El documento resume el pacto que Dios hizo con el rey David según se describe en 2 Samuel 7. Dios prometió a David que establecería su trono para siempre y que uno de sus descendientes sería como un hijo para Dios. Esta promesa se cumplió posteriormente a través de Jesucristo, llamado el Hijo de David. El documento también explica que aunque los hombres como David se sientan en el trono, este pertenece en última instancia a Dios.