cuenco con el bebedizo ya
preparado, el cual depositó en el altar y volvió a
extender los brazos en alto en señal de entrega.”
“- Cuando lleguen los jóvenes guerreros
tomaremos la ayahuasca para empezar el ritual - dijo
Topapende mirándome.”
“Otro anciano le entregó una vejiga de animal en
forma de odre conteniendo algún líquido. Mientras, otros
preparaban una gran pira con troncos y hojas secas en
la parte derecha del altar y colocaron una gran
plataforma de ramas trenzadas sobre ella.”
“De pronto se oyeron gritos en la lejanía del
enmarañado follaje y apareció un grupo de jóvenes
peleándose entre ellos. Todos querían llevar los animales
62
que traían atados por las extremidades en largos palos
sobre los hombros y que colgaban boca abajo. Otros
traían una especie de frazada de cuero que agarraba una
persona por cada uno de las cuatro puntas del recipiente
que iba salpicando agua.”
“Al llegar hasta nosotros hincaron sus rodillas en
la tierra saludando al chaman y depositaron en el suelo
los animales. En ese momento pude comprobar que se
trataba de un cuye, una especie de roedor de gran
tamaño que habita en esta selva. También traían una
especie de mono con sus cuatro miembros muy delgados
y larga cola al que llamaban mono araña, era del
tamaño de un conejo grande. Para finalizar en una
especie de bolsa con agua llevaban un gran pez de más
de un metro de largo, parecido a una anguila con unos
dientes en forma de sierra y largos bigotes laterales.”
“Los animales se retorcían en sus palos
amarrados y gritaban sin cesar queriéndose escapar, en
ese momento los jóvenes se incorporaron y se unieron al
grupo de habitantes del pueblo.”
“Topapende sacó el tapón del odre que le había
sido entregado y mojando su mano derecha con el
líquido que contenía se dirigió a los animales y los
impregno pasándoles la mano humedecida por el lomo
de los tres animales, mientras les pedía perdón. Les
decía que comunicaran a los otros animales que era un
honor dejarse cazar por los seres humanos.”
“El chaman encendió con una tea ardiendo las
hojas de tabaco que se hallaban sobre las tres grandes
conchas, con sus manos esparcía el humo que salía y se
llevaba las manos a la cara tapándosela de vez en
cuando. Un niño a su lado aguantaba la tea ardiendo, se
acercó con una concha donde quemaba el tabaco y se la
puso uno a uno delante del hocico, lo cual repitió varias
63
veces. Fue entonces cuando estupefacto observé que
dichos animales entraban en una especie de trance con
los ojos abiertos y dejaron de moverse.”
“Uno por uno soltó las ataduras de sus miembros
y los fue colocando en el altar sin que ellos, inertes
completamente hicieran cualquier movimiento. Primero
puso a la izquierda el gran roedor, en el centro el
primate y a la derecha el pez. Los saludó tres veces
agachando su cuerpo y su cabeza hacia delante, volvió
su rostro para mirarme y decirme.”
“- Es el momento de tomar la ayahuasca - a lo
que contesté saludando también.”
“- Los dioses nos miran desde las alturas,
empecemos.”
“Me acercó el cuenco con la bebida y me dijo.”
“- Tómalo tu primero, en honor de poder servir a
nuestros dioses desde su lado en el paraíso.”
“- Ellos te lo agradecerán, eres un gran servidor
de todos y siempre serás recordado en la selva como el
gran Topapende, gran chaman de los seres humanos.”
“Bebí la mitad del contenido del cuenco y
levantándolo después hacia el cielo con mis manos se lo
entregué al hechicero. Por el sabor y el olor de lo que
había tomado identifique el brebaje, era el mismo que
tome para emprender este viaje. Las dudas asaltaron mi
mente, si estaba bajo los efectos anteriores de dicha
pócima ¿Qué pasaría por haberla tomado otra vez sin
haber despertado mi consciencia?”
“Topapende bebió todo de un trago sin apenas
respirar y también saludó, puso sus manos sobre mis
hombros desnudos, no sin tremenda dificultad por la
estatura y musitó en voz baja.”
“- Solo así podremos verles, sean los dioses o
espíritus malignos - a lo que pregunté intrigado.”
64
“- ¿Solo nosotros podremos verles? ¿Qué
notaran y sentirán los seres humanos que nos rodean?”
“- Ellos no podrán ver ni sentir nada de lo que
nosotros veamos, pero tienen una gran fe en lo que
estamos haciendo, no necesitan pasar por este trance
para poder adorarlos y seguir sus mandatos.”
“Hacía rato que tomamos el bebedizo y parecía
que no proporcionaba el mismo efecto que la vez
anterior. Eso me preocupaba pero decidí dejar de pensar
en ello, al fin y al cabo el también tomó lo mismo y yo
estaba seguro de seguir hasta el final. Todos los avatares
que había padecido valían la pena.”
“Topapende agarró una especie de sonajas
hechas de conchas de moluscos pequeños y las hizo
sonar sobre todos los objetos y animales que en el altar
se hallaban. Con movimiento rítmico y rápido estuvo
unos minutos cantando y haciéndolas sonar. Paró de
golpe, un silencio sepulcral reinaba en la selva.”
“La cabeza empezó a darme vueltas, estaba muy
mareado, trataba de fijar la vista al frente para no
caerme al suelo. Entonces observé como el chaman tenía
unas grandes convulsiones en su cuerpo y caía de
rodillas a tierra. Al momento sentí que me pasaba lo
mismo, mi cabeza se desvaneció y me desplomé junto a
él, mi visión eran puntos destellantes de colores. Sin
fuerzas agarré su brazo para intentar levantarme pero a
duras penas me podía mover.”
“Por fin logré ponerme de rodillas a su lado,
sentía un gran vació en el cerebro, mirando a mi
acompañante comprendí que estaba pasando por el
mismo trance, balbuceando me dijo.”
“- Debemos esperar de rodillas hasta que
nuestras mentes logren tener contacto con los dioses y
nos autoricen para hacer las ofrendas.”
65
“Pasados unos minutos todo volvió a la
normalidad, al momento se volvieron a escuchar los
sonidos de la selva y volvieron las fuerzas a nuestros
cuerpos y mentes. Nos pusimos en pie y él se acercó al
altar postrándose encima y profiriendo algunos rezos
más.”
“- Debemos empezar el ritual, los dioses nos ven
y nos escuchan.”
“Sacó de otro atillo alargado un gran machete de
hierro con puño de madera y cuero y tomó el bastón de
la mesa. Levantó el báculo en su mano derecha y la
espada en la otra hacia el cielo y dijo mirando a toda la
gente que permanecía arrodillada y con la cabeza
agachada.”
“- Los dioses están aquí, noto su presencia, rogad
por todos los seres humanos.”
“Todos al unísono rezaban plegarias rituales y
uno a uno se aproximaron al altar depositando sobre él
algún objeto personal para que sus dioses les tuvieran en
cuenta en las oraciones. Mientras, Topapende había
vuelto a dejar el bastón y la espada sobre la mesa y
cogido el odre con aquel líquido que todavía no sabía de
que se trataba. Se acercó primero hacia mí y untando su
mano con él me lo pasó por la cabeza impregnándola.
Olía a perfume de flores y uno por uno conforme iban
pasando todos a depositar su ofrenda les hacía el mismo
ritual, unciendo sus cabezas con el perfume hasta que
terminaron todos y volvieron a ponerse de rodillas en el
mismo sitio de donde venían.”
“Los animales que esperaban el sacrificio
parecían dormir, seguían inertes donde estaban
colocados. Pensé que lo que había tomado ya no tenía
efecto alguno, pero lo demás estaba por llegar y yo no lo
sabía.”
66
“Se acercó lentamente hacia la gente y la saludó
de nuevo. Se dispuso a coger los animales, mientras mis
ojos veían el verdor de la selva un poco extraño, el verde
brillaba como si se reflejasen luces en él. El cielo
también brillaba intensamente, lo observaba todo y
parecía que transcurría con una lentitud casi siniestra.”
“Era aquel líquido con olor a flores el que como
pude observar en los demás surtía este efecto casi
alucinógeno. Podía ver a la gente como si tuvieran un
aura brillante alrededor de ellos y comprobé que el
hechicero también tenía las pupilas dilatadas - fue
cuando le pregunté.”
“- ¿Por qué se ve todo tan brillante?”
“- Estamos viendo a los espíritus de cada ser
humano para comprobar que no hay ninguno maligno.”
“- ¿Y que pasaría si lo hubiera?”
“- Los dioses no se manifestarían, no podríamos
empezar las ofrendas sin apartar el mal de nosotros.”
“Procedió entonces, empuñó el machete y
poniendo boca arriba el primer animal que era el cuye,
le hizo un corte limpio en su pecho de más de un palmo y
tan perfecto como si fuera un cirujano. Introdujo su
mano en la hendidura y con un estirón rápido y preciso
le arrancó el corazón. Era increíble no salía ni gota de
sangre de la herida, parecía que el animal estuviera
disecado, ni un solo quejido ni tampoco ningún
movimiento. Lo colocó encima de una de las tres grandes
conchas donde habían quemado las hojas de tabaco,
entonces pude ver que el corazón aun latía
milagrosamente, no lograba entender nada de lo que
pasaba, era algo sobrehumano.”
“Se dispuso sin mediar palabra ni tiempo, a
proceder con la misma operación, esta vez con el mono.
Por último hizo exactamente lo mismo con el pez,
67
siempre dejando el corazón en las otras conchas, con la
diferencia de que a éste le arrancó todas las vísceras.”
“Limpió seguidamente el machete con el líquido
sobrante del odre anterior y lo volvió a colocar sobre la
mesa. Las tres vísceras seguían latiendo sobre sus
respectivas conchas. Al principio pensé que era normal
que lo hicieran un rato hasta su muerte, pero no, seguían
igual que si estuvieran dentro de los cuerpos, tenían vida
propia.”
“Seguían las oraciones por enésima vez, cuando
una vez acabado me ordenó.”
“- Ayúdame a poner los cuerpos de los animales
en la pira sagrada, gran Gigante Blanco.”
“Fuimos colocando los animales en la plataforma
sobre la hoguera, al coger el roedor note con sorpresa
que aun respiraba y movía los ojos a veces pero sus
extremidades colgaban como si estuvieran sin vida. Se
me hacía muy difícil de creer lo que mis ojos estaban
viendo, era la experiencia más esotérica de mi vida -
entonces pregunté.”
“- ¿Pero estos animales aun respiran, como es
posible si hace un rato se les arrancó el órgano de la
vida?”
“- He arrancado el corazón como agradecimiento
a éstos, para que no se ofendan los animales de servir de
ofrenda a los dioses. Que anuncien a los otros animales
de la selva que es un gran honor ser cazado por los seres
humanos, sus cuerpos serán el tributo de los dioses y su
corazón habitará en los nuestros.”
“- No entiendo, ¿Qué haremos con los
corazones?”
“- Los corazones, símbolos de la vida en la tierra
debemos comerlos mientras laten para asegurar que
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El viaje mistico

  • 1.
  • 2. 1
  • 3. 2
  • 6. 5 Dedicado a todos los médicos rurales que desde siglos pasados han intentado hacer el bien a la gente con sus curaciones, con medios rudimentarios y mucha fe lograron sacar la profesión adelante, la mayoría de veces sin recibir nada a cambio.
