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"Canto heroico y fúnebre por el subteniente caído en Albania"
1
Allí donde antes habitaba el sol
Donde con los ojos de una doncella se aclaraba el tiempo
Mientras nevaba combando el almendro el aire
Y se encendían en las puntas de las hierbas jinetes
Allí donde golpeaba el casco de un plátano vigoroso
Y una bandera chasqueaba a lo alto tierra y agua
Donde jamás un arma agobiaba el hombro
Sino que todo el esfuerzo del cielo
Todo el mundo brillaba como una gota de agua
De mañana, a los pies del monte
Ahora, como por el gemido de un Dios crece una sombra.
Ahora encorvada la angustia de manos huesudas
Coge y marchita una a una las flores sobre ella;
En los barrancos donde las aguas se han estancado
De hambre de alegría yacen las canciones;
Peñas monacales de fríos cabellos
Cortan silenciosos el pan de la soledad.
Un frío penetra hasta el cerebro. Algo malo
Va a encenderse. Se eriza la crin del caballo-monte
Los pajarracos se reparten en lo alto las migajas del cielo.
2
Ahora de entre las turbias aguas una conmoción asciende;
El viento capturado por las frondas
Sopla lejos de sí su polvo
Los frutos escupen su hueso
La tierra oculta sus piedras
El miedo excava una galería y corriendo se refugia
En el momento en que de entre los matorrales del cielo
El aullido de la nube-loba
Desparrama sobre la piel del campo una tempestad de estremecimientos
Y luego esparce esparce nieve nieve inclemente
Y va luego resoplando por los valles abstinentes
Y luego hace que los hombres se saluden unos a otros:
¡Fuego o cuchillo!
Para quienes con fuego o cuchillo partieron
Un mal se encenderá aquí. Que no desespere la cruz
¡Sólo que recen aparte las violetas!
3
Para ellos la noche fue un día más amarga
Fundían el hierro, masticaban la tierra
Su Dios olía a pólvora y a pellejo de mulo
A cada trueno una muerte a caballo del aire
A cada trueno un hombre que sonríe cara a cara
A la muerte -y el destino que diga lo que quiera.
De improviso el instante erró el tiro y alcanzó al valor
En pleno rostro arrojó metralla al sol
Prismáticos, telémetros, morteros, ¡quedaron atónitos!
¡Fácilmente como calicó rasgado por el aire!
¡Fácilmente como pulmones que las piedras abrieron!
El casco rodó del lado izquierdo...
En el suelo sólo un instante se estremecieron las raíces
Luego se disipó el humo y el día vino con cuidado
A burlar la bruma de bajo tierra
Pero la noche se alzó cual víbora pisoteada
Apenas se detuvo un momento entre los dientes la muerte -
¡Y luego se volcó de golpe sobre sus pálidas uñas!
4
Ahora yace sobre el capote chamuscado
Con un aire detenido en sus tranquilos cabellos
Con una brizna de olvido en el oído izquierdo
Parece jardín del que han huido de repente los pájaros
Parece canción que han amordazado en la oscuridad
Parece reloj de ángel parado
En cuanto dijeron «adiós compañeros» sus pestañas
El estupor se hizo mármol...
Yace sobre el capote chamuscado.
Siglos negros en torno a él
Ladran con esqueletos de perro al tremendo silencio
Y las horas que vuelven a ser palomas de piedra
Escuchan coa atención;
Sin embargo la risa ardió, sin embargo la tierra se quedó sorda.
Sin embargo nadie oyó el grito más definitivo
El mundo entero quedó vacío con el grito definitivo.
Al pie de cinco cedros
Sin otros cirios
Yace en el capote chamuscado; Vacío el casco, enlodada la sangre,
A su lado el brazo a medio terminar
Y entre sus cejas -
Un pequeño amargo pozo, dedo del destino
Un pequeño amargo pozo rojinegro
¡Pozo en el que se enfría el recuerdo!
¡Ah no miréis ah no miréis por dónde se le -
Por dónde se le escapó la vida. No digáis que
No digáis que ascendió a lo alto el humo del sueño
Así pues un instante Así pues un
Así pues un instante abandonó al otro,
Y el sol perpetuo así de golpe al mundo!
