La corrupción en México, especialmente en la política, erosiona la confianza hacia las instituciones y debilita el desarrollo social y democrático del país. A pesar de ser un problema histórico, las estadísticas indican que la mayoría de la población ha tenido experiencias directas con la corrupción, reflejando una falta de acción efectiva por parte del gobierno. Para combatir este fenómeno, se requiere un esfuerzo conjunto de la sociedad y leyes anticorrupción más eficaces que garanticen la rendición de cuentas.