  • 7. 6
  • 8. 7 Índice Capítulo 1º LA PRESENTACIÓN..................................8 Capítulo 2º EL ENCUENTRO.......................................13 Capítulo 3º EL LABORATORIO...................................29 Capítulo 4º VIAJE DE LA MENTE...............................43 Capítulo 5º EL APRENDÍZ ...........................................82 Capítulo 6º LA VIRUELA ...........................................121 Capítulo 7º EL ENIGMA .............................................143 Capítulo 8º LOS ILUSTRADOS..................................190 Capítulo 9º A TRAVÉS DEL ESPEJO ........................217 Capítulo 10º LA JOVEN DEIDAD..............................247 Capítulo 11º EN BUSCA DE LA VERDAD ...............309 Capítulo 12º DOCE, LA LEYENDA DE LUXOR......351
  • 9. 8 Capítulo 1º LA PRESENTACIÓN De como dos caracteres completamente diferentes se unieron en una gran aventura esotérica para descifrar los grandes poderes ocultos que pudieron dar un gran giro en la historia del mundo. Tener el poder de traspasar el fino hilo que separa la vida de la muerte, y como cada uno de nosotros podía usarlos. Uno con estimable amor a la ciencia y miras altruistas. El otro por su gran ambición, aunque aun no lo sabia, de tener el máximo poder y llegar a lo más alto de la escala social para vengarse de su pasado. Mi nombre es Francisco Ainoza Pedrosa, por causas que más adelante explicaré todo el mundo cree que soy de Salamanca, pero no es cierto. En mi ciudad se me conoce como Francisco Pirria, en realidad nací en el año 1718 en un pueblo llamado Barbastro en la provincia de Huesca, soy descendiente de una saga de militares, la cual rompió primero mi abuelo y después mi padre. Heredé de mi padre todos sus conocimientos y seguí su camino dedicándome a la medicina, soy curandero, sanador, alquimista y más adelante como podremos ver sanador magnético y viajero del inframundo. Bartolomé, mi padre, fue quien me dejó
  • 10. 9 todas las claves para que yo intentara cambiar la historia, él siempre fue perseguido por la iglesia acusado de hereje. Fue un médico que hizo grandes descubrimientos en el campo de la investigación, pero a medida que iba sanando a la gente con sus nuevos métodos científicos el clero acabó fijándose en él. Lo tachó de brujo y fue censurado hasta llegar a su persecución. Desarrollé todos mis conocimientos intentando curar a todo tipo de personas, ya sea de la nobleza, la clase media y los militares de la corte de Aragón, pero ante la incredulidad e ignorancia de tal masa social no tuve más remedio que hacerlo en los barrios y pueblos más pobres de la comarca. Aquella gente no preguntaba, sólo querían sanar y para ellos el médico era como un sabio que siempre tenía la respuesta. Ante una serie de acontecimientos que ocurrieron, mi vida dio un vuelco inesperado. Un desconocido que tenía órdenes muy concretas de mi padre, me entregó sus cuadernos y apuntes. Mi padre había dejado dicho que si no daba señales de vida en una fecha límite que él mismo indicó, me fueran entregados todos sus conocimientos y estudios. Corría el 15 de Marzo de 1763 cuando fui apresado en mi casa y llevado a Valladolid en presencia del Tribunal Eclesiástico acusado de grandes crímenes. Debía de comparecer ante el Gran Inquisidor, Don Manuel Quintano Bonifaz, Arzobispo de Farsalia. Se me atribuyeron los cargos de hereje, brujo y blasfemo por usar artes ocultas curando al hijo de un alto noble que padecía tisis. Logré sanarlo con una transfusión de sangre y algún remedio más, pero esto no me preocupaba, yo sabía que un día tenía que ocurrir. Mi padre me lo repitió mil veces diciéndome que en el momento que esto sucediera tenía que ser muy cauto. Primero debía
  • 11. 10 confesar que todo lo que se me imputaba era verdad, como culpable arrepentido de todos mis pecados para que así no fuera torturado hasta mi confesión, ya que igualmente sería declarado culpable y condenado a morir en la hoguera. Jamás nadie había salido indemne de un tribunal de ese tipo. Efectivamente fui condenado a morir en la hoguera y encarcelado hasta mi ejecución en las mazmorras del Castillo de la ciudad vallisoletana de Torrelobatón. Fecharon el día de la ejecución el 14 de abril del mismo año. Logré escapar como luego relataré y huir a la ciudad de Barcelona, elegida por mi padre al tener puerto importante y gran facilidad en caso de fuga, tanto por tierra como por mar, en el caso de que llegara el momento de hacerlo precipitadamente. Estuve algún tiempo escondido en casa de una familia por parte de madre que emigraron allí hacía unos años, hasta que todo se calmara y dejaran de buscarme. Pasado un tiempo prudencial, traje a vivir conmigo a mi hijo Cristóbal, en un viaje secreto que organicé para no levantar sospechas. Su madre había muerto al nacer y él era la única familia que tenía a parte de mi padre que llevaba un tiempo desaparecido. En este viaje pude traerme todo el material importante que dejé allí, tanto mío como de mi progenitor. Con todos los cuadernos de apuntes en mis manos ya podía empezar a estudiar e intentar acabar lo que él inició y nunca pude saber si terminó, pues hace años que desapareció y no he vuelto a tener noticias de él. Indagué y pregunté a personas en las que confiaba y conocían la profesión para intentar encontrar a alguien que pudiera ayudarme en esta empresa que iba a emprender. Personas afines a mi modo de investigación y
  • 12. 11 que también andaban ocultos por los mismos problemas. Necesitaba encontrar alguna persona que no fuera de este país, joven y con ansias de aprender, para probar todo lo que en mis manos tenía y no podía enseñar, alguien sin escrúpulos y sin historia. Todos mis amigos estaban de acuerdo en la misma persona, ya se hablaba de él en Italia e Inglaterra, incluso se decía que pertenecía a una Orden de Francmasones muy importante. Le envié una carta al candidato a través de un amigo, con fecha dos de febrero de 1769 para asegurarme que no cayera en manos extrañas. Le explicaba razones muy convincentes para que viniera a verme. Nunca tuve respuesta, al menos como yo esperaba. Esta historia que duró seis meses, cambió el curso de nuestras vidas hasta el punto más insospechado. Mi compañero de viaje se llama Giuseppe Balsamo, nacido en Palermo ciudad significativa de la isla de Sicilia, en 1743. Todo lo que sé sobre él es lo que algunos me han contado. Unos dicen que desciende de una saga de nobles pero totalmente arruinados y que fue abandonado y dejado en adopción a una familia pudiente de la isla de Malta. Otros dicen que era hijo de artesanos, nunca se lo pregunté, no tenía ninguna importancia para mi investigación. Creció aprendiendo las técnicas de la medicina y otras artes ocultas que le enseñó su tutor. Al cumplir la mayoría de edad ingresó en la logia de francmasones llamada Orden Mística del Templo de Rosacruz de Malta. Era un joven muy nervioso y ávido de sabiduría, su gran objetivo era ser una persona importante y tener todo el poder necesario para llegar a ostentar el título de Gran Arquitecto Masón, conseguir títulos nobiliarios para
  • 13. 12 usarlos como arma política e interferir en el rumbo de los países importantes de Europa. Se casó a los veinticinco años con Lorenza Feliciani que acababa de cumplir los dieciséis y era hija de artesanos. Marchó a la corte de Londres en 1768 para ejercer la medicina y unirse a la logia de este país y así tener informados a sus superiores de Malta y Francia. Poco más puedo explicar de él, su joven pasado era desconocido. Mi carta no tuvo respuesta pero sé que no dudó en salir a mi encuentro nada más leerla. Le estaba ofreciendo lo que siempre había ansiado sin tener que compartirlo con nadie. El catorce de Marzo de 1769 embarcó en el Puerto de Dover rumbo a Francia, junto a su mujer y dos maletines con escasa ropa. Con una serie de carruajes fue atravesando todo el país hasta llegar a Niza, para volver a embarcar esta vez hacía Barcelona donde aunque no le esperaban, sabía que era su destino. Desembarcó en el puerto de Barcelona el treinta y uno de Marzo, en un día soleado. En este día comienza esta historia que voy a relatar. Dónde me encuentro y desde dónde escribo no se los puedo contar, esta es otra historia con otro final, el que yo tuve y del que espero algún día salir. No me arrepiento de nada de lo que he podido hacer, toda mi vida la dedique a fines humanitarios y por el bien de la sociedad. Nunca pondré a Dios como testigo porque no creo en él, pero sí a la ciencia, que espero y deseo haber ayudado en sus necesidades.
  • 14. 13 Capítulo 2º EL ENCUENTRO Barcelona a uno de Abril de 1.769, ciudad cosmopolita y puerto muy importante en el Mediterráneo, un gran trasiego de barcos mercantes y de la flota real, centro importante de las dársenas más significativas de Europa, con grandes malecones de atraque y lonjas de pescado. Son las ocho de la mañana, vivo en la calle Peso de La Paja número siete, cerca de la Plaza Real. En el barrio más antiguo de la ciudad y muy cerca del puerto, donde se desarrolla la mayoría de la vida cotidiana barcelonesa. Los nobles catalanes y aragoneses habían perdido todo su poder, sólo les quedaba el título, ya que España había sido unificada por el padre del Rey que en estos momentos gobernaba. Este no era otro que el Borbón Carlos III, también llamado el Político. Durante el día ejercía de médico para los ciudadanos de clase media de la ciudad, gente con algún poder adquisitivo como los artesanos importantes, oficiales de la milicia y judíos llamados confesos de generaciones anteriores. Con ello podía favorecerme todas las investigaciones y ensayos que hacía en mi laboratorio y conseguir de esta forma un nivel de vida algo aceptable. Fabricaba también perfumes que vendía a
  • 15. 14 la alta sociedad y nobleza a través de matronas y alcahuetas que tenían acceso a este medio social, pues yo no quería acercarme a dicho estatus y darme a conocer por las razones que ya he contado. Tenía que mantenerme lejos de las personas afines a la iglesia, mi cara aun habiendo pasado los años podía ser reconocida por alguna persona. Todas las noches, al sonar las doce campanadas, salía para hacer curas y sanaciones por los barrios más pobres de la localidad, gente que no podía pagar la visita de un médico. Éste fue uno de los consejos que me dio mi padre, a la vez que servía para probar las fórmulas y brebajes que fabricaba también me ayudaba en la investigación de algunas enfermedades no conocidas. Era la única manera de probar mis remedios curativos muchos de los cuales habían salido de los apuntes de los cuadernos de mi antecesor. Pasaba muchas horas al día haciendo pruebas en mi laboratorio, cerrado con llave para todo el mundo, incluso para Braulia, la mujer que limpiaba y cocinaba para mí durante algunas horas del día. Era viuda de marino mercante, tenía seis hijos que alimentar, necesitaba el dinero, era una persona de mi total confianza, aunque no le explicaba nada de lo que hacía en mi laboratorio. Mujer de oronda redondez y cabello desaliñado, muy juiciosa y útil en los quehaceres domésticos. A mi hijo Cristóbal lo tenía estudiando navegación y cartografía en Salamanca, pues era el oficio que el eligió. Siempre había soñado ser oficial en la marina, poder recorrer todos los continentes y pasar mil aventuras. Nunca intenté que siguiera mis pasos en la medicina, ni el tampoco puso de su parte para aprenderlo.
  • 16. 15 Por la mañana llegué a casa después de mis visitas médicas, las cuales se habían alargado un poco a causa del Capitán Gonzalo Yánez, de la guardia portuaria de aduanas, con una ulcera bastante grande en la boca. Entré en casa con mi viejo maletín de cuero, también heredado de mi padre, lleno de remedios y medicinas, sorprendido escuché voces dentro de la sala. Me vino a la mente la prohibición que Braulia tenía siempre de dejar entrar enfermos en casa, pues solo visitaba a domicilio por causas evidentes de encontrarme con sorpresas desagradables, tenía demasiados secretos allí guardados como para arriesgarme. Con cara de estupor me encontré frente a un hombre y una mujer sentados junto a la mesa de la sala, bebiendo un vaso de agua, a lo que mi ama al girarse dijo rápidamente con la voz temblorosa. -Señor me han dicho estas personas que usted les mando llamar y que podían esperarle. Se levantaron los dos y él extendiéndome su mano dijo: - Me llamo Giuseppe Balsamo y esta es mi señora, Lorenza ¿Como está usted señor?, creo que me estaba esperando. Un cosquilleo me recorrió todo el cuerpo, temía que mi carta hubiera caído en saco roto y no tenía esperanzas de que viniera. - Bien, gracias, no le esperaba tan pronto. Los observé atentamente a los dos mientras dejaba el maletín encima de la mesa. El era muy alto y enjuto, con largas melenas recogidas con un lazo en forma de coleta, semblante serio, aparentaba unos veinte y muchos años y llevaba una levita al más puro estilo inglés, aunque denotaba su pobre estatus social por lo usado de sus ropas.