5
Sol ¿no eras el perpetuo?
Pájaro ¿no eras tú el instante de dicha que no reposa?
Resplandor ¿no eras tú la impavidez de la nube?
¡Y tú jardín odeón de las flores
Y tú ensortijada raíz flauta de la magnolia!
Así como se agita bajo la lluvia el árbol
Y el cuerpo vacío ennegrece de destino
Y un loco se azota con la nieve
Y los dos ojos están por llorar -
¿Por qué, pregunta el águila, dónde está el valiente?
¡Y todos los aguiluchos ignoran dónde está el valiente!
¿Por qué, pregunta sollozando la madre, dónde está mi hijo?
¡Y todas las madres ignoran dónde está su hijo!
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Toman la nieve, quema la fiebre
Toman la mano y está helada
Van a morder pan y el pan rezuma sangre
Miran a lo lejos el cielo y se ensombrece
Por qué por qué por qué por qué no es cálida la muerte
Por qué este pan sacrílego
¡Por qué este cielo allí donde antes habitaba el sol!
6
Era un guapo mozo. E1 primer día en que nació
Se inclinaron las montañas de Tracia mostrando
En los hombros del continente el trigo alborozado;
Se inclinaron las montañas de Tracia y le escupieron
Una vez en la cabeza, otra en el regazo, otra dentro del llanto;
Salieron griegos de brazos tremendos
Que lo alzaron en los pañales del bóreas...
Después los días corrieron, rivalizaron en el lanzamiento del disco
Montados en potras brincaron
Después fluyeron matutinos ríos Estrímones
Hasta que por doquier tintinearon las anémonas gitanas
Y llegaron de los confínes de la tierra
Los pastores marinos que llevában los rebaños de foques
Allí donde profunda alentaba una gruta marina
¡Allí donde una gran roca suspiraba!
Era un fuerte mozo;
Por las noches en brazos de muchachas-naranjo
Manchaba los grandes vestidos de las estrellas,
Era tanto el Amor en sus entrañas
Que bebía en el vino el sabor de toda la tierra
Dándose luego al baile con todas las novias-álamos
Hasta que lo oyera y vertiera el alba la luz sobre sus cabellos
El alba que con los brazos abiertos lo encontraba
A caballo de dos ranuras arañando el sol, Tiñendo las flores,
O bien arrullando con ternura
A las pequeñas lechuzas insomnes...
Ah qué fuerte tomillo su aliento
Qué mapa de orgullo su pecho desnudo
Donde rompían libertad y mar...
Era un gallardo mozo;
Con sus relucientes botones dorados y su pistola
Con su porte de hombre en el andar
Y con su casco, lustroso blanco
(Alcanzaron con tanta facilidad su cerebro
Que no conoció nunca mal alguno)
Con sus soldados a izquierda y derecha
Y la venganza de la injusticia frente a él
-¡Fuego al fuego ilegal!—
Con la sangre sobre sus cejas
Los montes de Albania retumbaron
Luego fundieron nieve para lavar
Su cuerpo, silencioso naufragio del alba
Y su boca, pajarillo que ha dejado de trinar
Y sus manos, plazas abiertas a la desolación Retumbaron los montes de Albania
No lloraron
A qué llorar
¡Era un gallardo mozo!
7
Los árboles son de un carbón que la noche no inflama.
Arrecia, bate el viento, vuelve a batir el viento
Nada. En el hielo se acurrucan las montañas
Arrodilladas. Y de los barrancos con un zumbido,
De las cabezas de los muertos el abismo asciende...
No llora ya ni siquiera la Aflicción. Como la loca huérfana
Que va y viene, en el pecho lleva una ramita en cruz
No llora. Ceñida tan sólo por las negras Acrokeraunia
Se eleva y fija una losa de luna
Por si ven aquellas sombras en sus giros los planetas
Y ocultan sus rayos
Y se detienen
Allá en el caos jadeando extáticos…
Arrecia, bate el viento, vuelve a batir el viento
Se ciñe la soledad en su negro chal
Agazapada tras meses-nubes escucha
¿Qué será lo que escucha, a nubes-meses de distancia?
