Este ensayo discute la relación entre la educación, el arte y la pobreza. Argumenta que el sistema educativo en Chile ha excluido a las clases populares y no les ha servido para mejorar sus vidas. También señala que el arte a menudo está alejado de estas clases y que es necesario llevar experiencias artísticas a lugares como escuelas y cárceles para mostrarles que hay otras realidades posibles más allá de la pobreza. El autor concluye que, aunque es un esfuerzo titánico, es posible educar
Educación, arte y pobreza: acercar la cultura a las clases populares
1. DIPLOMADO EN GESTIÓN Y AUTOGESTIÓN CULTURAL
ESCUELA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS DE POSGRADO
UNIVERSIDAD ARCIS – 2011
ENSAYO: EDUCACIÓN, ARTE Y POBREZA
Autor: Ramón Cortés
Noviembre de 2011
2. EDUCACIÓN, ARTE Y POBREZA
La pobreza extrema implica agudas carencias económicas; exclusión social y política;
hambre; falta de techo; enfermedades sin atención; impedimentos para acceder a la
educación; falta de trabajo; temor al futuro. Básicamente una vida de supervivencia
día a día. Es también impotencia, falta de representación y de libertad.
Pero es el sistema social el que produce las condiciones para que se produzca
la marginación, la pobreza extrema y luego la indigencia. Un entramado de
significaciones imposibles de reducir determina la realidad de la condición económica
de los sujetos inmersos en estas situaciones. La pobreza extrema en las familias
genera procesos de subjetivación específicos. Existen regularidades en los procesos
de constitución de los sujetos y los procesos sociales y familiares, con los que se
generan formas de subjetividad, propias de la pobreza y que hacen difícil el trabajo
necesario para romper con su existencia y reproducción.
La pobreza tiene significados particulares y sujetos que los viven. En cada
caso, la organización social está dada por la ideología dominante del medio de que se
trata. Una particular forma de comprender, sentir y actuar legitima valores y normas
imperantes. Las lógicas de la interacción y producción económica son al mismo
tiempo un modo determinado de actuar de los sujetos y también constituyen una
forma de vida. Lo que los individuos somos depende del lugar que ocupamos, dentro
del esquema de relaciones e interacción.
La educación, por otro lado está al servicio de las personas, pero ese “ponerse al
servicio” de las personas, sin duda está marcado por tremendas diferencias entre las
distintas capas de la sociedad, diferencias que en el caso de Latinoamérica y
particularmente de nuestro país se han ido profundizando a lo largo de los años como
un virus que penetra hasta la esencia misma de lo que somos.
El historiador Gabriel Salazar en su ensayo: “Educación popular y movimientos
sociales en Chile” hace un descarnado análisis de lo que ha significado la educación
en la historia del pueblo chileno: “Porque el pueblo, a lo largo de todo este tiempo, se
encontró con que no sólo estaba excluido económicamente del sistema, sino que además pudo
constatar que la educación que se le intentaba entregar no le servía realmente…, porque ¿para
qué aprender a leer y escribir, si los cosecheros, los inquilinos, no podían vender su
producción de trigo directamente en los puertos, ya que los mercaderes se la quitaban antes?”
El sistema educativo está en deuda y esa deuda se incrementa cuando se pretende
hablar de arte y educación o, como puede ser entendida la expresión artística en un
sistema educacional chato, que se conforma con los contenidos mínimos, que se
conforma con entregar formación masiva que solo prepara (con suerte) para la vida
del trabajo y así seguir incentivando este permanente carrusel de inequidad en la
entrega de oportunidades a aquellos que las buscan y que en muchos de los casos se
las merecen.
3. Quizás frente a esta realidad es muy complejo o iluso pretender que el arte y la
cultura lleguen a nuestros jóvenes y niños en liceos y poblaciones.
Hace unos 7 meses que nos estamos formando en gestión y autogestión cultural y
para mí que vengo de la pedagogía, de este sistema injusto y que a pesar de los
esfuerzos honestos de miles y miles de maestras y maestros, vemos que cada vez es
más difícil acercar el arte y la cultura a nuestros jóvenes y niños.
En este tiempo tuve la oportunidad de conocer distintas y maravillosas experiencias
que se pasearon por el arte visual y por otras experiencia de grupos de personas que
con un objetivo común han pretendido lograr generar más posibilidades de acceso al
teatro, a la música, al cine, a la danza, al comic, a la literatura y a otras expresiones
artísticas que completan nuestro universo intelectual.
Sin embargo, también se aclara mi crítica al saber que este mundo sigue ajeno, sigue
lejano a las clases populares. Mucho discutimos sobre el rol y responsabilidad del
Estado en el intento de acercar a estos mundos tan lejanos, sin embargo muchos de
los artistas que conocimos declararon por ejemplo “No es mi responsabilidad, no es
mi intención que la gente común entienda lo que pinto, esa es responsabilidad del
Estado, de los museos” (Diego Fernández de Galería Chilena).
¿No estamos nosotros acaso reflexionando en este momento al interior de aulas
universitarias? ¿Por qué no llevamos esta experiencia a las plazas, a los colegios
municipales, a los liceos, a las cárceles?
Es un esfuerzo titánico, pero en este tiempo se ha demostrado que es posible juntar
a personas que vienen de ámbitos tan diferentes y que sin embargo convergen en la
necesidad de ampliar la mirada, de abrir los caminos, de cambiar el paradigma
cultural y sobre todo económico que se cierne sobre nuestra sociedad completa.
Ahora es tiempo de llevar esta experiencia a nuestros mundos, replicar lo que hace
por ejemplo Galería Metropolitana en la población La Victoria, a ganar espacios
públicos, a generar cambios en la educación que pasen por poner al alcance de todos
el arte y la cultura.
Haya tantos tipos de pobreza, cada uno más violento que el otro, pero sin duda la
pobreza que duele más, es la de aquellas personas, hombres y mujeres, jóvenes y
viejos que ni siquiera se dan cuenta que son pobres porque nunca han visto otra
realidad.
¿La tarea? Al menos mostrar que no es posible rendirse ante lo que parece una
profecía, dar vuelta el destino educando, motivando, mostrando un arte amable,
cercano, real.
Ramón Cortés Pavez