  • 17. 16 Ella era muy joven todavía, esbozaba una sonrisa pícara, era más bien bajita y delgada, vestía ropa de viaje de tela muy burda pero con distinción, llevaba un gran sombrero y guantes blancos. - Soy Francisco Ainoza - dije en ese momento - pero todos me conocen como Doctor Pirria. Aunque no haya oído nunca hablar de mi, yo sí que tengo noticias de sus trabajos como médico y por eso me puse en contacto con usted, bueno, en la carta ya le avancé todo lo que pude sobre el asunto que nos concierne. - Encontré su carta muy interesante y por eso he venido hasta aquí con presteza. - Tomen asiento por favor. - Ante todo debe saber que cualquier cosa que diga, ensaye o vea tiene que quedar entre nosotros. Nunca, jamás comentará nada de todo esto y todo quedará en secreto entre estas cuatro paredes, no lo hará bajo ningún concepto. - Se lo prometo, palabra de caballero, - se apresuro a decir Balsamo. - Vivirá usted aquí, comerá, dormirá y se pegará a mí como si de una lapa se tratara. Todos los apuntes permanecerán en secreto y tendrá que instalar a su señora en otra casa, esto es solo entre usted y yo. - No hay ningún problema, bueno sí, el monetario para poder alojar a mi mujer, pero no se preocupe, cuando me casé con ella su padre la prostituía para no tener que trabajar él y yo también lo hago de vez en cuando si estamos escasos de dinero, usted solo tiene que preocuparse de buscarle alojamiento. - Yo no me voy a meter en esas cosas, allá usted con su conciencia, solo tiene que saber las normas de esta casa y todo irá bien. Me dirigí hacia Braulia y le comenté:
  • 18. 17 - Braulia haga usted el favor de buscar acomodó para la señora. Alguna pensión o cantina que conozca y admitan huéspedes y luego le da la dirección al señor Balsamo para que la acompañe. Sea discreta se lo suplico. - Así lo haré señor, ¿Los invitados se quedarán a comer? - Ponga de comer a los invitados, yo tengo trabajo. Al momento miré a Balsamo y le dije. - Cuando acaben acompañé a su señora y al regresar retírese a descansar. Empezaremos mañana, cuando tenga la cabeza más despejada. Este hombre no tenía escrúpulos para conseguir todo lo que anhelaba en su carrera. Por tener a su alcance el poder y la sabiduría, poseer todos los secretos ocultos que yo podía ofrecerle, era capaz incluso de prostituir a su mujer. No podía comprender porque se había casado. Pero yo necesitaba a alguien sin escrúpulos, alguien que no le importara llegar hasta el final fuera cual fuera el precio que había que pagar. Sólo tenía que tener cuidado con él, controlarlo, dosificar muy bien la información y barajar mis cartas con cautela. Braulia buscó acomodo a la señora de Balsamo en la pequeña habitación de una casa de huéspedes en la Plaza Palacios, así no estaría lejos del control de su marido. Al cabo de unas horas volvió solo a casa, el ama lo acomodó en una habitación al lado de la mía, la que había sido de mi hijo antes de partir hacia Salamanca. No llevaba gran equipaje, sólo un maletín de viaje, por lo que deduje que no poseía grandes pertenencias. Cuando llegué de madrugada dormía plácidamente en su cama. Me acerqué hasta mi
  • 19. 18 habitación, debía de dormir un rato, estaba muy cansado. Me quité la túnica con capucha que llevaba puesta, era la ropa que siempre vestía, parecida a la de los frailes pero sin cordón en la cintura. Atusé ligeramente con la mano mi larga barba canosa y me dispuse a acostarme, no antes sin quitarme mis lentes, mi vista ya no era la de antes, sin ellas estaba perdido. Tengo ya cincuenta y un años y sigo teniendo miedo de salir a la calle sin capucha, a veces caminando vuelvo la vista atrás creyendo que me persiguen. Mi vida había cambiado mucho desde que escapé de la hoguera, estoy muy fatigado y casi no duermo, pero debo seguir con lo que he empezado. Le desperté a las seis de la mañana zarandeándolo en su catre, le costó mucho levantarse, y le dije: - Estoy en el salón, no tarde, el desayuno se está enfriando. - Ahora mismo voy, me arreglo un poco y estoy con usted enseguida - dijo Balsamo. Había hervido leche que me dejaba mi ama por la noche antes de irse a casa, se la traían recién ordeñada los vaqueros desde el campo. Dos cuencos de leche y una hogaza de pan del día anterior estaban en la mesa junto a mi cuando llego Balsamo. Un candelabro con tres velas sobre la mesa iluminaban la estancia, pues aún no había amanecido. - Buenos días señor Ainoza. - Espero que así sea, ¿ha dormido usted bien?, se le veía cansado del viaje tan largo que ha hecho. - Muy bien gracias, ¿y usted? - Hace muchos años que duermo muy poco, soy como una lechuza, me cuesta cerrar los ojos. Coma un poco le hará falta mientras yo le explico lo mejor que
  • 20. 19 pueda el asunto que tenemos que tratar y por lo que ha venido a verme desde tan lejos. - Empiece cuando quiera, le escucho atentamente. - Poca cosa heredé de mi padre, pero en ello encontré casi todas las claves de los grandes hallazgos que hizo. Como ve, este maletín de trabajo, y una serie de libros, pergaminos y cuadernos es todo lo que me dejó. Según sus notas este material es la clave de este entramado y misterioso enigma que tenemos para resolver entre los dos, si está usted dispuesto a ayudarme. Me levanté de mi asiento, mientras mi invitado había acabado su desayuno, estirando mi mano y señalando con el índice le dije. - Esta habitación es mi laboratorio y lugar de trabajo, siempre permanece cerrada, nunca debe de entrar nadie que no seamos usted y yo. Será su hogar durante algún tiempo. Me dirigí hacia la puerta del laboratorio, hice una pausa mirando a mi invitado, su faz estaba llena de asombro y le dije. - Si tiene alguna duda o pregunta este es el momento de hacerla, esto que va a ver y aprender le traerá muchas complicaciones y tendrá que ser muy valiente para soportarlo. Me miró fijamente a los ojos durante unos momentos y con voz segura espetó. - Cuénteme primero algo de su padre, su historia, sus conocimientos, ¿dónde está ahora, que fue de él? - Para todo el mundo, incluso para mí, este es un gran misterio aun no resuelto. Lo he visto curar enfermedades que nadie conocía, ni siquiera tenían nombre. Yo era muy joven y no lo comprendía, pero nunca quiso revelarme sus grandes secretos. Recuerdo que un día, al cumplir los veinte años, me dijo que
  • 21. 20 cuando el desapareciese y dejara de dar señales de vida, sería el momento en el que debería empezar a averiguar todos los secretos que había guardado para mi y de comenzar a leer sus cuadernos. Descifrar lo que en ellos se encontraba y así llegar al fondo de la verdad. ¿Qué había sido de él y de dónde había sacado todos sus conocimientos? Mi padre se llamaba Bartolomé Ainoza, fue un ser fuera de lo común. Cuando me enseñaba el oficio parecía que me escondía siempre detalles de sus curaciones, ahora sé que lo hizo para protegerme. Muchas veces desaparecía durante largos meses y nunca sabíamos donde se encontraba ni teníamos noticias de él. Cuando se le preguntaba decía que había viajado fuera del país estudiando plantas o que había estado en la montaña pensando y haciendo vida de asceta. Siempre que volvía de dichas desapariciones se le veía con la mirada perdida y una sonrisa que le iluminaba la cara. A veces se encerraba en su laboratorio durante varios días y no salía ni para comer, incluso le había oído hablar idiomas que nadie entendía. Poco a poco volvía a la normalidad y se acostaba a dormir durante dos o tres días, al despertar parecía que no había pasado nada, que no recordaba nada de donde había estado. Yo aprendí todo lo que me enseñó acompañándole a sus visitas médicas que hacía por todos los pueblos de Aragón y su comarca, pero nunca pude entrar en su laboratorio ni acceder a sus extraños jarabes y bebedizos que preparaba en el mismo. Me decía que no estaba aun preparado, que todo llegaría en su día, que tenía que tener paciencia. - ¿Y que fue de su padre señor Ainoza? - Mire, yo fui preso por la Santa Inquisición, cuando unos nobles me denunciaron por una milagrosa curación que hice a su hijo, de esto hace ya seis años. Fui encarcelado en el castillo de Torrelobatón y condenado a
  • 22. 21 morir quemado en la hoguera por hereje y brujo. Mi padre me vino a ver a las mazmorras, fue la última vez que nos vimos. Hacía años que había desaparecido, le habíamos dado por muerto, me dijo que no preguntara nada, no había tiempo que perder, me entregó un frasquito con un líquido espeso de color marrón y me dijo. - Tomate este elixir el día que venga el Abad para confesarte, antes de la ejecución. Procura extenderte en la confesión que le hagas de tus pecados para dar tiempo a que surta efecto. En el momento que empieces a sentir convulsiones coge la mano del confesor como si fueras a besarla para tener contacto con él. - No entiendo como pudo usted escapar – dijo Balsamo. - Yo tampoco lo entendí en ese momento, pero al levantarme de mis convulsiones me percaté que el Abad yacía en el suelo sin sentido. Cuando me acerqué a él y retiré su capucha para auxiliarlo mi sorpresa fue que el hombre tendido en el suelo era yo, el Abad tenía mi cara. Lo zarandeé entre el estupor y el miedo. Atónito me palpé la cara varias veces para ver si yo era el mismo, pues no entendía nada. En esos momentos me desvanecí, sentí un dolor punzante en mi cabeza como si me estuvieran arrancando el cerebro y perdí la conciencia totalmente. Había pasado algo increíble, el cuerpo del Abad había desaparecido y dentro de sus hábitos estaba el mío en el suelo sin sentido. Me levanté rápidamente, había vuelto a la consciencia y de nuevo me palpé la cara, era algo maravilloso lo que había pasado, mi cara era vieja y arrugada, estaba completamente calvo, solo una coronilla de pelo había en mi cabeza. Entonces comprendí lo que había pasado, mi cerebro estaba dentro
  • 23. 22 del cuerpo del fraile y en el suelo yacía mi cuerpo sin sentido. Balsamo estaba expectante escuchando esta increíble historia. Sus ojos eran de incredulidad y a la vez de fascinación. Proseguí mi relato. - Me sentí asustado, aunque empezaba a comprender muchas cosas y rápidamente me puse a pensar que debía de hacer, no tenía tiempo que perder, en cualquier momento podía entrar alguien y ver el extraño cambio que había experimentado y todo lo que mi padre había planeado se iría al traste. Estaba sin fuerzas, exhausto, pensé que lo que tenía que hacer era traspasar las puertas de la celda, y solo lo podía hacer con el cuerpo del Abad, pero mi gran temor era como recuperaría mi cuerpo una vez fuera de estas murallas. Desnudé al clérigo y cambié sus ropas por las mías, lo apoyé sentado contra la pared y llamé al carcelero. Le dije en voz muy baja que el preso dormía, que después de haber confesado todos sus pecados y haber estado llorando amargamente le dejaran descansar hasta el momento de la ejecución, para quedar en paz con su alma, qué no quería comer nada. El soldado asintió con la cabeza y luego besó mi mano al despedirme. Despacio y con paso de anciano salí de la fortificación rumbo al convento tratando de pasar desapercibido en todo lo posible. Fui por las calles más angostas, zigzagueando aunque me costara más llegar. Algunas personas a mi paso se santiguaban y yo les daba la bendición con la mano desde lejos para no levantar sospechas. Estaba fuera de la mazmorra, no me lo podía creer, mi cabeza daba vueltas pensando como podía haber ocurrido esta transposición de cuerpos y mentes. Al llegar al convento golpeé la aldaba del portalón, tras varios segundos apareció por una pequeña portezuela de madera a la
  • 24. 23 altura de la cabeza un joven fraile que me saludó y abrió el portón rápidamente. Me hizo una reverencia postrándose ante mí, clavando una rodilla en tierra y besándome la mano. Le dije con voz muy tenue para no levantar sospechas, que no me encontraba bien, que por favor me cogiera del brazo y me acompañara a mis aposentos. También le di órdenes para que no se me molestara, necesitaba descansar y dormir un rato, para que se me pasara el malestar. Me acompañó y me ayudó a acostarme en mi cama, me preguntó si necesitaba alguna cosa mientras yo con mi mano le hice ademán de que me dejara solo y cerrara la puerta. A la mañana siguiente entraron en la celda de la mazmorra el alguacil y el carcelero, el Abad con mi aspecto y mis ropas yacía en el suelo sin sentido. Venían a preguntarle si quería que le practicasen la extremaunción, tuvieron que despertarle. Al abrir los ojos se incorporó rápidamente preguntando qué había pasado, estaba mareado y mirándose a si mismo con cara de estupor vio que no llevaba sus hábitos y que las manos y la cara no eran las suyas. Soltó un alarido asustado y dijo bramando: “Esto es obra del diablo, no os dais cuenta, no veis que realmente soy el Abad Andrés poseído por el brujo Ainoza, escuchadme por favor”. Al despertar se había dado cuenta de que su cuerpo no era el que había entrado en la celda el día anterior y gritaba sin parar: “Soy el Abad, soy el Abad”. Tuvieron que sujetarlo entre varios carceleros que habían entrado en la celda al escuchar los gritos, se convulsionaba y forcejeaba con ellos. Balsamo estaba cada vez más impresionado y maravillado con el relato. - El alguacil le preguntó al Abad con apariencia de preso si quería la extremaunción, pues solo quedaba una hora para el desenlace. Mientras el gritaba que era un
  • 25. 24 error, que los maldecía por no darse cuenta de quien era. Volvió a insistir el alguacil y viendo que seguía fuera de sí le dijo que estaba poseído por Satanás, nada se podía hacer. “Francisco Ainoza si te arrepientes de tus pecados aun podrás salvar tu alma y descansar en paz” - dijo el alguacil - “Por última vez, ¿quieres que venga tu confesor?, de lo contrario comenzaremos con la ejecución”. El Abad seguía gritando y maldiciendo a todos por no darse cuenta del error que estaban cometiendo. Ataron de pies y manos al recluso y abandonaron la estancia para hacer los preparativos. Pensaron que no había nada que hacer y que cuando muriera ya saldría de su cuerpo el espíritu del mal que lo poseía. Mientras yo dormía en la celda de retiro del convento, me despertaron unos golpes en la puerta que daba un fraile, venia a avisarme de que iba a empezar la ejecución y tenía que levantarme para acudir a ella. Le dije que no me encontraba en condiciones, estaba muy cansado y me flaqueaban las piernas. El fraile, preocupado por mi salud me preguntó si quería que avisara al galeno, le dije que no. Entonces me preguntó si quería que el padre Teodoro fuese a la ejecución en mi lugar, a lo que contesté que sí. Al rato salí a hurtadillas del convento, casi no había nadie, todos estaban en el gran espectáculo callejero, el asesinar a un hereje, según ellos. Las calles estaban llenas de gente que iban hacia allí, enfervorizada y con ganas de sangre iban chillando sin parar “Hereje, hereje, muera en la hoguera”. Me aposté en una esquina lejana de la plaza donde iban a ocurrir los hechos, no debía ser visto, aunque yo tenía una buena perspectiva para poder ver y oír todo lo que estaba sucediendo.