Con los jirones de los cabellos sobre los hombros -ah dejadla-
Mitad cirio mitad fuego una madre llora -dejadla-
En las gélidas vacías alcobas por las que deambula ¡dejadla!
Porque no es la parca viuda de nadie
Y las madres están para llorar, los hombres para luchar
Los jardines para que florezcan los senos de las muchachas
La sangre para ser derramada, la espuma para golpear
¡Y la libertad para nacer relampagueante sin cesar!
8
Decid pues al sol que encuentre una senda nueva
Ahora que ya su patria ensombreció en la tierra
Si no quiere perder su orgullo;
O entonces de nuevo con tierra y agua
¡Que en celeste acomode en otra parte una hermanita Grecia!
Decid al sol que encuentre una senda nueva
Que no mire más a la cara ni a una margarita siquiera
A la margarita decidle que brote con otra pureza
¡Que no la mancillen dedos que no le van!
Separad de los dedos las palomas silvestres
Y no dejéis sonido que declare la pasión del agua
Mientras dulcemente sopla el cielo en una caracola vacía
No enviéis a ninguna parte señal de desesperanza,
Traed sólo de los jardines de la bravura
Las rosaledas donde su alma palpitaba
Las rosaledas donde su aliento jugaba
A ser crisálida una pequeña ninfa
Que muda tantos vestidos como reflejos el raso
Al sol, cuando se embriagan del polvo de oro los abejorros
Y se apresuran los pájaros a escuchar desde los árboles
¡De qué simiente el vástago cimentó el afamado mundo!
9
¡Traed manos nuevas ahora qué quién irá
A las alturas a arrullar a las crías de las estrellas!
¡Traed pies nuevos ahora qué quién se unirá
Primero al pentozali de los ángeles!
¡Ojos nuevos -Dios mío- ahora qué dónde irán
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Sangre nueva qué con qué saludo de júbilo se inflamarán
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Ahora qué quién dirá en las nubes «¡salud compañeros!»
¡Día, quién desdeñará las hojas del melocotón
Noche, quién amansará los sembrados
Quién esparcirá verdes candiles por los campos
O quién ululará con valentía de cara al sol
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Y convertirse en un Aquiles de los astilleros!
Quién subirá a la fabulosa y negra isla desierta
Para besar los guijarros
¡Y quién dormirá
Para pasar por los golfos eubeos del sueño
Y encontrar nuevas manos, pies, ojos,
Sangre y habla
Volver a cimentarse en las eras de mármol
Y abalanzarse -ah esta vez-
Y abalanzarse contra Caronte con toda su santidad!
10
Sol, voz de bronce, y sagrado viento etesio
Sobre su pecho hacían un voto «¡Gozarte Vida!»
Fuerza más negra allí no cabía
Solamente con la luz que irradia de una rama de laurel
Y plata de rocío solamente allí la cruz
Brillaba, mientras le marcaba la grandeza
Y la bondad con la espada en la mano asomaba
Para decir desde sus ojos y sus banderas «jVivo!»
Salud mi pequeño río que veías de madrugada
Semejante al vástago de un dios con una rama de granado
Entre los dientes, perfumarse en tus aguas;
Salud también a ti níspero agreste que madurabas
Cada vez que se entregaba Andrutsos a sus sueños;
Y tú fuentecilla del mediodía que llegabas hasta sus pies
Y tú chiquilla que fuiste su Helena,
Que fuiste su pajarillo, su Virgen, su constelación,
Porque si resuena una vez siquiera en la vida
Un amor humano que enciende
Estrella a estrella ocultos firmamentos
Reinará siempre por doquier el divino eco
Ataviando con menudos corazones de pájaros los bosques
Con liras de jazmín las palabras de los poetas
Y donde haya un mal oculto lo castigue –
Y donde haya un mal oculto lo castigue ¡encendiéndose!