  • 26. 25 Paseaba por la habitación, se me encogía el estomago cada vez que revivía esta situación, pero continué la narración. - Por la calle adyacente pasaba el carro que tirado por dos bueyes portaba detrás al recluso maniatado, sentado con la cabeza entre las piernas sollozaba sin parar, estaba sin fuerzas después de todos los acontecimientos que le habían sucedido. Se paró el carro unos metros más allá del poste en el cual iba a ser atado y en el que unos grandes haces de leña rodeaban su base. Al pie de los mismos se hallaban el capitán de la guardia, el alguacil y un fraile, supongo que Teodoro, mi sustituto. El verdugo le ayudó a bajar, ya no tenía fuerzas para seguir luchando, lo había intentado todo pero sin ningún resultado. Lo ató en el mástil con una gran soga por los pies, la cintura y el cuello y se cruzó de brazos mirando al alguacil y esperando la orden. El fraile se acercó al abad y le dijo: “Por ultima vez, ¿te arrepientes de tus pecados antes de morir y quieres pedir perdón a Dios y a todos sus fieles por las brujerías que has realizado?”. El Abad entre lágrimas y sin fuerzas para gritar dijo, “Hermano Teodoro soy vuestro Abad, por el amor de Dios sáqueme de aquí o cometerán una gran injusticia, el hereje Ainoza ha poseído mi alma y mi cuerpo, no lo veis, ¿estáis ciegos?”. El fraile se giró hacia la muchedumbre y gritó, “No podemos hacer nada por su alma, este hombre esta poseído y quiere engañarnos, así pues que arda también su alma en la hoguera para que el espíritu del mal nos abandone”. Dicho esto se acercó el alguacil y le dijo “Francisco Ainoza y Pedrosa por tus crímenes confesos y por atentar contra la ley de Dios debes morir en la hoguera por hereje, brujo y blasfemo”. Levantó la mano y miró al capitán que a su vez desenfundó la espada de la vaina y
  • 27. 26 levantándola en alto indicó al verdugo que prendiera fuego a la leña. Al rato las llamas ya empezaban a subir por sus piernas, sus gritos eran ahora de dolor, en esos momentos vi como todo el mundo se quedó estupefacto. De los gritos de consigna de muerte al hereje se pasó a un silencio sepulcral cuando vieron que la cara del reo iba envejeciendo rápidamente mientras el fuego le consumía y que iba apareciendo poco a poco la cara del Abad Andrés. La gente soltó un “¡OH!” casi al unísono y gritaba, “es cosa de brujerías, no miréis, no miréis, puede que nos posea a nosotros, el demonio esta saliendo de su cuerpo”. En esos mismos instantes sentí como un estremecimiento dentro de mí. Mi cuerpo se convulsionó durante unos instantes y pude ver como mis manos perdían sus arrugas y se transformaban otra vez en lo que yo era. Palpé suavemente mi cara, efectivamente la metamorfosis había ocurrido. Salí corriendo hacia casa, estaba asustado pero feliz, había vuelto a nacer. Balsamo me interrumpió diciendo. - Nunca le explicó su padre como pudo hacer esa transformación, ¿qué ingredientes utilizó? - La última vez que vi a mi padre fue el día que me entregó el susodicho elíxir que obró tan extraña transformación. Nunca supe nada más de él. Al poco tiempo, un amigo de mi padre, abogado y cabeza visible de una organización oculta de un grupo de eruditos se puso en contacto conmigo y por mediación de mi hijo hice traer toda la documentación que le dio y los enseres que guardaba de sus investigaciones. Estuve estudiando todos sus manuscritos para descubrir la fórmula de dicho elixir y no encontré nada más que algunas cábalas para muchas de los cuales todavía no tengo respuesta.
  • 28. 27 Balsamo se frotaba la cabeza y con cara de incredulidad pensaba cuando podía acceder a toda esta información y si él sería capaz de descifrarla. - Alguien me dijo que había embarcado en uno de sus largos viajes hacia las Indias Occidentales, pero nadie me lo puede asegurar. Aun espero saber si está vivo o alguna noticia suya, aunque ya he perdido toda esperanza. - ¿Qué ha hecho usted durante todos estos años desde que escapó de la hoguera? - He desarrollado e investigado algunos de sus preparados y curaciones, también he realizado miles de pruebas con ellos, pero no he podido descubrir todos sus secretos, por eso me puse en contacto con usted. Los viajes que tenemos que hacer no los puedo efectuar yo solo, necesito a alguien que me ayude y con el que poder descifrar todos los epigramas y acertijos que tienen sus notas. Tras una breve pausa, continué. - Primero empezaremos por el orden exacto de los apuntes que poseo, los dividiremos en grupos de trabajo y usted los leerá atentamente para poder encontrar todo lo que a mi se me pueda haber pasado por alto. Ahora le enseñaré mi laboratorio con todos los cuadernos, libros y artilugios que él me dejó. Mientras decía esto saqué una gran llave de mi bolsillo y le dije. - Entremos sin demora y prepárese para que esta estancia sea durante mucho tiempo su única vida y pensamientos. Pasaremos la mayor parte del día y de la noche en ella. A lo que el joven doctor preguntó. - ¿Esta usted seguro de compartir sus secretos conmigo?, casi no me conoce.
  • 29. 28 - He estado al tanto de la historia de su vida a través de amigos que tengo en Italia y sé de su avidez de aprender todo lo sobrenatural que conlleva la medicina, pero tiene razón, no le conozco lo suficiente. Aun así tengo la certeza de que es la persona idónea para poder ayudarme en estas incógnitas, los cuales no pueden ser vistos todavía por la gente corriente, no están preparadas para ello. Otro tema es qué uso hará usted con todo lo que aprenda, pero estoy seguro que igualmente debo arriesgarme por el beneficio de la ciencia y de la humanidad. - Celebro que deposite su confianza en mí, espero ser un digno aprendiz y acompañarle en esta historia, aunque no le puedo prometer nada, pues tenemos diferentes maneras de pensar sobre la ciencia médica y sus resultados, del uso o abuso de los proyectos científicos. Mi respuesta fue tajante. - Aun así, debo arriesgarme. A Balsamo le temblaban las piernas, sus ojos anhelantes de sabiduría revelaban que su mente no paraba de dar vueltas, esto era lo que había estado esperando toda su vida, un maravilloso golpe de suerte que por azar le había tocado. Por fin podría desarrollar fórmulas y curas a las que nadie había tenido acceso, tenía la fama delante de sus manos y no la iba a dejar escapar.
  • 30. 29 Capítulo 3º EL LABORATORIO Me dispuse a entrar yo primero y encendí varias lámparas de aceite y algunas velas, la habitación se iluminó poco a poco. Al entrar Balsamo notó un olor mezcla de hierbas y humedad, no habían ventanas, no entraba ningún resquicio de luz. Fue mirándolo todo con ambición, era la habitación más grande de la casa, totalmente cuadrada. Sus paredes estaban llenas de estanterías, con botes de todos los tipos llenos de productos que no llegaba a vislumbrar bien, pues la luz era muy pobre. En una parte de la habitación había una mesa llena de pergaminos enrollados, cuadernos descoloridos y con las tapas estropeadas por la humedad. El polvo era testigo de la poca limpieza que reinaba en la habitación, se notaba que ninguna persona había limpiado desde hace mucho tiempo. En el otro extremo de la habitación había un catre con una manta y junto a este se encontraba una jofaina con agua. También había más estanterías con legajos y cientos de libros, de los que apenas se podían leer los títulos.
  • 31. 30 En el centro de la habitación se encontraba una gran mesa llena de alambiques y utensilios de metal, cristal y como no, un gran crisol para fundir metales. Junto a esta había un pupitre lleno de hojas de papel con dibujos y anotaciones. Balsamo se quedó unos minutos en silencio mirando desde la puerta. Lo que veían sus ojos parecía ser la historia de muchas horas de estudio y pruebas inexplicables e incomprensibles para la gente inculta y sobre todo para la iglesia, que llamaba a todo esto brujería, sin saber que esto era ciencia. Miré fijamente el rostro de Balsamo, era una mezcla de impaciencia, asombro e incredulidad y le dije con voz segura antes de cerrar la puerta. - Pase y siéntese. Está a punto de venir Braulia y no puede ver nada de lo que hay en esta habitación. Ya le he dado órdenes para que durante algún tiempo deje cada día en el umbral de la puerta lo necesario para nuestro mantenimiento. Balsamo se quedó embelesado con todo lo que podía encontrar en la estancia. - No sé por donde empezar - dijo. - Primero le diré - dije acompañándole hasta las estanterías y con un cuaderno en la mano - que todas las plantas que puede ver en los estantes no las puede encontrar en ningún lugar de este continente. Se las encargué a un marinero amigo mío y me las trajo de sus diversos viajes a la parte sur de América, a la selva del río Amazonas y por las indias occidentales. Esta información la saqué de este primer cuaderno de apuntes de mi padre que empieza, como puede ver - dije entregándole el libro a Balsamo - por los chamanes y sus viajes a la conciencia.
  • 32. 31 Balsamo recogió de mi mano el cuaderno de apuntes que le entregué y se dispuso a leerlo, estaba lleno de dibujos de plantas que nunca había visto y de notas escritas a mano, números, cantidades de mezclas y nombres muy extraños. En ese momento observando detenidamente su reacción le dije. - ¿Está usted preparado para hacer un viaje por la mente, propio de los chamanes Aymará del Amazonas? - No entiendo lo que quiere decirme Ainoza, ¿a que se refiere? - Para que entienda mejor todo lo que relata este cuaderno de apuntes tiene que realizar un viaje como los que hacen los chamanes y conocer los secretos de la selva, tiene que entrar en su mundo inconsciente, ver y sentir todas sus experiencias sobrenaturales. Tendrá que ganarse su confianza para que le cuenten sus secretos , si no es así, enfrentarse a sus leyes y no poder ponerse nunca más en contacto con ellos. Yo me ocuparé de hacerlo regresar si el contacto tuviera más dificultades de lo normal - a lo que Balsamo contestó. - Estoy ansioso por empezar, por lo que cuenta, deduzco que será peligroso, ¿pero cómo sabré lo que tengo que hacer o decir para ganarme la confianza de ellos? - Nada de lo que viva usted en su mente durante este viaje va a ser fácil. Será peligroso dependiendo de como lo maneje. De su desenvoltura y astucia depende el inexplicable mundo en el que se introducirá, tiene que tener en cuenta que solo viajará su mente, pero puede ocasionarle daños psíquicos, aunque ya sabe que la ciencia reviste a veces estos problemas. Es usted el que debe decidir si está dispuesto a arriesgarse, si lo hace, tendrá que ser hasta el final.
  • 33. 32 - Si, estoy seguro, no he llegado hasta aquí para no arriesgarme, pero antes me gustaría que saciase mi curiosidad explicándome algunas cosas que he visto aquí y no logro comprender, si todo este material que tiene no son copias, ¿cómo las consiguió su padre? Nos acercamos a la mesa donde estaban los pergaminos y tomé uno al azar, estaban todos bastante desordenados, se lo entregué a Balsamo y le dije. - Realmente son originales, tienen más de tres mil años, tenga cuidado al abrirlos pues podrían romperse, son muy delicados. Aunque de entrada no entienda nada de lo que dice en ellos si los estudia detenidamente verá que pueden descifrarse. Abrió con mucho cuidado el pergamino que le había entregado, estaba muy deteriorado pero se podían ver claramente los dibujos de su contenido, estaban escritos en jeroglíficos egipcios. Levantó la mirada, sonrió y me dijo. - ¿Ya ha podido traducir todos los jeroglíficos de los pergaminos? - No me ha hecho falta, en estos tres libros que ve usted a la derecha de aquella estantería está toda la traducción hecha a mano por mi padre, la cual hizo gracias a este dibujo que le voy a enseñar. Desenrollé un gran legajo que había en la estantería donde estaban los mapas guardados y lo desplegué en la mesa apartando los pergaminos. Puse un objeto pesado en cada punta del legajo. - Mire con atención este gran dibujo, es una copia exacta de la piedra Roseta, la cual sirve para poder traducir los jeroglíficos, nunca se llegó a encontrar, pero no se porque motivo vino a parar este dibujo a las manos de mi padre. Como puede comprobar en los lomos de estos libros escritos todos a mano por él, dice “Viajes a
  • 34. 33 Egipto”, lo que no sé es quien los hizo pero me puedo hacer una idea. - Todos datan de una dinastía, la XVIII, y hablan de dos grandes faraones en concreto, la de Hatshepsut y la de Menjaperra Thutmose, llamado Tutmosis III, madre e hijo de dicha dinastía. Fueron dos faraones muy importantes, construyeron muchos templos y edificios en el valle del Nilo. Sus pergaminos hablan de la grandeza de esta dinastía y como se hicieron grandes logros en medicina y ocultismo. - ¿Así nunca ha podido saber como llegó este material a manos de su padre? Tendrían que haber algunas notas explicándolo o, como mínimo, situarlo en alguno de sus viajes - dijo Balsamo, a lo que contesté. - No, pero para eso esta usted aquí. Vamos a averiguar todo este misterio y probar todos los filtros y brebajes que en estos libros encontremos, sobre todo debemos averiguar como llegó a manos de mi padre. Con el tiempo descubrí que el bebedizo que me dio en la celda en la que estuve encerrado y de la que pude escapar está escrito en este libro. Corresponde a un capitulo del Libro de los Muertos, el cual no se haya en este laboratorio, nadie sabe donde está enterrado, aunque dicen que está en la tumba de Tutmosis III. Al parecer pasaba en herencia de padres a hijos y cuando fallecía era enterrada una copia de este, hecha por escribas del Faraón, los cuales debían morir para no revelar su secreto. Balsamo con cara de preocupación dijo entonces. - Si nos pasara algún contratiempo nuestra investigación quedaría en el olvido ¿ha pensado usted en ello? - Efectivamente, tiene razón, pero es un riesgo que debemos correr, no tengo solución a ese problema - a lo que Balsamo comentó.