11
Aquellos que hicieron el mal -porque la aflicción
Les había arrebatado los ojos- andaban tambaleándose
porque les había arrebatado
La aflicción el horror desaparecían en una negra nube
¡Atrás! y ya sin alas en la frente
¡Atrás! y ya sin clavos en los pies
Allí donde el mar desnuda las viñas y los volcanes
En los campos de la patria una vez más y con la luna por arado
¡Atrás! En los lugares donde lebreros los dedos
Husmean la carne y donde la tormenta persiste
¡Tanto como un jazmín blanco en el estío de una mujer!
Aquellos que hicieron el mal -les arrebató una negra nube-
No tenían tras ellos una vida con abetos y aguas frías
Con cordero, vino y salvas, un espetón y una cepa en cruz
No tenían un abuelo de roble y de viento enfurecido
En el puesto de guardia dieciocho días con sus noches
Con ojos de amargura;
Les arrebató una negra nube -no tenían tras ellos
Un tío artillero, un padre lobo de mar
Una madre que haya matado con sus manos
O la madre de una madre que con el seno desnudo
¡Bailando se haya entregado a la libertad de Caronte!
Aquellos que hicieron el mal -les arrebató una negra nube-
Pero aquel que les hizo frente por las sendas del cielo
¡Asciende ahora solo y radiante!
12
Con paso matinal por la hierba que crece
Asciende solo y radiante...
Flores marimachos le hacen señas a hurtadillas
Y le hablan con voz fina que se evapora en el aire
Se inclinan hacia él los árboles enamorados
Con nidos prendidos de sus axilas
Con sus ramas sumergidas en el aceite del sol
Maravilla -qué maravilla, abajo en la tierra
Tribus blancas con una reja celeste aran los campos
Resplandecen al fondo las colinas
¡Y más al fondo los inaccesibles sueños de los montes de primavera!
Asciende solo y radiante
Tan embebido de luz que se le ve el corazón
Se ve entre las nubes el verdadero Olimpo
Y por todo el aire la alabanza de sus camaradas...
Ahora late el sueño más aprisa que la sangre
A los bordes de la vereda se congregan los animales
Gruñen y miran como si hablaran
El mundo entero es en verdad grande
Un gigante que acaricia a sus hijos
Repican a lo lejos campanas de cristal
Mañana, mañana, dicen: ¡La Pascua del cielo!
13
Repican a lo lejos campanas de cristal -
Dicen de él que se consumió en plena vida
Como la abeja dentro del tomillo en flor;
De la aurora que se ahogó en su pecho de tierra
Mientras anunciaba un día resplandeciente;
Del copo de nieve que brilló en su cerebro y se apagó
Al tiempo que se oyó el silbido de la bala
¡Y con un lamento levantó el vuelo la perdiz albana!
Dicen de él que ni siquiera llegó a llorar
Por la profunda nostalgia de su Amor a la vida
Que tenía cuando lejos arreciaba el viento
Y graznaban los pájaros sobre las vigas del molino derruido
De las mujeres que bebían música salvaje
De pie junto a la ventana ciñéndose el pañuelo
De las mujeres que desesperaban a la desesperación
Aguardando una señal negra al borde del campo
Luego sonaron cascos fuera del umbral
Dicen de su cálida y no acariciada cabeza
De sus grandes ojos donde cabía la vida
Tan hondo, ¡que ya no puede volver a salir nunca!
14
Ahora late más aprisa el sueño en la sangre
Del mundo el instante más preciso suena:
Libertad,
Los griegos en las tinieblas muestran el camino:
LIBERTAD
Por ti llorará de gozo el sol
Tierras golpeadas por el iris caen en las aguas
Barcos con las velas desplegadas navegan por los prados
Las muchachas más inocentes
Corren desnudas en los ojos de los hombres
Y la dignidad grita tras la valla
¡Muchachos! no hay otra tierra más hermosa...
¡Del mundo el instante más preciso suena!
Con paso matinal por la hierba que crece
Sin cesar asciende él;
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Le saludan pájaros, le parecen sus hermanitos
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«¡Pájaros mis buenos pájaros, aquí termina la muerte!»
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  • 1. "Canto heroico y fúnebre por el subteniente caído en Albania" 1 Allí donde antes habitaba el sol Donde con los ojos de una doncella se aclaraba el tiempo Mientras nevaba combando el almendro el aire Y se encendían en las puntas de las hierbas jinetes Allí donde golpeaba el casco de un plátano vigoroso Y una bandera chasqueaba a lo alto tierra y agua Donde jamás un arma agobiaba el hombro Sino que todo el esfuerzo del cielo Todo el mundo brillaba como una gota de agua De mañana, a los pies del monte Ahora, como por el gemido de un Dios crece una sombra. Ahora encorvada la angustia de manos huesudas Coge y marchita una a una las flores sobre ella; En los barrancos donde las aguas se han estancado De hambre de alegría yacen las canciones; Peñas monacales de fríos cabellos Cortan silenciosos el pan de la soledad. Un frío penetra hasta el cerebro. Algo malo Va a encenderse. Se eriza la crin del caballo-monte Los pajarracos se reparten en lo alto las migajas del cielo. 2 Ahora de entre las turbias aguas una conmoción asciende; El viento capturado por las frondas Sopla lejos de sí su polvo Los frutos escupen su hueso La tierra oculta sus piedras El miedo excava una galería y corriendo se refugia
  • 2. En el momento en que de entre los matorrales del cielo El aullido de la nube-loba Desparrama sobre la piel del campo una tempestad de estremecimientos Y luego esparce esparce nieve nieve inclemente Y va luego resoplando por los valles abstinentes Y luego hace que los hombres se saluden unos a otros: ¡Fuego o cuchillo! Para quienes con fuego o cuchillo partieron Un mal se encenderá aquí. Que no desespere la cruz ¡Sólo que recen aparte las violetas! 3 Para ellos la noche fue un día más amarga Fundían el hierro, masticaban la tierra Su Dios olía a pólvora y a pellejo de mulo A cada trueno una muerte a caballo del aire A cada trueno un hombre que sonríe cara a cara A la muerte -y el destino que diga lo que quiera. De improviso el instante erró el tiro y alcanzó al valor En pleno rostro arrojó metralla al sol Prismáticos, telémetros, morteros, ¡quedaron atónitos! ¡Fácilmente como calicó rasgado por el aire! ¡Fácilmente como pulmones que las piedras abrieron! El casco rodó del lado izquierdo... En el suelo sólo un instante se estremecieron las raíces Luego se disipó el humo y el día vino con cuidado A burlar la bruma de bajo tierra Pero la noche se alzó cual víbora pisoteada Apenas se detuvo un momento entre los dientes la muerte - ¡Y luego se volcó de golpe sobre sus pálidas uñas!
  • 3. 4 Ahora yace sobre el capote chamuscado Con un aire detenido en sus tranquilos cabellos Con una brizna de olvido en el oído izquierdo Parece jardín del que han huido de repente los pájaros Parece canción que han amordazado en la oscuridad Parece reloj de ángel parado En cuanto dijeron «adiós compañeros» sus pestañas El estupor se hizo mármol... Yace sobre el capote chamuscado. Siglos negros en torno a él Ladran con esqueletos de perro al tremendo silencio Y las horas que vuelven a ser palomas de piedra Escuchan coa atención; Sin embargo la risa ardió, sin embargo la tierra se quedó sorda. Sin embargo nadie oyó el grito más definitivo El mundo entero quedó vacío con el grito definitivo. Al pie de cinco cedros Sin otros cirios Yace en el capote chamuscado; Vacío el casco, enlodada la sangre, A su lado el brazo a medio terminar Y entre sus cejas - Un pequeño amargo pozo, dedo del destino Un pequeño amargo pozo rojinegro ¡Pozo en el que se enfría el recuerdo! ¡Ah no miréis ah no miréis por dónde se le - Por dónde se le escapó la vida. No digáis que No digáis que ascendió a lo alto el humo del sueño Así pues un instante Así pues un Así pues un instante abandonó al otro, Y el sol perpetuo así de golpe al mundo!