  • 35. 34 - Hay muchas fórmulas en este libro que yo no conozco, son nuevas para mi, supongo que en los demás cuadernos y apuntes habrá muchas más, pero sea sincero conmigo, hay algo más que una recopilación de recetarios de plantas, elixires y productos de esta índole, ¿no es cierto? - Tiene usted razón, pero no se lo desvelare hasta que haya leído y estudiado todo lo que en esta habitación se encuentra. Tiene que probar en usted o en enfermos toda la ciencia que aquí se explica hasta llegar a la parte mística y esotérica de este asunto, es la única manera de entender todo el trasfondo que contiene esta información. Balsamo asintió con la cabeza y se puso manos a la obra, comenzó con una serie de cuadernos que hablaban de la ciencia de los chamanes de la selva del Amazonas y me comentó. - Es increíble que reuniera todas estas plantas y flores tan extrañas que aquí se nombran. - No he logrado conseguirlas todas, es muy difícil encargar todo este material a personas profanas en estos temas. Aun siendo amigos los que me la han proporcionado, son simples marineros mercantes y no es fácil para ellos buscar o conseguir las plantas enseñando un dibujo de lo que necesitaban en los poblados perdidos del interior de la selva. De todas formas he conseguido las suficientes para poder preparar las más importantes y he podido comprender los tipos de curaciones que hacen los diferentes tipos de chamanes, como los Ayahuasqueros, Tabaqueros, Purgueros y Sobadores. La cocción más esencial del ritual de estos personajes es la que usted va a probar, la llaman Ayahuasca, con ella realizará un viaje en el espacio tiempo a través de la mente con el que se pondrá en contacto con el gran chaman. Le deberá preguntar por todos sus secretos y los
  • 36. 35 de sus antepasados, haciéndose pasar por uno de sus dioses. Yo mientras tanto, aprovecharé desde aquí para apuntar todo lo que en su viaje se hable. Balsamo acongojado y asustado me preguntó - ¿Pero que veré en mis sueños, que sentiré? dígame que ocurrió cuando tuvo esa experiencia. - Cada experiencia es diferente, solo usted será dueño de si mismo y lo haré volver antes de tiempo si la situación fuera extrema. Para que yo pueda ir apuntando usted tiene que repetir, como si de un eco se tratase, todo lo que oiga. Esta noche haremos la prueba, no le diré nada más porque debe ser una experiencia inolvidable y tiene que enfrentarse solo ante sus miedos y temores. Sentirá que ellos hablan otras lenguas, como la Aymará, pero no se preocupe, entenderá lo que dicen y ellos a usted. Recuerde que hablaran con sus mentes y tenga cuidado de no tener algún tipo de pensamientos que nos implique, pueden ser leídos por el gran chaman. Esto intranquilizó aun más a Balsamo, se le notaba preocupado y con cara de no entender nada, fue la primera vez que vi a este hombre confuso y con semblante de incredulidad, no era fácil con la arrogancia y seguridad en si mismo. - No debe temer nada, he efectuado este viaje varias veces y sigo aquí, mi cuerpo y mi mente no han sufrido ningún mal. Pero antes debemos prepararnos para cuando le hagan preguntas los chamanes o los jefes tribales. Debe contestar con seguridad para ganarse su confianza y que crean que ha sido enviado por sus antepasados, así pues repasaremos los apuntes. Estuvimos todo el día estudiando los nombres de los dioses y costumbres de este pueblo y aprendiendo sus más importantes bebedizos, para que ellos vieran que no era un extranjero o un espíritu maligno que venía a
  • 37. 36 castigarlos. Leyó y releyó sin parar, estaba asustado pero emocionado a la vez. Al anochecer le estuve dando los últimos consejos y directrices antes de empezar el viaje. - En este viaje usted verá al gran brujo físicamente y él también le verá a usted. Irá desnudo, sin ninguna prenda, podrá ver también a todos los seres humanos que se crucen en su camino, pero para ellos usted será invisible. Verá cosas indescriptibles. Tendrá que pintar su cuerpo con los signos indispensables que lleva todo curandero en los rituales, los cuales señalaran que tipo de dioses lo envían. Siempre lo mirará a los ojos en sus conversaciones y nunca gesticulará ni hará movimientos extraños con su cuerpo. Tiene que dar ante todo una sensación de seguridad. Le enseñé unos apuntes con el dibujo de la cara, pecho y brazos que iban a utilizar y le dije: - Estos dibujos tardarán al menos quince días en desaparecer, aunque los limpie con lo que quiera, como si de un tatuaje se tratara. La pintura verde está hecha con unas piedras que están en el fondo del río Amazonas y sus afluentes, son de color verde oscuro y arcillosas, son piedras sagradas, nadie más que un chaman las puede tocar o caería en desgracia. Estas piedras se trituran hasta convertirse en un polvo verde y se mezcla con una planta llamada Ajo Sacha, también machacada, se impregnan los dedos en la mezcla y se utiliza para pintar. Debe ser usted mismo el que se los pinte según el ritual. Ahora repasemos todo antes de empezar. Vaya usted diciéndome lo que debe decirles. - Cuando me haya ganado la confianza del curandero será cuando se sentará conmigo y me dirá “Por favor acepta esta comida”, a lo que deberé contestar “Sí gracias”, así enlazaré vínculos antes de que
  • 38. 37 me pregunte por los dioses Aymará. Aceptaré el illa o amuleto sagrado hecho de huesos humanos de sus enemigos y piedras sagradas del altar, para tener su consentimiento como integrante de la tribu de Seres Humanos. Balsamo siguió con su narración. - Sus dioses más importantes son por este orden, Papachama, la madre tierra, Wari dios del ganado, Waira del viento, Khunu de las cumbres nevadas y del hielo y para finalizar Eqeko dios de la abundancia, el cual será del que vengo enviado. Si me pregunta cual es el motivo de mi venida diré que Eqeko no está satisfecho con sus ofrendas – en ese momento le interrumpí. - Tiene buena memoria, creo que será suficiente por el momento, si hubiera alguna pregunta comprometida improvisará, se que usted sabrá salir de cualquier aprieto. - Estoy un poco asustado, no se si podré hacerlo, ¿y si se dan cuenta de que no soy lo que pretendo aparentar? - a lo que le contesté. - Es usted médico y curandero, sabrá decirles cualquier cosa para convencerlos, como si de sus pacientes se tratara, confío que no tendrá ningún problema. Iremos preparando la cocción de las hierbas para dejarlas reposar un rato antes de tomarlas, no se preocupe más, esto le hará sentirse más seguro de si mismo y más fuerte al pensar que va a ser de los pocos elegidos en indagar en la mente humana. Los dos miramos la página con las notas de dicho brebaje y fuimos a buscar las plantas necesarias para ello. - Mire son estas dos, un tipo de bejuco, también llamado liana, la cual abunda en la Amazonia, pero tiene que estar seca por los años y a punto de putrefacción. La otra es de una planta llamada chacruna, cuyas hojas y
  • 39. 38 bayas una vez desecadas se mezclan con el bejuco y se prepara una infusión a fuego lento con agua, añadiendo las esporas de este tipo de hongo que aquí puede ver, el cual todavía no he podido catalogar ni poner nombre, mi padre tampoco lo hizo. Tanto la chacruna como el hongo son alucinógenos muy potentes, si no se prepararan en sus dosis exactas o se ingirieran directamente cualquiera de ellas, podrían volver loca a una persona o incluso causarle la muerte. Balsamo puso a hervir agua en un cuenco de cobre de la mesa del laboratorio, mientras yo le enseñaba una serie de cacitos de metal que había mandado hacer a un herrero para colocar dosis de hierbas trituradas en su justa medida, todos ellos con un grabado numérico que servía para distinguir el tipo de contenido. Balsamo continuó preguntando. - ¿Cuanto tiempo durará este viaje? - Usted no se dará cuenta del tiempo, pueden pasar varias horas, pero para su mente pueden ser días o semanas quizás. - ¿Y en dicho viaje cree que puedo encontrar algún elemento que sea la panacea médica que tantas personas han buscado?, gente con gran talento y experiencia en la alquimia y nunca la han logrado conseguir. No me refiero a convertir el plomo en oro, mi búsqueda no es por razones de riquezas, si no por el poder absoluto del hombre sobre las enfermedades y enigmas de este mundo - a lo que contesté. - Dudo mucho que estas tribus puedan ofrecernos dicha panacea, pero sí pueden darnos algunos conocimientos sacados de la naturaleza para iniciar este camino hacia la verdad de muchas cosas. Lo que luego sigue no se lo diré ahora, pues debemos seguir los pasos previos igual que están marcados en estos cuadernos que
  • 40. 39 llenan las estanterías, numerados todos ellos como creo que usted ya se habrá dado cuenta. Es así como mi padre marcó que debía seguirlos. Sé que es usted joven e impaciente pero no se preocupe más por ello, le dije que entre los dos resolveríamos estos enigmas, lo demás está por llegar. Ya era medianoche, mi joven amigo no había querido tomar nada para la cena, estaba muy nervioso, daba vueltas alrededor de la mesa de trabajo, pensativo y cabizbajo, no paraba de darle vueltas al asunto. Cuando acabé de cenar decidí tenerlo un poco entretenido para que dejara de dar vueltas le comenté. - Triture mientras en ese mortero la piedra verde y avíseme cuando esté pulverizada, mientras yo cojo un nuevo cuaderno para datarlo en fecha de hoy con los apuntes que me contará esta noche. Al cabo de un rato me comento Balsamo. - Creo que esto ya esta bien machacado, realmente parece arena, ¿qué debo hacer ahora? - Introduzca esa planta toda entera, hojas y flores, en el mortero y tritúrelo también junto con la arena hasta que consiga una pasta espesa a modo de pintura. Cuando lo tuvo todo preparado se acercó hacia a mí para enseñarme el resultado de la mezcla. - Está perfecto, ahora déjelo aquí y vaya por las plantas y los medidores para preparar el bebedizo, pues el agua ya hierve. Pusimos a hervir todos los componentes de la ayahuasca mientras, me quité la túnica con la cual vestía, hacía un poco de calor en la habitación y había cenado demasiado. No solía cenar mucho pero a veces las horas pasaban tan deprisa que cuando me paraba un momento a pensar había pasado todo el día sin llevarme nada a la boca.
  • 41. 40 Yo era todo lo opuesto físicamente a Balsamo, de baja estatura más o menos un metro sesenta, bastante delgado, pelo cano, barba blanca y según mis colegas con cara de erudito, llevaba unas lentes redondas, pues mi vista cada vez estaba peor. Guardé la túnica en un baúl donde tenía mis ropas junto a algunos enseres y revolviéndolas saqué una botella de ron que tenía guardada para ocasiones especiales. En ese momento creí que a Balsamo le hacía falta algo contundente para apaciguar los nervios. Me acerqué a la mesa de trabajo, Balsamo seguía con el brebaje, tomé dos copas que tenía en la estantería y le dije. - Espero que esto le ayude un poco a calmar su ansiedad, es bebida de marineros pero entra bien, me lo trajeron de las islas antillanas. Creo que es el momento de brindar por esta empresa y que me hable mientras tanto un poco de usted. Llené las copas generosamente y le ofrecí una, luego nos sentamos para hablar. - Usted sabe de mí más de lo que yo creo, pero a grandes rasgos mi vida ha sido un poco complicada. En los asuntos monetarios siempre he tenido lo justo para vivir sin grandes excesos, en fin me las he arreglado como he podido. Se dice que mi familia verdadera era de la nobleza siciliana pero estaba arruinada y como tenían muchas deudas tuvieron que huir a Palermo. A mi me dejaron en el camino cuando era un recién nacido, me abandonaron en la isla de Malta, donde me adoptó una familia amiga de mi padre. Eran artesanos de la madera, tallaban piezas de artesanía para los buques de la armada, nunca quisieron contarme quienes eran exactamente mis padres, aunque yo insistía en saber algo de ellos. - Tómese otra copa y siga contando por favor.
  • 42. 41 - Si gracias, es excelente este ron. Fui educado por mi familia adoptiva hasta los doce años, es entonces cuando decidieron mandarme a vivir con el hermano de Vittorio, mi padrastro, para que sirviese de aprendiz y me formara en la medicina, pero yo no tenía suficiente con las enseñanzas de mi maestro y me pasaba todas las noches en la biblioteca devorando libro tras libro, no me importaba de que trataran, primordialmente de medicina, herboristería y sanaciones. Cuando cumplí los veinte años conocí al hombre que me abrió las puertas de lo más selecto de la sociedad de la isla, no puedo decirle el nombre por razones de lealtad, pero sepa que posee el título de Gran Arquitecto de Los Francmasones de La Orden del Templo de Rosacruz. - le interrumpí el relato y le dije. - He oído hablar de ello, gente muy poderosa y con medios para cambiar muchas cosas en el mundo. - Me captaron para su causa y se me permitió ejercer de médico en la alta sociedad, con acceso a todos los libros que dicha Orden poseía en su biblioteca. Cinco años después me ordenaron que me casara y fuese a vivir a Londres para ejercer la medicina y ponerme en contacto con el alto rango de la logia masónica de ese país. - No entiendo porque, si usted les era tan útil y el Gran Arquitecto le apreciaba tanto, no tiene ningún sentido que lo apartase de él - a lo que Balsamo contestó. - Era evidente, yo subía como la espuma entre la nobleza y entre los seguidores de la logia, había temor y envidias de que un novato como yo pudiera ocupar algún cargo importante en ella. Era muy joven pero demasiado ávido de sabiduría, temían que llegara muy alto en el escalafón. En estas logias las personas que no son de rancio abolengo no pueden acceder a según que cargos en la cúpula de mando y yo no podía demostrar mi linaje.
  • 43. 42 - Aquí en España no tengo noticias de que exista alguna Orden parecida - le dije - pero si la hubiere tendrían muchos problemas, realmente quien manda es la iglesia. La Santa Inquisición hace y deshace a su antojo. Me eché a reír a carcajadas, y le dije a mi joven amigo. - Es una broma, ya sabe que la iglesia y yo tenemos cuentas pendientes y aun no estoy seguro de que algún día me reconozcan. Bueno, creo que debemos dejar la plática y ponernos en el asunto que nos importa. Debemos comenzar el ritual, apuremos la última copa y prepárese para una noche muy larga. Apagué algunas luces del habitáculo y acerqué las lámparas de aceite al camastro poniéndolas al pie y la cabecera. Acerqué una silla y le entregué a Balsamo un espejo para que pudiera pintarse. - No debe asustarse, estaré en todo momento a su lado.