  • 4. 5 Sol ¿no eras el perpetuo? Pájaro ¿no eras tú el instante de dicha que no reposa? Resplandor ¿no eras tú la impavidez de la nube? ¡Y tú jardín odeón de las flores Y tú ensortijada raíz flauta de la magnolia! Así como se agita bajo la lluvia el árbol Y el cuerpo vacío ennegrece de destino Y un loco se azota con la nieve Y los dos ojos están por llorar - ¿Por qué, pregunta el águila, dónde está el valiente? ¡Y todos los aguiluchos ignoran dónde está el valiente! ¿Por qué, pregunta sollozando la madre, dónde está mi hijo? ¡Y todas las madres ignoran dónde está su hijo! ¿Por qué, pregunta el compañero, dónde está mi hermano? Y todos los compañeros ignoran dónde está el más pequeño? Toman la nieve, quema la fiebre Toman la mano y está helada Van a morder pan y el pan rezuma sangre Miran a lo lejos el cielo y se ensombrece Por qué por qué por qué por qué no es cálida la muerte Por qué este pan sacrílego ¡Por qué este cielo allí donde antes habitaba el sol! 6 Era un guapo mozo. E1 primer día en que nació Se inclinaron las montañas de Tracia mostrando En los hombros del continente el trigo alborozado; Se inclinaron las montañas de Tracia y le escupieron Una vez en la cabeza, otra en el regazo, otra dentro del llanto; Salieron griegos de brazos tremendos Que lo alzaron en los pañales del bóreas... Después los días corrieron, rivalizaron en el lanzamiento del disco
  • 5. Montados en potras brincaron Después fluyeron matutinos ríos Estrímones Hasta que por doquier tintinearon las anémonas gitanas Y llegaron de los confínes de la tierra Los pastores marinos que llevában los rebaños de foques Allí donde profunda alentaba una gruta marina ¡Allí donde una gran roca suspiraba! Era un fuerte mozo; Por las noches en brazos de muchachas-naranjo Manchaba los grandes vestidos de las estrellas, Era tanto el Amor en sus entrañas Que bebía en el vino el sabor de toda la tierra Dándose luego al baile con todas las novias-álamos Hasta que lo oyera y vertiera el alba la luz sobre sus cabellos El alba que con los brazos abiertos lo encontraba A caballo de dos ranuras arañando el sol, Tiñendo las flores, O bien arrullando con ternura A las pequeñas lechuzas insomnes... Ah qué fuerte tomillo su aliento Qué mapa de orgullo su pecho desnudo Donde rompían libertad y mar... Era un gallardo mozo; Con sus relucientes botones dorados y su pistola Con su porte de hombre en el andar Y con su casco, lustroso blanco (Alcanzaron con tanta facilidad su cerebro Que no conoció nunca mal alguno) Con sus soldados a izquierda y derecha Y la venganza de la injusticia frente a él -¡Fuego al fuego ilegal!— Con la sangre sobre sus cejas Los montes de Albania retumbaron Luego fundieron nieve para lavar
  • 6. Su cuerpo, silencioso naufragio del alba Y su boca, pajarillo que ha dejado de trinar Y sus manos, plazas abiertas a la desolación Retumbaron los montes de Albania No lloraron A qué llorar ¡Era un gallardo mozo! 7 Los árboles son de un carbón que la noche no inflama. Arrecia, bate el viento, vuelve a batir el viento Nada. En el hielo se acurrucan las montañas Arrodilladas. Y de los barrancos con un zumbido, De las cabezas de los muertos el abismo asciende... No llora ya ni siquiera la Aflicción. Como la loca huérfana Que va y viene, en el pecho lleva una ramita en cruz No llora. Ceñida tan sólo por las negras Acrokeraunia Se eleva y fija una losa de luna Por si ven aquellas sombras en sus giros los planetas Y ocultan sus rayos Y se detienen Allá en el caos jadeando extáticos… Arrecia, bate el viento, vuelve a batir el viento Se ciñe la soledad en su negro chal Agazapada tras meses-nubes escucha ¿Qué será lo que escucha, a nubes-meses de distancia? Con los jirones de los cabellos sobre los hombros -ah dejadla- Mitad cirio mitad fuego una madre llora -dejadla- En las gélidas vacías alcobas por las que deambula ¡dejadla! Porque no es la parca viuda de nadie Y las madres están para llorar, los hombres para luchar Los jardines para que florezcan los senos de las muchachas La sangre para ser derramada, la espuma para golpear ¡Y la libertad para nacer relampagueante sin cesar!
  • 7. 8 Decid pues al sol que encuentre una senda nueva Ahora que ya su patria ensombreció en la tierra Si no quiere perder su orgullo; O entonces de nuevo con tierra y agua ¡Que en celeste acomode en otra parte una hermanita Grecia! Decid al sol que encuentre una senda nueva Que no mire más a la cara ni a una margarita siquiera A la margarita decidle que brote con otra pureza ¡Que no la mancillen dedos que no le van! Separad de los dedos las palomas silvestres Y no dejéis sonido que declare la pasión del agua Mientras dulcemente sopla el cielo en una caracola vacía No enviéis a ninguna parte señal de desesperanza, Traed sólo de los jardines de la bravura Las rosaledas donde su alma palpitaba Las rosaledas donde su aliento jugaba A ser crisálida una pequeña ninfa Que muda tantos vestidos como reflejos el raso Al sol, cuando se embriagan del polvo de oro los abejorros Y se apresuran los pájaros a escuchar desde los árboles ¡De qué simiente el vástago cimentó el afamado mundo! 9 ¡Traed manos nuevas ahora qué quién irá A las alturas a arrullar a las crías de las estrellas! ¡Traed pies nuevos ahora qué quién se unirá Primero al pentozali de los ángeles! ¡Ojos nuevos -Dios mío- ahora qué dónde irán A inclinarse los pequeños lirios de la amada! Sangre nueva qué con qué saludo de júbilo se inflamarán Y boca, fresca boca de bronce y amaranto Ahora qué quién dirá en las nubes «¡salud compañeros!»
  • 8. ¡Día, quién desdeñará las hojas del melocotón Noche, quién amansará los sembrados Quién esparcirá verdes candiles por los campos O quién ululará con valentía de cara al sol Para revestirse de tempestades a la grupa de un caballo invulnerable Y convertirse en un Aquiles de los astilleros! Quién subirá a la fabulosa y negra isla desierta Para besar los guijarros ¡Y quién dormirá Para pasar por los golfos eubeos del sueño Y encontrar nuevas manos, pies, ojos, Sangre y habla Volver a cimentarse en las eras de mármol Y abalanzarse -ah esta vez- Y abalanzarse contra Caronte con toda su santidad! 10 Sol, voz de bronce, y sagrado viento etesio Sobre su pecho hacían un voto «¡Gozarte Vida!» Fuerza más negra allí no cabía Solamente con la luz que irradia de una rama de laurel Y plata de rocío solamente allí la cruz Brillaba, mientras le marcaba la grandeza Y la bondad con la espada en la mano asomaba Para decir desde sus ojos y sus banderas «jVivo!» Salud mi pequeño río que veías de madrugada Semejante al vástago de un dios con una rama de granado Entre los dientes, perfumarse en tus aguas; Salud también a ti níspero agreste que madurabas Cada vez que se entregaba Andrutsos a sus sueños; Y tú fuentecilla del mediodía que llegabas hasta sus pies Y tú chiquilla que fuiste su Helena, Que fuiste su pajarillo, su Virgen, su constelación, Porque si resuena una vez siquiera en la vida
  • 9. Un amor humano que enciende Estrella a estrella ocultos firmamentos Reinará siempre por doquier el divino eco Ataviando con menudos corazones de pájaros los bosques Con liras de jazmín las palabras de los poetas Y donde haya un mal oculto lo castigue – Y donde haya un mal oculto lo castigue ¡encendiéndose! 