  • 44. 43 Capítulo 4º VIAJE DE LA MENTE Mientras se desnudaba Balsamo con respiración casi jadeante, me acerqué a la mesa de trabajo y dije. - Terminaré el preparado de hierbas, mientras usted se va pintando los dibujos rituales, siéntese en la cama y tenga este espejo - refiriéndome al espejo que había en la pared sobre la jofaina para lavarse - yo se lo sujetaré para que pueda tener más libertad de movimientos. Me acerqué con el mortero que contenía la mezcla y la dejé encima de la silla junto al catre, luego abrí de nuevo mi baúl y recogí una sábana doblándola varias veces hasta conseguir una tira alargada. La deposité al acostarse sobre sus genitales y al mirarme le comenté. - Esto es para que no se sienta usted incomodo al estar completamente desnudo, pues le veo un poco rígido. - Se lo agradezco - contestó Balsamo. Procedió a untar dos dedos de su mano derecha en la tintura y empezó a pintarse la cara. A ambos lados de los mofletes se hizo tres líneas rectas horizontales simulando los bigotes de un felino, bordeó todo el contorno de los ojos y en la frente una raya también horizontal que iba de lado a lado de las sienes. Luego paso a los brazos, una línea ondulada desde los hombros hasta las muñecas simulando unas grandes serpientes. Sólo quedaba el pecho y se dispuso a ello, trazó en el
  • 45. 44 centro un sol de doce puntas y bajo él, cerca del ombligo, una especie de línea quebrada como simulando un macizo de montañas, todo ello igual que el dibujo del cuaderno abierto sobre la mesa. El primer paso del ritual estaba terminado. Balsamo preguntó entonces. - ¿Que significan exactamente estos dibujos? - Pues básicamente es la cara de un felino, dos anacondas de la selva amazónica, el sol que es el gran dios de las tribus, las montañas y la de la frente es el gran río y la línea de la vida. Todos los elementos imprescindibles en su existencia. La piedra que hemos utilizado para esta pintura tiene residuos de esmeraldas, como usted conocerá, una piedra preciosa usada por los artesanos de la joyería. Estas piedras son desplazadas por las corrientes de los ríos y son sagradas para estas tribus, que utilizan en los rituales y la caza. Balsamo después de un gran suspiro dijo con voz temblorosa. - Estoy preparado para empezar cuando quiera. Me senté en el catre lentamente y le acerqué el cuenco con el brebaje para que se lo tomara. Las pinturas ya habían secado y brillaban a la luz de las lámparas como un reflejo fluorescente que iluminaba su cuerpo. Entonces le interrumpí. - Debe tomárselo todo, sé que no huele bien ni tiene buen sabor, pero si no lo hiciera el efecto no sería el deseado. Le aconsejo que lo beba todo de un trago así no será tan desagradable. Así lo hizo, cerro los ojos y lo bebió todo de golpe, soltando un grito de asco dijo. - Esto tiene un sabor repugnante. Chasqueo la lengua y se acostó lentamente boca arriba en el catre. Mientras yo le puse la sábana doblada tapando sus partes íntimas, a lo que preguntó.
  • 46. 45 - ¿Tardará mucho en hacer efecto? - Unos minutos, cierre los ojos y notará los efectos muy pronto. No se olvide que estoy en todo momento a su lado, preparado para que narre lo que vea y sienta. Disfrute de este maravilloso viaje. - Creo que me esta empezando a surtir efecto, no puedo casi abrir los ojos, el sueño me domina. - Ya empezaron sus efectos. Suerte amigo. Entró en un sueño muy profundo, le levanté un parpado y observé su ojo, se estaba dilatando. El no notó siquiera que le tocaba. Pasado unos minutos empezó a moverse inquieto, de pronto todo su cuerpo comenzó con una gran agitación, como si estuviera teniendo un ataque de espasmo y soltó un gran alarido de dolor que resonó en toda la estancia. Balsamo comenzó a relatar su viaje mental. Al abrir los ojos se encontraba en un pozo sin luz, no se veía el fondo. Su cuerpo caía a peso a gran velocidad hacia el abismo, trataba de agarrarse estirando los brazos pero no hallaba nada en su camino para hacerlo. Mientras tanto yo inicié la escritura de todo lo que me iba relatando. “De pronto mi cuerpo queda flotando en el aire, mi cabeza parece que va a estallar, un dolor tremendo recorre mi cuerpo de punta a punta, como si me estuvieran clavando cientos de lanzas, todo está ocurriendo muy rápidamente.” “Apenas han transcurrido unos segundos y todo cambia de golpe. El dolor se convierte en una gran paz y calma, ya no siento nada, sólo que floto en la oscuridad. Intento proferir alguna palabra pero no escucho ningún sonido, es como si estuviera sordo y mudo”
  • 47. 46 Unos instantes después. “Mi cuerpo gira lentamente hacia delante y quedo suspendido boca abajo como si fuera un pájaro inmóvil en el aire. Comienzo a ver debajo de mi unos destellos de colores, todo a mi alrededor se va iluminando como si estuviera amaneciendo, entonces puedo apreciar las luces y elementos que me rodean.” En el catre su cuerpo ya descansaba placidamente, tenía los ojos abiertos pero dormía profundamente. “Ahora noto como mi cuerpo se desplaza lentamente hacia delante y observo desde lo alto una gran selva poblada de grandes árboles que no tienen fin. Entre tanta espesura no es posible ver nada más de lo oculto en ella. De repente veo un claro entre tantos árboles, desde donde puedo ver un largo y ancho rió que serpentea entre la espesura” Me siento aturdido, intento mirar a todos lados para saber donde me encuentro y localizar algún punto de referencia, mi cuerpo de pronto empieza a caer al vació a gran velocidad. Intento gritar pero no puedo” “Se hace el silencio, mi mente se desvanece de golpe y se queda en blanco” Al rato sigue narrando. “Me he despertado, he perdido la noción del tiempo que ha pasado. Oigo el sonido de los pájaros y aullidos de la selva, estoy en el suelo inerte sobre las hojas de la vereda de un rió. Me palpo para comprobar que no he sufrido ningún daño físico con tan aparatosa
  • 48. 47 caída. Intento incorporarme pero estoy mareado, me siento en el suelo para tratar de recuperarme mientras miro a todos lados, estoy muy asustado y pienso que no me ha engañado, es increíble lo que me esta pasando” “El ambiente rebosa humedad y un olor característico a todo tipo de plantas. Tengo frío pero he de sobreponerme y levantarme antes de que algún peligro me aceche, no sé hacia donde encaminarme. Decido seguir el curso del rió, mientras observo todo mi entorno, árboles enormes que no dejan casi pasar la luz del día, sólo hay claridad caminando por la vereda que sigue al costado del rió. Observo los insectos, grandes mariposas multicolores, estoy descalzo y desnudo, se oyen continuamente los chillidos de algún tipo de primate que no puedo ver” “Tengo miedo de donde pisar, hay grandes hormigas rojas pasando a mi lado, continuo caminando sin dejar de mirar hacia atrás de vez en cuando, todo son sonidos extraños y yo busco algún signo de vida humana entre toda esta selva” Después de un largo rato en silencio Balsamo continuo con su relato, estaba inquieto. “Pasadas unas horas me siento sobre el tronco de un árbol caído en el suelo, exhausto y mareado aun. De pronto noto que la maleza que hay detrás de mi se mueve. Un murmullo de crujir de ramas me sobresalta, me incorporo lentamente y giro mi cuerpo hacia donde escucho el ruido.” “Un rugido estremecedor que proveniente de la espesura deja helado mi cuerpo. Puedo ver de entre las ramas como lentamente un gran felino se acerca hacia
  • 49. 48 mi, es un jaguar con aspecto amenazante, las fauces abiertas y profiriendo ronquidos cortos y sordos.” Me quedo inmóvil, mi sangre no circula por las venas, es tal el miedo que tengo en el cuerpo que me orino encima, no puedo moverme, mi cuerpo no responde. El felino da un salto hasta caer a mi lado, se acerca lentamente a mis pies, no me mira a la cara. Da unas vueltas alrededor mió y olisquea donde yo había orinado. Suelta un gran rugido, mientras yo sigo inmóvil, la selva se ha quedado muda, ya no se oyen a los monos y los pájaros han dejado de cantar.” “Sigue dando vueltas alrededor mió unos segundos y continúa su camino con paso lento hasta que se pierde por la espesura. En ese momento me desplomo de golpe en el suelo, todos mis temores me han dejado sin fuerzas, impertérrito y ofuscado sólo pienso porqué ese animal no me ha hecho nada.” “No puedo saber si el jaguar verdaderamente no me ha podido ver, simplemente ha notado una presencia, o por mis pinturas rituales ha pasado de largo sin hacerme ningún daño, dejo de darle vueltas al asunto, todo vuelve a la normalidad.” “De repente me doy cuenta de que esta escena es observada por alguien al que yo no puedo ver en esos momentos tan peligrosos y a causa del pánico que paso, hago un repaso a mis alrededores para comprobar que el animal se ha marchado. Cual es mi sorpresa cuando alzo la vista sobre una gigantesca piedra al lado del rió y encuentro una silueta humana con el sol a sus espaldas que está inmóvil sobre ella. No puedo verla claramente porque el sol me da en la cara, me acerco lentamente al pie de la roca. Sigue erguido sin moverse sosteniendo un bastón en su mano derecha algo más alto que él, entonces puedo verle perfectamente, es muy menudo,
  • 50. 49 tiene el pelo muy largo y canoso, tez muy oscura y semblante serio. Lleva un taparrabos, collares y brazaletes que le cubren las muñecas y los tobillos.” “Es un anciano que no mide más de un metro veinte y lleva un colmillo de algún animal atravesando su nariz. En su cuerpo, lleno de tatuajes, puedo vislumbrar símbolos parecidos a los que yo llevo. Por fin he encontrado lo que he venido a buscar o alguien que pueda ayudarme a conseguirlo.” “Levanta su bastón en alto y desaparece caminando detrás de la roca. Me parece que lo que quiere es que le siga. Me encamino tras de él, miro detrás de la roca pero ha desaparecido. Sigo caminando por otra senda muy estrecha que se adentra en la selva, mi mente me guía hacia allí, a lo lejos escucho sonrisas de niños, veo humo por encima de los árboles. Creo que por fin tendré contacto con alguna de estas tribus.” “Al final del sendero oigo los ruidos más fuertes. Escucho el sonido de niños jugando. Acelero el paso sin dejar de mirar atrás. Siento una presencia, no sé si del hombrecillo o de algún animal salvaje que pueda seguirme, aun tengo el miedo metido en el cuerpo.” “Por fin llego a un claro del bosque, me detengo, ante mis ojos aparece un poblado con un puñado de niños jugando con palos que se persiguen unos a otros. Me acerco a ellos, no dejan de jugar, realmente no pueden verme. Soy como un espíritu andante que puedo pasar desapercibido a los ojos humanos. Observo una serie de chozas dispuestas en forma de círculo y en el centro del cual hay una más grande y vistosa. Están hechas de ramas de árboles y coronadas con hojas gigantescas muy verdes. En la choza central veo salir un humo espeso. Ninguna tiene puerta para entrar, sólo la
  • 51. 50 de en medio posee algo parecido a una puerta hecha de cañas.” “Continúo caminando y observando todo lo que me rodea, no sé que hacer. Algunas mujeres trabajan al lado de un entarimado con techo de paja moliendo con unos gruesos palos algo parecido a unas raíces, otras salen de las chozas con pieles, dispuestas supongo a curtirlas o coserlas. Ellas tampoco me miran, soy invisible para todos.” “No entiendo porque no hay hombres en esta aldea. Ellas también van desnudas y sólo llevan un pequeño taparrabos por atuendo. Están todas en plena tarea para la comunidad mientras los niños juegan a ser cazadores con sus palos. Todas ellas portan tatuajes y pulseras, también llevan un colmillo atravesando su nariz como el hombre que pude ver en la roca. Hay de todas las edades desde niñas hasta ancianas, todas ellas están trabajando.” “Excepto en la entrada, una gran empalizada de cañas de unos dos metros de altura rodea todo el poblado, como si fuera la protección de un castillo. Estoy solo, nadie echa cuentas de mí. No sé que hacer. Para calentarme me siento al lado de uno de los fuegos que hay encendidos y espero, supongo que en algún momento vendrán los hombres y con ellos el chaman.” “En otro fuego más apartado se está asando algo parecido a una rata gigante, pinchada en un palo con dos soportes de madera. Dentro del entarimado varias hamacas vacías cuelgan de los palos del enrejado, no hay nadie dentro. Parece un pueblo habitado solo por mujeres y niños.” “De pronto noto que una de las hamacas al fondo se balancea a ambos lados. Me acerco sigilosamente hacia ella y compruebo con estupor que el anciano con
  • 52. 51 el que tuve el encuentro está tumbado en ella, tiene los ojos cerrados y mastica algo continuamente. Sus dientes son escasos y rojizos a causa de la planta que mastica. Tiene la piel arrugada, revelando los años y mil batallas que lleva a sus espaldas. Compruebo que efectivamente lo que atraviesa su nariz es un colmillo de jaguar, para ellos es el animal sagrado de la selva. Su cuello rodeado de collares con varios amuletos, piedras, plumas de colores y algo que pueden ser huesos de manos o pies humanos. En el centro del collar lleva un saquito de piel atado con una cuerdecilla de esparto.” “No puedo articular palabra alguna, estoy asustado y no sé lo que debo hacer, cuando sin abrir los ojos me dice el anciano.” “- ¿Quién te envía?” “Pienso rápidamente todo lo que hemos hablado antes del viaje sobre este tema y contesto sin dudar.” “- Me envía Papachama a través de su hijo Eqeko, para hablar con el gran pueblo Chapapoyas.” “- ¿Qué ordenan los dioses? - dice el anciano.” “- Solo quieren avisaros de que se acerca un tiempo de escasez y penalidades para tu pueblo.” “- He visto como el jaguar te temía y también he visto que venías del cielo. Tus signos demuestran que eres un espíritu de la selva, pero no sé que podemos hacer nosotros los seres humanos para calmar la cólera de Eqeko y Papachama.” “- Estoy aquí para ayudaros a cumplir las leyes de los dioses y deciros lo que debéis hacer para que sean benévolos con los seres humanos.” “Estoy más tranquilo, la primera prueba está superada con creces, la improvisación es una de mis grandes facultades, ahora solo falta encontrar al gran chaman y convencer a su pueblo.”