11 Aquellos que hicieron el mal -porque la aflicción Les había arrebatado los ojos- andaban tambaleándose porque les había arrebatado La aflicción el horror desaparecían en una negra nube ¡Atrás! y ya sin alas en la frente ¡Atrás! y ya sin clavos en los pies Allí donde el mar desnuda las viñas y los volcanes En los campos de la patria una vez más y con la luna por arado ¡Atrás! En los lugares donde lebreros los dedos Husmean la carne y donde la tormenta persiste ¡Tanto como un jazmín blanco en el estío de una mujer! Aquellos que hicieron el mal -les arrebató una negra nube- No tenían tras ellos una vida con abetos y aguas frías Con cordero, vino y salvas, un espetón y una cepa en cruz No tenían un abuelo de roble y de viento enfurecido En el puesto de guardia dieciocho días con sus noches Con ojos de amargura; Les arrebató una negra nube -no tenían tras ellos Un tío artillero, un padre lobo de mar Una madre que haya matado con sus manos O la madre de una madre que con el seno desnudo ¡Bailando se haya entregado a la libertad de Caronte! Aquellos que hicieron el mal -les arrebató una negra nube- Pero aquel que les hizo frente por las sendas del cielo
  • 10. ¡Asciende ahora solo y radiante! 12 Con paso matinal por la hierba que crece Asciende solo y radiante... Flores marimachos le hacen señas a hurtadillas Y le hablan con voz fina que se evapora en el aire Se inclinan hacia él los árboles enamorados Con nidos prendidos de sus axilas Con sus ramas sumergidas en el aceite del sol Maravilla -qué maravilla, abajo en la tierra Tribus blancas con una reja celeste aran los campos Resplandecen al fondo las colinas ¡Y más al fondo los inaccesibles sueños de los montes de primavera! Asciende solo y radiante Tan embebido de luz que se le ve el corazón Se ve entre las nubes el verdadero Olimpo Y por todo el aire la alabanza de sus camaradas... Ahora late el sueño más aprisa que la sangre A los bordes de la vereda se congregan los animales Gruñen y miran como si hablaran El mundo entero es en verdad grande Un gigante que acaricia a sus hijos Repican a lo lejos campanas de cristal Mañana, mañana, dicen: ¡La Pascua del cielo! 13 Repican a lo lejos campanas de cristal - Dicen de él que se consumió en plena vida Como la abeja dentro del tomillo en flor; De la aurora que se ahogó en su pecho de tierra Mientras anunciaba un día resplandeciente;
  • 11. Del copo de nieve que brilló en su cerebro y se apagó Al tiempo que se oyó el silbido de la bala ¡Y con un lamento levantó el vuelo la perdiz albana! Dicen de él que ni siquiera llegó a llorar Por la profunda nostalgia de su Amor a la vida Que tenía cuando lejos arreciaba el viento Y graznaban los pájaros sobre las vigas del molino derruido De las mujeres que bebían música salvaje De pie junto a la ventana ciñéndose el pañuelo De las mujeres que desesperaban a la desesperación Aguardando una señal negra al borde del campo Luego sonaron cascos fuera del umbral Dicen de su cálida y no acariciada cabeza De sus grandes ojos donde cabía la vida Tan hondo, ¡que ya no puede volver a salir nunca! 14 Ahora late más aprisa el sueño en la sangre Del mundo el instante más preciso suena: Libertad, Los griegos en las tinieblas muestran el camino: LIBERTAD Por ti llorará de gozo el sol Tierras golpeadas por el iris caen en las aguas Barcos con las velas desplegadas navegan por los prados Las muchachas más inocentes Corren desnudas en los ojos de los hombres Y la dignidad grita tras la valla ¡Muchachos! no hay otra tierra más hermosa... ¡Del mundo el instante más preciso suena! Con paso matinal por la hierba que crece
  • 12. Sin cesar asciende él; Ahora, relucen en torno suyo los deseos que un día estuvieran Perdidos en la soledad del pecado; Vecinos de su corazón los deseos se inflaman; Le saludan pájaros, le parecen sus hermanitos Le llaman hombres, le parecen sus camaradas «¡Pájaros mis buenos pájaros, aquí termina la muerte!» «¡Camaradas mis buenos camaradas, aquí empieza la vida!» Escarcha de celestial belleza luce en sus cabellos Repican a lo lejos campanas de cristal Mañana, mañana, dicen: ¡La Pascua Divina!