  • 53. 52 “- Soy Topapende – dice el anciano - Gran Hechicero de todas las tribus de seres humanos que existen en la selva.” “Abre los ojos, se levanta con dificultad de la hamaca, es más pequeño de lo que me había parecido y me dice las palabras que yo he estado esperando – “Camisaqui Maititan Manka” - ofreciéndome un cuenco de madera con el fondo lleno de hojas frescas y lleno de unos grandes gusanos blancos vivos que se retuercen sin parar.” “Nos sentamos en el suelo del entarimado con las piernas cruzadas, tengo que hacer verdaderos esfuerzos para no vomitar al comerme el primer gusano, pero no debo despreciarlo, no puedo ofenderle. En ningún momento Topapende aparta sus ojos de los míos, parece que me está estudiando. No sé si alguna vez ha visto el anciano a un hombre con la piel tan blanca como la mía y eso me hace dudar de que sea algo extraño para él.” “Engullo poco a poco los gusanos, casi sin masticarlos, tengo verdaderas náuseas. No consigo acabármelos y le entrego el cuenco.” “- ¿No comes más?- me pregunta Topapende” “- Los que servimos a los dioses no necesitamos sustento, ellos nos mantienen a su lado eternamente para ser sus emisarios, así pues nuestra naturaleza no es solo humana - le contesté.” “- Los hombres de la tribu han salido de caza, solo estamos las mujeres, los niños y por supuesto yo para proteger al poblado. Esta noche tendré una reunión con los jefes y ancianos, decidiremos si eres el enviado de Eqeko. Después nos dirás lo que desean de nosotros, ahora descansa y duerme un poco hasta que llegue la noche.”
  • 54. 53 “Ya sin temor y con la satisfacción de haber conseguido contactar con el gran brujo me acuesto en una hamaca que me ha ofrecido el chaman. Cierro los ojos dibujando una leve sonrisa.” Mientras tanto yo había estado anotando en mi cuaderno todo lo que salía de la boca de Balsamo. De vez en cuando le tomaba el pulso, muchas veces no entendía lo que balbuceaba en sus sueños, pero tampoco me importaba mucho. Cuando regresara de este viaje iba a contarle la verdad sobre la experiencia. Su pulso era normal y el cuerpo estaba relajado, había dejado de hablar, comprendí que descansaba, dejé que continuara con su odisea. Salí del laboratorio, era media noche, cerré con llave y me dirigí al puerto paseando para estirar las piernas y tomar un poco el aire. Mi mente no dejaba de dar vueltas preparando el gran viaje que me esperaba cuando volviera Balsamo y apesadumbrado porque aun quedaban demasiados misterios por descifrar. Con las manos a la espalda me perdí entre los barcos de pesca mientras las estrellas parecían saludarme al pasar, traté de pasar desapercibido. Al rato pensé que debía regresar, tomé la última bocanada de aire con olor a mar y me dirigí hacia casa, estaba cansado y maltrecho aun no siendo tan viejo como aparentaba, mi vida era un continuo desasosiego, pero cuando me venían esos pensamientos a la cabeza mi única distracción era trabajar y trabajar. Esa era toda mi vida. Al llegar Balsamo había empezado de nuevo su relato. “Noto una mano que me agarra el brazo y me zarandea, me despierto de golpe, es el anciano. Está todo
  • 55. 54 oscuro solo se ven las luces de las hogueras, la noche ha hecho acto de presencia.” “- Despierta, es la hora, - dice el anciano - todavía no sé tu nombre.” “- Los que vivimos con los dioses, pero no lo somos, no tenemos nombre.” “- Entonces te llamaré Gigante Blanco.” “Me incorporo de la hamaca y Topapende me ofrece otro cuenco con comida. Espero que no sean más gusanos, pero no, esta vez me da trozos de carne asados. Realmente estoy hambriento y no pregunto de qué carne se trata, aunque me lo imagino al no ver a ese gran roedor ensartado en su palo, el que asaban la tarde anterior.” “- Come, come, es carne de cuye, la más apreciada por nuestro pueblo.” “- Jaisai Suma - muchas gracias, le contesto.” “El anciano se da media vuelta y se aleja caminando hacia el interior de la gran choza central. Al abrir la puerta compruebo que hay más gente en ella. Me apresuro a terminar la comida de mi cuenco y me dirijo hacia la choza rápidamente.” “Me quedo tras la puerta esperando, cuando oigo la voz del chaman.” “- Entra sin miedo.” “Entro abriendo la puerta, tengo que agacharme, no está hecha a mi medida. Un gran fuego central preside el interior de la choza, alrededor hay una docena de hombres, no me miran, parece que también soy invisible para ellos, así que hablaremos a través del anciano.” “Todos ellos están sentados con sus piernas cruzadas y semblante muy serio. Topapende les habla y todos escuchan atentamente. Espero a que finalice de
  • 56. 55 hablar y me siento al lado del chaman mientras, voy pensando que tipo de secretos me pueden ofrecer y que debo hacer para conseguirlos.” “A mi izquierda hay tres hombres, uno mayor y dos jóvenes. A la derecha tengo sentados ocho hombres muy ancianos. Por lo que parece los tres de mi izquierda son el jefe de la tribu con sus dos hijos y herederos. Llevan unos grandes penachos de plumas, el mayor es el del jefe. Los ancianos se habían ganado el derecho a estar allí por sus vivencias y sabidurías, alguno de ellos había podido ejercer de chaman por las pinturas que llevan. El hechicero me mira y me dice.” “- Los seres humanos quieren saber que nombre te puso Eqeko, yo les he dicho que Gigante Blanco.” “- Los servidores de los dioses no tenemos nombre - volví a insistir” “- Pero ellos necesitan saber con quien hablo, por eso les he contestado.” “- Solo soy la voz de Eqeko es lo único necesario para hablar conmigo, él habla a través de mi boca, el dios de la abundancia, pero no soy más que un cuerpo del que se sirve para acercarse a los seres humanos - a lo que añadió Topapende.” “- Sea pues así, acércate al círculo mágico con nosotros, antes tendrás que contestar algunas preguntas de los grandes jefes del poblado y de los ancianos, no te pueden ver, pero yo seré tu voz.” “Nos acercamos todos a la hoguera formando un círculo más pequeño y nos sentamos. El hechicero me ofreció la hoja de una planta para que masticara igual que todos ellos. Lo hice, era amarga y lechosa. Levantaron todos los brazos mirando hacia el cielo y cantaron pidiendo ayuda a los dioses. La lengua y la
  • 57. 56 boca se me había dormido a causa de los efectos de la planta que masticaba, debía ser algún alucinógeno.” “Acabaron los cánticos y todos ellos bajaron la cabeza y la pusieron entre sus piernas durante unos segundos. Topapende cogió su báculo y se puso en pie mirándome.” “- Los ancianos han visto la luz, han contado historias de gigantes blancos que nos han visitado varias veces en el tiempo pasado. Eran los espíritus de los dioses y han dicho que tenemos que obedecerte, si no, las más grandes desgracias caerán sobre nosotros. Los más jóvenes nunca han pasado por esa experiencia, por eso tienen preguntas que hacerte.” “- Hace muchas estaciones un gigante blanco fue enviado por Papachama para que le explicaseis todos los rituales y curaciones. Quería poder enseñarlo a otros dioses de otros mundos y así convertirse en seres humanos como vosotros. Gente que no creía en los dioses, pero Papachama los convenció de que tenían que adorar a la madre tierra igual que los Chapapoyas - dije con voz solemne.” “Era una estratagema para poder sonsacarles si realmente habían enseñado sus artes a algún hombre blanco o por el contrario, no iba a sacar nada en claro de este asunto. Mientras tanto el chaman va diciéndoles todo lo que yo hablo. Un anciano casi sin dientes y muy delgado interrumpe la conversación.” “- Yo viví más de dos estaciones con un gigante blanco que dijo ser enviado por la madre tierra para aprender nuestros rituales, yo mismo le enseñé, así pues dice la verdad.” “El jefe y sus hijos cuchicheaban en voz baja, uno de ellos solo escuchaba, comprendí que podía ser el de más alto escalafón y pensé que sería al que había de
  • 58. 57 convencer. En ese momento mandó callar a los otros dos, se puso en pie y levantando los brazos dijo.” “- Soy Apucho gran jefe y espíritu de mi pueblo y quiero saber en que hemos ofendido a los dioses para que vengan tiempos de escasez, nosotros entregamos todas las ofrendas antes de las lluvias.” “Miré al chaman y comencé a improvisar.” “- Eqeko dice, no he recibido los sacrificios que manda la madre tierra para purificarla – a lo que el jefe contestó.” “- Sí los hemos hecho, el pueblo es testigo de ello y Topapende fue quien los ofreció. Díselo Gran Hechicero.” “- Es verdad, no comprendo nada entonces - dijo Topapende.” “- El no ha recibido ningún presente ni sacrificio, los dioses no mienten. La causa podría ser que algún espíritu maligno de la selva se haya adueñado de ellos, por tanto Eqeko os da otra oportunidad de que podáis intentarlo de nuevo. Los dioses no quieren luchar con tales espíritus para cogerles las ofrendas.” “Volvieron todos a murmurar entre ellos un largo rato. Apucho entonces preguntó.” “- ¿Tu conseguirás que el dios de la abundancia reciba nuestros sacrificios y acabe con la escasez?” “- Sí, debemos hacerlo y pronto. El espíritu del mal cada vez es más poderoso y puede caer sobre los seres humanos - el jefe volviéndose hacia los demás preguntó.” “- ¿Qué dice el Consejo de Ancianos? - a lo que contestó Topapende.” “- El Consejo y yo hemos decidido que el Gigante Blanco habla verdaderamente por voz de Eqeko y que debemos obedecerle.”
  • 59. 58 “- Sea entonces, dijo el jefe, lo que mandan los dioses será ofrecido mañana después de ir a cazar.” “Se retiraron todos y salieron de la choza a dormir. Me quedé solo con el chaman, me invitó a sentarme diciéndome.” “- Puedes quedarte a dormir en la tienda sagrada, hemos de prepararnos para mañana.” “Saludó a sus dioses otra vez levantando los brazos en alto. Era una choza muy austera, en el suelo había varios enrejados de cañas que servían para dormir y algunas pieles y trapos para taparse. Apoyados en los costados había varios bastones de todo tipo y cuencos con amuletos. Dejó el bastón que portaba en la mano y lo puso al lado de los otros, entonces agarró uno bastante ondulado y en forma de serpiente y lo colocó entre las pieles con las que iba a taparse para dormir.” “Empezaba a clarear, yo no dormía, no pude pegar ojo en toda la noche entre lo incomodo de mi duro colchón, los ruidos de la selva y las pisadas que se oían continuamente fuera, los centinelas que rondaban por la noche. La hoguera central estaba apagada, solo quedaban rescoldos y empezaba a notarse la humedad del amanecer.” “Topapende no estaba bajo sus pieles. Salí sigilosamente de la tienda y pude ver que no había nadie, solo un vigilante cerca del fuego, llevaba arco y flechas y un palo de madera coronado con un mugrón en forma de mazo. Un par más rondaban por la puerta del poblado, vi un tronco largo y grueso donde guardaban el agua y me acerqué a lavarme la cara para avivarme de la mala noche pasada.” “De pronto oí unos pasos tras de mi, me giré rápidamente y vi al anciano hechicero con un penacho de cientos de plumas blancas en la cabeza y un bastón
  • 60. 59 completamente diferente a los anteriores que llevaba un atado de huesos humanos en la parte superior. En la otra mano sostenía un gran colmillo, pensé que no podía ser de un jaguar por el tamaño que tenía, pero no me atreví a preguntar. Se dirigió hacia mí y mirándome fijamente dijo.” “- Tu serás el que me ayudes a realizar esta ofrenda a los dioses, esta vez no me acompañará mi anciano padre, antiguo chaman de la tribu, el ser humano más viejo que honramos entre los seres humanos. Los jóvenes han ido a cazar a la selva los animales que necesitamos para el rito de las ofrendas, tienen que estar vivos, no sirven muertos para el ritual.” “- ¿Qué animales has ordenado traer? - pregunté” “- Para pedir ayuda al dios de la abundancia nos traerán tres animales, uno de la madre tierra, otro de las alturas del cielo, y por último otro del agua, con esto cerramos el círculo de la vida.” “- Comencemos entonces,- le dije al hechicero.” “Se dirigió hacia las afueras del poblado y fui caminando tras él. Al salir del poblado sentí un murmullo de voces que nos seguía, todas las personas que habitaban allí iban saliendo de sus chozas y caminaban a unos cuantos metros detrás de nosotros. Hombres, mujeres y niños dejaban sus quehaceres y se añadían al grupo. Los guerreros con sus penachos de plumas, las mujeres y los niños con una especie de diadema entretejida de ramas, solo faltaban los hombres que habían salido a cazar.” “Presidiendo la muchedumbre estaban los tres jefes que la noche anterior habían estado conmigo, todos ellos con grandes pinturas en sus cuerpos y llevando una lanza en una mano y un bastón en la otra. Tras ellos
  • 61. 60 habían mujeres que llevaban en los brazos bultos de tela convenientemente atados con sogas de liana.” “Llegamos a un claro de la selva a unos quinientos metros del poblado, en el centro de dicho lugar había una especie de mesa rectangular construida de piedra, con dos pilares laterales que formaban las patas. Era más o menos de unos dos metros de largo por uno de ancho y muy gruesa, estaba cubierta de hojas secas caídas de los árboles.” “Topapende dejó en el suelo lo que llevaba en las manos y se dispuso a limpiar el altar de las hojas que lo cubrían. Levantó los brazos hacia el cielo y se arrodilló inclinando la cabeza hacia el suelo, estaba saludando a sus dioses. Mientras, un anciano se acercó con un gran cuenco lleno de un líquido que tenía un olor muy extraño.” “Se dispuso a iniciar la ceremonia. Me indicó con la mano que me pusiera a su lado derecho mientras la gente iba rodeando la gran mesa a unos metros de distancia. Los jefes se colocaron detrás de nosotros y se arrodillaron. La gente imitó el gesto y el hechicero comenzó la ceremonia.” “- Este es el bastón sagrado del pueblo Chapapoyas, entregado por Papachama a mis antepasados.” “Lo colocó sobre el altar y añadió.” “- Servirá para luchar si algún espíritu maligno no está de acuerdo.” “Abrió un atillo que le entregó una de las mujeres ancianas y se dispuso para colocarlo sobre la mesa.” “- Esta es la piedra del relámpago contra los enemigos invisibles - dijo sacando una piedra del tamaño de un puño de color negro.”
  • 62. 61 “- Esta es la piedra gorda para absorber los males, sacando una piedra del mismo tamaño que la anterior pero plana, de color gris y vetas amarillentas.” “- Las tres conchas - sobre las que puso hojas de tabaco.” “- Sirve para evitar los malos vientos, los malos aires y hechizos - dijo depositándolas también sobre el altar.” “Iba colocando todos los objetos de izquierda a derecha en el altar por orden, la gente estaba callada no se oía ni un murmullo, el ambiente era muy tenso y los habitantes del poblado seguían de rodillas con la cabeza inclinada mirando al suelo. Hizo un alto en sus ofrendas y se arrodilló susurrando unos rezos que yo no entendí, me arrodillé a su lado e hice ver que rezaba.” “Se levantó y se dirigió en voz alta a su pueblo.” “- Ahora debemos rezar a los dioses mientras llegan los sacrificios.” “Un gran murmullo de rezos empezó a escucharse alrededor de la mesa, mientras un anciano hacía entrega al chaman del cuenco con el bebedizo ya preparado, el cual depositó en el altar y volvió a extender los brazos en alto en señal de entrega.” “- Cuando lleguen los jóvenes guerreros tomaremos la ayahuasca para empezar el ritual - dijo Topapende mirándome.” “Otro anciano le entregó una vejiga de animal en forma de odre conteniendo algún líquido. Mientras, otros preparaban una gran pira con troncos y hojas secas en la parte derecha del altar y colocaron una gran plataforma de ramas trenzadas sobre ella.” “De pronto se oyeron gritos en la lejanía del enmarañado follaje y apareció un grupo de jóvenes peleándose entre ellos. Todos querían llevar los animales
  • 63. 62 que traían atados por las extremidades en largos palos sobre los hombros y que colgaban boca abajo. Otros traían una especie de frazada de cuero que agarraba una persona por cada uno de las cuatro puntas del recipiente que iba salpicando agua.” “Al llegar hasta nosotros hincaron sus rodillas en la tierra saludando al chaman y depositaron en el suelo los animales. En ese momento pude comprobar que se trataba de un cuye, una especie de roedor de gran tamaño que habita en esta selva. También traían una especie de mono con sus cuatro miembros muy delgados y larga cola al que llamaban mono araña, era del tamaño de un conejo grande. Para finalizar en una especie de bolsa con agua llevaban un gran pez de más de un metro de largo, parecido a una anguila con unos dientes en forma de sierra y largos bigotes laterales.” “Los animales se retorcían en sus palos amarrados y gritaban sin cesar queriéndose escapar, en ese momento los jóvenes se incorporaron y se unieron al grupo de habitantes del pueblo.” “Topapende sacó el tapón del odre que le había sido entregado y mojando su mano derecha con el líquido que contenía se dirigió a los animales y los impregno pasándoles la mano humedecida por el lomo de los tres animales, mientras les pedía perdón. Les decía que comunicaran a los otros animales que era un honor dejarse cazar por los seres humanos.” “El chaman encendió con una tea ardiendo las hojas de tabaco que se hallaban sobre las tres grandes conchas, con sus manos esparcía el humo que salía y se llevaba las manos a la cara tapándosela de vez en cuando. Un niño a su lado aguantaba la tea ardiendo, se acercó con una concha donde quemaba el tabaco y se la puso uno a uno delante del hocico, lo cual repitió varias
  • 64. 63 veces. Fue entonces cuando estupefacto observé que dichos animales entraban en una especie de trance con los ojos abiertos y dejaron de moverse.” “Uno por uno soltó las ataduras de sus miembros y los fue colocando en el altar sin que ellos, inertes completamente hicieran cualquier movimiento. Primero puso a la izquierda el gran roedor, en el centro el primate y a la derecha el pez. Los saludó tres veces agachando su cuerpo y su cabeza hacia delante, volvió su rostro para mirarme y decirme.” “- Es el momento de tomar la ayahuasca - a lo que contesté saludando también.” “- Los dioses nos miran desde las alturas, empecemos.” “Me acercó el cuenco con la bebida y me dijo.” “- Tómalo tu primero, en honor de poder servir a nuestros dioses desde su lado en el paraíso.” “- Ellos te lo agradecerán, eres un gran servidor de todos y siempre serás recordado en la selva como el gran Topapende, gran chaman de los seres humanos.” “Bebí la mitad del contenido del cuenco y levantándolo después hacia el cielo con mis manos se lo entregué al hechicero. Por el sabor y el olor de lo que había tomado identifique el brebaje, era el mismo que tome para emprender este viaje. Las dudas asaltaron mi mente, si estaba bajo los efectos anteriores de dicha pócima ¿Qué pasaría por haberla tomado otra vez sin haber despertado mi consciencia?” “Topapende bebió todo de un trago sin apenas respirar y también saludó, puso sus manos sobre mis hombros desnudos, no sin tremenda dificultad por la estatura y musitó en voz baja.” “- Solo así podremos verles, sean los dioses o espíritus malignos - a lo que pregunté intrigado.”
  • 65. 64 “- ¿Solo nosotros podremos verles? ¿Qué notaran y sentirán los seres humanos que nos rodean?” “- Ellos no podrán ver ni sentir nada de lo que nosotros veamos, pero tienen una gran fe en lo que estamos haciendo, no necesitan pasar por este trance para poder adorarlos y seguir sus mandatos.” “Hacía rato que tomamos el bebedizo y parecía que no proporcionaba el mismo efecto que la vez anterior. Eso me preocupaba pero decidí dejar de pensar en ello, al fin y al cabo el también tomó lo mismo y yo estaba seguro de seguir hasta el final. Todos los avatares que había padecido valían la pena.” “Topapende agarró una especie de sonajas hechas de conchas de moluscos pequeños y las hizo sonar sobre todos los objetos y animales que en el altar se hallaban. Con movimiento rítmico y rápido estuvo unos minutos cantando y haciéndolas sonar. Paró de golpe, un silencio sepulcral reinaba en la selva.” “La cabeza empezó a darme vueltas, estaba muy mareado, trataba de fijar la vista al frente para no caerme al suelo. Entonces observé como el chaman tenía unas grandes convulsiones en su cuerpo y caía de rodillas a tierra. Al momento sentí que me pasaba lo mismo, mi cabeza se desvaneció y me desplomé junto a él, mi visión eran puntos destellantes de colores. Sin fuerzas agarré su brazo para intentar levantarme pero a duras penas me podía mover.” “Por fin logré ponerme de rodillas a su lado, sentía un gran vació en el cerebro, mirando a mi acompañante comprendí que estaba pasando por el mismo trance, balbuceando me dijo.” “- Debemos esperar de rodillas hasta que nuestras mentes logren tener contacto con los dioses y nos autoricen para hacer las ofrendas.”
  • 66. 65 “Pasados unos minutos todo volvió a la normalidad, al momento se volvieron a escuchar los sonidos de la selva y volvieron las fuerzas a nuestros cuerpos y mentes. Nos pusimos en pie y él se acercó al altar postrándose encima y profiriendo algunos rezos más.” “- Debemos empezar el ritual, los dioses nos ven y nos escuchan.” “Sacó de otro atillo alargado un gran machete de hierro con puño de madera y cuero y tomó el bastón de la mesa. Levantó el báculo en su mano derecha y la espada en la otra hacia el cielo y dijo mirando a toda la gente que permanecía arrodillada y con la cabeza agachada.” “- Los dioses están aquí, noto su presencia, rogad por todos los seres humanos.” “Todos al unísono rezaban plegarias rituales y uno a uno se aproximaron al altar depositando sobre él algún objeto personal para que sus dioses les tuvieran en cuenta en las oraciones. Mientras, Topapende había vuelto a dejar el bastón y la espada sobre la mesa y cogido el odre con aquel líquido que todavía no sabía de que se trataba. Se acercó primero hacia mí y untando su mano con él me lo pasó por la cabeza impregnándola. Olía a perfume de flores y uno por uno conforme iban pasando todos a depositar su ofrenda les hacía el mismo ritual, unciendo sus cabezas con el perfume hasta que terminaron todos y volvieron a ponerse de rodillas en el mismo sitio de donde venían.” “Los animales que esperaban el sacrificio parecían dormir, seguían inertes donde estaban colocados. Pensé que lo que había tomado ya no tenía efecto alguno, pero lo demás estaba por llegar y yo no lo sabía.”
  • 67. 66 “Se acercó lentamente hacia la gente y la saludó de nuevo. Se dispuso a coger los animales, mientras mis ojos veían el verdor de la selva un poco extraño, el verde brillaba como si se reflejasen luces en él. El cielo también brillaba intensamente, lo observaba todo y parecía que transcurría con una lentitud casi siniestra.” “Era aquel líquido con olor a flores el que como pude observar en los demás surtía este efecto casi alucinógeno. Podía ver a la gente como si tuvieran un aura brillante alrededor de ellos y comprobé que el hechicero también tenía las pupilas dilatadas - fue cuando le pregunté.” “- ¿Por qué se ve todo tan brillante?” “- Estamos viendo a los espíritus de cada ser humano para comprobar que no hay ninguno maligno.” “- ¿Y que pasaría si lo hubiera?” “- Los dioses no se manifestarían, no podríamos empezar las ofrendas sin apartar el mal de nosotros.” “Procedió entonces, empuñó el machete y poniendo boca arriba el primer animal que era el cuye, le hizo un corte limpio en su pecho de más de un palmo y tan perfecto como si fuera un cirujano. Introdujo su mano en la hendidura y con un estirón rápido y preciso le arrancó el corazón. Era increíble no salía ni gota de sangre de la herida, parecía que el animal estuviera disecado, ni un solo quejido ni tampoco ningún movimiento. Lo colocó encima de una de las tres grandes conchas donde habían quemado las hojas de tabaco, entonces pude ver que el corazón aun latía milagrosamente, no lograba entender nada de lo que pasaba, era algo sobrehumano.” “Se dispuso sin mediar palabra ni tiempo, a proceder con la misma operación, esta vez con el mono. Por último hizo exactamente lo mismo con el pez,
  • 68. 67 siempre dejando el corazón en las otras conchas, con la diferencia de que a éste le arrancó todas las vísceras.” “Limpió seguidamente el machete con el líquido sobrante del odre anterior y lo volvió a colocar sobre la mesa. Las tres vísceras seguían latiendo sobre sus respectivas conchas. Al principio pensé que era normal que lo hicieran un rato hasta su muerte, pero no, seguían igual que si estuvieran dentro de los cuerpos, tenían vida propia.” “Seguían las oraciones por enésima vez, cuando una vez acabado me ordenó.” “- Ayúdame a poner los cuerpos de los animales en la pira sagrada, gran Gigante Blanco.” “Fuimos colocando los animales en la plataforma sobre la hoguera, al coger el roedor note con sorpresa que aun respiraba y movía los ojos a veces pero sus extremidades colgaban como si estuvieran sin vida. Se me hacía muy difícil de creer lo que mis ojos estaban viendo, era la experiencia más esotérica de mi vida - entonces pregunté.” “- ¿Pero estos animales aun respiran, como es posible si hace un rato se les arrancó el órgano de la vida?” “- He arrancado el corazón como agradecimiento a éstos, para que no se ofendan los animales de servir de ofrenda a los dioses. Que anuncien a los otros animales de la selva que es un gran honor ser cazado por los seres humanos, sus cuerpos serán el tributo de los dioses y su corazón habitará en los nuestros.” “- No entiendo, ¿Qué haremos con los corazones?” “- Los corazones, símbolos de la vida en la tierra debemos comerlos mientras laten para asegurar que